Partida Rol por web

-Pues si la mayoría quiere ir, yo me apunto como dije.- Luego el detective mira al militar. -Estaría bien que viniesen con nosotros, pero si quiere quedarse, que tenga suerte.-

Y sin más, se dispuso a seguir al resto.

Mientras analizaba todas las opciones, suelto una risa burlona cuando el soldado de "mayor cargo" comienza a impartir órdenes. - Si señor, como ud diga señor. - murmuro entre dientes sin dejar de reírme, justo a mi venía a decirme que hacer. Lamentaba que el otro soldadito en apariencia muy atractivo le hiciera demasiado caso, ni que estuviéramos en la guerra...

Estaba justo por decir algo cuando soy interrumpida por mi hermanita, más claro era echarle agua porque ella en verdad era muy consciente de lo que sucedía y atrincherarnos no era la mejor opción, además en un abrir y cerrar de ojos las pequeñas ratitas salieron disparando a esconderse, poco les importó el verdadero sentido que intentó manifestar "El Coronel no sé tu nombre", vamos todos a la nuestra. 

- Claro hermanita, salimos de aquí. No pienso encerrarme en un lugar teniendo la posibilidad de deambular y encontrar otro sitio mejor. - respondo a Julie pero también me dirijo al resto. Nos sobraba experiencia en estas situaciones, justamente el entorno era idóneo para el sigilo y otras artes de las cuales ambas fuimos entrenadas. Un simple juego del gato y el ratón... ¿Quién estaría dispuesto a jugarlo? Nosotras si...

- Además... Estoy un poco cansada de los Jinetes, el demonio y dios. Demasiado misticismo por hoy. - afirmo en tono sarcástico para luego encaminarme hacia la puerta junto a mi hermana, eso sí, garrote en mano. Una vez me azotaría, la segunda estaría por verse. 

Sin esperar a nadie salgo de allí con Julie. 

Levanto una ceja. ¿En serio? ¿Nunca han visto un cuadro general de un edificio? Si tienen de esta sala tienen de todas las salas. Me empiezo a cansar de toda esta pandilla de... civiles. Suspiro y veo como todos andan como pollos sin cabeza. A la mierda, si tiene que morir gente que no sea yo... 

Espero tranquilamente a ver como terminan de reaccionar esta caterva de locos.

Harry, al contrario de lo que pudieran pensar otros, no era un simple soldado de la escuela del Señor, sí, señor. Tenía sus propias ideas, y la de su oficial no le parecía buena.

Este no es un lugar cómodo ni que podamos defender fácilmente, en cualquier caso, señor. Le miró y anunció lo que iba a hacer, y por su tono, no parecía que el oficial fuera a convencerle. Voy con los demás, puede que me necesiten, y puede que encontremos respuestas, o algo útil. Si quiere permanecer aquí, ya sabremos dónde encontrarle. 

La primera mujer que salió le pareció que no pensaba bien lo que hacía y que podia meterse en problemas. En el fondo quería estar cerca de ella por si la atacaban. Quizá los guardias, quizá otros locos. Y de paso, cuatro ojos veían mejor que dos. Y los doce o catorce que habían salido ya, incluso mejor.

Habló a los que salieron al tiempo que él.

Será mejor que no nos separemos pase lo que pase, o seremos un blanco fácil.

El grupo sin mayores miramientos desarma la barricada y se dirige en la búsqueda de la sala de lavandería donde podrían encontrar algo de ropa confortable, pero para ello debían descender hasta el subsuelo por las escaleras sin ningún tipo de iluminación o arriesgarse a tomar el elevador.

El nivel actual como la sala donde despertaron, se encuentra en pésimo estado y el decaimiento de las instalaciones es notable. A simple vista, era como si una batalla campal hubiese tenido lugar allí, todo se encuentra desordenado, algunas puertas de las habitaciones se posicionan de forma irregular fuera de sus goznes, la mayoría de las luminarias no funcionan, dejando varios metros de pasillo en penumbras y tanto pacientes como el personal de la institución, al parecer hace tiempo que abandonaron el piso.

Junto a la escalera pueden ver desde una ventana, al océano rematado por un faro, todo aquello cubierto por una creciente niebla proveniente de la costa. Bandadas de aves marinas escapan tierra adentro en mitad de la noche apenas iluminada por la luna cubierta de nubarrones…

El extraño horizonte es perturbado por la pestilencia de los medicamentos utilizados allí junto a la fetidez acre de la sangre coagulada... mirando rápidamente al interior de las habitaciones contiguas pueden apreciar que muchos elementos personales han sido abandonados in situ por la premura de sus dueños ahora ausentes.

Muchas ventanas también han sido bloqueadas desde dentro y algún que otra gaviota yace entre los afilados vidrios y los maderos con el cuello roto...

Sin lugar a dudas el hospital es un sitio de pesadilla, pero lo mas extraño son las las inscripciones en la paredes "...están por doquier...”, ”...el salvador esta aquí…”, “… El señor todopoderoso nos viene a buscar, es hora de pagar…”, “… el nos llevara al otro lado…”. 

Lo único impoluto es una pintura antigua que cuelga en medio del pasillo frente al mapa del hospital que ha sido dañado a tal punto de volverlo ilegible...

Un recuadro debajo de la pintura agrega algo de texto...

Un hombre ofreció una serpiente
al sol y rogó por la salvación.
Una mujer ofreció un junco al
sol y pidió alegría.
Apiadado por la tristeza que
dominaba la tierra, Dios nació
de aquellas dos personas.

Decir que no estaba agobiada seria mentir, la gente moviendose de forma descontrolada, unicamente dejandose llevar por los cuerpos de aquellos que intentaban llegar a un destino, guiandola hacia donde no sabe, confusa. Cerró los ojos varias veces, cansada, mientras la gente avanzaba rapido. Casi le parecia algun tipo de lugar para refugiados pobres, algun tipo de barrio marginal. Le picaba toda la piel solo de imaginarlo. De juntarse con otros enfermos. Ella no tenia por qué estar ahi, era sumamente desagradable, la estaban poniendo nerviosa, mucho. 
Todos bajaban al nivel donde les esperaba la salvacion, ante las palabras de aquel medico. Eve nunca habia sido especialmente religiosa en lo personal, pero siempre importaban las apariencias, que pensaran de ella, por eso debia asistir a misa regularmente, llevarse bien con el parroco, con el resto de feligresas. Era una reunion social como cualquier otra y entendia el funcionamiento de esta. La busqueda de consuelo ante las dificultades, para aquellos que no tenian las fuerzas dentro de si mismos para superar las cosas. 

Aquel hombre en medio de todo, lisiado, quemado probablemente al tener tanta venda cubriendole el cuerpo... La hizo resoplar antes de encontrarselo. No era alguien especialmente sensible, ni alguien bondadoso, pero sin mas, estaba en medio del camino. Aunque lo que a ella mas le importaba era seguir a la gente. Desvio la vista a los lados, en busca de aquellos que avanzaban, caminando hacia el hombre de la silla. Aferró la parte trasera, forzando una sonrisa algo temblorosa.
- C-claro... Tenga cuidado, ahi vamos...- Movio la silla, empujandola con cuidado para seguir la marea de gente, aun teniendo que cambiar el rumbo que llevaba originalmente el hombre. Si todos, tanta gente en aquel sitio, temian la medianoche, lo mas prudente era esperar con ellos y averiguar que era lo que pasaba entre las paredes de aquel hospital, en aquel pueblo. 

Eve, la devota esposa y delicada flor con sus pétalos a medo perder, empuja con dificultad la silla de ruedas en la que viaja el hombre lisiado. - ¡Cof..Cof..! G…gracias bella niña. Tu ayuda será recompensada por el Padre y la Madre pero antes dime cuál es tu motivo para visitar Bar Harbor en tan agrios tiempos. ¿Qué como lo sé? ¡Mierda, eso es simple! Fui el capitán del ferry durante treinta años por lo tanto conozco a todos y a cada uno de los puñeteros isleños… ¡Cof…Cof..!  Tú no eres de aquí – la afirmación del hombre es correcta y la expresa con seriedad y absolutismo pese a su pobre estado de salud. Al toser rastros de sangre se juntan en sus puños y las vendas de su boca generando un espectáculo horrendo… y al hombre parece no importarle. – E…espera…espera maldita sea. ¡Por la santa Trinidad! ¡Sí, eres tú! El señor Martinson se alegrara que hayas vuelto – el malhablado hombre hasta ahora no había prestado demasiada atención en el rostro de Evelyn pero al cruzar miradas creyó ver en ella una persona conocida, o al menos eso cree.

Eve con tanta charlatanería irrespetuosa ahora se encuentra frente a las escaleras que bajan al primer subsuelo. Todavía no entiende como llego hasta allí pero su oportunidad de obtener algo de ropa se halla a pocos escalones de distancia.

Junto a la escalera un cuadro parece ser lo único que hasta el momento ha salido impune a la destrucción y decaimiento en todo el edificio.

Un recuadro debajo de la pintura agrega algo de texto...

Un hombre ofreció una serpiente
al sol y rogó por la salvación.

Una mujer ofreció un junco al
sol y pidió alegría.

Apiadado por la tristeza que
dominaba la tierra, Dios nació
de aquellas dos personas.

Evelyn se quedó dudando, escuchando al hombre en silencio mientras que, tras haberse desviado, se quedó confusa al no saber demasiado bien donde estaban. No veia a demasiada gente, toda se habia quedado atrás, pero pudo ver las escaleras abajo que llevaban a la lavanderia. Necesitaba ropa, no podia estar ahi metida solo con la bata, sin ropa interior, sin estar bien arreglada. 
- No recuerdo como llegue aqui, señor... Y no conozco a ningun señor Martinson.- se puso algo inquieta, mirando atras y a las escaleras, de forma nerviosa. Le acomodo contra una pared, separandose de el.
- Disculpeme un momento, enseguida vuelvo para llevarle a la capilla, debo bajar un momento a por unas prendas de ropa. No se mueva de aqui.- Obviamente se referia a la silla, no porque el hombre fuera a echarse a andar... Pero el la entendia. Evelyn se alejo a pasos rapidos, casi corriendo escaleras abajo. No podia perder el tiempo en ir a la capilla con el resto, aun preocuapda de cuanta verdad podrian haber en las palabras del médico. Cogeria ropa comoda, se la pondria y volveria corriendo. No debian ser mas de 5 minutos. Siendo sinceros, Evelyn no se paró a mirar el cuadro, nisiquiera a leerlo.  Aunque quizas aquello fuera un error. 

Finalmente salimos a los pasillos y el panorama no era para nada alentador, todo a nuestro alrededor estaba derruido y parecía que una guerra se había gestado allí. Las huellas con sangre, las ventanas rotas, la poca luz y el silencio sepulcral jugaban a estremecer los sentidos de cualquier persona, incluso a mi, que estoy pasada de entrenamientos y experiencia. 

Mientras camino junto a mi hermana en estado de alerta, no comprendía porqué los hombres nos dejaron en el medio, no éramos unas inútiles y sabíamos defendernos solas, pero bueno... Era mejor de esa forma. Es si, algo que me llamó mucho la atención y por lo cual mis ojos se posaron allí indefectiblemente, eran los escritos en las paredes ya que al parecer seguíamos con el cuento místico del salvador y no sé que más. 

El mensaje en si no me importaba, si me daba que pensar y mucho el tema de que una persona ha escrito eso. Lo cual en este lugar te inyectan drogas al punto del delirio o algo extraño y muy feo pasa. Por ello, haciendo un gesto a mi hermana, le indico que observe el cuadro, las paredes, el olor pestilente y esas marcas. Este lugar podría ser más peligroso de lo que imaginamos, así que no me separaría tan fácilmente de ella. 

- Tendremos que decidir hacia donde ir, no podemos caminar mucho tiempo por aquí sin rumbo. - expreso a todos, era un problema caminar sin orientación porque podían esperarnos cualquier cosa en el camino. 

James estaba desconcertado. Este sitio parecía abandonado; supuestamente por la falta de medios humanos y económicos, según había deducido de las palabras del doctor. Pero había algo más. Algo que la falta de medios no podía explicar. Parecía que había habido alguna pelea. ¿Quizá otros pacientes que habían enloquecido?¿Qué si no?

Y en medio de aquel caos, estaba aquella pintura. Como si se tratase de un mensaje. Resultaba curioso. James supuso que la habían puesto allí después de la refriega porque no estaba manchada de sangre ni rota. Y desde luego si estaba allí sería contando con el beneplácito de los médicos. Pero ¿porqué?¿Qué hacía allí y porqué alguien se tomaba las molestias de venir a limpiarla todos los días? Leyó la incripción...Dios nació de aquellas dos personas.¿Devoción? No era la primera vez que oía mentar a Dios desde que se desperataba.¿Era eso?¿Venían a limpiar este cuadro por devoción?¿Y quién era ese Dios? No era el cristiano, desde eluego.

Curioseó por las habitaciones, por si pudiese encontrar algo de utilidad. Encontró un armario en el que quedaba algo de ropa. Un pantalón y un gastado pijama de dos piezas. Se puso este último. Le iba algo grande en la cintura y quizá algo corto de pierna, pero serviría hasta que encontrase algo mejor. Además, le llamaron la atención una navaja de afeitar y un mechero de gasolina. La navaja dado el caso le podría serivr como arma.

-Bien, parece que por aquí hay algunas cosas de utilidad. Yo con este pijama me conformo por ahora, pero les acompañaré igualmente hasta que encontremos uno para ustedes. No conviene separarnos.

Harry se mantuvo delante, firme en su deber de proteger a los demás. Caminaba inquieto pero sin detenerse ni vacilar. No era el miedo lo que le hacía inquietarse, si no el sentirse en peligro... sin su querida equipación militar.

Fue el primero en abrir la puerta a aquella sala con el palo. Si hubiera habido alguien ahí, habría visto entrar un hombre con una mirada a punto de estallar en violencia, pero la escena lo dejó confuso, más que horrorizado. Hacía falta bastante más gore para que Harry Wood se escandalizara.

Pasó e hizo un gesto a los demás, que pronto comenzaron a revolver entre las cosas. Mientras sonaba un lejano campanario, Harry echó un vistazo a las gaviotas. Era evidente que no las había cazado otro animal, y así se lo hizo saber. Se alejó de las gaviotas, y aprovechó para cambiar su bata de hospital por otro conjunto, uno con camisa marrón y pantalones resistentes, algo anticuados. A Harry le daba la sensación que un conjunto así lo había visto antes. Quienquiera que lo llevase tenía que ser algo más corpulento incluso que él, pues tuvo que doblar la manga de la camisa. Al hacerlo, notó que faltaban unos gemelos, aún estaba el descosido en ambas muñecas.

El soldado rebuscó un poco más y encontró una cajita donde debían ir los gemelos. La curiosidad, o lo que fuera, le hizo abrir la cajita antes de ponerse los mocasines que sujetaba en la axila. De algo le sonaba esa camisa, y quería descubrirlo.

El soldado abrió los ojos de par en par.

Oh... Dijo con sorpresa, sin poder decir más. Aquellos gemelos lucían el orgulloso e infame logo de las SS. Ya sabía dónde había visto esa camisa marrón. Cubriendo los torsos de los oficiales de las SS

Antes de que pudiera hablar, de retirarse la confusión de cómo podía ser que un oficial nazi hubiera estado internado, se oyó una puerta más allá de donde estaban, y unos pasos tranquilos de varias personas se encaminaron hacia donde estaban los pacientes. Un olor fétido les precedía.

Un soldado putrefacto abrió la puerta enérgicamente. Vestía el equipo de combate de las SS, empuñaba una vieja MP40 corroída, y sus tendones y músculos corrompidos y putrefactos estaban a la vista, bajo escasos retazos de piel.

Justo tras él, con porte orgulloso y aire marcial, con las manos a la espalda, el oficial al que debían pertenecer esos gemelos apareció, tan o más podrido que su subalterno, y miró brevemente a los pacientes con desprecio. 

El soldado de las SS miró al oficial, y éste respondió mirando a Harry Wood. Con voz retumbante de ultratumba y fuerte acento alemán, ordenó.
Sólo quierro vifo a esse. Matad al ressto.

El valor de Harry se esfumó cuando entendió que habían más nazis medio vivos tras el oficial, y cuando el soldado de las Schutzstaffel levantó el arma, echó a correr dejando caer los zapatos.

¡¡¡CORRED!!!!!!!!!!!!! Gritó mientras predicaba con el ejemplo.

- Disculpeme un momento, enseguida vuelvo para llevarle a la capilla, debo bajar un momento a por unas prendas de ropa. No se mueva de aqui.-

El hombre sin piernas se acomoda en su silla de ruedas y tose con fuerza para luego contestar de mala gana a Evelyn. – Mierda, ahora dependo de una jovenzuela que solo piensa en zapatos caros y joyas. Cuidado con el primer subsuelo, las luces fallan de vez en cuando. ¡Esta bien maldición, aquí me quedare…porque no tengo piernas jajajaja! – sus palabras son algo extrañas para Eve y algo desconcertantes también pero ella no tiene tiempo de responderlas ahora porque de tanto andar descalza casi no siente los dedos de sus pies por el frio que acosa su cuerpo apenas vestido.

La mujer desciende por la escalera deprisa en búsqueda de la habitación de la lavandería aunque no da un paso mas porque se detiene en seco al llegar al pasillo del subsuelo. El interminable corredor apenas se encuentra iluminado además de tener un clima diferente al resto del edificio, hay demasiada humedad y calor en el ambiente junto a una brisa que llega desde el fondo. Tan solo una luz alcanza a mostrar las dos puertas más cercanas a ella y el resto es oscuridad…

El suelo por momentos vibra en compas con el eco de alguna maquinaria ubicada en algún lugar mas adelante lo cual es imposible saber sin adentrarse en la insondable oscuridad.

Entonces Evelyn prueba suerte con la primera puerta junto a las escaleras y lo consigue. Descubre la sala de la lavandería.

Junto a la puerta ella encuentra una perilla que enciende la iluminación y le permite revisar el sitio que desafortunadamente no alberga vestimenta limpia. Algo de ropa, sabanas y cortinas se encuentran en los gigantes lavarropas pero no hay nada seco que usar, tampoco en las estanterías Eve encuentra algo de su talla. Solo batas de algodón grueso con alguna que otra mancha que los lavados anteriores no han logrado quitar.

Ya desesperanzada volvía por sus pasos hasta que algo extraño llamo su atención. Detrás de una estantería una puerta da el acceso a una habitación oculta. Evelyn tras un momento de meditarlo corre la estantería con poco esfuerzo y la puerta se abre al no tener nada que la mantenga en su sitio, en ese momento la mujer descubre algo que jamás esperaba hallar en un sitio como ese.

Es una habitación de tres o cuatro metros cuadrados perfectamente iluminada y decorada, repleta de cosas y fragancias que llenan sus sentidos. Evelyn descubre un camerino de un teatro o similar.

Percheros ataviados con vestidos carísimos, zapatos de todas las clases imaginables, maquillaje de primera calidad y perfumes exóticos llenan la habitación…

La frustracion estaba al maximo nivel. Despues de los comentarios de aquel extraño hombre, del frio y de la suciedad, casi no se podia creer su desgracia. No habia ropa. Ninguna. Todo estaba asqueroso o todavia empapado. Ademas de que unicamente veia batas a su alcance. Ni un par de zapatos, ni un vestido, ni unos pantalones. Nada. Estaba congelada de frio y tenia incluso algunas heridas en los pies, por culpa de algunos cristales rotos y las piedras que habian por el camino, producto de los escombros. Casi quiso echarse a llorar, pero no se arriesgaba a adentrarse en los pasillos oscuros. Pese a la idea de quizas encontrar en el almacen algo de ropa, el perderse no era plato del agrado de la pobre Evelyn. Aun estaba decidiendo que hacer, en medio de aquel ruido cuando alcanzó a ver el brillo del mango de aquella puerta, oculta detras de una estanteria. No estaba realmente oculta, mas bien parecia como que aquella sala estaba en desuso y habian aprovechado la pared. 

No perdia nada por intentar ver si en aquella sala habia algo interesante... y se quedo boquiabierta cuando contempló aquella sala. Era un culto a la belleza, al cuidado... Tanto lujo, tanta dedicacion. Esos enormes espejos le devolvieron un reflejo deprimente. Un cabello desordenado, una bata sucia y que le venia grande, un rostro cansado y sin maquillaje. Evelyn se puso histerica, entrando con rapidez y cerrando. Se contemplo al espejo con ansiedad, solo para desnudarse y comenzar a asearse de forma maniatica, decidiendo que vestido ponerse mientras. Se peinaria, se maquillaria... Por fin podria parecer ella. No importaba cuanto tardara, no saldria de ahi hasta no ser la mujer bella de siempre. Se habia olvidado de todo lo demás. Solo importaba esa sala. Era un templo, un rayo de luz en la oscuridad. 

La mujer de alta sociedad sin perder un ápice de tiempo entró al cuarto y comenzó a dar uso de todo aquello tenía a su disposición para realzar su figura y disfrutar de la tarea.  A medida que el tiempo perdía su significado dentro del camerino, la imagen de Evelyn mejoraba significativamente tras cada pincelada de maquillaje, cada gota de perfume francés y cada uso del peine. Todo realzaba su belleza extraviada pero jamás olvidada.

No es posible discernir cuanto tiempo pasó Eve allí pero el fin del goce estaba por caer…

_{Existen cosas peores que la muerte, cosas que transcienden la efímera existencia y se prolongan por siempre, por la eternidad y que no permiten escapatoria alguna.}

_{El infierno es la repetición...}

Rosalie luego de morir aquella noche olvidada por su madre, a fuerza de pastillas y alcohol, inmortalizo su placentera agonía donde su única escapatoria era la venganza. Su infierno se repetía de forma incansable hasta que Evelyn entro al sitio donde los pecadores sufren el tormento de la expiación.

Entonces Rosalie, como un depredador hambriento, llegó hasta su presa en busca de retribución.

 Evelyn tenía sobre la mesa frente al espejo una hilera de lápices labiales que contemplaba indecisa. No había decidido cual utilizar hasta que eligió uno y alzó su mirada para pintar sus delicados labios frente al iluminado espejo…

Entonces descubrió a su hija situada detrás de ella, completamente pálida – tal como la recordaba esa mañana cuando la encontró colgado de una soga- con sus venas hinchadas y la marca de la soga en su cuello. Evelyn se petrificó ante la aparición e intentó gritar pero fue en vano porque su hija empuñando un cuchillo de cocina le rebano el cuello sin remordimientos…

Evelyn de forma automática se llevo las manos al cuello intentando detener el caudal de sangre que escapaba por su herida pero fue inútil. El calor de su propia sangre escapando con fuerza de su cuerpo le recordaba que pronto moriría. La sensación era extraña, no sentía dolor, solo un ligero ardor junto al ahogamiento por su propia sangre y la creciente debilidad en su cuerpo. Todo giraba cada vez más rápido hasta que la negrura lo cubrió todo…

_{El infierno es la repetición...}

Con el lápiz labial en su mano Evelyn parpadeó y descubrió que estaba viva. Era la única persona en la cada vez más pequeña habitación…