Las malas noticias no vienen solas

En rector había convocado un pequeño acto en memoria de Archie, pero fuera, en el mismo lugar donde habían encontrado su cadáver, ya había comenzado un acto improvisado para honrar su memoria. Decenas de estudiantes habían colocado pequeñas velas y rosas a los pies de la estatua del gato salvaje, allí donde horas antes yacía el cuerpo sin vida de Archie. Alguien había puesto un marco de tamaño mediano con la foto de Archie que constaba en su ficha del campus virtual de la universidad: con la lengua fuera, los ojos abiertos como platos y una mueca caricaturesca dibujada en su rostro. La foto más formal que nadie había logrado tomarle. Así era Archie.

Y como era que las malas noticias nunca venían solas, las autoridades del pueblo informaron que finalmente se cumplían los peores presagios y la amenaza que rondaba durante los últimos días en todo New Hampshire se terminaba cumpliendo: el temporal había arreciado, y las fuertes y copiosas nevadas habían terminando cortando las carreteras de todo el estado y suspendiendo los vuelos del aeropuerto de Portsmouth. Pero ahora se informaba, además, de que las salidas del pueblo habían sido también cerradas por el temporal, y no se esperaba que amainase hasta un par de días más tarde.

El acto estaba previsto en el salón de actos de la facultad, pero la gran cantidad de gente que acudió a presentar sus respetos a Archie obligó a que fuese trasladado al pabellón de deportes para poder dar acogida a todo el mundo. Alli mismo, apenas unas horas antes, Mike conseguía guiar a su equipo hacía la victoria en un duro partido, Archie lo celebraba como un loco junto a sus amigos, alguien había lanzado un pez enorme en el campo como ocurría en todos los partidos, seguramente alentado por Archie de alguna manera. Y ninguno de ellos esperaba un tragedia semejante.

El rector cogió un micro y dio la bienvenida a todo el mundo, había declarado aquel día como día de luto. Habló brevemente de las cualidades buenas de Archie, aunque para algunos como Mike su discurso se había quedado corto. No se quiso extender mucho, pues como la mayoría se encontraba consternado y muy afectado por lo sucedido, pero no desaprovechó la oportunidad para decir unas bonitas palabras en memoria de Archie. Y después anunció algo que para la mayoría era totalmente comprensible, pero que un sector del alumnado no pudo comprender.

-Y para terminar me gustaría que guardáramos un minuto de silencio por Archie. Pero antes quiero anunciar que se suspende la fiesta de la fraternidad prevista para esta noche.

Una sensación de apatía se había instalado en el cuerpo de Marian, casi como si la contestación a Mike hubiese terminado por minar sus fuerzas. Las noticias del temporal, el acto memorial por Archie, todo aquello pasaba por delante de sus ojos como si de un escaparate se tratase, ajena a ello ajena a todo… Marian deambulaba.

La gente parecía recibir con desagrado la fiesta, egoístas. Aunque conociendo a Archie tal vez era así como preferían que le despidieran. Con una fiesta que terminase con algún acto vandálico del que se hablase durante muchos años, algo que pasase de generación en generación como una leyenda urbana y todos musitasen un nombre al oírla… Archie.

Más Marian sólo consideró aquello como una posibilidad remota. Sus acciones se encontraban en el presente y su mente en ninguna parte, o tal vez haciéndose a la idea de que tal vez pronto terminaría todo. Cerró su taquilla gris y se llevó a la espalda las cuatro cosas que necesitaría aquella noche.

Mike parecía moverse con algo más de ímpetu del que había mostrado aquella fatídica mañana. Después de la discusión en el cuarto de Mercy, había pasado un tiempo hablando con Lena. No dijo demasiado, pues por muy acostumbrado a que estuviese a los golpes físicos, por muchos choques y bromas peligrosas que hubiera superado, nunca se había enfrentado a  un golpe emocional de aquel calibre y no terminaba de saber cómo expresarlo. Mike era un niño en un cuerpo adulto. Por suerte, la compañía de Lena le reconfortó, y cuando se sintió con fuerzas de quedarse solo le pidió que no se preocupara por él y que se verían más tarde.

- Lárgate ya, maldita hippie.- se permitió bromear, aunque su voz seguía sin recobrar todo el ánimo que solía tener.

Intentó comer algo, aunque no llegó a terminarse el plato, mientras miembros de la fraternidad le daban el pésame. De vuelta en su cuarto recibió un inesperado abrazo de Lawrence, su insípido compañero de cuarto, y su teléfono no paraba de sonar con mensajes de condolencia de todo el campus. Incluso alguno de sus compañeros de equipo le llamó, aunque no quiso hablar demasiado. Tantas muestras de apoyo, y aun así Mike seguía sintiendo un vacío inevitable.

Ya por la tarde, se dirigió al evento en memoria de Archie. Al pasar junto a la estatua del gato, el silenció pareció hacerse más palpable aun cuando Mike se acercó a ver las velas y las ofrendas. Se quedó allí un buen rato, sin prisa, negando con la cabeza de tanto en tanto. Finalmente, cuando pensó que debía irse, intentó soltar una de las suyas.

- Qué feo eres, cabrón... -fue todo lo que pudo decir.

No esperaba oir risas, pero no haber hecho al menos una broma hubiese sido faltarle el respeto a la memoria de Archie. Metió las manos en los bolsillos y echó a caminar hacia la sala de actos, pero de camino allí se topó con la noticia del cambio de lugar del evento. Tomó el camino que tantas veces había recorrido, solo que esta vez no era por un motivo agradable. Entró en aquel pabellón que tan bién conocía, y la memoria se le fue a la victoria del día anterior y la fiesta, y volvió a sentirse mal por no recordar lo que había sucedido cuando se fue con su amigo. Se sentó, sin querer siquiera mirar a su alrededor, esperando que el rector dejara de hablar de Archie como si lo conociera realmente. Fue entonces cuando sus últimas palabras lo levantaron de su asiento. Su voz, colmada de asombro y rabia, rompió el respetuoso silencio.

- ¿Cómo? ¡PERO QUÉ ESTÁS DICIENDO! Esta fiesta es la más esperada de la fraternidad, Archie llevaba meses preparándose para ella. ¡No puedes quitárnosla! ¡ES LA FIESTA DE ARCHIE!

No prestaba atención. Ni era capaz de hacerlo ni tenía demasiadas ganas. Sus pensamientos seguían en la habitación y en lo que allí había pasado, en lo que se había dicho y, también, en lo que no. Había ocurrido tan rápido, tan de repente... El asesinato de Archie había acelerado las cosas, las había enredado y oscurecido. Y aunque una parte de él, la parte macabra que le incitaba a buscar sobre aquellos temas e investigar, tiraba de él y saltaba de alegría debido al empujón que todo había tenido en sus pesquisas, la otra ya no estaba tan segura de querer tirar por ahí. A la vez que aquél horrible crimen había hecho mella en la chica, a medida que el miedo crecía también parecía estar haciéndolo su amistad. ¿O era algo más? ¿Acaso quería algo más? Mercy siempre había sido objeto de su atención, pero nunca se había atrevido a dar el paso. Ahora, había pasado solo, y no sabía como actuar.

Los gritos de Mike le devolvieron a la realidad. Estaba en el Salón de... Estaba en el Pabellón de Deportes, el mismo en el que el día anterior habían estado festejando la victoria de la Torre. Archie había estado feliz, reía, bromeaba y hacía de las suyas, exactamente como cada día. Nada hacía parecer a la noche anterior una distinta a cualquier otra, tal vez más fría, pero nada más. Y en cambio, en esos instantes, su compañero estaba muerto y lo único que quedaba de él eran un montón de velas, una foto estúpida y susurros. Eso, y una fiesta. Por supuesto, la salida de tono de Sullivan había sido por eso, por la idea de cancelarla. Su mirada, automáticamente, fue hacia Mercy que seguía a su lado. Su mente, en cambio, voló de nuevo al cuarto.

"A pesar de la muerte de Derek y su familia, se decidió que el Baile de Navidad del instituto se celebrase igualmente, en homenaje a los fallecidos [...] No recuerdo cuantos muertos y heridos fueron..." 

¿Acaso Mike seguía sin darse cuenta? ¿Seguía sin creerla? Él sabía que todo era cierto, sabía por lo que había pasado, lo que había sufrido. ¿Cómo podía estar tan ciego? Rápidamente, antes de que pensarlo no le dejara actuar, volvió a llevar la mano a la de Mercy. Quería darla su apoyo, quería decirla que todo iría bien, que no era el mismo loco que se había obsesionado en Birchmont. Quería que supiera que no estaba sola y que no volvería a pasar. En cambio, se quedó en silencio, con sus dedos rozando indecisos los de ella... sabiendo que no podía tampoco mentir. 

Mercy continuó llorando hasta que se quedó dormida en la cama. Según le comentó Hellen al despertar, Noah se había quedado a su lado en silencio durante un largo rato más, hasta que la futura periodista logró que el joven se marchase de la habitación. "-Casi pongo agua a hervir!!" - Llegó a decirle Hellen a su compañera de cuarto.

Pero ahora se encontraban en el mismo punto que hacía un año. Una reunión de emergencia tras la muerte de alguien bastante conocido y querido en la comunidad. Pero Mercy tenía la cabeza en Birchmond, en el mismo momento y lugar donde recibía la noticia junto con todos los vecinos y amigos de como se honraría la memoria de Derek y su familia con el baile del instituto. Solo que sta vez era distinto. Su padre estaba a cientos de kilómetros de allí, tratando de salir de Birchmond con su familia para reunirse con Mercy. La joven quería llamar a su padre, contarle lo ocurrido, pero sabía que solo lograría ponerle más nervioso.

Los gritos de Mike la devolvieron al presente en su totalidad. En esta ocasión, la fiesta se cancelaba. Mercy no podía estar más conforme con aquello. Cerró los ojos y evito recordar la masacre que se inició en el gimnasio del instituto, cuando aquel loco entró con su hacha y comenzó a atacar a todos los presentes con ella. Eso mismo ocurriría aquí si se hacía esa fiesta, solo que en esta ocasión serían cientos de jóvenes... bebidos y drogados muchos de ellos. Quiso responder a Mike, pero... ¿como hacerlo? Pensaría que estaba confabulando contra él y Archie y que querría toda la atención para ella misma. Sabía que esa fiesta sería el peor error que se podría cometer.

Justo cuando reunió suficiente valor para articular palabra, sintió como Noah, que llevaba todo el tiempo a su lado, rozaba su mano con suavidad. Instintivamente y con la necesidad de contacto humano y algo de apoyo y consuelo, se aferró a aquella mano con fuerza, entrelazando sus dedos y acabando con su cabeza apoyada sobre el hombro de Noah, sin articular palabra alguna. Nada bueno podría salir si hablaba ahora y era muy confortable tener a alguien a su lado, a pesar de la terrible historia que había contado y que ella sabía que podían no creer... al igual que tomarla por una loca.

No sólo Mike se sintió frustrado tras la cancelación de la fiesta, pues muchos de los allí presentes que conocían bien a Archie sabían que aquella era la mejor manera de despedirse de él. El mejor homenaje que se le podría brindar era una celebración por todo lo alto donde se sucedieran bromas descabezadas al estilo de Archie y Mike y no un insípido acto homenaje en el que el rector diga lo mucho que le echarán de menos y reparta condolencias para sus más allegados. Si Archie hubiese estado allí presente para ver su acto de homenaje hubiese abucheado, o se hubiese puesto en plan Cásper para darle un susto al rector. Por todo ello, algunos de los chicos planearon una fiesta privada en las gradas de la pista de hockey, y así les informaron a la salida del mismo acto.

-Despidamos a Archie de verdad, no con está mierda. -Dijo uno de ellos. -Eh, Sullivan, contamos contigo, ¿verdad?

Mike tuvo que morderse la lengua, casi literalmente, para no romper el minuto de silencio. En cuanto terminó, se levantó y comenzó a comentar lo absurdo de la prohibición con algún compañero de fraternidad. Su estado de ánimo había cambiado, airado por lo que creía era un hecho injusto y un atentado a la memoria de Archie. Entre insultos al rector fue caminando con otros alumnos hasta las gradas, donde ya se hablaba de seguir con la fiesta adelante.

- Te puedes jugar tu dulce culo a que sí. -contestó.- Todo estaba listo para la fiesta de Navidad, ¿qué consigue el rector anulándola? Este tio no tiene ni idea de quiénes somos si se piensa que vamos a despedirnos así de Archie. De eso nada. Mi colega se merece la mejor de las fiestas, aunque haya que trasladar todo el tinglado en mitad de la puta nieve. ¿QUIÉN ESTÁ CONMIGO?

Al gritar la última frase, abrió los brazos en cruz y esperó la respuesta de los allí reunidos. Quiso haber seguido hablando, pero notaba el nudo cerrándose en su garganta. Tendrían que esposarle a la pata de su cama para que no hiciera nada aquella noche, y aun y así sabía que todos los que alguna vez conocieron a Archie y se consideraban su amigo esperarían que la fiesta siguiera en pié. Recorriendo con la mirada a los presentes se topó con Mercy y los demás. Ya no había resentimiento en la expresión de Mike, no como la había mostrado en la habitación de la chica aquella misma mañana. Se había esforzado en olvidar lo sucedido, aunque algo le decía que ellos no, y que la idea de seguir con la fiesta no sería de su agrado. Pero se lo debía a Archie, y a todos los que llevaban tanto tiempo esperando aquel evento. Luego miró a Lena unos segundos, esperando que al menos ella estuviera de su parte.

Estaba triste.

La ceremonia por Archie fue lo mas triste que había visto nunca. Perder a un amigo era de lo peor, y mas en esas circunstancias. Incluso Mike, tan duro que era por fuera, por dentro era como un niño. ¿Quién no en esa situación? Y aún así, estas cosas forjaban fuertes lazos. Solo había que mirar a Mercy y a Noah. Pillines! Eso me hizo sonreir un poco y olvidarme del por qué estábamos allí reunidos.

Pero la bomba Mike estalló cuando dijeron de suspender la fiesta. Algo se accionó en mi como si fuera un resorte y miré a Marian y después a Mercy. Incluso después de lo que nos había contado Mike prefería la fiesta, pese su razón fuera la memoria de Archie.

- No.. no se, Mike. No se si es buena idea...- respondí por lo bajo a Mike cuando busco con mi mirada mi apoyo. La verdad no tenia ninguna gana de fiesta en ese momento pero para él parecía una forma de desahogo. Puede que incluso honrar a su manera a su amigo.

Chasquee la lengua y mire a Mercy con cara de culpabilidad.

-Esta bien... Si, claro, voto por la fiesta.- dije poco animada, vencida por la mirada de Mike.

Hellen consideraba que anular la fiesta era una decisión inteligente, dadas las circunstancias y el horrible crimen que se había cometido. Pero entendía que para muchos no era forma de honrar la memoria de Archie una ceremonia tan... formal. Especialmente dolido se mostró Mike, tan ofendido que incluso llegó a alzar la voz en medio del acto. Hellen vio como el joven defensa de los Wildcats se mordía la lengua con rabia durante el minuto de silencio y no pudo más que sentir lástima por él. Había sufrido mucho, continuaba sufriendo, y trataba de interiorizarlo todo y hacer como que no había pasado nada. Una fiesta como aquella no sólo sería por Archie, también era por ellos. Una manera de desahogo. 

Unos cuantos que opinaban igual que Mike hicieron un corro y comenzaron a organizar una fiesta improvisada a pesar de la prohibición del decano. Mike buscó apoyos en Lena y esta aceptó a regañadientes, también les miraba a ellos, tratando de dejar atrás lo ocurrido por la mañana en el cuarto de Hellen y Mercy.

Hellen trataba de ser una persona conciliadora, siempre que había alguna bronca entre sus amigos era ella quien iba a calmar los ánimos y poner paz. Miró a los ojos de Mike y después se giró hacía Mercy. Sabía que su compañera de habitación tenía razón, pero también sabía que sería mucho más difícil dar a torcer el brazo de Mike que el de Mercy.

-A fin de cuentas tú misma dijiste que debíamos estar juntos. Y creo que eso es lo importante.

-Esto es... -La expresión murió en sus labios, no alcanzaba a concebir un adjetivo que calificase aquello, sabía que Mike tenía razón con sus palabras, aquello incluso le jodía, pero con un sádico suelto... Una borrachera no parecía la mejor de las perspectivas. Sin embargo la alternativa no era excesivamente halagüeña: estar sola en su habitación rezando por que un psicópata no decidiera empezar su persecución con ella.

-Si somos muchos es más probable sobrevivir, especialmente si no me pongo pedo. -Pensó egoístamente valorando sus propias opciones de supervivencia. Aquel no era el mejor de los planes pero ¡Qué diablos, desde luego no era el peor! Además, nadie parecía ser capaz de cambiar la opinión de aquella marabunta que no paraba de crecer.

-Archie lo hubiera querido. ¡Eso ya te lo digo!

No podía creerse aquello. De Mike, se lo esperaba, pero no creía que fuera a tener tantos seguidores. Cuando las otras chicas, a la salida, también se unieron a eso, aún pudo decir menos. Incapaz de articular palabra, incrédulo como si nadie hubiera atendido a Mercy, permaneció en silencio unos pasos por detrás, cogido de la mano de esta y con los ojos como platos.

En realidad, había que decir que no se sentía tan mal así. Con ella a su lado, no era tan horrible; había algo reconfortante en ello. Pero aún así, aunque se sintiera ligeramente a gusto, feliz si era sincero y hacía caso omiso a los remordimientos, tranquilo pese a todo lo que ocurría, no tenía muy claro que aquella fiesta fuera buena idea. Era demasiado pronto. Sabían demasiado poco. Miró a su compañera.

—No tenemos porque ir, si no quieres —la susurró acercándose ligeramente al oído, poniéndose ya de paso rojo por el camino mientras recortaba las distancias y olía su perfume, haciéndole ver su cercanía—. Podemos ir a otro lado. No tienes que pasar por eso... —otra vez—. La fiesta es una tontería —Archie no habría querido nada. Archie está muerto.

Mercy miraba estupefacta como transcurrían los hechos. Cuando se creía libre de fiestas, Mike alzó la voz y varios corearon y apoyaron su idea. La joven sabía que discutirían de nuevo si daba su opinión, la cual estaba basada en algo ya vivido. A cada palabra y cada voz animando la idea de realizar la fiesta, la joven se aferraba cada vez más a la mano de Noah, quien se estaba convirtiendo sin ella verlo, en su bote salvavidas.

Helen la recordó que debían estar juntos. Así es como le venció una vez, permaneciendo junto al resto... Por su cabeza volvieron a pasar los rostros de sus amigos, de su hermana... de manera casi fugaz, salvo el de Troy, que parecía resistirse a desaparecer. Mercy sonrió entonces, sintiendo el cálido aliento de Noah en su oído y escuchando su susurrante voz tan cerca. Mercy se giró lentamente para mirar a los ojos al chico y su proposición. Sonreía con ternura. Era el mejor plan que jamás le había ofrecido nadie en muchísimo tiempo. Sus rostros estaban separados por escasos milímetros.

- ¿Te quedarías a solas con la nueva loca de la Universidad? - Preguntó en un leve susurro a Noah, con cierto tono de broma a la par que incredulidad. - Si es él... vendrá por mí... y a por tí por estar a mi lado... - Acarició el rostro del joven, agradecida por su ofrecimiento. - Ya le llevé una vez a una fiesta... - Dijo con culpabilidad y miró al suelo durante unos instantes. Luego se giró hacia Mike.

- Apoyaré tu fiesta, la de Archie... si preparamos algo tambien por si acaso se colase algún indeseado en la fiesta. - Le indicó al joven de manera contundente y volvió a aferrarse con fuerza a la mano de Noah. Mejor tener un plan por si no se equivocaba y no tener que usarlo, a que les pillasen "en bragas". Solo esperaba que Mike entendiese su propuesta sin tener que contarlo todo en aquel lugar tan concurrido.

Las respuestas positivas a su alrededor alzaron el ánimo de Mike. Tanto era así que se permitió sonreir de nuevo, sobretodo ante la reacción de Lena y los demás. Al fin y al cabo, después de la escena de aquella mañana esperaba una oposición directa por su parte. Ya se disponía a gritar o a soltar una de las suyas cuando el comentario de Mercy le frenó en seco. Le mantuvo la mirada, viendo la urgencia detrás de sus palabras. Y quizás fue porque Mike no estaba pasando por el mejor de los momentos y su "lado sensible" venció, o quizás porque cruzó la mirada unos segundos con la de Lena y se le aflojó la patata, pero se tragó todo comentario cínico que le cruzó la mente y se quitó las gafas. Tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. Su expresión fue tierna durante apenas unos instantes, justo antes de girarse hacia la multitud allí reunida. Ahora su voz sonaba más parecida a la del Mike de siempre, con ese tono de broma constante detrás de cada palabra.

- A ver, gente. Doña Rompecorazones aquí presente -señaló a Mercy con el pulgar- se ha enterado de que el gilipollas de su ex está en Durham, y puede que le dé por pasarse por aquí esta noche. Sobra decir que no está invitado, así que habrá que mantener el ojo puesto en la puerta. Que no venga nadie de fuera, a no ser que acompañe y conozca a alguien del campus. -se giró hacia un compañero del equipo de hockey- El tio es un musculitos, así que será mejor que los Wildcats hagamos de seguratas esta noche. No creo que llegue a pasar nada, pero... Mejor que se encuentre con unos cuantos de su tamaño, por si viene con ganas de jarana. -miró entonces a todos los presentes, entendiendo que tenía que quitarle algo de hierro al asunto antes de que empezaran las preguntas.- ¡Tenemos fiesta, alelaos!

Alzó los brazos en señal de celebración y repartió unos cuantos choques de mano. Después se giró a medias hacia Mercy, se puso de nuevo las gafas de sol y alzó el pulgar, esperando que aquellas medidas fueran suficientes para ella. Dió un par de gritos más y se acercó a sus compañeros.

- Helen, tú que estás en todas partes. ¿Crees que habría un sitio en el campus donde poder trasladar la fiesta? Por mí seguiría haciéndola en la fraternidad, pero el caraculo del rector es capaz de mandarnos a los perros. ¿Alguna idea?

Helen meditó la pregunta de Mike por unos instantes. Había otras diez fraternidades en el campus pero la mayoría eran unos estirados y a Archie no le hubiese gustado ni un pelo que la mayor borrachera de la historia, en honor a su memoria, se celebrase en una que no fuese Pi Kappa Alpha. Sería un total insulto a su memoria sugerir una de las otras fraternidades a las que Archie catalogaba como presuntuosos gilipollas.

-Si queréis descartar el Whittey* para la fiesta, tal vez el pabellón de gimnasia o las piscinas cubiertas serian una buena opción. Aunque, creo que la música alta se escuchara menos aquí que en cualquier otro lugar. -Dijo refiriéndose al propio Whittemore Center.

Mike se quedó pensativo un rato. Hacer la fiesta en la fraternidad sería un fiasco asegurado, pues el rector, los de seguridad y hasta el último mono del Amazonas se enteraría de que se habían saltado la prohibición. La idea de usar el estadio también estaba cargada de inconvenientes: Primero tendrían que conseguir convencer a Dios sabe quién para que les dejaran las llaves, una puerta abierta o una ventana entornada; después tendrían que trasladar allí todo el alcohol y algun que otro chisme más; y todo eso sin que nadie se enterara de que estaban allí. Justo cuando Mike creía que todo eran pegas y que la fiesta, al fin y al cabo, era una mala idea, recordó a quién quería homenajear aquella noche. Archie y él no eran conocidos precisamente por tomar buenas decisiones. Eran conocidos por estar mal de la cabeza y hacer lo que otros no se atrevían. Eso bastó para convencerle.

- ¡HECHO! -gritó de imprevisto.- Con esta saldremos en las noticias, pero que le den por saco a todo. Trasladamos la fiesta aquí. Habrá que... ¡Uff! -se rascó la cabeza, claramente abrumado al darse cuenta de la faena que quedaba por delante.- Hará falta gente para traer aquí las cosas, y habrá que chupar un par de pollas para que nos dejen entrar. Cuento contigo para eso. -dijo a Noah, guiñándole un ojo. Se giró hacia la multitud allí reunida.- Necesitaré voluntarios para hacer posible la mayor fiesta de la historia de esta universidad, pasaros por Pi Kappa Alpha y repartiremos el curro.

Se giró de nuevo hacia sus compañeros, con una estúpida sonrisa de oreja a oreja, como el niño que prepara la travesura definitiva. Aun no sabía cómo iban a entrar en el maldito estadio, pero Mike ya podía visualizar el fiestorro. De pronto, aferró a Helen por los brazos y le dió un sonoro beso en la mejilla, digno de una abuela que hace mucho que no ve a su nieto. Luego cogió a Lena en volandas, dió una vuelta con ella en el aire y la dejó de nuevo donde estaba, para después comenzar a caminar en dirección a la salida.

- ¡Nos vemos en la fraternidad, pringaos!

Con el visto bueno de todos los implicados, Mike enseguida comenzó a organizar la fiesta que iba a servir como auténtica despedida para Archie. Esta vez sí, una despedida al más puro estilo del bromista y desenfadado compinche de Mike: colándose en el Whittemore Center y liando la fiesta más gorda, gamberra y prohibida de toda la historia del campus. Aquella hazaña sería tan legendaria que sería recordada en los anales de las fraternidades hasta que los hijos de los hijos de sus hijos fueran a ocupar sus mismos pupitres. Mike se sintió reacio en un primer momento, pero después comprendió que si Archie estuviese organizando todo aquello no hubiese elegido otra manera. Aunque seguramente llevaría cantidad de música de los años ochenta ya olvidadas y pasadas de moda que sólo a él le gustaban.

El entusiasmo repentino de Mike se contagió rápidamente, animando incluso las caras más largas de los allí presentes y los reacios a aquella celebración no permitida. Kowalski, del equipo de Hockey, se comprometió a robar las llaves del pabellón para que pudieran colarse. Era el más responsable del equipo y solían dejarle al cargo de las llaves después de los entrenamientos o antes de los partidos. Nadie le sospecharía capaz de algo así, pero como él mismo dijo: Archie lo merece.

Con el tema de la entrada solucionado, quedaron en la fraternidad para organizar el resto de la velada de aquella noche. El tiempo apremiaba y tenían muchas cosas por hacer: comprar la bebida, trasladarla hasta allí, los vasos y demás equipamiento, la música... Apenas quince minutos más tarde, una numeroso grupo de voluntarios se congregaba en la fraternidad Pi Kappa Alpha a la espera de que Mike organizara a todo el mundo diciendo quién se ocupaba de quien.

Mercy negó con la cabeza al escuchar las palabras de Mike. Ojalá todo el problema fuese el de la visita de un ex con el cuerpo de un adonis. Pero si la joven no se equivocaba, aquello sería una nueva carnicería. Además sabía perfectamente que nadie montaría guardia. Todos estarían bebidos tarde o temprano. - Debí aceptar la propuesta de Noah, seguramente estaría más segura a solas con él que en la fiesta rodeada de... - Miró a Noah con cierta ternura antes de soltarse de su mano y salir del edificio a respirar algo de aire.

Cuando todos comenzaron a salir, Mercy se hizo a un lado y observó como muchos de ellos se encaminaban hacia la fratenernidad. No había preocupación en sus miradas. Un asesino había matado a Archie y a nadie le preocupaba que siguiese suelto... solo había ganas de beber y divertirse. En las Universidades cualquier cosa parecía motivo o excusa suficiente como para montar una superfiesta. Se sentía sola y desprotegida, pensando en su familia, bloqueada en el aereopuerto de Birchmond a causa de la tormenta. Noah era el único que parecía creerla y apoyarla.

- Noah... yo... necesito tu ayuda. - Dijo al joven cuando le tuvo de nuevo a su lado. *

Tardó o un rato en darse cuenta de que la fiesta, finalmente, había salido adelante. Y un poco más en ponerse en movimiento. Para cuando lo hizo, ni siquiera Mercy estaba con él. Un instante de miedo cruzó su mirada antes de darse cuenta de que seguramente había salido, así que hizo lo propio.

Ya fuera, observó a su alrededor. La gente ya había empezado a reunirse, dirigiéndose en grupos cada vez más grandes hacia la fraternidad. Lo que fuera que pasara allí, iba a ser recordado durante mucho tiempo, aunque aún faltaba descubrir el por qué. Suspiró, cabizbajo y empezó a andar.

Casi no se dio cuenta de pasar junto a la chica hasta que ésta le habló casi al lado, haciendo que se sobresaltara y el corazón se le acelerara.

—¿Qué...? Oh —no supo si mirarla, cogida a él, le alteró más o le relajó. Intentó no darle importancia y responder—. Y..Yo. Si, claro —carraspeó—. ¿Qué puedo hacer? 

Mercy sonrió vagamente a Noah en señal de agradecimiento por su disposición. - ¿Crees que podríamos hacernos con unos planos del Whittemore Center? - Le preguntó entre susurros. - Si es el de evacuación mejor, pues nos marcará las puertas de emergencia por si tenemos que usarlas.

La joven miró a su alrededor antes de seguir hablando. - Se que muchos no me creeis... por no decir que ninguno, ni yo misma puedo creerme que esto se esté repitiendo... Quizás sea todo casualidad. - Mercy clavó sus ojos en los de Noah durante unos segundos. - Pero prefiero pecar de paranoica y tener con que defenderme, antes que ser... - Sus ojos se cerraron y su cuerpo comenó a temblar. Apretó los puños con fuerza mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla. - ... no se que hacer... - Abrió los ojos, empapados en lágrimas. - ... tengo mucho miedo, Noah.

- ¡Kowalski, mi amor! -exclamó mientras intentaba besar en los labios a su compañero de equipo, quien se resistió con todas sus fuerzas.

Antes de poder darse cuenta, marchaba arropado por una pequeña multitud hacia la fraternidad como si fuesen a reconquistarla a sangre y espada. Una vez dentro, Mike se subió sobre la mesa que solía servirle de pedestal en las fiestas. Esta vez, sin embargo, estaba sobrio y tenía cosas importantes que decir.

- ¡Escuchad, capullos! -se vió obligado a gritar viendo que el tumulto no prestaba atención. Cuando hubo silencio, prosiguió.- Como ya sabeis, el cabezapolla del rector ha decidido anular la fiesta de la fraternidad. Y me temo que debo darle la razón: No habrá fiesta aquí esta noche. -hizo una pausa dramática, esperando que su siguiente frase tuviese mayor impacto.- No, aquí no. ¡Trasladamos la fiesta al Whittey! -abrió los brazos en cruz, esperando la respuesta del público. Mike se sentía como Gregory en la peli de South Park*.- Aparentemente ese tio no se lee ningún informe sobre lo que ocurre en el campus, porque hay que ser muy imbécil para pensar que se nos puede negar la Fiesta de Navidad. Tenemos solucionado el tema de las llaves, así que en cuanto las tengamos habrá que empezar a mover material hacia allí. No hace falta que os diga que hay que ser discretos, si nos pillan nos van a empapelar hasta por lo de Kennedy. También necesito que alguien vaya al pueblo a comprar unas cuantas cosas, hay que reponer lo que nos bebimos ayer. El Whittey está servido en cuanto a equipo de sonido, no debería haber problema al respecto. -empezó a señalar hacia la puerta donde guardaban la bebida de la fiesta.- Alguien que tenga la llave, que abra para poder hacer inventario. Los que tengais vehículo a mano quedaos cerca, para poder ir a comprar cuanto antes. Y si veis que me olvido de algo... Soy todo oidos. -miró a su alrededor unos segundos, sintiendo la anticipación por la que sería una fiesta memorable, y creyó oportuno añadir una nota de excesivo dramatismo final.- ¡POR UNA FIESTA QUE HARÁ HISTORIA!

Alzó los brazos a modo de victoria. Se estaban jugando algo más que un castigo con todo aquello, pero parecía importarle muy poco. Atender a las consecuencias no era el estilo de vida que Archie y él habían popularizado, y aquella fiesta se merecía un disparate como nunca antes se había visto. Aunque no dejaba de ser irónico, pensaba Mike, que quien más podría apreciarlo era precisamente quien ya no estaba con ellos. Bajó de la mesa y se mezcló con la gente, por si alguien necesitaba decirle algo, y empezó a preparar uno de sus mensajes masivos para anunciar los cambios.