Partida Rol por web

El grupo se separa, al parecer cada uno tiene planeado hacer algo durante el resto del día. Xabier le indica a Cristina que la acompañará a dar un paseo alrededor del hotel y luego visitar el spa.

Gastelu hará su trabajo integrándose en el hotel y conociendo más a la gente, su don de gentes le ayudará. Trillo decide inspeccionar el hotel y memorizar planos e instalaciones. 

Observas las instalaciones y de momento no ves los mejores sitios para plantar explosivos, deberías acceder a zonas privadas ya que seguramente las vigas maestras o contrafuertes están en esos lugares. 

Además está el tema de los explosivos, aunque Gastelu pueda proporcionarlos necesitarás material para cargas secundarias. Sobre todo si quieres que el edificio se venga abajo llegado el momento. El sitio más probable es la cocina, las bombonas industriales de propano que suelen usar en los hoteles poseen una presión y un gran poder de destrucción si son bien usadas.

Camináis por el exterior del hotel, andando tranquilamente disfrutando un poco de las pocas horas de luz que hay en estas latitudes y en estas fechas.

- Cristina, a veces lo que tenemos que hacer para el bien de la misión es cruel. Es un mal menor por un bien mayor, es difícil que te acostumbres en poco tiempo a esta vida. ¿Estás preparada para esto?

No había pensado en que en la torre hubiesen operadores civiles. La había imaginado como una sencilla torre con dos guardias o cuatro como mucho. Nada de trabajadores en su interior, así que las palabras de Trillo al respecto me fulminaron de inmediato. Necesitaba ese paseo más que nunca y más que eso, necesitaba salir a correr por el bosque, dejando que la bestia controlase mis pasos y aullarle a la luna para descargar todo aquello que sentía.

Pero no podía hacerlo. Aquel hotel era más de lo que parecía y había gente peligrosa en su interior al igual que una gran mayoría de inocentes. ¿Qué culpa tenían los que iban a ganarse el salario de las guerras secretas entre paises? ¿Y los que habían ido de vacaciones o de luna de miel? Era todo muy duro y complejo a la vez. Yo no era una asesina aunque mi otra piel pudiese indicar lo mismo. No era una agente especial... simplemente era alguien a quien le obligaban a hacer aquello y enfrentarse a su propia moral rompiendo incluso sus propios ideales.

Solo de pensar en ello se me revolvía el estómago y me entraban ganas de llorar. Así que salí al exterior. Quizás el frío me hiciese encontrarme mejor o puede que ver el paisaje que rodeaba a tan hermoso lugar me hiciese pensar en otras cosas, como por ejemplo que aquel sitio sería un bonito lugar para morir. Pero Silva no me dejó sola y pronto su voz se puso sobre el crugir de nuestros pasos sobre la nieve.

- ¿Qué hará si le digo que no lo estoy? - Le pregunté deteniéndome en seco y mirándole fijamente a los ojos. - ¿Dispararme con balas de plata hasta que deje de respirar? - Estaba dolida por todo aquel asunto. ¿Aún no se habían dado cuenta de que no quería matar y que si odiaba mi condición era porque sentía la necesidad de oler la sangre y sentirla deslizarse por mis garras? - No quiero acostumbrarme a esto. No quería ser lo que soy... si estoy aquí es porque no tengo más opciones si quiero seguir viviendo. No soy un soldado, señor y menos aún una asesina. No tengo entrenamiento para nada de esto y lo que me piden va en contra de mi moral.

» Huyo de mi primo, un humano... alguien a quien podría destrozar por completo cambiando de forma. No dejaría ni un solo hueso entero y sería libre de él. Pero... no puedo... - Mis ojos sintieron con fuerza el frío del exterior al humedecerse con las lágrimas que estos generaban. - No seré un impedimento para la misión, pero tampoco seré la mano que ejecute a nadie salvo en defensa propia... si es que no me matan antes, pues por si no lo sabe, no se ni pelear.

Que un muerto viviente te diga que si dejas que te coma la empatía, acabarás como un cadáver, tiene bemoles. Pero como la cosa no iba con el vasco, éste prefirió no intervenir. Estaban condenados a trabajar juntos y no quería reñir con, probablemente, el más poderoso del grupúsculo español. Aunque la buena de Cristina tampoco le parecía una mindundi. Joder, si había algún mindundi en aquel teatrillo era precisamente Gastelu. Vaya follón.

─A mandar ─se despidió el "estilista bilbaino", dispuesto a seguir con su tapadera y, si todo se torcía, quien sabe si dedicarse profesionalmente a cortar pelo para suizos. Suiza era un lugar bonito, ordenado y muy lejano para el régimen que tanto odiaba. Pero Ainhara... joder, estaba atrapado.

Habiéndose enterado de que el resort disponía de piscina climatizada, spa y sauna, Gastelu se dirigió felizmente a cumplir con su obligación de pasar desapercibido, como un cliente más del lugar. Además, esos lugares disfrutaban de algunas ventajas singulares, como impedir que la gente fuera armada, vestida o aparentando nada más que pertenecer a su etnia y/o cultura. Gastelu pasaría por un macarrilla español, aunque no muy sureño (por el tono de piel) y los japoneses, si es que iban por ahí, cantarían la traviata, a parte de ir desarmados, cosa que el vasco podía remediar rápidamente en caso de necesidad. Casi se diría que los rusos eran más preocupantes. Por otro lado, sus escasos conocimientos de lenguas extranjeras iban a suponer un cortapisas, pero si había alguien capaz de saltarse esos problemas con ingenio y desparpajo, ese era el bueno de Gastelu.

Pues nada, a ver quién se encontraba entre largo y largo de piscina, sudando a 50 grados de temperatura o bajo los relajantes chorros del spa...

Xabier escuchó tus argumentos, con calma y en silencio. No te interrumpió a pesar de que le diste motivos para la interpelación. Esperó a que terminaras y luego sonrió al ver que lágrimas caían sobre tus mejillas. Pero todavía no habló aún estuvo callado unos minutos mientras caminabais en completo silencio y luego te contestó:

- Si pudiera te mandaría de vuelta a casa, diría que has cumplido con tu parte y que has pagado tu deuda con España para que te dejaran en paz pero el problema es que no sé si ellos te dejarían en paz sabiendo que eres especial. - hace una pausa y tras observar si hay alguien observando te comenta - Pero no puedo enviarte a casa, si hay suerte y nuestros compañeros consiguen recuperar el virus en el tren podremos pasar unos días tranquilos y volver. O podrías quedarte por aquí...no parece mal sitio para vivir...pero si fracasan vamos a tener que recuperarlo como sea, y tendremos que hacer cosas que no nos gustan.

Seguís caminando hasta que Xabier encuentra un banco de su gusto, en un mirador con vistas a valle nevado. Se respira tranquilidad y no se escucha nada salvo el ulular del viento.

- Yo ya estoy acostumbrado a obedecer ciegamente tras tantos años en el ejército pero aquí no estoy porque me lo hayan ordenado, si no porque hay millones de vidas en juega si cae en malas manos. Uno de nuestras mentes brillantes le da por jugar a ser Dios sin pensar en las consecuencias y nosotros tenemos que limpiar el estropicio...No es muy justo pero es lo que toca. Sé que cumplirás con lo que te pida, e intentaré que no se nada que vaya en contra de tu naturaleza...y tranquila no tengo pensado destrozarte con balas de plata...tampoco es que las tenga. - sonríe y luego cambia de tema para hablar de tu primo - ¿Tu primo no es como tú? Pensaba que toda tu familia sería cambiaformas, o eso fue lo que le entendí a Corso aunque el cabrito no es muy de fiar con la información. Se hace demasiados líos...creo que le vendrían bien unas vacaciones y a ti hablar con él, sabe esconderse muy bien y podría ayudarte. Es el mejor en lo suyo...

Entras en el spa a disfrutar de un merecido descanso a pesar de que tienes que cumplir con tu misión. En la zona de agua caliente observas que hay una especia de zona a gusto de los japoneses. No está prohibida la entrada a esa zona y puedes observar allí a parte de la comitiva. Hay un individuo que llama tu atención porque a pesar de estar en el agua lleva parte del cuerpo recubierto de vendas, por las anos que no las tiene ves que ha sufrido seguramente quemaduras de tercer grado muy severas. Parece ser alguien importante porque el resto escucha lo que dice con atención aunque no entiendes ni una palabra ya que están hablando en su lengua.

Enfrente de ese grupo está un joven pelirrojo con una cicatriz en la cara, es japonés aunque parece ir por libre. Es delgado y de complexión frágil en apariencia aunque te da la impresión de que su apariencia es su principal arma, todo el mundo lo subestimaría.

Ante tu llegada se mantienen en silencio unos segundos peor luego comienzan a hablar aunque bajan el tono de voz un poco. Te han evaluado a ver si eras un peligro pero por tus pintas parece que en tu caso tu apariencia también es un arma a usar.

- Pero ellos me prometieron que... que nadie me volvería a molestar... ni los del Vaticano ni ellos... - Dije a Silva con incredulidad, redescubriendo la verdad del Régimen que se mantenía en mi país. Si ya antes tenía muy mala imagen de aquellos cabrones, las palabras de Silva solo hiceron abrirme los ojos de nuevo ante las mentiras de aquellos hombres. Si no estaba muy contenta con la idea de hacer volar el hotel, aquel jarro de agua fría no me hizo más que hundirme un poco más.

Había perdido las ganas de todo, pero seguía escuchando las palabras de Silva, buscando quizás algo de luz en todo aquello. - Entonces espero que logren su cometido y que no llegue todo aquí... ya... sabes. - Dije poco convencida incluso de volver a casa. La verdad era que no tenía ni a donde volver.

Entonces fue cuando Silva preguntó por mi maldición. - No se como serán los demás. Solo puedo hablarte de mi línea. En nuestro caso, solo estaba destinado al primogénito varón y el legado se transfería por mordisco. Y ahora te preguntarás en porqué yo y no mi primo...

» Mi padre y mi tío eran gemelos... pero mi abuelo eligió no por "el primogénito" sino por quien sería digno de llevar la sangre del lobo en sus venas, así que le pasó el legado a mi padre. Eso trajo las envidias y divisiones familiares y más aún cuando mi tío fue padre... teniendo a un varón y años después naciese yo, hija única. Mi primo conoció la historia y... desde entonces piensa que el legado es suyo. De hecho pensaba que mi padre se lo daría a él por la tradición del primer varón. Pero cuando se enteró de su muerte y de quien cargó con lo que para mí es una maldición... mi pesadilla no hizo más que empeorar. - Sonreí al escucharle hablar de Corso. - No le conozco lo suficiente, pero fue un oasis en el desierto y me abrió la puerta a algo que no creí que existiese: más como yo.

En la mirada del japonés delgaducho puedes ver sangre, es sin duda un asesino despiadado. Su mirada es de las que hielan la sangre aunque por suerte no parece hacerte demasiado caso. 

El resto de los japoneses pasan olímpicamente y es una pena que no puedas entender el japonés porque seguramente estén hablando de algo importante por las precauciones que están usando. Parece que su conversación podría ser interesante para el equipo.

- La orden cumplirá su palabra, es lo único que les queda. Mi abuelo perteneció a ella y creo que mi padre también... - hace una pausa seguramente rememorando a sus ancestros - Pero yo decidí no vincularme con ellos aunque respeto su legado, quieren recuperar el antiguo reino aunque creo que no será posible sin sangre y más con una forma de gobierno como la nuestra... - notas que no lo llama dictadura aunque parece pensar que lo es. - Eso sí no te fíes de lo que diga el gobierno, De la Cierva y pocos más mantienen su palabra...el resto son políticos que desean permanecer en sus puestos. Así que ten mucho cuidado... - notas que es un aviso serio.

Escucha tu relato y luego comenta:

- Si tu padre te lo legó a ti seguramente no fue por tradición, puede que por responsabilidad. Tu primo parece no respetar lo que ha deseado el cabeza de familia...ten en cuenta que si te eligió es por algo importante. Quédate con lo positivo no con negativo y no lo llames maldición, considéralo un legado y búscale un provecho...un uso justo. Por ejemplo salvar miles de vidas humanas como esta misión...

Revisa de nuevo vuestro alrededor por si hubiera oídos desconocidos por la zona y te comenta algo de Corso que desconocías:

- Corso es alguien especial, no es un humano corriente. Por eso puede que te sientas cercano a él y que te comprenda perfectamente, a sus padres los buscaron durante muchos años los servicios secreto de nuestro país por la capacidad de su padre. Decían que era capaz de prevenir los ataques de cualquier rival que tuviera enfrente, da igual lo que hiciera porque siempre se anticipaba...y claro eso es básico en los supersoldados que siempre han intentado crear. - hace una pequeña pausa para tragar saliva ya que parece haberse quedado seco por el frío que hace - La verdad no sé si aún seguirán vivos, Corso nunca habla de ellos...entiendo que fallecieron seguramente. Sé que su padre fue miembro de la Orden pero poca cosa más...Corso no habla demasiado de los suyos ni de sí mismo.

Luego te pregunta por tu futuro próximo:

- ¿Qué planes tienes al volver? Si es que regresamos con vida claro...sé que estabas por Arga. ¿Volverás allí?

Mientras inspeccionas el hotel ves a un grupo interesante, son rusos sin duda por su acento y su forma de vestir. Es un grupo numeroso, al menos treinta individuos. No puedes discernir entre ellos si están los cabrones que ayer os dieron caña pero es bastante probable que sí. Algunos sin duda son militares por porte y forma de moverse y comportarse. 

Trillo apretó los puños. Comunistas, esas malditas ratas autoritarias que mataron a tantos de sus amigos como los malditos fascistas. Si no hubiera sido por su ambición ciega habrían podido ganar la maldita guerra. Además dos de aquellos hijos de puta le habían dejado caer un infierno de fuego de artillería la noche pasada. Trillo no olvidaba esas cosas, y no iba a dejar pasarlo. Discretamente, se sentó a una distáncia prudencial de la comitiva, desde donde ver sus idas y venidas y se puso a leer su novela de detectives. Aunque pasaba las páginas, poco caso hacía al contenido, ya que en realidad estaba pendiente de sus objetivos.

Interesante o no aquella conversación estaba dándose en un idioma que sólo ellos hablaban, así que Gastelu bostezó, se tiró un pedo (que seguramente pasaría desapercibido, sólo una burbuja en el agua) y salió de allí dispuesto a vestirse y volver a su habitación para vestirse adecuadamente. O al menos eso pareció. En el baño más próximo se vistió de camarero y se dispuso a echar un vistazo interno a las instalaciones. Puede que hubiera algo oculto en el propio hotel y era bueno que él se enterara antes que otros.

Notas algo en uno de los integrantes, uno de ellos tiene algo que te resulta familiar. Puede que sea su porte claramente militar que has detectado a leguas pero hay algo que te recuerda a un antiguo conocido de los tiempos convulsos de cuando te "ganabas" la vida en las calles de tu Barcelona natal. Era un miembro de las muchas bandas que poblaban la ciudad condal en la era del plomo.

Su nombre te viene a la mente como un puñetazo: Radchenko. Era un comunista de primera ola, un auténtico creyente. Un maldito hijo de puta de los que el fin justifica todos los medios. Mató a muchos inocentes colocando bombas orsini, era un buen fabricante de explosivos si mal no recuerdas.

Aunque no debería ser posible que fuera aquel viejo conocido aunque viendo tu situación todo es posible.

Te vistes de camarero y pasas al interior de las instalaciones, notas mucha seguridad. Cámaras de vídeo en todos los pasillos y muchos guardias de seguridad que se quedan mirándote al verte pasar.

Trillo se escondió de la vista. Dudaba que tras tantos años ese hijo de puta fuera a reconocerle, al fin y al cabo, si él lo hacía era solo porque Radchenko era un cabronazo de marca mayor y porque había pasado el tiempo alejado de la gente. ¿Como había llegado hasta esta época? ¿Acaso era un puto vampiro? ¿Un viajero en el tiempo? O quizá era como él... la idea de que hubiera más gente como él era enervante. Sin su férrea ideología, fácilmente se habría podido convertir en el peor tipo de tirano. Alguien sin ningún escrúpulo como Radchenko, seguramente lo habría intentado. 

Que ingénuo había sido, pensando que si se apartaba del mundo este no vería los horrores de los que era capaz alguien como él. Debería haber sabido que los tiranos siempre hacen lo que sea para poder ir más allá. Ya no era una cuestión de libertad, sino una cuestión de zanjar ese asunto.

La pregunta de Xabier te hace pensar en qué contestar.