Partida Rol por web

Con su muy querida Molly en ristre, Kendrik solo observa con una expresión, mezcla de asco e indiferencia, al periodista, maricona demócrata que va de tipo duro, pero que seguro que se lanzará hacia la seguridad de sus espaldas, de los marines. Y por supuesto, se iban a meter en la boca del lobo, en una aldea llena de moros cuya única ansia en la vida era dibujar más muescas de americanos muertos en sus rifles AK. Pues de puta madre. Cuanto antes empezaran, antes acabarían. Tanta cháchara sobraba, como los helicópteros de apoyo. Por que a la hora de la verdad, lo únicos que contaban era ellos, sus armas y un buen par de cojones. Escupió en el suelo, pues sentía un extraño sabor en la boca. 

-Cuanto antes salgamos, antes acabaremos con esto.- Dice, y se encamina al Humvee. 

Atardecía en la piscina del hotel de la zona verde, como lo hacía en el resto de la ciudad.

La primera parada de su particular "viaje" había sido muy relajada, casi una nadería. Pararon en una zona céntrica, y mientras comían en el hall de un edificio de oficinas, el plumilla, junto al traductor y al sargento, hablaron con un par de tipos, al parecer antiguos trabajadores del museo nacional de Irak. Estos contaron cosas acerca del tráfico de obras de arte, y como la autoridad provisional de la coalición (organismo dirigiente de Irak por aquellos días), hizo la vista gorda al tema, facilitando incluso el acceso a la zona a unos equipos de Executive Outcomes, la compañía de mercenarios ya disuelta debido a varios escándalos bien pregonados en su día. También dieron otros nombres, nombres de autoridades irakíes, algunas de las cuales ya habían sido procesadas, y otras que al parecer detentaban cargos en el nuevo régimen.

Tras esta primera visita, pararon en el hotel*, y ahora la conversación parecía que iba a discurrir por cauces aún más pacíficos. De hecho, el plumilla y RJ entraron a solas a una habitación, para hablar con el contacto con el que habían quedado. Ahora los marines estaban esperando órdenes a la entrada del área de la piscina, mientras llegaba hasta ellos el olor de la carne a la brasa que estaban cocinando en el restaurante anexo, cuyas mesas de terraza estaban a la vista (donde había gente sentada, periodistas y contratistas). Había gente bañándose, aunque no demasiada. Una mujer, parecía asiática, con un hombre de la misma nacionalidad que estaba sentado en el borde, con los pies en el agua. Parecían reporteros.

Al otro lado de la piscina, habían unos tipos muy ciclados, que estaban gastándose coñas y haciéndose ahogadillas. Frente a ellos, en el cesped, unas toallas donde había unos chalecos antibala y fusiles de asalto. Sin duda, eran mercenarios, y por su manera de hablar, de casa.

Me acerco al grupo tras haber estado hablando con el plumilla. Falta poco para que anochezca y tal como suponía el periodista ha optado por recogerse en uno de los hoteles que frecuenta el personal civil extranjero. Y por supuesto, entre ese personal civil extranjero no faltan algunos americanos que por constitución, aspecto y forma de hablar van clamando a gritos que se dedican a la seguridad privada. Y es que Bagdad no solo está llena de Marines; además se ha optado por la contrata de mercenarios para garantizar la seguridad, algo que suelen hacer las empresas privadas, particulares e incluso el mismo gobierno.

No me gustan esos mercenarios. Los escándalos en los que se han visto envueltos y su implicación en varios "desastres" sin una resolución clara les han dado una fama, creo yo que merecida, que me hace recelar de su función y su trabajo. En todo caso, esos cabritos saben vivir bien con sus espléndidos honorarios, y no dudan en colonizar todos los hoteles que desprenden cierto halo de lujo y comodidad. Aquí no iba a ser diferente.

"-Chicos - les digo - el plumilla ha terminado aquí su jornada de pesquisas. Se acabó por hoy - añado - Además ha tenido la gentileza - digo con cierta sorna - de proporcionarnos alojamiento en el mismo hotel - menciono mientras saco del bolsillo y le smuestro las tarjetas de las habitaciones - Tenemos la opción de quedarnos y pasar la noche aquí... - añado sin demasiado ánimo en mis palabras."

La idea de permanecer fuera de nuestro acuartelamiento, equipados como vamos y con un montón de personal civil extranjero no me gusta. El hotel es un sitio envidiable, por supuesto, y desde luego que nos merecemos un descanso y algo de relax. Aun así, considero arriesgado permanecer aquí con la mente demasiado dispersa, bajando la guardia y rodeados de mercenarios de seguridad privada. A los yihadistas les encantaría mandar al infierno a unos cuantos extranjeros infieles. Son este tipo de cosas las que acaban saliendo en la CNN como trágicas noticias.

Aun así, entiendo que tras tanto tiempo en Irak, los chicos se merezcan unas "vacaciones".

Maggie arruga el ceño. Demasiado bueno para ser verdad.

¡Puff!, bufa. Vaya invitación a un coche bomba o a unos cuantos tiros de mortero. Casi preferiría patrullar a pie por Ciudad Sadr, al menos allí SABES que te van a disparar.

Por lo menos tendremos habitaciones contiguas y junto al plumilla, ¿no? Se me ocurre ponerle en una habitación en medio de las nuestras, y poner al menos dos guardias. Yo no creo que pueda dormir sabiendo que no hay un muro Bremer entre nosotros y el mundo exterior.

Y después continúa, sonriendo pícaramente: me pido compartir cuarto con Jonas. ¿Qué? ¡No me miréis así, me está ayudando a preparar mi solicitud para el MECEP!

Kendrik mira al cielo atardecer, sintiendo por un segundo, nada más que por un segundo, un pinchazo de añoranza en el corazón, a su casa, a los atardeceres en Alabama. Nadie se fija, pero de hacerlo, casi podrían jurar que incluso llega a sonreír por un segundo. Aunque enseguida vuelve a bajar la cabeza, para mirar alrededor, y volver a su ya conocida cara de asco, observando el entorno. Jackson llega, y les propone quedarse a dormir allí. 

-Se supone que estamos aquí para salvar el asqueroso trasero del plumilla, ¿No, Señor?- Dice Kendrik, con cierta ironía. -Si nos vamos a otro sitio, y se lo cargan esta noche, seguro que nos la cargamos. Si se lo cargan, pero estamos aquí, la culpa ya no será nuestra. ¿No? Yo no creo que tengamos otra opción.- Un sorprendente giro de lógica que sin duda es una variedad en la cabeza del sureño, que ha demostrado que es capaz de usar y no morir en el intento.

Cita de Maggie:

Luego miró a Maggie, y a Kaczynski. 

-Yo haré la guardia.- 

Al bajar el vehículo James se queda mirando la piscina y la gente que hay a su alrededor mientras sus compañeros debaten. La verdad es que no comparte demasiado el punto de vista de los demás (algo no muy raro a esta altura). En el lugar hay tanta gente importante como para tentar a cualquier kamikaze, y si no habían hecho nada hasta entonces, ¿por que hacerlo ahora? ¿Para matar a un grupo de novatos y a un tipo que investiga cuadros robados?, no tendría sentido, podrían acabar con mas soldados con unos pocos explosivos y un celular viejo justo antes del almuerzo. Eso no le preocupa a James, tan solo observa a la gente que hay alrededor de la piscina, preguntándose como alguien puede estar tan tranquilo en ese lugar de mierda.

- Si nos vamos – comienza a hablar, tras las palabras de Kendrik, y sin dejar de mirar hacia la piscina – y matan al tipo, la culpa es nuestra. Si nos quedamos y matan al tipo, la culpa es nuestra, y ademas quedamos como idiotas – se detiene un momento, se gira un poco y mira el hotel de arriba a abajo – creo que solo nos queda no cagarla y punto – concluye mientras termina de contemplar aquel edificio que contrasta tanto en aquel sitio – por cierto, señor – dice a Jackson tras un corto silencio - ¿esos pases también sirven para la piscina? - pregunta, aunque parece ser una broma.

Brooks se rascó la patilla mientras escuchaba las opiniones de los del primer grupo de fuego. Ahora mismo, sus propios hombres comenzaban a parecer seducidos por la posibilidad de pasar una noche de piscina, parrillada y arrimarse a las periodistas, a ver si querían un "reportaje cara a cara en profundidad".

-Se hace de noche, pero podemos volver todavía si queréis. Eso si, de madrugada la ruta entre la zona verde y nuestro acantonamiento siempre se pone "interesante". Este sector no es problemático, al menos ultímamente. Zona de periodistas, y bien vigilada por la policía iraquí. Eso si, si vamos a quedarnos, hay que montar turnos rotativos de guardia con dos hombres mínimo. Creo que es el procedimiento operativo estándar.

Las sensaciones que siento resultan dispares. Por un lado, la perspectiva de quedarnos aquí resulta muy atractiva por razones obvias; sin embargo, la presencia de mercenarios, extranjeros y ahora nosotros no me da confianza. Es en este tipo de hoteles donde los insurgentes tratan de dar golpes de efecto que tengan proyección internacional. Y para qué engañarnos, la misión de hacerle de niñera al Plumilla no la he tragado desde que el Teniente me la endosó.

"-Bien, niños y niñas; si nos quedamos aquí no va a ser todo fiesta y jolgorio. Montaremos turnos de guardia y vigilaremos nuestros traseros. - les digo antes de que se desmadren - Y bajo ningún concepto os vais a separar de vuestras chapas de identificación; ¿me explico?. Marines las 24 horas, ¿entendéis?. Pero antes de tomar ninguna decisión, contactaré con el Centro de Mando para comunicar nuestra posición y las intenciones del Plumilla. Si nos dan luz verde, tendréis vuestras mini-vacaciones."

Sin más dilación, y si nadie tiene más que añadir, me dirigiré al Humvee para contactar por radio con el Mando y hacerles partícipes de nustra posición y para saber si nos permiten quedarnos con el Plumilla en el hotel. Además, me interesa que alguien me informe de si la cosa está tranquila o de si ha habido alguna clase de contratiempo en la Zona Verde.

En la habitación en que yo esté (y recomiendo lo mismo a los demás), muevo el armario a delante de la ventana, por si los objetos voladores, y la cama a un lugar diferente al habitual. Cuando toca guardia, puerta del pasillo abierta y sentada en una silla mirando a la parte de pasillo más alejada (los del otro lado hacen lo propio), con el equipo de combate completo puesto y las armas a punto.

Cuando no toque guardia, silla atrancando el pomo de la puerta.

El mando dió el OK. Quizá es que no temían por que fuera a pasar nada extraño, o quizá es que en ese momento el oficial al mando estaba cagando, y habían respondido lo primero que interpretaron en su gruñido de queja. Sea como fuere, les habían dado sus pequeñas "vacaciones", vacaciones que ahora estaban disfrutando.

Mientras Santos y Kaczynski montaban la primera guardia en el anochecer, a vista de la vigilancia fija del hotel o de la policía iraquí (en el caso del polaco), el resto disfrutaba un poco de su tiempo. La piscina estaba vacía ahora, y las mesas del comedor casi llenas. De las cocinas, el olor a carnes a la brasa, pescado y otros manjares.

Cada cual fue a perder el tiempo como le apetecía, hasta la próxima rotación de guardias.

El sargento había dejado parte de sus cosas en la habitación que había cogido para si mismo. Las estaba organizando, y de hecho lo que estaba haciendo realmente era perder un poco el tiempo, para darle tiempo a Janet a llegar hasta allí. No le gustaba hacer públicas ciertas cosas, y que la tropa estuviera al tanto.

Picaron a la puerta de la habitación, y abrió pensando que era ella. Pero, para su sorpresa, se trataba de un tipo blanco y barbudo, con aspecto de mercenario veterano. No lo había visto antes, afuera donde estaban el resto de sus compañeros. Llevaba una camiseta de tirantes, y lucía un inconfundible tatuaje del EGO de los marines.

Sonrió despacio, y tendió su ancha mano hacia el negro.

-Quería presentarme. Soy Kurt, jefe de pelotón de blackwater, serví con la primera división de marines, reconocimiento, durante la invasión. Yo y mis hombres nos vamos a ir después de cenar, a una misión de vigilancia fija en un barrio bien, nada emocionante. He visto que habían llegado compañeros al hotel, y solo quería pasarme a saludar, y charlar un rato si no os importa.

Estaban en la habitación, cuando Maggie puso la silla contra el pomo de la puerta, dejándole algo extrañado. Se había quitado la camiseta, y estaba mirando las cosas de su petate.

-Vaya, ¿Es que me vas a violar, o algo así?

Sonrió, señalando su petate con algo de desagrado.

-Los marines no proporcionan bañadores para este tipo de misiones. Es una lástima, porque tenía ganas de probar la piscina.

Al tener permiso para perder el tiempo, Billy se fue enseguida con Jonathan, chocándole la mano con una sonrisa.

-Ey, tio. Huele bastante bien, como a las parrilladas de mi abuelo en el rancho. ¿Que tal si vamos a por el chow y luego buscamos una periodista liberal para llevarnosla al huerto con el cuento de una entrevista exclusiva?

La guardia se estaba haciendo bastante aburrida en la entrada del complejo. La vigilancia privada hacía todo el trabajo, y la poli iraquí estaba al final de la calle, al parecer tomándose un café en una terraza. Un barrio tranquilo, con gente tranquila. O al menos, eso parecía a simple vista.

Cambió el peso de las piernas para no aburrirse, cuando uno de los seguratas iraquíes se acercó a él despacio, metiéndose la mano en un bolsillo delantero del chaleco, y sacando un paquete de cigarrillos. Parecía un cuarentón tranquilo y acomodado, con el vientre algo abultado. Seguro que tenía una mujer, hijos y una hipoteca que terminar de pagar.

-Sigarrillo americano -dijo, con acento marcado y una sonrisa- Lucky.

Le ofreció.

Kendrik ve venir a Webster con una media sonrisa. Le devolvió el saludo de forma enérgica, con una sonrisa sincera de oreja a oreja. Para variar, estaba bien tener a alguien con quien poder hablar. Señaló el camino a la cocina.

-Por mi cojonudo, tengo ganas de comer algo decente.- Aunque relajado, nunca pierde a Molly de vista, por si las moscas. Intenta tenerla siempre lo más cerca posible, y la pistola siempre en la cintura.

Cita:

Mmmmm, responde Maggie. No me tientes. Es simplemente para evitar que algún imbécil entre y tire una granada mientras dormimos... o lo que se tercie. Además, voy a poner un colchón tras la puerta, para que amortigüe cualquier cosa que nos puedan tirar. Total, con uno solo tenemos de sobra, ¿no?

Lo de la piscina, sin embargo, no me parece una buena idea.