Partida Rol por web

Sonríe.

- No sé, taicho. Si le venzo... tú no saldrías con alguien más débil que tú y te va bien. Ya sabes...- se pone algo colorada pero no en exceso.- ...que te admiro, taicho. Además, dejaría en evidencia a tu familia y tomarías venganza.- te guiña un ojo y te saca la lengua.

-No seas tonta. Eso es lo que digo siempre así me quito de tonerías con gente que no me interesa. Pero tu quieres a Hiraishin. Además, ¡Serías oficialmente parte de mi familia!

Sigo comiendo.

-Esto está muy rico.

Ríe divertida por tu confesión.

- Ajajá, así que la sotaicho no siempre será una mujer solitaria... está bien, le daré una oportunidad, pero antes tengo que vencerle. Lo que pasa es que ya es capitán y si quiero su puesto tendría que matarle. Un gran inconveniente.

Come de los tallarines.

- ¿Te gusta? Me alegro. Nunca fui muy buena cocinera, pero Roy es bastante bueno, así que me ha enseñado.

-No si le convences de que renuncie. O de que se una a la primera. Si es como mi hermana no le gustarán demasiado las responsabilidades...o puedes ofrecerte a hacerle lo que quiera por una noche si primero renuncia a ser capitán.

-Pero antes de eso, véncelo. Si puedes.

- De acuerdo taicho. Lo haré. Perdón, sotaicho. No acabo de acostumbrarme. ¿Sabes? Soyu se parece muchísimo a ti. Tiene ese mismo sentido del humor, algunos "tics" parecidos y la misma mirada. Ha crecido mucho, ¿eh?

-Sí que ha crecido, sí. Será increible cuando desarrolle todo su potencial, ya lo verás.

Sonrío.

-Y que se parezca a mi solo la hace más genialosa buhahaha.

Termino la cena.

-Bueno, creo que debería irme...seguro que tengo informes que rellenar y tal...

- Tú nunca descansas, ¿eh, taicho? En fin. Veré de paso si el taicho quiere algo de mí.

Te envuelve lo que ha quedado de cena, que no es mucho, para que te lo lleves y piques cuando tengas hambre. Te acompaña hacia la puerta y luego, tras saludar a los cuatro vigilantes, cierra de nuevo. ¿Seguirá tu consejo?

Regreso a mi despacho. Y miro a Atila.

-¬¬ Trahijidor, no me llevaste el Splash! ¬¬

El perro te mira y entonces baja la cabeza hasta llegar al suelo y coloca las patas delanteras encima de la cabeza, tapándose los ojos mientras solloza un poco.

En la mesa de escritorio tienes una nota.

No duermo hoy aquí.

                                  Soyu.

-Tenteikura. ¿Cita con Hitsugaya? ¡Usad protección! Jajajaja.- corto la conexión antes de acercarme a Atila, aún riendome al imaginara Soyu escuchándome y poniendose como un tomate de pronto.

-Vamos, llorica. ¿Qué te pasó para que no lo trajeras? ¿Shihöyu te convenció para que te encargaras de Byakuya?- Le acaricio el lomo antes de ir a mi cama y palmear a mi lado. -Anda ven aquí.

Lo abrazo con cariño.

-Atila...mi más antiguo amigo. ¿Siempre cuidarás de Soyu verdad? Aunque yo falte...

El perro te da un pequeño lametón en la mejilla, asegurándote de que siempre cuidará de Soyu y que no piensa separarse de quien le pidas. Con un pequeño suspiro que mueve las puntas de tu pelo cerca del hocico del perro, Atila se duerme a tu lado.

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Día siguiente.

La primera tarea que tienes pendiente es el entrenamiento con Unohana y Kempachi. Atila duerme aún con la cabeza apoyada en tu brazo.

Lo dejo dormitar pese a despertarlo al levantarme. Me doy una ducha y cojo una palmera para desayunar, y bajo al lugar del entrenamiento.

¿Qué ocurrirá hoy?

Unohana llega al mismo tiempo que tú. Kempachi está sentado en el borde, con los pies metidos en el agua.

- Nos movemos. Aquí ya no hay nada que hacer. La segunda fase del entrenamiento tendrá lugar en un sitio que preparé.

Se da la vuelta y Zaraki empieza a seguirla, aún con su zampakûtoh apoyada en el hombro, como siempre hace. Parece... ¿menos mellada?

Vais a la cuarta división, al jardín que en estos momentos está desierto. Y os señala a un pedazo hoyo con kilómetros de profundidad.

- Quiero que bajéis ahí y que Zaraki medite para entrar en el mundo de su zampakûto. Y quiero que tú, Reena, toques también la zampakûto y contactes con ella. Será difícil al principio, pero no imposible. Una vez dentro del mundo de la zampakûto de Zaraki, ayúdalo a que haga lo que tenga que hacer. Quiero que presencies todo. ¿De acuerdo?

-De acuerdo. Pero si hay problemas aquí fuera...baja a buscarme. Y dile a Soyu lo que hago, que no se preocupe si no aparezco en un par de días.

Comienzo a bajar.

-Vamos Zaraki.

Al llegar al fondo, me siento.

-Venga, concentrate. No debe existir nada más que tu zanpakutoh...entra a su mundo.

Toco la hoja, concentrandome en acceder también.

Después de horas y más horas esperando a que Zaraki conecte de una vez con su zampakûto. Dándole de vez en cuando alguna colleja para que no desespere, la zampakûto te habla.

Yo soy Keiken*. Entra, Zaraki Kempachi, a conocerme.

Al momento os veis transportados al interior de la zampakûto. Un mundo destrozado, lleno de nubes oscuras, rayos, volcanes en erupción. Y frente a vosotros, Hakai.

Zaraki:- JE... míralo. Si mola y todo.

Keiken:-Me has tenido encerrado en este mundo destruido durante mucho tiempo, Zaraki. ¿Por qué vienes a mí ahora?

Zaraki te mira.

Zaraki:- Será mejor que respondas tú. Tienes más labia.

Lo miro unos instantes.

-Como quieras, pero deberías ser tú quién respondiese.

Miro a la zanpakutoh.

-Yo solo estoy aquí como guía...esto es algo que todo shinigami debería hacer por sí mismo, con el tiempo. Pero...no disponemos de tiempo. Y Zaraki es...especial.

-Él no te ha tenido encerrado aquí. No conscientemente. Él de verdad pensaba que no eras más que un palo afilado...jamás escuchó tu voz. Nunca lo necesitó. No se dió cuenta que su propio poder ahogaba tu voz...como una tormenta apaga una vela.

-Pero el otro día...una tormenta más intensa que él, lo hizo pararse. O quizá el peligro te hizo gritar mucho más. Y al fin te escuchó. Y ahora quiere conocerte. Y, a su modo, disculparse.

-Pero todo eso ya lo sabes, le conoces mejor que nadie.

- Ya veo. Todo por las prisas, ¿eh? Estoy cabreado Zaraki. ¿Quién te piensas que eres para pensar que eres más fuerte que yo? ¡¿EH?!

Desenvaina la zampakûto.

- Luchemos como nunca has luchado, Zaraki Kempachi.

-Adelante Zaraki. Lucha con él.

Observo a la zanpakutoh.

-Aunque, tendrás que mojorar o vas a perder.

Me aparto, se que he enfurecido a Kenpachi con esas palabras, y su zanpakutoh ya lo estaba de antes...pobre del que pillasen en medio.

Y el combate comienza...es como ver a la misma persona...pero como si los separase un espejo. Uno descontrolado, salvaje. Sin método. SImple fuerza bruta. El otro, pese a mostrar el mismo nivel de poder, o quizá algo menos, controlado hasta el milímetro. Ningún movimiento es excesivo o se pasa de la medida justa.

El verdadero poder llega de la combinación de la fuerza bruta y la disciplina. Igual que una gema en bruto es valiosa pero cuando es tallada y pulida...gana mucho valor.

Keiken derriba a Zaraki una y otra vez. No es que él no reciba golpes...los recibe, y son tremendos. Pero la mera potencia no es suficiente para tumbar a ninguno de los dos.

Al menos la potencia que pueden alcanzar ellos ahora mismo.

Pero los golpes de Keiken llegan en los momentos exactos y los lugares precisos.

Podría considerarse un combate igualado, con una ligera ventaja para Keiken. Hasta que comienza a usar técnicas. Es entonces cuando zaraki se ve superado por completo.

Sus golpes ya no pueden atravesar el reiatsu de Keiken, unido a las defensas que levanta. Los golpes que da ahora además causan una explosión de reiatsu.

Puede hacer "vibrar" su reiatsu de forma que parece afectar a los reflejos de Kenpachi...como sila presión de ese reiatsu vibrando fuese demasiado.

No puedes ganar aún, Zaraki.

Keiken:- Íos. Y volved cuando seas capaz de vencerme.

Zaraki, herido y en el suelo, se levanta, emocionado por el reto que le platean.

El viento os rodea y al instante estáis ahí abajo, en el hoyo que Unohana ha hecho rodeando las paredes de reiatsu.

Unohana:- ¡Súbelo, Reena sotaicho! Tendréis que descansar y sería mejor que os recuperáseis cuanto antes. La fase que viene es el entrenamiento con la espada...contra mí.

-Oe...yo puedo vencerte cuando quiera, Keiken...

Sin embargo ya estamos fuera.

-Un tanto engreido...

Subo a Zaraki como pide Unohana. Y lo cubro de mis llamas.

-¿Podrás manejarlo? Mmm tengo hambre.