Partida Rol por web

Tyrone, ¿qué sabemos del Medevac?, preguntó Maggie al verle llegar. De momento he conseguido contener la hemorragia, pero sin un cirujano y un bisturí eléctrico no hay nada que hacer.

James siquiera puede ir a echar una mano a Maggie ya que la situación con Kendrik y el mercenario le toma por sorpresa, como todo lo venía haciendo desde hacia rato en aquella noche. Junto con el grupo de fuego de Brooks corre hacia el área, fusil en mano y apuntando al frente, observando aquella situación, que incluso en aquel escenario es hilarante. Por suerte Kendrik parece estar vivo, no había caído en la cuenta de él hasta entonces, lo cual dice mucho de como le cae su amigo sureño y racista, el cual podría estar muerto y James nunca percatarse de tal detalle. Pero no piensa en eso, solo levanta el arma y apunta al mercenario que grita a sus compañeros, como personaje de una caricatura.

- ¡Quieto! - grita James mientras lo apunta, con el “pijama” puesto, las agujetas desatadas, y el fusil apuntando con a un sujeto al cual acaban de abandonar sus propios compañeros, a los cuales insulta mientras carga su arma en mano, de manera impotente. Una imagen de seguro cómica, pero que James deja pasar rápidamente al recordar toda la mierda de aquella noche, y en especial como se habían cargado a Santos minutos atrás. Aun escucha el grito en sus oídos, por lo que da un paso al frente, y vuelve a gritar la orden, pero ahora mas fuerte y decidido - ¡Quieto! ¡No te muevas, hijo de puta! - exclama mientras le apunta.

La aparición de la universitaria es oportuna, por no decir que es un auténtico faro de esperanza para Kendrik, que poco puede hacer ya. Aquella noche había salvado el pellejo gracias a un milagro, o dos. Había gastado toda su suerte aquella noche, de eso no cabía duda. Los mercenarios del coche se marchan, dejando al cabrón que le cogía solo, el cual suelta finalmente a Kendrik, que cae el suelo, boca arriba, tosiendo, tratando de recuperar el aliento. Mira a su captor, está distraído, y apunta a sus compañeros. Intentando aprovechar la oportunidad, y con todas las fuerzas que le quedan, se levanta de rodillas y le asesta un puñetazo al mercenario en la entrepierna, justo en los huevos. 

Tras examinar los exteriores, pude ver el Humvee. Ese era el objetivo al que llegar. Si creyera en Dios, rezaría para que esos cabrones no hubieses jodido la radio, ya que con las emisoras de corto alcance que llevábamos encima no íbamos a comunicar un carajo al centro de mando. Pero no creo en Dios. Creo que esos mamones de Blackwater pueden habernos jodido y tengo ganas de meterles el cañón de un Barrett por el culo mientras silvo "Dixie".

"-No sabemos nada de ese Medevac - le respondo a Maggie - Si quieres saber algo y salvarle las pelotas a tu chico, tenemos que llegar hasta ese Humvee y usar la radio- añadí señalando el vehículo."

Parecía que el camino había quedado libre de asaltantes, pero no era algo sobre lo que fuera a apostar mis pelotas. Con suerte Kendrik estaría ahí afuera, con el culo prieto y pegado al suelo y dispuesto a reventar cabezas. Quizá podría cubrirnos si su posición era buena. Cogí el MBITR y abrí el canal.

"-Kendrik - dije alto y claro - estamos en el exterior del hotel. Vemos el Humvee y necesitamos lleagr a él. Interrogativo. ¿Puedes cubrirnos?. Cambio."

Cita:

Maggie asiente y sonríe, enseñando mucho los dientes. Es evidente que la idea de enviar al otro barrio más mercenarios no le desagrada ni lo más mínimo.

Vale, es todo lo que dice. A continuación se cerciora de que el herido está a cubierto, empuña el SDR y se prepara para seguir las órdenes de su jefe de sección.

Antes de que Kendrik le pudiera contestar, Jackson escuchó el ruido del motor de un coche, y sus ruedas derrapando, mientras trazaba una especie de semicírculo, imaginaba, embocando la calle hacia arriba. Varios gritos se mezclaron entonces, de muy diferente cariz. La primera era de un tipo que no le sonaba de nada.

-¡Eh, hijos de puta! ¡No os vayáis sin mi!

La segunda, juraría que eral del polaco.

-¡Quieto! ¡No te muevas, hijo de puta! -dijo James.

Luego, sonó la voz de Brooks.

-¡Esos cabrones quieren escaparse, fuego a discreción!

Y luego, ráfagas de M249, M16 y M4, que convirtieron la noche en un caos.

Brooks vió la intención de la pickup, embocando la calle para largarse, y dió la órden.

-¡Esos cabrones quieren escaparse, fuego a discreción!

Sus hombres apuntaron, mientras el vehículo se escapaba a toda leche, y comenzaron a disparar con los fusiles de asalto, y uno de ellos se tiró al suelo para disparar con la ametralladora apoyada en el bípode, buscando joderle las ruedas con unas cuantas ráfagas.

En ese momento, mientras James apuntaba al mercenario y este parecía a punto de rendirse, con la pistola cogida con dos dedos, Kendrik, ciego de rabia, herido pero no muerto, se avalanzó sobre él, pegándole un codazo en el bajo vientre, para posteriormente acabar ambos en el suelo, con la pistola caída unos metros más allá. Enganchados a hostias.

Aunque, realmente, el mercenario solo intentaba defenderse de los puñetazos de Kendrik, con más ganas de rendirse que de pelear él solo contra un marine loco y otro en pijama que le apuntaba con un fusil de asalto.

Mientras, los muchachos disparaban al coche, que se alejó unos 50 metros. Las balas dieron en la chapa de la carrocería y los cristales, pero sin detenerlo. Brooks disparó su M203 contra la pickup, pero no acertó al coche, si no delante de él, a un coche aparcado, una vieja tartana opel, que se movió a causa de la deflagración. Eso hizo que el conductor de la pickup tuviera que pegar un volantazo, y el coche derrapó, quedándose atravesado en medio de la calzada.

Cuando empezaron a escucharse gritos, el ruido de un motor y toda una sinfonía de disparos, agaché la cabeza. Avanzando con precaución, traté de parapetarme para cubrirme de los disparos e intentar averiguar qué cojones estaba pasando ahí afuera.

Quizá se trataba de algunos de esos cabrones tratando de huir, y eso podía dejarme vía libre hasta el Cougar y la radio. Y siqueríamos sacar a Jonas, necesitaba esa radio.

Le hice una señal a Maggie para que se acercara, y con las manos le indiqué que iba a salir e iría cagando leches hasta el vehículo, por lo que necesitaba que ella me cubriera. Kendrik seguía sin responder a la comunicación por MBITR, así que no sabía si estaba vivo, muerto, herido o sordo. O quizá su emisor no funcionaba bien...

Ya no podía seguir esperando. Jonas sí estaba vivo, y si no perdía el culo por sacarle, quizá tendría que acabar recogiendo sus chapas de identificación.

James camina hacia delante, un poco a trote, junto con el pelotón de Brooks, los cuales andan hacia el vehículo que acaban de detener a tiros. Sin embargo James se detiene a unos pocos metros de en donde Kendrik y el mercenario ahora se dan de golpes como dos borrachos a la salida de un pub.

- ¡Eh! ¡Kendrik! - exclama, tratando de llamar la atención de su compañero, aunque no cree que vaya a tener ningún resultado, mientras de una patada aleja el arma del mercenario, la cual había caído al suelo, y evita así cualquier sorpresa - ¡Eh! ¡Vamos, idiotas, dejen eso, o le doy un tiro en el culo a cada uno! - exclama mas fuerte, aunque no muy en serio, mientras apunta con el fusil, principalmente al mercenario, a la vez que lanza un puntapié a la masa formada por aquellos dos hombres tensados en una pelea sinsentido, tratando de separarlos de una vez.

Kendrik se separa, con el puño levantado, que baja poco a poco, a medida que se incorpora. Se siente tentado de pegarle un par de patadas en las costillas al mercenario, pero se contiene. Justo cuando apoya los dos pues en el suelo se da cuenta de lo mucho que le duele todo, aunque, con todos sus esfuerzos, trata de mantenerse en pie. En un intento por caminar normal, va hacia el arma que la universitaria acaba de enviar a tomar por culo, para cogerla. Una vez armado, intentado sostenerse en pie, se gira hacia su compañero de unidad. 

-¿Que coño ha pasado?- 

Cuando Tyrone se asomó a la esquina de la tapia, mirando a la calle, vió una auténtica merienda de negros. Al fondo, un vehículo tipo pickup se había cruzado en la carretera, y ahora sus ocupantes, que estaban siendo ametrallados sin piedad por los marines de la escuadra de Brooks, salían por las puertas opuestas, parapetándose contra la chapa o tratando de huir a pie, cubriéndose para no ser blancos fáciles, como eran maniobrando dentro del coche. Al lado de éste, otro vehículo que le obstruía el paso, todavía humeante, quizá por una granada o algo similar.

Frente a la puerta, había una furgoneta hecha pedazos, con muertos y algún moribundo dentro, todos mercenarios. Unos metros más allá, Kendrik, hecho un ecce homo, se había agachado para coger una beretta caída del suelo, dejando a un mercenario vivo en el suelo, con la nariz sangrando, que Kaczynski tenía encañonado con la M-16.

Pero, lo más importante para el sargento, es que al otro lado de la calle estaba todavía el Cougar, aparentemente entero e intacto. Ahora tenía que llegar hasta él, y parecía que los mercenarios se estaban parapetando para devolver el fuego a los marines, y no dejarles que se fueran de rositas.

Los chicos de Brooks estaban entablando combate con un grupo de mercenarios quer trataba de huir, y a juzgar por el paisaje, esos cabrones estaban dispuestos a plantar cara. Iban bien armados, estaban preparardos y eran unos hijos de la gran puta.

En cualquier caso, parecía que Kendrik seguía vivo y tendría que seguir soportándole cuando abriera su jodida bocaza de sureño paleto. Y con él estaba James, que después de toda la mierda que le había caído encima con el fallecimeinto de su madre y sus pinceladas de desmotivación, aparentaba haber recuperado la natural agresividad del Marine de los Estados Unidos. O por lo menos, lo aparentaba de narices mientras encañonaba a uno de esos maricones de Blackwater con su M16.

En el otro lado de la calle esperaba el Cougar. Y quizá una radio indemne con mayor cobertura que los walkies de Mattel que llevábamos encima. Tenía que llegar allí, pedir refuerzos y evacuación para los heridos y los caídos. Pero entre esa radio y mi culo, había una calle y un montón de cabrones bien pagados dispuestos a meterme un poco de plomo en el cuerpo.

"Maggie... - le digo a la chica mientras le hago señas con la mano para que se acerque a mi posición - Voy a cruzar. Te toca ganarte el estupendo sueldo que el glorioso Cuerpo de Marines te ingresa puntualmente en tu cuenta. Tu objetivo es cargártelos a todos y no dejar que maten a un Sargento tan cojonudo como yo - añado con una sonrisa socarrona, sabiendo que Fitzgerald es una buena tiradora - ¿Hua?."

Sin esperar a la confirmación de Maggie, me agazapo y me acerco al punto en el que voy a perder la cobertura, dispuesto a salir para poder llegar al Cougar. Cuento con algunos puntos para cubrirme. La furgoneta triturada de ahí delante, el cuerpo de Kendrik disponible como escudo humano.... Coño, iba a ser un paseo...

"-¡Kaczynski! ¡Kendrik!- les grito y en cuanto me miren, les hago una señal con la mano, indicando que voy a salir en dirección al Cougar y que ellos me tienen que cubrir.

Maggie no se molesta en responder a Tyrone. Se tumba en el suelo, saca el bípode del SDR para más comodidad, y empieza a lanzar ráfagas de 3 tiros en dirección a los mercenarios, como si al día siguiente fueran a prohibirlo.

Mientras está en ello, se le ocurre una idea, y sin dejar de disparar grita: ¡Janet, trae tu culo negro para aquí y lanza un par de granadas de humo hacia el fondo de la calle, para complementar la cobertura de Tyrone! ¿No querrás que te lo agujereen en alguna parte vital, vedad?

Al fin la jodida familia feliz se había vuelto a reunir. Que alegría. Jackson llegaba justo a tiempo, una vez ya todo había pasado. Perfecto. Ahora solo quedaban unos pocos gilipollas que intentaban escapar, ya ni siquiera contraatacar. Lo más jodido ya había pasado. 

Aguantándose las heridas como mejor podía, apunto con la pistola, listo para disparar, parapetándose tras la primera cobertura o tirándose al suelo. Listo para cubrir el avance del resto de la unidad. Era justo en ese momento cuando necesitaba a Molly a su lado, y no una mierda de pistola. Pero aquello tendría que servir. 

Entre disparo y disparo, Maggie encuentra tiempo para decir en voz alta: ¡Kendrik! ¡No me digas que esos cabrones yanquis han sido tan cabrones de agujerear esa piel tan dura de confederado! Dame un poco de tiempo para quitaros de encima a los moscones, y te haré un zurcido que va ser la envidia de tus colegas del klan.

James ve y escucha todo lo que sucede a su alrededor, aunque le resulte confuso, y trate a la vez de no perder de vista al tipo que tiene encañonado, su “nuevo amigo”, pues no sabe que puede intentar el desgraciado. Sin embargo no hace oídos sordos a la orden de Jackson, por lo que apunta al otro lado de la calle, en donde están los mercenarios, y junto con sus compañeros comienza a abrir fuego de cobertura, sin fijar ningun blanco en particular. Sus disparos no son justamente precisos, pues mientras abre fuego se acerca al mercenario y se agacha sobre él, apoyando su rodilla sobre su cuerpo, esperando así poder tenerlo controlado y que no intente nada estúpido, aunque no encuentra realmente razón para estar haciendo eso y no corriendo como una niña asustada, posiblemente debido a que no piensa en absoluto acerca de lo que esta haciendo, tan solo pudiendo decirse a si mismo una y otra vez - ¡Mierda, mierda, mierda! - mientras aprieta los dientes.

Kendrik escucha los gritos de Maggie. Aún sin apartar la vista de los mercenarios, al fondo de la calle, y pegando un par de tiros al aire, y pese a aguantar el dolor apretando los dientes, no puede evitar sonreír. 

-¡Nada que unas dulces manos de Alabama no puedan arreglar!- Responde, sin salir de la cobertura. 

El sargento Jackson corrió como un rayo a través de la calle, mientras los casquillos de 5,56 volaban por las ventanas de expulsión de los fusiles de asalto, y las balas rasgaban el aire, algunas zurreando, otras en trayectoria tensa buscando blancos concretos. La calle se convirtió en un puto caos, especialmente cuando uno de los marines puso el SAW en modo de fuego automático, vomitando proyectiles como un energúmeno.

Los mercenarios se retiraban, más que atacaban, hasta que vieron que el negro cruzaba la calle en dirección al Cougar. El tipo de las barbas, con un MP5 en las manos, gritaba a los suyos, obligándoles a volver al combate, requiriendo un lanzagranadas para impedir que el sargento llamara por radio.

El mercenario que abrió el maletero para coger el lanzagrandas, fue alcanzado por Maggie, y el compañero que intentó tirar de él hacia atrás, disparado en el cuello por el polaco. Los hombres de Blackwater se vieron abrumados por el fuego enemigo, y uno a uno fueron cayendo, heridos los unos, muertos los otros. Hasta que Wallander, en persona, apuntando con el MP5 a Tyrone, que ya estaba abriendo la puerta del Cougar, acarició el gatillo con la mandíbula cerrada, buscando el disparo perfecto desde su cobertura perfecta.

Entonces, su cabeza explotó. Así, sin más. Luego sonó un disparo, como un eco lejano desde la azotea del hotel. Allí, el marine que sostenía el barrett todavía humeante comenzó a partirse el culo de risa, mirando a su compañero.

Webster se tumbó en el suelo de la azotea, boca abajo, mientras su pecho comenzaba a sufrir los espasmos de la risa, subiendo y bajando. A su lado, su compañero comenzó a reirse con él, con los prismáticos todavía en la mano. Abajo, el combate estaba llegando a su fin.

-¿Has visto esto, tio? ¿Lo has visto, joder? ¡Le he reventado la puta cabeza, macho! ¡Como si fuera un jodido melón!

Hizo el gesto y la onomatopeya, algo parecido a cuando explotaba un globo de agua.

-Ha sido la hostia, tio -dijo el observador de tiro.

El blanquito redneck dejó de reirse, asintiendo despacio con la cabeza. Luego, le ofreció el puño cerrado, más serio.

-Si, tio. Somos la puta hostia.

El observador de tiro chocó su puño con el de Webster, en señal de amistad. El sureño lo miró, sonriendo de nuevo. En ese preciso instante, lo había comprendido. En ese preciso instante, le daba exactamente igual que su observador de tiro fuera un puto negrata de South Central. Era lo mismo que él, de la misma calaña. Uno blanco, el otro negro. Dos muchachos de clase baja, perdidos de camino a la cola del paro y con un "ni lo sueñes" de boca del decano de cualquier universidad de su país. Dos cabezabotes entrenados, sedientos de sangre, drogas y flexiones.

Ahora eran marines de los Estados Unidos. Los nuevos marines.

La caballería tenía la mala costumbre de llegar demasiado tarde.

Tyrone había ayudado a meter a Jonas en el helicóptero del medevac, y a su lado estaba Kendrik, herido, pero sentado por su propio pie, con un pitillo en la boca (que le iba pasando a Jonas), y las gafas de sol ya puestas, a pesar de que apenas se veían en el horizonte las primeras luces del amanecer.

La columna de humvees y MRAP del acantonamiento había llegado, trayendo consigo a todos los mandamases del batallón, que lo mismo se llevaban las manos a la cabeza que se quedaban serios, echando ojeadas al negro mientras Brooks les relataba los pormenores de la agitada noche. Mientras Kazcynski, pegando una patada en el culo al último prisionero de Blackwater, lo subía en el 6 toneladas, maniatado y algo apaleado. No se merecía menos, aquel hijo de la gran puta.

Jackson se acercó a él, apoyándose en el humvee, y haciendo lo que no pudo en toda la maldita noche: colocarse el puñetero uniforme. Lo observó un momento, comprendiendo que el polaco había pasado su propio viaje iniciático, transformándose aquella noche. De ARMY, a marine. Aquella había sido su propia instrucción.

Entonces, cuando Tyrone se estaba abrochando la guerrera del BDU, el teniente Brown les congregó a todos, frente a la camilla tapada con una manta, con los muchachos del CASEVAC esperando para llevarse el cuerpo de Santos.