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Star Wars - Un Nuevo Orden

Interludio - El invitado

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23/10/2018, 21:31
Director

Ahí estás. Te veo. Quieto, observando el vacío del espacio. Las manos a la espalda. Te cubre el rostro el reflejo de las estrellas y la oscuridad refractada en el cristal, pero no lo percibes. Te centras en tu respiración. Como aprendiste, tanto tiempo atrás.

- ¿Maestro? - pregunta Elarik, dubitativo, a tus espaldas. No necesitas girarte para percibir su presencia, como una reverberación. De la misma forma que oyes en otra punta de la nave a los Sol Negro discutiendo, gritando o riendo en medio de la borrachera. O el eco de los latidos ansiosos de uno de los capitanes, mientras disfruta de un pequeño instante de pasión. Lo percibes. 

Como aprendiste, mucho, mucho tiempo atrás.

- Maestro... Tenemos dudas - aclara Nero, sentado junto al cristal. El chico también mira al infinito, a la nada, con expresión sosegada, cansada-. No podemos oponernos a una potencia como el sistema Idarian con una panda de mercenarios. 

- La Fuerza está con nosotros - interrumpe Elarik, con más fe en ti de la que jamás has sentido.

- La Fuerza está con todo aquel que la usa, El - gruñe Nero, pero el gemido en la camilla le distrae. Se levanta de un salto, y corre junto a Amaini, que se retuerce de nuevo entre temblores y sudores fríos. Nero le acaricia la frente, apretándole la mano con la esperanza de que la muchacha se calme. Y lo hace.

El silencio se adueña de la habitación, aunque el ruido no sea algo que te moleste. Son ecos distintos, nada más. Y como todos los ecos, duran un lapso diminuto, hasta que alguien lo interrumpe.

- No podemos confiar solo en la Fuerza. También estaba con Aini - suspira Nero, apoyado junto a tu joven aprendiza. Un pequeño temor nervioso sacude tus brazos, pero lo apartas de tu mente con un pensamiento cruel y sincero. "Debe hacerse. Nada puede detenernos".- Y con ella - añade el muchacho, señalando al tanque de bacta.

Unas burbujas flotan desde el interior del tanque, donde el cuerpo despedazado de la antigua jedi flota con leves sacudidas. Sesgado por tu mano, que tiembla al recordarlo. Un brazo, una pierna, y el pecho atravesado por el sable de tu aprendiz. Deberíais haberla abandonado a su destino, y sin embargo... Sin embargo recuerdas como una mano te sacó de entre los escombros, tanto tiempo atrás. Si puede vivir, quizás su destino sea seguir con vida. 

- Ambos tenéis razón - explicas, sin volverte. Los pasos pesados de la comitiva te dejan claro que la hora de la traición última ha llegado-. La Fuerza está con nosotros. Pero no podemos vencer solo con la fe o el conocimiento. Necesitamos aliados. Y los he conseguido.

Las puertas de la enfermería se abren con una sacudida leve, y tres individuos entran en la sala. La última en cruzar es la capitana rodiana, Ostha. Su pulso tiembla, y se mueve apartada de los otros dos. Teme al que encabeza la comitiva a su lado: Vyr Blackblood luce su armadura azabache brillante con la seguridad de quien ya no sabe lo que es el miedo. Su capa negra baila al son de sus pasos silenciosos, mudos, que ni siquiera los ecos de la fuerza pueden oír. Y el casco solo refleja la negrura de su corazón.

"El hijo. El hermano. Los herederos. La predestinada". Estaba claro que en Iodarka la Convergencia comenzaría a espirar. Lo sabías muy bien. 

- El invitado ha llegado, Gris - anuncia Blackblood, haciendo una teatral reverencia hacia el último de los recién llegados.

El uniforme gris, con las medallas en el pecho, indica el rango de comandante. Su figura es poco llamativa, la de un hombre normal, de mediana edad, corta estatura y entradas incipientes. Su sonrisa es afable, cordial. Pero sus latidos parsimoniosos y su respiración relajada te inquietan.

Y haces bien en inquietarte. Cierra los "ojos" y lo verás. Verás al monstruo que has traído a tu hogar.

Ah, hermano... Que bajo has caído. Has olvidado todo lo que aprendiste, tiempo atrás. 

- El Gris... Fascinante nombre - comenta tu invitado -. Permitidme que me presente. Soy el comandante Yeid Koul. Tengo orden del Gran Emperador Thrawn de negociar vuestra adhesión al Imperio. ¿Comenzamos?