Partida Rol por web

Star Wars - Un Nuevo Orden

El pequeño observador

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21/05/2018, 20:31
Director

¡Buenas!

Esta escena será la que tendrás para ti solo, para hacernos cualquier consulta, así como para tratar todo el tema de tu ficha e historia. 

Las historias las estamos terminando, pero como incluyen a otros PJ y las hemos hecho un poco literarias, hasta que todo el mundo no elija nombre, especie y sexo, no os la podemos pasar.

En todo caso, tu PJ solo le queda elegir si quiere un número o letra adicional. Su modelo es M1D1, puede ser M1D1O o lo que sea. El resto pues poco queda por aclarar. Su historia está ligada a la del noble humano y un poco a la del soldado. 

A nivel de personalidad o como llevarla, es bastante laxo. Puedes enfocarlo de muchas maneras, aunque una vez tengas la historia será bastante fácil adecuarlo a su trasfondo. 

Sobre la ficha, puedes distribuir tus tres niveles entre scoundrel y scout. Libremente y sin penalizaciones por multiclase. 

Una vez termines tu ficha, se concederán bonos extra a habilidades y atributos, así como el inventario, que salvo peticiones específicas que podemos atender, tendrá cosas chachis que vendrán regaladas. También puede que haya bonos extra por ajustar bien la ficha a la historia.

Cualquier cosa, aquí estamos.

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23/05/2018, 23:03
Director

M1D1

Nombre: M1D1, droide astromecánico con treinta y seis años en activo.

Raza: Droide modelo M1D1.

Planeta de origen: Acknuia, pequeño planeta industrial.

Historia: M1D1 es un droide ya bastante antiguo, perteneciente a una tirada bastante pequeña y no muy exitosa en los tiempos de las guerras clon. Infravalorados por su escaso tamaño, el modelo fue un fracaso comercial y la compañía que lo fabricaba fue absorbida por una megacorporación corelliana a consecuencia. En la actualidad, apenas quedarán (si es que quedan) un puñado de modelos operativos en toda la galaxia, pese a que los expertos en robótica afirmen en la actualidad que el modelo M1D1 es uno de los más valiosos y capaces que se hayan nunca producido.

No es que a este modelo en concreto le importe demasiado su procedencia o el éxito de su marca. M1D1 siempre ha sido un droide bastante peculiar. Adquirido por la maestra jedi Askan Lith a los meses de ser producido, M1D1 pasó a formar parte del ejército de la República durante las Guerras Clon, sirviendo siempre al lado de su maestra y amiga. Curiosamente, M1D1 se interesó sobremanera en la Fuerza, esa habilidad que los jedi poseían y que un droide como él veía ajena e incapaz de adquirir.

M1D1 solo puede hablar con una serie de pitidos en binario, pero no significa que no entienda idiomas, siendo capaz de traducir cientos de lenguas. Eso, sumado con su ingente curiosidad, le permitió escarbar multitud de conocimientos sobre los Jedi, la Fuerza y las muchas habilidades y reliquias de la Galaxia: aunque no lo sepa, es una de las fuentes de conocimiento sobre esta temática más grandes de la Galaxia. Sin embargo, el propio M1D1 rara vez hace gala de esos conocimientos, percibiendo su conocimiento en la materia como algo vergonzoso para un droide.

Sus años sirviendo con los jedi le hicieron participe de toda clase de eventos de relevancia, batallas dramáticas y peligros de todo tipo. M1D1 no tiene ninguna habilidad pura de combate (más allá de un pequeño táser eléctrico) pero sus muchas habilidades como mecánico, informático y su increíble movilidad (es muy rápido, puede volar grandes distancias y meterse en sitios diminutos) fueron de gran valía para la maestra Lith durante toda la guerra.

Los dos últimos años, se sumó a sus viajes la joven padawan Kai Saaris, con la que M1D1 mantenía una mezcla de amistad y rivalidad por las loas de la maestra Lith. Eran tiempos de conflicto, pero a su manera simples.

Fue entonces cuando el canciller Palpatine, proclamado Emperador, ordenó la ejecución de todos los jedi por traición. Por suerte, Lith y Saaris se encontraban en un sector distante con solo una pequeña tropa de soldados de asalto con ellos, y pudieron  sobrevivir al ataque de los clones. La misión en la que ambas estaban embarcadas no tenía nada que ver con la propia guerra, sino que buscaban algo, tres reliquias antiquísimas… Cuando por fin los encontraron, la maestra Lith fue consciente de que ostentaban un poder descomunal y que debían ocultarlos.

Volvían hacia Coruscant cuando el mensaje del maestro Kenobi las alertó de que debían esconderse. Así, la maestra Lith decidió recurrir a una vieja amiga de su pasado, la reina Vysari d’Erea del sistema Idarian.

La reina las recibió en lo alto del palacio de la ciudad de Erean, un lugar tan fascinante que despertaba toda la curiosidad posible de un pequeño droide como M1D1. La ciudad ocupa un gran trozo de tierra flotante en una singularidad misma en la superficie del planeta-sol de Idarian, un astro que se queda a medio camino entre planeta y estrella. Tanto el clima, como la gravedad, son plácidos y estables. Nada más verla, a M1D1 le quedó claro que Erean es maravillosa tanto en forma como estructura.

La maestra Lith entregó uno de los tres artefactos, el cual, aunque para el droide no parecía diferente del resto, horrorizaba a todos los no androides que lo miraban. Les explicó a la reina y a Saaris que debían separarse: Saaris y Lith irían al exilio, cada una con una de las reliquias, y la reina se aseguraría de salvaguardar la tercera reliquia.

Antes de partir, Lith dejó a M1D1 a cargo de una noble de Idarian, amiga de la reina, la archiduquesa Naral d’Asdria. Esta mujer acababa de dejar en manos de Lith y Saaris a su hijo recién nacido, pues eran conscientes de que era tremendamente poderoso en la fuerza y que si se quedaba allí, el Imperio acabaría yendo a por él. Lo último que hizo Lith fue darle una serie de últimas instrucciones a M1D1, que se ha asegurado de cumplir hasta día de hoy:

Que no hable ni del niño ni de los artefactos ni de Saaris o ella misma. A nadie. Salvo que sea cuestión de vida o muerte, deben quedar en secreto. El asunto del niño ha sido doloroso para M1D1 pues habría evitado sufrimiento de seres queridos, pero es la petición de tu primera dueña, y no piensas traicionarla. Todo el mundo menos M1D1 y la propia archiduquesa creen que el niño murió al poco de dar ella a luz.

Que vigiles lo que ocurre en Erean. Y así lo ha hecho. La misma noche que partieron de allí, M1D1 instaló medidas de seguridad y vigilancia en la cámara donde la reina escondió el artefacto, y sabe que el artefacto sigue allí dentro, a salvo.

Y por último: que sea feliz. Sí M1D1 hubiera podido llorar entonces, lo habría hecho.

Han pasado veinticuatro años.

Todo este tiempo no ha salido de Idarian. Su nuevo hogar es un sistema único, que destaca de cualquier otro de la Galaxia por multitud de peculiaridades.

Para empezar, primero está el sistema en sí. Anclado en el centro galáctico, Idarian no tiene un sol, sino que es un sol en sí mismo: una enana marrón, aunque solo sea en nombre, pues su color anaranjado es de una belleza única. Un astro indeciso, a medio camino entre una estrella y un planeta. Son sus ochenta lunas las que contienen la mayoría de la población del sistema, aunque solo siete de ellas están ampliamente habitadas. Siete lunas y la ya mencionada ciudad de Erean, en la que todas las grandes casas disponen de palacios, quizás para estar cerca de la Asamblea Real, desde la que la Reina y los Cinco Líderes gobiernan el sistema.

Otra de las razones que hacen de Idarian un lugar único en la Galaxia es la complejidad de su política. Es una monarquía hereditaria, pero con la particularidad de que las grandes casas no ocupan cargos perpetuos, sino que han ido rotando por méritos tanto en el gobierno de la Asamblea Real, como en el mando de cada una de las grandes lunas, las cuales gobiernan como si fueran su propio reino. Todas las grandes casas pueden ser sometidas al voto de los ciudadanos para ser reprobadas, y cada diez años se celebran las Cinco Pruebas, un torneo en el que participan todas las grandes casas que mueve y reajusta el estatus políticos de todas las casas nobiliarias.

Idarian es un sistema tremendamente independiente y autosuficiente. Su desarrollo militar es considerable (muy pocos sistemas galácticos pueden aspirar a alcanzar una capacidad como la suya) y la increíble variedad mineral y climática de sus muchas lunas los hace capaces de producir casi cualquier material que puedan necesitar. Por ello, siempre ha conseguido mantener bastante independencia de la política exterior galáctica. En tiempos de la República, aunque el sistema era nominalmente parte de su gobierno y contaba en sus filas con un senador, era un cargo meramente diplomático: Idarian disponía de su propia moneda, y de absoluta independencia militar y económica de la República. Tal es así que los ejércitos de Idarian, pese a la muy frecuente insistencia del Senado, no participaron en las guerras contra la Federación de Comercio, al ser un asunto que no les competía en absoluto.

Por desgracia, esta independencia se fue al traste con la transformación de República en Imperio. Y los años que habitó M1D1 en este sistema coincidieron precisamente con la era imperial, en los que el Virrey enviado por el Emperador supervisaba todas las decisiones de la Asamblea Real, convertido en un protectorado más.

Durante este tiempo, M1D1 cambió de manos con rapidez. La archiduquesa no veía propósito en tener a su cargo a un droide astromecánico, menos aún a uno diminuto como M1D1, así que lo dejó en manos de su guardia durante un tiempo. Cuando Naral tuvo una hija, consideró que sería un buen regalo para esta, y entregó la propiedad del droide a su hija, Kara.

Kara y M1D1 han sido inseparables durante toda esta vida. Ella considera a M1D1 su mejor amigo, su confidente y un ser querido. Kara aprendió a entender binario para poder charlar con M1D1 sin que este recurra a mensajes visuales de traducción, y pueden pasarse horas hablando y bromeando.

Kara era una chica locuaz, simpática y feliz que vivió la era del Imperio al margen de los terribles sucesos que sacudían la Galaxia, e incluso el propio sistema de Idarian. Así, M1D1, cuya principal prioridad era proteger a su nueva ama y seguir cumpliendo las órdenes de la maestra Lith, también vivió bastante al margen de todo.

Las cosas cambiaron… Recientemente. Justo antes de la caída final del Imperio, con la llegada de Lord Vader al Palacio Real.

La gran fiesta estival. Kara lucía sus más bellas galas, esperando conocer al joven nuevo marqués de Salm, que debía presentarse por primera vez ante la corte. M1D1 la escoltaba sin que apenas nadie prestase atención, preocupada de que a Kara no le pasase nada. El Virrey presidía todo desde la distancia, por encima incluso de la misma Reina, que presidía la gala nerviosa. Su sobrina y heredera, la guapísima Aneria, aguardaba con tranquilidad regia a su lado. Aneria era una de las pocas amigas en la corte de Kara. Se conocían desde que eran niñas, pero los años poco a poco las habían ido distanciando. M1D1 había pasado tiempo con ellas y podía apreciar que era una buena muchacha.

Kara había visto al marqués, y estaba dispuesta a pedirle un baile cuando apareció el enviado del Emperador. Se dirigió hacia la Reina, y tras saludar al Virrey, levantó su mano y todo el palacio vio como la Reina se alzaba en el aire, suspendida, ahogándose con las manos aferradas en la garganta. Vader no había mediado palabra. La corte asistía perpleja y horrorizada mientras Lord Vader asesinaba a la reina Vysari delante de todos, y el Virrey disfrutaba de su copa de licor con una sonrisa divertida.

Y entonces… Bikhal d’Asdria, el padre de Kara, intentó hacerse el héroe. O mejor dicho. Lo fue.

Su asalto contra Vader fue en vano, y aquel sable rojo y brillante del asesino le decapitó en el acto, mientras Kara se derrumbaba en el suelo con un grito horrorizado. M1D1 solo podía permanecer horrorizada al ver a alguien que le recordaba tanto a la maestra Lith hacer algo tan horrible. Y solo entonces, cuando el cuerpo sin vida de la Reina rodaba por las escaleras de su púlpito, Vader habló:

“Un rebelde no se merece condena. Solo ejecución. Este es el destino que aguarda a todos aquellos que se subleven contra el Emperador.”

Y sin más, se dio media vuelta para dejar el palacio. Y durante un segundo se detuvo al lado de Kara, miró alrededor, y susurró algo para sí, algo que nadie más que M1D1 pudo oír.

Hay algo aquí… Un poder desmesurado…”

Aquella noche, después de que Kara llorase durante horas, su madre entró en su habitación. M1D1 llevaba junto a ella estuvo todo ese tiempo a su lado, lanzando tristes pitidos mientras las escuchaba, aturdido por lo ocurrido. Y cuando su madre entró, discutieron. Y luego hablaron. Largo y tendido.

De cómo tanto ella como su padre y la Reina colaboraban en secreto con la Alianza Rebelde, suministrando armas y soldados por la causa. De cómo durante años habían luchado por mantener a su pueblo libre de las garras del Imperio. La charla fue larga, pero M1D1 notó que aquello había cambiado a la muchacha. La chica inocente que vivía lejos de todo el conflicto había cambiado.

Ha pasado un año. Y ha sido un año complicado.

Nadie esperaba la batalla de Endor: la muerte del Emperador y la destrucción de la Estrella de la Muerte alteró toda la lucha. Los rebeldes se afianzaron en Coruscant, y abandonaron el soniquete de Alianza Rebelde para instaurarse como Alianza, a secas. Pero en Idarian las cosas no cambiaron tan rápido.

El Virrey disponía de un ejército a sus órdenes, un resto de fuerzas imperiales que le eran leales. Sin la correa del Emperador sujetándole, fue evidente que era un monstruo mucho más perverso de lo que aparentaba ser. Algunas de las grandes casas se posicionaron a su lado, otras se desmarcaron como neutrales, y los Asdria y algunos aliados decidieron coronar a Aneria como la legitima heredera de Idarian.

Fue una guerra breve pero cruenta, en la que la participación de Kara fue indirecta pero relevante. Actuó como mensajera para negociar con alguna de las casas, y logró que el Mayorazgo de Ivorian se decidiese a luchar a su lado. M1D1 la acompañó en aquella misión, y no puede estar más que orgullosa de como Kara lo resolvió todo. Finalmente, las casas aliadas a los Asdria lograron llegar ante el Virrey y pusieron freno en seco a su gobierno tiránico.

La paz que se acordó de inmediato perdonó a todos los que habían apoyado al Virrey, tratando de devolver la estabilidad al sistema. Aneria fue coronada reina, y por fin, llegó la paz.

Han pasado tres meses. Y ahora Kara y M1D1 están embarcadas en una nueva misión.

Naral quiere que encuentren a Kai Saaris. M1D1 no puede mencionar que la conoce, pues las ordenes de la maestra Lith son claras, pero está encantada de poder volver a ver a su vieja amiga. Lleva desaparecida desde los tiempos de la República, pero Naral conoce a donde se ha ido: Saaris dejó unas coordenadas con su última localización, hace ya muchos años. La misión tiene una única instrucción: convencerla de volver a Idarian. “Ha llegado la hora de que vuelva”, es todo lo que Naral ha dicho.

Dado que es una misión en el Borde Exterior, la madre de Kara ha insistido en que sea precavida. Han contratado a un soldado que se hace llamar Lev para que les sirva de guardaespaldas en sus viajes y las ayude a desenvolverse fuera del sistema.

Por fin, su viaje se acerca a su destino final: el planeta Iodarka-3. El grupo viaja en la Rayo Azul capitaneada por el contrabandista Nicoda Ecto, una nave que tu vigilante contrató en ese lugar tan repugnante llamado Nar Shaddaa. M1D1 aguarda impaciente a encontrarse con la padawan, para que pueda saludar después de tanto tiempo a su vieja amiga.