Partida Rol por web

Tras saltar al hiperespacio dejando atrás la estación espacial de Farlander V, los ocupantes de la Cimitarra tuvieron casi dos días para poder prepararse a lo que les veía a continuación.

El caso es que en la nave sonó la alarma que señalaba el fin del viaje y la vuelta a un espacio más físico y normal. Al hacerlo tenían el planeta Ambria. Típico planeta del borde exterior, tipo dsertico y con poca o ninguna relevancia en la guerra actual. Por lo poco que se sabía era un planeta desierto, con poca o nula actividad. Todos sabían que había sido importante durante la Gran Guerra Hiperspacial, pero que algo sucedió después que exterminó a toda la vida del planeta.

Mi-Neb sabía varias cosas más. Ambria fue uno de los refugios de los sith después de su derrota en la Gran Guerra Hiperespacial. Poco antes de la Gran Guerra Sith, fue el hogar del Maestro Jedi Thon. Años más tarde toda la vida del planeta fue eliminada a causa de la Hechicería Sith. Pues se había combertido en su principal maquina de guerra del Imperio creando naves para la Guerra Hiperespacial. Después de aquello el planeta quedó olvidado. O al menos eso se cree.

Aunque ambos jedis pueden sentir incluso desde la distancia la presencia del lado Oscuro en el planeta.

Afortunadamente, o no, para ellos no tenían que dirigirse al planeta, si no al campo de asteroides que había cerca. Incluso desde la distancia a la que se encontraban podían ver que era enorme. En su interior podría caber alguna luna o satelite si lo que les habían contado era cierto. Como mínimo tenía que haber una zona despejada dentro desde donde Donald Roland Drunm tenía su base. Pero claro, primero había que entrar.

Nada más llegar, Mi-Neb puso rumbo hacia el campo, no había tiempo que perder. Trató de mantener los escudos al máximo e indicó al droide que ayudara trazando curso.

Los asteroides iban desapareciendo uno tras otro por el radar posterior cuando Mi-Neb los sorteaba. 

—Estoy seguro de que hay un mapa con rutas bastante más fáciles de la que estamos atravesando nosotros ahora, pero lo tendrán celosamente guardado. De todas formas voy a programar esta ruta para que si entramos sin problemas, la salida sea parecida. 

- Bien hecho Mi-Neb - dijo Zated convencido de que había sentido como el jedi esquivaba con una magnífica maniobra uno de aquellos asteroides.

El campo se estrechaba sobre ellos. 

—Bueno, ya estamos más o menos a mitad de distancia, creo que lo peor viene ahora... —decenas de asteroides muy juntitos se encontraban justo delante de ellos. —El pirata ese debe sentirse muy bien protegido aquí. 

- Es normal que se sienta protegido, pero no contaban con que un jedi tuviera tus dotes para pilotar. - Zated estaba realmente asombrado de los quiebros que hacía Mi-Neb entre todos aquellos pedruscos. 

- Vamos, amigo, ya lo tienes. 

Aquél baile entre las rocas era una prueba novedosa para el zabrak, poco acostumbrado a los rigores del espacio. Miraba las grandes rocas desplazándose lentamente en direcciones semejantes, cual banco de peces acompasado. Las piedras más grandes eran su objetivo, en el vacío interestelar su blaster podía aplicar la fuerza necesaria para desviarlas.

- ¡Vaya fieras, me recuerda a una estampida de korus!

Exclamó refiriéndose a una fuerte criatura de su mundo natal, los humanos lo llamarían paquidermo y era de piel resistente, tan pesado que gustaba de aplastar a su paso.

Se hizo a la idea de estar en plena caza y abrió fuego logrando varios buenos impactos.

Zated se fijaba en los detalles y trató de trazar una ruta. 

- Puede que si corregimos el rumbo y vamos por este espacio - señaló un mapa que tenía a la derecha, pero entonces se dio cuenta de que había un asteroide con una trayectoria errática - No, perdona, no he dicho nada. 

Mi-Neb siguió pilotando la cimitarra como si aquello fuera ir en bici voladora por el parque —Buenos disparos, Xostun... —comentó rodeando un asteroide— Tendremos que ir buscando la base de ese pirata... —atravesó por los pelos el espacio entre dos rocas. 

—Si os preguntáis porqué parece que voy hacia los más grandes, es porque veo su trayectoria y que no van a estar allí cuando llegue yo... —explicó a sus compañeros. 

—¿Qué transpondedor queréis activar?

Todos podían notar que el trayecto no era nada sencillo. Sabían que Mi-Neb era un buen piloto, pero en esta ocasión se había superado. Cierto era que había tenido algo de ayuda, pero eso no le restaba mérito alguno a su hazaña. Tal y como había dicho antes el jedi, el pirata se debía sentir muy protegido pues muy pocos pilotos podrían acceder por ese laberinto. O Roland era un genio, o estaba muy loco.

En cuanto salieron del corredor y llegaron a lo que sería el ojo de tranquilidad, pudieron comprobar que era un ojo muy grande. Había bastante espacio, con algún que otro asteroide suelto pero muy inusual, y algunas rocas lo suficientemente grande como para albergar bases secretas.

Un rápido examen de los sensores dieron con varias cosas...interesantes.

Por un lado había una especie de baliza sensor oculta en una de las rocas flotantes, una especie de señal de alarma que avisaba cuando alguien entraba a la zona en calma.
Por otro lado pudieron detectar restos de varios cazas, al menos tres o cuatro de ellos. Como si hubiera habido una batalla espacial por los alrededores.

- Gran trabajo Mi-Neb, la fuerza está de tu parte - dijo Zated para dirigirse después a los sensores. 

Comentó con sus compañeros lo que había visto, añadiendo - Saben que estamos aquí, pero venimos con la cimitarra. Eso puede significar algo bueno o algo malo dependiendo de quién haya dado la alarma. Deberíamos de pensar un plan de acción, qué hacer si nos interceptan, qué hacer si nos ignoran. ¿Deberíamos aumentar la potencia de los escudos?

—Tenemos que tratar de conseguir un paso menos problemático para la próxima vez —confesó Mi-Neb.

—Creo que no hay tiempo para hacer un plan, aquí hubo una batalla hace nada, por los datos que ha conseguido Xostun y no nos serviría de mucho. 

—Voy a acercarme a esas rocas grandes. ¿Podéis buscar restos de trayectorias de iones? Para ver donde puede estar esa base. 

El joven zabrak escuchó las noticias sobre las naves.

- Debe significar que pueden darnos la bienvenida en cualquier momento. Deberíamos de tratar de pasar desapercibidos, quizás podríais estrellar o cegar ese sensor.

Podría haber suerte. Él no tenía muchas opciones ahora mismo.

Zated se puso a trastear con los sensores. Quizás podría encontrar el rastro, como había dicho Mi-Neb. Tras dedicarle unos minutos se daba cuenta de que no era capaz de captarla. 

- Puede que no haya rastro. ¿Y si probamos con sensores de infrarrojos?

Se acercó para ayudar con la electrónica, tenía buenas manos para estos asuntos y por lo que podía ver Zated también. Le gustaría encontrar algún curso de acción, andaba tan varado como la propia nave y justo en mitad del espacio necesitaba algo de luz.

Finalmente consiguieron rastrear la señal de la baliza. Esta iba directamente a uno de los asteroides más grandes, por lo que la dirección parecía obvia.
Atravesaron los restos de las naves y se dirigieron hacia allí. Al llegar no parecía haber ningún sistema de armamento, o por lo menos no detectaron ninguno ni tampoco les dispararon. Había una avertura lo suficientemente grande para que entrara la cimitarra, a todas luces un hangar. Con cuidado Mi-Neb se adentró y efectivamante pudieron confirmar que era eso. Es más había otros dos cazas destruidos dentro.

Con la excepción de la señal de la baliza, no se detectaba ninguna otra entrante o saliente. Es más, debía estar escudado de alguna manera porque los sensores no penetraban en el interior.