Partida Rol por web

Por fin la suerte sonrió al joven huérfano, que logró mantener la distancia justa con Isaac como para no perder su rastro.

Una media hora después, Hyoga alcanzó a ver una edificación en medio de la estepa, azotada por los gélidos vientos invernales. La casa...si se le podía llamar así, era un desvencijado conjunto de tablones y clavos que no aguantaría mucho más. La motonieve de Isaac se hallaba aparcada junto a la entrada, y del interior salía una tenue columna de humo, posiblemente de una hoguera.

Bajo de la moto con cuidado, y llamo a la puerta con timidez, despues abro la puerta y entro

Hyoga prácticamente se quedó con la puerta en la mano. Algo avergonzado, la dejó dónde estaba, y se inernó en la destartalada estructura. Allí ya se encontraba Isaac, repantigado sobre un viejo camastro ( de hecho había dos idénticos, más reliquias de una era pasada que otra cosa). De pie, con un porte mucho más elegante, se encontraba un individuo recio, delgado pero de apariencia amedrentadora. Su cabello color platino contrastaba con el azul gélido de sus ojos.

Bienvenido Hyoga.  dijo con voz suave pero autoritaria Soy Crystal, tu nuevo maestro.

Miro al hombre con mas miedo que verguenza y enseguida hago una reverencia Saludos! Mi nombre es Hyoga, sera un honor ser su alumno señor.

Cristal sonrió, aunque su semblante parecía igual de frío que antes.

Bien. Ya conoces a Isaac. Ambos sereis mis aprendices, y el  meojr de los dos al final del entrenamiento, será quien opte a conseguir la Armadura Sagrada del Cisne. explicó, mientras Isaac levantaba dos dedos en señal de victoria.

Comenzaremos de inmediato.  aseveró Cristal Vuestra primera tarea será reconstruir esta choza, pues aquí debereis vivir. Y no creo que querais morir de frío. Teneis unas 5 horas antes de que caiga la noche. Y la noche aquí es muy fría. Buena suerte.

¿Reconstruir esto? repitió asombrado Isaac Tiene que ser una broma... aah..no, nunca bromeas... está bien, Hyoga, ¿alguna idea para comenzar?

La duda me invade, pero el recuerdo de mi madre, me da fuerzas para hablar. Abra que comprobar que partes estan bien y cual hayq ue reparar, no creoq ue por aqui haya mucha madera asiq ue tendremos que parchear los huecos y apuntalar todo de nuevo. Si te parece bien, ahora somos un equipo asi que si tu tienes alguna idea.

Hmmppff... qué útil has resultado,sí.  respondió agriamente el joven Bien, creo que a una media hora de aquí hay un pequeño bosque de coníferas, seguramente podamos sacar algo de madera de allí. Si no tienes nada mejor que hacer, puedes acompañarme. Siempre viene bien un porteador.

Perfecto entonces ve y trae madera, yo reparare lo que pueda aqui, asi cuando vuelvas estara casi todo reparado y ganaremos tiempo, la noche llegara pronto. Una leve sonrisa aparece fugazmente en mi rostro. Deberias darte prisa yo empezare ahora, seguro que no te resultara dificil y volveras enseguida, eres fuerte y capaz y conoces el lugar donde conseguir la leña, si fuera yo con estos bracitos tardaria horas y seguramente me perderia

Isaac se marchó con cara de pocos amigos y una mueca despectiva, mientras Hyoga se internaba de nuevo en la destartalada construcción.

Los minutos pasaron mientras el joven huérfano pensaba en qué hacer para comenzar las reparaciones sin más materiales hasta que regresara el otro joven. Su pose de altanería podría verse seriamente comprometida si al final no había logrado ningún avance importante para cuando Isaac llegara.

Vien reviso todas las paredes en busca de tablas sueltas o agujeros para tapar.

- Las tablas que esten sueltas intento enderezar los clavos con piedras, algun objeto mazido y las vuelvo a clavar por lo menos para dejarlas fijadas. y los huecos espero que el otro chico regrese.

No se si aguantara, pero espero que si. Y que no tarde mucho en volver.

Hyoga se dedicó con afán a la tarea de remendar la casaa. Sin embargo, careciendo de materiales y herraientas apropiados lo único que consiguió fue precisamente eso: remiendos. el viento seguía entrando por los pequeños recovecos que no había logrado tapar, e incluso la nieve comenzaba a gotear a través de varias planchas del techo.

Así estaban las cosas cuando, para colmo, regresó su compañero de entrenamientos. Isaac dejó su motonieve apagada junto a la entrada, y Hyoga salió a ver qué había logrado traer. El joven huérfano se quedó con la boca abierta cuando observó que no sólo había traído un tronco entero de madera, sino que se las había ingeniado para limpiarlo de ramas, listo para cortarlo.

Isaac colocó el tronco de pie en el suelo, en un agujero que había cavado, y lo tapó de nuevo con nieve, aplastando el resultado para endurecerlo. tras ello, dirigió una mirada a Hyoga, cargada de desprecio, y le retó.

Y has demostrado lo útil que eres. espetó Demuéstrame si al menos sabes dar un golpe decente. Acto seguido, lanzó un tajo con el canto de la mano al tronco semicongealdo, que partió limpiamente creando un fragmento circular  tan perfecto como si hubiera usado un hacha.

Hmpf... patético. Ni siquiera saber dar un buen golpe a un tronco indefenso  se regodeó el joven Isaac. Yo los partiré, miraa a ver si eres caapaz de colocarlos en su sitio para tapar todo lo que has dejado al descubierto  le ordenó, sin importarle cómo pudiera sentirse Hyoga.

Estaba claro que el joven huérfano tenía mucho que aprender, pero sin duda, Isaac no sería su referente, se dijo a sí mismo. Hyoga debía cultivar la paciencia como una fría emoción, antes de poder medirse a su adversario de verdad.

Los dos jóvenes finalmente consiguieron reparar el refugio lo bastante como para pasar la noche, y finalmente, cada uno se recostó en su catre, separados por varios metros, y practicamente sin dirigirse la palabra.

La noche cayó, haciendo que la temperatura descendiera bruscamente, lo que, sin un buen fuego, podría costar la vida a cualquier a que no estuviera acostumbrado...

La noche trasncurrió tranquila a pesar de todo. Entre ambos jóvenes habían logrado reparar los desperfectos mas graves de la destartalada choza, de modo que el viento y la nieve ya no irrumpían a sus anchas en el interior. En cualquier caso, el frío seguía siendo severo, y el porpio Hyoga se despertaba de cuando en cuando con miedo de perder las extremidades por congelación. Fue una noche dura, en la que no descansó demasiado.

El amanecer irrumpió de golpe, su luz entrando por todas las rendijas posibles. Cuando Hyoga abrió los ojos, Isaac ya se había levantado, y no había rastro de él en la choza...

me levanto , me visto y salgo haber si le veo, o encuentro un rastro que me diga donde podria estar

veintiuno... veintidos... veintitres...

Isaac se encontraba en el exterior de la choza, realizando flexiones en medio del gélido ambiente, sin más protección que unos ajados pantalones de piel. Su torso desnudo brillaba a causa del sudor, que rápidamente se evaporaba del cuerpo del joven atleta.

Cuando observó a Hyoga, simplemente le ignoró, y continuó concentrándose en su tarea.

A lo lejos, podía escucharse, entre el rugido del viento, el sonido de un motor...