Partida Rol por web

A 6 hs del encuentro, descanso. 

Si bien Elung hubiera preferido un sitio para meditar a solas, considera apropiado compartir el Camarote con quien hasta el día de la fecha, ha sido su compañero en la USS Franklin. Debido a la tensa situación vivida en aquella reunión con el Primer Oficial y el resto de la tripulación, considera conveniente reunirse con el Andoriano para hablar ciertas cuestiones relevantes debido a lo acontecido, como así también darse un respiro de paz y tranquilidad. 

- No cuenta con su dispositivo para ambientar el Camarote con blues. - inicia la conversación al buscar una manta para cubrir su cuerpo, el lugar con sus problemas eléctricos y la calefacción mermando, generan una baja en la temperatura que en el caso de la Vulcana hace mella. Así que temblando un poco, debido a su ligera hipotermia, toma asiento sobre la cama mientras se dispone a conversar. - Debido a los sucesos, creo que mi comentario ha sido desacertado. Aún así, he conversado con el Oficial Newton sobre el informe que escribiré para presentar a nuestro Capitán. Espero despertar su curiosidad... 

Tras decir aquello, se envuelve un poco más entre las mantas mientras le dedica una profunda mirada al andoriano, pendiente de sus posibles respuestas y reacciones. 

- ¿Eh? Sí, sí, sí, Capitán. Lo he entendido todo perfectamente.  - Dije nada más escuchar mi apellido en boca de Cristina. Por fortuna para mí, ya tenía aquella parte del cerebro entrenada y cada vez que escuchaba mi nombre volvía al aburrido mundo de las relaciones sociales. - ¿Todo el viaje? Eso son demasiadas horas despierto, Capitán de Alba. - Repliqué igual que un niño pequeño. - Y estamos demasiado lejos aún de... ¿Orión? - Sí, era Orión nuestro destino. 

- No se si mi privilegiada mente soportará tanto exceso en cuanto a relaciones sociales se refiere, puesto que si no me deja dar alguna vuelta para distraerme, es lo que me queda, Capitán. Y ya sabe que cuanto más tiempo paso con personas, más amo a las rocas. - Dije sin tapujos delante de todos. La verdad es que no iba por ninguno de los presentes,  puesto que poco nos conocíamos, si es que realmente conocía a alguno de los tripulantes que permanecían en la reunión. 

- En cuanto a su guantalete no se preocupe, Capitán. Sabe que conmigo estará en buenas manos. La ayudaré con lo que requiera y necesite hacer con eso. Pero prométame que me dejará dormir un poco. - Miré a Cristina con cara de cachorrito. - No quiero volverme loco en esta nave.

Gesto que sin duda alguna, debería seguir entrenando para que me saliese perfecto. Pero la verdad es que nunca me acordaba de aquellas cosas.

- No fue mi culpa. No me dijeron nada de ir a ver un parto. - Repliqué a Cristina. - O puede que sí... no se... recuerdo que seguí a la clase... y que no me esperaba ver salir a un ser vivo de ahí dentro. No al menos en ese momento. - Me excusé vagamente puesto que recordaba más bien poco de aquello, solo a la mujer gritando y aquel cabezón saliendo, sin esperármelo. -Realmente esperaba una clase de exploración, no de parto. 

- ¡Ah! ¿Hice un chiste? - Miré a Cristina en busca de respuesta a aquella pregunta. - No sabía que contaba con ese talento. Sonreí. - Ni recuerdo haber contado ningún chiste, pero siempre me dicen que debo ser más sociable y menos seco. - Pensé para mí, tratando de mantener la atención en la conversación.

- ¿Jodidas piedras, doctor? - Pregunté con gesto de sorpresa en mi rostro. - ¿Se está escuchando? ¿Sabe dónde está viajando ahora mismo? En una "jodida piedra". - Pregunté y respondí al tiempo. No quería perderme en un ridículo juego de adivinanzas. - ¿Sabe de que está hecho el material con el que trabaja? De una "jodida piedra". Se lo pondré más fácil, doctor. ¿De dónde salen los metales? - Sonreí al hombre. - De una "jodida piedra". 

Dicho esto, esperé a que me contasen lo que sabían de aquel chisme que tan preocupados parecía tener a todos. Cuando escuché las palabras del doctor, clavé la mirada en el guantalete que me tendía con confianza Cristina. Lo acaricié con cuidado, como una madre acaricia por primera vez a su pequeño recién nacido. - ¿Fusionado? - Pregunté un tanto incrédulo al principio, hasta que vi como el metal se encarnaba en el brazo de Cristina. 

- ¿Es doloroso o le ha dolido, Capitán? - Mi voz mostraba curiosidad a la par que preocupación. Aquello me llamaba lo suficiente la atención como para mantenerme centrado en ello. - ¿Alimentarse?¿Hibernación? - Miré al doctor a los ojos. - Si no fuese porque se que es un hombre de ciencia, diría que está diciendo que este brazalete está vivo, doctor. Y ambos sabemos que las "jodidas piedras" no tienen vida propia, ¿verdad? - ¿Y qué explicación le damos a los golem de la nave, listo?

- Ya solo faltaría que dijesen que habla.  - Dije con sonrisa incrédula en voz alta, sin referirme a nadie y examinando aquel aparato con detenimiento.

La segunda puñalada no se hizo esperar su que esta no tuvo el mismo efecto sobre James ya que era previsible.

El andoriano que no veía más haya de su orgullo y rencor dejó clara su posición y sublevación.

James miro a Karl, artemisa y al doctor, sin duda era con quienes más había vivido el capitán.

Señor Newton, Diana, doctor esa es también su opinión?

Mientras observaba aquella pieza, escuché una vocecilla resonar en mi cabeza a la par que me lamentaba por dentro de no tener ni mi optivisor ni una miserable lupa para ver los detalles de aquel objeto. Pero no hice caso a la voz hasta que escuché la palabra "golem" en mis oídos. Entonces fue cuando la vulcana recibió mi total atención.

- ¿Un golem? ¿El que vio en el puente? - Pregunté con curiosidad, haciendo gala de mi memoria selectiva y mi poco tacto en cuanto a relaciones sociales se refería. - Me encantaría ir a verlo, pero dudo que la Capitán de Alba me deje ir... - Rechisté como si de un niño pequeño que sabe que no le dejarán ir al parque a jugar se tratase. Observo el gesto de la mujer y me siento en la cama a su lado.

- Compartimos interés... sí - ¿Estará flirteando? - Me pregunté sin entender a que venía aquellas palabras las cuales relacionaba siempre con el inicio de una relación de tipo amoroso. - Soy Daniel Winwood. - Tendí mi mano a la vulcana. Si tenía interés en mis intereses, seguramente querría saber mi nombre. - Soy científico, tripulante de tercera de la NX Excalibur. - Dije como si la nave aún existiese.

Miré nuevamente las muestras que tenía la vulcana frente a ella. - ¿Realmente son de un golem? ¿Cómo es? - Pregunté tratando de hacerme una idea de como sería esa criatura y hasta que punto se diría que está viva.

Esperaba que la propia petición del andoriano para dejarlo para después zanjara el asunto, pero ahora Stevenson pedía su opinión. Aun así trataría de rebajar la tensión.

-Comandante. -Karl casi nunca usaba los rangos*. -¿Podemos hablar en privado? Por favor.

Pues no, no se escapa- le contestó el doctor a la capitana -Y antes de que se duerma, podría ir explicándome como narices le ha ido afectando desde que se puso esa maldita cosa- le dijo, sin hacer ningún comentario sobre lo que había dicho sobre Daniel, girándose en su lugar hacía él.

De Alba miró al doctor mientras dejaba tendido el brazo a Daniel.

- Cuando me lo pude por primera vez fue en la Arena, el gorn de esta nave dijo que estaba cargado y al disparar contra el dragón sentí como un pinchazo, como si hubiera hecho alguna conexión pero no le dí mayor importancia... tampoco tuve tiempo de hacerlo porque debíamos escapar del coliseo. Después en el camión, al ver la cantidad de gente que pretendía abordar el coche lo volví a utilizar para ahuyentarlos y en aquella ocasión el dolor fue mucho más... así como la descarga, fue como si me trituraran el brazo, como si quisiera devorarlo... no se describirlo.

- ¿Es doloroso o le ha dolido, Capitán? - Mi voz mostraba curiosidad a la par que preocupación. Aquello me llamaba lo suficiente la atención como para mantenerme centrado en ello. - ¿Alimentarse?¿Hibernación? - Miré al doctor a los ojos. - Si no fuese porque se que es un hombre de ciencia, diría que está diciendo que este brazalete está vivo, doctor. Y ambos sabemos que las "jodidas piedras" no tienen vida propia, ¿verdad? - ¿Y qué explicación le damos a los golem de la nave, listo?

- Sí, es doloroso Daniel... cuando está activo, actúa como si quisiera absorverme o se quisiera fusionar conmigo, el gorn dijo que se llama Corazón suicida y que fue una ganga.

- Ya solo faltaría que dijesen que habla.  - Dije con sonrisa incrédula en voz alta, sin referirme a nadie y examinando aquel aparato con detenimiento.

- En realidad algo que si que habla... cuando estábamos en el camión una versión oscura de mi misma, comenzó a hablarme reprochándome que la había obligado a hacer algo horrible, creo que se trata de una especie de interfaz del guantalete el caso es que incluso me dijo que servía no sólo para destruir sino para proteger y que si vuelvo a utilizarlo moriré...- contestó a ambos con toda honestidad

¿Mi opinión?- dijo Matthew -Mi jodida opinión es que eso es una maldita estupidez y que la teniente Elung debería guardarse sus jodidamente equivocadas opiniones donde le quepan. Especialmente si no son malditamente útiles en este momento- le respondió, evitando mirar a Elung o a Ishant para intentar evitar no encenderse... al menos, no más de lo que ya estaba -Señor- añadió  unos segundos después.

A 6 hs del encuentro, descanso. 

Ishant observó a la vulcana entrar en el estrecho camarote, la extraña sensación de familiaridad que le embargaba esa experiencia que venía repitiendose desde hacía meses. A pesar de las discusiones, de los gritos y las tensiones, sabía a que atenerse con ella y, dadas las últimas circunstancias con el Primer Oficial, era todo lo que podía pedir en esos momentos. El ingeniero arqueó las antenas hacia delante, tocando sus puntas justo delante de su frente.

Ante la frase de sobre el blues, no pudo evitar reir ligeramente entre dientes, un sonido extraño en el andoriano, que sonido extraño, dado que buena parte de su comunicación se limitaba a sus antenas.

- No es momento de música ahora mismo, me temo.- dijo arrastrando las eses, dejando que el marcado acento de la isla de Cheshras se filtrase en su voz, algo que raramente hacía en presencia de pieles-rosas. Mientras decía esto se levantó, quitandose la pesada chaqueta de piel y volviendo a colocarla sobre los hombros de la vulcana, como había hecho hacía parecía una vida, al llegar a aquella malhadada estación. Una vez que lo hizo volvió a sentarse en el camastro, el cansancio reflejandose en su expresión y sus antenas caidas.- No se si tu comentario fue desacertado o no, zha'Elung, pero es cierto. El Primer oficial ha permitido que su especismo domine sus actos, permitiendo acciones a los pieles-rosas que ni por asomo se me permitirían a mi. Pero quizá sacarlo a la superficie no fue lo más correcto, la tripulación se ha dividido ahora y todos los piel-rosas, salvo quizá cha'Karl se han posicionado contra nosotros... principalmente contra mi. Y no creo que el capitán vaya a mejorar esta situación... Nos odia.

Ishant apoyó la espalda en la pared metálica de la habitación, pasandose la enorme mano por el rostro barbudo. La pelusilla blanquecina empezaba a ocultar el azul de su rostro, cerrandose totalmente. El ingeniero sacó su cuchilla y miró su reflejo distorsionado en ella. Parecía mayor, y cansado, y en cierto modo con el fello facial cada vez más espeso se parecía demasiado a su fallecido thavan, lo que le resultaba tremendamente perturbador. Quería creer que él era alguien mejor que sus padres, aunque fuese un poco.

- ¿Sabes? Cuando me exiliaron tenía la esperanza de que podría demostrar que los Talesh eramos mejores de lo que demostraron mis mayores, que podría restablecer el nombre de mi keth a las listas de los clanes. Ahora... ahora dudo que vuelva a ver nunca los glaciares de mi ciudad natal. Stevenson va a conseguir que me maten, posiblemente no con honor y de frente, sino de manera taimada y abusando de su rango, como ha hecho hasta ahora. Sólo espero no arrastrarla conmigo en mi caida...

La última MACO de la flota examina con atención la conversación improvisada que está teniendo lugar. Jugando con sus cuchillos responde con una pregunta sencilla.
- ¿Tengo permiso para hablar libremente? -

Ante el comentario de que no era profeta en su tierra a Karl se le erizó el pelo de la espalda. La otra razón por la que se fue era porque sabía que él estaba hecho para aquel lugar, porque podría haber sido muy bueno, quizás el mejor con aquellos comerciantes de oscuros asuntos.

Pero se olvidó de si mismo cuando Elung confesó que investigaba en genética. No sabía de las restricciones vulcanas a ciertas investigaciones genéticas, pero en la Tierra eran mucho más estrictas debido a las guerras eugenesicas.

-¿La Flota sabe que investiga sobre genética? -Reflejó algo de preocupación por la vulcana aunque como siempre cuando hablaba con ella trataba de contener sus emociones.

Adelante contesto James al requerimiento de Artemisa...

Luego de la respuesta de "Diana" no tarda en llegar, sin tapujos ni medias palabras cuando los presentes conocen la aspereza de su carácter.
[B]- Sois todos unos mierderos, que juegan a ser un equipo cuando dan asco a la fuerza de dónde provienen. Tú eres un bocazas que no sabe cuándo cerrar el pico, si te diriges a mí de la misma forma te haré sangrar, hijoputa.- amenaza al doctor con su cuchilloy- y uds dos no tienen cabida en nuestra nave, asquerosos alienígenas - dice, al señalar a los dos no humanos - y tú eres un lame botas, rata oportunista - agrega señalando a Karl - y por último tú eres un fraude a los MACO, cagando la misión y en tus hombres solo para al primer momento follarte a la estúpida del guantelete. Todo esto lo sabrá el capitán. Saco de perdedores- finaliza escupiendo al suelo, en medio del grupo.

Luego de la respuesta de "Diana" no tarda en llegar, sin tapujos ni medias palabras cuando los presentes conocen la aspereza de su carácter.
- Sois todos unos mierderos, que juegan a ser un equipo cuando dan asco a la fuerza de dónde provienen. Tú eres un bocazas que no sabe cuándo cerrar el pico, si te diriges a mí de la misma forma te haré sangrar, hijoputa.- amenaza al doctor con su cuchillo. - Y uds dos no tienen cabida en nuestra nave, asquerosos alienígenas - dice, al señalar a los dos no humanos - Y tú eres un lame botas, rata oportunista - agrega señalando a Karl - Y por último tú eres un fraude a los MACO, cagando la misión y en tus hombres solo para al primer momento follarte a la estúpida del guantelete. Todo esto lo sabrá el capitán. Saco de perdedores- finaliza escupiendo al suelo, en medio del grupo.

Mientras Cristina narraba lo ocurrido, continuaba acariciando su guantalete, el cual parecía llegarla hasta el hombro. Me intrigaba saber como se lo había puesto, pero esperé a que terminase su relato el cual escuchaba con ávido interés. - Arena, dragones, Coliseo... Capitán, como me diga ahora que se llama Artemisa o Afrodita, empezaré a preocuparme por su estado mental. ¿Realmente ocurrió todo eso? ¿Cuándo? - Mi mente no tenía recuerdos de aquello y estaba seguro de que en la NX Excalibur de Alba no llevaba nada en su mano y menos aún en su brazo.

- ¿Corazón Suicida? - Miré el guantalete mientras lo continuaba acariciando, sintiendo el metal en la yema de mis dedos. - No es un nombre muy bonito, ¿verdad? - Le hablé a aquel chisme, como si pudiese escucharme. Era algo habitual en mí, llegaba a pedirle permiso o perdón a una roca cuando la rompía en el laboratorio o bien experimentaba con ella.

- Te... ¿Te habló? Perdón, Capitán. ¿Le habló? - Volví a mirar aquel objeto al cual seguía acariciando. - ¿En serio? Además, ¿una Capitán de Alba malvada? ¡Como si no tuviésemos bastante con la original!- Miré a Cristina tras hacer gala de mi tacto de piedra. No hacía falta que la dijese que no lo usase más, ella ya habría pillado esa parte del mensaje con claridad. - Pues si su versión oscura se enfada por usar el arma para destruir, pudiendo usarse para proteger y además le avisa de que si vuelve a usarla, morirá... no quisiera conocer a la versión "buena", Capitán. Además, me parece una pieza realmente asombrosa... puedo sentir una débil vibración en mis dedos cuando lo acaricio, como si fuese un gatito ronroneando. - Sonreí. - Creo que le he caído bien...

Tras decir esas palabras, la vibración aumentó y aquella cosa cambió de forma, retorciéndose sobre si misma, sacando cableado de la nada. Se estaba convirtiendo en algo realmente hermoso y atractivo a mis ojos, como si me estuviese leyendo la mente. Sentí un par de pequeños calambrazos, antes de aquel pequeño pinchazo en el dedo que me hizo retirar mis manos de golpe del brazalete de la Capitán.

En ese momento, recuperó su forma inicial, como si no hubiese ocurrido nada. Miré a Cristina y al doctor de manera alternativa antes de decir nada. - ¿Han visto eso? - Pregunté algo nervioso a los dos para luego sonreir abiertamente a ambos. - ¡Ha sido alucinante! - Dije con entusiasmo en mi voz mientras mis ojos brillaban como los de un niño que ve a su superheroe frente a él por primera vez.

Stevenson había pedido a una bomba su opinión y esta hizo lo único que sabía hacer, explotar. Aun así la respuesta del oficial de comunicaciones fue una enorme carcajada como si lo que hubiera dicho Kendra hubiera sido el chiste más divertido del mundo.

Trató de parar de reirse y durante el momento que lo consiguió se dirigió al comandante. -No, en serio. Vale, ya, paro de reir. -Volvió a reirse de nuevo y volvió a tener que reprimirse. -Stevenson, necesito hablar con usted, en privado, por favor. -Poco a poco consiguió calmarse.

Cada intervención era más subrealista que la anterior. Al menos el doctor aún parecía estar de su lado o al menos eso parecía.

El resto había sacado sus propias conclusiones y juzgado a James, y Karl... No se había pronunciado aunque aquella risa en aquel inoportuno momento acabó por rematar la poética escena.

Está bien quedan claras sus opiniones, pueden retirarse...

El tono de James era irremediablemente serio, había tratado de estrechar algún lazo en un difícil grupo, pero sin duda ninguno estaba por la labor por lo que sería mejor centrarse en la misión.

James hizo una señal para hablar con el como habia solicitado.

Newton fue calmándose mientras los demás iban saliendo del camarote, pero en cuanto la puerta se cerró, la risa paró por completo.

-Siento el espectáculo, pero después de las palabras de Kendra esto solo podía escalar. Y entre la lógica vulcana, el ego del doctor, la ira andoriana y la lista de enfermedades mentales de Kendra eso no iba a terminar bien. -Se colocó la cazadora para recuperar la compostura.

-Quería hablar solo con usted primero, por si digo algo malo no socavar su autoridad. -No auguraba que fuera a ser todo bueno, pero quería ser sincero y era verdad que no quería fastidiarle.

-Personalmente no he visto favoritismo o algún comportamiento extraño con la Capitán y lo que sé viene de oídas. Así que si quiere mantenerla en activo para que la tripulación de la Excalibur no comience a hacer el idiota por mi bien, le apoyaré hasta el final. Una vez termine esto lo que pase entre de Alba y usted es cosa de ustedes y de nadie más. -Fue sincero y directo.

-El problema real es la proporcionalidad y como le está percibiendo su propia tripulación. El doctor usa su bocaza con un andoriano, no es algo muy inteligente y debió haberse corregido, pero no se hace. El andoriano se calienta y en vez de responderle con una barbaridad escala y le levanta como si fuera una hoja de papel, corregido más que probablemente con una orden pero... No, volvemos a escalar, usted dispara Ishant por la espalda, sin ningún intento por contener todo lo que ha pasado antes. -Le miró un momento y deseó tener otra botella de agua la boca se le secaba con cada sílaba.

-Si, el andoriano debía ser contenido, no quería parecer débil ante los mercenarios y quizás temiera que partiera al doctor como si fuera una rama. Pero el disparo no fue proporcionado, llegó a tal nivel que le pareció demasiado hasta a Licahss... un capitán de una nave esclavista. Una nave esclavista, tripulada por gente hecha con retales. -Quiso recalcar.

-Ahora Elung e Ishant creen que la falta de proporcionalidad se debe a que piensa de ellos lo mismo que Kendra o Edison. Que actuó así porque Ishant no es humano y esa es la razón de por qué a él le dispara pero no corrige al doctor Griffin por ser un toca... ser una persona tan poco respetuosa. De ahí que cuestionen otros asuntos correspondientes a su mando. -Según iba hablando se iba imaginando el consejo de guerra.

-Al margen de no ser humanos ambos son civiles, no son MACO, ni siquiera oficiales reales de la Flota, se les ha asignado un rango por su conocimiento. Necesitan confiar en su superior y no digo que no pueda y deba corregirles. Pero no ven proporcionalidad. A uno de ellos se les dispara mientras que al ofensor... bueno solo había que oírle hablar hace pocos minutos. -Resopló un momento.

-No tiene una tarea fácil, parte de su tripulación piensa aun que está en los MACO, una organización que está siendo desmontada y se ha quedado obsoleta. Y por otro lado tiene a tripulantes que van incorporarse a nueva organización que aun está sentando sus bases y que no tiene unos protocolos claros. Sé que lo hace lo mejor que puede y solo estoy intentando ayudarle a que todo esto no nos explote en la cara porque quiero que funcione. Porque creo que a la larga será lo mejor aunque ahora sea un jodido dolor de cabeza para gente como usted. -Se pasó la mano por la cara e hizo una pequeña mueca. -Ahora puede iniciarme el consejo de guerra.

Arena, dragones, Coliseo... Capitán, como me diga ahora que se llama Artemisa o Afrodita, empezaré a preocuparme por su estado mental. ¿Realmente ocurrió todo eso? ¿Cuándo?

- ¿Donde cree que ha estado usted estos seis meses señor Winwood?- le dijo a su tripulante empezando a preocuparse seriamente por su tripulante, giró la cabeza para mirar al doctor- ¿Puede deberse a un efecto de shock traumático? al final va a pensar que todos los tripulantes de la Excalibur vamos a necesitar un psiquiatra...

- ¿Corazón Suicida? - Miré el guantalete mientras lo continuaba acariciando, sintiendo el metal en la yema de mis dedos. - No es un nombre muy bonito, ¿verdad? - Le hablé a aquel chisme, como si pudiese escucharme. Era algo habitual en mí, llegaba a pedirle permiso o perdón a una roca cuando la rompía en el laboratorio o bien experimentaba con ella.

- Te... ¿Te habló? Perdón, Capitán. ¿Le habló? - Volví a mirar aquel objeto al cual seguía acariciando. - ¿En serio? Además, ¿una Capitán de Alba malvada? ¡Como si no tuviésemos bastante con la original!- Miré a Cristina tras hacer gala de mi tacto de piedra. No hacía falta que la dijese que no lo usase más, ella ya habría pillado esa parte del mensaje con claridad. - Pues si su versión oscura se enfada por usar el arma para destruir, pudiendo usarse para proteger y además le avisa de que si vuelve a usarla, morirá... no quisiera conocer a la versión "buena", Capitán. Además, me parece una pieza realmente asombrosa... puedo sentir una débil vibración en mis dedos cuando lo acaricio, como si fuese un gatito ronroneando. - Sonreí. - Creo que le he caído bien...

- Yo no sabía que se podía proteger con ella... además creo se le están olvidando varias cosas, entre ellas que este gatito se alimenta de mí, que la usé para salvarlos y que terminará por matarme- le dijo dolida, ella a pesar de su mal genio estaba dispuesta a sacrificarlo todo por sus hombres, sin embargo ellos parecían seguir pensado mal de su capitán, hiciera lo que hiciese.

Al ver como el guantalete reaccionaba al tacto y las palabras de Daniel se quedó atónita, el arma tenía alma... era la confirmación del episodio anterior con su "yo" oscura.

"¡Se le acaba de insinuar a mi oficial... enseñándole sus cables! será marrana..."- pensó entre divertida y desanimada, el tema del brazalete iba a salirle muy caro y estaba empezando a convencerse de que terminaría por costarle la vida

- ¿Cómo que donde he estado? En la Excalibur, en mi laboratorio. Repasando fórmulas y recopilando muestras. - dije serio mirando extrañado a Cristina. - Me da que  quien está perdiendo la cabeza, es usted, Capitán. - Miré al doctor unos instantes para girarme de nuevo hacia de Alba y mirarla con preocupación. - La que dice haber salido de un circo romano con dragones es ella... por favor, que aquello paso hace miles de años.

Después de recuperarme del sobre salto inicial, tras el extraño gesto del guantalete, sopesé las palabras de la Capitán. Fui a cogerla de la mano, pero pensar en que el guantalente volviese a hacer algo raro me hizo replanteármelo y quedarme quieto. La verdad es que en parte me tentaba ver que ocurriría, quizás... - Quizás si repito lo mismo... esa cosa acabe en mi brazo y libere el suyo, Capitán. - Entonces recordé que aquello dolía. - O quizás no... no me gusta demasiado el dolor...

Miré a de Alba. Sus palabras taladraban mi cabeza y me sentía extraño... diría que mal por lo que estaba pasando ella. Era algo bastante... raro. Solo me sentí así cuando mi mascota enfermó cuando yo era aún un chaval, para luego morir. No se bien porqué lo hice, pero sentí el impulso irrefrenable abrazarla y de besarla el cabello, el cual olía mal, pero sabía peor... - No se preocupe, Capitán. No use esa cosa de nuevo y yo haré todo lo que esté en mis manos para quitársela. No permitiré que un pedazo de metal con vida propia me quite a mi mejor alumna de ciencias. - La susurré tratando de aliviarla.

- Además, Capitán... estaría perdido sin usted. - Dije tras separarme de ella con una leve sonrisa en mi rostro para cambiar mi semblante a uno más serio y comenzar a exponer mis ideas.

- Queda claro que este... guantelete es un parásito que se aprovecha de la energía de su anfitrión y cuanto más uso se le da, - me giré hacia el doctor. Esperaba que entendiese mi claro punto de vista, -parece que coge más fuerza y va consumiendo la energía de quien lo porta hasta matarlo. Quizás viéndolo desde esa perspectiva, doctor, podamos encontrar antes una solución. Creo que deberíamos plantearnos dos opciones... o bien buscarle un nuevo huésped que le atraiga más que la Capitán de Alba... y que no sea yo... o bien encontrar algo que lo repela del cuerpo de la Capitán. Aunque para eso necesitaríamos un laboratorio y realizar análisis y pruebas... - Mi mente comenzó su vuelo en busca de posibles opciones que se pudiesen probar in-situ.

- Sigo sin poder salir a buscar nada, ¿verdad Capitán? - Miré a la mujer a los ojos.  La verdad es que había mucha chatarra ahí fuera para revisar y quizás algo sirviese. Luego me llevé las manos a la entrepierna. - Espero al menos que me permita ir a orinar... no creo que aguante mucho más, Capitán.