Partida Rol por web

-Supongo que me describís a mí. -Dijo al tiempo que aparecía por la borda, parecía que todos se habían revelado y sería inútil intentar negar aquella obviedad- Sin embargo ahora no es un buen momento. Los dioses han recibido sus ofrendas y debemos ponernos en marcha mientras los hados nos sean propicios. Nuestro Jarl nos espera. -Aquella última aseveración no era una mentira y confiaba con ello en disuadir a aquellos que servian a otro jarl. No en vano todo hombre del norte servía a su señor.

Miro al hombre con cierto escepticismo. Sin ningún tipo de duda Harald tiene razón y quieren endosarnos un crimen del que no fuimos culpables. Jamás me creerán al decir que me intentaban violar y simplemente tomamos medidas defensivas.

Sin mediar palabra en voz alta y permaneciendo quieta en mi posición, empiezo a susurrar un cántico con la intención de provocar una ilusión sonora que simule gritos en el interior del pueblo, como si atacasen o estuviese ocurriendo algo que necesitase la ayuda de estos hombres.

Esos gritos que tantas veces he escuchado en incursiones, esos gritos de niños, mujeres e incluso hombres asustados. No son fáciles de reproducir pero lo conseguiré e intentaré que esos hombres se vayan o al menos se despisten lo suficiente como para escapar.

- Como mi compañero ha dicho, tenemos prisa, por lo que si queréis preguntarnos algo hacedlo aquí, todavía nos quedan muchas cosas que guardar y empacar.

Tras las palabras de Harald, Yngrar supo que las intenciones de los guardias no serían precisamente diplomáticas, por lo que si iba haber una pelea con la guardia, este sería el mejor lugar debido a que poseían superioridad numérica. 

El hombre suelta una risotada como si lo que le dijerais le pareciese muy gracioso.

-Me da igual las ofrendas, me da igual vuestros asuntos y me da igual vuestro jarl- Dice mirando al hombre de la tierra- MI misión es llevaros dentro de la empalizada y allí haceros unas preguntas- Mira a Yngrar- Y el que tengáis prisa me trae aún más sin cuidado. Estáis en Hirsk y debéis acatar las leyes del Jarl. 

De súbito una voz se eleva en un cántico místico por encima de la voz del hombre.

-BRUJA, CALLATÉ.- de súbito todos los hombres sacan sus armas y se ponen tensos- O HACÉIS QUE SE CALLE O ASALTAREMOS LA EMBARCACIÓN Y OS LLEVAREMOS A RASTRAS Y JURO QUE ARRANCARÉ LAS CUERDAS VOCALES DE ESA ZORRA- dice mientras desenfunda su espada y se pone en una posición que no da lugar a dudas de que va en serio. 

-Mierda, mierda… -Al hombretón no le gustaba el cariz que estaban tomando aquellos asuntos, no estaba entre sus planes verse arrastrado por los acontecimientos que sucedieron en la tarde del día anterior sin embargo la perspectiva de verse como un agresor ante la figura del Jarl representada en aquellos seres tampoco le agradaba así que optó por permanecer en actitud defensiva.

Dependían de su Skalda, si ella se detenía tendría que deponer las armas, si ella proseguía, debía impedir que abordasen la embarcación.

-¿Cómo es que he llegado a estar bajo la voluntad de una mujer?- Fue el único pensamiento que se permitió en la tensión del momento.

Sin pensarselo mucho, Yngrar enarbolo su lanza en actitud de combate, no era lo que mas le apetecía, pero parecía ser la mejor solución para sus problemas. Total, si acababan con esos hombres, simplemente zarparían alejándose del lugar.

Parece que no hay más salida que luchar y es que la guardia de Hirsk no va a descansar hasta ver nuestras cabezas degolladas sea ahora o ante el jarl. Miro a mis compañeros, miro a Harald y sé que lucharán por la misión, todos debemos estar vivos, todos debemos partir en esta embarcación a buscar nuestro destino.

Después miro a los soldados y les sonrío. No tengo ninguna razón para cesar mi canto... Simplemente camino por la cubierta entonandolo con cuidado de que no me llegue ningún atacante y con las dagas a manos por si llegan.

El grupo dejó clara su posición y los guardianes de Hirsk respondieron en consonancia. 

-!!AL ABORDAJE¡¡- dijo el capitán mientras echaba a correr delante de sus hombres- !TÚ, VES A BUSCAR A LA CIEGA¡¡- ordena a uno de sus hombres el cual obedece con presteza.

Los guardianes corrieron detrás de su jefe salvo dos de sus hombres que se dirigen hacia los cabos que sujetan la embarcación al muelle para asegurarla. El resto empieza a subir la plataforma en formación de a dos, lo que les permite el ancho de la tabla, con el jefe detrás de los dos primeros. 

El hombretón no daba crédito a lo que estaba pasando. 

-¿PERO QUE HACÉIS, LOCOS?- exclamó cuando vio la aptitud del grupo.- LOS DIOSES NO NOS ENVÍAN A COMBATIR CONTRA HOMBRES.

El marinero intentó apartarse de todo el combate y pasar desapercibido lo máximo posible...

-¡Los dioses no nos  han traído aquí, si no tus palabras y las susurradas por la mujer!- Exclamó Ivar cargando a por el que tenía más próximo. -¡Por Odín, el kenningar!

Con aquel grito de guerra con el que buscaba congraciarse con el Dios Cuervo por si aquel día terminaba en el Valhalla blandió su hacha de mano y con un movimiento seco y sin flurituras golpeó...

Ante el inminente combate Yngrar concentró toda su rabia y se lanzó a por el guardia mas cercano sin darles tiempo a reaccionar intentando empalarlo.

El campesino blande su arma atravesando la armadura del primero de los soldados. La cuchilla entra en su costado arrancándole un grito de dolor que le derriba y le deja tumbado en el suelo. Yngrar embiste con tal lanzada que atraviesa totalmente a su rival matándolo en el acto. 

La cubierta empieza a llenarse de sangre y los hirdmen rugen de furia por los amigos caídos...

El hombre no es un simple matón, sin duda. Coge su espada y realiza un paso fuerte y decidido, abriéndose camino entre los dos el berserker y el campesino. Su espada describe dos arcos que hacen que Yngrar le deje hueco, y luego otro, mientras gira sobre si mismo, que hiere en la vuelta a Ivar con un tajo lacerante. El hombre consigue su objetivo de abrir brecha entre los defensores y de dejar a su alcance a la skalda...

Uno de esos hirdmen siguió a su jefe y siguió su ejemplo yendo a atacar a la skalda. El golpe de la cachiporra golpea con fuerza en el estomago de la skalda dejándola sin respiración y poniendo a prueba su concentración para lanzar el hechizo que intentaba lanzar. 

Pierdo la concentración del golpe que me da el hombre con su cachiporra. Era inevitable que pasase y es que en cuestión de segundos han abordado el barco como si fuera su casa. Pero estoy preparada, gracias a Odín tenía preparadas mis dos dagas así que me abalanzo sobre el jefe de todos ellos al cual tengo al alcance para asestarle todos los cuchillazos posibles.

La puñalada que la Skalda propina a su objetivo logra superar su defensa y alcanzarla. La armadura de malla que lleva puesta el jefe de los hirdmen cumple su función y para parte del golpe, siendo aún así herido por la bella mujer.

Los dos últimos guardias que abordan la nave reparten sus ataques entre el gigantón y el granjero. El hombre que ataca a Yngrar le da un fuerte cachiporrazo aprovechando que el berserker no puede defenderse en su estado de enajenación mental, provocándole una fuerte contusión, aunque nada que no pueda soportar la enorme bestia de combate que es. 

Por el otro lado, Ivar recibe también un golpe que le va a la cadera, un golpe que no puede esquivar debido a un mal traspiés encontrándose con la porra de su enemigo de bruces. Al no llevar armadura, siente el impacto en su totalidad haciéndole ahogar un grito de dolor. 

Se estaban viendo saturados y la mujer no era la mejor de las ayudas...

Las heridas dolían como el infierno y no quedaba sino resistir y vender cara la vida. Aquello terminaría bien, Ivar confiaba en ello, terminaría en este mundo o cenaría hidromiel con otros grandes guerreros que le precedieron.

No había mayor gloria, estaba seguro de ello así que volvió a cargar sin temor en sus ojos.

-¡Por Odín!

El ataque que acababa de recibir Yngrar no quedaba desapercibido, por lo que su furioso trance lo llevó a atacar al hombre que tenia frente a él con tantas fuerzas como al anterior que habia sucumbido a su lanza.

El preciso ataque de Ivar acaba con su oponente, el cual cae al suelo con un feo tajo entre terribles estertores. Yngrar lanza su arma con tanta fuerza que atraviesa por completo al hombre que tenía en frente. 

El hombre hace un rápido movimiento agachándose mientras esquiva un torpe golpe de la herida y cansada Helmi, consigue rodearla, cogerla por la espalda, e inmovilizarla apuntando a su costado con la espada.

-!DEJAD LAS ARMAS¡ !O DEJÁIS LAS ARMAS O LA MATO¡- Respiraba agitdamente y estaba totalmente crispado, aún así puede controlarse lo suficiente para seguir hablando- Estáis en un buen lío, pero no empeoréis mas la situación. Uno de mis hombres ha ido a buscar a la volva, que tiene su propia guardia, nunca saldréis con vida de la ciudad. Es más, haréis que nuestro rey suelte a sus Ferales contra vosotros- Se dirigió a su subordinado- !Tú, quieto¡

Los hombres pararon sus ataques y se quedaron mirando fijamente a los Héroes mientras esperaban la respuesta