Partida Rol por web

Sokkie Heroes

Joburgo (Escena IV)

Cargando editor
29/10/2016, 03:55
Director

8 de junio de 2086

Eran las nueve y media según la hora la local, cuando llegaron al "espaciopuerto Nelson Mandela", la terminal internacional del aeropuerto. El nombre hacía referencia a una época mejor, en la que efectivamente el lugar era utilizado para plataforma de vuelos que partían hacia las colonias del sistema solar, ahora perdidas ante la invasión mi-go.

Habían hecho un viaje de cinco horas y media a una velocidad de crucero de Match 2 por un mar normalmente infestado de presencia de la Orden de Dagon. No todo eran malas noticias, y la operación de reconquista de Darwin se había convertido en un esfuerzo internacional conjunto para arrebatar enclaves al EoD y la Tormenta Devastadora en continentes controlados por el NGT. Ciudad el Cabo llevaba 15 años en manos de la Orden de Dagon, y hacía escasas tres semanas un contraataque los había expulsado de nuevo al mar, ganando el gobierno terrestre el control cuasi total del continente africano. Hay quien decía que había gato encerrado, que todo había sido "demasiado fácil". Que era como más como si el enemigo se hubiera retirado por propia iniciativa que hubiera sido expulsado por un ataque. ¿Que tramaban? Para ellos, la pregunta era casi imposible de contestar. Pero tampoco importaba, no estaban allí para combatir a ningún hombre-pez, si no para ganar un torneo de baile.

Johannesburgo o "Joburgo", como la apodaban sus habitantes, era la segunda ciudad más importante del Nuevo Gobierno Terrestre y la primera en área habitable total, incluso por delante de Chicago, que era la capital mundial. Acostumbrados al encanto de Melbourne, la gigantesca ciudad africana les pareció mucho menos elegante y más funcional. Tenía solo dos niveles en altura pero otros tres subterráneos, donde se abigarraba la gran mayoría de la población. Ciudad industrial por excelencia y sede de la Corporación Chrysalis, los niveles superiores estaban dominados por la visión de "La Espira", la gigantesca torre-arcología que era la sede de la multinacional y enmarcaba asimismo el "Olympus Quarter", los barrios altos de la ciudad.

Era una ciudad sobria, funcional y gigantesca, donde a diferencia de Melbourne las líneas de transporte público conectaban sectores principales como grandes vomitorios de masas humanas, y el transporte menudo se hacía con una inmensa flota de vehículos de módulo-A con licencia, en formato bus, microbus o "taxi colectivo", a menudo decorados con vistosos vinilos de colores o paneles reflectores con anuncios. Eran los famosos "matatu", y uno de los principales medios de comunicación en la ciudad del mundo con mayor porcentaje de vehículos privados per cápita.

La ciudad tenía muchos contrastes. Aunque pudiera parecer algo sucia, enorme y gris, gustaba de intrincadas galerías comerciales con anuncios 3D y neones llamativos, gustaba de interiores decorados con vivas pinturas y gustos extravaganes. Sus habitantes eran conocidos por tener culto a la moda personal, vistiendo complicados diseños de buenas marcas, muchos de ellos de diseño e inspiración africana, siguiendo el espíritu de la antigua "sape" congoleña. Aunque era una ciudad predominantemente humana, su estátus de gran centro comercial y productivo a escala mundial lo convertía en un lugar donde se concitaban personas de las cuatro esquinas del mundo. La comunidad xenomezcla era grande en la ciudad, y a pesar de que sin duda París se llevaba la fama como capital mundial del diseño, Johannesburgo no se quedaba atrás y exportaba moda a todo el mundo.

Aunque hasta hace poco la vocación turística de la ciudad era más que limitada, existía de un tiempo a ésta parte una iniciativa muy fuerte por parte del gobierno local para "embellecer" zonas de la ciudad convirtiéndolas en resorts de cara al turismo de masas. La cabeza de puente, en éste sentido, era el Kimberly Resort, terminado hacía seis meses escasos y que estaba listo para recibirles como embajadores para mostrar al mundo lo excelso de sus instalaciones.

Así, cuando la organización del torneo les recogió a ellos y a su equipaje en varios taxis de gama alta, les llevó directamente y a través de la superautopista F.W. De Klerk hacia el interior de la cúpula del resort: una arcología dentro de una arcología. Allí dentro, los detalles ambientales y atmosféricos estaban muy cuidados. La vegetación y los parques eran abundantes, e incluía una pradera/zoológico donde disfrutar de un pequeño safari con especies autóctonas protegidas en un entorno controlado.

Paradise Resort era el lugar donde se iban a alojar. Un lugar exclusivo, donde había una playa privada para los clientes, un oceanario submarino donde podían verse todas las especies que habitaban el lugar, y a las que estaba prohibido cazar. No tenía hoteles de grandes plantas, si no exclusivos bungalows de estilo tropical y casas de dos pisos salpicadas por restaurantes y estancias comunes para los clientes. En una sociedad donde el espacio dentro de una arcología era un bien muy preciado, aquello parecía un derroche de metros cuadrados solo apto para los bolsillos más pudientes.

Para "fomentar el espíritu de equipo", cada equipo nacional tenía bungalows continuos, o habitaba en diferentes habitaciones de una misma casa común. A ellos les tocó la primera opción, y se sintieron complacidos. A pesar del aspecto arcaico, el interior estaba totalmente equipado con las últimas tecnologías en descanso, minibar, televisión, baño con masaje y un sinfín de comodidades a las que se sumaban las actividades y lugares comunes del resort, que además de la playa incluían tours por el jardín/safari, restaurantes temáticos, chiringuito/discoteca en la playa, un bar tradicional estilo "shebeen", pistas polideportivas con gimnasio, sauna, baños, sala de musculación... de todo.

Tras una cena informal, debido a que la mayoría de los equipos llegaría el día siguiente, el 9, las parejas fueron dejadas "a su aire" durante el resto de la noche. Al día siguiente había programadas actividades turísticas que serían filmadas para promoción de la ciudad, incluyendo catas gastronómicas y visitas a diversos lugares emblemáticos. Pero ahora tenían la oportunidad de relajarse y disfrutar de todo lo que el concepto "gastos pagados" les podía ofrecer. Y era mucho.

Cargando editor
29/10/2016, 04:46
Jerome Bennet

Iba conociendo a Jerome y sabía que le gustaba comenzar por el postre. Por eso, nada más terminar de cenar hicieron el amor pasional, casi furiosamente, disfrutando luego del silencio y la tranquilidad. El jet lag pasaba factura, pero la excitación de haber llegado hasta aquel lugar extraño y tener la noche para ellos solos les movía a no quedarse quietos. Posiblemente, no tuvieran oportunidad de disfrutar demasiado de todas aquellas comodidades si su agenda estaba tan programada como al día siguiente.

Así que desnudo como estaba, se levantó y revisó el mueble bar, comprobando que tenían un muy buen whisky escocés. Así que se sirvió tranquilamente y le puso a ella la copa que quiso, asomándose a la ventana que daba al espacio ajardinado trasero. Ella podía ver su firme trasero, que había aprendido a valorar en su justa medida, y aquella figura fornida y definida, de ébano, acodada con cierta desverguenza en el alfeizar de la ventana, disfrutando del canto de los grillos y la suave brisa estival.

-Me podría acostumbrar a ésto -dijo, a modo de cómica conclusión.

Sus padres dirían lo que quisieran, pero ella sentía que había dado en el clavo. No solo eran buenos amantes, si no que como pareja estaban muy compenetrados. En realidad, lo habían estado siempre, aún cuando eran solo amigos, pero ahora era incluso mejor. Hablaban de las mismas tonterías y se reían de las mismas tonterías. Estar enamorada era una sensación maravillosa.

Cargando editor
29/10/2016, 04:54
Kristal Lamm

Habían salido de cenar y pasado un momento a ponerse el bañador. Phil estaba algo inquieto por que los viajes largos no le sentaban muy bien, así que ella le tranquilizó del mejor modo que pudo: haciéndole una más que memorable felación, que le pilló absolutamente desprevenido pero ante la que nadie le escuchó quejarse.

Todavía con las piernas temblorosas, la toalla al hombro y la sonrisa de un hombre feliz, se acercaron a la playa, casi desierta aquella noche. Habría, a lo sumo, cinco o seis personas, si se incluía al barman del pequeño chiringuito con forma de cabaña. El mogollón de concursantes todavía estaba por llegar, así que ellos podían disfrutar aquella noche, o el poco tiempo de ella que les quedara, disfrutando de lo que el resort podía ofrecerles. A su rollo.

Pidieron unas copas y estiraron las toallas. Él se tumbó y ella lo hizo a su lado, apoyando la cabeza en su pecho. Ahora mismo sus mayores inquietudes eran disfrutar de la brisa o decidir si iban a pedir una segunda copa, darse un baño o quedarse dormidos allí mismo.

-El sitio mola mucho. Es casi como en una de esas series antiguas, una que se llamaba... mmmm... Crimen en el Paraíso. Mi madre la veía. Iba de un policía inglés en una isla del Caribe, o algo así.

Sonrió por la referencia, mientras ella acaricia su pecho con un dedo.

-Oye... ¿Tienes decidido hacerte militar? Después de operarte, me refiero. Si es así, no se... Creo que deberías meterte en la academia de oficiales. Y si no... ¿Por que no emprender con tu propio negocio? Ahora podemos... y si ganas, tendremos tanta pasta que podremos hacer lo que queramos. Incluso nada.

Le miró, divertida.

-¿Te imaginas ser un par de vagos que hacen turismo de mochila por todo el mundo?

Cargando editor
29/10/2016, 05:02
Emily Sawyer

Había soltado la maleta y se había echado en la cama. El jet lag cansa, pero quería explorar un poco el complejo. Aprovechar ahora que había menos gente y disfrutar un poco de sus servicios de forma más personal, íntima. El sitio era una gozada, y además tenía ese puntillo que siempre dan los viajes al extranjero: estaba lejos de casa y del trabajo y podía hacer lo que quisiera con su tiempo libre.

Emily estaba despegada con él, y no la culpaba. Quizá hasta le venía bien. Por eso, cuando se fue a levantar a coger algo en el mueble bar, verla de pie junto a la puerta, descalza y mirándole, le dejó un poco... descolocado. No llevaba mucha ropa, a decir verdad. Más bien, solo una prenda muy sexy sobre su desnudez más absoluta.

-Eres un cerdo mentiroso -le espetó, de repente- Pero entiendo tu rechazo.

Parpadeó, flipando, mientras ella se acercaba de modo algo insinuante.

-No querías darme alas, ¿No? Fue solo un trabajo, no querías que me doliera más.

Su mano palpó su virilidad por encima del pantalón. Con aquella luz, en aquella circunstancia, cansado tras el viaje... la verdad es que la naturaleza comenzaba a aflorar de manera inevitable. Al contrario de lo que pudiera pensar, se tensó en más de un sentido. Y aquella parecía una de esas tensiones que sus clientas aprecian especialmente.

-Mira... Jason -le dijo en un susurro- He aprendido la lección. ¿No quieres que me enamore? No lo haré...

Ya estaba jugando con sacar al monstruo de la jaula.

-Después del torneo, cada uno para su casa. Sin rencor. No soy tan niña como tu crees.

Definitivamente, no lo era. Las mujeres vienen equipadas de serie con cierto grado de maldad primigenia de la que algunos hombres carecen.

-Pero mientras estemos aquí, tengo que decirte que me pones. Y no lo puedo evitar, ¿Sabes? Así que tienes dos opciones... o tomas tu las riendas, o las tomo yo.

Y por tomar las riendas, quiso decir "agarrar bien" su principal instrumento de trabajo. Alzó una ceja, esperando una respuesta.

Notas de juego

A tu estilo, ya sabes. Si hace algo, no vamos a ponernos violentos.

Cargando editor
29/10/2016, 05:13
Lambert Walker

Habían salido de cenar, y antes de dormir, o lo que fuera, Dora se quería dar una ducha. Habían estado bien desde las eliminatorias, retomando su relación justo donde la dejaron. Pero siguieron entrenando. Tuvieron una conversación sobre lo importante que para ella era "picar alto" y "tomarse muy en serio el concurso" y él asentía, haciéndose cargo. Se lo debía, quizá. Todas las personas tienen un lado un poco más oscuro, y Dora no era una excepción. Se había acostumbrado a la buena vida, le gustaba ser reconocida, el subidón que venía aparejado con la admiración de la gente al verles bailar, el reconocimiento social que de ello derivaba.

A pesar de eso, ella había reflexionado un tanto. Necesitaba tenerle en su vida más que nunca, para no convertirse en una aplastacabezas desalmada. Necesitaba compaginar aquellas aspiraciones altas con una vida sencilla donde el amor verdadero estuviera presente, y que le sirviera como sostén ahora y siempre. Por eso daba una de cal y otra de arena, desarrollando y profundizando su relación.

Lambert entró en la ducha y ella se dió la vuelta, extrañada. A continuación, sobrevino lo que podría catalogarse como un asalto sexual en toda regla. En realidad, la única diferencia con ello es que ella no solo no lo rechazó, si no que lo acogió más que dispuesta. Pusieron a prueba la solidez de las paredes del plato de la ducha, quedando grabadas sus manos en él. Fue el primero de la noche, y no descartaban que hubiera más. Hacían mucho el amor, y eso le gustaba. A veces era como un juego, otras veces era furioso, ansioso, y de vez en cuando era suave, dulce y no pedía nada a cambio. Se había acostumbrado a sentirle dentro de ella, había aprendido a hacerlo como a él le gustaba, y que él lo hiciera como a ella le gustaba. Y siempre terminaba derramándose dentro de ella, de una forma u otra. Y ella había descubierto que esa sensación le resultaba casi tan deliciosa como el momento en el que entraba en su carne. Una sensación casi adictiva.

Quedaron tirados sobre la cama, encima de unas grandes toallas, todavía mojados, desnudos, temblorosos, desnudos. Hacía calor allí, así que se secarían al natural sin temor a resfriarse.

-Tenemos que bajar un poco el ritmo antes de los bailes -dijo, frotándose los ojos- O no nos van a quedar fuerzas. ¿Quieres una copa, o puedo servirte en alguna otra cosa?

Se giró a mirarle, chistoso. Las relaciones tenían aquellas cosas.

-No se, algo como un increíble y satisfactorio sexo oral... ejecutado con maestría y sin ninguna prisa.

Le hizo cosquillas.

Cargando editor
29/10/2016, 05:53
Dora Maxwell
Sólo para el director

El viaje había sido tal y como lo podía imaginar, muchas veces había visto más que documentales aburridos en la televisión y habían servido para que Dora no se sintiera tan arrobada por la nueva ciudad que tenían ante los ojos. Lo cierto es que la pelirroja disfrutaba mucho de todo aquello y había conseguido lidiar con su frustración, especialmente porque o lo hacía o perdería a Lambert y eso no entraba en la ecuación. Por suerte había empezado el tratamiento y su madre se realizará la operación y eso contribuyó mucho al buen humor de la funcionaria. Además, había algo más: no quería convertirse en aquella extinta jefa a la cual había suplido. Ni bien llegaron fueron conducidos con presteza hacia los lugares de hospedaje y aquello era aún más maravilloso si es que se podía decir esa frase. Todo detalle fue absorbido por Dora que sonreía más que antes y no era para menos, cada día que pasaba junto a Lambert estaba satisfecha en todo sentido, así que era la chica más feliz y estaba dispuesta a serlo aún si no ganaban el primer lugar.

Una vez solos se dedicaron a lo que mejor sabían hacer, cuando la tomaba por sorpresa en la ducha o donde fuera, la encendía de una manera inexplicable y es que poco a poco se habían ido entendiendo, acoplando, encontrándose y conociéndose más aún; sí, esas cosas de estar con alguien varios meses, ella esperaba que fueran muchos años pero no se detuvo a pensar en ello sino sólo a disfrutar de los placeres que su amante le regalaba y es que no podía sino decir que era el mejor que había tenido. Ciertamente, disfrutar de aquel momento en que se sentía llenar por esa ráfaga caliente que le hacía estremecer hasta el punto de dejarla en un estado de semi inconsciencia aunado al amor que sentía por él era lo mejor que le podía suceder y ya no había marcha atrás, ella catalogaba aquello como amor puro en el que el sexo era algo tan importante tanto como para ella como para él. Se disfrutaban sin inhibiciones y eso estaba mejor que bien. Tirados en la cama se giró a mirarle con una sonrisa tras las cosquillas.

-Mmmm, ¿cómo vas a darme un placentero sexo oral ejecutado con maestría si me acabas de decir que debemos parar?-ella se puso seria de pronto.-A partir de hoy nos centraremos en el baile y no tendremos sexo hasta que hayamos ganado el primer lugar... ¿Te sientes capaz?

Pero entonces se rió, una sonora carcajada acompañada de esa mirada brillante que le ocurría sólo con él, esa mirada que él había aprendido a interpretar o al menos eso pensaba ella porque apenas lo mirara, estuvieran donde estuvieran y con quien fuera, él sabía bien qué hacer para rescatarla, llevarla a otro sitio o simplemente sentarse a hablar en el sillón.

-Quiero comer...

Había una ambigüedad en esa frase que por la seriedad de Dora, Lambert no habría sabido interpretar pero cuando la chica se puso de rodillas en la cama y fue a meter el rostro entre los muslos de su chico, él no necesitó más explicación. Durante un rato su sexo fue el objeto de adoración de la boca de Dora que no apresuró nada, es más, fue más lento que de costumbre recorriendo cada centímetro de aquella piel tan tensa que ahora conocía muy bien. No dudo en utilizar sus dientes sin lastimarlo, sus mejillas, su saliva, su lengua y claro, sus manos en aquellas preciadas joyas de su guerrero. Tras un rato en que cuando notaba demasiada presión de él, ella suavizaba el ritmo, finalmente dejó de hacerlo "sufrir" y como buena chica consiguió su premio. Mientras lo bebía, literalmente, lo miraba y pretendía sonreír sin dejar que nada de "su" Lambert escapara, ni siquiera por las comisuras. Se tiró a su lado esperando a que él reaccionara.

-Ahora sí podríamos pedir algo de comer.

Se tiró encima de él mirándolo, sabiendo que aún no estaba recuperado de lo que le acababa de hacer pero disfrutando de ese rostro y esa agitación en su pecho.

Cargando editor
29/10/2016, 10:18
Cojlay Marcano

       A pesar de la fría reacción de los otros bailarines, así como la de su propio hermano y la adversa respuesta de sus padres Coljay disfrutó cada momento a partir de la competencia, esa misma noche con el señor Bennet, al día siguiente cuando ambos asistieron juntos a la compañía para trabajar como todos los días para sorpresa de casi todos, incluyendo al perfeccionista de su jefe, quien les felicitó escuetamente antes de acompañarlos a una reunión con los directivos de la empresa quienes parecieron mas entusiasmados debido a la gran publicidad que su empresa había tenido debido al concurso y de inmediato les ofrecieron un contrato publicitario para la competencia de Sudáfrica, a lo que les pidieron unas horas para pensarlo y consultarlo juntos mientras que volvían al trabajo. 

        " Creo que sería buena idea aprovechar la oportunidad Jerome, creo que debemos aprovechar todo lo que esto nos pueda dar y mantener nuestro estilo de vida mientras que hacemos realidad nuestros planes.  ¿Tu que opinas al respecto? "    

        Durante esos días previos al concurso internacional la apreja trató de concertar citas con cada una de las otras parejas para conocerles y romper el hielo previo al viaje, se impresionaron ambos por la ciudad africana y disfrutaron el lugar donde los hospedaron; tras un excelente sexo apasionado y un poco duro entre la atlética pareja descanso unos minutos con los efectos del viaje para retomarlo un momento después, entonces mientras la Nazzadi disfrutaba la vista de su amante desnudo, le respondió ante su jocoso comentario:

     " Sin lugar a dudas parece el paraíso galán ... hasta podría olvidarme por un tiempo de la triste ... actitud de mis padres.  ¿Como reaccionaron los tuyos cuando se enteraron?  Espero que haya sido mejor que los míos   Tal vez deberías presentarme ante ellos "  

       Respondió la chica Nazzadi descubriendo rápidamente con su desnudez la atlética y bien delineada figura sobre la cama mientras que ronroneaba juguetona y coqueta haciendo una seña a Jerome para que la alcanzará en la cama antes de terminar diciendo:  

       " Pero lo esplendido que se ve ese lugar no rivaliza con el majestuoso porte que te cargas cariño, que me hace desear no salir de esta cama para admirar nada de lo que hay allá afuera mientras que pueda disfrutar ese cuerpo varonil a placer, eso si hace que olvide cualquier problema familiar que haya provocado por hacer público nuestro noviazgo en cadena nacional "    

Cargando editor
30/10/2016, 12:06
Jason Kelly

Nunca había viajado fuera de la arcología de Melbourne, y todas aquellas comodidades eran algo nuevo para él. Se sentía como el protagonista de una película de aquellas que antes consideraba hipócritas, donde todo es perfecto para la persona rica y famosa. Ahora él era famoso (hasta cierto punto) y sentía que tenía al alcance unos privilegios que en su vida hubiera pensado que llegaría a tener.

Cuando por fin se libró de las cenas, las cámaras y todas esas mierdas que no le gustaban tanto, se tumbó en la cama y miró al techo. Lo cabrones del concurso habían entrado tanto en su vida que al final se había dado a conocer su profesión. No es que se avergonzara de ella o que le incomodara que la gente lo supiera; de hecho, le gustaba tener publicidad y llegar a los oídos, por ejemplo, de una jueza ricachona y su compañera con ganas de experimentar. Lo malo era que la mentira que había construido para no hacerle daño a Emily se había desmoronado en segundos. Seguramente sería el objeto de odio de su familia, a juzgar por los "amigables" que había recibido. Además, Emily...

¿Estaba en la puerta? La miró con sorpresa y dejó la copa que pensaba servirse. La miró de arriba abajo: no era una chica despampanante de esas que protagonizarían sus fantasías nocturnas, pero con ese vestido llamaba mucho su atención. Además, su inocencia y su juventud tenían un no sé qué que la hacía atractiva. La pureza en medio de toda la putrefacción con la que se encontraba cada día.

O, al menos, eso pensaba hasta que se le acercó y le agarró sus partes sin ninguna timidez. Abrió los ojos aun más, realmente sorprendido. ¿Esa era Emily? Estaba desencantada, y eso era bueno porque el amor se extinguiría rápidamente. Pero ahora le proponía algo distinto y la tentación era demasiado grande como para resistirse.

Coño, sí que tienes las cosas claras.- le dijo con una sonrisa traviesa.- ¿Qué has hecho con la verdadera Emily?

Le miró el escote descaradamente y se pegó a ella con la misma actitud de insinuación. Estaba tan cerca de ella que podía sentir su calor. No esperó más, se acercó y la besó con cierta desesperación. Quería aliviar toda esa tensión. El beso se convirtió en un morreo intenso. Le acarició los brazos desnudos y la agarró con fuerza, como si temiera que se cayera. Bajó hasta su cuello y se lo besó de la misma forma.

No quiero que me quieras.- le dijo levantándole la prenda por abajo. La agarró de los muslos y la llevó a la cama.- No quiero amor.- susurró entre beso y beso. La dejó en la cama y se quitó la camiseta rápidamente. Se puso a cuatro patas encima de ella, encerrándola entre sus fuertes brazos.- Sólo sexo.

Le quitó esa única prenda tan sugerente y le acarició el cuerpo entero. No era lo mismo verla así que en un cuarto oscuro de mala muerte. Fue besándole cada parte de su torso hasta bajar a la zona más interesante. Viejos hábitos, pero no por eso desagradables.

Cargando editor
31/10/2016, 13:27
Phillipe Marquand
Sólo para el director

Se rió ante la propuesta.

-Suena bien eso de ser mochilero e ir por el mundo haciendo el vago.

Luego se puso un poco más serio. O más bien, pensativo.

-Sobre lo de militar... No sé. Si me lo preguntas hace un año, te hubiera respondido que sí sin dudarlo. Ahora no sé. Se abren tantas cosas ante mí... Oportunidades, fama... -Le sonrió con cariño-Tú... Desde que entramos en la final me siento más relajado, más contento cnmigo mismo. Vamos, como creía que iba a sentirme al entrar al ejército. No me malinterpretes, me sigue gustando la idea de entrar en el ejercito, pero me empiezan a gustar otras ideas también. En cierta medida, todo depende de ti... Me refiero, no quiero perderte por mis decisiones. La vida militar es dura. Recuerdo cuando mi madre se iba de campaña y nos pasábamos meses y meses sin verla. Normalmente luego estaba unas pocas semanas y volvía al frente. Y nunca sabías si volvería. No me gustaría que pasases por eso, la verdad.

Se quedó un momento en silencio.

-Bueno, lo decidiré cuando me opere los ojos. Eso es seguro. Me pregunto cómo será una de esas operaciones que mezclan medicina con "magia". Bueno, pero lo importante es ahora. ¿Nos damos un baño?

Cargando editor
31/10/2016, 21:26
Lambert Walker

La verdad es que tras una cosa así uno se queda bastante... blandito, por así decirlo. Literal y metafóricamente. Aquel muy bien podía ser el primer día del resto de su vida, o al menos de las vacaciones que se estaba tomando antes de comenzarlo. Acariciaba ya con los dedos la ciudadanía de Melbourne y el aumento de estátus que eso implicaba. El dinero había ayudado y podía ayudar, pero él era un tipo honrado y, pudiendo acceder a mejores trabajos que los que desempeñaba, no le cabía ninguna duda de que conseguiría algo mejor aunque no ganaran el torneo.

Sin embargo, debía admitir que era emocionante. A Dora le emocionaba todo aquello más que él, cierto, pero él también tenía un poco de orgullo. No quería ganar por la fama, que le daba más o menos igual, si no por ella. Por que sabía que a ella le hacía muchísima ilusión. Y como hombre enamorado, quería que su chica fuera feliz.

Su chica... que pensamiento más curioso. Hacía casi un mes que la había conocido, un mes justo, y ya pensaba en ella como una novia de toda la vida. Se llevaban muy bien, se compenetraban muy bien y tenían cosas de "pareja", como preocuparse el uno del otro o desearle lo mejor. Acarició su rostro con una mano, cariñoso. El rostro que hasta hace poco le había hecho aquello que... todavía le tenía algo tembloroso.

-Yo si que he ganado un premio contigo -dijo.

Sonrió, y a ella esa sonrisa le supo a gloria. Luego, bromista, se hizo un poco el remolón, como si le costara moverse.

-Me dejas para el arrastre. Pero no me oirás quejarme, ¿Eh? Ya sabes que ésto es un... -tocó su nariz- Toma y daca. Así que cuando menos te lo esperes te dejaré KO a base de orgasmos.

Ella le sacó la lengua y él se rió un poco.

-Si, venga. Pidamos algo. "Todos los gastos cubiertos", dijeron. Así que no que importa que el servicio de habitaciones cueste un dineral. Aprovechémonos.

Cargando editor
31/10/2016, 21:34
Jerome Bennet

La escuchó hablar y pensó en lo que decía. "Presentarle a sus padres". Madre mía, no sabía lo que estaba pidiendo. A diferencia de ella, sus padres vivían todavía en Jamaica. De hecho, habían sido contados con los dedos de la mano las veces que se habían visto desde que se emancipó. Los billetes transcontinentales son caros, y debido a la guerra uno debe hacer varias escalas, por que ningún piloto se arriesgaba a un viaje de más cinco horas seguidas, según normas del NGT.

-Bueno, podemos ir a Jamaica de vacaciones, un día de éstos. Te gustará, todavía hay playas donde uno puede bañarse tranquilamente, playas a cielo abierto. Mis padres son gente muy humilde, la verdad, pero seguro que te caen bien... por que no tienen ningún prejuicio con los nazzadi.

Dijo ésto con tono bromista, mientras se metía en la cama a su lado. Sus últimas palabras le hicieron sonreír y dejar la copa sobre la mesita.

-¿Quieres olvidarte, mmm? Éste cuerpo varonil puede hacer muchas cosas.

Dicho ésto, se metió debajo de las sábanas como si fuera un submarino. Pero pronto bajó a la profundidad de un batiscafo, sumergiéndose completamente y quedando a la altura de su sexo. Ella reía y se revolvía, pero que había comenzado como un juego, con cosquillas y bromas. Pero luego sintió su lengua sobre "la raíz del problema" y supo que aquello iba a terminar en algo serio. Y la verdad es que Jerome se tomaba el sexo oral muy en serio. Se aplicaba a él a conciencia, como si su placer fuera para él una cuestión personal, el reflejo de un "trabajo bien hecho". Y el trabajo estaba siendo más que bueno.

Cargando editor
31/10/2016, 21:41
Emily Sawyer

Hubo una gran diferencia entre aquel sexo y el primero que tuvieron. Es decir, el que realizó como "parte de su trabajo". En él, se suponía que representaba el papel de un chico que quería enamorarla, y por eso se comportó con pasión juvenil no exenta de cariño. En éste caso, era simple y llanamente el placer por el placer. Por eso, se lo tomó como algo personal. ¿Quería sexo, lo tendría? Uno de esas sesiones por las que cobraba no menos de 200 terranotes a una desconocida.

Huelga decir que ella disfrutó, pero no se limitó a un rol pasivo. En eso, fue diferente de la primera vez. Ésta vez, ella tomó también la voz cantante y le cabalgó con una pasión que le hizo dudar de que él fuera el primer chico con el que hubiera tenido algo.

Tras algo más de una hora de buen sexo, ella se quedó dormida a su lado, y él se encendió un cigarrillo mirando el techo, sumido en sus propios pensamientos. Pensaba en lo que iba a ser, en el tema del torneo, en su futuro como "acompañante". Algún día tendría que diversificar, dedicarse a otra cosa e ir preparando la "segunda actividad". No quería terminar como barman en un club como en el que él trabajaba, o con un empleo de poca monta y baja cualificación. No obstante, se había especializado. El asunto le puso algo... "nervioso", así que se levantó y fue a buscarse alguna dósis de algo que le relajara. Para él, el sexo, que era algo así como un trabajo, no relajaba tanto como despejaba la mente. Y eso le hacía pensar de más.

Cargando editor
31/10/2016, 21:53
Hombre ciego

Era tarde y aunque el complejo era seguro, bajaba el tono de las luces en las zonas comunes. Era una luz indirecta, muy relajante, pero que convertía en oscuras al resto de las figuras. Aprovechó para dar un paseo, despejar la cabeza y explorar algunas áreas del complejo que funcionaban las 24 horas por estar automatizadas.

La que estaba buscando estaba junto a un comedor: las expendedoras en una sala chill-out con sillones y mesas para tomarse algo. Una de esas salas que normalmente nadie usa en un hotel, excepto para esperar a otra persona o cuando no puede entrar en su habitación por algún motivo.

"Black Dragon" era una marca de opio somnífero que él solía consumir, y que hasta hace poco producían en China. Pero China cayó y ahora las fábricas habían pasado a la India. La calidad, sin embargo, era la misma. De repente, sin que hubiera escuchado ningún sonido, vió que un hombre negro con unas gafas de sol y un bastón de ciego estaba sentado en uno de los sillones. ¿Como había llegado ahí, y por qué demonios le hablaba?

-¿No puedes dormir, eh? A mi me pasa igual en éstas noches calurosas.

No sabía si decir algo por compromiso o marcharse, ahora que tenía justamente lo que quería. No se iba a chutar delante de un ciego, y era bastante tarde de madrugada. Él, además, era un tipo bastante informal para aquella clase de encuentros con extraños, y le daba igual dejar a la gente con la palabra en la boca.

-¿Tienes prisa, Jason Kelly?

Aquello le dejó petrificado. ¿Cómo demonios sabía su nombre? No creía que se tratara de ninguna especie de bailarín del torneo, por que era demasiado viejo para su categoría. Vestía bastante elegante, pero de ese modo informal y tropical que se llevaba en ese país.

-No te va a pasar nada por darle conversación a un viejo, cinco minutos. Por favor, siéntate, muchacho.

Cargando editor
31/10/2016, 22:16
Dora Maxwell
Sólo para el director

Dora sabía que aquello era lo mejor que le podía suceder, no se preocupaba por tener a su chico así, satisfecho y con esa cara de placer cuya sonrisa duraba más de lo normal, es decir, disfrutaba tanto de darle como de recibir.

-Tomaré eso como una promesa.

Sonrió contenta, la relación era mas íntima que si sólo tuvieran un mes de conocerse. Tenían una complicidad que se veía poco o al menos en esa cantidad de tiempo. Se levantó desnuda y fue hasta el baño a hacer un par de cosas.

-¿Vas a sorprenderme con la comida?

Preguntó al volver tirándose en la cama boca abajo y mirándolo a los ojos, ella disfrutaba mucho de aquella comodidad. Estaba contenta por muchas cosas pero sobre todo por tenerlo.

-Creo que fui un poco dura con Krystal ...

No buscaba que él fuera condescendiente con ella, sólo era su manera de disculparse. Quizá finalmente estaba aceptando que no se podía ganar siempre. Además, quería que él estuviera bien, que por sobre todas las cosas estaba bien. Pidieron abundante comida estilo mediterráneo y bebieron a gusto, en la cama, desnudos.

-Estoy recuperando fuerzas, mi amor.

Dijo coqueteando con él, fingiendo seriedad. Él ya conocía esa mirada.

Cargando editor
31/10/2016, 22:26
Kristal Lamm

Escuchó lo que decía. Llevaban menos de un mes pero era cierto. Con el dinero del premio y la posibilidad de ganar más, se abrían nuevos interrogantes y un más que posible nuevo capítulo en su vida. Él había tenido otras relaciones, algunas de las cuales habían terminado por un motivo parecido: él debía "irse" por motivos de trabajo o en el desarrollo de su carrera, y ella siempre se había quedado en la ciudad en la que había nacido, con su puesto de secretaria en Ashcroft...

-¿Yo? Bueno, no he salido antes con un militar así que no podría decirte... como lo encajaré y eso. Pero si se que cambian con mucha frecuencia de destino, y que nos veríamos poco.

Parpadeó, sonriendo.

-Yo lo que quiero es que tu te sientas realizado. Que no creas que estás atrapado o estancado. Lo que hagas... bueno, sabré adaptarme. Ésto no es un amor pasajero, aunque si te agradecería que... lo alimentáramos a conciencia mientras podamos.

Sonrió y se levantó con bastante agilidad.

-¡Vamos, al agua!

No se bañaba en una playa desde que cerraron la playa del río Yarra por contaminación. Era un pequeño lujo en su mundo, y pensaba disfrutarlo a conciencia.

Cargando editor
31/10/2016, 22:27
Hombre ciego

Se bañaron, rieron e hicieron trastadas. Luego se tumbaron un rato y ella se quedó dormida sobre la toalla. Él se separó de ella despacio, para que no se despertara, y fue al baño más cercano, que era el del chiringuito. A esa hora ya había cerrado, pero había unas expendedoras y podías tomarte algo en los taburetes. Se sacó una lata de refresco, un té helado relajante para acabar bien el día.

Se dió cuenta de que había un hombre negro, viejo, con uno de esos trajes tropicales bastante informal y unas gafas de sol. ¿Gafas de sol, en plena noche? El detalle del bastón extensible le reveló que era ciego. Eso era extraño. ¿Otro ciego congénito? Si estaba allí seguro que podía pagarse un trasplante de ojos. Ver un ciego de aquellas características en un lugar así era un poco extraño. Pero quien sabe... en éste Evo Extraño hay gente que coge enfermedades alienígenas que ni siquiera la arcanoterapia puede curar.

El tipo estaba de espaldas a él, de cara a la barra y sin darse cuenta de que la persiana del local había sido bajada. Bebía una copa que había pedido antes de que cerraran, y que tenía a la mitad. Un combinado con cola o algo parecido.

-Es una buena chica, ¿No crees?

Sus palabras le hicieron parpadear, y se puso alerta. ¿Era un ciego fingido, les había estado espiando?

-Tranquilo, Phillipe, solo pasaba por aquí, y seguiré mi camino en un momento. Antes, me gustaría hablar contigo.

¿Como sabía su nombre? Parpadeó bajo el visor, y lo programó. Tenía varias funcionalidades, y una de ellas era un visor térmico. Se quedó de piedra al ver que aquel tipo tenía una temperatura corporal como de 50 y tantos grados.

-Eres despierto, curioso. Lo se bien. Por favor, siéntate y tómatela con éste viejo. Sólo somos dos personas, charlando en éste sitio tan bonito.

Cargando editor
01/11/2016, 15:41
Jason Kelly

Sabía que acostarse con Emily sería una mala idea, no por el hecho en sí sino por lo que vendría después. Al encontrarse tumbado al lado de una chica tan joven, empezó a sentirse mal. Primero, porque veía su futuro negro. Sin estudios y habiéndose dedicado desde su mayoría de edad a un trabajo como ése, Jason no tenía precisamente un plan de jubilación. ¿Qué haría cuando ya no fuera lo suficientemente atractivo como para atraer a los clientes? ¿Sería el nuevo barman del club? ¿Abriría su propio Host Club?

Luego también se comía la cabeza porque le daba la sensación de que estaba aprovechándose de ella. O, peor aun, de que ella se aprovechaba de él. Evidentemente, su trabajo era ése. Pero ser como una herramienta que Emily pudiera usar cada vez que quisiera no le hacía mucha gracia. Sin embargo, había sido el que había caído en su juego de seducción y ahora no podía hacerse la víctima. Había tenido muchísimos trabajos y casi ninguno se asemejaba a lo que había hecho en esa habitación.

Sentía un vacío familiar dentro de él. Ahí, en un complejo vacacional y hermoso, estaba más solo que nadie. Lejos de un hogar en el que nadie le esperaba y compartiendo habitación con su pareja de baile que le odiaba por su un asqueroso mentiroso (quizá hubiera sido mejor decirle "Oh, resulta que tu prima me contrató para desvirgarte") y que además esperaba que tuvieran noches de pasión porque le molaba. Él había dicho que no quería amor y era cierto. No quería el amor de una niña como ella. Tampoco sabía qué amor quería.

Mientras caminaba en busca de algo que le ayudara a dormir, se miró las manos. ¿Qué había hecho él para merecer estar allí? Al lado de toda esa gente, era una mierda con patas que había salido de un vertedero como cualquier otro. Iría a la competición, lo descalificarían, volvería a Melbourne y los sicarios contratados por los padres de Emily le darían una paliza. Eso tenía sentido en su cabeza.

Sacó su preciado Black Dragon y oyó una voz. Un ciego con pintas de sabio misterioso, estupendo. Le miró con cara de indiferencia y se planteó irse sin decir nada, pero el tío ese tenía como un sexto sentido y lo detuvo antes de que lo dejara plantado. Cuando lo llamó por su nombre ya se quedó sin habla totalmente. ¿Le estaría siguiendo? ¿Sería ciego de verdad?

¿Qué quieres?- preguntó de mala gana.- Si quieres contratarme, puedes ir al grano y ahorrarte la charla insustancial. Te puedo cantar las tarifas.- explicó acercándose al ciego.

Cargando editor
01/11/2016, 19:31
Hombre ciego

Cuando le propuso aquello estuvo a punto de reírse. No lo hizo, empero, por que sabía que podía molestarle y eso le haría marcharse. El orgullo era algo muy susceptible.

-¿Lo llevas todo a tu terreno, eh? No, no quiero que me hagas ningún trabajito. Solo hablar, por que se que estás hecho un maldito lío.

Se apoyó en su bastón.

-¿Por qué yo? Te preguntas. Si no lo merezco... Bueno, mucha gente antes que tu se ha hecho esa pregunta. Pero yo tengo una pregunta para tí, si eres capaz de responderla.

Se aclaró la garganta.

-Estoy haciendo una porra, con unos amigos, por así decirlo. Tenemos varios favoritos para la final del torneo, y algo me dice que tu tienes posibilidades. Y he aquí mi pregunta. Imagínate que, si ganarás, pudieras arreglar algo que no te gusta de éste mundo. Que se yo... que se acabe la guerra o que tengas tanto dinero que puedas enterrarte en monedas de oro. Algo que ahora no hay, pero que te gustaría que hubiera.

Algo extraño le estaba pasando a Jason. Es como si una fuerza cósmica le hubiera ordenado que se sentara y él obedeció dócilmente, escuchando aquellas palabras.

-Piensa tu respuesta con detenimiento, por que no será la última vez que nos veamos. ¿Conoces ese dicho...? "Ten cuidado con lo que deseas, por que puede hacerse realidad". Éste es uno de esos casos.

Esperó su respuesta, inmóvil.

Cargando editor
01/11/2016, 19:37
Phillipe Marquand
Sólo para el director

Algo no le daba buena impresión todo esto, así que aunque aceptó la invitación del viejo, se sentó cerca de él... Pero lo bastante lejos como para poder reaccionar si pasaba "algo". No sabía qué podía ser ese algo, pero se escuchan historias extrañas por ahí. Podría haber pasado del viejo directamente, pero no podía negarlo. Tenía curiosidad.

Se sentó con él sin decir nada, esperando que continuase hablando. Habría tiempo para las preguntas cuando supiera más. Desde luego ya se le ocurrían unas cuantas...

Cargando editor
01/11/2016, 20:47
Hombre ciego

Sonrió cuando se sentó, como si hubiera notado perfectamente que lo hacía. Aunque se mantenía en un prudente mutismo, dándole a él la voz cantante. El viejo volvió a beber de su copa antes de proseguir.

-La vida te ha dado un vuelco, y aún te lo puede dar más. En el buen sentido, me refiero...

Sonrió brevemente.

-Yo y mis amigos estamos haciendo una pequeña... porra. Hemos apostado por varias parejas del torneo, por que nos interesa mucho la danza.

Alzó la mano, como indicando el cielo.

-Todo lo que ves es producto de la danza, de la música. Sin ella, el universo tal y como lo conoces no existiría. De hecho... si la danza de los dioses cambiara, muchas cosas cambiarían también. Quizá para bien, quizá para mal.

Parpadeó, aunque no tenía mucha necesidad de ello al ser ciego, más que para humedecer los ojos.

-Te he seguido con detenimiento, Phillipe. Me caes bien, eres un buen muchacho. Yo creo que podéis ganar el torneo, tenéis muchas posibilidades... -mojó los labios en la bebida- Eso me lleva a una pequeña pregunta, que me gustaría hacerte. Una pregunta muy personal, pero que me tienes que contestar de corazón. Piénsatelo bien, por que no es la última vez que nos veremos, y te recordaré tus propias palabras.

Sonrió un poco para que se tranquilizara. Había algo raro en él, atrayente, como una suerte de flautista de Hamelin del que no es posible escapar.

-Imagina solo por un momento, que si ganas el torneo, además del premio, podrás hacer realidad un deseo. No me refiero sólo a un deseo puntual, que se yo, un coche o dinero. Me refiero también a cosas en general, a cualquier cosa. Ser un general, que la guerra termine mañana o pasar el resto de tu vida con la mujer que amas. Piensatelo bien, por que quizá se haga realidad... ¿Quien sabe? Si ganando el torneo pudieras hacer realidad un deseo, aunque éste pudiera cambiar el mundo. ¿Cuál sería?