Partida Rol por web

-¡Ugh!- Siento un impacto y… el dolor llega algo después. Pierdo todo el aire de los pulmones. Respirar es difícil. Un ramalazo de pánico ante semejante golpe y la falta de oxígeno hacen que abra mucho los ojos y trate de alejarme de ella. Estoy seguro que me ha roto algo.

Ha sido una mala idea… Muy, muy mala idea… yo… yo pensaba que… que ella solo daba las órdenes… o… no se… pero… Oh Arceus. No me esperaba esto. Es muy peligrosa.

-Ah… Aaah… Uhm.- Intento respirar. Recuperar el aliento mientras pienso que hacer. No puedo enfrentarme a ellos. Bueno, desde luego, no a esa mujer. Y no puedo dejar que Sable lo haga. Tampoco puedo dejar solo a Jorge.

-Jorge… esa… esa mujer…- Supongo que es un mujer aunque si me dijeran que no lo es tampoco lo discutiría.- Es demasiado fuerte. Pareciera que me hubiese golpeado un Machop… ¡HA DOLIDO MAS QUE CUANDO SE NOS CALLO LA CASA!- Le miro con pánico en los ojos. No es así como querría empezar una aventura pero… desde luego prefiero que no sea así como acaba.- Creo que deberíamos huir.- Estoy realmente preocupado por nuestra seguridad. Vuelvo a agarrar una piedra, aunque no creo que sea capaz de hacer nada con ella, en mi estado.

—¡No podemos, solo sigue luchando!

Jorge acompaña sus palabras con un puñetazo que tumba al Magmar con el que se enfrentaba. No hay miedo en sus palabras, solo ira. La mirada de la mujer se vuelve más dura, pero sigue quieta, mirando el combate. Agarre y Empuje están aguantando bien los ataques, ambos heridos pero aún luchando con la plenitud de sus fuerzas.

Sable hace lo que puede por herir al Tangela, pero la falta de órdenes hace que pierda concentración. Un par de lianas lo agarran por las piernas, pero consigue deshacerse de ellas con un garrazo y retroceder. Tangela trata de absorber su energía, pero descubre que no puede; la voluntad de Sable es demasiado fuerte.

—¡Sable-ye, sable-ye!

Te mira y luego a su adversario. Lo ves dudar. Viéndote herido sabes que te protegerá y huirá contigo si se lo pides, pero su instinto le pide seguir luchando.

La mujer se relega a un segundo plano mientras Jorge continua peleando y me arenga a hacer lo mismo. Es duro, pero no le abandonare. Estaba determinado a no hacerlo, a pesar del miedo y del dolor. La mano con la piedra me tiembla. Mi determinación no es tan firme como antes, mi confianza ha sido muy minada por el terrible golpe de antes pero desde luego no pienso marcharme de allí.

Incluso Sable se ve con intención de continuar peleando. A pesar de mis dudas, mi indecisión, mi inexperiencia y mi miedo, ha conseguido pelear por su cuenta. Creo que eso es algo difícil para los pokémon atrapados, y me parece admirable que mi amigo lo consiga.- Lo siento Sable. Seguiremos peleando. Usa tu cabezazo zen contra esa planta… aunque, no la mates si puedes.- Me decido a ayudarle, será mejor centrarse en quitarnos enemigos de en medio. Así que utilizo mi propia munición contra el pokémon... Puedo imaginarme a un juez pokémon diciéndome que no es el momento de usar eso en medio de un combate oficial.

—¡Saaa-blee-ye!

Sable vuelve a la carga con furia. Su cabeza se ilumina con un halo azulado que hace rebotar las lianas de su adversario y le permite golpear el delicado cuerpo que se oculta entre ellas. Tangela lanza un gemido lastimero y sale rodando hacia atrás. Una vez más Sable se lanza, pero Tangela ha soportado el impacto mejor de lo esperado y tiene preparada su respuesta.

Esta vez su movimiento tiene éxito y ves como la energía es drenada de tu compañero y absorbida por Tangela. No parece mucho, pero logra curarse algunos rasguños. Habría sido útil si en ese preciso instante no hubieras entrado en acción. Tu piedra golpea al pokémon, que a pesar de la marña que lo cubre acusa el golpe del predrusco.

Un dos contra uno, apoyar a Sable es una buena idea. Así que busco algo con lo que seguir apoyando a mi compañero.- Vamos Sable. Volvamos a golpear. Ese ataque tuyo parece efectivo. Una vez más, golpéale con ese cabezazo.- Si mantenemos la presión sobre el pokémon que tenemos enfrente es posible que podamos acabar rápido y seamos capaces de ayudar a Jorge.

Y con suerte, si la mujer se ve superada en número se marche. Es una idea un poco… optimista pero tampoco puedo dejar que el pesimismo y la desesperanza me lleven. Prefiero mantener mi cabeza centrada en ganar, y continuar mi viaje. Dejar este episodio atrás, para verlo como un recuerdo… espero, con un sabor agridulce.

Tu táctica parece dar sus frutos. Bueno, más o menos. Si bien Sable sigue tus instrucciones, Tangela está prevenido esta vez y se aleja para evitar ser golpeado, usando sus lianas para desplazarse con gran rapidez. Arroja varios trozos de roca, pero Sable los rompe en el aire, sin sufrir daños. Los dos parecen igualados ahora, pero una vez más tu intervención es clave y Tangela acusa los efectos de un nuevo golpe.

—Tangela, ¡vuelve!

Al principio no entiendes el porque de la orden. Luego ves a Jorge. Está doblado y se sostiene sobre sus rodillas, pero no así su adversario. A decir verdad, sus adversarios. Agarre y Empuje están cubiertos de agua y se nota que están al borde del colapso, pero han ganado. Jorge ruge en señal de victoria y se levanta despacio. Parte de él ha vuelto a ser de roca, y aunque en su pecho hay un desgarro profundo él avanza sin quejarse, en dirección hacia los atacantes.

—Jefa Mónica, deberíamos... retirarnos. No... tengo más...

Un golpe seco en la cabeza hace que el hombre se desmaye. Mónica mira hacia el campo de batalla y suspira.

—Supervisar, decían. Menuda chapuza —os mira con hastío, a pesar de ser superada por cinco a uno—. Todo esto para capturar a dos personas... pero las órdenes son las órdenes. Que remedio...

Una nueva Pokeball es lanzada al aire y mientras gira, en esos preciosos segundos, Jorge te mira. Y con la mirada más férrea que jamás has visto, niega con la cabeza. Agarre y Empuje se ponen a su lado, formando un pequeño muro que os separa del frente.

El intenso combate contra el pokémon planta llega a un fin favorable para nosotros. Según veo, lo retiran porque Jorge ha conseguido una victoria aplastante y el entrenador de verde decide rendirse. Me preocupa un poco esa herida en el pecho de Jorge, pero se ve bien. Supongo que esto es una victoria.

Más la alegría me dura poco. La mujer noquea a su compañero y saca una pokeball. Miro la bolita con cierto horror ¿Qué es lo que nos espera ahora? Se la ve demasiado confiada para la posición en la que está. Aunque ya he visto su fuerza… ¿Que podría sacar ahora?

Jorge y sus pokémon me cortan el paso. Los miro con sorpresa y cuando clavo la mirada en él, me doy cuenta de lo que quiere decir. Pero… no, yo… yo dije que le ayudaría y… ¿Soy… soy un estorbo? No puedo abandonarle sin más.

Miro a Sable, que está muy herido… yo mismo estoy muy herido. Aprieto los dientes. No… no puedo dejarle allí.- No.- Es lo primero que sale de mi boca.- No me voy a ir sin vosotros.- Me pongo cerca de él, esperando lo peor ¿Qué será? Siento una tenaza en mi estómago y en la garganta, y como si una mano fría me aprisionase el corazón; puedo notar como si mi sangre estuviese helada. Tengo miedo. Pero soy incapaz de abandonar a un amigo.

Jorge sonríe sin volver la cabeza. Agarre y Empuje también permanecen quietos.

—No era una sugerencia.

La Pokeball se abre. La energía toma una forma alada de tamaño considerable.

—Eres un buen muchacho.

Un chirrido atronador vibra en tus oídos. Flygon, el Dragón de los Desiertos, clava su mirada en vosotros.

—Ven a buscarme cuando seas más fuerte.

Y te empuja hacia atrás con todas sus fuerzas. Dolorido por el golpe de antes, solo oyes la voz de Sable mientras te hundes en el suelo. ¿O es el suelo el que se levanta para engullirte? La luz se apaga, pero no así los gritos. De ira, de esfuerzo. De dolor.

Y sobre todo, de miedo.

                                                                                             ***

Al despertar, todo sigue oscuro. Notas algo duro agarrando tu cabeza. Sable. Reconoces la forma de sus garras. La roca se clava en tu espalda, añadiendo otra dimensión de dolor a tu ya agotado cuerpo. 

Todo sucede rápido y al mismo tiempo… muy lentamente. Las palabras de Jorge, la apertura de la pokéball y la liberación del colosal pokémon verde, acompañado de una… no podría describirlo de otra forma más que, una tormenta de arena. Y las últimas palabras de Jorge: “Ven a buscarme cuando seas más fuerte.” Un empujón y caigo… más allá del suelo, como si hubiese un agujero o como si me tragase la tierra.

Despierto, aun conmocionado por lo que acaba de ocurrir como si fuese un mal sueño. Pero la extraña oscuridad en la que despierto no es la de mi habitación, es otra. Y el dolor me recuerdo que no he soñado nada de lo que ha ocurrido. Me incorporo como malamente puedo, agarrándome el rostro mientras los gritos que escuchaba al caer hacen eco en mi cabeza. Las lágrimas caen. Soy débil… rematadamente débil. No… no he podido hacer nada.

Solo espero que las últimas palabras de Jorge signifiquen que podrá salir sano y salvo de esa pelea.

Me quedo un rato… no sé cuánto, llorando desconsolado y en la oscuridad de aquel lugar desconocido. Tratando de limpiar un poco mi alma de tanto dolor. Me limpio también las mejillas con las mangas, aunque el gesto no es que sea el mejor. Estoy cubierto de arena, polvo, ceniza y a saber que más.

-Supongo que… tenemos que salir de aquí.- Busco los brillantes ojos de Sable.- ¿Sabes dónde estamos Sable?- Es una pregunta un poco estúpida, dado que aunque lo sepa… yo no sé hablar con él en un nivel tan profundo.- Oye… ¿Puedes encontrar una salida? No sé, buscando como hiciste en el club, con Profecía.- Vale la pena intentarlo. Si no, habrá que buscar a tientas… o bueno, confiar en él, yo no veo nada.

Su mano guía la tuya en la oscuridad hasta que toca algo duro. Piedra. Sigues hasta encontrar un socavón en la superficie y oyes a Sable emitiendo un sonido de orgullo. Aun sin ver nada, un estruendo rebota a tu alrededor y tardas un segundo en comprender que Sable ha empezado a excavar. ¿Cuánto tiempo habrá invertido hasta ahora?

La roca cede y una luz brillante entra por el hueco. No, varias. Son linternas, agitándose en el aire mientras oyes como alguien grita órdenes. Ahora ves que estás atrapado en una pequeña cúpula con un grosor de medio metro. Sable sale al exterior, dejándote solo, aunque no por mucho tiempo. Las paredes se resquebrajan y se caen hacia afuera, dejándote expuesto en mitad de un operativo policial. Cuatro policías y sus compañeros pokémon: tres Growlithes y un Sandlash. Uno de los agentes te ofrece su mano.

—¿Se encuentra bien, ciudadano?

Me dejo llevar por mi amigo. Parece conocer el lugar, y más aún, haberlo explorado y haberse dedicado a buscar una salida ya. Me pregunto cuanto rato habré estado inconsciente, se ve que ha estado haciendo un agujero en la roca. Aun no sé dónde estamos.

Para cuando consigue que la roca se abra, luz entra por la misma. Tengo que cubrirme los ojos. Alguien está apuntándome con unas linternas. No sé cómo he llegado a esta… pequeña bóveda de piedra, pero puedo hacerme una idea.

La policía está rodeándome, ellos y sus pokémon. Tomo la mano que se ofrece y busco con la mirada a Jorge.- Uh… si, no… creo… creo que si.- Aunque me aun duele todo, pero estoy más preocupado por Jorge.- ¿Dónde está Jorge? Y ¿Agarre? ¿Empuje?- Busco a mí alrededor con la desesperación asomada al rostro. Tengo tanto miedo de encontrarlos como de no hacerlo, no podría mirar sus cuerpos si algo les hubiera pasado. Dirijo la vista al policía.- ¿Han encontrado a alguien más?

En el exterior hay más que policías. Todo el desastre parece haber atraído a mucha gente; prensa, curiosos y como no, las familias que regresan en busca de los restos de sus destrozados hogares. Sin embargo no tienes mucho tiempo para mirar antes de que otros agentes te rodeen.

—Creo que está desorientado. ¿había alguien más cerca?

—¡Por Arceus, mirad su costado! Creéis que...

—¡Necesitamos un médico aquí!

—No te preocupes muchacho, te trasladaremos a un lugar seguro. Cuando te atiendan podrás contarnos lo que sea.

El policía que te ha ayudado a salir te acompaña en la ambulancia junto con Sable, que no se aparta de tu lado ni un segundo. El traslado es rápido y pronto te encuentras en una cama, con enfermeras y una doctora que se apresuran a examinarte.

—Vamos a ver —notas como te retiran la camisa y palpan tu cuerpo. Un intenso dolor te recorre cuando alcanzan las costillas inferiores—. Ya veo. Creo que tienes dos costillas rotas. Por lo demás eres muy afortunado, creéme. La mayoría de los que hemos atendido estaban bastante peor.

No hay nadie que sepa decirme nada acerca de Jorge y sus pokemon. Decido tomarlo como una señal de que ha conseguido salir vivo de este lugar… aunque no pueda decir como de bien este.

Alguien me acompaña a una ambulancia. La misma persona que me ayudo a salir. Lo cierto es que parece que el tiempo se mueva más rápido ahora, puesto que Sable y yo llegamos bien rápido a un hospital… o supongo que lo es, porque lo siguiente que se, es que estoy sobre una cama y que alguien una mujer con aspecto de médico me está tocando el costado. Un fuerte dolor me sacude haciendo que un gemido ahogado se me escape.

Al mencionar a la gente que han atendido, no puedo más que mirarla y preguntar.- ¿Hay un hombre grande con barba? Acompañado de dos pokemon… Un sudowodoo y ah… un… un pokemon verde.- Me sujeto un poco el lugar donde me ha tocado. La molestia es persistente ahora, y me duele cuando inspiro. Apenas soy consciente de que estoy parcialmente desnudo, y muy sucio.- Podrían tratar también a Sable, el me ayudo a salir de allí.- La encarnizada batalla esta muy reciente en mi cabeza, ademas de que se nos ha caído un edificio encima... dos veces.

—Me temo que no sé nada. Hay mucha gente hoy, con quemaduras y problemas por el humo, así que podría estar en alguna de las otras plantas. Preguntaré a mis compañeras. ¿Qué relación tienes con él?

Aclarado todo, la doctora se marcha y te quedas en aquella sala, rodeado de otras personas en camilla. Hay de todo; cortes, moratones, quemaduras... y tampoco faltan Pokémon heridos. Al menos no hay nadie que parezca a punto de desfallecer, por lo que supones que esta sala debe estar destinada a los casos menos urgentes. Sable está lo bastante bien como para no quedarse quieto. Vaga por el lugar, cambiando de dirección a cada momento y agitando los brazos y cuando para su mirada se dirige solo hacia ti.

Un par de Chanseys con el emblema del hospital aparecen por la puerta y empiezan a sanar a los heridos con su Pulso Cura. En el tiempo de espera han llegado incluso más heridos, así que tienes que esperar unos veinte minutos hasta que llega tu turno. Al principio sientes un calorcito agradable, como una bolsa de agua caliente en el costado, que se convierte en un genuino dolor cuando las costillas vuelven a su posición original y se fusionan de nuevo. De no haber continuado la curación el dolor de ese movimiento te habría dejado inconsciente de nuevo.

Sableye está recibiendo su turno cuando ves a la familia de Jorge entrar por la puerta. Uno de los hijos mayores corre hacia ti y te agarra por la camisa hasta casi levantarte en vilo.

—¿Qué ha pasado con mi padre? ¿Dónde está? ¡CONTESTA!

—¡Basta, bájalo! —replica su madre, que se acerca por detrás y trata de deshacer el agarre de su hijo sin éxito.

El arco de sensación que experimento durante la curación es amplio… o más bien, tiene mucho contraste. Desde sentir algo de calma hasta tener que aguantar un grito de dolor mientras puedo notar como mis huesos se mueven bajo la piel. Pero al acabar me encuentro mucho mejor… casi febril, pero mejor.

No duro, puesto que veo entrar a la familia de Jorge. Llevo temiendo este encuentro desde que llegamos. De hecho uno de sus hijos se me acerca, y puedo presentir lo que va a suceder antes de que me haya agarrado. Bajo la mirada, avergonzado por no haber podido ayudar a su padre.-No… no lo sé.- Admito con pesadumbre.- Una mujer extremadamente fuerte nos atacó, iba acompañada de un hombre vestido de verde y sus pokemon… Jorge… el, peleo contra ellos y cuando la mujer decidió pelear… me… me saco de la pelea. Me encerró en… en una cúpula de piedra, para protegerme.- Los detalles son tremendamente confusos. Pero estoy seguro de que fue así como ocurrió. Aunque dicho en voz alta suena muy ridículo y absurdo.

Antonio te suelta y retrocede, entre las miradas atónitas de la familia. Un severo silencio sigue a este suceso, donde los familiares de Jorge se miran entre sí, confusos y dubitativos. Sin embargo de algún modo parecen entenderse, excepto el pequeño Tim, que por lo que parece está tan perdido como tú. El otro hijo mayor -Gabriel, crees recordar- se aclara la garganta y pregunta.

—¿De verdad él hizo-

Su madre lo silencia poniéndole la mano en la boca. No pasas por alto como mira a su alrededor, consciente de la cantidad de personas y Pokémon que os miran, esperando a ver como acaba la discusión.

—Aquí no. ¿Puedes caminar?

                                                                             ***

Ya fuera del hospital, en una callejón aislado, la madre parece preparada para hablar. La explicación no surge con facilidad; es obvio que la mujer se debate entre la necesidad de respuestas y el miedo a lo que pueda desencadenar con sus palabras.

—¿Como era el hombre de verde? —pregunta, tratando de darse más tiempo. Tu respuestam sin embargo, parece ser todo lo que necesita para continuar—. Ese mismo hombre vino hace tres semanas, acompañado de otro tipo. Pelo negro, vestimenta elegante. Había algo siniestro en él, es en especial en sus ojos.

Se estremece y abraza a Tim, que también la abraza, demasiado asustado como para preguntar nada por ahora.

—Querían que Jorge se uniera a ellos. Un grupo llamado Alas Negras. A ninguno de los dos nos parecieron tipos de fiar y no quisimos nada con ellos, así que los echamos de casa. No sé quién es la mujer que dijiste, pero debe estar con ellos, seguro.

—¿Por qué no nos dijiste nada? —la sorpresa de los hijos parece genuina.

—No quisimos preocuparos. Tu padre estuvo alerta unos pocos días, pero ellos no volvieron y pensó que no insistirían. Malditos sean...

Cierra el puño con rabia, un gesto que contagia enseguida a Antonio.

—¿Y a qué esperamos? ¡Vayamos a decírselo los maderos y que hagan su puto trabajo! ¡O mejor aún, vayamos nostros mismos a por ellos!

—No seas estúpido —interviene Gabriel, serio—. No podemos hacer eso. Y contrólate. Estás asustando a Tim.

Sigo a la familia fuera, no sin antes asegurarme de que Sable estará bien. Las costillas ya no me duelen y el resto de moretones no son más que una pequeña molestia en comparación con las heridas anteriores.

Ya fuera, la historia que la familia cuenta arroja mucha luz en la cuestión de quienes son los desconocidos. Pero no cuáles son sus intenciones o como hicieron para encontrarnos. Cuando acaban intervengo para explicar mis propias sospechas.

- Creo que su objetivo… o al menos uno. Es encontrar a los Marcados. Sea lo que sea, o sean quienes sean. Y creo que tanto Jorge como yo somos eso.- Digo.- Jorge era capaz de… uhm… transformarse en piedra… Un pokémon llamado Misthios que conocí la otra noche en un local de alter… eh… uhm…- Carraspeo un poco intentado seguir con el tema mientras desvió la atención de lo que mi gran boca ha soltado.- Bueno, me dijo que yo era un Marcado y que debía tener cuidado con ciertas personas que estaban buscándonos. Me parece que dijo que había un Marcado, seguramente hablaba de la mujer.

-Sospecho que me estaban buscando a mi cuando estaba con Jorge en el edificio en llamas y… y ocurrió todo. Tengo que encontrarlo.- Declaro, aunque para variar no sé muy bien por dónde empezar. Mis únicas pistas son Misthios y la palabra Marcados… ahora también eso de Alas Negras pero, la kirlia me dijo que no iba inmiscuirse más, y no se me ocurre donde comenzar a buscar.

Nuevas miradas de sorpresa se instalan en los rostros de la familia.

—No... estoy segura de que querían a Jorge también —la voz de Anna pierde fuerza por momentos—. Pero si te buscan no deberías quedarte aquí. Es demasiado peligroso.

—Mi madre tiene razón —confirma Gabriel—. Volvamos a casa, la mochila que te dejó mi padre aún sigue ahí. Por suerte nuestro edificio no ardió con los demás. Después deberías irte de la ciudad.

Notas una mano pequeña agarrándote del pantalón, pero en lugar de ser Sable ves la cara de Tim, que se ha acercado mientras los demás estaban despistados.

—Por favor, encuentra a papá. ¿Puedes hacerlo, verdad? —pregunta, con los ojos muy abiertos y algo húmedos.

De entre todo lo que ha ocurrido, es al menos un consuelo que la casa de la familia no se viera afectada por el fuego. Tendrán un sitio donde quedarse, y Jorge un sitio al que volver.

Tim me pide que encuentre a su padre. Le pongo una mano sobre la cabeza.- Ten por seguro que iré al mismo fin del mundo para encontrarle.- No quiero hacer promesas que tal vez no pueda cumplir. Pero esto… esto sí puedo, porque iré donde haga falta y buscare en cualquier ciudad, bosque o cueva… pero ¿Por dónde empiezo?

Ese sigue siendo mi principal problema. Como encontrar una organización de carácter criminal sin que me encuentren y me persigan. Aun soy terriblemente débil y entre ellos está claro que hay algunos muy fuertes. Tengo que entrenar y conseguir algún compañero más mientras busco a Jorge.

-Recojamos a Sable y vamos a vuestra casa. Me marchare lo más pronto posible. Ya he causado muchos problemas.- Ya pensare lo del destino cuando me haya alejado un poco.

Sable, que ya os acompañaba, saca pecho ante Tim y te guiña un ojo, de acuerdo con tu decisión. Bueno, usa su mano para imitar unos párpados, aunque el resultado más bien es como si estuviera estrujando una gran y blandita te...

—Eso. Antes de que empiecen a perseguirte a ti también. Ya hemos tenido suficiente con lo de hoy.

Las palabras de Antonio provocan un duro gesto por parte del resto de la familia, pero Gabriel una vez más hace una señal de llamada a la calma antes de poneros en movimiento.

                                                                              ***

La mochila es pesada, pero el peso se distribuye bien por las correas y no resulta muy dificil de llevar.

—Si necesitas algo más... mi marido creía que estábamos en deuda contigo y yo también lo creo. No tenemos mucho, pero haremos lo que podamos por ti.