Partida Rol por web

Big Bertha era una mujer imponente, resultado de cruzar un Thunder-Megazord con la nave nodriza del planeta Albóndiga 15, cuerpo carnoso orbital célebre por sus habitantes: las albóndigas parlantes asesinas. Todo ello aderezado con cantidades industriales de azúcar glasé.

Mientras Petri, Pinky y Detective Atractivo Boogie orbitaban a su alrededor, Bertha estaba haciendo labores de repostería en su laboratorio con un extenso instrumental que parecía más adecuado para un taller de mecánica. Así llamaba aquel titán de exuberante busto y femeninos andares a su Cuisine.

 -Eh Bertha, qué bien que te encuentro. Tengo...- se pasó la mano por la nuca y desvió la mirada hacia el suelo, haciendo ver que estaba algo nervioso y/o incómodo. Acto seguido alzó la mirada para que sus ojos se cruzaran con los de la enorme y gruesa cocinera -Tengo una mala noticia que darte. Me echan de la academia, Bertha.

 -¡Ooooooooh, mi peluchiiiiiiiiiiiiiiiiitooooooooo!-, dijo muy sonriente Bertha al tiempo que agarraba de los mofletes a Petri con una presa digna del Ciclón Rojo -estrella intergaláctica de la UFC, por todos conocida- y le endosaba en plena trufa un atronador *SMOOOOOOOOOOOOCH* con sus grosísimos labios. -¡Me tenías abandonada! ¿No te da vergüenza, truhan? ¿Quién te da más mimitos que Mama B.B? ¿Hmmmm?-. 

No es que la pregunta fuese retórica, claro, pero el abrazo constrictor de aquel cuerpo generoso en lípidos estaba estrangulando a Pietro, para estupor de Pinky y Boogie, que intercambiaron una mirada cómplice y decidieron aplicar la Ley del Silencio mientras giraban y giraban alrededor de aquella auténtica mole.

Las últimas palabras de Pietro dejaron en shock a Bertha.

-¿¡QUÉ!? ¿¡QUE TE ECHAN!? ¿¡QUIÉN!? ¿¡CÓMO!? ¿¡POR QUÉ!?-. Su rostro se convirtió en la viva mueca del terror. O mejor dicho, era como si un enorme huevo de dragón rojo tuviese unos ojos desorbitados y la boca abierta a punto de gritar "OHMYCAT!". Además, la mueca fue incrementando en dramatismo conforme Petri ahondaba en los detalles.

En verdad Bertha estaba devastada por la terrible noticia. Empezó a llorar desconsolada mientras acunaba a Petri en su regazo, uno que tenía la suficiente capacidad para ser catalogado como portaaviones militar. De fondo el lombax pudo escuchar la elegante melodía del Danubio Azul, obra inmortal del pionero espacial Johann Strauss. Un anonadado Petri se preguntó de dónde salía aquel anticlimático pero siempre excelente vals, girando la cabeza y frunciendo el ceño al descubrir a Boogie bailando con Pinky mientras surcaban el éter.

Maldito androide equipado con una jukebox interna... ¿Qué mente enferma habría engendrado a ese atractivo amasijo de hojalata?

He aquí la milonga de Petri... IN SLOW MOTION... 

-No quiero irme. Pero no me dejan otra opción. O me marcho o me encierran por insubordinación. Mi tío vendrá a recogerme mañana para llevarme a casa.

NARRADOR INTERGALÁCTICO: 1 hit combo!

 -Por eso he venido. Quería despedirme. Has sido siempre muy buena conmigo, Bertha. No... No te haces una idea de lo mucho que te aprecio.

NARRADOR INTERGALÁCTICO: 2 hit combo!

 

 -Pero no he venido sólo para eso. Quería pedirte un favor. No me gustaría irme sin probar una última vez el pastel de carne casero que preparas. Ese que te sale tan bien. ¿Crees que podrías servirlo en el menú de la cena? A modo de fiesta de despedida. Sería... Sería la despedida perfecta.

NARRADOR INTERGALÁCTICO: 3 hit combo!

Esbozó otra melancólica sonrisa para luego pasarse la mano por el pelo de la cabeza.

NARRADOR INTERGALÁCTICO: FINISH HERRRR!

 -Igual te estoy pidiendo demasiado, lo siento. Es que... Es mi plato favorito, ¿sabes? Nunca antes había comido nada parecido en Fastoon y... Me da pena no volverlo a probar nunca más.

NARRADOR INTERGALÁCTICO: FLAWLESS VICTORY!

Bertha asintió muy despacio, su rostro anegado en lágrimas -¡Eso eran muuuuchas lágrimas!-. Petri tensó su cuerpo. Sabía lo que venía a continuación. Boogie y Pinky habían dejado el vals por un instante y alzaban ambos el pulgar en gesto de aprobación al tremendo papelón interpretado por el pequeño lombax. 

-Tendrás tu pastel carne, mi peluchito. Y será el mejor pastel que te han hecho nunca, te lo prometo. Solo te pido un beso de despedida a cambio. Por los buenos tiempos. ¿Sí?-. Cuando eres hija de gigantes, nadie te dice que no. Nadie a quien tienes atrapado en tu campo de gravedad, claro. A menos que deseen fervientemente ser descabezados de un uppercut.

La enorme gigante descendió su rostro para besar a su bolita de pelo favorita. Petri recordó con un escalofrío la antigua sensación de creer a ciencia cierta ser devorado, cerró los ojos, apretó los dientes, maldijo al Almirante Hellstorm -causante de todos los males del universo- y para evitar pensar en el húmedo filetazo que se le venía encima, recordó con todas sus fuerzas la sensación que los labios de Pinky le habían dejado unos minutos antes.

Maldito Boogie..., pensó Petri. Aquella escena había corrompido el Danubio Azul en su mente para siempre.

Y a propósito de Boogie, nadie, ni siquiera la diosa de ébano que compartía el vals con él, le vio arrojar la pimienta ULTRA XXXPICY en la carne que Big Bertha tenía preparada para las viandas del menú de la cantina.

Astuto detective atractivo Boogie.

La Operación Phunk Sunrise avanzaba imparable.

A la extorsión de Boogie la siguió una clase magistral de seducción lombax, y en un par de horas tenían al funcionario del bloque de Administración acojonado, la clave para acceder al complejo, una ID que suplantar con seguridad y una maniobra de distracción XXXpicy cortesía de Big Bertha programada para la hora de la cena. Era muy probable que el personal de guardia y gran parte del claustro docente sufriese ardor en el píloro esa noche.

Ahora era Pinky, aquella pandoriana cincelada en azabache y ataviada con seda lunar la que movía ficha. Su objetivo era un hamburguesa parlante llamada Angus.

Poesía en movimiento.

Las ganas de volver a ver al señorito Angus DeBurger por parte de Pinky eran bastante relativas, a fin de cuentas se medio había enrollado con él poco tiempo después de llegar a la academia simple y llanamente porque le había dado un ataque de gula fumeta tras una buena noche de parranda y no pudo decir que no a la oportunidad darle un bocado a una hamburguesa de casi un metro de diámetro. Pero, oh chica, cuando te despiertas a la mañana siguiente en cama después de un banquete así el arrepentimiento puede ser asesino, dejando a un lado el tema de que puede que toque quemar todas las sábanas y posiblemente el colchón.

Al menos el ritmo de crecimiento de los órganos y extremidades consumidos de un alienígena hambagunian es ultrarrapido y no había pasado por la mala experiencia de toparse con un cadáver descabezado como compañero de cama. Nadie se habia molestado en decirle, por otro lado, que sus poluciones de k4tzup y muzti4rd podían llegar a prolongarse de manera ininterrumpida durante más de diez minutos, con lo que lucía un precioso Pollock orgánico en el techo.

Angus se había mostrado bastante arrepentido por no haber sido lo suficientemente claro al tratar de exponer algunas curiosidades interesantes sobre su especie a la pobre Pazuzu en pleno cebollón, peor acordaron que estaban en tablas y desde entonces se habían saludado desde lejos, reviviendo tras cada cruce de caminos aquel curioso encuentro de culinarias Orchestral Maneuvers  in the Dark.

Pinky se puso algo para darse ánimos camino de la planta de procesamiento y experimentación de comida mutante y chemical warfare de la base (La Pepeececeacheuvedoble, para abreviar), donde sabía que encontraría a DeBurger, alimentando a las muestras de trancheroedores que algún incauto había puesto a su cuidado.

Una vez que se pusieron al día de manera incómoda, Pinky procedió a pedirle al hambagunian aquello que necesitaban encarecidamente para su Mission Impossible...

- Tío, ¿Recuerdas aquella anécdota que me habías contado sobre que a los tuyos no les vendían alcohol en los supermercados coloniales y que tenías que usar uno de esos cacharros generadores de hologramas faciales para engañar a los cazurros que trabajaban en las cantinas de las bases orbitales cercanas?

Pazuzu se volvió a subir las gafas por segunda vez en un día, un acontecimiento al que no quería acostumbrarse y que esperaba que no muchos supiesen por el bien de su reputación, pero había que hacer o que fuese para conseguir aquello... O casi... Había abandonado la alimentación carnívora hacía más de un año y no iba a volver a caer en aquella tentación.

- ¿Por cun casúal todavía lo conservas? Quería gastarle una broma a una amiga por su cumpleaños y me podía venir de perlas. A cambio podría conseguirte... ¿Un surtido de quesos variados del Planète Laitier? A mí me parece un trato justo, ¿Que no?

Le guiñó un ojo antes de volver a calarse las gafas y lucir su sensual diastema en toda su gloria.

La planta de procesado y experimentación -nadie habló de profanación- de alimentación apestaba a grasa retostada y por ella flotaba un almizcle denso y mareante que recordaba vagamente a fritanga bañada en incienso. Algunos alumnos de la Stellaris profesaban teofagias de lo más escabrosas que exigían de un esfuerzo extra al menú del día, así que a estas alturas de la aventura Pinky y Pietro estaban curados de espanto, no mencionemos al bueno de Boogie, que como descendiente de Skynet estaba libre de percibir hedores variados.

Angus DeBurger estaba algo endiosado desde la última vez que Pinky y él habían retozado entre salsa de tomate, pepinillos -NO PUN INTENDED-, rodajas de cebolla y una pastosa mostaza. Había firmado un contrato con una productora para grabar un piloto para una serie policíaca con otro actor de éxito, Butch Salchicha Malloy. Este último era, literalmente, una salchicha de ternera pajuna con un turbio pasado en el Departamento de Policía del planeta República de Texas, que había debido de abandonar entre sombras de corrupción y alguna que otras sospecha de haber aceptado sobornos.

La serie de marras, por cierto, se llamaba Angus & Butch y el piloto había arrasado en Netflix, hasta el punto de que ya se estaba negociando una segunda temporada y un spin off para veganos.

Pinky ya percibió los aires que se daba Angus cuando se percató de que el orondo y aburguesado -PUN INTENDED- alien estaba haciendo uso de un tranchete de queso como peluquín. Tranchete que, por cierto, estaba doblado de tal modo que parecía incluso adoptar un gracioso tupé.

-¡Eyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy... NENA!-, soltó Angus con su voz galante y dejando aflorar su aliento crispy-chicken.

El hamburguiano se puso en pie, evidenciando que había estado haciendo flexiones, abdominales, lumbares y, quizás, alguna que otra dominada. Empezaba a adoptar la forma de un perrito caliente -PUN A LITTLE INTENDED-. No llegaba a lucir la apolínea figura de MAX STAR, pero el bigote de pepinillo que se ajustó bajo sus gafas de sol le daban cierto y carnívoro atractivo.

-¡Compruebo que has venido a ver al auténtico Burger King! ¡JA! ¡Anda! ¡Y te has comprado un perrito! ¡Cáspita! ¡Que habla! ¡Menudo susto! Deberías haberme avisado, Pinky. Sabes que sufro de veinticinco cardiopatías-.

Que él supiera...

-¿El D-Facer, dices? ¡Uhhhh! ¡Me pides un imposible, nena! Aún necesito usarlo durante los nuevos episodios de Angus & Butch, ¡Je, je! Ese Butch tiene una figura muy estilizada y me quita las escenas con las ladies. ¡He de aparentar finura y lozanía! ¡Vuelve a buscarme en dos meses! Tendré vacaciones y seré millonario. ¡Te compraré uno para ti solita! ¡JA!-.

Boogie pareció valorar la ocasión para hacer un comentario ocurrente sobre la sutileza que tiene un monstruo de carne picada sazonado con diversos tipos de pringosas salsas persiguiendo -incluso en la ficción- a los criminales de la galaxia Perséfone, pero al parecer consideró más productivo el silencio y activó el modo ahorro de energía, cosa que Petri pudo advertir porque sus ojos alternaron sus globos ambarinos habituales por unas enormes úes, tal que "U_U".

Pinky iba a tener que insistir y ofrecerle algo muy goloso al zalamero de Angus para obtener el preciado dispositivo de camuflaje.

- Vamos, tío... Vale, no es para una estúpida sorpresa de cumpleaños. Vamos a hacer una incursión explosiva en las mazmorras de este antro y si no contamos con esa preciosa pieza de artesanía que estos deditos han calibrado con una maestría sin igual.- Dijo Pinky tomándolo de la mano y entrecruzando sus dedos mutuamente. - ¿Te puedo ofrecer alguna otra cosa? Lo que quieras... ¿queso viviente de Namebia? ¿Boletus gigantes de Pariah? ¿Mostaza aulladora del consorcio X? ¿Lechuga clónica regeneradora de Omicron Phi? ¿Liberar a tu hermanastro gemelo de las hordas caníbales de las puertas de Tannhauser? ¿Un... Un fin de semana en los criaderos de carne de Ressia?

A pinky se le revolvió el estómago al hacer este último ofrecimiento, pero el plan Phunk Sunrise debía de ser realizado a toda costa, ya vería después cómo capear con aquella estrella venida a más de deBurger.

- Pide por esa boquita, cuarto y mitad de mezcla de cerdo y ternera espacial...

Las pestañas de las gafas de Pinky aleteraon salvajemente, eran un simple efecto óptico, peor un efecto óptico al que nadie podía resistirse.

Puede que el nivel de ligón de Pietro Equinox no llegara a las legendarias cotas de éxito del fantabuloso MAX STAR y su vello labial superior, ¡pero nadie podía discutir que a la hora de camelarse al género femenino, el lombax era un profesional! Bertha no sólo había caído en sus melosas palabras, es que se había sumergido, rebozado y empanado en ellas que daba gusto. Sí, Pietro había sufrido unos cuantos daños colaterales, como verse arrastrado a la órbita gravitacional de aquella buena mujer o recibir un abrazo rompe-espinazos, ¡pero todo ello era por la causa! ¡Por el éxito de la Operación Phunk Sunrise!

Y éxito estaban teniendo, porque entre la actuación detectivesca de Boogie vs Spootch Kaplan y el tanto que esperaba anotarse él mismo, ya eran dos puntos en su marcador nada desdeñables.

-Tendrás tu pastel carne, mi peluchito. Y será el mejor pastel que te han hecho nunca, te lo prometo.

¡Pietro lanza y encesta! Le costó un esfuerzo titánico mantenerse en su papel de joven afligido tras escuchar esa flagrante e impecable victoria.

 Solo te pido...

Oh-oh...

...un beso de despedida a cambio. Por los buenos tiempos. ¿Sí?

... Fuck. Lo peor era esa sensación de apocalipsis inminente que le rodeaba como le rodeaban los gruesos brazos de Bertha. Pero, ¿qué iba a decir? ¡Acobardarse en mitad de un camelo no era su estilo! Que quizás tendría que redefinir su estilo, puede, pero por ahora estaba atascado en el abrazo de aquella amorosa mole que aguardaba ser besada cual princesa gargantuesca. Así que no le quedó otra que respirar hondo, tensar todo su cuerpo y lanzarse a la pelea más fiera que jamás tendría con una lengua.

Pero si había algo peor que estar dándose el lote con la mujer más adiposa de la academia, era tener de fondo el Danubio Azul. ¡Que quería usar esa canción para el baile de recién casados con Andrómeda! Ahora no le quedaría más remedio que quedarse con la segunda opción, el vals de las flores del cascanueces. ¡Y no era lo mismo! ¡Maldita sea Boogie!

Claro, que siendo justos, no era en Andrómeda, su adorada y nunca bien ponderada mujer imposible, en la que estaba pensando ahora mismo. Fruto de la desesperación y la falta de oxígeno a la que se veía sometido su cerebro por aquel agarre labial, el cerebro de Pietro se había refugiado en el último recuerdo feliz que había procesado: el beso que Pinky le había dado.

Cuando Bertha se dio por satisfecha, Pietro había sido reducido a una masa temblorosa, que boqueaba intentando aspirar el aire que necesitaba y con la cara más roja de lo que le habría gustado. Pero a pesar de todo, consiguió mantener su jodido genio y figura hasta la sepultura. Sonriendo de la manera que él sabía, le dio un toquecito en la nariz a la cocinera.

 -Eres la mejor Bertha. No te olvidaré nunca.

¡Y lo mejor era que esa última parte era 100% verdad! Ni queriéndolo podría olvidar ese beso que casi se le había tragado entero fuera de ese campo de la existencia. Pero en fin, la cuestión era que aquella parte del plan estaba completada con éxito, por lo que podían avanzar hacia la siguiente. Claro, que antes Pietro pasó por un cuarto de baño para hacer unos cuantos enjuagues.

La cuestión era que el siguiente paso era cosa de Pinky, Angus DeBurger. Un gilipollas de cuatro de libra con queso. O como mínimo de la misma calaña que Gultar, con la misma ceguera congénita para diferenciar a un lombax de un chucho. Sólo por eso ya le había caído como una patada en el culo. Y lo peor era que el tío no se mostraba colaborador en absoluto. Pues si Pinky no conseguía su D-FACER por las buenas, no les quedaría otra que intentarlo por las malas. Que tenían amigos que salvar.

Lo del fin de semana en los criaderos de carne en Ressia pareció surtir efecto.

O quizás fue la sutil referencia cruzada a la lechuga clónica categoría alimenticia Alfa Plus Ultra de Omicro Phi.

Fuera como fuese, al tiempo que Pinky reparaba en que su delicada mano de piel negrísima y brillante como la brea candente estaba pringada de una mezcolanza de kétchup y mostaza HI-POWERED-ByTheApocalypse y en el ascazo que ello le producía, DeBurger se retiró las gafas de sol para mirarla directamente a los ojos.

-Who loves ya, baby?-, inquirió emulando al icono griego Kojak al tiempo que se le caía el mostacho de pepinillo. 

Ya os advertí que era de pega, no como el de MAX STAR.

-Lo sabía. Sabía que no me habías olvidado... Y ahora tengo una mayor resistencia para l'amour, cariño-, dijo DeBurger al tiempo que se repeinaba el tranchete de queso que hacía las veces de flequillo y se golpeaba las abdominales empanadas. -120% carne de crujiente pollo, pequeña. Me llaman Mr. Crispy en la oficina. Ya te diré por qué durante ese SALVAHE fin de semana en Ressia... Tú y yo, Honey... Tú y yo...-. DeBurger guiñó un ojo en un ortopédico y torpe gesto que distó mucho de resultar galante, pero era su forma de clamar a las deidades del Sugar Loving.

-Tendrás el maldito D-Facer, nena. No puedo decir que no a una diosa nubia que camina entre nosotros, simples hamburguianos. Solo una cosita sin importancia... No olvides cargarle la batería antes de usarlo. Lo usé bastante para conseguir el papel en el casting de Angus & Butch y creo que lo dejé algo seco...-.

Angus confirmó a Pinky que le haría llegar el D-Facer desde su apartamento pasado el mediodía a través de mensajería hiperdinámica y se despidió de ella con un fogoso *KISSY KISSY* que dejó la oreja de la pandoriana untada en alioli, una suerte de contraste cromático respecto de su oscura tez.

Ahora tenían un dispositivo suplantador.

¿Podrían Pietro y Atractivo Boogie optimizarlo en aras de facilitar su plan de fuga?

El presenciar el beso entre el pobre Pietro y Big Berth había sido un buen mazazo, más teniendo en cuenta que pocos minutos antes habían sido los labios de Pinky los que habían disfrutado de aquel sabroso peluche, pero es algo con lo que aprendería a vivir, pero la segunda parte de aquel terrible espectáculo le fue devuelto con el *KISSY KISSY* time al que la sometió la hamburguesa más alta del mundo.

- Esto no puede seguir así, caro Pietro. Somos demasiado buenos para esto, te lo digo yo. DEMASIADO BUENOS, en todos los sentidos, incluyendo los erótico festivos.- Masculló aquello herida en su orgullo, mientras se frotaba la mejilla con papel de lija extra suave, tratando de borrar todo resto de aquel salivazo de alioli tanto de su piel como de su memoria. Le iban a hacer falta mucha viruta de hongos quemada para ello.

Había comenzado el día clavándole un rodillazo a las joyas de la corona retardadas de Star, ¿Qué hacía ahora teniendo que congraciarse con el pastelero deBurger para tratar de salvar el culo al mostachudo mamón? Era como si todas sus tornas mentales hubiesen volado por los aires y se viese obligada a hacer todo lo que más detestaba en el mundo (O lo que más detestaba cuando no tenía aquella gula post porreril). Hay un momento y un lugar para las hamburguesas, y es cuando estaba muy ciega, tanto de psicotrópicos como de combustible para astro-zippos, no serena y tras catear el examen final de la academia.

Y ahora le tocaba ir a razonar con el bueno de Mastiff, una de las figuras más misteriosas que había conocido en su vida. ¿Cómo puede terminar uno de los mayores piratas espaciales de la historia, un ególatra despiadado sin parangón, con su propio ejército de tonton macoutes clónicos, generados a su imagen y semejanza, haciéndose cargo de los servicios de lavandería de la academia? Tenía que haber gato encerrado. Alguien más grande que la vida (Que todas las vidas), no termina haciéndose el tonto ante las mismas narices de Hellstorm por amor al arte, pero posiblemente ellos, pobres mortales, nunca comprenderían sus razones.

No había sido fácil. No había sido bonito. ¡No había sido ni higiénico! Pero ya tenían dos pasos más avanzados en la operación Phunk Sunrise. La guardia estaría prácticamente inutilizada gracias al pastel de carne de Bertha y tenían el D-FACER asegurado gracias al sacrificio de la excepcional Pinky. Eso no significaba que todo fuera felicidad y buenas vibras. Pietro desconocía cómo se sentía su compañera, pero el al menos se sentía bastante sucio por fuera y por dentro. ¡Max y Faizer ya podían agradecerles el sacrificio que estaban haciendo!

 -Consuélate pensando que pronto estaremos lejos de este lugar. Y ya no tendremos que vérnoslas con Bertha, DeBurger o cualquier otro friki necesitado de cariño por parte de alguien guapo.

Le encantaría descansar un buen rato, darse un largo baño de burbujas y olvidarse de todo por una tarde, pero desgraciadamente no tenía tiempo para ello. Aún les quedaba mucho trabajo por hacer, muchas cosas por organizar. Entre ellas, retocar el dichoso D-FACER de DeBurguer para amplificar sus efectos y montar la falsa identificación.

 -Boogie, necesito tu ayuda. Tenemos una identificación que montar y llenar con información ilegítima.

Dicho aquello, el lombax fue junto a sus compañeros a la habitación que compartía con el androide más dicharachero para recurrir a su fiel taller clandestino. Construiría la identificación y después, en cuanto recibieran el D-FACER, le acoplaría el módulo de holo-disfraz que tenía. Si todo salía bien, tendrían el salvoconducto idóneo para meterse en la prisión sin ser detectados.

 -Bien, Boogie, sujeta esto. Necesito una placa base de quince milímetros y dos condensadores de tres miliamperios... Oh, y una resistencia de 5 ohmnios, de las no homologadas, son las que usan en los identificadores oficiales para que los idiotas no puedan falsificarlos... Tres diodos led, un interruptor, estaño, el soldador... Ah, y la pantalla de cristal líquido. Vale, Boogie, dame eso. Bien, vamos a ir montando todo en la placa, ¡si alguien quiere traerme una botella de agua mineral se lo agradeceré! Esto me va a llevar un buen rato.

El lombax estaba haciendo lo que mejor se le daba, su magia lombax. O lo que era lo mismo: manejo de tecnología.

Tras un buen rato de trastear con la identificación, Pietro pudo terminar la parte correspondiente al hardware de la identificación que iban a usar. Y había hecho un gran trabajo, modestia aparte. ¡Sólo un experto notaría la diferencia entre una identificación oficial y su dispositivo!

Para cuando terminó de construir la identificación, DeBurger había cumplido con lo prometido y les había hecho llegar su D-FACER.

 -Puto hamburgueso... No te mereces la mejora que le voy a meter a este cacharro.

Porque el aparato que les había llegado estaba... Viejo. Y eso siendo amables. Menos mal que Pietro Equinox era un verdadero genio de la mecánica y que tenía componentes de sobra para sustituir los que estaban demasiado desgastados o estropeados. Había cables que necesitaban ser cambiados, pasta térmica que tenía que ser repuesta y manchas sospechosas que necesitaban ser limpiadas a toda costa. Puaj.

Tras la realización de toda aquella titánica labor de mantenimiento, el D-FACER ya estaba más que listo para ser usado sin problemas. Pero Pietro no se paró ahí, ¡no señor! Ya que estaba le cambió los hipocondensadores forfutianos, le renovó las soldaduras de todas las conexiones y, por supuesto, le añadió el módulo de holo-disfraz nuevecito que había estado esperando pacientemente en su caja de componentes.

 -Listo. Me ha quedado una obra maestra de la tecnología. Aunque esté mal que yo lo diga...

El lombax se irguió todo lo alto que era, sacando pecho con orgullo mientras le entregaba el D-FACER a Pinky.

 -Ya sólo falta probar que todo va bien y programar la apariencia completa de Spootch en su banco de datos. Y ¡bingo! Tendremos el camuflaje perfecto.

A pinly le quedaba claro que la magia que manejaban los dedos del lombax estaba fuera de sus limitadas capacidades, aun cuando parte de lo que hacía entraba dentro del temario común para cualquier piloto que precisase saber lo mínimo para cambiar los pilotos traseros de su nave, pero ¿Para qué se iba a despeinar* cuando contaba en u nómina de amigos con el más mejor Pietro?

- Vamos a probarlo un segundo con una configuración estándar, a ver si funcionan esas mejoras.

Tomó aquella maraca de cables y diodos entre sus dedos y se puso el imperdible del que debía colgar en la solapa de su uniforme antes de presionar el encendido y buscar en la pantalla de LCD el programa 666, que si no recordaba mal se correpondía con el de la T1N4, un icono de finales del siglo XX de la antigua tierra.

Mientras el D-Facer comenzaba a hacer su magia, Pinky comenzó a moverse al ritmo, comprobando que la proyección holográfica y la voz se ajustasen por completo a sus acciones mientras usurpaba la imagen y el bozarrón de la mismísima Acid Queen en un private dance solo para los ojos de Pietro y Boogie.

Boogie comprobó en sus lectores internos que el D-Facer emitía una señal muy estable y balanceó su cabezota metálica al compás de la Acid Queen Pinky Pazuzu mientras alzaba un pulgar en clara señal aprobadora a su apeluchado compañero mecánico.

-Me parece que has creado una *PIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII* obra de arte, Petri. Has hecho de Pinky una Afro Disco Dancing Machine-, apuntó a modo de elogio a la buena labor del lómbax.

-Va a ser una auténtica pena emplear este dispositivo emulando la imagen de Spootch Kaplan...-, lamentó el androide imaginando el impacto psicodélico que generaría Pinky con la caracterización que lucía en ese momento entrando en el edificio de Administración sembrando el caos.

Todo iba a pedir de boca. Y en tiempo récord. ¡Qué manera de planificar planes de fuga tenía este equipo!

Era el momento de visitar a Mastiff...

Abróchense las casacas, amigos.

Llegar hasta Tudor Mastiff fue, con sensible diferencia, lo más perturbador que hicieron en aquella ajetreada mañana de planificación de la fuga con sus colegas MAX y Faizer.

Oh, sí... MÁS AÚN QUE LIDIAR CON BIG "JELLY ROLL" BERTHA.

Para empezar, Mastiff tenía montado un tinglado de tal magnitud en la lavandería de la Stellaris que había que sobrepasar a un tumulto de amenazantes NPC's de lo más gansgtas, absolutamente funkies y casi -ojo, CASI- tan bailongos como el siempre astuto e hipervitaminado Drevlin.

Su banda se hacía llamar Los Casacas Espaciales y era una pandilla de saqueadores de la peor calaña, adictos a la adrenalina y a la música disco. Siguiendo la táctica desestabilizadora de los funkotronianos, los Casacas Espaciales eran muy dados a ensordecer al enemigo hackeando los canales de telecomunicaciones de sus víctimas y emitiendo canciones compuestas por el propio Mastiff. De hecho, era tal la pasión de Mastiff por la música que tenía en su haber el extraño y singular récord de haber compuesto la canción con el título más largo de la historia condensado en una única palabra. Algunos funkotronianos respetaban -y temían- a Mastiff por el mero hecho de que si les ponía el solo de piano de tal temazo eran capaces de hacerse viruta en la pista de baile hasta la muerte. Así de intenso era el funk en Mastiff.

El por qué habían acabado él y su troupe en mitad de la Stellaris trabajando en el servicio de higienización y desionización de los uniformes del personal y alumnado de la Academia era un enigma capaz de generar fracturas de pensamiento. Un misterio de esos para los que no se acaba de concebir solución, pero que al mismo tiempo genera una adicción insoportable en las almas curiosas.

Para cuando Pinky y sus dos camaradas llegaron hasta Mastiff, fueron impactados simultáneamente por una oleada de carisma acompañada de un cegador fulgor proveniente del cráneo perfectamente afeitado del rey pirata. ¡Parecía emitir una aureola de santidad!

El Gran Hombre tenía a una afro-jamelga a su espalda, apoyada con gesto zalamero contra su rostro y susurrándole cosas a buen seguro muy funkies en plena cepa de la oreja. ¡Fans! ¡Mastiff las tenía a montones! También había un par de gorilas armados hasta los dientes flanqueándole, con la piel tan negra como la rasurada crisma de Pinky y claros síntomas de estar de muy mala leche. Comprensible, pues no tenían pinta de distinguir en qué lavadora meter la ropa blanca y cuál la de color. Uno de ellos, -el más fornido, por cierto-, llevaba un medallón de oro puro con las letras que componían, cabía imaginar, su nombre de pila: Bubba.

Con parsimonia, Mastiff se alzó las gafas de sol tintadas sembradas a lo largo de su montura por ostentosas hileras de diamantes.

-¡Vaya, vaya, vaya! ¿Pero qué tenemos aquí? Si mis ojos no me engañan, y no suelen engañarme... Ante nosotros, caballeros, tenemos a la pandoriana Pinky Pazuzu, a su entrañable y exótica mascota y a su androide de protocolo-.

Su banda al completo estalló en carcajadas.

Todos, menos Bubba.

Bubba fulminaba con sus enormes y penetrantes ojos a Pietro.

-¿Vienes a hacer la colada, Pinky?-, inquirió con indiferencia con su gravísima voz de barítono puro mientras volvía a ajustarse las gafas de sol.

Jerga pirata.

Hacer la colada = La hora de los negocios turbios.

Esto lo ignoraba Pinky. No digamos ya Pietro. ¡Ellos no tenían un pasado gánster!

Pero para eso estaba Atractivo Boogie con su voz metálica y noir.

-Esto no va a salirnos gratis... Este tío va a jugar duro. Cuidado, Pinky-, musitó el androide al oído de su amiga.

De repente, un zumbido en el holocomunicador de Petri captó su atención.

Mensaje entrante para... Petri Pelucho.

Autor: Tío Al

Asunto: ¡OPERACIÓN HONOR FAMILIAR INICIADA! ¡TE VAS A CAGARRRRR!

Cuerpo del mensaje:

Sobrino. Stop.

He hecho las maletas. Stop.

Llevo a Matilda conmigo. Stop.

Recibirás una visita mía esta tarde. Stop.

Ningún Equinox suspende bajo mi guardia. Stop.

Prepara un par de Dodotis, pimpollo. Stop.

Vas a necesitarlos. Stop.

Tu tío... Suspenseful Stop.

JOINS THE PARTY. FUCKING FULL BITTER ENDING STOP.

Fdo. ALFA ECHO.

A Pietro le entró un súbito y lacerante dolor en el píloro. 

Su tío solo usaba el "Stop" en los mensajes en código militar. Incluso, había firmado con su nombre de guerra lómbax... Alfa Echo. HOLY CRAP! ¡HABÍA DADO A AQUELLO NATURALEZA DE OPERACIÓN ESPECIAL!

Peor aún. Le había llamado "pimpollo".

Solo había dos situaciones en las que Tío Alister llamaba a Pietro "pimpollo". Ninguna agradable, por cierto. 

La primera era para festejar su cumpleaños. No era una situación letal, cierto, pero le hacía sentir pequeñito e infantil cuando lo abrazaba y le frotaba los nudillos en la testa llamándole "pimpollo" y diciéndole lo mucho que le quería.

La segunda... AY, DIOS, LA SEGUNDA. Si algo dominaba Tío Alister era la guerra psicológica. Y Pietro recordó con claridad que hace ya unos años, su propio tío le advirtió de que, si algún día le llamaba "pimpollo" y no era su cumpleaños, que temblase de lo lindo, porque eso significaba que iban a tener una discusión familiar "sin precedentes". Y Tío Alister era bastante malo manteniendo discusiones de cualquier tipo. ¡Tenía un genio terrible!

Todo esto arrojaba a Petri una duda razonable: ¿¡CÓMO DIABLOS PODÍA CAMBIAR TAN DRÁSTICAMENTE LA SEMÁNTICA DE UNA PALABRA SEGÚN EL CONTEXTO!?

Y si ya estaba asustado pensando que no tendría galaxia suficiente para escapar, había algo más. Algo incluso más terrible que el hecho de saber que Alfa Echo iba a por él. Algo aún más escalofriante que ser llamado "pimpollo" antes que morir a manos de tu propio y académicamente exigente tío. Y ese algo era... Matilda, la lanza-bláster más CUUL que uno pudiese imaginar en manos del lómbax más duro de la galaxia.

Tío Alister.

Pinky no podía permitirse el quedar como una mindundi ante el magnate de las coladas y su corte de acólitos uber funkiers, así que sintonizó uno de sus temas favoritos para canalizar su badass-ism para entrar caminando al ritmo de los versos de tito Curtis, tratando de mantener la cadencia en su propia verborrea. 

- Si, casacasuprema... Una colada bien gorda. Unas zurraspas como nunca has visto, y no van a ser descubiertas por sus kaspianos creadores hasta que nos hayas ayudado a poner distancia entre la academia y nuestros hermosos culos ¿Hace?

Para puntualizar la interrogación final de su pregunta, Pinky se dio un sonoro cachete en las posaderas, mientras sonreía a la compañera que cuchicheaba al oído de Mastiff.

- He oído tu último extended play y es música para mis oídos, ¿Puedes prepararnos algo con el mismo flow a juego con nuestro bonito plan de fuga? Llevaremos tu credo por los espacios temibles y salvajes que sirven como pista de baile a las estrellas más radiantes.

Pazuzu chasqueó los dedos con una velocidad y precisión admirable.

- ¿Te hace, chachi? Pide que pongamos tu plástico negro en todas las gramolas de mil galaxias y lo haremos.

Se cuadró entre Pietro, que por algún motivo que aún desconocía se había puesto más cano de lo que normalmente era, mientras sus ojos entraban en dura competencia por dimensiones y tristeza con los del lori más acongojado del mundo, y Boogie, siempre guardando la mejor pose posible para el photo finish.

Con los aparatajes terminados, sólo les quedaba el último punto de la lista por dejar listo y podrían poner el plan en marcha. Lo malo era que esta última parte del plan no iba a ser fácil tampoco. Pinky tenia que hablar con Tudor Mastiff para asegurarles la ruta de huída. Y Pietro no dudaba de que Pinky sería más que capaz de llegar a un buen acuerdo, pero no le gustaba estar rodeado de lo que, a todas luces, era una banda de crimen organizado en la lavandería de la academia. ¡O al menos lo parecía! ¿Por qué Pinky se relacionaba con gente tan chunga que le trataba siempre como un animal de compañía? ¿Y por qué carajos ese tiparrón de ahí le estaba lanzando aquella mirada fulminante? En fin, cuanto antes terminara su compañera aquella transacción, mejor.

Y mientras Pinky negociaba, su holocomunicador recibió un mensaje. Qué raro, hoy no había quedado con nadie y las notas del examen ya las había recibido... Entonces se le escapó un grito de puritito terror al ver el destinatario del mensaje.

 -Lo-lo-lo-lo siento... Sigan con lo suyo.

Automáticamente, Pietro Equinox entró en modo ¡PÁNICO MÁXIMO! Mientras repetía mentalmente una serie de quejas teológicas, se puso tan pálido como un papel blanqueado con cloro refinado sobre un manto de nieve de Galactulón-VII. Vamos, blanco nuclear. ¡Y no era para menos! ¡Su tío estaba a escasas horas de distancia de la academia! ¡Y estaba en pie de guerra total! ¡Y VENÍA CON MATILDA! Pietro fue consciente en ese momento de que estaba más muerto que muertini.

 -Pinky... No quiero interrumpirte ni meterte prisa, pero se nos acaba de añadir un tiempo límite para este trabajo... Mi tío viene en pie de guerra para acá. Llega por la tarde. ¡Así que tenemos que pensar en una manera de evitar que me despelleje cuanto antes!

Intentó sonar tranquilo, pero sin éxito. ¡Joder, que tenía ahora mismo al mejor guerrero lombax de la galaxia pidiendo su cabeza! Mira que nunca, nunca, nunca, NUNCA había creído que llegaría el día en que su tío le llamaría pimpollo fuera de su cumpleaños. Pero había llegado. El puto suspenso del puto Hellstorm había sido la gota que había colmado el vaso de la paciencia de su tío. Maldita sea...