Partida Rol por web

Los gritos de Alfrik y unos golpes procedentes de la habitación os ponen en alerta. alarmado Powaqqatsi entra en la sala y sale, tras unos segundos, con el soldado de la Garra Esmeralda cargado al hombro. Sin mediar palabra con nadie inicia el camino de vuelta. Adia, aliviada por la resolución de todo aquel embrollo, le sigue. Y de esta forma uno a uno abandonáis la refinería Cannith.

La noche continúa sembrando de sombras cada rincón de esta villa de Cantera Carmesí. Aún así el druida no tiene muchos problemas para deshacer el camino que os llevó desde la linde de la villa hasta la refinería de los Cannith.

De repente...

Un hombre alto y demacrado, vestido con una hermosa túnica de seda negra , aparece de improvisto cerca de la linde de la ciudad entre las sombras a muy poca distancia de vosotros. Su piel presenta un tono mortalmente pálido, y luce una profunda cicatriz que va desde el borde de uno de sus brillantes ojos rojos hasta la parte trasera de su oreja. Sonríe, mostrando unos afilados colmillos.

-¿¡Qué tenemos aquí!?- sisea mientras os evalúa con aire informal con sus ojos carmesíes.

 En una de sus manos parece sostener algún objeto, puede que un medallón. Pero no conseguís ver mucho más ya que una espiral de espesa niebla oscura asciende en círculos envolviendo al recién llegado. Al llegar a un punto a unos 20 pies sobre su cabeza se expande y cae formando una espesa niebla negra que oscurece hasta a la noche más oscura. Powaqqatsi  y Daisy quedan  rodeados por esta oscuridad. El resto les veis desaparecer...

Debimos habernos quedao en el edeficio, Skully...

Minutos antes había vuelto a poner la losa en su sitio, y la había pisado para comprobar si aún funcionaba, o la había saboteado para siempre. Pero la manía de Powaqqatsi de adoptar todo lo que se encuentra e intenta matarle, desde perros forjados a soldados de Karnath, precipitó las cosas, obligando a Daisy Sue a seguir al druida apresuradamente.

Demonfly dió pasos laterales con intención de salirse de aquella oscuridad mágica, y sabía que era mágica porque cuando no sabes lo que causa algo, lo hizo un mago. Y los que visten túnicas negras son especialmente dados al mal yuyu.

Vampiro, esto no te incumbe, mejor regresa por donde viniste. - digo afirmando el hacha entre mis manos.

Oh Flama dame la fuerza que necesito para neutralizar a esta alimaña en tu nombre. Guía mi mano y permíteme cercenar la cabeza de este hijo de la noche con un sólo golpe. - clamo en mi mente mientras me preparo para lo que venga.

¡Hermano Garrow!  ¿Cómo está?  Pensé que nunca lo encontraríamos.  

Sólo déjeme decirle que... se movió Powaqqatsi fuera de la zona de neblina, dejando tirado al soldado -nimodo- y, apuntando en la dirección que había estado originalmente el hombre, leyó el pergamino de "Color Spray" que traía guardado para ocasiones como estas.    Al ser una emanación en cono ancho, seguramente le atinaría.

...le manda sus saludos el Señor de los Filos.   Era un blofeo pero dependiendo de su reacción sabría la relación entre estos dos grupos. 

Por tercera vez esa noche maldijo al druida forjado; su manera de perder el tiempo, su estúpida intención de salvar al guerrero haciéndoles más lentos, su poca previsión al recorrer de vuelta el mismo camino que habían usado para llegar allí. Y sobre todo, en especial, el juego que se traía entre manos desde el principio intentando parecer un acólito del Señor de los Filos, fuera este quien fuera...

Había escuchado suficientes historias alrededor de fuegos en campamentos improvisados y frente al hogar en tabernas donde la gente se creía a salvo hablando de los terrores de la oscuridad. Eran cuentos con la que los bardos se jactaban frente a bellas damas de haber conocido a poderosos héroes, haciéndoles partícipes de sus leyendas. Fábulas de candeleros que se divertían rodeados de niños y mayores, asustándoles, metiendoles el miedo en el cuerpo para que, cuando llegara la noche, supieran que debían guarecerse en sus casas. Los charlatanes usaban el nombre aquellos monstruos para vender sus baratijas, los clérigos y sacerdotes lo hacían para atraer a su causa a los más inocentes y temerosos.

Pero ella sabía que no eran simples mentiras, así como sabía que no los juguetes de los timadores ni los dioses de los hombres santos podían defender a los pobres desdichados que se encontraban con uno. Hasta su pueblo, viejo y sabio, les temía desde tiempos ancestrales, cuando incluso los hombres no eran más que monos que empezaban a dar muestras de raciocinio. ^_<<Strigoi^_>>.

– Vampiro.

La palabra se deslizó desde su garganta como el siseo de una serpiente acorralada mientras, con lentitud – puede que por culpa del miedo visceral e impropio que sentía bajo la roja mirada de la bestia, puede que por algún aura que emanara de ella mucho menos natural –, llevaba una mano al carcaj y sacaba una flecha.

... Una vez más maldijo a Powaqqatsi. Sabía que el ser al que se enfrentaban no se iba a dejar engañar por patrañas como aquellas que no tenían ni pies ni cabeza. Tampoco iba a resultar afectado por un hechizo tan lastimero como el que debía contener aquél pergamino. No, sólo serviría para hacer cosquillas al animal que llevaba dentro, molestarlo, y que este les hiciera pedazos.

Pronto nada de eso importaría, estarían todos muertos. La única cuestión es si se irían a la tumba en silencio, o harían pagar a ese espectro cada gota de sangre que les arrebatara de sus cuerpos. 

¿Hermano Garrow? Tienes hermanos muy raros, Powaqqatsi. ¿Hermano... de tu círculo druídico, quizás?

Con una infravisión como la de Alfrik, Daisy Sue también se había fijado en los colmillos... Pero sería prejuzgar si con eso llegase a la conclusión de que ese anciano decrépito era un vampiro. En Sharn estaba cansada de ver por las pasarelas a cambiantes con sonrisas lobunas y colmillos afilados. O tal vez el viejo estuviese desdentado, viviendo como ermitaño en una zona aislada con pocos artesanos, y una dentadura postiza con colmillos era lo máximo con lo que pudo hacerse.

McBones tampoco era de juzgar a la gente. Lo había sufrido en su propia carne. Muchos, al verla, pensaban que tenía problemas de anorexia. Pero no. Su complexión era así de nacimiento. De defunción, más bien.

El pergamino de Powaqqatsi se esfuma en el aire en una miríada de colores, colores que el druida lanza con un gesto de su mano al interior de la niebla oscura. Al caer esa especie de purpurina en el interior os recuerda a los relámpagos en el interior de un cúmulo de nubes de tormenta.

-¡JA,JA,JA,JA!- estalla una sonrisa acompañada de un siseo desde el interior de la neblina.- ¿¡ Eso es todo lo que sabéis hacer!?

Antes del combate...

Tras levantar la baldosa descubres que no hay ningún mecanismo en ese lugar. Deber ser otra vez eso, magia. La misma magia que sigue mostrando la localización de Albohogar...

Mientras observo la situación, echo mano de la poción que me dio el druida y la bebo con premura.

Con un vampiro al frente no hay mucho tiempo que perder y en mi estado actual no voy a ser de mucha ayuda. - pienso mientras dejo que la poción actúe sin perder de vista a mi rival.

Oh Flama, cúbreme con tu argenteo manto y conviérteme en tu mano ejecutora para purgar a esta bestia de la faz de Korvahire. - clamo al tiempo que mantengo mi vista fija en mi objetivo.

Con la cuerda del arco tensada y la mano en el carcaj con las flechas preparadas para atravesar el negro corazón de la bestia, no tenía mucho que pensar; en esos momentos sólo había una posibilidad: matar al vampiro antes de que el monstruo les asesinara a todos ellos. Realmente no, no había mucho que pensar..., y no lo hizo.

Sin perder el tiempo se movió apenas un paso para estabilizarse, elevó una plegaria a cualquier dios que quisiera escucharla y ayudarles contra el peligroso ser, y disparó dos saetas en rápida sucesión hacia la oscuridad. Los proyectiles silbaron al cortar el aire mientras se perdían dentro de las sombras, sin saber si había dado o no, pero intuyendo que por el silencio reinante no había sido así. 

Ch'om vuela a la neblina, guiado por su olfato nadamás.  Busca atacar a Garrow, que, si es en realidad un vampiro (y no un eslabón intermedio), sería más dañado por el zopilote que lo normal.  ¿Sabrá el paladín si lo es o no no-muerto? 

Demonfly se sujetó el sombrero, haciendo caer el ala sobre sus ojos. No veía un pito, y eso era algo a lo que no estaba acostumbrada. Esa bruma era mágica. Inexplicable. Lo hizo un mago.

No malgastéis la munución. Ni siquiera sabemos si está ahí dentro.

McBones miró a Daisy Sue con ojos confusos. Sin ojos, de hecho. Demonfly estaba haciendo su propia interpretación de lo ocurrido. Tres conjuros: una ilusión, la de Garrow en lo alto del repecho; una esfera de ocultación mágica, para crear una distracción; y una suerte de ventriloquía para ubicar a Garrow dónde en realidad no estaba. Cuando no te puedes fiar de tus ojos o de tus oídos, siempre te queda tu instinto.

Demonfly dobló la esquina de las ruinas de una de las casas, y se agachó para ocultarse tras una pared maltrecha. Desde ese precario escondite, buscó con la mirada un Garrow fuera de donde todos habían dado por supuesto que estaba.

No es plata-dijo al paladín-. Es adamantina.

Golpeó dos veces su pecho. Tenía que asegurarse de que el mago no había convertido la adamantina de su chasis en nada argénteo.

Ponk, ponk...

No entiendo tu plan, enano... pero te cubriré si eso es lo que deseas.

Ariete avanzó sobre el hielo vidrio hasta interponerse entre Alfrik y la nube mágica, estirando sus brazos en cruz para ser el obstáculo más grande y aparatoso posible.

Mientras Alfrik bebe su poción Powaqqatsi manda a su ave volar a la niebla. El ave obedece sobrevolando la niebla con disgusto. Adia lanza dos flechas al interior de la inmensa nube de oscuridad sin saber qué destino han tenido estas.

Daisy se pone a cubierto tras una esquina e intenta localizar, ya sea por la vista o por el oído, la localización de aquel ser. No consigue verlo pero parece haberle escuchado por la parte superior de la niebla. Justo en ese momento la inmensa mole de Ariete se sitúa frente a Alfrik pisando y quebrando el rojizo vidrio.

Powaqqatsi no sabía sobre no-muertos, pero si sabía sobre naturaleza, así que dado que lo vio de cerca sabría si era o no un humanoide normal que aparentaba ser vampiresco, o realmente no era natural.  

O bueno, quizá no sabía tanto.  ¿Esos colmillos eran falsos, o no? mmm.. ¡no se!. 

Por otro lado, el zopilote le estaba donde detectaba al cuasi-vampiro pues Ch'om estaba entrenado a dar de círculos alrededor de los peligros y presas.  Y como las abejas, el tipo de círculo le decía otras cosas, como si estaba moviéndose en qué dirección, o si estaba arriba o abajo de algún lugar. 

En cuanto diera aquel círculo indicando que ahí estaba la presa, tiraría con su ballesta.  Si no lo hacía, invocaría mejor una curación adicional para que el paladín pudiera luchar más y más tiempo.

Ariete, no te decía a tí, sino a su dios, que si es plateado.  Fíjense en Ch'om, donde vuela indica el lugar. 

¡Finn, ¿puedes deshacer esa bruma mágica?!