Partida Rol por web

Soyu y Shihöyu te observan, luego se miran sin hablar y finalmente te miran de nuevo, una vez que has deshecho la fusión.

Soyu cambia el peso de su cuerpo a la otra pierna.

- Vale. Sip. Eh... ¿Y cómo dices que podemos hacer eso?

-Concentráos. Encontráos en los ojos del otro, quizá os ayude. Debéis focalizar vuestro reiatsu y transformarlo. Conseguir que sea exactamente igual que el del otro. Y proyectarlo.

-Pongamoslo con colores...imagina que tu reiatsu es amarillo y el de Shihöyu es azul. Tú debes lograr que tu reiatsu sea parte amarillo y parte azul. Y él que sea parte azul y parte amarillo. Profundicemos un poco más. Tu reiatsu es 100 de amarillo y el suyo 100 de azul. Tenéis que conseguir los dos, 50/50 de amarillo/azul.

-Y proyectarlo hacia el otro. Unirlos...de manera que todo vuestro reiatsu pase a ser verde. Y no será 100 verde...sino 200 verde. ¿Lo entendéis? Vuestro poder aumentará.

-No va a ser fácil. Si hay más reiatsu de cualquiera de los dos, la transformación será demasiado humana...o demasiado tigre.

Serios y concentrados Soyu y Shihöyu se miran. Pasan unos segundos y... empiezan a partirse de risa, revolcándose en el suelo. Yoruichi suspira. Va a ser difícil que esos dos risueños se miren durante más de cinco segundos sin estallar a carcajadas.

En el segundo intento, ya secos y doloridos de tanto llorar, aguantan más mirándose. Y el efecto es que la fusión se produce, pero es más bien Shihöyu quien se queda a dos patas y tiene tetas humanas junto al pelo de Soyu. Una imagen que más que tenebrosa es patética.

Tercer intento. Ahora hay parte de ambos, pero no es una fusión muy completada. Pues por delante está la cara de tu hija, pero por detrás está la del tigre.

Cuarto intento. Fusión prácticamente perfecta. Es Soyu con partes felinas y mirada peligrosa. Su pupila se ha convertido en la de los gatos, tiene cola rodeando la cintura*, garras gatunas y sus movimientos son completamente felinos. El problema es que aguantan poco fusionados.

Aún así, lo fliparon.

Soyu:-¡Wau!

-Nada mal enana, Shihöyu. Pero debéis mejorarlo.

Les sonrío.

-Y sobre todo que no os pase hacer mal una fusión en medio de un combate...eso puede ser peligroso.

- Lo entrenaremos todos los días, ¿verdad, chico?

Shihöyu asiente con la cabeza pero ahora no quiere seguir. Se acerca a ella buscando mimos.

- A partir de mañana.- la chica te mira y sonríe. - Por cierto, si Shihöyu está aquí y tenía que vigilar a otto-san para que no haga esfuerzos... ¿quién está con él?

Miro a Shihöyu.

-Cierto. ¿Ya se lo has encasquetado a Atila? Con razón no me llevó mi Splash! sabor chumbo. Atila te permite muchas cosas...es un padrazo. ¿Eh?

-Bueno, regresemos. Me apetece una ducha.

Según vais a la ducha, Yoruichi se une de nuevo a tu hombro.

- Oi... oka-san... ¿qué hace ahí el capitán Kempachi? Y... ¿no está un poco como un garbanzo?

Se nota que la vigilancia ha aumentado desde que lo ordenaste. Los shinigamis van en grupos de más, abarcan más zonas y se toman su momento de trabajo muy en serio. Cuando pasas a su lado te saludan de forma muy formal y con muchísimo respeto.

-Zaraki está entrenando. Antes de los exámenes le puse una sencilla elección. O aprendía a usar su zanpakutoh...o lo mataba. Fue algo bastante ajustado pero...las Zanpakutoh son nuestros compañeros. La de Zaraki lo quiere y lo aprecia como las nuestras a nosotros...aunque jamás hayan hablado. Aunque él siempre la haya llamado inútil, y la haya tratado mal.

-Ella sencillamente...jamás ha podido hablarle porque él nunca ha necesitado escuchar nada. Su reiatsu siempre ha sido tan tremendo que nunca ha necesitado ayuda.

-Hasta que se ha visto con la certeza de morir...en ese momento que ha sabido que todo su poder no podía evitar la muerte. Que necesitaba ayuda...entonces, por primera vez, escuchó la voz de su compañera.

-Ella le salvó.

Las miro a ambas. Sonriendo.

-¿Os imagináis a un Zaraki Kenpachi en bankai?

Acabo deteniendome.

-Quizá debería darle descanso, hablar con él a ver que  ha conseguido.

Regreso, sola, con Kenpachi.

Cuando vuelves Zaraki continúa ahí, mirando y sosteniendo la zampakûto.

Al verte acercarte, por el sonido de sus pisadas, adivina que eres tú.

- Oi, Reena. El agua comienza a enfriarse.

Te mira bajando la espada hasta que se pierde debajo del agua.

Me siento frente a él, al otro lado de las termas, meto los pies y subo la temperatura.

-Puedes seguir si quieres, pero quizá debas parar y reflexionar. Dime ¿Has conseguido hablar con ella? Y si lo has conseguido...¿De qué habéis hablado?

- Esta baka solo me dijo su nombre. Justo cuando me iba a dar, ¿sabes? Me dijo " Zaraki yo soy ****". Pero lo olvidé. Fue momentáneo. Recuerdo su tono de voz pero no su nombre. Y no hay manera de que quiera hablar más. ¿Cómo lo haces?

Suspiro.

-¿Esta baka? Así...no vas bien. Zaraki, es tu mayor aliada. Ella es una parte de ti. Pero no es ninguna esclava, debes reconocerla. No es una baka. Es...ella. Con su nombre. Y sí lo recuerdas. Lo llevas dentro. Siempre has sabido su nombre, siempre. Pero nunca has reconocido que necesites aliados. Siempre has ido por libre...aceptando rivales como lo más parecido a amigos.

-Nunca te has permitido...sentir nada más que violencia. Excepto quizá con Yachiru. Yamamoto te puso en tu sitio...sabías que no podías pasarte de la raya o lo enfadarías de verdad...y solo por eso, por miedo, aunque no lo admitieses, te has mantenido como capitán.

-Eres fuerte...solitario. Solo has sentido dos cosas en tu vida. Violencia, la que provocas tú por lo general. Y miedo...a ser vencido. Pero eso no es cosa de ahora. Ahora, perder contra mi y morir...puede que te asuste pero, más te excita por el hecho de ser una pelea. Ese miedo viene de cuando vivías en el Rukongai. De cuando tenías que pelear para sobrevivir. Probablemente para proteger una simple esquina en la que dormir...un trozo de pollo, una jarra de agua.

-Eso te hizo fuerte. Muy fuerte. Eres tan fuerte que no necesitas ni siquiera Shikai para ser capitán. Pero a pesar de elo, eres el capitán más débil. No se trata solo de poder, Zaraki. Ser el "kenpachi" de una generación, es un título vacío. Te reconocerán como el más fuerte, sí. Infundirás miedo. Pero la verdadera fuerza de un capitán, está en sus subordinados. En la confianza en ellos.

-Todos los de la onceava darían su vida si se lo ordenases. Creen en tí. La mayoría son brutos descerebrados que solo saben dar golpes con su espada. Exáctamente como tú. Siguen la filosofía de sencillamente ser salvajes. Si se parasen a pensar un poco...verían que tú no darías tu vida por ellos. Verían que no confías en nadie ni aprecias a nadie.

-Sabes que, en el fondo, es así. Quizá las excepciones sean Yachiru y Madarame. Él no te teme, te respeta. Cosa que puedes decir de muy pocos más. Y ella te conoce mejor que nadie. Ha conseguido entrar en ti.

-¿Cómo cambiar eso? ¿Cómo lograr que de verdad confíen en ti y confiar tú en ellos? Eso es algo que debes averiguar por ti mismo. Pero el primer paso, y eso lo tengo muy claro, es conocerte a ti mismo. Todo lo que tienes dentro. Y tu Zanpakutoh, es parte de ese todo.

-Después ¿Desprecias el Kidoh por que ves más divertida u honorable una pelea a espada, de cerca? Me parece perfecto. Pero no basta con aporrear con la Zanpakutoh. Entrena. Sigue la senda del kendo, o cualquier disciplina con espada. Y guía por ella a tus hombres. Perfecciona el arte del combate con katana. Enseña a tus subordinados. Se su maestro. Hazlos confiar en ti, confía en ellos. Hazlos tu familia.

-Sí, familia. ¿Qué puede hacerte más fuerte que el miedo a perder a una hermana o a una hija? Por eso soy lo que soy. Yoruichi, Soyu...no las perderé nunca. Pero no solo ellas. Soi Fong. Byakuya. Toshiro. Rangiku. Kaori. Ritsuko. Kasumi. Ukitake. Yumichika.

Continúo diciendo nombres de shinigamis, todos de su divisón, la 11ª.

-Todos ellos. Todos los shinigamis, son mi familia. No quiero perderlos A ninguno. Y para eso debo ser poderosa. El único camino para lograrlo, es conociendome a mi misma. Mi zanpakutoh se llama Kâryu. Tiene dos formas, una masculina y una femenina, por que tiene dos hojas. Mi hollow interior se hace llamar Aneer.

-Me conozco. Sé lo que soy y lo que quiero ser. Eso es lo que debes averiguar y conseguir. Piensa en ello...y el nombre vendrá a ti.

Me levanto, medio sonrío.

-Vaya charla te he dado ¿Eh? Pensarás..."Menuda baka". En fin, mantente en la cascada, intenta concentrarte y pensar en lo que he dicho. Pero cuando uno de mis dragones venga con comida, sal del agua. Come, y duerme. Mañana volveremos Unohana y yo. Ella es más sabia que yo. Te podrá ayudar más.

Comienzo a alejarme de nuevo.

-Es un poco aburrido no poder pelear en serio contra tí ¿Sabes? Te has quedado debilucho...espero que ella pueda ayudarte a mejorar.

Apoya la mandíbula en la mano recién sacada del agua.

- Psé. Debilucho dice. Reena no baka...

Y aún así sabes que te ha escuchado y que solo es una máscara en la superficie de un hombre deseando tener contacto con algo más que un simple trozo de metal. Lo volverá a intentar en cuanto te vayas.

Al llegar a la primera, creo un dragón y le doy una bandeja con bastante comida y una botella de Splash! sandía. También una toalla y unas mantas.

-Llévaselo, y quédate con él. Quen o se marche...y si nécesita calor, dáselo. Echa a cualquiera que vaya a buscarlo.

Le doy unas palmadas en el cuello. Es curioso como puedo crear tantos dragones y todos, aunque son "yo" tienen una personalidad algo distinta.

Entonces ya si voy a la ducha.

¿Dónde me esperarán para cenar?

Cuando terminas la ducha ves que ritsuko te ha traído varios informes principalmente invitaciones para cenar:
De yoruichi, de mizu, de toda la primera, de matsumoto, de lisa, de kyoraku.

Acepto la de Mizu, hace mucho que no hablo con ella. Declino las demás con unas amabes palabras de disculpa y una promesa de que otra noche será.

Cenáis en la novena, solas y cenando la cantidad de comida que la propia Mizu se ha encargado de hacer como afición culinaria.

Está feliz de que hayas aceptado su invitación.

- ¡Bienvenida de nuevo a la novena, sotaicho! ¿Qué tal estás?

Sorío abrazándola.

-Me alegra verte contenta. ¿Sabes? aquella vez, tras el ataque Quincy, odie que lloraras.

Comienzo a comer.

-Ser sotaicho implica muchas cosas...pero bueno. Las acepto de buen grado. Háblame de ti, de tu vida ¿Qué te ha pasado todo este tiempo? ¿Y que tienes con Hiraishin?

- Todo bien, taicho. Seguí entrenando duro. Ahora que te ibas quería ser yo quien ocupase tu puesto y continuar con tu forma de llevar las cosas. Pero... bueno, Hiraishin también quería optar al puesto. Nos enfrentamos. El combate estaba igualado. Y podría ganarle en cualquier momento, ¿sabes? El problema es que, aunque él no lo sepa, me dejé ganar. Porque si yo le ganaba no podría estar con él y la verdad es que me interesaba bastante. - ríe, divertida.- Y así, siendo él kotaicho... empezamos a salir. ¡Pero es tan estúpido! En serio taicho, no puedo creer que un familiar tuyo sea así. ¡Se deja llevar por cualquiera! Y, aunque luego no hace nada, me fastidia que hable de otras. Vale, no tenemos nada importante, aunque ciertamente podríamos tenerlo, pero... a veces me dan ganas de vencerle de una vez y decirle que no estaré con gente más débil que yo.

Sonrío.

-Mizu, véncelo. Y sal con él. Lo quieres...da igual que sea más débil o no. Además...a lo mejor te sorprendes, es un Shihöin después de todo, quizá es más fuerte de lo que piensas. Y ponlo celoso hablando de otros si él habla de otras.

Le guiño.