Partida Rol por web

Se puso en tensión en cuanto empezó a escuchar a Mercy: sonaba alterada, asustada, nerviosa. Apenas tardó unos segundos en descubrir por qué; aunque con el ruido de allí era incapaz de entender todo lo que decían, tras un gran esfuerzo por atender pudo sacar las ideas básicas de lo que estaba ocurriendo, y casi prefirió no haberlo hecho. Si Marian tenía razón, Mike simplemente se había pasado de la raya con una broma pesada, pero una broma al fin y al cabo. Si no era cosa de Sullivan, entonces la cosa iba a ponerse mucho peor. Para Hellen al menos.

Aunque la chica le caía bien y compartía su curiosidad, exponencialmente ampliada al máximo posible, no tenía muy claro que fuera buena idea salir en su búsqueda. Al final, había una gran diferencia entre ver una historia en las noticias y vivirla de cerca. Había tenido suficiente con el cuerpo destrozado de Archie, y no sabía cuanto más quería meterse en aquello. En cambio, Mercy, pese a todo lo vivido, pese a todo lo que sabía...
-¿Deberíamos llamar a Mike? -preguntó, o más bien sugirió esperanzado, creyendo que al menos tenerle de su parte era una mejor opción en aquella situación. Era, seguramente, uno de los pocos momentos en los que se alegraba de conocer a alguien de los deportistas.

-Ahhhh!!- Grité como una loca al ver que alguien me cogía por detrás y me empujaba adentro de nuevo.

Cerré los ojos asustada como un conejito pelirrojo, agitando las manos, dando puñetazos al aire intentando evitar que me empujaran hacia allí. Si hubiera podido habría mordido a lo que tuviera delante pero la sorpresa terminó justo cuanto MIke encendió la luz.

-Mike! Eres.. un... idiota!!!- dije dando palmadas a Mike con casa palabra que pronunciaba.- Casi me matas del susto!

Eché un vistazo hacia atrás para ver el disfraz de gato humano del equipo. Desde luego que en la sombras parecía mas imponente, y ahora solo era eso, pelo de mentira. Aún así me producía escalofríos recordarlo.

- Eso espero! Que se te rompa algo. ¡Porque si no lo haré yo!- dije acercándome un paso hacia Mike con el puño delante de su cara.- Y sabes que puedo! Tu no quieres estar conmigo... solo quieres hacer que haga el ridículo.- Lástima.

Bufé como un gato (Wildcat) enjaulado. Y realmente así era. Me acerqué hacia el disfraz y le dí una patada para hacerlo caer de la escoba. ¿Ya no eres tan duro he muñeco? Pensé para mi misma. Eché un vistazo por encima del hombro hacia Mike. - ¿En serio quieres que me lo ponga? ¿ Ahora? ¡Eres un capullo! Y ademas, parece como si alguien se hubiera meado dentro...- Me acerque olfateando el traje tirado en el suelo ahora.- Un momento... Alguien se ha meado dentro de verdad!

Me aleje un par de pasos del disfraz pero sabía que Mike, por las buenas o por las malas, me haría ponerme el disfraz. Me quité la chaqueta y se la tiré a la cara, gruñendo como un zorr@ rojo de esos que se comen a las ovejas.

- Esta me la vas a pagar Mike. Te lo aseguro.- Dije empezando a ponerme el disfraz con asco, empezando por los pies.

Mike no podría haberlo planeado mejor. La reacción de Lena había sido mucho mayor de lo que esperaba, y no pudo evitar mostrar satisfacción cuando la chica le hablaba con enfado y le amenazaba. Verla atacar al pobre Wild E fue, para qué negarlo, un acento cómico que ni la peor de las borracheras conseguiría que olvidara. Mike reía por lo bajo como un perro sarnoso, hasta que vió que Lena se disponía a ponerse el disfraz.

- Woooooow wow wow wowwww... -dijo con voz de locutor de radio mientras se acercaba a ella.- ¿Pero qué estás haciendo? No me has dejado terminar. -cogió el disfraz de las manos de Lena y lo apartó.- Quizás sea un psicópata, pero tampoco soy un capullo integral. Verás... -la sujetó por la cintura y la acercó a él.- La idea de verte vestida del amigo aquí presente me parecía divertida, pero a medida que pasaba el tiempo y pensaba sobre ello me dí cuenta que... -una sonrisa pícara se dibujó en su cara.- Bueno, empezó a gustarme más la idea de ver cómo te cambiabas de ropa para ponértelo. -extendió una mano, señalando a su alrededor.- Este no era el lugar que yo hubiese escogido, la fiesta iba a hacerse en la fraternidad -volvió a cogerla de la cintura, acercándola aun más.-, pero allí no nos hubiesen dejado tranquilos. -cambió su expresión, como si quisiera mostrarse pudoroso.- No es que tenga ninguna intención rara, ¿eh? Oh, nononononononono. Además... -volvió a la expresión pícara de antes, acercando su cara a la de Lena a escasos centímetros, y habló casi en susurros.- sé que me puedes.

Lena y Mike se habían ido por el pasillo que daba acceso a los vestuarios locales del estadio abandonando la fiesta, siendo que Mike había sido el organizador de todo aquel jaleo y principal precursor del mayor homenaje que se podría rendir al bueno de Archie, solamente podía significar que aquellos dos estaban liados. Y así fue como lo entendió todo el mundo, incluso algún miembro del equipo de hockey coreó un hurra por el logro de Sullivan.

Entretanto, Mercy recibía una gran cantidad de mensajes en el móvil de golpe. Todos ellos eran de Helen, cuyo nombre apareció de nuevo en la pantalla cuando sacó el teléfono de su bolsillo. La torre de telefonía había sido dañada por culpa de la tormenta y el funcionamiento de los móviles iba y venia según arreciase el temporal, de ahí que la voz de Hellen al otro lado de la línea se entrecortase y que Mercy no pudiera escuchar más que una única frase que le había alterado tanto.

Marian pensó que se trataba de Mike en una de las suyas, pudiendo ser incluso que Lena estuviera conchabada en aquella pesada broma hacía Hellen. Pero, no hacía tanto que Mike y Lena se habían ido, y los mensajes de Hellen eran anteriores. Mercy trató de leerlos rápidamente. Los primeros mensajes mostraban la misma duda que Marian; "Dile a ese capullo psicópata de Mike que deje de seguirme", "Ya vale con la bromita, chicos", pero la cosa empezó a volverse más seria conforme los mensajes iban siendo más recientes: "Joder Mercy, me persigue alguien", "Cógeme el puto teléfono, alguien está siguiéndome!", "Creo que es el violador, joder, estoy en la calle Sherley, ¡venid!", "Mercy por Dios, cógeme el teléfono".

Mercy vio como Marian paraba o más bien dudaba de la llamada y mensajes recibidos en su móvil. La joven miró a Noah buscando quizás su apoyo una vez más y asintió a la pregunta del joven. - Sí. Gran idea. Llamadle mientras reviso los mensajes. - Indicó la chica a sus compañeros mientras toqueteaba nerviosa la pantalla táctil de su smartphone.

Los primeros mensajes indicaban que Hellen se lo tomaba a broma y mostraba, tal y como Marian hacía, que dudaba o no le daba credibilidad ninguna a su historia de hacía un año. De alguna manera aquello molestó a Mercy, puesto que no sabía porqué aquella sombra de duda hacia ella y que además, pensasen que estaría detrás de un broma tan cruel dada su experiencia pasada. Pero no se detuvo allí y continuó leyendo los mensajes, hasta que dio con una buena pista.

- Aquí, dice que está en la calle Sherley - Anunció a los dos presentes y entonces recordó algo más. - Debo salir de aquí... llamar al inspector Connor. - Dijo a Noah con mirada desesperada. Quizás él llegase a tiempo para ayudar a Hellen. - Él sabrá que hacer, pero no puedo llamar con esta música!

Se deslizó como pudo, esquivando a los primeros bebidos de la fiesta, que aún lograban mantenerse en pie sobre el hielo de manera milagrosa, para correr luego hacia la salida.

—Yo. Eh. ¿Qué? —Mercy salió corriendo, o deslizándose, mientras él se quedó mirando a Marian sin saber que hacer. Se estaban dividiendo y ni siquiera sabía bien que ocurría; con aquél ruido, era imposible—. Voy... —miró a la chica; no tenía demasiado trato con ella, y las pocas veces que habían coincidido era más bien por culpa de algún tercero. ¿Tenía acaso que darla explicaciones? ¿Le importaban siquiera? Suponía que era invisible, como para casi todo el mundo, así que daba igual. Se limitó a encogerse de hombros, un gesto mucho mejor que tener que estar gritando en medio de aquél barullo para ser igualmente ignorado, y se dio la vuelta detrás de su amiga, hacia la salida. No podía quedarse sola. Espera, espera. 

-¡Esperad! -Gritó en cuanto vio que se alejaban, no parecieron haberla oído, echó a correr antes de que la marabunta terminara de hacer que desapareciesen de su vista. En ese momento se chocó con un grupo de chicos derramando parte de la bebida, la miraron con una cara de mala hostia. Por desgracia ellos no eran los únicos que no tenían el día como para andar dando explicaciones así que se conformaron con ponerla a parir en la lejanía

Esquivó otras dos personas más hasta que finalmente les dio alcance casi pegándoles un empujón para hacerse de notar:

- ¡Voy con vosotros!

Aun sentía el susto en el cuerpo cuando Mike me atrajo hacia él, como si fuera su Donut favorito.

Si, porque con esos ojos, una de dos, o era la encarnación del lobo feroz y quería comerme- ójala- o era un sádico. Aun tenía mis dudas. Intenté apartarme de él pero... poco, realmente. En el fondo estar allí, pese el susto con Mike tan cerca, me hacía perder el aliento mientras le escuchaba, prácticamente sin oir, lo que me decía.

- Ajam.- dije sin particular interés entrecerrando los ojos, como si no me fiara de él.- Si crees que me voy a desvestir aquí estás muy equivocado. Esto está...sucio y...- Su cercanía me dejaba sin palabras.-... huele mal...- ya no sabía si realmente estaba allí o en otro lado. - y...

Me eché atrás en el último momento antes de hacer ninguna locura. - ¿Traes a todas tus amiguitas aquí abajo?- Porque bien podría ser una mas, una muesca en su cinturón. Bueno y qué! Ni que fuera a ser el amor de tu vida! Un momento ¿Amor? Nah, pero, ¿porqué estropearlo ahora?

- Claro que te puedo...Idiota.- susurré finalmente entes de lanzarme sobre él, rodeando con mis labios los suyos. Comiéndomelo a besos vamos.

Mercy salió al exterior del estadio seguida de Noah y Marian, dejando atrás el bullicio y la música alta de la fiesta y el maldito hielo que les hacía patinar en la pista, junto a la gran cantidad de bebidas que comenzaban a teñir el blanco hielo de colores diversos. Cuando la puerta lateral del pabellón se cerró, sintieron un profundo alivio en los oídos y también una sensación extraña que resultaba casi mareante. Era como salir de un coche tras un largo viaje y sentirse algo pesado a la hora de caminar, los oídos entumecidos y un agudo pitido que no parecía cesar.

Mercy trató de llamar al inspector Connor pero su móvil no era capaz de captar la señal de las torres dañadas de telefonía, tampoco los móviles de Noah o Marian parecían tener cobertura alguna. En todo este tiempo, Hellen tampoco había vuelto a intentar comunicar con Mercy, aunque podía ser que lo estuviese intentando sin éxito al igual que ellos.

Mercy respiró un tanto aliviada al sentirse libre de aquel estruendoso sonido de la música tan alta. A pesar de su edad y de que debería adorar las fiestas, tal y como la ocurría hacía algunos años, lo que la sucedió hacía justamente un año la cambió por completo. Quizás inspiró con demasiada fuerza y el frío aire hizo que se sintiese un tanto mareada durante unos instantes, pero pasó pronto.

En su mente solo había una cosa en ese momento: ayudar a Hellen. Su parte sensata se antepuso a la instintiva llamando al inspector Connor varias veces, pero la señal del móvil era inexistente. - Sigo sin cobertura. - Dijo frustrada por la situación mirando tanto a Noah como a Marian.

La joven agarró la mano de Noah con fuerza. - Espero que entiendas que debo ir a ayudarla. Si es Stark... todo esto es por mi culpa... - Sus ojos se empañaban en lágrimas. - Sabéis la dirección. Avisad a Mike y a Lena. Si es él quizás pueda parar esto antes de que se convierta en una matanza. - Noah pudo sentir como la mano de Mercy temblaba, seguramente era algo generado por el miedo. La joven se acercó con rapidez hacia el oído del chico, tanto que al susurrarle podía sentir sus labios acariciando la oreja levemente. - Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Alguien sincero, íntegro y en quien confiar. Ojalá las cosas hubiesen sido de otra manera. - Le susurró y le besó en la mejilla antes de salir corriendo hacia la dirección que Hellen les había facilitado en aquel mensaje de móvil.

-Las únicas amiguitas que vienen por aquí son mis compañeros de equipo...

Fue la última broma que se permitió antes de recibir los besos de Lena. No se había perdonado la cagada de la fiesta anterior, cuando su cuerpo saboteó un momento parecido decidiendo vomitar, y en cuando vió aparecer a la pelirroja en el estadio se propuso enmendarlo. Mike no se mostró muy sutil, pues respondió a los besos con intensidad y llevando la mano a la espalda de Lena por debajo de la ropa. La idea de volver a la fiesta no parecía interesarle demasiado, pero sabía que alguien terminaría por buscarle si tardaba demasiado en aparecer.

- Ok, este sitio no es un hotelazo, pero... -pensó unos segundos.- Mira, te propongo un plan: Podemos quedarnos aquí un rato hasta que nos echen en falta, entonces nos dejamos ver por la pista de hielo, bebemos algo, "jiji, jaja", y luego nos vamos a la fraternidad, que dentro de poco quedará desierta proque todos estarán aquí. -comenzó a quitarle la chaqueta a Lena.- Pero antes necesito que te quites esto...

Negó tras mirar su móvil: él tampoco tenía señal. Seguramente se había roto algún cable de las torres de telefonía o las tormentas habían causado algún problema en la zona, pero fuera lo que fuera no merecía la pena insistir. Estaban incomunicados, lo cual era un motivo más para quedarse allí, dónde había más gente. Y al fin y al cabo, es dónde iría Hellen. Quería decírselo, gritar que lo mejor era esperar, pero tenía un nudo en el estómago y la boca reseca. No podía decir nada, no podía hacer nada, y lo peor es que sabía que si no lo hacía, no la detendría.

Casi se sintió como si no estuviera en su propio cuerpo cuando Mercy le cogió de la mano, le susurró al oído y le dio un beso en la mejilla antes de salir corriendo. Aquella situación pasó a cámara lenta ante sus ojos, pudo fijarse en cada detalle, oler su perfume, guardar durante una eternidad el tacto de sus labios, hasta que volvió a la realidad. Sincero. ¿Cómo podía ella confiar en él cuando la había mentido desde el principio? Pero claro, eso solo lo sabía él. Y la policía. No, él no era alguien en quien pudiera confiar, pero estaba dispuesto a ser lo mejor que la había pasado en tanto tiempo.

Miró a Marian un momento, disculpándose en silencio, pidiéndola tal vez que fuera a por ayuda, y salió corriendo tras Mercy.

-Maldita sea... -Marian no se creía lo que estaba a punto de hacer, sus dos amigos corría como locos en pos de un asesino o de un violador, a saber, cuando lo más sensato era quedarse allí donde estaba toda la gente, que a fin de cuentas era lo que habían acordado hacer. Pero no podía dejarles ir solos y arriesgarse a que les pasara algo.

Lanzó un último vistazo desesperado hacía la pantalla de su móvil esperando que hubiese un rayita de cobertura que terminase con aquella locura y les permitiera poder comunicarse. Pero no lo había.

-¡Joder! ¡Esperadme, voy con vosotros! -Gritó echando a correr tras Mercy y Noah.

La calle Sherley no estaba muy lejos de allí, apenas les llevó diez minutos cruzar corriendo la distancia que les separaba utilizando algunos atajes a través de los jardines o calles que se cruzaban. La calle se encontraba en un estricto e inquietante silencio, las farolas apenas iluminaban con una pálida y amarillenta luz algunas de las zonas de la calle, el resonar de sus zapatos en el asfalto era lo que más se escuchaba, además del resollar de sus respiraciones por culpa de la carrera y la agitación de la situación.

No les costó mucho divisar la motocicleta de Hellen, tirada en un lado del asfalto junto al bordillo de la acera. El motor todavía estaba encendido, gorgojeando todavía. El resto de la calle parecía vacía, ni siquiera había coches estacionados a los lados, pues era una calle donde no estaba permitido hacerlo. Unos metros más adelante había un bulto tirado en el suelo, parecía un cuerpo pero había algo extraño en él que en un primer momento no supieron reconocer. Junto a él, vieron el casco que Hellen solía llevar puesto siempre, como conductora responsable y sensata que era. El bulto llevaba la misma ropa que Hellen, algo que Mercy no tardó en reconocer, pero el cuerpo debía encontrarse tirada en una posición extraña porque no eran capaces de verle la cabeza. Se acercaron hasta reconocer su forma sin que hubiese lugar a dudas. Era ella. Las piernas de Hellen yacían estiradas apuntando hacía el lugar por el que ellos venían, sus manos habían quedado en una extraña posición sobre el pecho, intentando suplicar el perdón o tal vez sorprendida por la brutalidad del ataque. En el lugar donde debía encontrarse su cabeza, había un enorme charco de sangre y su cuello terminaba de forma brusca, sesgado por algún tipo de poderosa arma de filo que Mercy casi sintió sobre la herida de su propio cuerpo de nuevo. Hellen había sido decapitada con una ferocidad atroz. El casco, que se encontraba al lado, guardaba todavía en su interior la cabeza faltante de la chica que miraba al vacío con unos ojos carentes de emoción alguna. 

Con Archie había sido diferente, el cuerpo estaba mutilado, pero frío. Además, apenas había podido verlo, tan solo desde lejos, desde dónde parecía casi irreal, como la escena de una película, una obra bien caracterizada, una buena actuación. Aquello, sin embargo, si que era real, no había lugar a dudas. Esta vez, ni siquiera se esforzó en intentar superar el horror, no había ni rastro de aquella sensación que había sentido un rato antes y que le había llevado a salir corriendo detrás de Mercy, como si fuera un caballero que tuviera que proteger a su dama.

Al mirar los ojos vacíos y sin vida de Hellen, le asaltó un pensamiento, una única y recurrente pregunta: ¿Está muerta? En seguida se dio cuenta de lo estúpido que era, claro que lo estaba. Cuando aquella verdad le golpeó como un puño en el estómago, hizo lo mismo que si le hubieran pegado de verdad. Se mareó, dio tumbos hasta la moto aún ronroneante de la chica, y vomitó en el suelo junto a ésta.

Pálido, tardó unos segundos más en recomponerse y volver a levantarse. Asustado, sus ojos iban de un lado a otro buscando al loco que pudiera haber hecho aquella salvajada. Y lo peor, quien podía hacerla de nuevo... Con ellos.

—C-Cre... Creo que —tragó saliva mientras se acercaba, rápido y temblando, a sus dos compañeras—, que deberíamos irnos, volver. Al campus. Puede... —la saliva volvió a bajar por su garganta. Había demasiada. Igual que sangre. Y acababa de pisarla—, puede que siga por aquí.

Noah se encontraba algo alterado; no era lo mismo ver los cadáveres de los casos más horripilantes en fotografías de internet que hacerlo en persona, con el olor de la sangre inundando tus fosas nasales y el miedo de saber que el asesino no anda lejos de allí. El joven sentía el inminente peligro acechando, desconfiaba de cualquier sombra y su instinto le decía que debían huir del lugar cuanto antes. 

Se había acercado a la moto de Helen para vomitar, culpa de la impresión de la escena: el cuerpo de la compañera de habitación de Mercy yacía en la acera con su cabeza separada del cuerpo a una breve distancia. Noah miró alrededor con el temor de cruzar su mirada con la del asesino. La calle estaba despejada, no había nadie, pero descubrió que en el suelo, entre la moto y Helen, estaba el teléfono de la chica todavía con la pantalla encendida. Noah se acercó temeroso y vio que en la pantalla podía verse la supuestamente graciosa invitación de Mike a la fiesta del Whittey. Cuando se giró para contárselo a Mariam y Mercy, Noah resbaló con algo líquido y se cayó al suelo. No tardó en darse cuenta que aquello con lo que había resbalado era parte de la sangre de Hellen, que ahora le manchaba la parte de atrás del pantalón. 

Mercy no podía creérselo, o quizás sí pero se negaba a ello. En su cabeza, la sola idea de volver a pasar por lo mismo que hacía un año, se volvió a instalar con fuerza. Su cuerpo tembló por el miedo y el dolor de ver a alguien a quien había cogido mucho aprecio en todo este tiempo, yacía muerta a sus pies. Instintivamente, quiso aferrarse a Noah, abrazarle con fuerza y sentirse segura en sus brazos. Pero cuando quiso darse cuenta, el joven estaba vomitando junto a la moto de su compañera de cuarto y amiga.

En ese instante se sintió más desprotegida que nunca y entendió que ella misma debía ser el pilar que sostuviese a los demás. Ya había pasado por ello, su cicatriz en el hombro era la mejor prueba de que se podía sobrevivir a aquella locura. Comprobó su móvil nuevamente, para ver que seguía marcando "sin servicio" en la pantalla, mientras Noah parecía recuperarse un poco y mirar alertado a todos lados.

Mercy buscaba las fuerzas dentro de ella para ser capaz de mantener la compostura y que el pánico no se apoderase de ella. Soy una superviviente. Se decía a si misma tratando de animarse con ello. - Seguimos sin red telefónica. - Anunció la joven y vio como Noah caía al suelo resbalando con la sangre de Hellen. Se guardó el móvil nuevamente mientras se acercaba a socorrer al joven.

- ¿Estás bien? - Preguntó a Noah tendiéndole una temblorosa mano para ayudarle a levantarse. - Deberíamos ir a la comisaría. Ellos pueden protegernos y buscar a ese... - Se le pasaron por la cabeza cientos de apelativos para aquel hombre. - ... aborto de la naturaleza. - Miró a Marian, esperando que ella diese su opinión. - Dudo mucho que todo esto sea casualidad ya. - Su voz temblaba también, pero trataba de mantener el control sobre si misma y no sucumbir al miedo, puesto que lo que realmente necesitaba, sabía que no podía obtenerlo en ese momento.

- Y no, no vamos a regresar al Campus. El año pasado busqué refugio en la fiesta del instituto. - Confesó con dolor en sus palabras. - Y él me siguió hasta allí. Si yo no hubiese ido... - Se sentía culpable por lo ocurrido tras su llegada al instituto. De poco sirvieron las palabras de su familia, amigos y del doctor Marcus, quienes la indicaban siempre lo mismo: "La fiesta de Navidad era el acontecimiento de la semana en la ciudad. Todos sabíamos de ella. Él ya lo sabía y, aunque hubieses ido a otro sitio, él habría ido al instituto igualmente."

La mano con la que cogió la que Mercy le tendía, estaba llena de sangre aún tibia. No debía de hacer mucho que Hellen había muerto, y el aire invernal de la calle aún no había terminado de enfriarla; sin embargo, hacía ya rato que había perdido su textura acuosa, y se pegaba a su piel, correteando entre sus dedos, como una mucosa. Aún así, en su estado, a medio camino del shock, no era algo de lo que hubiera podido darse cuenta, así que sin importarle se sostuvo en la chica para ponerse en pie. Al hacerlo, se dio cuenta de que sujetaba algo con la otra mano.

El móvil aún tenía la pantalla encendida y, brillando, estaba el mensaje de Mike. Maldito imbécil. Si no lo sabía ya el asesino, aquello tenía que haber sido un cartel gigante e iluminado señalando la dirección en la que, seguramente, estaría Mercy. Tal vez no era tan mala idea eso de no ir al instituto.

Discretamente, se guardo el teléfono en el bolsillo, aprovechando que Mercy miraba a Marian en busca de una opinión, y entonces volvió a la realidad.

—¿Eh? Si, estoy... —asintió—. Solo ha sido un resbalón, tranquila. 

Dejó pasar los minutos, serenándose todo lo que podía dada la situación en la que estaban, aguardando un instante, y al final tras dejar escapar el aire de sus pulmones, volvió a hablar. Aquellos escasos momentos le habían servido para debatir en su interior sobre lo que hacer: ¿mirar hacia otro lado o correr hacia el peligro? Tan solo tenía que decir una cosa u otra y le harían caso, sabía que sería así porque con solo mentir se irían lejos de la matanza que se avecinaba. Pero si decía la verdad... Mercy no parará hasta detener al asesino. Lo sabía. Ella se creía responsable y, si no hacía nada, jamás se lo perdonaría. Por contra, estaría viva. Todos lo estarían. Menos los que estén en la fiesta. Suspiró. ¿Qué podemos hacer nosotros? Al final la respuesta fue tan sencilla como aterradora: avisar.

—Mercy... —sacó el teléfono de igual manera que lo acababa de esconder en el bolsillo, y se lo tendió; no tenía sentido postergarlo más—. Él habría ido a la fiesta igualmente. Y me temo —tragó saliva, reuniendo valor—. Me temo que esta vez hará lo mismo, vayas o no.

La chaqueta se deslizó, hasta caer al suelo.

Dejé que así lo hiciera mientras dejaba escapar una risa graciosa. Mientras tanto jugaba con MIke, paseando una de mis manos por el borde de la camisa esa tan ridícula de Papa Noel, que se había puesto.

-Ya entiendo.- Dije haciéndome la tonta- Creo que vas atener que enseñarme a quitarme las cosas- Tampoco es que me fuera a desnudar!- Se me da fatal , ¿sabes?- No mucho, al menos...

Desabroché descuidadamente un par de botones del disfraz ridículo, esperando que el también quedara en la misma situación. Me da un poco igual si quedaba en pelotas, pero simplemente con acariciar su mecho ya me quedaría tranquila. De momento.

Miré con ojos curiosos a Mike que parecía interesado en que pasara algo. Algo payaso, pero interesado. Uno de los tirantes cayó descuidado a un lado. Travieso quizá y mire coqueta ese movimiento mientras sonreía.

-Uys...-

Mike no pudo evitar poner cara de pardillo, más de lo habitual, ante las insinuaciones de Lena. Una sonrisilla tonta y pícara se instaló en él mientras asentía pensativo, como si estuvieran discutiendo una tesis muy importante.

- Vaya -contestó al comentario-, así que tendré que echarte un cable, ¿no es así? Ya te dije que no tendrías que haber traido tanta ropa, lo único que cons...

Interrumpió su frase cuando Lena le desabrochó parte del chaleco. La miró con una exagerada expresión de falsa sorpresa, mientras él mismo terminaba de quitarse la prenda de ropa, dejando al descubierto su ancho torso. El muy listo parecía no haber tenido suficiente hipotermia aquella mañana, pues había decidido no ponerse nada debajo.

- ¡Wops! -añadió al gesto coqueto de Lena.

Mike parecía haberse olvidado de que había una fiesta a escasos metros de ellos, pues no dudó, esta vez de un modo menos sutil, en levantar el jersey de la pelirroja hasta quitárselo. Luego, besándola con ímpetu, la llevó hasta topar con la pared. O estantería. O mueble. O lo que fuera, pues Mike tenía toda su atención puesta en ella.*