Partida Rol por web

Tus golpes alcanzan al indefenso soldado. Aún así su mirada no se ablanda ni da ninguna muestra de ver debilitada su voluntad de desafiarte.

-¿Por qué te detienes?- te dice ensangrentado-. ¿Te asusta la sangre?¿ Te resulta difícil matar a alguien a sangre fría? Pues no lo hagas porque yo te mataría sin pensarlo.¡Vamos!-te desafía.

¡CLANG!

El terrible golpe de Alfrik resuena con fuerza en el edificio hasta el punto que os ha obligado a taparos los oidos. El ruido es aún más estridente que aquel continuo "¡Chak, Chak!" que escuchabais al acercaros a cantera Carmesí y que luego descubristeis que era producido por las excavaciones de la Garra Esmeralda en el vidrio que cubre esta villa.

El mapa de piedra presenta un fuerte desconchón en el lugar en el que Alfrik ha golpeado con su hacha. Apenas un fragmento de una pulgada cuadrada de dura piedra se ha desprendido de este inmenso mapa de 35 x 25'. 

Powaqqatsi, un graduado de la escuela de artífices de Casa Cannith, estaba pensando en cómo desactivar el mecanismo de la lucesita aquella.  ¿Cuánto le tomaría cambiar el sitio, para confundir a futuros exploradores?  En eso, oyó la advertencia de Ariete. 

Un momento.  Daisy, Alfrrik, por favor, no mateis a este hombre.  Es mejor que sea todo por las buenas. 

Desenrrolló un pergamino de "Charm Person" y lo leyó con cuidado, dejando que sus runas mágicas acariciaran al soldado amordazado.  

Ahora bien, ya que eres mi amigo, me contarás cuántos de ustedes están en el campamento de arriba y que tanto saben otros de la localización del sitio secreto que buscan. 

Y si quieres saber porqué soy tu amigo, pues básicamente porque intercederé para que se te perdone la vida.  Podrás conservarla por los años que te queden si migras a otro sitio, lejano de Karrnath, y prometes que nunca dirás nada de lo visto ahora. 

Con gesto molesto por las palabras del enano, se apartó de allí y se acercó hasta la estatua que representaba a un magnífico dragón de color rojizo a la par que hacía bailar una daga sobre la palma de su mano, dándola vueltas mientras observaba los esfuerzos del paladín. 

– ¿Puedes dejar de jugar? Si quieres romper algo, la guía para nuestro laboratorio secreto está en el cuello de este wyrm. Córtalo... – en ese momento, empezó a raspar la piedra con la daga, sólo el número de pies, que era realmente lo necesario; lo hubiera logrado o no, se apartó al cabo de unos segundos y se encogió de hombros –, o haz lo que quieras, pero si sigues así vas a alertar a todos los que estén a varios kilómetros a la redonda.

Gruñó. Los enanos podían haberse criado todos en túneles bajo la montaña, pero sin duda alguna, como estaba más que claro, lo único que algunos habían conseguido es que les cayera algún cascote en la cabeza. Si Alfrik seguía así lograría llamar la atención de cualquier otro explorador de Karnnath, y eso no era bueno.

Pero no era su decisión tampoco. Lo único que la quedó hacer a ella fue, tras conseguir un mapa*, acercarse de nuevo al enorme Atlas grabado en el suelo y apuntar el lugar exacto de Albohogar. Luego volvió a guardarse el plano – esta vez en el bolsillo interior que tenía en su chaleco –, y fue hasta la puerta ignorando, excepto por un sonoro resoplido, la escena de la habitación donde estaban sacando información al soldado. 

Desde su punto de vista sólo estaban perdiendo el tiempo, uno además muy valioso, preocupándose de cosas que no lo merecían. Lo mejor era largarse cuanto antes, desaparecer sin dejar huella de quienes eran, y rezar a cualquier dios que se les ocurriera para que tardaran en perseguirles. 

Ahora bien, ya que eres mi amigo, me contarás cuántos de ustedes están en el campamento de arriba y que tanto saben otros de la localización del sitio secreto que buscan. 

Y si quieres saber porqué soy tu amigo, pues básicamente porque intercederé para que se te perdone la vida.  Podrás conservarla por los años que te queden si migras a otro sitio, lejano de Karrnath, y prometes que nunca dirás nada de lo visto ahora. 

 El pergamino del druida se desintegra de forma extraña emitiendo un fuerte olor acre. Daisy tose violentamente al aspirar ese olor más propio de una letrina de campaña mezclada con brea quemada...

El hombre os sigue mirando desafiante...pero de repente tan sólo mira a Daisy con un profundo odio.

-Quiero hablar contigo a solas...-dice mirando ahora al druida. 

-Llevamos por aquí varios días. Hemos estado excavando y buscando la localización de Albohogar. Desenterramos varios cuerpos de enanos que estaban encerrados en el vidrio para que hiciesen el trabajo mecánico. Hemos encontrado el mapa pero hasta ahora no hemos conseguido descifrarlo. Mira...-te dice bajando la voz-. Ves sin que te vean al campamento que hay unas cuantas calles más abajo, hacia el sur. Diles que te mando yo. Ellos podrían matar a esa asquerosa semiorca y al resto de sus amigo...O mejor, libérame e iré yo mismo a avisarles...

El gong gigantesco de Alfrik la despierta de su sentimiento de rabia. Demonfly no tiene ningún reparo en seguir pegando a aquel tipo hasta hundir su cara en el cráneo y hacer que los sesos saliesen por las orejas. McBones, visto lo visto, también tenía esa opción en la cabeza. Sin embargo, bajo ningún concepto le iba a dejar la salida fácil a aquel desgraciado, la salida del tajo de espada, rápido y demasiado compasivo.

Cof, cof... Muy bien, chico vergüenzoso. Te dejaré a solas con Powaqqatsi pa que le declares tus sientimientos.

Daisy Sue salió de la habitación, malhumorada, y se reunió con Alfrik y Adia. Les dejó un momento que siguieran intentándolo, hasta que alguno de ellos le explicase cual era exactamente el problema.

Creo que nicisitáis a una chicarrona de dedos mágicos pa soliviantar la situación. Dejáirmelo a mí.

La semiorca sacó la palanqueta de su mochila. Todo sutilezas. Pero en lugar de ponerse a golpear el mapa como Alfrik, fue a dónde Adia le indicó: una baldosa a tres de la estructura del centro de la cámara. Hizo palanca para levantar la baldosa y dejar al descubierto el mecanismo de presión que encendía las luces en el mapa. Así podría cambiar de herramientas, devolver la palanqueta a la mochila y optar por unas sutiles ganzúas.

Al ver que Daisy Sue prefería darle otro enfoque al presente problema desisto en mi intento de alterar el condenado mapa para dedicarme a esperar mi turno para "hablar" con el prisionero.

Debía darle un castigo acorde a sus felonías, la Flama así lo exigía y yo sería su brazo ejecutor. Maldita sea la hora en que la gran mayoría de Karnathis abrazó la fe de la garra esmeralda.

La lucha de mi orden contra la suya era casi tan antigua como Korvahire y aunque no sería yo quien borraría del mapa esa profana fe, al menos le arrebataría uno de sus seguidores, ya fuera con el filo de mi lengua o el de mi hacha.

Mi corazón así lo exigía, la justicia y la virtud así lo demandaban.

El druida elevó un poco la voz, lo suficiente para que lo oyeran los aguzados oídos de sus compañeros, pero que no lo notara el soldado.

El campamento ese que me dices está unas cuantas calles más al sur,  ¿es el que está en la parte elevada, o es otro?  Vimos unos no-muertos en uno elevado. ¿Hay otro?

Y no, no he oído de ese lugar que buscas, ¿Albohogar? ¿Alburear?  Ni idea.  Veré si puedo descifrar el mecanismo y decirte, pero se ve que está roto de hace años.  

Por cierto, ¿cuantos no-muertos y si-vivos hay en campamento que me que dices?  ¿Quien es el jefe?  ¿Cómo se llama?  ¿Es clérigo o paladín u otra cosa? 

A la semiorca no te la puedo matar porque creo que su maza esa, la Skully, es el avatar de uno de los Dark Six -blofeó-, y la protege aún de que uno le diga una mala palabra siquiera; mira, luego luego hasta te sientes retortijones en la panza de haberlo hecho. Quizá sea un avatar del Keeper, o The Mockery, no se, no se mucho de religiones.  ¿Ustedes adoran a alguno de esos Oscuros Seis? 

Dejame voy a ver.  No te vayas.  Aunque bien amarrado estas.

Se alejó el druida, echandole un ojo al soldado y fue a consultar a sus compañeros.  En un susurro imperceptible para el soldado les sugirió darle una pista falsa sobre Albohogar, dormirlo y dejarlo a que se levantara después y mal guiara al resto de la secta de la garra aquella.

¿Que les parece?  -dijo, cerrándole el pico a Ch'om para que no dijera nada. 

Se giró cuando el druida salió de la sala, y casi, casi, esperó que hubiera acabado. Pero no, por supuesto que no. Sólo pretendía seguir jugando con el soldado y haciéndoles perder el tiempo, uno que jugaba en su contra con cada minuto de más que pasaban en ese lugar maldito. 

Con un resoplido de impaciencia que acompañó, para dar énfasis, con un gesto de negación, dio un par de pasos para reunirse con los demás. Ya había dado su punto de vista, pero parecía que no iba a estar de más repetirlo, sólo por si acaso, y de manera un poco más clara, no fuera a ser que tuvieran taponados antes los oídos.

– Creo que no entendéis que, seguramente, esos dos no estaban aquí de casualidad  y, si tardan mucho en reportarse, seguramente manden a otros a buscarles – dio un par de vueltas a la daga que tenía en su mano, y luego apuntó con ella hacia la habitación –. Si le dejamos dormido y le encuentran, sabrán que pasa algo. Y si dejamos que despierte y vuelve con los suyos, no se creerán tampoco lo que diga. Y lo que es peor, en cualquiera de esos casos, el efecto de tu magia no será eterno, él seguirá vivo, y luego podrá contar a los suyos todo lo que ha visto. Cuantos somos, como somos, como vamos armados... Todo. Es un cabo suelto, y no nos interesa. Debemos matarle y partir de inmediato, que no sepan que ha ocurrido aquí y aprovechar para sacarles toda la ventaja posible – dijo lo último sin dar lugar a réplica, como si de una sentencia se tratara, y en cierto modo así era –. Encargaos mientras vigilo que no tenemos más compañía, y hacerlo rápido. 

Dicho esto puso los ojos en blanco, se dio la vuelta, y volvió a la entrada del edificio, con una flecha preparada en la cuerda del arco, y atenta por si aparecía cualquier otro miembro de aquél grupo de nigromantes. 

No dejaré que le maten Adía.  Es un no-combatiente.  Eso de ser alineamiento bueno ya había metido al druida en problemas antes y se veía que volvería a pasar.  

Salgan ustedes ya.  Los buscaré en el lugar aquel si salgo vivo de esto.  Vayanse.  Que al menos sirva yo de distracción. 

Desde la entrada, sin hacer el menor gesto por moverse, simplemente gruñó. El soldado era un enemigo, y sólo el azar había hecho que cayera prisionero y no muerto; aquello había tenido su parte buena, para ellos, pero no se debía confundir la indefensión del hombre, causada por las cuerdas y la magia, con su buena voluntad. Les diría lo que necesitaban, y luego había que acabar con él, era lo adecuado, no dejarle marchar como si nada. 

Mientras me disponía a salir de la habitación, escuché la conversación entre el druida y el hereje. En verdad muy ilustrativa.

Tan pronto veo a Powaqqatsi en el dintel de la puerta, lo saludo con un leve asentimiento de cabeza y me pongo en marcha hacia dónde se encuentra el prisionero.

Debes pagar por tus crímenes y lo sabes, pero la voz de la flama es noble y benevolente. Estoy dispuesto a ayudarte a encontrar la expiación de todos tus pecados, siempre que estés dispuesto a dejar atrás esa vida de maldad y perversión que has llevado hasta hoy.

Sé que no suena muy atractivo para alguien que ha crecido bajo el dogma de la garra, pero dime algo hijo de Vol. ¿Acaso crees que este camino te conducirá a algún sitio además de tu autodestrucción? Vamos muchacho, aún estás a tiempo de renunciar a lavoscuridad y abrazar la calida luz de la llama. -  digo en tono solemne mientras me siento frente al prisionero esperando su respuesta.

- ¡Muchos!Más de diez...con poderosos nigromantes y servidores no-muertos al mando del Hermano Garrow- contesta el soldado de la Garra Esmeralda  a Powaqqatsi. Al parecer el influjo de su magia sigue surtiendo efecto-. Ahora libérame ya de una vez, ¡se van a escapar!. ¡Espera! ¡No te vayas!- grita cuando el druida se marcha de la habitación.

En su voz se aprecia la desesperación y el enfado cuando Powaqqatsi sale de la habitación para contaros lo que sabe. El druida y Adia, tras un intercambio de opiniones, no consiguen ponerse de acuerdo respecto a lo que debe hacerse ahora con el prisionero. Adia termina por marcharse a la puerta para vigilar el acceso. 

El exterior está aún oscuro y, hasta podría decirse que, extrañamente tranquilo. Un escalofrío recorre la espalda de Adia... Extrae una flecha y la prepara en su arco. Sabe que el tiempo corre en contra de todos ellos...

Alfrik entra en el cuarto donde se encuentra el soldado.Escucháis unos murmullos y, de repente, todos, incluso Adia, escucháis los gritos del soldado.

-¿¡ Cómo te atreves a insultarme con tu presencia, falso adorador de la Llama!?- se revuelca en el suelo en un vano intento de golpear a Alfrik con patadas-. ¡Te maldigo a ti y a tu asquerosa Diosa desprovista de toda Gracia! ¡ALERTA, ALERTA!¡SERVIDORES DE LA LLAMA! 

¡COMO TE ATREVES, TE VOY A ROMPER EL HOCICO! - rujo mientras lo golpeo con el canto de mi hacha para dejarlo inconsciente, luego lo arrastro hasta donde se encuentran los otros.

Pues bien, este se viene con nosotros o se muere. Tu escojes Powaqqatsi, acaba de insultar a la Flama y mi juramento demanda que sea castigado y dado que no tenemos tiempo para lidiar con él adecuadamente, pues bien la opción para mi es muy sencialla. - digo encarando al druida.

El druida cargó al soldado y se lo llevó rumbo al carromato.  Había algo en la iglesia?

De nuevo desde la entrada, esta vez si giró para ver al enano llevando a rastras al soldado, y una mueca divertida afloró a su rostro para poco después convertirse en una suave risa que alejó las sombras que en su mente se arremolinaban en la oscuridad de las desiertas calles del exterior. 

Parecía que el paladín, pese a ser un tozudo enano, no tenía la cabeza del todo hueca, y con ese simple acto de entrar a "hablar" con el soldado había ahorrado al grupo un sinfín de discusiones, problemas y, sobre todo, de tiempo. Al menos, esperaba que esa hubiera sido su intención, porque no veía otro motivo por el que el seguidor de la Flama hubiera entrado allí; sin duda, no podría esperar cooperación.

Suspiró. Prefería pensarlo así.

Y tampoco le dio tiempo a pensar mucho más. Powaqqatsi recogió al inconsciente hombre, lo cargó al hombro, y se resigno a salir de allí. Ella, tras un resoplido frustrado pero contenta al menos de que no perdieran más tiempo que sus enemigos podrían utilizar para encontrarles, siguió al forjado sin decir nada, con el arco preparado consciente de que a lo mejor no tenían un paseo agradable hasta el carruaje de Failin, pero esperando justo que no se encontraran enemigo alguno.