Partida Rol por web

Megan se asusto mucho cuando la luz se fue. Miro arriba como si esperase que alguien se la devolviera. Entonces la luz aparecio roja y eso no era bueno, eran las luces de emergencia. Algo pasaba, algo malo, y estaba sola en un vagon lleno de desconocidos.
Busco la pared del vagón para pegar su cuerpo, pretendiendo esconderse de lo que quisiera que estuviera siendo malo. Estaba muy asustada pero intento no llorar otra vez, se encogio y agacho en un rincon. Esperando que alguien le dijera que estaba pasando o que todo iba a solucionarse rapido y no era nada.
Queria volver a casa con su padre, meterse entre las sabanas de su cama y olvidar ese dia horrible.

Cada vez la gente se ponía mas nerviosa.

Aun así Razhes esperaba paciente, mirando fijamente e Robb, como si este tuviera las respuestas. El tren parecía decelerar y eso, según se decía era lo peor que podía pasar. Si el tren se paraba todos morirían de frio.

Cuando menos lo esperábais, las luces volvieron a la normalidad y un leve tirón, que por un segundo os desequilibró a algunos, indicó que el tren reanudaba su marcha normal. La música volvió a encenderse igualmente y la gente gritó contenta mientras otros no le daban importancia y continuaron bailando con un júbilo renovado.

-Señor Robb. Lleve a mi hija a su cuarto y quédese con ella hasta nueva orden.- Se volvió hacia las tres que quedábais. - Señorita Briseida, parece que hoy es su día de suerte. Tengo cosas mas importantes que hacer que cuidar de un par de crías.

El jefe de seguridad abrió las puertas y cuando estaba apunto de irse se volvió a mirar al interior.

-Señorita Byrne, encárguese de su..."hermanita" y cámbiese cuanto antes. Es una orden, o si lo prefiere, su castigo por el jaleo que ha montado con la tarta.- Dicho esto, Rhazes se fue sin decir mas a ver que narices había pasado.

No me había dado cuenta que me estaba clavando las uñas en las palmas al tener los puños cerrados, fruto de la tensión del momento y el notar que la velocidad a la que estábamos acostumbrados, de alguna forma, había disminuido.- Es… es imposible.- El simple hecho de pensar en el tren estático era una pesadilla que todos temían, ¿cómo sobrevivirían el resto de pasajeros al frío glacial del exterior.

Me mordí el labio inferior mientras volvía la luz y negaba con la cabeza, pensando que todo aquello sólo era fruto del miedo y el desconcierto, un juego de la alocada y cansada mente queriendo acabar con todo. Sin embargo noté el tirón, desequilibrándome y haciéndome chocar con uno de los pasajeros en mitad de la pista, disculpándome por ello.

Al recolarme Rhazes ya me estaba hablando, aunque tardé unos segundos en entender a quién se refería con lo de “hermanita”. Fue entonces cuando la vi, asustada en un rincón como un perrito. Algo en mí se encogió, puede que remordimientos por no haberle dado antes la mano, o el hecho de verla en esa tesitura, pero me acerqué a ella, agachándome para estar a su altura y tendiéndole la mano con una sonrisa.

- Pequeña, ya pasó todo.- A pesar de volver todo a la normalidad mi voz eran susurros dulces.- Te llevaré con tus padres.

Megan estaba muy asustada, casi podía sentirse temblar hasta las orejas.

Entonces el tren dio un tirón y todo volvio a ser normal. Todo, hasta la forma en la que le hablaban. Sus pucheros se juntaron con los nervios que su estomago en un amasijo de emociones que nunca antes había conocido.

- No soy pequeña..  y no quieres ser mi amiga, asi por lo menos no finjas que te importo.- gruño limpiandose los ojos con la manga del vestido.

-Sé donde estan mis papas, no soy idiota, no me voy a perder.- Afirmo intentando salir de aquel vagón de una maldita vez. Por lo que a ella se referia ese vagón era un asco y jamas querria volver a allí, ya que estaba lleno de gente tonta y pasaban cosas malas cuando uno entraba.

La música sonaba a todo trapo en la zona de ocio.

Sobre todo en la zona de 24 horas. A veces podría resultar molesto, pero la mayor parte de la gente que estaba allí era para pasárselo bien y desinhibirse un poco bailando, fumando opio, follando en alguna esquina o bebiendo todo tipo de licores que había en una barra móvil.

Era lo que antiguamente se hubiera llamado "Sodoma y Gomorra". Normalmente en esa zona no había guardias, salvo que alguien se pasase mas de la cuenta y armara jaleo. Lo cual solía pasar con bastante frecuencia.

Pero mientras tanto, la gente disfrutaba de todo sin importarle cuando ni como. El resto de la zona de 1º era mas tranquila, mas llevadero todo y posiblemente mas normal. O pijo, según decían los de 3º. Por ello esta zona era la mas dedicada a los jóvenes ansiosos de fiesta y experiencias libres.

Las 3 estabais allí porque algún amigo os había llevado, posiblemente para ligar o bien por otro motivo. ¿Hacía falta alguno para pasárselo bien?

La música estaba tan alta que apenas podíais ni pensar. Incluso las luces coloridas eran algo parecido al infierno en el tren.

La gente, jóvenes que decidieron que pasar allí el día del fin del mundo era la mejor forma de morir...o no, bailaban frenéticamente al ritmo de la música. Algunos evidentemente borrachos. Otros drogados. Otros se revolcaban en el suelo plagado de fluidos de... vete tu a saber. Otros follando otros... ¿El fin del mundo estaba por llegar o es que ya había llegado?

Algunos os vitorearon al pasar por la plataforma central en vuestro camino. Otros os tocaban como si fuerais alguien importante. Ninguno os era hostil. Simplemente estaban demasiado colocados o a sus cosas como para daros crédito.

Pero súbitamente la música se paró. A un lado algo estalló hecho trizas, echando chispas y la música paró de golpe. Lo que oísteis después fue una salva de disparos que hizo que la gente empezara a gritar y a salir despavorida del vagón. Algunos os pisaron y otros simplemente os hicieron caer de culo. Tan solo cuando el vagón se despejó y os pudísteis levantar, oísteis esa risa.

-Jajajjaja. Huid ahora que podéis cobardes!- Grito un cansado, malherido y sanguinolento Rhazes.

Estaba en la plataforma superior, la cabina del Dj. Sostenía a Sarah por el pelo, tirando de ella y haciéndola daño, mientras os apuntaba con su humeante arma.

- ¿Quien será el primero en morir?¡- Preguntó desafiante mientras hacía rechinar sus dientes.

El siguiente vagón es pura locura. En cuanto se abren las compuertas debo cubrirme los oídos con las manos, y ese movimiento me arranca un quejido debido a la herida de mi hombro. La música es infernal, y está altísima. En tercera tenemos música, pero básicamente son nuestras voces con un fondo de instrumentos rudimentarios de percusión. Esto es muy desagradable, la música está altísima, las luces se mueven como si todas las bombillas estuviesen rotas, y la gente... ¿qué le pasa a la gente?

Nos movemos entre ellos con dificultad, pero es como si pudieran ver a través de nosotros. Eso los que nos miran... lo que hacen el resto prefiero ni saberlo. Joder, ¿para hacer estas mierdas nos marginan en un vagón apestoso? ¿Esto es lo que da sentido a sus vidas? Cabreada, aprieto la mano de Alan, a quien he cogido para no perderle entre la multitud, y la de Kaidan, quien me sujeta la otra mano. 

Afortunadamente, mientras nos aproximamos al final del vagón la música se para, un par de disparos retumban a nuestro alrededor, y la gente parece empezar a recuperar la cordura para salir corriendo. La fuerza de la multitud es tremenda, y me hacen soltar a los dos hombres a los que tenía agarrados, tirándome al suelo. 

-Coño -mascullo, encogiéndome en el suelo y cubriéndome la cabeza con los brazos. Mi cuerpo se estremece con cada pisada, y suelto un bufido agudo cuando alguien cae encima de mi brazo herido; consigue que durante unos instantes sólo lo vea todo negro, con un par de puntitos de colores. Creo que he perdido el conocimiento.

Sólo las risas de ese bastardo de Rhazes consiguen devolverme la consciencia vagamente.

 ¿Quien será el primero en morir?¡

Aturdida, me levanto lentamente, apoyándome contra una mesa repleta de vasos y dios sabe qué más.

-Tú. Capullo -le espeto, arrastrando las palabras mientras me sostengo el brazo con el disparo. 

Pensaba que ya lo había visto todo, a bordo de aquél tren, pero lo que le esperaba en el penúltimo vagón, jamás lo habría creído. Aquello era el súmmum de lo innecesario. ¿Para eso habían vivido separados tantos años? ¿Para eso unos tenían tanto y otros tan poco? Entendía lo de las habitaciones espaciosas, la comida y los servicios, pero, ¿Aquella... mierda? Si antes había sentido odio hacia los de primera, ahora solo podía sentir asco.

La música demasiado alta y estridente se le clavaba directamente en el cerebro, teniendo que llevarse las manos a los oídos para amortiguar mínimamente el ruido. ¿Cómo podían soportar aquello? ¿Cuantas horas pasaban allí? La gente estaba totalmente enajenada y apenas les prestaba atención mientras se abrían paso por el vagón. Algunos los miraban riéndose y tocándolos como si fueran atracciones de feria. Kaidan pasaba de ellos, solo quería seguir adelante y dejar aquella vorágine de... aquella vorágine indescriptible atrás.

Estaba tan apretados y les daban tantos empujones que tenían que avanzar pegados los unos a los otros. Cogió la mano de Olya en cuanto sintió que lo buscaba, mientras con el otro brazo intentaba apartar a los que se le ponían por delante. Y de repente, todo calló.

La música se detuvo en seco, pero pronto fue sustituida por dos disparos, los gritos de toda aquella gente corriendo mientras los tiraba al suelo o los arrastraba en su huida, y la inconfundible voz de Rhazes Crowell. Con el vagón ya vacío, los de tercera se fueron poniendo en pie, desafiantes ante la prueba final. En aquella plataforma que lo ponía por encima del resto, Rhazes tenía a Sarah cogida del pelo, mientras con la otra mano los apuntaba con aquella pistola que parecía tener balas infinitas.

Kaidan oyó como Olya se ponía de pie a su lado, apoyándose en algo que hizo ruido. Fue la primera en hablar, y la primera en la que se fijó Rhazes.

Era cuanto Kaidan necesitaba.

Aprovechando el descuido, hizo su movimiento. El cuchillo que había llevado encima todo el camino encontró su utilidad ahora, cuando lo arrojó sin pensárselo dos veces, y, por suerte, acertó en la mano con la que Crowell sujetaba el arma.

John paso entre la masa de gente sin saber donde mirar o poner las manos. El era un tipo grande y las chicas bailaban muy cerca, con muy poca ropa encima, sudando, con la tela pegandose en....

-¿Quien me ha tocado el culo?.- se giro un segundo, una chica le lanzo un beso. Parecía no ser capaz de mantenerse en pie, bebia algo de color extraño...

Rhazes, el maldito hijo de mil putas hizo su aparición.

La pierdeniños, como siempre, tuvo que ser la hablara primero. John se puso delante de ella para evitar que se comiera un pedazo de plomo por no saber estarse calladita.

Kaidan hizo algo util... para variar, lanzandole su cuchillo al capullo mal parido.

John no lo pensó... tampoco es que pensar fuera nunca su fuerte, se tiro a por él como haria una bestia enfurecida.

-Apartate, Shara.- Gruño deseando calzarle el puño en plena cara al hijo de puta que se había atrevido a jugar con ellos, a disparar a Carol, a matar a tantos.....

Aquel lugar al que entramos, era insoportable. Ruido por todos lados, gente desinhibida, agobios... Tanta gente reunida me recordaba a los de tercera, pero esto no era tercera, incluso se podría decir que era peor porque las personas aquí estaban idas, al menos en tercera eramos una familia. Aún así avanzamos firmemente sintiendo la fuerza de la mano de Olya contra la mía y yo tratando de mantenerme firme según los pasos que andabamos.

Aunque todo se fue al traste cuando un sonido fuerte sonó y tras ese sonido disparos. Como no podía ser de otra forma, Rhazes con su endiablada pistola. El torrente de gente huyendo hizo que tuviera que aferrarme a lo que pudiera para que no me tiraran y de la misma manera agarrar fuertemente a Olya para que no acabara por el suelo, llegando incluso hasta el punto de tratar de protegerla con mi cuerpo.

Ahora pareciamos que teniamos una oportunidad para librarnos de el pues el siguiente vagón podría ser el último. - Olya, tranquila - Intentaba evitar que saliera mal herida, pero la acción de Kaidan me sorprendió y acto seguido la de John - Es nuestra oportunidad. - Y empecé a correr para apartar a Sarah de Rhazes.

Al entrar en aquel vagón quedé totalmente perplejo, luces brillantes, música atronadora y gente fuera de sí agena a todo lo que estaba pasando más allá de ese vagón, borrachos, esnifando a saber qué e incluso echando un polvo en cualquier esquina, en mitad de aquella multitud, todos juntos, pero ausentes unos de otros, en sus propios mundos de fantasía sin querer saber nada del real en el que vivían.

El sonido era brutal la cacofonía de música y gritos entremezclados era casi insoportable, pero Rhazes estaba allí unos metros más adelante, sangrandos como un cerdo pero aún vivo y con fuerzas pues estaba sujetando a Sarah por el cabello-Bastardo hijo de puta-mascullé mirándole desafiante pero todo cambió cuando comenzó a disparar indiscriminadamente provocando una estampida de cuerpos que chocaba contra nosotros, arrollándonos sin cuidado alguno. Conseguí deslizarme entre la gente sin perder de vista a Rhazes mientras mis compañeros seguían a mi lado, maltrechos, pero vivos.

Entonces Kaidan cometió una temeridad que fué la de lanzarle un cuchillo a Rhazes sin pensar en que si fallaba Sarah moriría en ese instante, pero por suerte el cuchillo atravesó su mano de lado a lado perdiendo la pistola, era el momento, podíamos conseguirlo y junto con John Alan y Kaidan echamos a correr lo más rapido que dieron nuestras piernas. Saqué mi destornillador favorito del chaleco sin ni siquiera mirar, tan solo miraba fíjamente a Rhazes con ojos asesinos estaba dispuesto a hundirle el destornillador en pleno pecho y acribillarlo como si fuera una alimaña, es más lo iba a hacer. No abrí la boca, seguí mudo mientras me lanzaba a por él.

La avalancha se desató con el primer disparo.

Olya sacó la pistola y disparó contra Rhazes fallando en tiro*. Pero fue lo suficiente para hacerle encogerse de hombros ante el ruido de la detonación. Un ruido que continuo con un chillido del jefe de seguridad del tren al ver como su mano era atravesada por el cuchillo de Kaidan.

El dolor era tan inesperado que la otra mano, la que sostenía a Sarah, soltó a su presa dejando que la pobre niña saltara de la plataforma del Dj hasta los brazos de su padre para poder ponerse a salvo. Unos brazos a los que se agarró fuertemente como si hiciera una eternidad que no los sentía.

En es momento, la puerta del tren se abrió y Liz entro por ella, tan solo para ver una situación en la que la adrenalina y la sangre iban a salpicar a mas de uno

John se abalanzó contra Rhazes pero le esquivó por los pelos, al igual que el ataque a los riñones que le iba a propinar Jake. Roger, que hasta ahora se había mantenido en un segundo plano, se sumó a la iniciativa empujando a Rhazes y empotrándolo contra un mamparo. Rhazes era rápido, pese su herida en el hombro. Tanto que devolvió un fuerte puñetazo a Roger que estaba mas cerca, haciéndolo rodar por el suelo con la nariz rota. 

Los esquivó por poco, empujando a cada uno de una patada a otro lado. Pero estaba rodeado. John se levantaba cabreado y Jake hacía lo propio, ambos rodeando, cada uno por un extremo, a Rhazes. Roger apenas podía ver con la nariz rota.

Pero su atención no estaba demasiado puesta en ellos, simplemente miraba al frente a la pareja formada por el padre y la hija, y sonrió malévolamente.

- Muy bien, Alan.- Dijo fríamente y con sarcasmo arrancándose de la mano el cuchillo de Kaidan.- Eso es... manda a tus perros para que acaben conmigo- Cambio de mano el cuchillo y se dispuso en guardia mirando alternativamente a John y a Jake.- ¿Esa es la educación que le vas a dar a tu hija?

Evidentemente te estaba provocando. Rhazes no había llegado a donde estaba por nada.

- ¿Y tu quieres que te respeten como líder? Vamos, Alan... retira a tus perros y pelea como un hombre. Demuestra a Sarah quien es su padre.- Se echó a reir mientras se erguía y hacía crujir su cuello.- Todos estamos heridos, Alan, pero vosotros estáis cansados. ¿Quieres que acabe con ellos y después vaya a por ti?

Rhazes miró a Liz desde su lugar y la guiñó un ojo mientras su risa se ampliaba. Imaginaba lo que ella había visto en los camarotes.

- Ademas, veo que aun no habéis descubierto quién es el traidor... Una lástima.-

Aún herido el cabrón era rápido esquivando todos nuestros ataques y para más inri ahora estaba armado con un cuchillo pero lo que más me chocaba es que aquel desgraciado sonreían de forma dantesca y triunfal. Pude ver durante un instante como Liz entraba en el nuevo vagón ¿qué hacía aquí? y por qué estaba tan contento Rhazes-¿De qué hablas cerdo?-le espeté-habla rápido antes de que atraviese tu gargante con el destornillador-le miré con furia. Yo también estaba herido pero la adrenalina fluía por mi cuerpo libremente y me sentía lleno de energía y listo para arrancarle el cuello de un bocado si era necesario.

-Alan, no le escuches, intenta despistarnos, tápale los ojos a Sarah-dije sin desviar la mirada de Rhazes-Sarah cariño, no mires-lo que iba a suceder a continuación terminaría muy mal y con más muertes pero era el último empujón, esa alimaña humana debía de morir. Eramos dos contra uno y no podría con los dos si uno caía, el otro lo tendría que liquidar si o si, le guiñe un ojo disimuladamente a John para darle a entender que debíamos atacar ahora que Rhazes estaba distraído con Alan.

Así que sin pensar, prácticamente dejándome llevar por el odio más profundo me lancé de nuevo a por él intentando atravesar uno de sus ojos con el afilado destornillador.

John sabia que ese cabron era escurridizo, era el jodido jefe de seguridad por algo. Mejor adiestrado y alimentado que el resto de los guardias, aun herido seria duro. La idea del traidor entre ellos le reconcomio como si esperase que en algun momento alguien sacara una pistola y les volara los sesos pero se sacudio esos pensamientos de la cabeza mientras atendia al giño de su compañero....

Esperaba haberle entendido y que su guiño no fuera una invitación a la homosexualidad influida por el ambiente de ese vagón, John decidio probar suerte apresando al cabrón de su jefe entre sus fuertes brazos mientras deseaba con toda su alma que ese destornillador no terminara en su ojo por algun quiebro del bastardo hijo de puta de Rhazes.

Los acontecimientos se suceden de manera frenética, pero de forma medianamente favorable para nosotros, para variar. Rhazes está prácticamente inmovilizado, aunque sigue atacando como un animal acorralado. Prácticamente es lo que es.

Pero suelta a Sarah, y mientras la niña corre hacia los brazos de su padre, por un instante es todo lo que importa.

 ¿Y tu quieres que te respeten como líder? Vamos, Alan... retira a tus perros y pelea como un hombre. Demuestra a Sarah quien es su padre. Todos estamos heridos, Alan, pero vosotros estáis cansados. ¿Quieres que acabe con ellos y después vaya a por ti?

Alargo mi brazo sano para poner una mano sobre el hombro de Alan, y hacer que se vuelva hacia mí.

-No le escuches -le ordeno, mirándole a los ojos-, estás en retaguardia precisamente porque te necesitamos con vida, y porque tienes una hija de la que cuidar. Nosotros te hemos dado la responsabilidad de guiarnos, y nosotros queremos protegerte. No tienes que demostrarnos nada, ¿de acuerdo?

Aprieto los dedos entorno a su brazo, mientras dirijo una mirada a Sarah.

-Vete. Busca a CJ, rápido.

Con un suspiro, mientras los hombres forcejean al fondo del vagón, me encamino hacia ellos con determinación. Si consiguen inmovilizar a este bastardo el tiempo suficiente, quizás pueda colarme en la cabeza del tren mientras se encargan de él.

 - Ademas, veo que aun no habéis descubierto quién es el traidor... Una lástima.-

-Que te calles. 

Parecía que había llegado en mitad de la acción sin entender qué había pasado previamente. En cualquier caso atraparon a Rhazes, un punto de victoria hacia nosotros aunque pareciera que él lo tenía todo controlado. Eso era algo que nos hacía empequeñecer al resto, ya que su macabra sonrisa de autosuficiencia sobresalía de todos los golpes que pudieran darle.

Lo que no esperé era la sonrisa que me dedicó, retirando la mirada por miedo o impresión, aunque la frase que prosiguió después me hizo dudar. ¿Quería que sospecharan de mí?

Busqué la mirada de Jake esperando que no se creyeran las mentiras que soltaba de su boca.

Después simplemente esperé en la entrada en silencio, viendo cómo se desarrollaban los acontecimientos.

El lanzamiento de Kaidan tuvo éxito, y el cuchillo consiguió hacer que Rhazes soltara la pistola. Aún más, Sarah consiguió escaparse de sus garras y correr a reunirse con su padre. John, Jake y Roger no perdieron el tiempo y se abalanzaron sobre Crowell, pero a pesar de sus heridas, consiguió detener y devolver los golpes que le llegaban, defendiéndose como un animal acorralado. Claro que los de tercera no estaban tampoco en plena forma, y si había una definición que encajaba ahora con Rhazes, era aquella.

Haciendo caso omiso al dolor, el cabrón se arrancó el cuchillo que le travesaba la mano y lo empuñó con la otra, listo para usarlo como arma. Seguía teniendo mierda que echar por la boca, siempre con aquella sonrisa de superioridad. A pesar de todo lo vivido, no lo había odiado nunca tanto como en ese momento.

- Te equivocas en una cosa, Rhazes - empezó a decir, con la rabia llenando su voz - Estás tan acostumbrado a tener tus perros que piensas que otros líderes son como tú. Pero los de tercera, no somos lacayos. Somos una familia. Y ninguno necesitamos órdenes de nadie para acabar contigo. Eso te lo has ganado a pulso todos estos años - dio un par de pasos hacia él, mientras los demás se preparaban también para el final.

- Y te equivocas en otra cosa también - dijo, aferrando con fuerza en la mano el trozo de tubería que usaba como arma - Yo no estoy herido - terminó muy seriamente, antes de abalanzarse sobre Rhazes dispuesto a golpearlo hasta borrarle esa sonrisa de la cara.

Al ver como, gracias a los actos de todos, Rhazes soltaba a mi hija, fui corriendo a abrazarla entre mis brazos, tratando de apartarla de cualquier peligro que pudiera ocurrir ahora que teniamos a Rhazes en Jaque.

Al fin se acabó, todo se acabó. Nosotros, los de tercera habiamos conseguido llegar tan alante por nuestra propia fuerza, por nuestra unidad y nuestra valía. Conseguimos solucionar uno a uno todos los problemas al fin. Y ahora estabamos justo ante la recta final, ante el padre de Olya. Solo que ahora... empezaba a ver lo malo de la ecuación. Al principio no te das cuenta porque andas cegado por lo que crees mejor para los tuyos o llevado por la ira de que amenacen a quien más quieres... pero poco a poco, vi que toda la sangre que habiamos derramado, no significaba nada... - Dicen que el fin justifica los medios pero... ¿A que precio? - Si matabamos a Rhazes igual que a los de primera que mandó a por nosotros... no seriamos mejor que él, y ahora lo sabía.

Por mucho que tratara de oir a todos los demás, por mucho que supiera que las palabras de Rhazes no eran ciertas... Había que parar - ¡BASTA YA! - grité desde el suelo con mi hija en brazos tratando de detener todas las palabras y acciones a mi alrededor. Tratando de ganar un breve momento de pausa para recomponerme de mis pensamientos. Me aparté de Sarah un momento para acariciarle la cabeza y luego agarrarle la mano para ponerme en pie y mirar a Rhazes - Rhazes. Basta. Has perdido. Rindete. Como bien ha dicho Kaidan, esta gente a tu alrededor no son mis perros, y de la misma manera, yo no soy su lider. - inhalé aire para prepararme a lo que venía a continuación.

-Si crees que yo soy el lider es porque tan solo di la primera voz de guia a los de tercera. No soy más que una maldita luz que empuja a los demás. Yo no he hecho nada durante todo el trayecto, solo animar a los mios a seguir adelante y procurar que no caigan. Lo único de provecho que he logrado, es meterte ese balazo en el hombro. La idea de las puertas, el mapa para llegar hasta aquí, el valor de cada uno y la fuerza para abrirnos pasos, no son mias como tu piensas que es un lider. No tengo que demostrar nada a nadie, ni siquiera a mi hija, para que vea que el que está equivocado eres tu. Esta es su familia, y está viendo como todos trabajamos como una unidad para rescatarla. - Atraje a mi hija un poco para darle un pequeño abrazo aunque solo con uno de los brazos.

-Por ello, rindete. Al contrario de lo que puedas pensar, no somos como tu. No gastaremos tiempo en alguien que no se lo merece. Y hablando de tiempo - miré a Olya y Kaidan principalmente centrandome en la primera - Vosotros deberiais avanzar. No sé cuanto tiempo le debe quedar a tu padre Olya, pero no puedes perder más tiempo aquí. Corre junto a Kaidan y abrid la puerta. Reunete con el dale un último adios y para este tren infernal. - Aún seguía llevando mi abrigo Olya, por lo cual, la pequeña carga de kronol que me dió Kaidan estaría alejada de Rhazes y a salvo. - John, ve con ellos. Si hay alguien más necesitarán tu ayuda. - Además de que confiaba en su fuerza.

Me di la vuelta y caminé hacia Liz, la chica de Jake. - Sarah, esta es Liz y me parece que también va a ser miembro de tu familia. Quedate con ella quieres - Tras hablar a Sarah miré a Liz - Si quieres a Jake, quieres decir que eres lo suficientemente buena para que confie en ti. ¿Puedes cuidar un momento de mi hija? - Si Olya, Kaidan y John se iban, solo quedariamos Jake, Roger, Liz y yo. Liz serían las mejores manos sin duda. - ¿Y bien Rhazes? Jaque mate ¿Te rindes? - hice un gesto a Kaidan para que se llevara a Olya al siguiente vagón - No vamos a dejar que salgas de aquí, y si quieres pelear entonces este será tu limite. - Me acerqué junto a Jake para retener a Rhazes un poco más, esperaba que el tiempo suficiente para que me hicieran caso el resto, y en caso de que se revelara, pegarle un puñetazo lo suficientemente fuerte en la cara para tratar de dejarlo noqueado.