Partida Rol por web

Bien, la Cannith ha demostrado su utilidad en situaciones que no son de combate, pero con nuestra buena suerte tenemos que ir a las tierras enlutadas, la zona maldita del mundo.

- Ahora que sabemos donde tenemos que ir hay que salir corriendo, podemos sacar ventaja de esta gente que nos lleva atacando desde que empezamos, pero primero tenemos que sabotear el mapa para que no puedan seguirnos.

Espero que el resto del grupo no tenga ganas de seguir aquí con los enanos zombies.

Una vez que trascribo en mi improvisado mapa la ubicación de los seis laboratorios, me muestro totalmente de acuerdo con Khala en que debemos abandonar Cantera Carmesí de inmediato. Con un poco de suerte Failin y su carreta elemental seguirán por las inmediaciones.

No sé por qué estos tipos de la garra verde están aquí pero tampoco tengo ningún interés en quedarme a descubrirlo. Uso mi daga para recortar el trozo de tela con el extraño símbolo de los uniformes de ambos soldados y me los guardo en la mochila por si más adelante pudieran servirnos de algo.

Aunque Khala es prudente al instarnos a dificultar una posible persecución por los asesinatos, soy reacia a destruir el legado de mis antepasados, máxime cuando la única copia que existe está en mi poder y el futuro que nos aguarda es tan incierto.

―Para que pudieran seguirnos tendrían que averiguar primero cómo descifrar el mapa y después adivinar a cuál de los seis posibles emplazamientos nos estamos desplazando. Sugiero que nos marchemos de inmediato y tratemos de sacarles la mayor ventaja posible.

Gracias a los conocimientos combinados de mis compañeros, el descifrar el mapa fué coser y cantar. Ahora quedaba seguir con la exploración del lugar o salir lo más rápido posible de la cantera. Cualquiera de las dos cosas me valía, seguir saqueando las ruinas o correr a una nueva misión.

-  Si la única Cannith que conozco dice que prefiere no destruir su legado......cosa suya. Recorro con dorso de la mano la mandíbula que se empieza a hinchar y continúo. - Recojamos todo lo útil y marchémonos de aquí.

"Es un alivio. El patrimonio escultórico de nuestros antepasados no debería echarse a perder." dijo Shanna, contenta con que la Cannith no quisiera destruir las estatuas o el mapa. Le pareció también una muy buena idea el cortar un trocito de tela con el simbolo de esos mercenarios, a fin de poder preguntar por ellos más tarde. Habían encontrado aquello por lo que habían venido, y ahora era el momento de regresar con cuidado a donde Failin. Solo esperaba que no encontrasen más enemigos...

Tras un breve intercambio de palabras decidís que lo mejor es marcharse de este lugar lo antes posible. El mapa ha sido un motivo de desencuentro entre vosotros pero al final han sido más los que creían más oportuno dejarlo intacto que aquellos que creían que era mejor destruirlo o inutilizarlo de alguna forma.

La noche continúa sembrando de sombras cada rincón de esta villa de Cantera Carmesí. Aún así aquellos que van en cabeza deshacen sin más problemas el camino que os llevó desde la linde de la villa hasta la refinería de los Cannith.

De repente...

Un hombre alto y demacrado, vestido con una hermosa túnica de seda negra , aparece de improvisto cerca de la linde de la ciudad entre las sombras a muy poca distancia de vosotros. Su piel presenta un tono mortalmente pálido, y luce una profunda cicatriz que va desde el borde de uno de sus brillantes ojos rojos hasta la parte trasera de su oreja. Sonríe, mostrando unos afilados colmillos.

-¿¡Qué tenemos aquí!?- sisea mientras os evalúa con aire informal con sus ojos carmesíes.

 En una de sus manos parece sostener algún objeto, puede que un medallón. Pero no conseguís ver mucho más ya que una espiral de espesa niebla oscura asciende en círculos envolviendo al recién llegado. Al llegar a un punto a unos 20 pies sobre su cabeza se expande y cae formando una espesa niebla negra que oscurece hasta a la noche más oscura. Alhandra , Raith y Shana se ven rodeados por esta oscuridad. El resto les veis desaparecer...

Nuestra escapada de Cantera Carmesí se desarrolla sin que nos topemos con más enanos zombis y yo comienzo a prometérmelas muy felices cuando una siniestra figura nos sale al paso. A juzgar por su indumentaria y su cadavérica apariencia me atrevería afirmar que está tan vido como los cadáveres que hemos dejado tras de nosotros pero no es como ninguno de los no-muertos que nos hemos topado hasta la fecha.

Me detengo donde estoy y mis manos buscan frenéticas el enganche del que cuelga mi maza. Sin embargo, tan pronto como consigo destrabar mi arma, una oscura y densa niebla se cierne sobre nosotros, dejándome enceguecida y desorientada. En medio de la negrura no me atrevo a blandir mi maza por temor a golpear accidentalmente a un compañero.

Asustada, trato de focalizar mis pensamientos en el arma que empuño para hacer que ésta brille y deshaga las tinieblas que me rodean.

Cuando nos disponíamos a marcharnos de allí, una vez habíamos conseguido el objetivo, una extraña criatura apareció ante nosotros. Iba vestido con una extraña túnica, lo que me dio a entender que era una especie de clérigo o algo parecido, pero humano, no parecía en absoluto que lo fuera.

No parecía que tuviera intención de dejarnos salir de allí de manera normal. Nos tendríamos que abrir paso a las bravas como estábamos acostumbrados últimamente.

La criatura empezó a canturrear y una especie de niebla negra cayó sobre nosotros. Con unágil movimiento, conseguí salir de la influencia de la sombra, pero Raith, Alhandra y Shana quedaron cubiertos por ella.

Khala, debemos acabar con él. Rápido, antes de que lance más hechizos.

Blandiendo la espada con seguridad, intenté rodear a la criatura dejando que Khala hiciera el ataque frontal.

La niebla envuelve rápida y pesadamente a tres de vosotros. Threkor intenta rodearla y llega hasta la pared de uno de los edificios deteniéndose para replantearse la situación. Alhandra extrae su maza y crea en ella, por medio de una infusión, una poderosa luz mágica...

No acabábamos de decidir que lo mejor fuera salir de la cantera sin ser vistos cuando nos encontramos con un nuevo contendiente y antes de que pudiésemos explicarnos, ya estaba metido en intercambio de hechizos.

- Malditos magos y sus malas artes, mal rayo les parta.

La cosa era cargar contra el mago, pero una densa oscuridad se interpuso entre él, mis compañeros y yo mismo.

- Será posible.  

Avanzo a tientas hacia la última posición en la que vi al "mago", como le pillara le enseñaría yo mi arte.

La luz de Alhandra le permitió ver lo suficiente como para rebuscar en su mochila y sacar la linterna siemprebrillante que había dejado Lady Elaydren para ellos. ¿Lo habría hecho sabiendo que se encontrarían en alguna situación como esta? Ya fuera por ello o simples precauciones, si la linterna funcionaba ciertamente no podrían sino agradecer el buen hacer y saber de la Cannith.

La salida de la aldea iba como la seda, pero parece que nos estaban esperando, y alguien que lanza hechizos nada menos, ojala Alhandra pueda disipar la niebla, mientras tanto aguzo el oído para ver si puedo detectar donde está la nueva amenaza.

La maza de Alhandra se ilumina con su infusión. Sin embargo la luz parece ser atrapada por los oscuros jirones de niebla que la envuelven. Apenas consigue ver más allá de sus propias narices. Shana, que aunque escucha ciertos ruidos a su alrededor, tiene la insoportable sensación de encontrarse sola en medio de aquella oscuridad. Saber que aquel ser  podría estar moviendose cerca de ella no hace sino llevarla hasta un estado extremo de tensión.Extrae una linterna en un intento de salvar sus miedos. Pero la luz de esta apenas alumbra poco más allá del propio artefacto... 

Raith, teniendo la misma sensación de soledad, avanza blandiendo su arma contra la posición en la que había visto a aquel ser de aspecto vampírico. Cree escuchar algo muy cerca unos pocos pasos más adelante...

                                              ...un grito desgarrador surge de la niebla...

...golpeas con tu espada...Y notas como el acero se clava en algo. El golpe es extramadamente poderoso. Un desgarrador grito de dolor y un siseo estalla frente a ti. Tienes la suficiente experiencia como para saber que has impactado algo y que sea lo que sea, debería estar muerto. Al menos si fuese humano o, simplemente mortal, debería estarlo. Sin embargo esa maldita niebla de oscuridad te impide ver donde se encuentra ahora mismo.

La maza, temporalmente encantada, se ilumina durante un instante como una cerilla antes de que su resplandor sea rápidamente sofocado por la negrura que me rodea. Busco a tientas a mis compañeros pero el sonido de mi respiración entrecortada es lo único que logro escuchar.

Hasta que oigo el escalofriante alarido. En ese momento dejo a un lado mis temores por alcanzar accidentalmente a alguno de mis compañeros y blando mi arma a diestro y siniestro con la esperanza de mantener alejado a cualquier potencial atacante al tiempo que retrocedo tratando de salir de la niebla o, al menos, de encontrarme con la pared de algún edificio que me proteja la espalda.

Había golpeado a algo de eso estaba seguro, el grito de dolor lo había confirmado....pero era el ser que nos atacaba o acababa de dar a otra criatura. Esperando no fallar en mi deducción lanzo otro ataque, si terminaba con el mago podríamos salir del combate indemnes.

Khala escucha el terrible grito, alguién ha resultado herido, aguza el oido como durante las noches de cacería, puede escuchar la respiración de sus compañeros, el balanceo de las armas..pero hay un punto donde se oye la tela de unos ropajes pero no una respiración que les acompañe y ahí es donde lanza su arma.

Viendo la determinación de Khala atacando una zona en conreto de la oscuridad, decido sin pensar atacar sobre la misma zona que ella. Me fiaba por completo de sus instintos y si creía que el enemigo estaba allí, debíamos atacar juntos y acabar con aquello rápidamente.

El riesgo que corríamos era el de dar a nuestros amigos en el intento, pero no podíamos quedarnos allí a la merced del clérigo oscuro que había aparecido en la habitación.

"¡Iiihh!" reprimió su propio grito de terror cuando escuchó aquel otro desagarrador de entre la niebla. Movió la linterna de aquí para allá como si ésta pudiera disipar las tinieblas y la oscuridad a su alrededor, pero sabía que no era así. Instintivamente se llevó la mano al brazalete que el Dragón le había regalado, como buscando la protección de su amigo desaparecido.

Estaba aterrada. ¡Aterrada de verdad! No sabía dónde estaban sus compañeros. No sabía siquiera si podrían oirla. Tenía ganas de sentarse en cuclillas, abrazarse las piernas y esconder la cabeza, rezando a la Hueste Soberana que no le ocurriera nada a ella ni a los suyos. No tenía ni idea de a qué tipo de mago se enfrentaban. Temblorosa, empezó a moverse en la oscuridad, pasito a pasito, tal vez en algún momento encontrara a sus compañeros. En voz baja empezó a tatarear, intentando olvidar el frío y el miedo...