Partida Rol por web

Ese tio apareció ante nosotros mas grande de lo que creía recordar.

Reculé un par de pasos hasta encontrarme conque estábamos atrapados. Tanto como un ratón en una caja de zapatos. Pero lo que me sobresaltó fue el grito de Noah al abalanzarse sobre ese asesino con el spray y el mechero en la mano.

Mal.

Porque pese las agallas de Noah, ese tío no tenia miedo al fuego. ¡Era un puto lunático! Y si era como decía Mercy, que ya le habían quemado antes, seguramente pensase que era inmune al fuego. Habiendo sobrevivido una vez... Y así fué.

Spoiler (marca el texto para leerlo):

*Imagen gore

Noah lo descubrió por las malas. Perdió primero el brazo que sostenía el Spray. Después...la vida. El asesino hundió el hecha hasta el pecho de Noah.

- No!!! Joder!!!- Grite intentando asirme a Mike angustiada - Mike!!-Pero este estaba demasiado estupefacto para hacer nada. Marian se tiró a por el mechero e intentó huir esquivando al Santa en su huida.

-Mercy!- Dije cogiéndola del brazo. - Vamos, corre, corre!-Imaginaba como estaba por Noah, yo apenas podía ni respirar de la adrenalina.

Salí corriendo, tirando de Mercy, sabiendo que el Santa estaría ocupado intentando... desincrustar el hecha del cuerpo de Noah. No teníamos tiempo para pensar siquiera. Solo correr!

-¡No!- Apenas le dio tiempo a detener a Noah cuando este fue con el mechero y el spray en las manos para tratar de asustar al Santa. Su aparición había precipitado las cosas y la mejor opción que ahora tenían era huir, ya que el plan se había ido al traste. Pero Noah quiso hacerse el héroe, seguramente animado por el beso de Mercy. En menuda hora...

-¡La hostia puta! - Mike sólo pudo lanzar esa exclamación ante la horrenda visión que tenía delante. El hacha de aquel puto maníaco había atravesado a Noah como un cuchillo que corta la mantequilla. Si aquel animal tenía tanta fuerza estaban perdidos. Mike se sintió impotente. La muerte de Archie, la locura en la que se había convertido su fiesta... todo aquello estaba llevándoles al límite, y sintió como algo en su cabeza se cortocircuitaba.

Mercy permanecía bloqueada por completo, con su mirada fija en los ojos de aquel asesino. Sintió como la mano de Noah se deslizaba de la suya, separándose a continuación. Todo transcurría a cámara lenta en la mente de la joven Wells, la cual dejó caer su brazo inerte a su lado, mientras veía como su pilar para seguir viva, se lanzaba con firmeza hacia aquel maldito Santa. Ni tan siquiera pudo reaccionar a que se soltase de su mano, menos aún a lo que vino a continuación. Solo el fogonazo que provocó el desodorante al entrar en contacto con la llama del mechero, hicieron que Mercy parpadease un poco. 

Sus ojos se abrieron como platos y sus pupilas se dilataron, permitiendo que su campo de visión, al igual que la luz, la permitiesen ver el origen de su terror de manera más clara. Y en ese momento fue cuando contempló, sin poder hacer nada, como aquel hacha cargado de muerte y miedo, se alzó para caer con firmeza sobre el brazo de Noah. Mercy sintió como la sangre del chico al que acababa de besar, salpicaba su rostro mientras que percibía que, ese brazo, esa mano que la sujetaba hacía a penas unos segundos, caía desmenbrada al suelo.

Pero , lejos de que su horror acabase ahí, el hacha subió una vez más, esta vez salpicando sangre de Noah a los presentes. Mercy quiso gritar, pero el terror la tenía bloqueada por completo y nuevamente vio como aquel hacha descendía lentamente hacia el cuerpo de Noah, hundiéndose en su tronco y arrebatándole la vida en ese preciso instante. El cerebro de Mercy lo procesó todo lentamente provocando en ella un grito desgarrador, sintiendo como algo se rompía en su corazón. Quería gritar su nombre, abrazarse a él... pero no podía moverse, solo llorar por la impotencia que sentía en ese momento y por la enorme sensación de culpa que la embargaba.

Al sentirse así, al perder a su pilar, a ese joven encantador que acababa de descubrir y que en tan poco tiempo le había comenzado a gustar a la joven, al verse inmóvil, lo único que pudo y supo hacer fue cerrar los ojos y esperar que aquel maniaco terminase con ella cuanto antes. 

Aquella visión fue más de lo que pudo soportar, algo en su fuero interno se removió y la golpeó verticalmente hasta que llegó a sus papilas gustativas trayéndola un sabor ácido: bilis. Su boca se contrajo en un rictus desagradable, tal vez por la sensación, tal vez por lo que estaba saboreando en aquel momento.

-¡Noooooo!- Aquel maníaco había asesinado a Noah. No había tiempo de más, había que intentar recuperar el mechero y huir al laboratorio de química. Sólo Dios sabría cómo lo harían una vez estuvieran allí sin Noah... ¿Tal vez a la desesperada, mezclando componentes químicos y rezando porque la reaccion no los matara allí? Puede que simplemente buscando ácido sulfúrico fuese la opción fácil, unas bombas arrojadizas sencillas. El fuego, el fuego desde luego que no parecía ser la opción. Había que matarlo, sin embargo... Sus piernas no reaccionaban.

El hacha del Santa se había incrustado en el cuerpo ya sin vida de Noah, lo que les daba un tiempo valiosísimo para huir de allí, pero todos habían quedado petrificados por el horror de lo que acababan de ver. Solo Lena logró sobreponerse y tirar de Mercy para que reaccionara y saliera de allí tras ella. Marian y Mike seguían paralizados ante aquel espectáculo macabro y perdían unos segundos que podrían marcar su destino, pues el Santa no tardaría en liberar el hacha.

Y exactamente así fue. Mercy era arrastrada hacía la salida por Lena y Mike y Marian volvieron a ser conscientes de su situación justo cuando el Santa sacaba el hacha y alzaba la vista en busca de la siguiente victima. Mike y Marian apenas tenían unos segundos para reaccionar y salir de allí por patas.

Veía la muerte avecinarse a paso lento, la sangre manaba de la hendidura que el psicópata había dejado en el cuerpo del pobre Noah... Estaba sola junto a Mike. De repente se dio cuenta de que no quería morir, que en aquellos momentos prefería estar en cualquier parte menos en aquel lugar, incluso pasar la navidad con su familia.

Entonces dio un paso atrás, luego otro, de repente el lapso entre pasos se aceleró y echó a correr por su vida.

El tirón de Lena sobre Mercy, fue el detonante perfecto para que la joven Wells despertase y corriese, alejándose de aquella encarnación del mal y su última víctima. Estaba dolida, quebrada tanto por dentro como por fuera, puesto que desde que vio como el hacha se clavaba en el cuerpo de Noah, la cicatriz de su hombro comenzó a dolerla, como si aquel hachaza lo hubiese sufrido ella también a la par que el joven.

Mercy no miró atrás, de hecho ni miraba hacia adelante. Tan solo seguía la estela y el paso que marcaba Lena delante de ella. De sus ojos brotaban lágrimas de dolor y de miedo. - Todo es por mi culpa. - Sollozaba mientras seguía corriendo. - No debí besarle, dejarle que se expusiera así... no le pararemos jamás... esta vez es más fuerte.

- Podremos huir, pero no escondernos. - Sentencié al final, mirando hacia atrás con la esperanza de ver que tanto Marian como Mike seguían detrás de nosotras.

Movido por puro instinto de supervivencia Mike echó a correr detrás de Marian y no le costó más de dos largas zancadas alcanzarla e incluso adelantarla. Los segundos que el Santa Clauss tardó en desencajar el hacha del cuerpo de Noah tras el brutal impacto fueron cruciales para que pudieran huir.

Se colocó junto a la puerta del vestuario y dejó que pasase Marian antes de cerrarla. Tras hacerlo se quedó mirándola y estuvo a punto de sacudirse las manos como si el trabajo estuviese terminado pero un sonido en el interior del vestuario le hizo torcer el gesto como si hubiese comido un limón y apresurarse a correr tras el resto de sus compañeros.

Lena tuvo que guiar al grupo a través de los pasillos interiores del Whittemore Center, tratando de encontrar una habitación donde pudieran esconderse unos segundos a salvo del Santa y recomponerse. Mientras tanto debía de tirar de Mercy que la seguía arrastrada como un alma en pena, sollozando y con los ojos inundados en lágrimas. Tras ellos iban Mike y Marian, apresurándose por no quedar atrás.

Mercy se había dado cuenta de que las artimañas que habían utilizado el año anterior contra el Santa no estaban dando sus frutos esta vez. El asesino había vuelto más fuerte. Como si hubiese superado su debilidad. Debían idear la manera de lograr salir de allí con vida o buscar como enfrentarse al Santa para derrotarlo.

—Esto está imposible —opinó muy negativamente Marian—. Deberíamos buscar algún almacén o cuarto donde el conserje guarda sus cosas. Me apuesto a que tendrá allí su caja de herramientas y un taladro, una llave inglesa, una pistola de clavos... Todo eso vendría muy bien.

Entonces se detuvo intentando situarse a la par que intentaba imaginar dónde recordaba haber visto al conserje llevando eso. Dudaba que siempre tuviera que pasar por el centro para buscar eso.

Por el pasillo tiraba de la mano de Mercy, si bien no tenia ni idea de donde ir.

Pasamos nuevamente por todo aquél cal vario de muertos sobre el hielo, pero aquella vez no miraba al suelo, mis lagrimas impedían que mirara al suelo. Hasta que llegamos a un cuarto. El de mantenimiento.

Un respiro. Y aún así dudaba que tuviéramos mucho mas tiempo.

- Ya!- Me giré soltando a Mercy ante el comentario de Marian.-  ¿Y quien va a acercarse tanto a el tio ese para darle con un martillo en la cabeza...o lo que séa?- Respiré un par de veces antes de disculparme ante Marian.-  L-Lo siento... pero... ese tio no siente nada. Mike le derribó en la pista y el tio no hizo ni un sonido de dolor al caer. Se ríe del fuego!

¿Porque?

 -Se cree inmortal.- Dije a todos como si eso aportara alguna solución - Tenemos que engañarlo. ¿ Mike! ¿El Withemore tiene piscina?* Puede que podamos ahogarlo. ¡Pesa mucho! Se hundiría como una piedra...- Pregunté aferrándome a Mike al pecho, inquisitivamente.

Joder, Lena que no es Jason Bourne!

-O electrocutarlo en las duchas....- Tiene botas de goma, Lena. - Mierda!- Estaba frustrada y falta de mejores ideas.

Marian recordó que el conserje que cuidaba el Whitemore Center tenía un cuartucho no muy lejos de allí y se colocó en cabeza para guiar al grupo hasta el lugar. Era un pequeño y estrecho cuarto donde apenas cabían los cuatro con holgura, allí pudieron encontrar un montón de herramientas como las que Marian había sugerido: taladros, destornilladores, llaves inglesas, pistola de clavos, estañadores, martillos, y otras muchas.

Lena pensó en una piscina, pero recordó que el Whitemore no contaba con una sino que ésta se encontraba en otro punto del campus. El Whitemore Center era usado principalmente para los partidos de hockey, aunque también podían cambiar la pista del estadio para dedicarlo a los partidos del equipo de baloncesto. Tras el reciente partido de los Wildcats de Mike, habían dejado la pista de hielo montada hasta el día siguiente a Navidad.

-¡Joder! - Exclamó Mike con los ojos tan abiertos que parecía que iban a salir de sus órbitas. Desde que viera la muerte de Noah algo en su interior había saltado como un resorte. Eran demasiadas emociones juntas: la muerte de Archie, cómo apareció su cadáver, el puto asesino disfrazado de Santa Claus irrumpiendo en la fiesta y haciendo saltar miembros humanos como si fueran confeti, Noah abierto en canal...

-Tengo la puta idea definitiva. Ya sé lo que debemos hacer. - Cerró el puño y frunció los labios con los ojos todavía desorbitados. -¡Tenemos que ver la nueva peli de los Power Rangers! - Soltó una carcajada y miró al resto con una gran sonrisa de satisfacción en el rostro; como si acabase de dar con una solución a sus problemas tan obvia que no entendía como a nadie se le había ocurrido antes.

La muerte de Noah debía haberle vuelto más idiota de lo que ya era aquel tonto. No era momento para bromas y menos aún para no tomarse las cosas en serio cuando su vida era la que estaba en juego.

—¡Callate y coge algo! No tenemos una opción mejor—. Agregó tomando así la pistola de clavos. Debía aproximarse a aquel desgraciado pero al menos no requeriría una fuerza bruta para manejar aquella herramienta.

—Hay radiales, taladros, esta de la cosa dentada...

Mercy fue guíada todo el camino por Lena. La joven se movía por instinto, pero no por ganas. Atrás quedaba el cuerpo de Noah y ella se sentía completamente culpable de su muerte. - Si no le hubiese besado. - Murmuró mientras corrían. Confusa, continuó corriendo junto a los demás hasta llegar al cuarto de herramientas del tipo de mantenimiento.

- Eso es!! Lo desmembraremos como él hizo con nuestros amigos! Con Noah... - Dijo la joven con tono sarcástico al ver el entusiasmo de Marian en cogerse el "mejor arma" para derrotarle. - Necesitaríamos una apisonadora para acabar con él... y creo que aún pasándole por encima con ella dos o tres veces, seguiría vivo y riéndose. - Era una locura. No tenía punto débil, esta vez no... - Mejor aún, Mike... ¿Por qué no se la ponemos a él con toda la saga y sus series? Quizás ahí si que muera de aburriento o sufra un colapso mental y se quede vegetal.

Observaba a los demás. - Sí, Marian... taladros, radiales... pero todo se enchufa y sus cable son cortos. Deberíamos aprovechar el material para hacernos una salida. Él es grande, nosotros, a su lado, pequeños... no podría seguirnos. - Sugirió la dolida joven. - Mejor huir y vivir que enfrentarnos a él. Yo no creo que logre reponerme de nuevo si me le encuentro de frente otra vez. -Su cuerpo, su voz temblaban, pero estaba claro que Mercy no iba a enfrentarse a Santa Claus de nuevo.

—¿No has visto a tu padre hacer arreglos en casa? Hace mucho son con batería. Sólo espero que funcionen —suplicó al tiempo que tomaba uno de los taladros para comprobarlo.

Miré a Mike con cara rara.

-Mike... ¿ en serio? ¿Power Rangers? ¿Quieres que hagamos un Megazord con las herramientas? Tu has jugado mucho al Dead Rising, por lo que veo...

Mike miró con consternación al resto del grupo después de que su idea fuera completamente rechazada. Lo peor de todo es que estaba hablando completamente en serio. Mike estaba a medio cortocircuito de volverse catatónico, y la parte que funcionaba ya estaba averiada y había convertido a su personaje de imbécil en su auténtica personalidad.

-¿Por qué? - Dijo con una vocecilla de cachorro desvalido al ver que su idea era completamente desechada. -Si le dan buena crítica. - Trató de argumentar. Al ver que sus opiniones no estaban siendo tomadas en cuenta se fue a un rincón del almacén y comenzó a juguetear con un pequeño trozo de madera mientras tarareaba una cantinela infantil:

-Cierra, cierra, cierra la puerta. Apaga las luces, no digas nada.

- Mi padre no hace arreglos en casa... - Eso lo hace el personal contratado por su fiel mano derecha. Bastante lío tiene con los juicios... - Estuvo a punto de decir la joven, pero se lo guardó para sí. - Y a saber si las baterías están cargadas. - Añadió con desánimo mientras miraba su entorno, buscando alguna idea con la que poder salir de allí con vida.

La joven ladeó la cabeza al escuchar a Mike hablar así. Algo se había roto en la cabeza del jugador de hockey y no había sido por lanzarse sobre Santa como sabía que había hecho. No, había algo más. Mercy se acercó a él y se colocó a su lado, escuchando la terrible cancioncilla que entonaba Mike. Un escalofrío recorrió su espalda mientras la oía. Sabía que no tenían tiempo para cosas como esa pero Marian y Lena parecían estar demasiado ocupadas "eligiendo arma".

- Hey, Mike. ¿Por qué no me cuentas la película de los Power Rangers? Ya sabes... la última. La verdad es que no la he visto y tengo curiosidad por saber porque tiene tan buena crítica. - Había que animarle de alguna manera y Mercy vio que Mike se venía abajo cuando nos reímos de aquella película y su... ¿idea?

De entre las herramientas que allí encontraron, tal como suponía Marian, los taladros y la pistola de clavos eran inalámbricos y contaban con una batería con suficiente autonomía. Marian lo comprobó con un taladro y al encenderlo vio la lucecita verde en la culata y pudo hacer girar la broca con el característico sonido de la herramienta. Mike entre tanto parecía haber perdido el juicio completamente y Mercy trataba de consolarlo. El joven tarareaba una tétrica canción infantil que provocó que los pelos de la joven Wells se erizaran.

En el exterior de aquel pequeño cuarto todo parecía tranquilo y no se escuchaba ningún ruido. Aunque sabían perfectamente que aquel perturbado podía encontrarse en cualquier lugar, y quedarse allí parados no era una opción que les provocase alivio. Estaban en un espacio reducido, con una única salida y sin tener visión de dónde podría estar el Santa Claus.