Partida Rol por web

Halle se sumó a los cánticos, pero en esta ocasión Jim se quedó expectante contemplando como el hacha de Stark estuvo a punto de partir en dos la cabeza de Charlie. Los cánticos de ambos no se acompasaron y la melodía resultante no consiguió el efecto que esperaban. El Santa alzó el hacha sobre Charlie, dudó un segundo antes de avanzar a grandes zancadas hacia ella y descargar su hacha con violencia contra el rollizo cuerpo de la profesora. El hacha del Santa surcó el aire e impactó de lleno a Charlie mientras ella corría hacia sus compañeros para sumarse a ellos con las canciones.

El cántico había logrado hacer dudar en un par de ocasiones a Stark, pero tal era su fuerza que parecía imparable. El odio que lo mantenía con vida era demasiado fuerte y tendrían que seguir con los cánticos para lograr debilitarlo y que empezar a dar muestras de cansancio.

En aquel momento, la puerta del gimnasio se abrió y Troy regresó con ellos, aunque casi ni se dieron cuenta, ya que cuando una mole asesina embutida en un traje rojo de Santa Claus blandía un hacha cerca tuya, era difícil prestarle atención a algo más.

Sintiéndose orgulloso de que su pequeña lo hubiera logrado, Troy volvió su atención al camino que le separaba del pabellón. Antes de llegar escuchó una cosa extraña, una especie de liturgia recitada en voz alta, casi en grito, por una mujer. Creyó reconocer la voz de Halle. Cuando estuvo más cerca, pudo escuchar también el sonido alborotado de golpes y zancadas de botas que rechinaban en el suelo empasticado del pabellón.

Al abrir la puerta se encontró una escena dantesca. Halle y Jim se encontraban cerca de la puerta por la que él había entrado, sosteniendo unas hojas y recitando la liturgia que había escuchado. Aunque lo hacían bastante desacompasados, sin mantener el ritmo ni siquiera mínimamente. El centro de la escena lo gobernaba el gigantesco Santa Claus armado con su hacha, impactando contra el cuerpo de Charlie con un durísimo golpe que hizo saltar la sangre de la profesora. Y más allá, estaba una agotada Hannah Stark, con un ojo menos, siseando y mostrando los dientes.

Jim tragó saliva al ver salpicar la sangre y a Charlie gritar; o no gritó, y solo pasó en su cabeza; puede que fuera él mismo quien gritara. Lo mismo daba; aquél monstruo imparable cada vez estaba más cerca y pronto estarían a su alcance. Tenían que detenerle como fuera, ese cántico tenía que funcionar. Tenía que hacerlo o estaban todos muertos.

Ni siquiera se molestó en leerlo de la nota, se lo había aprendido, así que empezó otra vez a entonar aquellas palabras mágicas, fueran lo que fueran, que ya habían hecho dudar a Stark. Esas palabras que iban a devolverle a él y a su maldita mujer a la tumba.

Halle miraba la el papel y trataba de seguir a Jimmy, pero al no conocer el cántico bien, no lograba seguirle bien. De hecho iban algunas líneas descompasados. Eso hizo que Stark tuviese una oportunidad para alcanzar a Charlie y no dudó al final en clavar su hacha sobre ella. Halle evitó mirar por miedo a que el pasado la abdujese de nuevo y entrase en estado de shock y buscó en sus bolsillos la caja de pastillas y se llevó una a la boca, tragándola sin dudar.

Necesitaba calmarse.

Ni se percató de la llegada de Troy, simplemente se centró en aquel papel. De alguna manera sentía que estaba funcionando y si quería salvar a aquella valiente mujer, no debía desistir con el cántico. Así que trató de superar sus miedos, ese principal por el cual no cantaba el los karaokes, su mala voz y se animó a acompañar a Jim una vez localizó la estrofa por donde iba, alzando con más fuerza su voz y buscando la esperanza precisamente en las dudas y tibuteos de Stark a la hora de actuar.

Funcionaba, estaba segura de ello y debía pelearlo costase lo que costase. No solo dependían sus vidas de ellos, sino la de sus hijos, la de Jonathan que seguía tendido en el suelo, desangrándose lentamente y ahora la de Charlie. Además debían lograrlo, pues Allison perdió la vida por salvar a Halle de aquella loca del demonio.

No era hora de rendirse.

Con una confianza renovada, Troy corrió como alma que lleva el Diablo en dirección al gimnasio. Sabía que había oído a Jim por el pasillo y eso significaba que quizás habían logrado salvar a Jonathan. En aquel momento tan sólo podía seguir corriendo y esperar que estuvieran bien. Pero al llegar al gimnasio, la imagen que le dio la bienvenida no terminaba de ser la esperada.

- Qué cojones... -fue todo lo que pudo decir.

Cruzó el marco de la puerta justo en el momento en que Santa Claus clavaba su hacha en Charlie. Se quedó allí clavado unos segundos mientras su cerebro procesaba lo que estaba viendo, que la otra mujer debía ser Hannah Stark, que Halle y Jim habían recibido por fin la ayuda de Allison, que quizás Charlie intentó ganar algo de tiempo y acababa de pagar las consecuencias. Se acercó a Jim y Halle, manteniendo la mirada puesta en Stark y Charlie.

- ¿Qué coño ha pasado? -negó rápidamente con la cabeza, con el cuerpo tenso como un muelle a punto de salir disparado.- A la mierda lo que ha pasado, ¿qué necesitáis que haga?

Charlie no estaba hecha para correr, ni para luchar, ni tampoco era una superviviente nata por mucho que lo pareciese si pensaba en todo a lo que había logrado sobrevivir. La antigua Charlie era más rápida pero también más asustadiza; la nueva parecía un saco de patatas, pesaba como tal y se movía incluso peor, aunque su determinación quizás fuese superior. Era esa misma determinación, mezclada con la seguridad de que su físico no le permitiría superar demasiadas cosas y que no había nada por lo que mereciese vivir, o no demasiado al menos, porque continuaba compadeciéndose de sí misma a causa de la pérdida de Mary y de haber desperdiciado los años esperando encontrar a su media naranja, la que había hecho que estuviese dispuesta a morir a condición de que fuese un sacrificio útil para otros.

Así lo había hecho cuando se abalanzó contra Hannah Stark y le ofreció a Halle la oportunidad de huir, y unos momentos antes, al agarrar el cuchillo para intentar acabar con ella, aun sabiendo que era virtualmente imposible conseguirlo.

Ahora había vuelto a ver la muerte de cerca cuando Erik descargó el hacha y partió en dos el libro, lo que provocó una descarga masiva de adrenalina que pareció describir la palabra "corre" en su mente.

Pero sus rollizas piernas no podían superar la velocidad de aquel espíritu lleno de rabia y al mirar hacia atrás, se dio cuenta de que aquel iba a ser su final, y al hacerlo, sus pies, poco o nada acostumbrados a moverse a tanta velocidad y con semejante desesperación, simplemente no supieron en donde colocarse, se doblaron y pisaron y antes de que Charlie pudiese darse cuenta de lo que estaba sucediendo, se encontró cayendo al suelo con gesto de terror.

Afortunadamente, la misma torpeza de Charlie hizo que su cuerpo se inclinase tan bruscamente que el hachazo que Erik Stark estaba descargando, apenas rozara un costado de la joven, rasgando otra vez su ropa, y haciéndola sangrar profusamente, pero solo de manera superficial.

Charlie tocó el suelo pero no con las manos, sino con su enorme barriga, rodando, o botando ligeramente, lo que incrementó el desconcierto de Stark, que no sabía a dónde apuntar, permitiéndole a Charlie volver a ponerse en pie con rapidez para llegar hasta donde estaban Halle y Jim y uniéndose a sus cánticos.

Su voz temblaba como si hubiese estado a punto de morir (ah, pero si lo había estado), pero al mismo tiempo, también le proporcionó un poco más de seguridad en ella misma porque había perdido ya la cuenta de todas las ocasiones en las cuales había podido hacerlo.

Y sin embargo, aún seguía con vida.

Además, ya no estaba sola y entre los tres, Charlie tenía la seguridad de que podrían vencer a la terrorífica pareja.

Y por si aquello no era suficiente, Troy hizo su aparición, despertando una sonrisa de alivio en Charlie.

-Deprisa, Troy. Canta con nosotros. ¡Canta!

El resbalón de Charlie con sus propios pies fue lo más oportuno que pudo haberle pasado, pues logró hacer fallar al Santa Claus que no contaba con una caída tan tonta e hizo volar su hacha por encima de la profesora, justo en el lugar en el que un segundo antes había estado su cabeza. 

Cuando Troy llegó al pabellón apenas podía dar crédito a lo que estaba viendo. Santa Claus blandiendo el hacha contra Charlie que tropezaba, Jim y Halle recitando un extraño sermón en una lengua todavía más extraña, a Hannah Stark medio derrotada en el suelo del pabellón, y a Jonathan todavía con la vida pendiendo de un hilo, aunque al parecer había sido atendido por Halle de grosso modo.

El Santa Claus empezaba a dar muestras de fatiga, se movía más lento y daba la sensación de que el hacha le pesaba más. El cántico debía estar funcionando pese a todo, y cuando Halle y Jim por fin se coordinaron para cantar al mismo ritmo, Stark se movió más lentamente. Aún así logró sacar las fuerzas suficientes para resistirse a la letra solemne que le ordenaba que abandonase ese cuerpo y regresara al mundo de los muertos. Con mayor pesadez, alzó el hacha de nuevo y la descargó una vez más contra Charlie. Se había empeñado en acabar con ella.

Para horror de Charlie, Stark se había fijado en ella y en nadie más que ella, lo que significaba que no hacía más que intentar matarla. Los cánticos parecieron detenerle, o más bien, ralentizarle, como si de repente estuviese caminando por un suelo cubierto de fango y que este le llegase a las rodillas.

Cada uno de sus movimientos se convirtió en torpe y cansado, y por un instante, pensó que lo iban a conseguir.

Pero fue solo un espejismo. 

Como si consiguiese recuperar energía de donde no las había, Stark contorsionó la boca y a continuación el resto de su putrefacto cuerpo, superando aquello que le frenaba y enfocando su mirada en Charlie.

La joven no podía creérselo, pero era completamente real. Volvió a elevar el hacha y con la mirada desorbitada, se abalanzó sobre ella.

Durante unos interminables segundos, la mente de Charlie se retrotrajo a otra vida, otro momento, cuando su cuerpo tenía setenta kilos menos y ella todavía era capaz de moverse con agilidad. Durante las pesadas mañanas, batallaba con los alumnos intentando que viesen más allá de lo que la vida les mostraba, algo que años después, le resultaría prácticamente imposible a ella misma, mientras que por las tardes intentaba desarrollarse un poco más, yendo a clases de pintura y de defensa personal. No es que lo hiciera para defenderse, sino porque en primer lugar, siempre se le habían dado bien los deportes y en segundo lugar, había una chica rubia que... en fin, era algo por lo que merecía la pena sudar tres días en semana.

Involuntariamente, volvieron a su memoria recuerdos olvidados de aquellas clases en las que les enseñaban a moverse, primero para defenderse, y después para atacar, y uno de aquellos movimientos era tan simple como rodar para esquivar. Si bien la Charlie de entonces no era la de ahora, y su cuerpo no tenía la misma rapidez y obviamente agilidad, no había perdido completamente aquella secuencia de movimientos que tan bien había llegado a aprender.

Por desgracia para ella, no logró llegar a nada con aquella rubia de gran sonrisa y mofletes marcados, pero se llevó consigo una buena cantidad de habilidades que sin querer, ya había puesto en marcha precisamente cuando atacó a Hanna Stark.

Cuando sus ojos vieron a Stark abalanzándose sobre ella y su hacha a punto de cortarla en dos, su mente y su cuerpo parecieron estar de acuerdo, por fin, en algo. Dobló (o contorsionó su cuerpo), esquivando el filo a duras penas, y rodó para alejarse de Stark.

No estaba a salvo, pero cuando acabó el giro, se encontró en cuclillas, sorprendida de estar a salvo, y con una oportunidad más para sobrevivir. Miró en la distancia y distinguió el cuchillo no muy lejos de ella, en el suelo. Si no detenían a Stark, tendría que correr para intentar agarrarlo y esgrimirlo como última defensa contra Stark, porque se estaba quedando sin opciones.

Halle no se dio cuenta de la llegada de Troy hasta que empezaron las voces y Charlie le dijo que debía hacer. Entonces fue cuando Halle le hizo señas y al acercarse le enseñó el papel y señaló la línea por donde íban.

- A Elbereth Gilthoniel
silivren pennamíriel
o menel aglar elenath!
Na-chaered palan-díriel
o galadhremmin ennorath,
Fanuilos, le linnathon
nef aear, sí nef aearon!
A Elbereth Gilthoniel o menel palan-diriel, le nallon
sí di-nguruthos! A tiro nin, Fanuilos!

La entonación era siempre la misma, más o menos y se veía que estaba escrito como sonaba fonéticamente. Allison había hecho un gran trabajo con aquello y parecía que funcionaba contra Stark, por eso Halle se animó a cantar con más energía y fuerza. Más cuando vio que Charlie volvía a escapar de la muerte una vez más... si seguían así, le mandarían al infierno y con suerte, todo quedaría en un cruel susto con algunos heridos y pocos muertos.

El trágico momento que veía venir, a Charlie partida en dos allí mismo, frente a ellos, le hizo atragantarse con el cántico durante un instante, perder el hilo temporalmente, pero Halle estuvo rápida, mostró a Troy por dónde iban, y Jim cogió el ritmo de nuevo con facilidad; siempre se le habían dado bien esas cosas, una vez despejaba la mente y se olvidaba de su alrededor. Su voz se unió, otra vez, a la de la chica, esperando la de su amigo en contrapunto, listos para derribar a Stark de una vez por todas.

Sin tener del todo claro qué estaba pasando realmente, Troy se acercó y echó un ojo al papel que Halle sujetaba. Durante unos segundos intentó no marearse al ver todas aquellas palabras que parecían inventadas, pero viendo la acctitud imperante de sus compañeros para que se sumara al cántico, y teniendo en cuenta que Charlie acababa de esquivar lo que debería haber sido un golpe mortal, Troy respiró hondo y se fue moteniendo en aquel estado mental que tantos años le había costado forjar. Era como si todo nerviosismo o distracción desapareciera, como si no estuviera frente a dos cadáveres reanimados o frente a la piscina de sangre que Jonathan había dejado. Si le hubiesen pinchado en ese momento, ni una gota de sangre habría salido de las venas de Troy.

Al principio se limitó a escuchar para coger el compás. Parecía lo bastante repetitivo como para poder sumarse sin problema al cántico, así que tomó aire y comenzó a cantar con fuerza, incluso con rabia. Hacía mucho que Troy no cantaba, y a pesar de que aquel salmo era muy distinto a la música que él hacía tiempo atrás, descargó todo el odio que tenía por Stark en aquellos extraños versos. Incluso de tanto en cuanto se permitía mirar por encima del papel para lanzar una mirda amenazante al muerto viviente.

Charlie rodó por el suelo como si tuviera treinta kilos menos para evitar el golpe de Stark, y logró que el hacha del cansado Santa Claus se estrellara en el suelo sin lograr rozarle si quiera. A pesar de que la profesora había dejado de hacer ejercicio físico tiempo atrás y había descuidado su línea y su forma física, el cuerpo todavía recordaba aquellos movimientos y actuó como por instinto. Esquivando el golpe, movida por la pura supervivencia. 

Stark soltó un gruñido de exasperación. Levantó el hacha a duras penas y se giró hacia donde estaban Halle, Jim y Troy recitando la letanía que Allison les había dejado. Nunca lo habían visto tan debilitado. Se movía a duras penas, cansado, exhausto, como si la vida se le estuviera escapando. Dio un par de pasos inseguros hacia ellos, sabía que lo que le estaba debilitando era aquel cántico horrible. Alzó el hacha a duras penas y la descargó contra Halle, intentando acallar de esa manera su voz. 

Jim dio un brinco hacia un lado de manera inconsciente, alejándose del mortal hacha y su no menos peligroso dueño, que incluso debilitado como parecía estar, seguía siendo mortífero, capaz de acabar con cualquiera. Pero eso iba a durar poco, estaban venciendo, podían con él. Si. Podían vencerle.

Una vez más se liberó de los miedos que le atenazaban, que le revolvían el estómago y secaban su garganta. Se sacudió todo aquello, cerró los ojos un instante, volvió a abrirlos con un brillo de decisión, y empezó a cantar de nuevo, entonando aquella extraña melodía que no entendía pero que era capaz de recitar de corrido sin un solo fallo. Porque estaba seguro de algo: Stark no volvería a aterrorizarles nunca más.

El hacha volaba directa hacia mi cabeza con toda la furia de Stark en ella. Después de errar con Charlie tantas veces, debió darse cuenta de que el peligro real éramos nosotros y el cántico. Al igual que Jimmy, me agaché y la esquivé por poco, pues vi caer algunos pelos de mi cabeza por delate de mí.

Pero ya estaba hecho.

Stark estaba desarmado y cada vez sin más fuerzas. Solo quedaba rematar con el cántico y a pesar de cantarlo tanto, la letra, por llamarlo algo, no se me había quedado, solo la entonación, la cual seguía para volver a mirar la hoja y ver por donde iban los demás. - ¡Charlie! ¡Olvida el cuchillo y ven a cantar! - Grité a la heroína de la noche. - ¡Eso no le hará nada, pero nuestras voces sí! - Exclamé llena de vida porque veía que la de aquel maniaco se marchiaba poco a poco con cada frase que cantábamos.

Halle tenía razón.

Su desesperación había hecho que volviese a pensar en armarse, pero lo cierto era que solo el cántico podía acabar, y de hecho ya lo estaba haciendo, con Stark, así que directamente, se puso en pie y corrió para situarse detrás de los demás. En esos momentos Stark continuaba atacando, esta vez a Halle, pero sus fuerzas eran menores y gracias a eso, su acierto también.

Entre todos podrían vencerle porque ya estaban demostrando que era posible.

-¡Ya... estoy... aquí. Dejadme sitio... ! -consiguió decir.

Charlie se unió a ellos, aunque su agotamiento le impedía concentrarse y pronunciar aquel galimatías de una forma coherente y que valiese la pena. A pesar de todo, lo intentó, imitando y siguiendo la voz de sus compañeros e intentando no temblar ni huir ante la proximidad de Stark. 

No entendía cómo había salvado su vida, quizás porque su destino era morir de alguna otra forma como de un ataque cardíaco a causa de toda la grasa que había acumulado, o porque aunque no lo pareciese, estaba allí para terminar de una vez por todas con Stark, cerrando el círculo que se había abierto hacía ya una eternidad.

Si lo conseguía, habría merecido la pena aguantar hasta ese momento.

Para sorpresa de Troy, el cántico parecía estar debilitando a Stark palabra tras palabra. Tal fue así que, al ver que se acercaba a ellos, caso tuvo el impulso de quedarse quieto donde estaba, como si el hacha no fuese ya un peligro. Pero en el último instante, su instinto le llevó a dar un paso a un lado, y viendo lo cerca que el golpe había estado de golpear a Halle, dio gracias por ello. Tendió una mano a Halle para que no perdiera el equilibrio y la otra hacia Charlie, quien merecía un respiro después de lo pasado. Echó una rápida mirada hacia Jim, que parecía cantar con energías renovadas, y supo que tenía que estar a la altura. Dio un paso al frente, amenazante, y siguió cantando con tanta intensidad que empezaba a notar la garganta raspada.. Nunca se hubiese imaginado que vencerían así a Stark, pero lo estaban haciendo.

Halle esquivó el golpe del hacha de Stark por muy poco. El filo estuvo tan cerca de darle que la doctora sintió el aire que movió el arma tras su paso. De ser solo unos centímetros más alta habría perdido algo más que unos mechones de pelo. Pero afortunadamente, las horas invertidas en las clases de defensa personal después del trabajo habían servido para algo. Sus reflejos y los movimientos mil veces entrenados le salvaron la vida. 

La letanía siguió sonando y sus voces parecían cargadas de alguna fuerza especial. Jim no dudo en seguir cantando a pesar de que el hacha de Stark estuvo cerca de eliminar a sus compañeras, primero a Charlie y después a Halle. La profesora se sumó a él y Troy hizo lo propio. Juntos lograron hacer retumbar sus voces con aquella especie de rezo que recordaba a las misas antiguas, aunque las palabras que estaban pronunciando, ni eran latín, ni se le parecía. 

Stark estaba más cansado que nunca, a punto de ser derrotado. Lo pudieron sentir. Las fuerzas le fallaban. Pero aquella bestia de matar era imparable. Nunca se cansaba, nunca se saciaba de sangre de sus víctimas. Alzó el hacha una vez más tras el fallo de su intento de cercenar la cabeza de Halle. La sostuvo sobre sus cabezas, dispuesto a descargarla contra alguno de ellos mientras recitaban aquella letanía. En sus ojos se veía el ansia por querer silenciar sus voces cuanto antes. Pero de pronto el hacha cayó hacia atrás junto con el brazo cadavérico de Stark, desprendido de su cuerpo. Las piernas le fallaron, perdieron fuerza y volumen hasta convertirse en unos pequeños palillos cadavéricos. A su rostro le ocurrió de igual forma, y la vida cargada de ira y ansias vengativas de sus ojos desapareció también. Stark cayó al suelo. Derrotado. 

Escucharon un grito al otro lado del pabellón. El hechizo también había funcionado con Hannah Stark, que de igual modo que su marido perdió todo indicio de vida dejando tras de sí solo un cadáver que nunca debió haberse levantado. Lo habían logrado. Habían vencido a los Stark.

Jim cayó de rodillas, sin fuerzas, en medio de una risa nerviosa que a punto estaba de romper en sollozos. Habían derrotado a los Stark, habían roto aquella maldición y les habían devuelto a la tumba, o al menos lo harían. Alguien. En algún momento. A él le bastaba con saber que eran simples cadáveres y que no harían daño a nadie más, que la pesadilla había acabado, que estaban vivos, a salvo, y ya no tenían nada que temer, nunca mas.

—Hemos vencido —dijo en voz alta, como si al hacerlo fuera más real—. Lo hemos hecho, se acabó. Se acabó... ¿Verdad? —preguntó, mirando a su amigo.

Charlie cantaba casi con los ojos cerrados, como si no me creyese que pudiesen vencerle, pero cuando vio que flaqueaba, cada vez más, y que finalmente caía al suelo, desmembrándose, seguido de Hannah, miró con sorpresa y se dejó caer en el suelo, agotada, herida y sobre todo, extrañada de haber sobrevivido.

-Eso.. espero. La última vez también pensábamos que lo habíamos conseguido para siempre -comentó. En ese momento recordó que no estábamos allí solo para acabar con ellos, sino... - ¡LOS NIÑOS! ¡HAY QUE ENCONTRAR A LOS NIÑOS!

Charlie se puso en pie y miró nerviosa en todas direcciones.

Todos parecíamos estar aliviados a la par que sorprendidos, nadie más que yo por haber conseguido esquivar la muerte en varias ocasiones, pero los niños... ¿estarían vivos?

Lo habían logrado, por mucho que a Troy le costara creer lo que veía. Se quedó unos segundos allí quieto mientras su cerebro terminaba de procesarlo todo. Luego la tensión se convirtió en una risa aliviada mientras palmeaba a Jim en el hombro.

- Sí tío, ya está.

Sacó un cigarro y se lo llevó a la boca mientras se acercaba a los restos de Erik Stark. Observó aquel montón de despojos, casi como si esperara que volviera a levantarse en cualquier momento.

- Los niños están bien. -contestó a Charlie mientras se encendía el cigarro.- Los encontré en el sótano y logré sacarlos, están en una casa vecina. Estos hijos de puta pensaban quemarlos vivos.

Dejó escapar una larga bocanada y notó como si la adrenalina se escapara de su cuerpo con el humo. Se percató entonces de que Jonathan seguía en el suelo. Corrió hacia él.

- Vamos Seabert, salgamos de aquí. -le dijo mientras intentaba incorporarlo. Se giró hacia el resto.- No sé por dónde habéis entrado vosotros, pero la entrada principal está cerrada con cadenas. Hay un agujero cerca de ella, podemos salir por allí. Largémonos de una puta vez.