Partida Rol por web

Halle corrió sin pensárselo dos veces hacia el lugar donde estaba el cuerpo de Jonathan y le dio el papel que tenía en sus manos a Jim. - Escucha, que no se te pierda. Es la única manera de derrotar a los dos juntos. Es un cántico, transcrito fonéticamente. Pero ambos deben estar presentes cuando se entone la canción o no funcionará. - Y se dejó caer de rodillas junto a Jonathan. Lo primero que hizo fue tomarle el pulso y comprobar si respiraba o no.

- La melodía es esta. - Y comenzó a tararear la canción en una situación subrealista totalmente, al tiempo que comprobaba las heridas de Jonathan. Aún respiraba, eso era bueno. No había que hacer RCP. Halle seguía con aquel tarareo y se detuvo un momento. - ¿Tienes un cuchillo, una navaja? Algo que corte... pierde mucha sangre y necesito ver por donde y la gravedad. Con suerte un torniquete nos ayudará... y tendré que rasgar nuestra ropa para ello. - Si los cortes estaban en las extremidades. Sino, todo sería más complicado.

Dicho esto, Halle volvió a tararear la canción, para que se le quedase la melodía a ambos.

En medio de aquel escenario tan disparatado, en un lugar que pensaban que nunca más en la vida volverían a pisar y en medio de una pesadilla que creían que nunca volverían a vivir, se encontraban tratando de salvar la vida del sheriff Seabert. Halle, que un momento antes le había explicado a Jim lo que había que hacer para detener a los Stark y había tarareado la melodía que Allison les había transmitido poco antes de morir, inspeccionó con suma profesionalidad el estado del sheriff. A pesar del escenario y las circunstancias, no dudó ni un segundo de como tenía que proceder, y con manos firmes y decididas comprobó dónde había sido herido Jonathan y de qué gravedad. Tal vez si hubiese tenido que hacer cualquier otra cosa, los nervios y la presión habrían podido con ella. Pero, aunque la vida de aquel hombre ahora dependía de ella, no sucumbió a la presión en esos momentos. Su entrenamiento profesional y su experiencia le daban calma y le permitían actuar como era necesario.

Lo primero que vio fue que Jonathan tenía pulso y respiraba. Había perdido mucha sangre, pero era fuerte, y matarle no sería tan sencillo. El corte lo tenía en el pecho. Era profundo y sangraba con abundancia, aunque por fortuna estaba lejos del pulmón. El corte había roto la clavícula izquierda y seccionado el músculo trapecio y parte del pectoral. Halle detuvo la hemorragia improvisando una venda compresiva, lo que proporcionaría a Jonathan un tiempo crucial. Pero no podían dejarlo allí ni cargar con él. La atención médica ya les había llevado demasiado tiempo y alguno de los Stark podría aparecer en cualquier momento, y aunque Halle actuaba con premura, cada cosa necesitaba su tiempo, para perjuicio de los nervios de Jim, quien deseaba salir de allí a toda costa.

—¿Un cantico? —Tenía tantas preguntas que no sabía por cual empezar: ¿Era eso lo que había descubierto Allison? ¿Dónde lo había encontrado? ¿Estaban seguros de que funcionaría? ¿Y cómo lo haría? ¿Por qué tenían que estar los dos juntos? En lugar de poner voz a cualquiera de esos interrogantes, asintió y abrió la nota, queriendo grabarse a fuego lo que allí estaba escrito. Leía con atención, eso le ayudaba a calmar los nervios, con la melodía tarareada por Halle unos metros más allá; si eso iba a salvarles la vida, mejor tenerlo todo claro cuando llegara el momento. Un momento, dicho sea de paso, que esperaba que nunca ocurriera; si Stark ya era una pesadilla por sí mismo, no quería ni imaginarse lo que supondría tener a la feliz pareja delante. Solo pensarlo le hizo tragar saliva, asustado.

La mujer le sacó de sus funestas reflexiones con una pregunta que tardó en responder a causa de los nervios. ¿Cuchillo? No. ¿Tijeras? Tampoco; hacía tiempo que las había cambiado por un molinillo, mucho más práctico para separar la maría, y no se desperdiciaba el kief. No le quedó otro remedio que negar—: No, lo siento.

Por suerte, Halle sabía lo que hacía, y pudo improvisar a pesar de no tener las herramientas necesarias ni estar en el lugar adecuado. De hecho, era sorprendente que pudiera hacer algo con la situación que tenían encima. Por desgracia, y es que siempre tenía que haber un pero, lo que podía hacer allí solo daba algo de margen a Seabert, y no tenían la forma de convertir ese tiempo prestado en algo definitivo; si querían salvarle, tendrían que salir de allí y llamar a una ambulancia.

—Hay que irse. Estaremos más seguros fuera y podremos avisar a... A alguien. Además, puede que Troy haya ido también dónde estábamos.

La pregunta de Jim fue lógica, pero no había tiempo para explicaciones, no cuando Jonathan estaba así de mal. Lo que le sorprendió a Halle fue que no preguntase por Charlie, aunque la verdad era que no le apetecía decir que había pasado en ese momento. Bastante horrible fue ver como mataba a Allison como para contar lo demás.

Halle logró contener el sangrado lo suficiente como para darle más tiempo al sheriff para vivir. - No podremos huir cargando con él, debemos encontrar un sitio aquí donde refugiarnos, pedir ayuda y esperar a que los dos nos busquen... porque vendrán a por nosotros. Saben que estamos aquí. A mí me vio ella y a ti él. - Era incapaz de mentar sus nombres, porque ya solo con ver a la mujer, ver aquellos ojos mirarla, saber que estuvo tan cerca de morir que si no llega a estar Allison así hubiese sido...

Sacó su móvil para ver si tenía cobertura y pedir ayuda. El FBI estaba en la ciudad, pues que viniesen al rescate. Si no siempre tenía la opción dos, usar el walkie del sheriff, pero sabía que aquellas cosas tenían un alcance limitado, pero que era amplio, entre 4 y 8 km dependiendo del entorno, aunque allí dentro seguramente serían 4km como mucho... demasiado metal y muros gruesos no ayudaban nada.*

Ya había visto problemas de comunicación en el hospital con los vigilantes, dependiendo de la zona donde se encontrasen y siempre se quejaban de lo mismo: necesitaban una radio-emisora en el puesto de control y mejores walkies para no mezclar su señal con las de los aparatos del hospital.

Halle miró a su alrededor, buscando un buen sitio donde cobijarse hasta que llegaran...

Charlie se dirigió a la salida. Era la única opción que consideró adecuada. Si seguía a Halle escaleras abajo, también estaría siguiendo a Hannah Stark, y nadie le garantizaba que fuera a encontrar antes a una que a otra. Y ya sabía lo afilado que estaba el cuchillo de aquella loca. Así pues, se puso en pie, comprimiendo la herida con un trozo de tela para evitar perder demasiada sangre y se dirigió hacia el lado por el que habían venido huyendo de Hannah.

Al pasar junto al aula donde la habían encontrado evitó mirar con temor de encontrarse con la visión del cadáver de Allison. Demasiadas muertes había visto ya aquel día, aunque eran pocas en comparación a las que había visto unos años antes, cuando Stark se había cargado a buena parte del grupo de agentes del sheriff y a aquel grupo de adolescentes que estaban bebiendo y pasándoselo bien en el cementerio. A Charlie le dio un escalofrío solo de imaginar qué serían capaces de hacer él y su esposa juntos si no eran capaz de detenerlos.

Bajó las escaleras que poco antes había subido con Halle y Allison. Por alguna razón, mientras lo hacía, la imagen de Mary volvió a aparecerse en su cabeza y echó de menos los buenos momentos que había pasado con ella tiempo atrás, antes de que su vida se torciera miserablemente. Entonces, cuando estaba a punto de llegar al final se detuvo al escuchar un sonido metálico y unos pesados pasos.

Troy se había deslizado por pasillos y recovecos del instituto que estaba seguro que ni siquiera los profesores conocían. A fin de cuentas, cuando era un adolescente repetidor que vivía más en los pasillos que en las aulas de aquel centro, había tenido tiempo de sobra para conocer cada palmo del mismo. Con eso consiguió que dejar atrás a Stark no le resultara muy difícil. Aún así, se movió en silencio, tratando de hacer el mínimo ruido posible para no delatarse y continuó avanzando hacia las calderas.

Abrió una puerta, que era por la que solía meterse el conserje cuando había que arreglar aquel trasto de caldera que siempre estaba roto, y bajó unas pequeñas escaleras hasta el sótano del instituto. Caminó por unos pasillos oscuros que apestaban a humedad. Cruzó entre varias puertas metálicas, algunas carcomidas ya por el óxido, hasta llegar a las calderas. La maquina estaba tan vieja como siempre, había algunos tubos que surgían desde el gran aparato hasta el techo, por los que supuestamente debía distribuirse el calor. Era curioso notar que ahora aquella sala era la más fría de todo el lugar. Pero lo más descorazonador fue comprobar que la estancia estaba vacía. No había ningún indicio de que nadie hubiese estado allí recientemente.

Hacía tantos años que no veia aquella puerta que Troy dudó un instante si era la correcta. Al fin y al cabo, ¿quién pasaba por alli a menudo, más que el conserje? Pero debía ser la puerta correcta, no tenía tiempo para seguir buscando. Para su satisfacción, las escaleras de bajada acabaron con todas sus dudas.

Bajó con suma precaución, atento a cualquier obstáculo, vivo o no, que pudiera esconderse en la oscuridad. Finalmente la encontró, la caldera que jamás cumplió su función correctamente, ahora igual de fría que las aulas que debía haber calentado en el pasado. Comenzó a mirar por todas partes, en todos los rincones.

- ¿Sid? -preguntó en un susurro.- ¿Sid? ¿Troy? Ehh... -dudó un instante al intentar recordar el nombre del hijo de Halle.- Stu... Stev... Steven. ¿Steven? ¿Sid, dónde coño estás?

Era imposible. Empezó a ponerse algo nervioso, pero pudo controlarse lo justo como para no empezar a gritar a pleno pulmón. Se detuvo un instante y respiró hondo, intentando pensar. Volvió a revisar cada palmo del lugar de forma casi compulsiva.

La salida era en principio, más que la salvación de Charlie, una especie de mirador desde el cual podría valorar qué hacer a continuación. Estaba herida y todavía le temblaban las piernas, pero se había salvado, otra vez, y confiaba en disponer del tiempo suficiente como para reunirse con los demás y alertarles sobre lo que había ocurrido, si es que ellos no se habían encontrado con Stark ya.

Charlie pasó por al lado del cuerpo de Allison evitando fijarse demasiado en los detalles. No le sorprendía, pues no era el primero, pero sí sentía ese "deja vu" que le perseguía en todo aquel asunto. Esta vez no se sentía cobijada junto a sus amigos, sino tremendamente sola, pero quizás por todo lo que había vivido estaba menos preocupada acerca de lo que pudiera ocurrirle. No deseaba morir... pero como hacía un instante, estaba dispuesta a aceptarlo como parte de lo que le tenía reservado el destino.

Después de todo, nunca, o muy pocas veces, le había ofrecido algo bueno.

Estaba a punto de salir cuando oyó aquellos pasos acercándose y sobre todo, el sonido metálico que podía deberse tanto al roce de una puerta como a alguna clase de arma. Eso hizo que se detuviera y mirara a su alrededor en busca de algún lugar en el cual esconderse. Charlie no tenía de ninguna clase de armas y con su herida, e incluso sin ella, no estaba preparada para escapar. Realmente, tenía muy complicado salvarse si el que estaba al otro lado de la puerta era Erik Stark.

Ante la duda, cogió el libro que Allison llevaba y lo esgrimió como arma, mientras se asomaba para ver de quién se trataba

Ahora veremos si la pluma es más poderosa que la espada, pensó, colocándose en un lateral a la puerta.

Troy se empezó a poner nervioso. No daba con nadie en aquel sótano y estaba convencido de que los niños tenían que estar allí dentro. Llamó a Sid, al hijo de la otra Sid e incluso recordó el nombre del hijo de Halle. Pero nadie respondió. No podía creerse que aquel lugar estuviera vacío, así que se intentó calmar sin mucho éxito y volvió a revisar todo el lugar palmo a palmo.

Entonces se percató de algo. Un sonido. Como un golpe transmitido por las tuberías. Guardó silencio unos momentos para ver si lo volvía a escuchar y durante un par de segundos que parecieron enormemente largos se hizo el silencio. Luego el sonido volvió, más fuerte. Localizó la tubería por la que estaba sonando y la siguió hasta una de las salas cerradas del sótano. La tubería se colaba en el interior por una pequeña apertura en el techo. Troy intentó abrir la puerta pero estaba cerrada con llave. Se dio cuenta de que, al contrario que las otras, carcomidas por el oxido, aquella parecía más nueva, en mejor estado. Sin duda habría algo importante allí guardado. Se preguntó como era posible que no se hubiera dado cuenta antes. 

No tenían ni idea de dónde se podía haber ido Troy, pero sí sabían que no podían aguantar mucho más tiempo allí. De hecho, tener que curar y atender las heridas de Jonathan ya les había hecho perder demasiado tiempo. Jim propuso salir del lugar cuanto antes, pero a Halle aquella idea le convencía poco. No podrían ir muy lejos cargando con Jonathan ellos dos solos. La mejor opción era llevarlo a algún lugar seguro.

Mientras se decidían, Halle sacó el móvil para comprobar que no había cobertura. Conseguir una mejor línea para le telefonía móvil, e incluso para telefonía tradicional, era una reivindicación histórica de Birchmont que los sucesivos alcaldes se habían comprometido a subsanar pero que jamás había mejorado ni un ápice. En cuanto llegaba una tormenta de invierno, las redes se caían o funcionaban a trompicones y las averías eran constantes. Halle no logró que su teléfono diera tono.

Entonces se dieron cuenta de algo.

Había alguien en el fondo del pabellón, en la zona de mayor penumbra. Una silueta que los observaba desde la distancia, probablemente llevase rato allí pero no se habían dado cuenta hasta ese momento, y fue como si les llamara en el silencio. Era delgada, con una figura femenina, de pelo largo que en las sombras en las que se ocultaba daba la sensación de ser oscuro, sus ojos brillaron y la mujer alzó un delgado brazo apuntando a la puerta por la que habían entrado. Parecía una advertencia. Entonces la puerta se abrió de golpe y Hannah Stark apareció allí, con su afilado cuchillo.

El sonido que Charlie había escuchado se asemejaba al de unas cadenas, pudo reconocerlo tras escuchar en silencio y prestar atención. Le pareció extraño y se asomó lentamente desde las escaleras. Pudo ver la puerta del instituto, y una silueta de un hombre alto y fuerte que estaba pasando las cadenas a través de los tiradores de las puertas con intención de bloquearlas. Cuando el hombre se giró descubrió el rostro terrible y cuarteado de Erik Stark tras una barba postiza y un traje navideño de Santa Claus.

El terror la llevó a refugiarse en las escaleras y aplastarse contra la pared de la barandilla lo más fuerte que pudo con la esperanza de que aquella masa asesina no le viera y pasara de ella. Las pesadas botas resonaron en el pasillo alejándose y Charlie pudo escuchar otro sonido, algo más chirriante: el del hacha de Stark paseándose por la pared mientras se alejaba. Afortunadamente se iba de allí, aunque Charlie pudo notar que su corazón le golpeaba el pecho con tanta fuerza que temía que la delatara.

No quería creérselo, pero allí estaba el mismísimo Erik Stark, entrando por la misma puerta que habían usado Charlie, Halle... y Allison, como si fuese atraído por ella. Charlie no entendía cómo era posible que de todos los caminos que había para escoger, habían entrado por el único en el que estaba Hannah y por el que estaba ahora llegando Erik. ¿Era solo mala suerte o es que sabía que estaban allí?

Mientras se aplastaba y contenía la respiración, Charlie sopesaba sus posibilidades de sobrevivir. Si hubiese estado Hannah por allí cerca, quizás hubiera podido recitar lo que Allison les había escrito y acabar con ellos, pero ahora tenía a uno y no a la otra, y temblaba tanto de pies a cabeza que no hubiera sido capaz de pronunciar dos sílabas seguidas con sentido.

Solo deseaba que Erik pasase de largo y ella pudiera salir de allí. La única arma de la cual disponía era un pesado libro y no es que fuese a servirle demasiado.

Pero una duda apareció en su cabeza. ¿Y los demás? Si Erik estaba allí, ¿significaba que había acabado con ellos y que ella era... la última? No, no podía ser. Charlie negó con la cabeza en silencio y se tapó la boca para evitar sollozar y hacer ruido, pero en cuanto pasara, iba a salir a toda velocidad de allí. De ninguna manera iba a permanecer en aquel lugar esperando a que Hannah la rematase con su cuchillo o Erik con el hacha.

Ella sola no podía acabar con los dos.

Halle no se sorprendió por la falta de cobertura. Siempre estaban igual en Birchmond. Ese era otro motivo por el cual odiaba visitar aquel lugar en invierno y prefería que sus padres fuesen a Nueva Jersey. Pero todo cambiaba en la vida y ella jamás pensó que la suya fuese a dar aquel vuelco en aquel viaje, en una sola tarde.

Con el sheriff con algo más de tiempo de vida, no quedaba más remedio que ocultarle o mejor ocultarse todos y esperar al matrimonio Stark para cantar aquello y acabar con ellos de una vez por todas y es que Halle sabía que sin cobertura y con ellos por el edifico, lo mejor era mantenerse juntos y esperar, ellos no tardarían en encontrarles.

Y entonces vio a aquella figura en la oscuridad. Trató de distinguirla al tiempo que su corazón se aceleraba pues inicialmente pensó que era Hannah Stark, pero cuando vio que señalaba hacia la puerta se dio cuenta de que no era ella, puesto que la real aparecía en ese momento por allí.

Halle maldijo en silencio no haberla visto antes, pero ya nada podía hacer, salvo una cosa. Si iba a ayudar, si podía hacerlo... - ¡Ayúdanos! ¡Trae a Stark! ¡Te vengaremos! ¡A ti y a todos los que murieron aquí! ¡Como mi querida amiga Hellen! - Las lágrimas saltaron en los ojos de Halle a recordar la muerte de su amiga.

Luego pareció volver a la realidad.

- ¡Jim! ¡Está aquí! ¡Hay que entretenerla! ¡Tienen que estar los dos y no podemos dejar a Jonathan aquí en medio! - Y ella estaba tan cerca... demasiado cerca. Eso quería decir que Charlie no lo había conseguido, solo les había dado algo más de tiempo, nada más... un tiempo que no les sirvió para prepararse para ella.

Siguiendo un extraño instinto más que a su razón, Troy buscó y rebuscó por aquel condenado lugar como si mantenerse ocupado de aquella manera fuera a prevenir que perdiera la cabeza. Entonces lo escuchó. Se quedó muy quieto, deseando con todas sus fuerzas que no hubiese sido su imaginación jugándole una mala pasada. Y casi cuando así iba a creer que era, volvió a escucharlo. Comenzó a buscar el origen del ruido, poniendo una mano en la pared y las tuberías, hasta que llegó frente a aquella curiosa puerta. "Qué imbécil", se dijo a sí mismo por no haberse dado cuenta antes de aquel detalle. Había encontrado el sitio, estaba seguro. Esos sectarios hijos de puta habían encontrado un buen escondite, y Troy estaba listo para entrar y arruinárselo, pero justo cuando se arremangaba dispuesto a patear la puerta, tuvo un ligero momento de genialidad y decidió acercar la oreja para intentar percibir qué había al otro lado.

La calma se rompió en mil pedazos cuando aquella delgada y difusa silueta, que no habían visto hasta el último momento, señaló la puerta; Hannah Stark era tan aterradora como su marido, y aunque un cuchillo parecía menos impactante que un hacha, se daba cuenta perfectamente que no era menos mortal. Al verla, Jim palideció por el miedo, una sensación que se acrecentó cuando su compañera se dirigió a la sombría figura que les había avisado como si fuera, se dio cuenta tarde, nada menos que un fantasma. Asesinos psicópatas a los que la muerte no detenía, espíritus atrapados de víctimas pasadas, aquello era peor que cualquier pesadilla que hubiera tenido, que cualquier cosa que hubiera podido imaginar. Y Halle no solo quería que se quedaran allí en lugar de salir corriendo, sino que entretuvieran a la mujer muerta y aguantaran hasta que llegara su marido, para hacer frente a los dos. La simple idea le hizo reír por lo bajo, desquiciado ante lo absurdo que parecía todo, mientras las lágrimas le caían por las mejillas.

—No vamos a sobrevivir —dijo en voz baja—. A Jonathan le queda poco, Allison está muerta y seguro que Charlie está muerta. Si aparece Stark es que Troy también. ¿Qué vamos a hacer nosotros? —El terror, el sentimiento de indefensión habían podido con él. O casi.

En un momento de lucidez, se dio cuenta de que él seguía vivo; no sabía por qué ni si se lo merecía, pero así era. Tenía una oportunidad y con eso bastaba. Buscando volver a la realidad, se dio un guantazo así mismo, lo cual le despejó de inmediato.

—Separémonos, esto es grande, no podrá ir a por los dos a la vez. A lo mejor logramos que dude un momento y nos da el tiempo que necesitamos. —No esperó respuesta y él mismo empezó a alejarse hacia uno de los lados del gimnasio, manteniendo las distancias con Hannah. Mientras lo hacía, comenzó a gritar, esperando que el eco del vacío instituto atrajera al otro. No pensó en lo que estaba haciendo, o sin duda le habría fallado la voz—. ¡STAAAAAAARK! ¡VEN A POR NOSOTROS!

Al colocar su oreja contra la puerta metálica, Troy pudo escuchar el sonido con mayor nitidez. Alguien estaba golpeando la tubería, no le cabía duda de ello. Era un golpeteo rítmico, con golpes más cortos y otros más largos, y formaban una pequeña secuencia que se repetía.

«POM, POM, POM, PAAAM, PAAAM, PAAAM, POM, POM, POM»

No le cabía duda de que era alguien quien estaba haciendo aquellos ruidos al golpear la tubería, pues ella por sí sola no mantendría un ritmo tan constante en el estado en que se encontraba, además el agua o el vapor, fuera lo que fuera que la recorría, no daba esos golpes tan contundentes. Y Troy dudaba de que aquello hubiera funcionado bien en los últimos años. De hecho, dudaba de que alguna vez en toda la historia hubiese funcionado como era debido.

Hannah Stark tenía un aspecto horrible. Además de tener la piel cuarteada y endurecida como si fuera de cuero viejo, al igual que la de una momia, su labio inferior colgaba dejando a la vista los dientes amarillentos y el hueso de la mandíbula inferior. Su pelo por el contrario no parecía el de un cadáver, parecía haber recuperado vigor por el hechizo, al igual que sus ojos inyectados en sangre que mantenían una mirada fija y cargada de odio en los dos únicos ocupantes de la habitación. Su lengua también se había recuperado, la pudieron ver cuando cogió el cuchillo manchado de sangre fresca y lamió el filo con un brilló sádico en la mirada.

A continuación echó a correr hacia Halle, cuchillo en alto. Dirigió una mirada a Jim que corría alejándose de Jonathan gritando el nombre de Stark pero no cambió su rumbo. Por alguna razón eligió primero a Halle, tal vez para acabar lo que había empezado antes. En un abrir y cerrar de ojos, con una velocidad increíble, se plantó frente a ella con el cuchillo en mano, dispuesta a asestarle una puñalada.

Charlie esperó a que Stark se fuera de allí, y por fortuna no le dio por subir las escaleras porque la hubiera descubierto indefensa y con la única protección de un pesado libro contra la afilada hacha del Santa Claus. Y Charlie tenía claro que por muy grueso que fuera ese libro no iba a ser una defensa muy efectiva contra la fuerza bruta de aquella bestia monstruosa. Esperó hasta que los pasos se alejaron por uno de los pasillos y después esperó un poco más. No se atrevió a salir hasta que fue completamente seguro.

Se dirigió entonces a la puerta de salida del instituto y comprobó que estaba bloqueada con unas cadenas y un grueso candado. ¡Aquel desgraciado los había atrapado allí! Y Charlie sabía que aquella no era la única salida del instituto, pero no le extrañaría que Stark hubiera bloqueado también las otras. Probablemente lo hubiera hecho antes de que ellos llegaran, dejando sólo la de la entrada principal. Se le pasó por la cabeza que era posible que aquello fuera una trampa en la que habían caído como polillas atraídas por la luz. Ahora, junto a su mujer, de la que Charlie ya llevaba un recuerdo en su piel, se cobrarían su venganza de aquel fatídico baile de Navidad diez años atrás.

Charlie se preguntaba si los demás estarían vivos. Hannah Stark la había dejado allí tendida en el suelo, creyendo haber acabado con su vida, y había ido tras Halle, ¿la habría alcanzado? Y no sabía qué había sido de los chicos. Llevaban ya demasiado rato sin noticias de ellos. Entonces, Charlie giró la cabeza hacia las sombras del instituto y pudo ver una silueta la observaba desde la distancia, probablemente llevase rato allí pero no se había dado cuenta hasta ese momento, y fue como si le llamara en el silencio. Era delgada, con una figura femenina, de pelo largo que en las sombras en las que se ocultaba daba la sensación de ser oscuro, sus ojos eran como dos luces grandes que ocupaban gran parte de su rostro y su cuerpo adoptaba una postura alicaída. Por alguna razón le recordó a Allison. La silueta alzó una mano y señaló una puerta que había a espaldas de Charlie, sino recordaba mal era la puerta que daba a un pasillo que finalizaba en el gimnasio. Cuando volvió a mirar a la silueta, ésta ya se había desvanecido.

La inseguridad que sentía Charlie ante la soledad en aquellos pasillos era solo comparable a la desidia que había dominado su vida en los últimos tiempos. Por algo se había encerrado en su casa y apenas había salido; era el lugar más seguro para ella, el único en el que nadie podría hacerle daño y en donde había decidido suicidarse lentamente a base de carbohidratos y telebasura.

Pero ahora estaba en un ambiente diferente; una vez salías, se exponía a quedarse atrapada por uno u otro motivo y en aquel caso, había sido el pasado quien había creado una densa tela de araña de la cual no podía salir.

Charlie tenía el convencimiento de que su resistencia no duraría demasiado; había salido otra vez con vida, milagrosamente, de un nuevo ataque, pero cada uno le acercaba más al último, ese del cual no podría escapar.

Así que al mirar a su alrededor y ver que estaba sola, tembló, llena de miedo, hasta que aquella silueta apareció y le señaló la puerta que tenía a sus espaldas. No era como la de Stark, sino que transmitía una sensación diferente, más clara y por algún motivo, confiable.

-¿A-Allison? -susurró, como si quisiera asegurarse.

Pero igual que había aparecido, se desvaneció, quedando únicamente la decisión de seguir por donde le había señalado o no.

La alternativa era seguir el camino de Halle, así que tomó aire y abrió la puerta. El gimnasio no sería su lugar favorito pero en aquellos momentos, si la figura no le había engañado, quizás le llevase hacia donde estaban los demás.

Ahí detrás había alguien, no cabía duda, y cuanto más lo escuchaba, más se convencía Troy de que los sonidos se repetían una y otra vez. Apenas unos segundos más tarde lo comprendió: Alguien estaba enviando un SOS a través de la tubería. El pulso se le aceleró ante la seguridad de que Sid y los demás niños estaban tras aquella puerta y dio unos pasos atrás, dispuesto a lanzarse contra la puerta para echarla abajo. Pero fue al colocarse en posición de embestida que algo le incomodó en el bolsillo. Le sorprendió, porque había dejado caer prácticamente todas sus pertenencias hacía unos momentos, y al meter la mano se encontró con un pequeño objeto metálico. Lo sacó y lo observó como si acabara de ver un fantasma. La llave de Tom. Tomó aire profundamente y se acercó a la puerta, introdujo la llave y la giró.

- ¿Sid? -susurró tras asomar la cabeza por la puerta.