Un concilio por Alba

Los viajes continuaron sin más demoras ni problemas hasta que la noche de Samhain, esa noche sagrada en que todos los escoceses celebraban la continuidad de la vida de una forma u otra.Ya fuera en espíritu, mediante la transformación de sus cuerpos o almas u a través de la conservación de sus más antiguas tradiciones.
Ni siquiera aquellos con la vista más aguda podrían distinguirlo desde la cumbre de la montaña, sin embargo todos los presentes sabían que en cada aldea cercana la gente danzaría bebiendo junto a las hogueras y que los nabos vaciados y las velas adornarían las entradas de cada cabaña guiando a los espíritus de los descarriados de nuevo a sus hogares para pudieran participar de la vida de los suyos.
Allí, en lo alto del Ben Mucdhul el cielo se oscurecía encapotado y la luna asomaba tímida entre las espesas nubes.Junto a un lago que nadie imaginaría en la cima de tan alta montaña se extendía una extensa y verde pradera que acogía un pequeña hoguera en deferencia a los humanos. A su alrededor tartanes con el color ornamental de las highlands formaban un circulo en el que poder sentarse.
Había un total de 13 humanos, una docena de hombres y una hermosa pero menuda mujer de cabellos rojos como la sangre que eran fácilmente identificables. Se habían unido en un gran grupo que se mostraba más cercano al fuego que el resto y bebían de una bota de Uisgue Beatha que pasaba de mano en mano;a pesar de su unión se les notaba inquietos, lanzaban de vez en cuando miradas a su alrededor temerosos de aquellos que compartían el espacio a su alrededor.
A la diestra del grupo de humanos un solitario, un Garou,ni su tamaño ni su olor pasan inadvertidos. No puede, ni parece que quiera, negar lo que es.
Junto a él, y llamando claramente su atención dos bellezas que claramente no eran humanas. Ninguna mujer normal podría tener semejantes dones.Hasta los hombres, que se sientes claramente intimidados por ellas no pueden evitar girarse para mirarlas descaradamente cada poco tiempo.Una de ellas está mojada y desnuda, lleva un cabello azabache que cubre casi por completo sus partes pudendas y que se muestra adherido por el agua y una piel de alabastro que parece brillar en la semi oscuridad de la noche.La otra lleva pinturas en la cara y buena parte de un torso apenas cubierto por una gruesa piel lobo, porta armas y su actitud es claramente la de una guerrera sin embargo no resulta ni por asomo ni menos hermosa ni atrayente que su compañera.
y... vosotros.

Se mantuvo al lado de Mauled, con los brazos cruzados. Había conseguido viajar con él a salvo a través de las Tierras Altas, sin embargo su verdadera misión comenzaría no tardando mucho. Una reunión de criaturas como las que se daba allí no se haría por cualquier motivo...

Al contrario que la mayoría de los vástagos, Clyde era miembro de una línea de sangre monstruosa. Su piel era pálida, coriácea, sus orejas deformes como las de un sátiro. Una bruma negra parecía envolver al cainita, como si la oscuridad misma se pegara a su alma. Iba descalzo, y salvo por un viejo kilt ajado -con lo que era fácil identificarlo como Sinclair- no portaba ninguna otra ropa. La piel estaba cubierta en su mayor parte por tatuajes y pintura, tanto negra como azul. A su lado, sentada y en aparente calma, se hallaba una hembra de lobo albino, cuyo tamaño era muy superior al de cualquier macho. El animal observaba en silencio, a todas partes, expectante. Un humano viejo y agostado, un dryw, estaba con ellos. Por lo que parecía, tanto vampiro como loba eran los guardianes de aquel hombre

Las noches pasadas en la cima de la montaña habían preparado a Gael para la visión de un grupo tan ecléctico. Sí, allí estaban los humanos que se encontró en la cueva, esos extraños y a la vez atrayentes seres femeninos (Gael no sabía qué nombre darles) y el Garou que había visto rondar la cima. Lo que sí era nuevo para él, era ese vástago acompañado del humano y la loba. La disposición que tenían los distintos seres parecía predispuesta para que se unieran por raza, así que hacia él se dirigió.

Gael tenía el aspecto típico de los escoceses del norte, herederos de los antiguos Pictos: alrededor de 1,65, complexión fuerte y un pelo largo rojo que tapaba parcialmente los tatuajes azules que llevaba sobre los hombros y el pecho. Como toda ropa llevaba unos pantalones tipo Braccae de color parduzco y unas sandalias de cuero. Todo ello hacía resaltar la palidez de su piel, incluso bajo la tenue luz de la luna que presidía el cónclave.

A su espalda llevaba una especie de bolsa de la que sobresalían un arco y un carjaj con flechas, mientras que en su costado izquierdo, colgaba un machete de unos 40 cm de longitud.

Con paso firme y sonriente, y saludando a su paso a los otros presentes con una leve inclinación de la cabeza, llegó ante el vástago que allí se econtraba. Se llevó el puño derecho al corazón, y se presentó:

- Mi nombre es Gael mac Fergusa, que los vientos estén tras de ti, yo te saludo

Asintió con un leve cabeceo de la cabeza a modo de saludo. Descruzó los brazos y señaló a sus acompañantes
-Mauled y Síth -señaló primero al dryw y más tarde a su loba -Soy Clyde, guardián del Clan Sinclair
Parco en palabras, el engendro no habló más, y observó sin disimulo a Gael. No trataba casi nunca con otros hijos de Annowre, salvo con su athair y algún otro en casos muy puntuales. La suya era una tarea silenciosa y solitaria, y eran dos aspectos que no quería cambiar. Sin embargo intuía que tales cosas no iban a pasar. Jamás había asistido a un cónclave como aquel, y notó los vientos de cambio tronar en sus oídos. Mal asunto

Por dos veces se ha ocultado en el horizonte el sol desde que llegué a la cima del Ben Mucdhul. En este tiempo mi hambre no ha hecho más que crecer, como ha crecido también el número de asistentes al insospechado cónclave. Solo puedo alegrarme de haberme alimentado a conciencia antes de emprender este viaje.

Hasta la fecha no me he topado con mi sire, cuyas proféticas visiones son las responsables de mi presencia en este lugar; no obstante, esta es la noche de Samhain y me atrevo a aventurar en que el largo tiempo aplazado reencuentro no tardará en producirse. Entretanto, me mantengo tan alejado de las hogueras y de los mortales como me resulta posible. Las primeras provocan en mí un sobrenatural temor en tanto que los segundos despiertan mi insaciable apetito.

Reconozco entre los presentes a la extraña terna compuesta por el fauno y sus seguidores pero mantengo las distancias con ellos tanto como con el fuego. Nuestro encuentro en el camino fue tan cordial como pudo haber sido pero no tengo nada que tratar con ellos.

Tampoco parece que ninguno de los reunidos sienta una especial inclinación por acercárseme. Tal vez sea mi aspecto desaseado y mis ropas gastadas y sucias de polvo, sudor y tierra lo que les inspira tan poca confianza en mi persona, o tal vez se deba a la larga y pesada claymore de reciente adquisición que cuelga ociosamente a mi espalda.

De todos los reunidos, quien atrae con más fuerza mi atención es el garou. Cuando dos lobos se encuentran no es extraño que combatan entre sí para establecer la jerarquía entre ellos. Sin duda es lo que haría si lo encontrase en mis dominios pero estos no lo son y se ha establecido una suerte de tregua entre los congregados de modo que me acerco pacíficamente al solitario lupino y me presento, entendiendo que la presencia de tan destacado indivuduo sin duda ha de presagiar importantes acontecimientos.

Que Clyde presentase a sus acompañantes por sus nombres, agradó a Gael, al que no le importaron ni las miradas ni la escasez de palabras. Una inclinación de cabeza hacia Mauled, y cuando Clyde calló, Gael se arrodilló para que sus ojos quedaran a la altura de Sith.

- Qué animal más extraordinario te acompaña - dijo en gaélico dirigiéndose a Clyde. Luego posó su mirada en los ojos de Síth, y tras unos breves instantes, la habló en su propia lengua lobuna, en un tono muy bajo - Sí, eres un animal extraordinario...

Inmediatamente después, despreocupado, se volvió a levantar para observar de nuevo a los convocados, cuando comprobó que un ser que parecía un vástago, se acercaba al Garou.

- Interesante - Asistió con la cabeza y añadió con una media sonrisa - Esperemos que respeten la tregua 

El lupino vio como uno de los vástagos se acercaba a él y se puso de pie. Por su aspecto y sus gastados ropajes creía saber quién era;debía de ser ése que decían hijo de una de las fatídicas hermanas, o tal vez de las tres.La envergadura del lupino era realmente impresionante, seguro que llegaba a los dos metros de altura y tenía un porte robusto con músculos muy bien formados.
Se irguió en su postura al notar la cercanía del otro. Todo el mundo abandonó sus conversaciones para observar la escena, algunos con diversión, otros con curiosidad y no pocos con miedo.
-¿Porqué vienes a mí en lugar de ir con los tuyos?La voz era ronca y gutural, muy profunda. La mujer pelirroja dio un respingo y se acercó más a uno de los humanos que la acompañaba, como si tratase de buscar refugio en él.

A pesar de que mi corpulento interlocutor me aventaja en estatura en casi dos cabezas y su complexión física en nada tiene que envidiar a la mía, ni su presencia ni sus modales me resultan intimidantes.

―Ni entre los mortales ni entre los inmortales hay nadie a quien yo considere mi par ―replico con serenidad después de mirar a mi alrededor en busca de los míos sin hallar entre los presentes a ninguno que merezca tal apelativo―. Acudo a ti porque estas solo y rodeado de bebedores de sangre aun cuando las relaciones entre ambas estirpes no siempre han sido cordiales. Vengo a mostrarte mi respeto por tu arrojo y a garantizar personalmente tu seguridad durante tu estancia en el Ben Mucdhul mientras no albergues animosidad contra los aquí reunidos.

»Yo soy Alistair mac Indulf, a quien llaman el Lobo Negro de Moray. Si tus intenciones al acudir al Samhain son pacíficas, te ofrezco libre y desinteresadamente mi protección si alguno de los presentes tratara de causarte algún mal.

Las potentes carcajadas del gigante no tardaron en llenar la quietud del valle.-ejem... Vaya, vaya, al fin he encontrado a mi protector, gracias por tu ofrecimiento mi señor, no sé que habría sido de mí sin tu ayuda... comenta con evidente chanca mientras hace una reverencia frente a Alistair.
Instantes después vuelve a adoptar su porte regio,-Mi nombre es Niall, Niall Murray.Tiende la mano hacia el vampiro esperando que se la estreche. -¿Alguno de vosotros sabe donde está quién nos convocó? Comenta alzando un poco la voz aunque debido a la quietud de la zona y el silencio del resto no habría sido necesario.

-Lo harán. No somos las únicas criaturas convocadas, hay otras de las que había oído hablar y nunca visto

No le importaba el destino de Alistair al ir a hablar con el garou, y por las violentas carcajadas de este parecía que a él tampoco. Por muy poderosos que fueran los hijos de Annowre, uno de los de su estirpe podía partirlos en dos casi sin esfuerzo. Sin duda un adversario más que peligroso, y se sintió satisfecho de -por ahora- contar con él a su lado y no en contra. Ya podía descartar una guerra abierta contra los lobos

Se mantuvo quieto, con los brazos cruzados, esperando. Su paciencia era inalterable, y únicamente Mauled o Síth alterarían su estado

No le concedo a las despectivas carcajadas del lupino más importancia de la que tienen. Por muy seguro de sí mismo que finja estar, lo cierto es que el comportamiento de los presentes resulta impredecible y la existencia de cualquiera de nosotros podría peligrar ahora que nos hemos dado cita tantas criaturas sobrenaturales en un espacio tan reducido.

Si de algo sirve mi ofrecimiento es para poner de manifiesto que, al menos a priori, el garou no ha venido con siniestras intenciones. Este simple hecho no basta para hacerme bajar la guardia pero sí para tranquilizar un poco mi ánimo. Lo cierto es que no me siento cómodo rodeado de tantos individuos por muy ociosos que aparenten estar.

Las palabras expresadas en voz alta por aquel ser hicieron que Gael asintiera. Miró hacia lo alto, buscando las referencias conocidas para poder conocer la hora. Sí, allí estaba la Osa Mayor en la posición cercana a la media noche.

- El lobo tiene razón, ya es la hora

Gael miró a su alrededor y sólo algunos pocos de aquellos seres allí convocados se habían dado cuenta de ese hecho. El cónclave estaba apunto de comenzar y las vehementes palabras dichas en voz altas perecerían ahora una orden, una imperación que sería oída, lo que haría que, para el resto de los presentes, ese ser era a quién había que seguir, el alfa de esta manada.

Una sonrisa apareció en el rostro de Gael, dejando ver los afilados colmillos de su estirpe y, en voz muy baja, dejo oír esos pensamientos - Muy listo el lobo, muy listo

Ante las palabras de Niall un murmullo se comienza a generar en el grupo de los humanos, al parecer hablan sobre quién y cómo les han convocado a la reunión. Casi todos atienden a las palabras de la joven pelirroja, a la que tratan con la deferencia de una dama y al que es claramente el Laird del clan, un tal Cameron McKay que por extraño que parezca a los tres os resulta vagamente familiar. Tenéis la sensación de que lo conocéis de algo...
Tras unos minutos en los que parece que deliberan sobre como deben proceder a continuación el Laird se adelanta al resto. -Mi nombre es Cameron McKay, soy el laird de los McKaydice alzando la voz,-He sido convocado aquí por vuestro príncipe, os señala a los tres, -Dijo que vendría y vendra, pero llegará tarde seguro.... a ese cabrón le encanta llamar la atención,jajajajajaja. Alza la bota de whisky y le da un largo trago, sus hombres le miran sin saber muy bien si reír lo que ha dicho su Laird, finalmente algunos levantan las comisuras de los labios la mayoría tenéis la sensación de que saben algo que escapa a vuestro entendimiento.

Las palabras del hombre no intimidaron a Clyde. Se mantuvo estático como una estatua, sin moverse un ápice, y únicamente ladeó la cabeza para consultar con la mirada a su dryw. Quizás él era capaz de darle sentido a sus palabras. Devolvió su atención al humano y continuó impertérrito, de brazos cruzados. Salvo por ese movimiento para mirar a Mauled, diríase que estaba esculpido en piedra viva y colocado allí hace centurias

La pregunta del garou es contestada por uno de los mortales. Un individuo que en un primer momento confundo con el líder del trío que se cruzó en mi camino unas pocas noches atrás pero que, ahora me doy cuenta, no es él. El laird me resulta familiar pero no logro recordar dónde hemos podido vernos con anterioridad, dado que todos nos encontramos muy lejos de nuestros hogares y yo no acostumbro a recibir visitas en mis dominios.

―¿De qué príncipe hablas, McKay? ―pregunto al humano, quien evidentemente se encuentra en estado de embriaguez a juzgar por sus modales desatinados y sus insensatas palabras―. Yo no he servido a ningún señor desde que en Lumphanan las tropas de Malcolm Canmore acabaran con la vida del rey Mac Bethad mac Findlaích. Si sabes por orden de quién se ha convocado este cónclave habla ahora con claridad y si no lo sabes, calla para evitar que la bebida siga pregonando tu ignorancia.

"Vuestro Príncipe?" Gael pensó en el ser ante el cual presentado después del abrazo; recordaba la sensación de poder, de fuerza, que emanaba de aquel vástago, pero poco más. No había frecuentado la presencia de otros miembros de su raza aparte de su Sire y hermanos, con lo que todo esto le parecía muy extraño. Y que aquel humano se refiriese con tanta naturalidad al Príncipe, eso era lo más extraño de todo.

Gael se acordó de las historias que había oído del Príncipe, contadas cuando el sol estaba a punto de despuntar, entre susurros, por algún miembro más anciano de su clan. Por eso, ahora, estaba mucho más espectante de lo que pudiera suceder en el cónclave.

-Debemos entonces de haber sido convocados por personas diferentes.La extraña aparición femenina que me habló de esta reunión no dijo ser príncipe de nadie.Sino una sirviente de Alba. Por primera vez el anciano dryw que acompaña a Clyde se dirige al hablar a alguien que no sea el propio vástago.
-Irrumpió en mis sueños con su etérea belleza y su voz cautivadora y me instó a venir aquí en compañía del guardián del clan.

Sombras y más sombras. Si en un inhóspito agujero de su memoria se hallaba la prueba de haber visto al Príncipe, no estaba a su disposición. Y de estarlo, no encontraría más que jirones de humo. Sí, cierto, en un par de ocasiones se había sentido observado y nunca había dado con un posible intruso, así que bien había podido ser la criatura de la que hablaban. Y de ser así, no ignoraba que sus habilidades eran muy superiores a las suyas

Era algo que no agradaba particularmente a Clyde. Sabía que siempre había alguien más fuerte, pero no era esa idea una que reconfortara al hijo de Annowre. Más bien al contrario. Su contacto con el mundo de la noche era casi nulo, y lo era porque así lo quería. Contaba con un par de contactos y nada más, lo bastante como para saber qué pasa en las Tierras Altas sin entrar en el territorio de los demás. O para acudir a zonas neutrales e intercambiar información
¿Había coincido alguna vez con el enigmático Príncipe sin saberlo?

Negó para su adentros. Las palabras de Mauled tampoco aclaraban nada, sin embargo confiaba en él y en sus dones. Había sido entrenado por el anterior dryw y mostraba buenas capacidades, su sueño era cierto. Como hizo antes, simplemente aguardó, sin moverse ni un ápice