Partida Rol por web

Os encontráis en Magnimar por diversos motivos, y cada uno de vosotros recibe una invitación.

Os dirigis allí. La mansión Heidmarch se encuentra en el Distrito de Alabastro. Posee una pequeña muralla exterior que rodea la hacienda, pero las puertas están abiertas cuando llegáis. Os atiende un mayordomo cuando llamáis a la puerta y os pide con mucha calma y paciencia que esperéis en el vestíbulo, pues la señora está reunida en esos momentos.

Kharash llegó puntual a la mansión, tras una cena frugal y algo de charla en la taberna. Había entrado en la Sociedad Pathfinder por recomendación de Marius, que le convenció que sería una buena forma de ayudar a la gente. Conocía el lugar pues un par de veces había estado para entregar el informe de la misión o para que le asignaran una nueva. A Sheila Heidrach se la habían presentado hacía casi un año y dudaba que ella se acordara de él aunque la había visto un par de veces. 

Al llamar a la puerta el mayordomo le recibió y le informó de que la señora estaba reunida y que esperara en el recibidor. No había nadie más allí y el paladín se preguntó quiénes serían sus compañeros esta vez. Hasta el momento había participado de pocas misiones y siempre con gente distinta, normalmente foráneos que querían investigar ruinas y a los que Khrash acompañaba como guía y defensor.

Se quedó de pie observando el lugar y a la espera de que le recibieran.

La llegada de Opik fue precedida en la lejanía por las pequeñas ascuas de la pipa de madera que fumaba y que iluminaban debilmente su rostro.

Cuando llegó a la mansión que le habían indicado, suponía que la invitación había llegado por intercesión de la anterior logia  de la Sociedad con la que había colaborado ocasionalmente, llamó a la puerta y recibió con una sonrisa al mayordomo que llegó para guiarle hasta el vestíbulo, donde ya había un semiorco presente y donde se le indicó que tendría que esperar.

Se acercó a la mestiza criatura y le tendió la mano derecha, mientras con la izquierda se quitaba la pipa de la boca, y se presentó. Opik Forgedson.

A pesar de ser ya un agente te han mandado la típica carta de reclutamiento de "carne de cañón"... Tinuviel, ve con cuidado.

Así pensaba el elfo de mas de dos metros de altura, vestido en ropajes marrones y con una mueca pintada en el rostro, al seguir al mayordomo por los pasillos de la mansión, hasta que le dejó delante de una habitación en la que se encontraban un enano y un semiorco. Justo se estaban saludando.

Los contempló por un instante, extrayendo detalles de su aspecto de forma inconsciente, ambos eran guerreros y ambos tenían algún tipo de conexión con los dioses, de acuerdo con los collares que llegaban al cuello. ¿Guerreros sagrados? ¿Clérigos puros? Todo se vería. Siempre era de agradecer tener a alguno de ellos en las expediciones, pues era inevitable sufrir heridas y otros percances. Eran muy valiosos por su escasez.

-Bienhallados, me llamo Tinuviel.-No tenía precisamente una voz melodiosa. E iba al grano. Ahora se dio cuenta que había llegado justo cuando se estaban presentando. Parece que llego justo a tiempo.

-¿También vosotros venís "buscando aventuras"?- Vaya, le podría haber salido menos irónico.

Cuando Karash le da la mano al enano aparece un elfo que se presenta a ellos.

- Karash, paladín de Sarenrae y agente de la Sociedad Pathfinder, encantado, luego se gira y hace lo propio con el elfo. Digamos que las aventuras me buscan a mi, dice con una sonrisa.

¿Paladin y agente experimentado? Genial, no un aventurero bamboleante.-Yo también soy agente.-comenté algo apresurado.

-Karash... y Opik, escuché antes. -dije refiriéndome al enano.-Encantado a mi vez.- Sin darme cuenta me había salido una sonrisa bobalicona a la vez que miraba interrogadoramente al enano.

Opik, exacto. respondió el enano tendiendo su mano hacia el elfo. Servidor y bendecido de Torag, el Forjador.

Parece que nos han juntado a tres miembros de la Sociedad, por lo menos, pero ni idea del motivo. dio un par de caladas a la pipa y prosigió. ¿Alguno conoce el motivo?

- Me temo que no, dice Kharash encogiéndose de hombros. Otras veces he guiado a extranjeros relacionados con la Sociedad para explorar ruinas o monumentos ¿Alguno de vosotros ha pedido tal servicio?

El último en entrar en el vestíbulo es un hombre alto y joven. Viste de oscuro y embozado de forma que no se pueden ver más que sus ojos muy negros y el inicio de una nariz que parece más porcina que humano. Esa nariz y su tamaño sugieren que por las venas del extraño corre probablemente sangre orca.

Sin sacarse su capa ni desembozarse el hombre saluda:

- Me llamo Erik Aerodus - dice educadamente, tanto su voz, muy agradable como su forma de moverse contrastan con su naturaleza algo salvaje - agente de la sociedad, a su servicio.

Mientras charlais, se abre una puerta y entran dos mujeres en el recibidor. Una es Sheila Heidmarcha, la Capitana de la Logia, que todos habéis visto alguna vez o habéis oido hablar de ella. La segunda es una atractiva semielfa, una aventurera como demuestran su armadura de cuero y las dos armas que lleva al cinto y a la espalda, un llamativo aklys de mithral y madera rojiza y una espada bastarda.

Sheila se dirige a vosotros con voz profunda y sensata.

Bienvenidos. Quería daros las gracias por acudir a mi llamada. También me gustaría presentaros a Koriah.

La otra mujer os hace un gesto respetuoso con la cabeza a modo de saludo.

Koriah es quizá la agente de la Sociedad más famosa de Varisia y gran experta de las Tierras Tenebrosas. Acaba de regresar de una expedición bajo Varisia, abriendo con éxito una nueva via a Nar-Voth desde las Montañas de la Cicatriz de Niebla (Fogscar). Ha traído consigo numerosos artefactos de Thassilon, y se nos ha alargado la reunión sobre las implicaciones que supone. Siento el retraso, necesitaremos un rato más...

Mientras Sheila dice esto último, se queda pensativa y os mira.

Pensándolo mejor... venid conmigo, por favor.

Erik se encoge de hombros y sin decir nada sigue a Shelia. Cuando pasa al lado de Koriah no puede evitar lanzarle una mirada bien larga.

El enano hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo cuando ambas mujeres se presentaron y, tras escuchar sus palabras, procedió a acompañarlas tras los pasos de Erik.

Karash hace una pequeña reverencia ante las dos mujeres cuando se presentan. Escucha atento las explicaciones de Sheila Heidmarch pero no es capaz de entrever lo que implica la exposición de la dirigente de la Sociedad.

- Detrás vuestra, responde a la invitación

El recién llegado no se quita el velo ni la capucha. Bueno, si no se quita la máscara resultará que por lo menos no voy a ser el más feo del grupo... Pero cuando va a saludarle es interrumpido por las llegada de las dos féminas.

Menudo par de princesitas.-Es lo primero que piensa y casi en voz alta Tinúviel.- Pero teniendo en cuenta que para haber llegado donde han llegado tienen que haber sobrevivido a decenas de lugares peligrosos, es obvio que se han tratado la cara con magia curativa y se han "mejorado" algo su aspecto... para luego quedarse como el "rostro" de la sociedad.

-Que Yuelral os acompañe.-dice formalmente para luego inclinar la cabeza ante cada una.- Sheila, Koriah.- y seguirlas donde le lleven.

Deben ser sin duda mejores agentes de campo que administradoras. Mira que mandarnos una carta reclutando "aventureros", si todos somos agentes... Veamos que se les ocurre.

Erik mira alarmado a la caja y a Shelia completamente sorprendido, desde luego no esperaba esto.

- Nunca he hecho nada similar - el joven se disculpa antes de siquiera intentarlo, pero a pesar de ellos echar una mano a los pergaminos y empieza a leerlos. Cuando las damas se van, levanta la vista ostensiblemente para mirar con descaro a Koriah. Murmura algo para si mismo y continua su lectura.

El enano daba continuas caladas a su pipa de madera mientras observaba a todos los asistentes uno por uno con una sonrisa en la cara.

Tras escuchar las palabras de Sheila, asintió con la cabeza y tomó el cubo entre sus manos.

Curioso artefacto. - murmuró mientras le daba vueltas para cerciorarse de que efectivamente no se abría de ninguna forma y que las juntas eran simples relieves.

Entonces se dirigió junto al pathfinder con la cara tapada a mirar los papeles, sin llegar a soltar el cubo.

-Vaya, se nota que no confía mucho en nosotros o más bien no confía en nuestras habilidades-dijo el elfo con una mueca.-Pero veamos que podemos hacer.

Mientras Opik examina la caja dándo vueltas al artefacto en sus manos, Tinuviel sujetó su arco enganchado en su hombro y señaló con la otra mano la caja. Cerrando los ojos y concentrándose para detectar la magia del artefacto y la escuela que tenía.

Si es que era mágico. Igual sólo era un cofre con ínfulas.