Partida Rol por web

Ignorando por completo el disparo de Ulrich el mutante junto sus manos y como quien golpea una fuerza invisible las dirigió contra los aventureros. Una sacudida recorrió el cuerpo del mutante y un gélido viento ocupó el sótano. Tan vertiginoso fue el descenso que el vaho se materializó en las bocas de los aventureros.

El brusco bajón de temperatura hizo que mi aliento se tornara visible y que mis dientes comenzaran a castañear al compás de mis piernas. Aquello solo podía significar una cosa... brujeríaaa... alcance a susurrar aterrado como no lo había estado en mi vida. Ni siquiera aquella vez cuando mi madre me descubrió comiendo a escondidas sus preciadas galletas imperiales.

Pese al pavor que recorría mi cuerpo alcance a desenvainar la espada con la mano que tenía libre para poder defenderme en caso de extrema necesidad. Pero no me moví del sitio, no pensaba acercarme a aquel ser nauseabundo. Para eso ya estaban los guerreros no los cocineros.

Gracias a dios que tengo la espada desenfundada, por la mania de meterla y sacarla (...), veo como nos lanza un conjuro y empezamos a sentir un aire helido, seguramente bajará la temperatura hasta parar nuestros corazones en el pecho. Sin pensarmelo mucho salgo corriendo hacia el enemigo pensando que está más cerca pero calculo mal debido a no estar muy familiarizado con la infravisión, me quedo corto por unos pasos y justo enfrente del hechicero del mal.

¿Que pondrán en mi tumba? ojala sea algo con estilo...

El músico fue el más valiente, y el más estúpido. Se lanzó contra el hechicero, demostrando que no tenía miedo a ningún poder sobrenatural por aterrador que fuese. Recorrió veloz la distancia que le separaba del brujo, cuando una trampilla se abrió bajo sus pies...

Viendo lo sucedido dejé caer la ballesta descargada al suelo y desenfundé tanto mi espada como mi escudo. En aquella sala se cocía algo más grande que lo a simple vista aparente, la magia estaba de por medio, así que no me lancé a lo loco a por aquel sujeto. Y menos mal que no lo hice, pues una trampilla oculta nos esperaba como trampa para impedirnos cargar. De haberme lanzado contra el enemigo, hubiera caído en el pozo.

Vicci observó la carga de Erick y vio que el suelo se abría a sus pies. Si no andaba listo, el músico se iba a llevar una buena sorpresa. Pero ahora el camino estaba libre de obstáculos -o eso parecía- de modo que Carlo apretó a correr detrás de su compañero y se trabó en combate cuerpo a cuerpo con el presunto mago que osaba atacarles.

Donde vamos la liamos

-¡Te has equivocado de adversarios, bastardo, reza lo que sepas porque estás condenado!-

le gritó al tiempo que descargaba su espada contra el oponente.

- NO me fasti...- cuando el suelo se abre bajo mis pies- maldiciooooooonn.

-¡Oh mierdaaaa!-

gritó el mercenario al fracasar estrepitosamente y quedar a merced del pozo descubierto por el músico. Mal asunto.

¡Arooooooooo! ¡Arooooo!

Salido de Sigmar sabía dónde un segundo mutante, cuya cabeza era la de un fiero perro muy feo y desagradable, se abalanzó sobre Ulrich. Y un tercero, o cuarto, pues llevaba una segunda cabeza humana en el pecho, apareció tras el brujo con una ballesta en la mano, que utilizó contra el halfling, sin éxito.

Me he machacado completamente, me duele todo el cuerpo y creo que tengo algo roto. Veo a alguno saltar el pozo, por lo menos les he avisado. Me levanto a duras penas y me coloco la espada que se me había caido, me dispongo a subir el pozo por dentro apoyando las manos y los pies, pero las heridas me dificultan bastante y las manos se me resbalan. Las uñas me duelen cuando intento aferrarme a las paredes.

Encima mia parace haber una presencia maligna, la siento en lso huesos, mis compañeros están en peligro y yo aquí sin hacer nada. Vuelvo a coger el aliento para intentarlo una vez más.

-¡Pero de donde sale tanto bicho!.-

gritó el mercenario tileano al ver que varios mutantes más salían a combatir contra los aventureros. Vicci se encaró con uno de ellos pero no pudo sino aterrarse por su extraña forma y su inhumana apariencia. Luchar contra aquellos oponentes en un sótano dejado de la mano de Dios -cualquier Dios- no parecía una alternativa halagüeña.

Aquello que tenía ante mi me había dejado helado. ¿Cómo era posible? ¿De donde salían aquellas cosas? !¿Eso era una cabeza en el pecho?! Todo daba vueltas a mi alrededor, y de pronto algo se precipitó contra mí. Era un perro. ¿También usaban mascotas de guerra? Era muy posible, pues numerosas culturas los empleaban con gran exito en la guerra. Este no era el caso. !AH! !EL CUERO ES DE HUMANO! Semejante sorpresa casi me cuesta la vida, pues en el último segundo me di cuenta de que me estaba atacando y con un movimiento rápido de revés con el escudo, desvié su ataque. Fruto del entrenamiento y la experiencia logré evitar su golpe, pero nada más, pues el miedo me tenía acogotado totalmente. !ah! !AH! !AHHH! !AHHHHHH! Gritaba mientras intentaba desacerme de aquella cosa que se habia lanzado a por mi.

La situación se había tornado completamente desesperada. Superados en número, con el pobre Erik en metido dentro del pozo y los guerreros paralizados. Y por si fuera poco uno de los mutantes era un hechicero. La opción más lógica era salir corriendo de la sala, pero el virote que había pasado cerca mio dejaba a las claras que si daba la vuelta a la pelea acabaría fiambre antes de salir de la sala. Así que no quedaba más que luchar.
Con renovada determinación deje la lampara y la espada en el suelo y agarre la honda que llevaba en el cinturón. Introduje una bala y comencé a agitarla con toda la fuerza de mi brazo. Cuando vi que ya había cogido suficiente fuerza lance la piedra directamente contra el hechicero. Tal vez si su líder caía el resto huiría acobardados.