Partida Rol por web

¡Cohone con la rubia! Le estaba empezando a tocar la polla esa gente y solo llevaba 3 minutos en el cuartelillo. Afuera, ya empezaba a calentar el sol jienense. En ná y menos la calle va a ardé, de sol y sangre, pensó todo profundo.

-Mire caba, que aquí tos estamos perdiendo familia asín que menos vena, y yo bien me podría haber qedao con mi señora y mi hijo, pero aquí me tiene. ¿Que hay que matá?, pos vamos a matá, a ver quién tiene la polla más dura. Láhtima que tengo mi cochaso tuneando en el taller que sino iba a pasar la parca atronando por Baños que ni el puto Vindiese en las de Fasandefurius.

Agarró su escopeta y el bate, ya dispuesto a todo.

-Ustedes dirán, porque digo yo que habrá que tené un plan, un orgranigama, un mapa, un algo, vamos digo yo, que salir así a la calle al tuntún no tiene estrategia ni nada y que lo limpiamos calle abajo se puede volver a ensusiar calle arriba. Digo yo que habrá que bloqueá salidas y demás. O matá por sectores y bloquealos, no sé.

El cabo parpadeó y sonrió cuando al final el hombretón se decidió. Nunca sabías cuando te podía venir bien un poco de músculo. Aunque fuera músculo construido a partir de gel de proteínas.

-Creo que ha sido un si. Así que bienvenido de nuevo al servicio activo, soldado Carmona. Ahora mismo no tengo uniforme para darte, pero todo se andará.

Abrio una taquilla y le pasó una gorra de la Guardia Civil y un chaleco reflectante. Menos daba una piedra.

-El plan, sencillo. Como han sugerido por aquí, nos metemos en el castillo y comenzamos a hacer ruido. Parece que el ruido les atrae. Allí tienen megafonía, creo, de vez en cuando ponían un hilo de música medieval o algo así. Luego conforme se vayan acercando, a tiro limpio y sin prisa. Cuanto más ruido armemos con los tiros, más vendrán.

Me santiguié y to cuando veo eso por la ventana, y eso que soy ateo, la virgen. La cuestión estaba en no hacer ruido, si...Quizá cuando hubiera silencio, y nadie por la calle, esas cosas se acabaran yendo a buscar comida a otra parte. Por lo que había escuchado, ya podía comprender que la mama sería uno de ellos...Y el papa...!El papa! Si no se ha sabio poner a resguardo, también...!Ay!

Meto destornilladores y cosas punzantes en una caja de herramientas. Eso junto con un par de varas de avarear y el hacha, lo saco del trastero y lo llevo al salón, para tenerlos a mano.

- Poh ea, Yaisa ihá...Creo q`uehtamoh servioh...De comia y cosah pa punchar y defendernoh...- digo, en lo que me pongo con los brazos en jarras, aun en calzones.- Ahí afuera eh una puta locura...Asin que...Yo d`aquí no sargo ni jarto vino...Ademáh hay comía pa tiempo...Que iguar se piran loh bichoh esoh anteh y tó...

Se le iluminaron los ojos al ver el tabaco, tras tanta mierda que había en la tele. Que si el oeste ni la mierda de cuando la tele era sin color ni na. Al menos el saber que tendría pa fumar tres días, cuatro si fumaba poco, la tranquilizaba.

-Eas, yaya. Que dios te lo pague con muchos hijos y tos jaros- dijo encendiéndose un cigarro de su nueva cajetilla. -En la tele no hay más que mierda, yaya... Y lo que ponían anoche del Juancar. ¿Que vamos a hacer entonces? Porque me se parece qu'esto va pa largo...- miró la tele con frustración e hizo un anillo de humo que rompió metiendo el dedo. Aquello la hizo reír, acordándose de cuando leyó en la Vale que el punto G de los tíos estaba en el ojete y lo probó con el Javi "el motosierra". La cara que puso el payo y luego los berridos de placer como gorrino en celo.

La pequeña Yaiza vió lo que traía e entendió cual era el propósito del asunto. Por la tele habían dicho, repitiendo las instrucciones de Radio Nacional, que lo mejor era destruir el cerebro de aquellos bichos para matarles. Mientras había estado buscando cosas ella había llamado por el fijo a sus padres en Canarias. Sabía que el gobierno español se había retirado allí, y decían que la flota también. Para organizar la defensa, blablabla. En resumen: huían. Les dijo que les quería y que no sabía cuando podría volver. Pero que estaba a salvo y que volvería.

La niña tenía buenas ideas, aunque no fuera especialmente valiente. Se acerco a una vara y luego la cogió, caminando hasta la cocina. Cogió un cuchillo de los de su madre, de aquellos de acero inoxidable japonés que habían costado un ojo de la puta cara y lo puso al lado de la vara.

-No se pero. Tendríamos que sacar las hojas de los cuchillos y meterlas en los palos. Lansas. Como los guanches. Asi les atacamo a distansia. ¿Si?

La abuela reflexionó sobre lo que hacer. Estaba claro que no iba a enseñarla a coser, aunque buena falta le haría si ella no estaba allí en el futuro. Así que encontró algo que si le podía enseñar a su nieta que resultaría muy útil para ambas. Trajo algo que la dejó flipada. Era una pistola de verdad, y no la mierda de balines que ella tenía. Parecía vieja, pero estaba bien limpita.

-Ésta pitola era de tu aguelo, el que murió en el Ihni en los 70. La tenía en casa destraperlo y cuando se murió no me la pidieron. Cuando taba vivo menseñó a usarla por si hacía falta, a limpiala y dale grasa. Ahora te voy a enseñá yo a ti. Atiende.

Y comenzó a explicar. La pistola era un modelo Astra Super B, antigua reglamentaria del ejército antes del 78. 8 cartuchos, calibre 9 milímetros parabellum como las que usaban los policías de hoy en día. Un arma robusta y fiable de tiempos pasados.

La operación se preparó de una forma metódica y reparando en las más variadas gilipolleces. Muy al estilo español, con esos cuarteles militares con reglamentos sobre como tenías que pasar la mopa y dejar el cubo después de terminar. Cosas en las que se entretenían cuando no tenían nada más que hacer que tocarse la polla y trapichear con droga. Chominás.

Pero con la Castaño, las gilipolleces tenían su sentido. Empaquetaron toda la munición bien dispuesta en unas bolsas para transportarlas en peso desde el coche hasta el castillo. También se llevaron unas gorras, agua (en lo alto de las almenas de tapial hacía un calor que no era ni normal) y cosas para comer si se les hacía tarde matando bichos. Básicamente, un infiernillo de acampada que había en la cocina con el que cocinaban sus mierdas y las latas que había traído Don Faustino, con pan de molde para irlo bajando.

Repartieron las armas entre la tropa. Como no podía ser menos, la jefa se quedó con las mejores. El fusil de asalto G36, de reciente introducción en el ejército y la pistola de uno de los guardias civiles del control, que era más moderna (una SIG Sauer de 9mm). Además llevaba una escopeta de caza a la espalda, para las distancias cortas. Vílchez se pilló un CETME y Carrillo la MP5, con la que tenía más soltura. Cogieron una escopeta por cabeza, menos Carrillo, que llevaba el máuser de francotirador y una pistola para cada uno de arma corta, en la cintura. La jefa se puso las gafas de sol. No por chulería, en principio, si no por que era agosto y el lorenzo lucía con intensidad.

El Cagaprisas iba hecho un árbol de navidad. Una gorra de visera del SEPRONA, con su camiseta de Cárnicas Paquito (una empresa de Granada), el chaleco encima, el CETME con sus cargadores metidos en los bolsillo del chaleco, la escopeta que había traído colgada en la espalda y una pipa en la cintura. Parecía el Chuache en Terminator 2. Acojonaba.

La jefa cogió un palillo de los dientes y se lo puso entre los molares, masticando un momento. "Vamos pal lío", dijo, abriendo la puerta del patio/garaje. Segundos después, el todoterreno de la guardia civil y el coche de la patrulla de carretera que habían traído recorrieron las calles del pueblo, atropellando a alguna de esas cosas que no se apartó. En menos de diez minutos llegaron a las faldas del castillo. El profe bajó y abrió las puertas y los coches entraron dentro. Cerró luego los pesados portones de madera estilo medieval y se ajustó su gorra del viaje de estudios del instituto de 2008, al Cabo de Gata. Un gracioso morillo bordado en serigrafía con su turbante y todo.

Bajaron de los vehículos y contemplaron la gloriosa explanada del castillo, sus torres y la alta muralla que enmarcaban. No había un hueco, ni un roto. No tras la restauración de la UNESCO. Las banderas tremolaban en el techo de la Almena Gorda, la Torre del Homenaje que daba al pueblo. La de España, la de Baños de la Encina y la del Consejo de Europa.

Subieron a la almena, justo sobre la puerta principal del recinto y sus dos torres. Justo sobre la puerta había un matacán. Un bujero que caía a caballero sobre las cabezas de los posibles asaltantes. Eso vendría de puta madre para disparar a los que se acercaran a la puerta. Imposible no darles en la puta cabeza desde aquel ángulo, incluso usando las escopetas.

Cargaron las armas y miraron la hora. Las diez de la mañana. Buena hora para matar bicharracos. Entonces, el director del instituto activó la megafonía del lugar y puso las pistas que tenía programadas a toda hostia. Era una música medievaloide con gaitas. Corvus corax, para los entendidos. Una folletá mu gorda, pa los de la LOGSE.

Esas cosas comenzaron a llegar, embocando la calle que subía hacia el castillo. Venían como niños a por una degustación de chocolates Valor. Hambrientos y en tropel, a su paso, tranquilamente. En la primera horda se habían juntado en torno a cien. No era un mal comienzo.

La llamada de la Yaiza a sus padres me recuerda que yo tengo que llamar al mio. Y cuando veo  los cuchillos de la mama !Ay los cuchillos! Que se los pidió ella en la teletienda...justo después de verse el tarot de la Esperanza...!Cuantas veces le habrá preguntao a la tia esa por mi! !Por si iba  ser un hombre de bien o un desgraciao toa mi vida!

- ¿Loh guancheh? - no me sonaba ami aquello, pero captaba la idea general- Ah...poh si...poh si....Illa Yaisa, la verdah ehque tu piensah en tó eh...- miro los cuchillos y la forma de partirlos o sacarles la puta cuchilla aquella tan cara - Ehto creo que va atornillao...la hoja ar mango...Y lo mishmo con sinta americana...- miro también la caja de herramientas- Con los destornilladoreh pasa iguah...

La Yaiza era una yogurina pero si que tenía unas ideas de puta madre. Esta lo domina todo, desde el arte de la mamada al arma tribal. O eso suponia, que era algo de tribu del Amazonas o por ahí. De esos luego se comen a los turistas.
 

Jose Luis no podía negar que se sentía poderoso con todo ese armamento, y el primer susto de atropellar a alguien a propósito le había dejado mal cuerpo, pero no tardó en hacerse con ello.

El mundo se había convertido en un videojuego y todo videojuego necesita un héroe.

Empezaba a sentirlo. Ok, él era más del FIFA o el Need for Speed, pero había visto en el cine Resident Evil y ese era el concepto. Di que sí, Seluis, además que en el fin del mundo te pués encontrá con una pava como la tía esa questaba tan buena... la de los ojaso azule que mataba sombi que daba guhto verla... Divagaba absorto mientras preparaba el armamento en lo alto del matacán, con cara de mala hostia. ...pero máh guhto tiene qe dá de darle de polla... qué culito tenía la japuta... Para el camionero los dilemas morales solían sosegarse, o apartarse temporalmente, derivando a asuntos de la carne. ... un poco dergaucha, esa en la cama tiene qe sé peleona, fibrosa... Algo casi inevitable para él. ... la sargento ésta tampoco lo tiene malo, al revé, bueno que lo tiene... Cargadores en su sitio ...se vá librá porque está la Toñi, vamo, tal cual lo digo... Limpiando mecánicamente las armas ...déjate de tontás Seluis, aquí vamos a lo serio, a matá sombi... vamos a endiñarle a unos cuantos ¿éh o no éh? Oteando al horizonte con gesto adusto ...qué buena estaba la tía esa... pa cogerla y pam pam pam...

Desde fuera casi parecía eficiente y mortífero, tan concentrado estaba en su oficio. Como si ser un frio mercenario fuera su trabajo de oficina. En lo alto de la torre, con su figura enorme entre las tremolantes banderas, estaba pa echarle una foto y hacer un cartel de película apocalíptica. La música empezó a atraer al los infectaos. Se apretó la visera del SEPRONA.

-Ya vienen.

Por dentro deseó que en la primera tanda de gorrinos estuviera su suegra o su cuñada. Así le sería más fácil empezar la carrera de héroe.

Los ojos de la Kimberly se iluminaron al ver el arma. Quién se iba a pensar que la yaya guardaba una cosa así en casa y que la sabía usar. Además le decía que le iba a enseñar. Ya se veía en el casting de gran hermano diciendo que era aficionada a las armas y que mi yaya se lo había enseñado todo. Seguro que asín le cogían, las cosas raras vendían mucho.

-¡Cágate Mariloli!¿Del yayo? ¿Y ande tenías eso guardao?  Porque te he registrao muchas veces la cómoda de tu cuarto y no ties más que braga fajas de color carne, asín mu grandes y mu feas y con olor a chotuno y al antipolillas ese de cruz verde- no comprendía cómo en sus registros de cuartos para tabaco y porros se le podía haber pasado algo así por alto.

Escuchó la explicación de la yaya, con los ojos aun como platos. Mientras su mente divagaba en ella llegando al parque y sacando la pipa de su bolso de Valencchino delante de la Yoli y las otras. Las iba a cagar y se iban a enterar quién mandaba allí ahora.

La abuela no era gilipollas y se coscaba de los comentarios. Cuando dijo aquello le dejó de explicar y le dió otro pellizco en el brazo, de esos que te retuercen el pellejo casi en 180 grados.

-¿Que me mirah mis cosah? Yo no miro tus mierda de cosas. Que me tiene er cuarto hesho una pocirga.

Los tiros seguían sonando de fondo.

La Kimberly pegó un bote en la silla ante aquel repizco, como si estuviera montando el toro mecánico que traían pa la romería del pueblo alguna vez. 

-¡Auh, yaya! ¡La hostia! ¿Si no miro las cosas cómo sino vía a saber ande tiés las mudas limpias si te pasa algo? Que dios no lo quiera, pero una tié que saber esas cosas. ¿O quiés que cuando te de un apechusque y vengan los del samur te lleven con las bragas cagás?- otra cosa no, pero la Kimberly tenía salidas para todo y de todo tipo. Que insultar era un arte y había que tener la mente ágil, pa sacar a primera vista los defectos de la gorda pelopolla de turno que se había pintao la raya como si estuviera sentá en el pulpo de la feria, por ejemplo.

Se resintió el brazo, acariciando con una mano en lugar afectado. Decidió que aquel disgusto merecía otro cigui y se lo encendió. -Yo es que, yaya, sin aspiradora no sé limpiar... Te lo he dicho muchas veces, que con la escoba barriendo siempre te queda asín un hilillo de mierda, que luego tengo que esconder bajo la cama... Pos pa eso lo escondo to, que al caso es lo mismo, ¿o qué?

Para que negarlo, se sentía poderosa, una puta valquiria con todo ese armamento entre manos, el holocausto zombi había despertado a la diosa del caos que vivía dentro de ella y que coño! Lo iba a disfrutar, el destino le había brindado la oportunidad de ser parte activa de la selección darwinista (más, aparte de poseer un útero fértil. pero la maternidad no es algo en lo que hubiera pensado mucho y ahora menos que nunca, sobre todo si el material para reproducirse eran animales de bellota como el “cagaprisas”).

Echó un rápido vistazo hacia abajo desde el matacán mientras se giraba a sus compañeros –Bueno, ya sabeis, no malgastéis munición, para eso poned las armas en semiautomático y no disparéis hasta que estén pegados al muro. Disparos directos a la cabeza- giró el palillo con la lengua hubiera preferido la “1812” de fondo antes que Hevia, Luar na Lubre y esas gaitas pseudofolk (que ella tenía su punto cultureta), pero bueno, se abstrajo y puso su propia banda sonora mental –Al turrón- dijo colocándose en posición, esperó un momento y efectuó el primer disparo cuando uno de esos bichos tocó los sillares de la base. Lo reconoció un gitano del clan de los pikikis al que un día pilló con un blasón de piedra renacentista  arrancado de un fuente, le dijo exactamente –Ehtaba bebiendo y “me se” calló ensiiima señoora- hoy se desquitó y le metió algo mas que el par de guantazos de aquel día. "Sientate en tu portal y verás el cadaver de tu vecino pasar... jé, descripción literal" pensaba mientras revisaba a sus compañeros y era en exceso conservadora con su propia munición. 

La verdad es que tampoco eran rambos. La mayoría no estaba muy acostumbrado a un tiroteo de aquella escala, por que Jaén no era Texas ni la gente podía comprarse M-16 cuando se abría una cuenta en la caja rural. A algunos se les dió medianamente bien en aquellos primeros minutos. Vílchez mató a un buen puñao, y el camionero/soldado tuvo el récord despachando a 18, casi uno por cada tiro. La jefa esperó a que estuvieran casi tocando la muralla y por eso solo mató cuatro, mientras Carrillo luchaba por desencasquillar el MP5 tras un primer disparo. Lo consiguió al final, mientras el maestro de escuela mataba a escopetazos a los que se acercaban a la puerta, disparando desde el matacán.

Habían matado a 42, más o menos la mitad. Ahora estaban apelotonados contra la muralla, con lo que cargárselos era más fácil. Pero venían más detrás. Como el doble o el triple. No había prisa así que tendrían que seguir disparando un buen rato.

Al Zeky se le ocurrió una buena idea. Y esa idea era mirar en internet. Y había un tutorial, lo encontró en google, de como desmontar los cuchillos de remache como aquellos. Había que armar un buen cirio, pero sacar la hoja se podía sacar. Tardaron su rato. De hecho echaron un par de horas buenas en hacer las lanzas.

Tuvo que coger el potro de la mesa de trabajo de papá y dejar allí cada uno de los cuatro cuchillos (hicieron cuatro lanzas por que las otras hojas de cuchillo era demasiado pequeñas) y utilizando un destornillador de punta plana fueron haciendo palanca hasta que los remaches del mango saltaron. Se quedó entonces con las hojas y sus espigas que tenían unos agujeros, concretamente tres, donde habían ido los remaches. Eso le dió una idea (a veces pensaba y todo).

Así que no solo encastraron en las varas las hojas, si no que les hizo unos “remaches caseros” con unos tornillos de rosca chapa que su padre tenía por allí. Así podrían ponerle hoja otra si se partía. Apretó bien las roscas para que aquello no se moviera ni un puto milímetro, y probó la consistencia del invento con un cartón de Don Simón que llenó de agua. Le costó atinar pero al final atinó y lo traspasó de parte a parte. Tendría que practicar con aquella mierda pero ya tenían armas. Solo le faltaba una espada al cinto para ser un puto caballero medieval, o un samurai, o lo que fuera. Tenía un hacha, que también servía. Pero era demasiado moreno para como ser un vikingo.

Se fue poniendo más y más frenético con cada acierto. Pam! cabeza por los aires Pam! cabeza volatilizada Pam! otro menos Pam! otro Pam!... La adrenalina subía y subía y el poderío se le notaba en la cara. Reconoció una cara. El Ramiro, el puto Ramiro... a ese le tenía ganas ya de vivo. Cargó, apuntó concentrado. Pam! No más Ramiro.

18.

Gritó lleno de júbilo y miró a los otros con los ojos inyectaos del subidón. Parecía una mala bestia.

-¡18 cabrones! ¿Qué os dije peaso de josdeputa? ¡Si hay que matar se mata cagondios! ¿Quién tiene ahora máh duro el cuero de loh güevo? ¡El joyero fusila y sensiende mixtos en el pellejo delescroto! ¿Tentera Faustinito?

Tenía odio en la mirada. Cargó de nuevo y empezó a tirar al pato de nuevo.