Partida Rol por web

La Fortaleza de la Roca Negra era una destartalada construcción de piedra y madera, erigida sobre una roca a la que sólo se podía acceder por un zigzagueante sendero. Sin duda cuando fue el hogar de un señor era un lugar formidable e inexpuganble, ahora sólo era desalentador, sus defensas estaban derruidas y nada impedía cruzar sus desaparecidas puertas. Podían verla a través de los árboles, a unos pocos cientos de metros de donde ellos estaban. El camino había sido tranquilo, y más ligero que aquel otro paseo en busca de un enano veloz. La naturaleza era dócil en el lugar, no era uno de esos terroríficos bosques del norte, este era un agradable lugar corazón del Imperio.

- Vaya, menuda piltrafa de sitio. Pero mejor para nosotros.-

comentó Vicci echando un vistazo a la "presunta" fortaleza. Sí ahí se escondían los bandidos no iban a durar mucho. Pero seguro que tampoco eran idiotas, algún guardia tendrían y entrar por la puerta principal sería un suicidio si todos les salían al encuentro.

- Creo que deberíamos rodear el perímetro para comprobar si hay alguna entrada alternativa. Estos sitios suelen tener desagües y puertas más pequeñas en otras partes de la muralla.-

comentó con sus compañeros.

Observando el lugar con cuidado junto a nuestro compañero que con "ojo experto" evaluaba la forma de entrar en el lugar, coincidí en su evaluación. Si, sería lo mejor, y crear una distracción acaso para que el grueso del grupo pueda entrar por la puerta grande sin muchos problemas. ¿Te parece? Le pregunto dándole un codazo amistoso. Nuestros otros dos compañeros también participarían esta vez, y ambos iban a cortar y pinchar de lo lindo, eso estaba seguro, pues cocinero o músico, cada uno en lo suyo tenía más o menos sus formas de defender la piel que les cubría el cuerpo. ¿Cómo vamos muchachos? Esta vez tocan localidades de primera en esta obra ¿Em? Jejeje. Veréis como se anima en el segundo acto. Je. Les comento intentando animarlos.

Miro mis botas con la puntera cubierta de polvo y tierra del camino. Porque insistía el destino de separarme de fuegos calientes, tabernas con público y comida por todos lados. Pero claro, si mis sanguinarios amigos no cortan y pinchan al menos dos veces por semana caerían en una depresion. levanto la vista al referirse a nosotros y sonrio con mi mejor sonrisa de actor. No me gusta la idea, con un poco de suerte me hago el despistado y me quedo fuera...

-Jajaja, algo se podrá hacer, de hecho, de aquí compondré una melodía que se titulará..mmmhhh...-Chasqueo los dedos- "La historia de una torre en medio del bosque", demasiado literal ¿no?. "La maldad interior sucumbe ante la valentía". Demasiado cursi...

Doy vueltas en circulo mientras sigo pensado y murmurando.

-" Entraron 4 y salieron 3"...  "Carlo el derrumbatorres..."

Desde que salimos del pueblo en dirección a la guarida de los ladrones no deje lanzar constantes e inquietas miradas a cada sombra y a cada recodo del camino, como si en cualquier momento alguien con espada o algo con colmillos y mucha mala leche se fuese a abalanzar sobre nosotros.

Cuando por fin llegamos no pude evitar encogerme ante la visión de aquel castillo. El resto del grupo parecía bastante despreocupado y bastante alegre, pero por mi cabeza solo pasaban escenas con los diferentes tipos de muerte que puedes encontrarte en un bosque salvaje o en un castillo abandonado ¿y no podríamos simplemente hablar con ellos y convencerles para que se entreguen pacíficamente? La violencia no es siempre la mejor solución a los conflictos...

Miro extrañado a nuestro camarada de viajes y en voz baja le comento mientras preparo mis armas manchándolas de barro para que el filo no brille en la noche con algún destello de luz: Bueno... la verdad es que te he cogido cariño, no me gustaría verte andando hacia ahí y tener que observar luego como te meten en una olla y te cocinan tras proponérselo compañero. Habría que ponerse al tajo en algún momento o nos acabarían descubriendo.

Mientras Pieter aún seguía proponiendo ideas para no combatir contra los bandidos acompañó a los demás en una ronda exploratoria alrededor de la estructura, dos terceras partes estaban asentadas sobre la roca, y la parte restante adosada a ella. No había entrada que no fuera la principal, que se presentaba abierta e inofensiva en apariencia.

- Lo siento querido Pieter, pero creo que nos han contratado para degollar gente, las charlas son para los diplomáticos y los negociadores. Y nosotros no entramos en ese grupo. Por lo menos yo no.-

dijo contestando a su camarada halfling con una sonrisa. Parecía que la única entrada al recinto era la más obvia, pero a Carlo no le olía bien. Entrar así, de buenas a primeras en un lugar como ese... fijo que tenían algún arquero o ballestero -como los dos pobres diablos que "arreglaron" en el bosque- de guardia.

- Bueno, parece que habrá que hacerlo a las bravas. Quizá lo mejor sea que uno se acerque hasta la puerta y eche un vistazo mientras maese Waldemar y yo le cubrimos con nuestras ballestas. Así sabríamos como sería el lugar por dentro y si hay alguien a la vista. A lo mejor son tan confiados como para no tener guardias, pero es poco probable.-

¿Y...y...y no sería mejor que fuese uno de ustedes a examinar el terreno? Lo digo principalmente porque si se trata de una emboscada ni herr Erick ni yo podremos hacer poco más que gritar cual cochinillos le comento a herr Vicci, temblando ostensiblemente ante la sola idea de acercarme en solitario al desolado torreón.

- Verás, no tiene tanto misterio y no hay mucho riesgo. Te acercas, echas un vistazo y vuelves para contarnos qué has visto. Facil y sencillo, para toda la familia.-

le dijo Vicci a Pieter con una sonrisilla. Tras eso, sacó su ballesta y la tensó, luego puso un proyectil y la dejó lista para cubrir a su compañero.

- Venga, el tiempo es oro.-

le dijo señalándole la fortaleza.

Mi cara se puso más blanca como la sal al ver que yo iba a ser la persona encargada de echar el “inofensivo” vistazo a una torre en cuyo interior lo menos peligroso que puedo encontrarme es un grupo de asesinos y todo suponiendo que no este encantada... un escalofrío me recorrió toda la espalda al pensar en las horribles criaturas que podría haber dentro.

No tenía ninguna gana de acercarme... pero tampoco tenía ninguna gana de enfadar a mis compañeros, que a tenor de sus palabras empezaban a ponerse nerviosos, y menos cuando estos eran curtidos mercenarios. Así que finalmente y con las piernas temblorosas avance poco a poco hacía la entrada de la puerta bu...bu...bueno esta bien. Pero solo un vistazo rápido, ¿vale?

Miro de reojo las cavilaciones de mis compañeros, mientras me sigo haciendo el despistado y pensado mi nueva prosa...

"el halfling suicida..." "el intrépido insensato..." "historia de un funeral adelantado..."

No pudo observar mucho Pieter, en el momento en que dio unos pasos un virote, procedente del bosque que había quedado detrás de ellos se precipitó sobre los aventureros e impactó contra una roca, el proyectil se desvió y acabó en el suelo, pero aún así todos se pusieron alerta.

Nos habían descubierto, y había que actuar rápidamente. Nada nos decía que los sujetos que buscábamos estuvieran dentro de aquella fortaleza, pues igual nos habían visto llegar y se habían prevenido gracias a sus centinelas, que ahora hacían su aparición. Pero fuese como fuese había que moverse, así que toqué el brazo de Carlo señalando la entrada y luego llamé la atención del cazador de brujas.

Cuando me vio le señalé con un dedo y luego con otros dos me señalé a mí y a Carlo, para luego cerrar los dedos en un puño y bajarlo hacia abajo. El siguiente movimiento fue señalar repetidas veces con la palma abierta puesta verticalmente hacia la entrada del lugar. Espero que ese tipo haya entendido que le pido que vayamos Carlo, el y yo en una carga hacia el interior. Pienso mientras desenfundo mis armas y me lanzo a la carrera hacia la entrada del lugar.

En mi camino llego hasta donde está el pequeño Pieter y tocándole en el hombro le susurro: Vuelve atrás, asegúrate que los que están ahí encuentran a los centinelas, nos van a joder si no, nosotros nos encargaremos de lo de ahí dentro. Si no salimos vivos... no me cocines y me comas por favor. Realmente esperaba que eso no sucediera, pero sabiendo el hambre que siempre gastaba Pieter, nunca se sabía.

Me lancé a la carga, esperando que tanto Carlo como el antiguo cazador de brujas se unieran al movimiento. Si los cálculos eran aproximados, y casi nunca lo eran... viendo que atrás hay uno y probablemente en el lado opuesto otro vigilando, dentro podrían quedar dos por barba.

-¡A la mierda el factor sorpresa!-

dijo Vicci por lo bajo cuando vio pasar un virote venido de Dios sabe donde. Las supuestas presas estaban listas para comerse a los cazadores así que no podían permanecer quietos siendo un blanco perfecto.

Carlo asintió ante la estrategia de Waldemar, perro viejo en estas lides, de modo que se echó a la espalda la ballesta y desenfundó con rapidez su fiel acero. Estaba seguro que en breve derramaría sangre humana.

El tileano echó a correr hacia la entrada siguiendo a Ulrich y listo para reventar y sajar cuantos enemigos se toparan en el camino.

Cuando el virote impacta lo primero que hago es tirarme al suelo, mis compañeros con más sangre fría se hicieron unas señas y corrieron para la fortaleza, pensando que tenía que comprarme un arco, no puedo cubrirles osea que no me queda de otra que correr detrás de ellos mientras saco desunfundo la espada.

-No me lo puedo creer- grito asustado- serán traidores y cobardes...

Al sentir y escuchar el virote impactar contra la roca me quedo más quieto que una estatua, sin pestañear, ni siquiera respiraba por miedo a que el más ínfimo movimiento llamara la atención de nuestros atacantes hacia mi persona.

Entonces herr Waldemar se me acerca y me dice algo al oído, pero en mi estado de shock soy incapaz de escuchar y comprender ni una sola de las palabras. Me encontraba completamente paralizado, incapaz de reaccionar. Hasta que vi como todos mis compañeros salían corriendo en dirección a la torre. Entonces comencé a reaccionar. Comencé a pensar en lo que me podrían hacer aquellos ladrones si me descubrían. Comencé a pensar que no tenía ganas de acabar robado, atado y apaleado en el mejor de los casos. Y fue entonces cuando comencé a correr en dirección a la torre justo detrás de Eric.

Maltratada por los atacantes, inquilinos y la climatología ahora la fortaleza no era más que unos escombros. EL patio estaba cubierto de hierbajos, los muros derruidos y las estructuras de madera hace tiempo quemadas. Sólo se mantenía en pie una estructura central que fuera el corazón del castillo, de rocosas paredes y puerta estrecha.

Miraron atrás, no había movimiento en el bosque nadie les perseguía, o no podían verlo.

-¡Atentos muchachos, preparados para entrar en combate!-

les dijo a sus compañeros el tileano. El mercenario echó un rápido vistazo alrededor para ver si localizaba a algun enemigo o veía algo de relevancia.

Parecía que ahí no había nadie, pero estaba claro que como mínimo tenían un tirador fuera. Tenían que estar alertas si querían sobrevivir.

Una vez dentro del torreón me arrime a una de las paredes y apoye allí la espalda. Estaba sin aliento y respiraba con dificultad. Poco a poco mi respiración se fue ralentizando, pero no así mi ritmo cardiaco. Mi corazón palpitaba como no lo hacía desde la vez que visite la fabrica de salchichas de “El alegre Tom” cuando no era más que un niño.

Vamos a morir, vamos a morir, vamos a morir, vamos a morir...repetía incansable mirando hacia mis pies.