Partida Rol por web

Kendrik inspiró a fondo, respirando el aire de su querida y amada tierra de Alabama, como si el mismo oxígeno de aquél lugar fuera especial, fuera mejor que el del cualquier otro lugar. Sentía como si sus pulmones se llenaran de una pequeña parte de aquél lugar. El tractor hacía mucho ruido, pero no importaba. Aquél viejo cacharro les había dado muchos años de servicio, y los que todavía le quedaban. Sonrío a su madre, alzando la mano, mientras se acercaba con el tractor. 

Realmente... Aquella era una buena vida... Pero faltaba algo... 

La granada de Maggie rebotó contra la pared de enfrente, en el pasillo. Antes de que explotara, el pasillo comenzó a llenarse de humo, y las últimas ráfagas de los asaltantes se mezclaron con la explosión y el haz de metralla, que penetró en alguna de las paredes "de mentira" del hotel, sin herir a nadie por mera fortuna. Lo que si escucharon todos, fue el grito desgarrador de Santos, y como los disparos cesaron por parte de los asaltantes.

Segundos después, cuando un breve silencio presagiaba lo peor, se escucharon voces alarmadas en su propio idioma, y carreras al final del pasillo, bajando las escaleras. No habían hecho más que asomarse cautamente cuando un haz de luz, procedente de la misma esquina, estalló de súbito, con un gran estrépito y una humareda extraña, que se mezclaba con el humo del bote que habían lanzado hace poco. Los oídos pitaron un poco, pero afortunadamente y gracias a las paredes, nadie había quedado fuera de combate. Era una granada flashbang, pero parecía que la habían cagado al lanzarla, sin duda a causa del humo y la confusión. De momento, la suerte estaba de su lado.

Cuando Tyrone se asomó al balcón, cauto, comprobó que el acceso al contiguo era bastante fácil, apenas un salto de medio metro en horizontal. Pero en ese mismo momento, se dió cuenta de que no había sido el único que había tenido esa idea. Pillados in fraganti, dos hombres vestidos de negro con chalecos antibalas se descolgaban por la pared desde el techo, haciendo rappel, con los fusiles de asalto en la espalda.

Uno de ellos se había percatado inmediatamente de su presencia y cortó la caída, girando un poco sobre su eje para encarar al negro, y buscando atropelladamente sacar la pistola de su cartuchera táctica de pierna.

Las voces de la realidad se mezclaban con las de la bruma del sueño. Mamá estaba sonriente, frente a él en la mesa, y el bistec del plato estaba tierno y jugoso. Pero, cuando le miró, dijo algo muy extraño, y su voz no parecía la suya, si no de un hombre:

-Parece que hay problemas en la extracción, jefe, no se bien que demonios está pasando.

Parpadeó y se vió a si mismo tumbado en el suelo frio de una pickup, con hombres armados nerviosos, mirando hacia adelante, a uno que tenía un portátil. En el siguiente parpadeo, su madre le estaba mirando con una sonrisa, aunque denotando preocupación. Ahora si, su voz le correspondía.

-¿Pasa algo, Jonathan? -preguntó.

 Maggie reptó por el suelo del pasillo, apuntó bien el SDR y empezó a enviar ráfagas de 3 disparos, espaciadas dos segundos, hacia el fondo del pasillo de donde había venido el ataque, mientras Jonas se preparaba para hacer lo propio cuando ella agotara el cargador.

Mientras tanto, y aprovechando un descenso del ruido ambiente, Maggie, con un volumen de voz que la sorprendió a ella misma, rugió: ¡Infantería de Marina de los EEUU! ¡Cesen el fuego y depongan las armas inmediatamente!

Jonas estaba con el arma preparada, cubriendo a Maggie,  dispuesto a abatir a quien cojones estuviese allí, fuesen paramilitares, insurgentes, los mismisimos Rangers o el puto presidente. Fueran quienes fueran estaban abriendo fuego contra ellos y no podía permitir que sus compañeros muriesen.

- ¡Ríndanse y nadie saldrá herido!... ¡Sean quienes sean esto debe de ser un terrible error por su parte! ¡¿Quien está al mando de esto?! - Esperaba que no solo parecieran tropas americanas, sino que tuvieran también sus costumbres, y más en un asedio... Al menos sabrían quienes eran sus mandos.

James se lleva la mano a la cara, enceguecido por la granada aturdidora, mientras se vuelve a meter dentro de la habitación, a cubierto, y de fondo suena el grito desgarrador de Santos en el pasillo. No puede evitar tropezar y caer de culo sobre la alfombra de la habitación y quedarse ahí, un poco aturdido, recuperando la vista de a poco y viendo como el lugar se llena de humo. Tras el grito de santos tan solo puede oír un pitido en sus oídos, aunque se vaya haciendo mas leve a medida que pasa el tiempo – ¿que mierda...? – se dice a si mismo mientras sacude la cabeza. La granada le había caído cerca y lo a dejado mas tonto de lo que esperaba, aunque logra recuperarse, y es entonces cuando escucha los gritos de sus compañeros en el pasillo. Al menos por ahora no se escuchan mas disparos.

- ¿¡Que es esta mierda!? - grita desde su lugar, con dificultad, mientras se vuelve a poner de pie y toma el fusil reglamentario nuevamente - ¿¡Acaso tienen que tener turbante para que les disparen!? - agrega, claramente enojado con sus compañeros, demasiado “conciliadores” en aquella situación, algo que podría sorprender de James... - ¡Eh, Santos! – llama a su compañero mientras asoma la cabeza con cuidado hacia el pasillo, tratando de tener contacto visual. Por la forma en la que habla (o grita) y por como se mueve, se puede entender que James aun se encuentra un poco aturdido. Quita el seguro al arma y coloca una bala en la recamara, de manera torpe, pero que los que estén cerca puedan notarlo - ¡Eh, Santos! - insiste.

Kendrik mira extrañado a su alrededor, confundido, a su alrededor, procurando fijarse en algún detalle de entre los presentes. No obstante, aquello fue solo un instante. Su madre volvía a estar ahí, sonriente. 

-Amh...- Por un momento, pareció descolocado. Algo no encajaba. No obstante, sonrío. -No... No creo. ¿Donde están papá y July?- Preguntó, al ver que su padre y su hermana no estaba allí con ellos. 

Cuando el humo se disipó, tras los gritos, James pudo entender por qué Santos no respondía. Su cuerpo se encontraba tendido en mitad del pasillo, inmóvil y vuelto de espaldas, sobre un charco formado por su propia sangre. Al aumentar la visual, pudieron ver como las escaleras estaban ahora vacías, y que el enemigo parecía haberse replegado hacia abajo, pues se oía movimiento en la planta inferior.

Iban a tomar la iniciativa cuando, desde la habitación de Tyrone, se escucharon dos ráfagas de M16 desde el balcón, seguida por la voz de Janet, a grito pelado:

-¡Jackson, una flashbang, al suelo!

Carreras, la cristalera del balcón cerrándose de golpe y estallando segundos después. Ahora, se escuchó la voz del negro.

-¡Alguien a la habitación del plumilla, emboscada, enemigos en fast-rope por la pared del patio!

La voz de mamá se distorsionaba a veces, como captando ecos de otras conversaciones, las que escuchabas en la consciencia:

-Tu padre ha ido al rancho de Tom, a... ¡Joder, esos cabrones han eliminado a Myke y Byz Lat, esto se nos está yendo de las manos!... Tu hermana está en casa de su amiga Peggy Sue, ya lo sabes.

El rostro de su madre se distorsionó entonces, como un viejo televisor, y su cara cambió hasta convertirse en la del mismísimo Billy Webster, que le miraba con su mandíbula prognática.

-Te han capturado unos hijos de puta, Jhonny. ¿Quien demonios son?

El rostro, tras otra nueva distorsión, volvió a convertirse en el de su madre, pero ahora su voz era la de aquel mercenario de blackwater con el que habían compartido mesa y le había enseñado su tatuaje.

-No existen los ex-marines, o eso me decía mi sargento.

Una voz que ahora le sonaba extrañamente familiar, como si la hubiera oído en un ramalazo de consciencia en aquella pickup. Un presentimiento cruzó su mente, cuando se acordó de que los mercenarios hicieron pocas preguntas, pero entre ellas destacaba una: si estaban o no protegiendo al plumilla.

Jonas se preparó para seguir a Maggie hasta el cuarto del Plumilla:

- Vamos nena, tenemos trabajo que hacer... - Dijo poniendose en marcha en postura semiagachada una vez la flash hubo hecho efecto y ya tenía luz verde para pasar.

En postura semi agachada avanzó fusil por delante, para poner seguro al tipo antes de que su cuarto fuera una carnicería en hora punta. Maggie le seguiría para cubrirle las espaldas, armada, eufórica y sexualmente incompleta tras el momentazo de los tipos de Black Ops desconocidos. La escena le hubiera hecho reir de no ser por lo de Santos, que les hizo ponerse serios. Alguien habia ordenado el ataque, y tanto él como sus perros estaban de mierda hasta las cejas si alguno de su unidad conseguía ponerles las manos encima.

James sale de la habitación tal cual como esta, apenas llevando los pantalones, las botas desabrochadas, y una camiseta, siquiera tuvo tiempo de prepararse para todo aquello. Lleva el fusil entre las manos apuntando al frente, alerta. La cabeza le da vueltas, pero se puede orientar, aunque aquello no sirva de mucho. Quienes sean los que les están atacando, están por todas partes, y parecen tener la situación cubierta – mierda, mierda, mierda – dice por lo bajo mientras sale de su habitación y mira el panorama que hay en el pasillo. Sabe que su prioridad es el plumilla, pero a la mierda con él, Jonas y Maggie parecen tenerlo cubierto, y de no ser así le daría completamente igual. Se acerca rápidamente hacia donde se encuentra Santos, tendido en el suelo, inmóvil, mientras no deja de apuntar hacia el hueco de la escalera, esperando alguna sorpresa en cualquier momento. Cuando llega a la posición del soldado caído se inclina sobre él para ver su condición mas de cerca – Vamos, Santos, mierda... - dice por lo bajo, esperando a que este le responda.

James, la escalera, señala Maggie sin palabras a su aturdido compañero. ¿Aún respira?, pregunta al ver que se ha detenido junto a Santos.

Caminando hacia atrás mientras Jonas avanza hacia la puerta de la habitación del plumilla, Maggie comprueba mentalmente cuántas balas quedan el cargador de su arma, y recarga.

Una vez junto a la puerta grita: ¡señor Cochran, apártese de la puerta y de la ventana!, y hace la señal a Jonas de dar la patada en la puerta.

Jonas tira la puerta de una sonora patada antes de ponerse a cubierto en el marco de la puerta y hacer un gesto a Maggie para entrar a la vez cubriéndose:

- Plumilla, ponte a cubierto, no dejes que te maten o nuestras muertes no tendrían sentido... ¡Vamos cojones! - Dijo de un grito antes de disponerse a entrar y acabar con todo lo que hubiera alli que no fuera el Plumilla.

Kendrik pone los ojos en blanco ante las respuestas de su madre, mientras coge los cubiertos y se dispone a atacar al filete desde todos los frentes con ansia. 

-¿Peggy Sue? ¿Es que nunca se cansará de estar allí?- Profirió una franca risotada. -Está más tiempo allí que en casa- Empieza a cortar un buen pedazo de carne, pero de repente ese pedazo de carne se convierte en un mango, y un gatillo. Es Molly, la tiene entre manos... No, ya no... Webster aparece, y le dice algo sobre haber sido capturado, por unos hijos de puta. Y algo acerca de... Y de repente... Todo empieza a volverse más real por momentos. ¿Blackwater? Había oído hablar de Blackwater, de seguridad privada... Aquél tipo del hotel... ¡Mierda!

-¡¿Pero que coño pasa aquí, Webster?!- Gritó, confuso, hacia la borrosa cara de su amigo. -¡¡¿De que carajo va todo esto?!!- Y de repente calló. El plumilla. Ese puto cabrón de mierda... ¿Y donde estaban los demás? La marica irlandesa, Jackson chocolate, el universitario y Maggie? Todo empezaba a acudir como un torrente de información, como si hubiera estallado una burbuja en la cabeza de Kendrik y de repente todo su contenido estuviera derramándose.