Partida Rol por web

Echa un vistazo, arquea una ceja y se encoge de hombros.

—Como gustes, jovencito.

Se aleja, aunque aún la oyes murmurar alguna cosa acerca de "críos" y "guarderías". Entretanto Kirlia continúa bailandoun poco más, hasta que la canción finaliza. Las luces se apagan y se oyen unos abucheos, pero pronto la sala se queda en silencio. La camarera vuelve con tu copa, un cóctel rojo con vetas blancas y desaparece en la oscuridad sin hacer más comentarios.

Una nueva melodía empieza, más rápida, más intensa. Las luces saltan, lanzando destellos de cristal, pillando a la mayoría por sorpresa. Kirlia hace una pequeña reverencia y entonces salta hasta la mesa más cercana. El mueble ni siquiera tiembla. Su pequeño cuerpo blanco parece una pluma, contorsionándose entre los vasos de licor sin derramar ni una gota, volando entre el gentío sin que nadie pueda atraparla. Entonces llega hasta ti. Su mano acaricia tu mejilla y sus ojos rojos te contemplan casi con devoción. 

Gira delante tuya, exhibiéndose toda ella. Sable se retira un poco, sonrojado, aunque solo tú podrías decirlo con certeza. No es la primera vez que veis las intimidades de un Pokémon hembra, pero esta vez se siente muy diferente. Como un misterio. Un dulce misterio oculto entre los pétalos de aquella flor.

Observe la copa que la camarera me sirve con cierta aprensión. No tengo idea de lo que es, pero alguien lo ha pedido ¿No? Sin embargo, antes de poder probar, o pensar en algo más… el ambiente parece cambiar.

La oscuridad que imperaba se llena con una música dinámica, rauda; las luces acompañan a la canción tornándose en algo… aún más mágico, como si fuese un caleidoscopio que cambia mientras gira. La pequeña Kirlia vuelve aparecer para mi regocijo, y su espectáculo es impresionante, saltando entre las mesas como si no pesara nada, con una agilidad y destrezas envidiables mientras ejecuta su danza entre vasos y en el mismo aire hasta… hasta que se para delante de mí.

No puedo creerlo. Pero es su mano la que me toca. Y sus ojos los que me miran. Busco a mi amigo con el rabillo del ojo, pues apenas puedo retirar la mirada, pero necesito algo de apoyo pero solo alcanzo a verle apartándose azorado… al menos supongo que no es tan raro que me encuentre de esa forma.

Pero… ¿Qué debo hacer? Siento que debería hacer algo, y a la vez… tengo miedo de arruinar el momento haciendo algo torpe y desatinado. Ella… parece tan segura, tan delicada y bonita y talentosa… Me pregunto porque está aquí… ¿Será porque me ha visto joven? Me gustaría… me gustaría… Muchas imágenes pasan por mi cabeza, desde inocentes y cándidas, hasta indecentes e indecorosas… muchas de estas últimas a decir verdad. Pero ahora no se ni que hacer, apenas me doy cuenta cuando levanto la mano de nuevo hacia ella; esta vez sabiendo que quizá si pueda acariciarla. Esperando que me lo permita. Un deseo pueril, sencillo, pero… ahora mismo… solo alcanzo a extender mi mano.

Un centímetro, un milímetro... y tu mano alcanza aquella piel blanca, tan irreal que podría desaparecer en cualquier segundo. Tan cerca... su perfume a rosas es todo cuanto puedes oler. Es demasiado. La realidad nunca ha sido tan hermosa.

Y como un sueño agitado, vuestro encuentro tiene un brusco final. Ella retrocede antes de que una sola palabra pueda ser pronunciada, se desliza entre las mesas y realiza un triple mortal que la coloca encima del escenario. Las luces se atenúan, los focos se centran en ella. Se tapa la boca y suelta un beso al aire, haciendo que los hombres asalten de sus asientos, aplaudan y lancen dinero al escenario presa del más irracional de los fervores. 

Y así, entre silbidos y aclamación, el espectáculo finaliza. La negrura vuelve, pero antes Kirlia vuelve a mirarte. Ahora sabes que nunca más olvidarás aquellos ojos.

¿Estoy… estoy soñando? ¿He bebido? Quizá esto es lo que uno experimenta cuando esta embriagado. Se siente… tan bien. Solo… solo un poco más. No, no solo un poco.

Siento ganas de hacer un puchero cuando la kirlia se separa de mí, devolviéndome abruptamente a la realidad. El público corea y se agita, alterados ante la actuación de la pokémon. Los miro, y me llevo una mano al triste pokedolar que tengo en el bolsillo.

No puedo más que regresar mi mirada a la bailarina, cautivado ante aquellos ojos escarlata que de nuevo se cruzan con los míos ¿Habrá sido una casualidad? Quiero creer que no. El corazón me late con fuerza y a con rapidez.

¿Qué debería hacer? Observo el vaso que me devuelve una mirada preñada de rojo y blanco, haciéndome más difícil el tomar una decisión sabía. Busco a Sable con la mirada.- Y si… ya que estamos aquí… uhm… nos… nos acercamos… no sé, a ¿Saludar?- Le digo con una sonrisa que no augura nada bueno. Mientras tomo la bebida y decido darle un tiento para… tomar algo de valor. He escuchado que se hace eso.

El líquido es algo empalagoso al tacto, pero con un sabor a frambuesa que anima a los paladares golosos. No parece un cóctel muy cargado, pero el sabor dulce lo disfraza de tal modo que no hay manera de estar seguro. 

Sable agita la cabeza de arriba a abajo con tanto entusiasmo que podría salir despedida en cualquier momento. Es evidente que saludar no va a ser suficiente para él. Resulta curioso, dado que nunca ha mostrado interés sexual desde que os conocéis. Su mirada viaja hacia el fondo del escenario y luego hacia el lateral, donde se encuentra la puerta de acceso a los camerinos. O al menos parece lógico pensar eso.

El trago es mucho más dulce de lo que esperaba. Me gustaría saber qué es esto… por si en el futuro tengo que pedir algo similar. Dejo en la mesa el billete, no sin esfuerzo pues se lo que cuesta ganarlo… pero aun así, espero que sea suficiente y pueda dejar algo de propina. Seguramente estoy siendo demasiado optimista aquí pero tampoco me queda de otra.

Animado por mi propio entusiasmo y el de mi amigo, que parece algo más que preparado para decir hola; sigo con la mirada los cristalinos ojos de Sable. La puerta al lado del escenario parece nuestra mejor opción. Sonrió, nervioso, excitado y animado; sé que las cosas pueden no salir bien; pero esto ya es en sí una aventura… quizá no como las que solía leer, pero estoy seguro de que podríamos encajar en algún comic o historieta. Solo falta llegar junto a la bailarina y… Bueno, el corazón me vuelve a latir fuerte. Ya… ya cruzare ese puente cuando llegue. Me rio para mí mismo, nervioso, excitado y animado, mientras me levanto de la mesa intentado aparentar naturalidad y busco dirigirme a la entrada de los camerinos. 

Alcanzamos la puerta y ante nosotros, se abre un pasillo con varias puertas. Tuerzo la boca, consciente de que abrir una o incluso llamar puede acabar en que nos echen a los dos… sino en algo peor. Aunque prefiero pensar positivamente, las posibilidades en este momento están un poco en nuestra contra. Solo una puerta correcta y el resto… bueno, con diferentes finales que seguramente prefiramos evitar.

No tengo demasiado tiempo para pensar, tampoco puedo quedarme aquí esperando para ver quien sale y quien entra en cada puerta… o para escuchar tras ellas todo sea dicho. Si hubiese alguna forma de saber que hay antes de abrir… Y como si algo me golpease en la cabeza, una idea acude rauda. Miro a mi compañero y sonrió de oreja a oreja.

-Sable. Sable. Tú puedes saber dónde está la kirlia bailarina ¿Verdad? Puedes usar profecía para encontrar la puerta correcta.- La idea es tan buena que casi parece demasiado, y doy pequeños saltitos contenidos para no gritar, ni hacer una escena por la excitación.- ¿Que te parece? Socio ¿Dónde está?

—¡Sable, sable!

Igualmente emocionado mira a ambos lados del pasillo. Las opciones son diversas, pero el parece confiado. Junta las manos para formar un un triangulo y un aura aorcoiris comienza a rodear su cuerpo. Aunque efectivo en combate, no estás seguro de como funcionará aquí, pero cuando el efecto termina Sable camina decidido hacia una de las puertas.

Abre y puedes ver a la Ninetales de antes, que por sorpresa no llega a gritar antes de que Sable entre en la habitación como una exhalación. La puerta se cierra tras de él con un portazo, no sin antes señalarte la puerta de la izquierda.

Observo, aun fascinado como Sable ejecuta su poder de premonición. Me pregunto si lograremos nuestro objetivo con esto. No lo había usado así antes. Cuando Sable se mueve con paso firme, le sigo.

No puedo más que quedarme algo boquiabierto al ver a la ninetails que mi amigo ha estado mirando. Supongo que no debería sorprenderme… ¿O sí? Lo cierto es que después de entrar creo que me señala la puerta que debo cruzar.  Aunque no por ello deja de ser un tanto chocante la escena que acaba de desarrollarse.

Debería estar agradecido supongo. Ahora estaré solo. Lo cierto es que no se si esto me tranquiliza, o no. Desde luego me abre más posibilidades. Mis manos tiemblan un poco mientras intento asir el pomo de la puerta. No se… no sé porque estoy tan nervioso. Solo vengo a saludar… ¿Verdad? Pero en mi mente las imágenes de Kirlia bailando, y mis propios recuerdos de lo que soñé mientras la veía me recuerdan que deseo algo más que solo charlar. Ahora bien, no puedo más que estar nervioso. Pero… no hay aventura si no se da un paso adelante.

Abro la puerta esperando encontrar a la bailarina. Con el corazón bombeando tan rápido que creo que se me va a salir.

En efecto, allí está ella, tumbada sobre un diván. La habitación tiene una moqueta de color verde y sus paredes y techo son de color azul, tan parecido al del cielo que por un instante te da la sensación de estar en medio de un prado y no en un edificio el centro de la urbe. Sin alterarse ella cambia su postura y se sienta; parecía estar esperando esto. Unos toquecitos a su lado te indican que vayas a sentarte con ella.

El ambiente de la habitación es muy distinto al de fuera. Casi parece el campo. Algo que me tranquiliza en cierta forma. Cuando abro, y asomo la cabeza, también me complace que parece estar esperándome. No me hubiese gustado forzar mi presencia. Algo que hasta que no vi a Sable entrar en la otra habitación, y ahora mismo, no me había planteado. O que… seguramente había estado ignorando.

Cerré la puerta tras de mí, y me acerque hasta el extraño sofá en el que está sentada. La mire un segundo, seguramente con una expresión bobalicona en el rostro; así que trato de esbozar una sonrisa amable. No me cuesta, estoy contento de estar allí; nervioso… si, pero contento.-Ho… hola.- Levanto un poco la mano, pero en seguida la bajo y me siento a su lado.

No sé cómo actuar. Me siento cohibido… abrumado, como cuando llegue a la ciudad y vi los altos edificios que tantas veces había visto en comics, en libros y de lejos cuando teníamos algún envió. Pero estar entre ellos era otra cosa. Esta situación me supera en cierta manera. De nuevo no sé cómo actuar, pero… siempre hay que dar un paso ¿No?

-Yo… quería verte otra vez. Sin… sin tanta gente.- Me resulta difícil saber dónde mirar. Su figura de bailarina, su piel blanca, sus ojos rojos. Mi mirada debería estar centrada pero es simplemente fascinante.

Por extraño que parezca, ella parece encontrarte como mínimo igual de interesante. Quizás no en la misma manera que tú, pero igual de poderosa. Vuestras miradas se encuentran de forma tan inevitable como la lluvia ha de encontrarse con el suelo.

Usted está en peligro, Marcado.

Su sonrisa se mantiene. Ni un temblor en cuerpo o tan siquiera un cambio de postura cuando dice esas palabras. Tanto es así que resulta difícil de creer que haya dicho algo. ¿Aquella voz en tu cabeza ha sido real? ¿O tan solo fruto de los acontecimientos del día? Notas la calidez de su mano en la tuya. Al menos eso es algo imposible de negar.

-¡Uh! ¿Has… has sido tú? ¿En peligro? ¿Marcado? ¿Qué… que significa?- ¿Acaso estoy imaginando cosas? Pero se sintió tan real, aunque lo único de lo que estoy seguro es de su mano. Pongo mi mano sobre la suya, se siente cálida y pequeña. Debería concentrarme en esto o en lo otro. Son… son demasiadas cosas, me siento confuso. Parece importante pero… querría disfrutar más este momento. Saborearlo o… no sé, poder apreciarlo como parece que debería.- ¿Me… me esperabas? ¿Me mirabas?- Me siento un poco estúpido al preguntar esto, pero… es como que tenía que venir y verla.

Sí, así es. Es la misma voz, sonando como un eco en tu cabeza. Mi nombre es Misthios, joven humano. Confiaba en que mi mirada y mis gestos os atraerían, como ya han hecho con muchos hombres antes. Usar mi telepatía en el escenario era demasiado arriesgado.

Su mano asciende hasta tu mejilla y despues hasta tu pelo, que revuelve de forma cariñosa.

Marcado, hay otros que buscan a los que son como vos. Individuos con almas innobles que desean usaros para sus propios fines. Debéis tener cuidado. Uno de ellos también es un Marcado, uno poderoso y con influencia.

Marcado… eso de nuevo. Gente como yo, pero que quiere decir. Lo que entiendo es que ella, de alguna forma intenta prevenirme de que alguien me busca para algo malo. Y que, si me quedo con ella o que si hago lo que me dice, debería estar a salvo. No puedo evitar estar un poco asustado y emocionado casi a partes iguales.

-Entonces… ¿Qué debo hacer?- La miro, con algo de esperanza al preguntar.- ¿Vas a venir conmigo?- Seria algo estupendo que nos acompañe a Sable y a mí. Una aventura, una misión especial en la vida… quizá pelear contra una organización malvada como en mis historietas. 

No, me temo que no. Este es un asunto que debes resolver por tu cuenta. No quiero involucrarme en asuntos ajenos pero respeto a Arceus y su sabiduría; si el te eligió y te dio su presente debe ser por algo. No podía apartar la mirada sin al menos dar una pizca de mi ayuda.

Vuestras frentes se tocan, una cercanía que solo Sable ha llegado conquistar. Aquellos ojos, tan cerca que dejan ver cada veta de sus iris carmesí, están cargados de sabiduría antigua, pero también de miedo. Vuestros labios se emparejan, juntándose como pétalos de amapola en la brisa matutina. No es dulce, como dicen las historias. A decir verdad no es nada que hayas conocido antes. Solo sabes que esta sensación es única y especial, que da paso a una ráfaga de energía recorre tu cuerpo con la ferocidad de un ataque psíquico. 

Os deseo lo mejor, Marcado. Rezaré a Arceus por vuestro regreso. Ese día, si aún estáis interesado, os daré lo que habéis venido a buscar.

Pensaba que mi primer beso tendría una chispa más… no sé, más dulce o con un sabor como había leído; algo para recordar o para relacionar. Aunque no puedo negar que fue especial a su manera. Algo que inunda dejándome con ganas de más. Sobre todo después de una palabras que suenan a despedida, y que me recuerdan donde estábamos y que parte de mi buscaba algo al entrar aquí. Sonrió algo avergonzado ante esa parte de mi mismo.

- Supongo que esto es un adiós.- La miro, con más dudas de las que entre. Preguntas que supongo debo responder por mi cuenta y que ni siquiera sabía que debía hacer.- Muchas gracias Misthios. Espero volver a verte, y poder volver a contemplar tu hermosa danza.- Sonrió y agito la mano antes de regresar a la puerta para salir.

Me pregunto si… Sable habrá tenido tiempo de hacer lo quiera de terminar sus asuntos.

Exactamente diez minutos más tarde, Sable sale de la habitación silbando y enseñando todos los dientes en una amplia sonrisa. Se ve amenazador y aún sabiendo distinguir sus diferentes tipos de sonrisa, no por ello tu instinto deja de reaccionar. No por nada pertenece a los grupos Siniestro y Fantasma, razonas.

—¡Sable, sable! —dice mientras se despide de la Ninetales. Ella solo tiene una levísima sonrisa pero el agitar de sus colas da una buena idea de su entusiasmo. La puerta se cierra con suavidad y Sable se gira hacia ti—. ¿Sa, sa, sableye?

Acompaña su pregunta con unos gestos que, además de gráficos, no dejan lugar a dudas de que quiere detalles sobre tu encuentro amoroso.

Esperando en el pasillo, me encuentro algo preocupado de que alguien llegue y me saque de allí. Pero por suerte no ocurre y Sable sale, bastante contento por su forma de sonreír, que aunque me produce un escalofrió al abrir la puerta y ver esa sonrisa de dientes brillantes, no deja lugar a duda de que ha disfrutado.

-¡Ah!- Me rasco la barbilla.- Uhm… pues… ha sido… no, no ha sido lo que tú crees.- Le comento con una sonrisa de circunstancia.- Ella, en fin, me ha explicado algunas cosas. Oh, bueno, más bien me ha prevenido sobre un posible peligro.- Me paso la por la nuca.- Es un poco difícil de explicar. Menciono algo de Marcados, de Arceus y…. – Me ruborizo un poco al recordar el beso, sonrió levemente.- hehe. Bueno, creo que habrá que buscar un poco que es todo eso. De momento quizá deberíamos ir a dormir ¿No crees?- Le sugiero.

Espero que no nos digan nada al salir. Y sobre todo, que al llegar a casa podamos descansar un poco. Mañana querría buscar algún sitio donde investigar un poco acerca de lo que Misthios dijo.