Partida Rol por web

Sentada en un banco, frente la discoteca Sucubo, no dejaba de mirar no solo su llamativo letrero que tanto me recordaba a la sangre que  ya había derramado antes o visto derramar, sino que observaba a todos los que entraban y salían de ella aún después de las fatídicas noticias dadas aquel día por todos los medios de comunicación.

Con una botella de whisky tapada con una bolsa de papel, trataba de pasar el mal trago que me dejó mi última misión. No porque saliese mal, total, solo desaparecieron mi mejor amiga y Nathan, un ángel al que le había cogido bastante aprecio. Sino que quien me había dicho y prometido que me llevaría un buen recuerdo de aquel lugar que ahora quería olvidar, solo consiguió romperme el corazón en mil pedazos de nuevo.

La noche era joven, o eso decían, pero llevaba demasiados años sabiendo lo que ocultaba y yo me escondía en esas sombras. Desde la forma de actuar de James, después de creerse lo que no era y quitarle todo lo que no era suyo y pretendía quedarse, dejé aquel maldito pueblo atrás y me prometí no volver a él. Otra cosa era olvidar a Jimmy.

La Catedral que se alzaba frente a mí, con aquel letrero obsceno debió ser tomada hace demasiado tiempo atrás, pues no había señales ni de sus glifos de custodio. Aquel terreno era peligroso sin un Guardián cercano y era justo donde me gusta estar y esconderme. A la vista de todos. A mi lado, una bolsa deportiva negra ocultaba algo más que simple ropa y mis ojos seguían mirando la Catedral. ¿Cuándo la Santa Iglesia la perdió y cómo? ¿Se habían planteado recuperarla? Quizás fue un pacto hecho entre las sombras, no sería el primero, por lo tanto sin derramamiento de sangre no era asunto mío.

Pero algo me impedía entrar. Quizás el saber que encontraría problemas dentro. Era una Van Helsing, podía olerlos a kilómetros.

La verdad es que había bebido bastante, cuando aquel grupo de chicos que no pegaban demasiado caminaban por el lado de la acera donde estaba yo. No es que tuviesen pinta de salir de fiesta. Iba a decirles que si querían ir a algún sitio que mejor no fuese ese lugar. Hay un monstruo aquí y seguirá matando hasta que alguien lo detenga.

Aún bebida, era capaz de hacerle frente a cualquier payaso que quisiera propasarse con una chica, pero ahí había pasado algo más. La prensa sensacionalista y algunos programas de misterio habían rascado algo de audiencia extra del hecho de que a la víctima le habían extirpado los ovarios. Se hablaba de estupideces tales como la reencarnación de Jack el Destripador, alienígenas y otras cosas aún más absurdas.

Seguía sin entender como la policía había relevado un dato tan importante como la extirpación de los ovarios de la joven. O alguien soltó mucho dinero, o tenían un idiota en comisaría, cosa fácil por mi experiencia o era más prensa sensacionalista para aumentar la audiencia sobre la muerte de la joven. Pero fuese como fuese, ahí estaba ese dato.

- Deberíais iros. Este no es sitio para unos jóvenes que no quieren verse en problemas y que solo buscan diversión. Si no os habéis enterado ya, deberíais mirar un poco las noticias. - Ni yo quería problemas con la policía, no era una, sino tres katanas las que llevaba encima. Así que debía darme prisa en examinar la escena y marcharme, pero antes debía alejar a los curiosos, si no quería que creyesen que era la asesina que había vuelto al lugar de los hechos para recrearme en mis acciones.

Aquel día no estaba para mierdas, estaban siendo días muy duros para mí y mi madre y lo que menos me importaba era ir de punta en blanco para una visita rápida al lugar en que... En el que Tasia... Fffffff... Aparte tuve que dar esquinazo a mi madre y su nuevo compañero, un borracho, como ella, de tomo y lomo. Tener mi propia madriguera ayudaba, pero aun así las cosa estaba demasiado caliente (humeante) como para poder esquivar a la familia con tanta facilidad.

Así que allá iba, a la puta Sucubo, que no solo había chupado el alma de mi hermana, sino que también había chupado su sangre... Y la más íntima. Menuda basura, no me gustaba tener que ir a buscarla allí, peor a veces me pedía que fuese a última hora, si algún moscoso desagradable se había fijado en ella. Tasia sabía que solía llevar a Mr Party, mi bate corto encima, y que no me daba ni miedo ni respeto usarlo con la panda de salidos que a veces se le enganchaban.

No me había arreglado el pelo (Rizado, negro, algo apelmazado) ni me había cambiado la sudadera deportiva de los Wereowolves que me había calzado tras el funeral y demás compromisos. Las medias de licra de rayos luminosos, bajo los boxers, y la camiseta de Las Cochinas, un grupo de punk mexicano, tendría que ser mi armadura para aquella fría noche.

El ir encontrándome con viejos conocidos, camino de la discoteca, como si aquello fuese el puñetero final de Buckaroo Banzai, no me pasmó en absoluto, menos en aquella ciudad. Es como si Enone tuviese un radar para localizarme, o como si ese radar fuese para localizar los peores escenarios posibles. Con él un levantamiento de cabeza bastaba. Con Cuddy si que permití un mínimo segundo de debilidad para un abrazo y Tyson... Bueno, el también se las apañaba para aparecer en las fiestas, hacerme poner los ojos en blanco mientras apretaba el mango de mi bate implorando al señor que me diese fuerzas.

Cuando los picos de las torres de la iglesia tomada iban arrancándole pedazos al cielo nocturno supe que tocaba echar mano de toda la ayuda posible que pudiese tener en mi mano, y eso suponía dejarle el control a mi compañera más íntima.

- Venga, bicha alada, haz tu magia.- Sonreí para mis adentros, notando el cosquilleo con el que mi consciencia se iba al asiento trasero mientras Liel tomaba el volante, puede que ella se hubiese traído deberes hechos de donde quiera que se escondiese cuando o pateaba culos con mi cuerpo.

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Notaba la conscincia resquebrajada de Suzie retirarse a un lugar más seguro, procuré que le quedase algo de calor en aquel rincón donde solía tener que desterrarla para poder actuar usando su cuerpo. Vi que aquel grupúsuclo de descarriados con los que solíamos tropezarnos ya estaba en derredor, incluyendo esa criatura infecta del averno, ¿Nuca dejaría de aparecer?

Al llegar frente al dificio mancillado, cuya perversión casi me había hecho vomitar (¿Por qué los humanos eran así? ¿Por qué tenían que pervertirlo todo de la forma más denigrante y deforme posible?) una mujer de aura poderosa, y con seguridad conocedora de las fuerzas que allí se movían, salió a nuestro paso, tratando de alertarnos, peor tras mi mal paso por las estancias de mando, no me iba a echar atrás.

- Gracias por la advertencia, dama, peor me temo que tenemos que hacer una buena revisión y limpiea en ese antro de perversión?- Cuddy me había advertido de que solía chocar a la gente ver el aspecto de mujer dura de Suzie hablando de una forma tan anticuada y rara como la mía, pero no tenía su personalidad, qué le íbamos a hacer. No me hacía falta comprobar que el bate en el que escondía mi martillo divino estaba bajo la chaqueta de Suzie, peor siempre me daba energías. 

Habían sido unos días tranquilos, había conocido a una pareja de chicos en el boulevard que lo habían dejado quedarse unas noches en su pensión. Había comido bien y había dormido mejor. Había jugado ajedrez con el mayor y hasta le habían dejado usar el ordenador. Le habia escrito  a su padre al correo de la universidad para que supiera que estaba bien, que le mandará besos a su madre y que apenas pudiese le escribiría otra vez. Mamá le había escrito, pero no se había atrevido a abrir sus correos por miedo a que algo lo hiciera cambiar de opinión y tuviera que volver. Mamá sabía cómo llegar al corazón.

Había sido una semana perfecta… que pena que tuviera que terminar. 

Caminó con su bolso de viaje bajo el brazo sin rumbo fijo por la ciudad, alejándose lo más posible de la pensión y de sus nuevos amigos. Podía sentir a la oscuridad acercándose, pronto lo habría de encontrar y si lo hacía era mejor que no fuese en aquel lugar. Aún no podía controlar aquella sensación ni entenderla, bien podría ser que aún faltará una semana para que lo alcanzará el mal o bien podría ser todo un mes. Pero no podía permitir que se repitiera lo que pasó en su casa, o lo que pasó en la casa de Max, o lo que pasó en la universidad... No, ya habían sido suficientes meteduras de pata por una vida. No, ahora debía poner atención, concentrarse y…

—¿Donde demonios estoy?

Miró alrededor, no conocía ese lugar.  Había terminado por llegar a un barrio quizá algo  marginal, a todas luces bohemio y claramente donde un chico de su edad no debería estar, inconscientemente se guardó la cadena dorada del Ankh que llevaba al cuello debajo de la ropa, no quería tener problemas con nadie.  A lo lejos podía oír el sonido de la música y grupos de gente de las más diversas clases se cruzaban con él. Y ninguno parecía estar en sus cinco sentidos. Entonces la vió, cruzando la calle, con su andar valiente y atrevido, su postura rebelde y esa actitud de comerse el mundo. ¡Bien!, pensó, si la oscuridad lo iba a alcanzar que mejor que estando con ella al lado.

—Suzie! Suzie! —gritó mientras cruzaba la calle, trotó un poco para alcanzarla y pudo ver qué Cuddy también estaba ahí… y ese otro hombre que a veces iba con ellas, le devolvió el saludo a todos, pero cuando iba a preguntar que estaban haciendo ahí. Una mujer les salió al paso.

La miró desde detrás de los demás, sin opinar. La señora tenía la pinta de una policía o algo así, ruda y acostumbrada a que todos le obedecieran sin rechistar. Pero había algo más… lo mismo que había sentido en Cuddy cuando la vió por primera vez.  Volteó Suzie solo para notar como cambiaba a aquella actitud que tomaba cuando tenía que pararle los pies a alguien.  

Mientras ellas se ponían de acuerdo volteó a ver al gran edificio frente al cual estaban...

Una vez un tipo que pasó 14 años en la cárcel me dijo que voy con tanta tristeza encima que doy miedo, que ni en la cárcel había visto a nadie tan triste. Que no es solo por los ojos llorosos clavados en el suelo, ni por la manera de encorbar la espalda y comprimirme con las manos en los bolsillos, que es por mi aura. Es verdad que camino con esa aura tan triste, pero también es verdad que casi nadie sabe lo que me pasa por dentro cuando camino con esa aura tan triste. Esa noche, por ejemplo, me pasaba esta canción:

Así que tarareaba flojito, y los transeúntes sin mucha inteligencia emocional me miraban sin saber si cantaba o lloraba. Eso me iba dando risita sanadora por dentro, y esa risita sanadora por dentro la iba usando para darles mi sonrisa llena de dolor-muerte-sangre, que es sanadora y divertida (para mi). Y como no tienen mucha inteligencia emocional se asustan, y de repente son ellos los que caminan mirando al suelo. Y yo extiendo las manos para hacer equilibrios por el bordillo de la acera, y susurro i'm starting to feel ok...

Y ahí estoy yo. Con mi camisa a cuadros de hombre, mi chaqueta de pana reforzada, mis pantalones con leggins de gomaespuma de la obra, mi gorrito de lana, brazos extendidos, Dr. Martens lilas con las puntas desgastadas, equilibrios en el bordillo, sonrisas que acojonan, y sigo cantando, sigo caminando, sigo adelante. Por dentro llevo cuchilos y puños de bronce.

Esa noche no me puse falda por encima de los pantalones, pero me maquillé los ojos y me puse un pañuelo, y PopCorn me dijo que el frío me puso colorete en los mofletes y estaba muy guapa. Yo le hice la cena, y creo que esta vez me ha quedado bien el arroz, porque PopCorn no ha puesto caras, y no hemos terminado hablando del risotto de Vinny. Hemos terminado abrazándonos y llorando en silencio, pero luego, después de cenar (y es vieja, cena temprano); ya la había duchado, cambiado, y llevado a la cama, y ella ya me había contado un cuento. Y mientras nos dábamos las buenas noches también me dijo ay mi amor, mátalos a todos... y pude ver como ese majestuoso ser de 389 años se dormía plácida como un bebé, con los sueños llenos de Cuddy matando monstruos, y le dije todos muertos... y le di un beso en la frente. La arropé, y me fui a caminar.

Me duele el corazón, pero también me lo deja tierno, calentito, como pan. Mi tristeza no da miedo. Da abrazos como el que le di a Suzie nada más verla. No fue muy largo, pero seguro le dio ni que sea un poco de risita sanadora por dentro verme bajar del bordillo con los brazos extendidos, y aterrizar abrazándola. Hola Suzie. Qué alegría encontrarte. 

No me extrañó tanto encontrármela, era esta discoteca, y esta vez el caso se había hecho mediático. Quizá hasta habían otros cazadores. Lo que sí empezaba a ser bastante raro era encontrárselo a él por todas partes. Aunque también era francamente divertido. Saludé a Énone con la mano ¡Tu por aquí! A... Iba a hacerle algún comentario ingenioso, pero entonces, como siempre cuando está Énone, pasaron más cosas. Esta vez, pasó que yo salí despavorida, intentando esconderme detrás de Énone, y fingí que me hacía qué sé yo en el pelo (no me había duchado, pero lo tenía bonito, creo), pero tras unos intensos segundos de patetismo y auto-vergüenza ajena extrema, comprendí que había que aceptarlo tal y como venía. ¡Ho! ¡La! ¡Aiden! ¡Hablo así de vergüenza! Miré a los lados frenéticamente, intentando encontrar alguna cloaca a la que tirarme antes de que él pudiera responder. ¿Por qué bebiste tanto...? Para olvidar. ¿Y te salió? Nop, solo me dio un brote psicótico o algo así...

Por suerte apareció otra borracha a decirnos algo. Y aunque así de entrada pues lo que me pareció es que olía a whisky del malo, con un segundo vistazo más detenido vi cosas que daban qué pensar. Su bolsa de deporte parecía bastante más pesada que la ropa de deporte, por ejemplo. Estaba claro que le gustaba mucho el color negro, y su posición corporal se apoyaba en las sombras con mucha naturalidad. Y aunque borracha, gesticulaba muy firme, sólida, directa, no apetecía buscarle las cosquillas. Y su forma de mirar me dio una pena... Sentí un dedo frío burchándome el corazón, y me dieron ganas de llorar, así que miré al suelo. Tragué saliva. Levanté la vista. Casi sonreí lo mejor que pude, me protegí los ovarios con la manos en los bolsillos, y secundé a Suzie. Sí, somos jóvenes, pero diría que estamos en las mismas.... podríamos colaborar, ¿no? Le mostré mi mano como cuando tienes que dejar que los perros te huelan. Soy Cuddy.

Ocurre a veces que Énone recibe visiones que la Orden llama Revelaciones de Thot, el dios egipcio con cabeza de ibis que encarna la sabiduría. En ocasiones dichas revelaciones son pistas más o menos sutiles sobre su objetivo y en otras avisos de desgracias que tarde o temprano se acaban cumpliendo.

Las imágenes que acuden ahora a su cabeza no han salido siquiera en los foros más morbosos de Internet. La joven Tasia está recostada contra una pared llena de grafitis, desnuda y rodeada de los restos destrozados de su ropa. Su piel, en vida de un atractivo color caramelo, tiene un aspecto extraño, ceniciento y salpicado de pequeñas manchas que Énone no llega a ver claramente. De algunas de ellas salen pequeños hilillos de sangre ya coagulada. A ambos lados del ombligo hay dos cortes muy finos rodeados cuyos bordes están ribeteados de sangre. Su expresión es de un placer indescriptible mezclado con un dolor inimaginable, como si Tasia fuera una adicta al BDSM extremo que hubiera muerto en pleno orgasmo provocado por el dolor. La imagen le recuerda a cosas que ha leído (¿O películas que ha visto?) de la serie Hellraiser de Clive Barker. La estancia huele a sangre, pero lo único que ve Énone es un pequeño reguero que sale del cadáver y termina en un desagüe que lo lleva a las alcantarillas.

Cuando la revelación termina a Énone le parece que han pasado horas y todavía tiene el hedor de la sangre en sus fosas nasales. Sin embargo en el mundo real no parecen haber pasado nada más que unos pocos segundos...

Miré a los cuarto chicos, cada uno de su padre y de su madre. Uno de ellos parecía distraído, como ausente. Le miré a los ojos y no vi nada en él, vacío. No me gustaba encontrar eso en una mirada de alguien tan joven, solo traía problemas. Luego miré al otro joven con inmensos ojos negros. Estaban llenos de vida de vitalidad... eso sí estaba bien.

Entonces la chica negra me respondió de aquella manera. - ¿De verdad? ¿Un ángel? - Sonreí y miré la botella en la bolsa. - No, no estoy aún demasiado borracha como para estar viendo lo que no hay. Y sí, hay que limpiar este lugar... pero aún no sé de qué...

Y miré a la joven que estaba con ellos, aquella que de golpe se encogió delante de mí. ¿Acaso tenía miedo? Por el gesto con su mano diría que sí y que no estaba acostumbrada a estar con personas. Le di un trago a la botella antes de coger su mano y tirar de ella hacia mí, deteniéndola con mi propio cuerpo. - Si quieres ayudar, lo primero que tienes que hacer es dejar de sobrecogerte y de temer a lo que te rodea. - Le dije seria, sin soltar su mano, con las miradas frente a frente.

- Sois muy jóvenes, pero con un ángel entre vosotros la cosa cambia. - Dije soltando a la chica y mirando al joven que me parecía hueco por dentro. Como si ocultase algo. - Aunque no sé si Bob el Silencioso os será de mucha ayuda. Salvo que sea mudo esté metiendo la pata ahora mismo. La verdad es que eso sí sería divertido. - Y reí, sin duda alguna por el efecto del alcohol en mi cuerpo.

Dejé la mochila en el suelo, cerré la botella de whisky y abrí la bolsa. De ella saqué un par de guantes de moto reforzados, que no tardé en ponérmelos tras dejar el alcohol dentro de la mochila donde se veían tres empuñaduras de katanas. Una de ella sin duda más grande que las demás. Luego saqué una linterna la cual encendí. - Démosle un poco más de luz a esto.

Y me giré a mirar a los chicos primero y al fondo vi a alguien, al otro lado de la calle. Miraba el semáforo inseguro y luego miraba al grupo. - No me jodas... - Solté al verle moverse. Mis ojos se fijaron en los suyos a pesar de la distancia. - ¿Alguien ha pedido otro ángel? - Y de golpe la persona que lo contenía reaccionó, miró hacia ambos lados, sin saber bien donde estaba, para luego continuar su camino, no sin antes dejar algo dentro de la papelera cercana a él. - Pues no... se ha equivocado de lugar... es lo que tiene que no sepáis usar un móvil... Dios, como añoro a Nate... - Añadí antes de alumbrar el lugar en condiciones.

Y cuando Scarlett dijo que aquel ángel había abandonado el cuerpo del mortal oíste la voz del tu compañero de los Cielos, la cual sonaba en tu cabeza. Nadie más podía oírle salvo tú.

- Liel, mi nombre es Lahabiel y soy la voz y la voluntad de Dios. Os he visto y he leído lo que nuestro Señor ha pedido que buscase, el pecado entre los vuestros, antes de encomendarte esta misión. Por desgracia, uno de los vuestro, oh Liel, ha traicionado varias veces a nuestras leyes más sagradas, alimentando así su condición de monstruosidad. Sus crímenes solo pueden pagarse con la muerte pues no hay redención para él ni para su alma.

Al mirar al cielo le viste, tan poderoso como le recordabas. Tan majestuoso como siempre.

- En el cubo agarrado al alto palo de metal con luz, he dejado una daga especial. Es vuestra misión y solo de vos, matar a aquel que es conocido en la Tierra como Aiden Tyson. Solo esa daga podrá destruirle y llevar a su alma ante el Todopoderoso, quien decidirá el castigo por sus actos impíos y aberrantes. Una vez completada vuestra misión, la daga volverá a los Cielos y Aiden Tyson tendrá el castigo por sus pecados mortales. Liel, no olvidéis que estáis bajo el mandato y la supervisión de Nuestro Señor y esta es una orden suya directa a través de mi voz. Coged la daga antes de que alguien se adelante y cumplid con vuestro cometido. Por la voluntad del Santo Padre, contáis con su bendición. Amén.

Mientras ellas se ponían de acuerdo y Cuddy le ofrecía la mano a la mujer que los había parado. Énone volteó a ver al gran edificio frente al cual estaban. La catedral se levantaba amenazante rasgando con sus agujas negras el sucio gris de la noche moderna.

El chico se preguntó qué pensaría la gente que la reverenciaba en sus buenos tiempos si vieran el estado en el que se encontraba, recorrió con la vista los terrenos adyacentes y no pudo evitar fijarse en la basura tirada por todos lados y en la cantidad de graffitis que decoraban las paredes tanto de la catedral como del muro que la separaba del edificio vecino que venía un poco más allá.

Un rayado en especial llamó su atención y pronto no pudo pensar en nada más, era un tab cualquiera hecho con spray, las letras rojas parecían brillar en la sucia pare de concreto. Parecía un nombre, ciertamente la primera letra era una T, la segunda podría ser una A… la tercera.. bueno, parecía haber otra A, una S...

—¡TASIA! —Exclamó en voz alta, y apenas lo hizo la visión le golpeó como una patada en las pelotas. Sintiéndose débil dió unos pasos al lado, tambaleante, tuvo que afirmarse de la valla de hierro para evitar caer al suelo. Maldito destino, malditos dioses, malditas visiones… maldita incertidumbre de no saber si lo que estaba viendo ya hacía pasado, estaba pasando o iría a pasar.

—Chica, Caramelo, Tasia, graffitis, heridas redondeadas, ombligo— repitió en voz alta una y otra vez, una y otra vez a medida que la cabeza se le despejaba. Palabras al aire buscando grabar en su mente lo que la visión le había enseñado antes que la realidad reemplazase a la visión y se llevase con ella los detalles. Volvió al mundo real con los ojos llorosos y el labio tembloroso.

Miró alrededor buscando instintivamente a Suzie, pero en vez de eso se encontró con los ojos de la mujer de negro y a Cuddy pegada a ella. ¿Por cuánto rato me he ido está vez?, pensó mientras reprimía las ganas de devolver la merienda.

Ay, reconozco que me arrepentí un poco de ofrecerle colaborar a la tipa esta... ¿Quién se creía que era para hablarme así? ¿PopCorn? Diferente habría ido la cosa si yo también estuviera loca borracha... aunque tampoco sé bien qué pasaría, porque el único que sabe qué mierda hago cuando voy en modo loca borracha nos sigue en silencio y no suelta una. Quizá hasta le caigo mejor loca y borracha. Pero esta vez ella estaba borracha y yo no, y por como me había pillado, era como bastante fácil clavarle una cuchillada amistosa en algún sitio con la otra mano... bueno, probablemente no sería tan fácil, pero si a mi me daba por ir del mismo plan que ella, era bastante probable que nos termináramos ahostiando mucho y muy fuerte... y éramos 3-4 contra una. Así que me puse roja como sangre menstrual de la vergüenza que me hizo pasar insinuando que soy como Énone, y luego la odié como cuando los niños odian a las vacunas: Si quieres ayudarte, lo primero que tienes que hacer es reconocer como te sientes. Eso me lo había dicho PopCorn. ¿Y si en vez de pincharla le robo algo? Creo que me leyó la mente, porque justo en ese momento me soltó. Yo me hice la ofendida, en plan ¡HM!

Eso sí, totalmente a favor del comentario sobre Bob el silencioso. Que me lo diga ya o se vaya a la mierda, pero da todo el cringe que nos siga fingiendo sigilo a todos lados... Pero tampoco quería ser yo la que secundara el comentario. Con lo de que había otro ángel, primero pensé que sería algún tema suyo, pero de repente mi conito preferido gritó 

¡TASIA!

 Me giré a ver qué le pasaba. Estaba en un plan muy místico catatónico. Chica, Caramelo, Tasia, graffitis, heridas redondeadas, ombligo; sí, no te preocupes conito querido, nos acordaremos. Le sonreí como perro apaleado a perro apaleado, y le acaricié un poco el tercer ojo mientras le decía shu shu shu shu... Y me dio una penita Énone... tan conito y siempre con tanto lío encima. Nunca era buena señal verle tan cono mientras pasaban cosas raras. Además estaba la tipa de la linterna, que daba la sensación de que en cualquier momento nos pegaba para demostrar que tenía razón en algo que pensó borracha, y el tal Aiden siguiéndonos sin decir nada...

Sin contar con qué íbamos directo a donde se extirpaban ovarios... 

Bueno, veremos qué pasa. 

Y bostecé, porque tenía un poco de sueño.

¿No será un sucubo? 

Aquella mujer me había percibido, los otros sabían de mi naturaleza dual, pero debería de haber pasado desapercibida para una humana normal, claro que al poder ver el interior de su mochila, comprendí... Otra cazadora... Y conocedora de los nuestros, aparentemente, pues detectó otra presencia angélica al tiempo que yo misma me giraba, viendo aquella irrupción a la que hacía referencia. - Yo...

Algo me cegó, dejando a la mujer hablar de fondo con mis compañeros una vez más.

Poco me faltó para hacer una genuflexión ante la suspensión de la realidad que era aquel arrebato divino, pero recordé que era portada por Suzie y mis compañeros (o los viandantes casuales) me tendrían por loca.

-Así se hará, Lahabiel.- Respondí con mi voz interior, mientras comprendía lo que la nueva cazadora había visto, borrando el brillo angélico de aquella visitación de mi consciencia para comandar al cuerpo en busca de la daga que habían dejado en aquella papelera próxima... ¿En serio... Tendría que... Finalizarlo? ¿A él? Algo se me resquebrajó dentro, una vez más.

Tomé lo que el siervo de Labahiel había dejado para mí en aquella papelera, conservándolo dentro de la bolsa en que lo habían dejado, deslizándolo dentro de mi sudadera abierta antes de volver con el grupo, incapaz de apartar mi mirada, cada dos minutos de Tyson.

- ¿Qué era todo eso, joven Ènone?- Pregunté, usando los labios de Suzie. - Tasia es la hermana de Suzie, mi portadora, la chica hallada muerta aquí, es por ello que hemos venido hoy, para investigar y limpiar el lugar.- Me acerqué, apoyando una manaza en el hombro de nuestro joven compañero, socorrido por Cuddy.  - Pareces seguir teniendo el don de estar o presenciar eventos en los que no estabas invitado, y lo pagas con sufrimiento, joven emisario. 

Chica, Caramelo, Tasia, graffitis, heridas redondeadas, ombligo. Aquella secuencia se había convertido en un mantra al que aferrarme mientras esperaba que aquello detonase nuestra necesidad de entrar en aquel lugar impío cuanto antes. Cuando Cuddy pronunció las letras que conformaban la palabra súcubo un escalofrío me recorrió la espalda, mirando a Aiden.

- ¿Estás bien, Ènone? Si necesitas descansar antes de entrar, puedes ir al Tom's Dinner de la paralela.- Aquello casi sonaba como si tratase de imitar a Suzie, a veces me costaba mostrar un lado 'humano', y debía recurrir a Cuddle o a Suzie, a posteriori, para cerciorarme de qué se esperaba de mí en determinados momentos.

Miré de refilón a nuestra nueva compañera por si tenía algo que decir sobre aquella presencia angélica que había notado antes de tratar de relajarme en espera de que aquello avanzase, teniendo que adaptarme al lento ritmo de la humanidad.

—Ella... Ya? 

​​​​​​Énone sintió que algo se le quebraba adentro. ¿Para que puñetas era el maldito elegido?, ¿el salvador contra la oscuridad?... ¡Si no podía salvar a nadie! Miró a Suzie, sin saber que decir, su mano y luego a Cuddy, recién ahora notaba su mano en la frente. Hasta miró a Aiden en busca de soporte. Seguramente ellos ya lo sabían seguramente, claro, por eso estaban ahí. Él era el único imbecil que no...

—No... puedo con esto. Yo... lo siento... Quiero decir, yo ¿puedes decirle a Suzie que lo siento? 

¿Hace cuánto que tenía la sensación? ¿Habría sido por eso que había llegado acá? Él pensaba que estaba huyendo, pero realmente estaba yendo... Y si hubiera llegado ayer. O el día anterior¿Habría podido hacer algo?

—Yo la vi... Estaba en un lavabo —dudó un momento antes de continuar, las palabras se le atropellaban antes de salir de la boca, afectadas. —, desnuda. Pero la ropa... Estaba arrancada. Su cara... 

Observó a Suzie, no pudo agregar que en su muerte rostro de placer, pero el comentario de Cuddy le hizo replantearse la duda quizás era un pista importante...

—No parecía triste, o asustada... Sino todo lo contrario. Y habían dos heridas, a cada lado del ombligo... Y mucha sangre, un río de sangre que corría hasta el desagüe.

Parece que vengan del campamento... ¿será que hay más campamentos por ahí?  No escondí para nada mi cara de asco y miedo y repulsión ante la idea de que me extirpen los ovarios mientras me corro. Me dio un canguele que un escalofrío me recorrió la espalda como electricidad en blanco y negro... y ahí estaba Aiden haciéndose el guapo sin decir palabra, hehehe... he...

Pero bueno... ¿quienes somos para juzgar? Ahora mismo a Suzie le estaba pasando eso de que deja de ser Suzie y es la Vich-Al-Lada. Bueno, no es que lo haya visto nunca escrito, pero Suzie a veces se pone en plan "venga Vich-al-lada", así que me imagino que su nombre se debe escribir más o menos así. Y Énone estaba teniendo un ataque de visiones místicas medio catatónico... Y yo no sabía qué coño hacía. ¿Quiénes eramos para juzgar a una cara bonita que no habla? Gente carismática no terminábamos de ser. O igual era yo que estaba depre por tanta muerte tanto dolor tanta sangre tanta extirpación de ovarios a traición. 

...hmmm ¿o un vampiro? Dicen que follan bien. Pero bueno, si me paraba a pensarlo, un hombre lobo también podía tener la capacidad de comerte muy bien el coño, y arrancarte los ovarios de un manotazo, con la guardia baja. Qué trágico me pareció el mundo y la noche. Se llenó el negro de mis pupilas de luz blanca. ¡Y qué aburrido! Yo tenía ganas de entrar ya. Además Énone ya nos estaba dando información útil: ropa arrancada es algo que podemos encontrar... no te preocupes Suzie, no te preocupes, Vich-Al-Lada - siempre lo pronuncio con timidez, porque no sé si lo pronuncio bien, pero me esfuerzo en transmitir dignidad mientras lo digo - encontraremos al vampiro-barra súcubo-barra hombre lobo-barra chica caramelo lo que sea y le daremos la del pulpo con puños americanos.

¡Me sentí toda una detective! A por la chica con caramelos quería ir ya, y de una, que si no me volvía a aburrir y me daba hastío, y eso va fatal para la depresión. Hasta me olvidé de por qué nadie del campamento quiere entrar a esa discoteca... Yo solo caminé decidida, sintiéndome muy valiente, y entré. 

Allí no hay colores. Parece una película en blanco y negro. Pero hay luces que parecen láseres, tipo conciertos de Pink Floyd, pero en el más estricto blanco y negro. Esto provoca que, aunque lleves mil colores encima, las luces lo depriman todo al gris. A ratos parpadea todo, y te quedas completamente a oscuras un segundo, luz, oscuro, luz, oscura, luz. Hay mucha gente vestida muy formal, con traje con americana y corbata y todo eso, pero también hay gente con trajes de cuero muy BDSMescos, a veces en la misma mesa. Y gente como de nuestra edad vestida de fiesta, que no creo que entiendan una mierda, pero bueno. ¿Y esa persona cuyo género no pillo lleva un antifaz como de noble en una fiesta en la corte? En las paredes hay proyecciones de cosas surrealistas raras que parecen porno de los cuarenta editado a ordenador o algo así, a mi me tira patrás. Creo que va todo el mundo bastante drogado. Se ríen como con una mueca de desprecio y agonía, me recuerdan a la romería de San Isidro. Es que PopCorn me obligó a buscar la romería de San Isidro con el móvil, y a escuchar su análisis. 

Bueno, no, no es blanco y negro. Es blanco y negro y marrón, como blanco y negro lleno de tierra. El subwoofer está tan alto que me tiemblan las costillas, pero la música es chula. Todo reverbera entre azulejos y acústica de iglesia.

Y aunque parece todo un caos y un sitio en el que te puedes encontrar de todo y a cualquier tipo de persona en el anonimato de las luces blanquinegrimarronosas, a la vez todas parecen estar haciendo más o menos lo mismo... consumirse entre ellas. Me tira muchísimo patrás cómo me mira la gente, pero esta vez no puedo dejar de mirar.

Jo-der. Qué rápido olvido.

Yo me acordaba de que la primera vez que fui había sido agobiante, pero el mismo peligro me parecía divertido. Ahora lo vi como un sitio en el que cualquiera podía tener "caramelos", o comer coños para extirpar ovarios. ¿Se lo pasaban bien? Creo que no era exactamente eso, pero algún tipo de satisfacción les daba seguro. Pero nada que ver con lo que en el campamento llamamos "fiesta". A mi me empezaban a dar ganas de vomitar... N-no nos separemos... 

Uf, el instinto de vómito te juro que me la estaba jugando. Me quedé blanca, y corrí hacia los lavabos. Aparté a quien hiciera falta para trallar toda la cena en la pica, y lloré de pena mientras lo hacía, porque con lo bien que me había quedado el arroz... Y aproveché que parecían lágrimas de vómito para pensar que quería volver atrás en el tiempo y estar con Vinny y Cookie y PopCorn en mi casa, en vez de en esta discoteca de mierda.

¿Dónde está Suzie? ¿Dónde está Énone? Y me dio toda la ansiedad. Y entonces pensé en que PopCorn me habría dicho que al menos también había perdido a Aiden y a la borracha, y me calmé un poco. Me lavé las manos y la cara, y me intenté quitar el mal sabor de boca, pero la verdad es que esa agua llevaba tanto cloro que solo le añadió un matiz a mi mal sabor de boca. Me miraban fatal, pero como a todo el mundo.

Solo entonces me fijé en que en el baño la música no era tan fuerte, y allí la ambientación de trance-romería de san isidro no había llegado; era una mierda de baño de discoteca como cualquier otro. Así que allí habían más colores. Y espejos. Allí sí te podías quedar con la cara de la gente. Y si, se oía a bastante gente follando.

Alguien tiene que haber visto con quien entraba Tasia. 

Igual tanto tiempo a pensar no me dio, porque en el espejo vi a alguien muy detrás mío.

No me jodas...

Algo me dice (¿Suzie tal vez?) que no vaya tras Cuddy, o no todavía. Mi compañera no está preparada para ver el lugar donde imagino que encontraron a su difunta hermana, y de todas formas, no me he de alejar de Ènone y Aiden, no es un sitio seguro para nadie, aún menos mientras no averigüemos qué pasó aquí realmente.

Trato de abrirme a las vibraciones del lugar, demasiado sudor, demasiado deseo, demasiados sentidos alterados... ¿Cómo han podido convertir en esto un templo? O más bien ¿Qué nueva divinidad se alimenta de los jadeos de este templo reciclado?

El maremagnum de pecadores me arrastra entre sus ritmos, los más evidentes y los más subterráneos, mareándome.

- Ènone... Algo no... Está bien...- Mascullo, con los ojos casi en blanco.

Entraron todos juntos a la disco, la música, amortiguada en las afueras del lugar, sonaba ahora en todo su esplendor. Énone miraba a su alrededor escrutando en la oscuridad lo poco que los láseres esporádicos dejaban ver, siempre sin apartarse mucho de Suzie y Cuddie, no era su primera vez en un lugar así, pero si en uno como este. Los fuertes sonidos bajos retumbaban en sus tripas y el olor a hierba y a sudor herían los sentidos. Alrededor de la pista de baile se ubican mesas y había una pasarela a media altura con más mesas también. A mano derecha había una barra y a mano izquierda la entrada a los baños y al área administrativa del establecimiento. Al fondo, sobre una tarima elevada, una mesa de DJ, dónde el mismo, un hombre delgado y vestido de negro, iba pasando los temas. Chicas y chicos vestidos de negro —Énone pensó que estaban vestidos de demonios— se paseaban por entre los asistentes llevando bandejas con vasos, pastillas y bolsitas con un polvo blanco a su interior. Todo a la vista de todos.

A primera vista todo el mundo parecía estarla pasando muy bien, miradas extasiadas, vados en alto y cuerpos moviéndose al compás de una música electrónica que parecía vibrar en el ambiente, pero una segunda mirada, sobretodo de gente como ellos que conocían un poco más de la verdad que se escondía tras el velo de la mundanidad, te decía que algo raro había en el cuadro general. Quizás había en algunas miradas que parecían más perdidas de lo normal o en los pasos letárgicos de algunos de los jóvenes que se esforzaban en bailar, una pequeña arruga sobre la comisura de la sonrisa que no debería estar ahí y esa pesada sensación de oscuridad.

Y Énone no era el único que lo sentía. 

Cuddy salió corriendo sobrepasada en dirección de uno de los baños, Énone sintió un escalofrío, podía inferir que en uno de esos baños era donde habían encontrado a Tasia y la imagen volvió a posicionarse en el fondo de su retina. Sacudió la cabeza justo cuando Suzie, o más bien la entidad que había dentro de ella, le dirigió aquellas escuetas palabras. 

El chico notó la expresión en el rostro de su compañera y rápidamente pasó su brazo por su hombro y le afirmó la cintura, por si fuera a caer. Un desvanecimiento con esa cantidad de gente alrededor, podría ser peligroso. Miró alrededor para pedirle ayuda a Aiden, pero no pudo encontrarlo, dónde este debería haber estado ya no había nadie y la multitud se estaba cerrando como el mar se cierra al sacar la mano de la playa. Cruzó los dedos para que hubiese ido a acompañar a Cuddy.

—Tú también puedes sentirla, Su.¿Verdad? La oscuridad... Está aquí en alguna parte, observando quizás. Acechándonos.

Énone volvió a mirar alrededor, incluso hacía los cielos, a ese techo infinito de la antigua catedral. Los ojos entrecerrados mientras se preguntaba si habría algún peligro que hubiesen pasado por alto y quien o qué podría ser era aquella amenaza que no se dejaba ver. 

Ya me encontraba mejor, me dije. Estaba segura de conocer a esa chica, así que se lo dije tal cual: eh, yo te conozco, ¿no? La miré con los ojos luminosos achinados. Hice memoria...

Antes, cuando era... más joven que ahora, nos gustaba salir de fiesta y esas cosas. Vinny y yo todavía no éramos... lo que fuimos. Entonces teníamos 13 años, y aunque siempre íbamos juntos, entonces Vinny era mi amigo gay. Es que le gustaba aquel chico negro-rubio, creo que porque era negro-rubio, pero bueno, tenía 13 años. A mi me gustaba aquella chica, cómo se llamaba... no me acuerdo, pero la chica que estaba a mi lado en el baño era su hermana, creo. Hace como 4-5 años nos conocimos, creo que me lié con tu hermana, aunque iba muy borracha y no me acuerdo bien.

Ahora estoy aquí, ehm, pff...

No supe muy bien qué mentira inventarme, así que me fui al baño, a ver qué encontraba.

- Demasiadas variables y yo busco una concreta. - Respondí a la joven que se comportaba como un cánido y que consideraba la más débil de todos. De hecho no estaba segura de si unirme a ellos o dejarles solos. Pero no era mi presa y ellos debían aprender. Sabiendo lo que no era, lo mejor era dejarles solos y que ellos mismos siguiesen su camino, mientras yo seguía el mío. Sabía que nuestros caminos se cruzarían de nuevo, pues iba a investigar aquello, pero a mi manera.

Y mi manera era sacando información cortando algunas cabezas por la ciudad.

- Ya nos veremos. - Les dije cuando vi que se iban. - Yo no puedo entrar allí. No dejaría a muchos en pie en ese corrupto lugar. - Y es que la vida, mis enseñanzas de cuando era pequeña hasta que estuve preparada para ser cazadora, ya podía identificar a casi cualquier criatura solo con verla. No podían ocultarse a mis ojos, ya fuese por sus gestos, la forma de mirar, incluso su olor. Por ejemplo Aiden, sabía que no era humano y a pesar de saber que había criaturas no humanas siendo cazadores, me costaba mantener mi katana envainada y no buscar las atrocidades que había cometido antes de controlar al monstruo que llevaba dentro.

Aiden sigue al grupo en silencio y clava su mirada en mí al tiempo que se marcha, mientras que yo rebusco en el callejón. Quería saber que criaturas entraban allí y en aquel lugar encontraría las pistas que necesitaba.