Partida Rol por web

AÑO 21

MES SÉPTIMO: ÚLTIMO MES DEL INVIERNO, DE OFELYA,  PRIMERO DEL VERDUGO, O MEDIO INVIERNO

DÍA 14

Noche temprana

Kanghmer comprendió rápidamente lo que quería decirle su amigo. Seragoi tenía toda la intención de dar caza a las criaturas que habían atacado a aquellos aldeanos. Fueran elfos, trasgos o cualquier otro ser. Asintió ante la pregunta de la lluvia.

- Ni me gusta, ni me disgusta... Pero estoy acostumbrado a ella. - No sonrió, aunque la idea de salir de caza le apetecía bastante. Pero no era apropiado sonreír dadas las circunstancias, y con los padres de la criatura tan cerca.

Observó tanto al hombre como a la mujer.

- No puedo prometeros nada, pero si mi amigo y yo partimos siguiendo el rastro de esos seres... trataremos de traeros respuestas sobre vuestro hijo. - Añadió sopesando sus palabras, y haciendo referencia tanto a Seragoi como a él mismo. No quería implicar a nadie más, salvo que el resto de sus compañeros quisieran ir en una partida de caza. Si volvían con vida al menos podrían contarles qué había sido de su hijo, fuera cual fuera su destino incierto.

Giró su rostro y observó al pequeño trasgo. Basha le había ordenado que le dejara el famoso casco a Kanghmer, pero éste dudaba de que el trasgo obedeciera al pie de la letra. Sí, hacía todo lo que la hermana del bárbaro le pedía, pero en ocasiones con una intención personal y oculta... Si le daba el casco, se lo mostraría a la pareja, para ver si podían confirmar que los atacantes usaban lo mismo.

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DÍA 14

Noche temprana

El pequeño trasgo asintió.

- Puck se lo dejará a Kanghmer, ama.

Fue a introducir su mano, de dedos largos y afilados, en la ancha manga de los ropajes que lo cubrían, cuando se percató de que había muchos que lo miraban. Demasiados. Así pues, tras entornar los ojos con desconfianza, se giró en el sitio dándole la espalda a todos. Solo entonces rebuscó entre sus pertenencias hasta dar con aquello que se le había pedido. Cuando acabó se giró y al hacerlo quedó a la vista el pequeño yelmo que le habían pedido.

- Toma, hermano de la ama- dijo, extendiendo la mano. - Ama me ha dicho que te lo deje.

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DÍA 14

Noche temprana

Cuando Puck tendió el casco a Kanghmer, tanto la joven pareja como el guardia de la caravana se acercaron a verlo. La pareja parecía confusa, como si no supieran muy bien qué era lo que estaban viendo, pero el guardia de la caravana hizo un notable gesto de desagrado.

- Joder, creía que esa práctica era una leyenda. Un cuento para asustar a los niños que no obedecían las órdenes de sus superiores. O al menos, una práctica extinta.

El bárbaro parecía saber de lo que hablaba, pero no tener muchas ganas de hacerlo. Sin embargo, al final, entendió que aquel galimatías necesitaba una explicación.

- En mi clan, los niños aprenden a luchar pronto, y es cierto que eso necesita disciplina. No obedecer a aquel que te está adiestrando tanto en el manejo del arma como en estrategia conlleva castigos, a veces muy duros, como quedarte un día entero sin comer. Sin embargo, cuando la falta es muy grave, siempre he escuchado tras la decisión de un castigo la frase: "y da gracias de que no tengo un casco de pinchos a mano". Se nos cuenta que dichos cascos son... bueno, como éste: tienen púas en el interior, y al colocarte el casco éstas se clavan en la cabeza. Entonces, por instinto, evitas por todos los medios que alguien te la golpee, pues te haría muchísimo daño, así que se usaba tanto como castigo como para enseñar a los jóvenes soldados que debían evitar ese tipo de golpes a toda cosa. Decían que también existían cinturones, para aprender a evitar los golpes en la cintura y el estómago... pero siempre pensé que era una broma macabra. Bueno, no siempre, evidentemente de niño sí me lo creía, y la amenaza funcionaba, pero por muchas trastadas que he hecho y he visto hacer, jamás vi un casco como éste. No en mi aldea.

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DÍA 14

CAPILLA DE PRIOS

Noche temprana

Zazer no se equivocaba del todo en su percepción, pues muchos os miraban, si no con odio o terror, sí con cierta desconfianza. Pero parecía bastante lógico que a pesar de ser el campamento Hoyt un lugar por lo general bastante inclusivo debido al ir y venir constante de comerciantes y mercenarios, la capilla estaba llena de recién llegados y aldeanos despojados de sus casas, ambos colectivos con una amarga experiencia reciente.

Sin embargo, ningún guardia ni monje que se había ofrecido a ayudar a acomodar a la gente miró dos veces a los trocalengos ni impidió de ninguna forma su avance entre la gente, más acostumbrados quizá a la presencia de este tipo de seres.

A Gusano no le costó mucho encontrar a alguien herido, pues los había de diversa índole: heridas superficiales, cortes algo más profundos, seguramente algún hueso roto, pero nada que pareciera amenazar la vida del herido, a excepción quizá de un hombre algo mayor, al que su familia rodeaba y miraba con preocupación. El hombre estaba tumbado en el suelo sobre varias mantas y con tantas más encima, aunque sudaba copiosamente. A veces, parecía querer decir algo, pero solo conseguía balbucear, sin siquiera abrir los ojos.

No demasiado lejos de ese hombre se encontraba Keggis, un humano que no parecía ni recién llegado ni aldeano, sino más bien un nómada o viajero, pero al que de igual forma un monje de Prios le ofrecía una manta y una taza de algún líquido caliente.

Aquellos que conocen la religión de Prios y su estructura pueden identificar rápidamente que aquellos monjes, no perteneciendo a la orden, la sirven y están protegidos por ella. Se les llama monjes, por su devoción y su forma de vestir, pero en realidad solo son seguidores que se encargan de lugares como aquel.

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DÍA 14

Noche temprana

Basha cavilaba tras la historia del guarda de la caravana. Era sin duda una práctica horrible, digna de hombres sin vergüenza ni honor el obligar a jóvenes con ese suplicio a aprender a luchar. Pero la Bruja no pudo evitar murmurar, unas palabras, quizás más alto de lo que pretendía en un principio, y es que Basha no era famosa por ser precisamente discreta.

— Así que después de todo, es posible que haya alguien raptando niños para crear su propio ejército de oscuros fines... pero ogros, es sí es inaudito. —

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DÍA 14

Noche temprana

Basha parecía convencida de que alguien raptaba niños de diversas razas para convertirlos en siervos de su ejército personal. ¿Algo así era posible sin que fuera detectado? Kanghmer estaba seguro de que muchos pueblos, incluso de razas distintas, pondrían en orden sus diferencias y se aliarían para frenar y destruir algo así. ¿O no?

La práctica de los cascos, aun siendo un tanto... salvaje, podía comprenderla. Y no le parecía mal del todo... en función de la edad de los críos claro. Él no lo haría con muchacho de cuatro o cinco años... Pero a partir de los siete en su tribu les enseñaban a empuñar un arma, y ya se pasaban horas y horas practicando al día. ¿Por qué había de ser diferente con un casco cuyo único objetivo era enseñarles a evitar los golpes en la cabeza?

- Esos cascos pueden servir para entrenar, no tienen por qué verse como un castigo. - Comentó tras meditarlo. - Si lo sumas a lo que nos cuentas de los cinturones... Es a la vez una especie de tortura, y un malsano entrenamiento. - Admitió.

- ¿Quién  usaría algo así con un ejército de críos? - Se preguntó en voz alta. - Sea quien sea ha dedicado mucho tiempo a esto. - No se podía entrenar a nadie de la noche a la mañana, y aquellos tipos ya parecían ser muy numerosos. - Y tiene que disponer de como mínimo un refugio seguro alejado de cualquier otra civilización. - O de lo contrario, al haber sido descubiertos habrían sido atacados.

Fuera quien fuera el líder de todo aquello, había logrado que su grupo sobreviviera a base de hacer ataques rápidos y desaparecer... Y dejar que el mito y las habladurías corrieran por el mundo a sus anchas.

Kanghmer volvió a mirar una última vez el casco, y finalmente se lo tendió de vuelta al pequeño trasgo.

- Gracias, Puck. -

Se giró hacia su hermana, y al resto de los presentes.

- Sigo sin saber por dónde empezar a buscar... No al menos de forma concreta. - Aunque tenían clara la zona por la que habían huido los que habían atacado la caravana... Así que...

- Seragoi... ¿te apetece que vayamos de caza? - Preguntó con una sonrisa. Su plan, simple para variar, consistía en dar con el lulgar del ataque a la caravana y procurar rastrear las pisadas de los atacantes, en principio en la dirección que la joven pareja les había indicado.

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DÍA 14

CAPILLA DE PRIOS

Noche temprana

Con su experiencia de matasanos clasificó rápidamente los distintos tipos de heridos. Buscaba algo en concreto y lo encontró. Huesoso rotos. Eran dolorosos y de tratamiento sencillo, justo lo que necesitaba para ganarse la confianza de la gente. En cambio, el viejo ese...ese marrón se lo dejaba a otro. Una gran probabilidad de fracaso. La compañía de Zazer no es que le beneficiara demasiado, pero a la vez le hacía sentirse algo más tranquilo, en caso de que la gente se pusiera tonta.

- Buenos días...¿puedo ayudar?- Mostró las palmas de las manos y hasta hizo una pequeña reverencia esperando el permiso del herido para acercarse.- ¿Te duele? Déjame echar un vistazo, soy curandero.

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DÍA 14

CAPILLA DE PRIOS

Noche temprana

Zazer miraba con seria indiferencia a las gentes allí reunidas. No había amenaza alguna entre aquellos refugiados que bastante tenían con seguir respirando o aspirando a una cena aguada que calentara sus estómagos. Cuando vio a Gusano detenerse ante una familia, desvió su atención hacia el anciano que parecía centrar la atención y preocupaciones de todos. Suspiró imperceptible ante el gesto de su compañero. De haber sido un humano ni siquiera hubiera sido necesario y el mero hecho de ofrecerles sus servicios de sanador hubiera implicado un privilegio solo accesible a quienes pudieran pagar por ellos. Y allí estaba, el trocalengo ofertándolos gratuitamente, simplemente por amor a la vida, demostrando una bondad para con cualquiera que ya pocas veces podía verse en aquel mundo marcado por la violencia y la soledad.

Alzó un instante el rostro y la cercana presencia de un nómada atrajo su atención brevemente.

-No rechacéis su generoso acto. Puede ayudaros -dijo a los presente sa los que había devuelto su atención-. Olvidad lo que muestra su superfivie y escuchad lo que dice su corazón. Dearg, si hay algo en lo que pueda ayudarte, dímelo y lo haré o trataré de conseguírtelo.

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DÍA 14

Noche temprana

Las palabras del guardia de la caravana me hacen reír un poco pues, aunque me imagino que algún cruel infeliz debe usarla, considero que es una estupidez sin propósito pero bueno, quién soy yo para saber de motivaciones ajenas pues nunca he tenido necesidades más allá de mis propios caprichos.

Escucho a Kanghmer hablar y le respondo con una sonrisa y asintiendo:

 - "Por supuesto, Hermano. Se me apetece como no hacía mucho tiempo que lo hacía."

Ajusto el mandoble en mi espalda y reviso que todo mi equipo esté en su posición, listo para lo que muy probablemente sería una misión suicida, pues planeamos entre unos pocos acabar con quienes no solo atacaron una caravana sin recibir daño alguno, sino que arrasaron con un pueblo completo. No son un atacante cualquiera, sino alguien a considerar.

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DÍA 14

Noche temprana

Con ese sexto sentido que a veces los animales tienen por encima de hombres, trasgos, ogros y otras razas humanoides, un ladrido de Caos advierte de algo extraño antes de que la sensación llegue a vosotros por otras vías.

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DÍA 14

Noche temprana

Casi al mismo tiempo, Stajä gruñe y olfatea con fuerza en la misma dirección, que coincide con aquella por la que los trocalengos y la familia de aldeanos, junto con otros recién llegados y gentes que necesitaban refugio de la lluvia tomaron.

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DÍA 14

Noche temprana

De aquella dirección vienen exclamaciones, gritos de sorpresa primero y de temor después. Y cuando la atención de todos parece centrarse en las calles que llevan a la plaza principal del campamento, la misma sensación llega desde el noroeste, allí donde se encuentra el campamento anexado.

Caos no sabe muy bien si ladrar en una dirección u otra.

Stajä, nerviosa, patalea sobre el suelo.

Mientras la lluvia impide la correcta concentración de los sentidos de la vista y el oído formando una cortina. Aquellos que aún están junto a la caravana se encuentran confusos. La joven pareja se abraza, sin saber muy bien que hacer, temiendo quizás otro ataque. Pero la sensación es distinta. No se escucha el grito de guerra de ningún enemigo. Ni el último alarido de ninguna criatura herida de muerte. Solo confusión. ¿Se escucha una súplica? ¿Una exigencia?

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DÍA 14

Noche temprana

Kanghmer miró en todas direcciones. Ni siquiera los animales tenían claro de dónde provenía el peligro, pero el bárbaro se olía peligro a los cuatro vientos.

Desenvainó su enorme mandoble y lo sujetó con firmeza entre ambas manos.

- ¿Alguien ve algo? - Preguntó frunciendo el ceño y tratando de discernir algo en la oscuridad.

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DÍA 14

Noche temprana

Karlio, que se había abstenido de comentar nada sobre la barbárica y deleznable costumbre de aquellos cascos con pinchos, inmediatamente se puso alerta cuando escuchó aquel revuelo. ¿Qué diablos estaría pasando? Lo más fácil sería pensar que se trataba de otro ataque, aunque seguramente aquello estaría generando aún más caos del visible.

-No lo tengo claro...-dijo, tras unos segundos intentando ver algo. 

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DÍA 14

CAPILLA DE PRIOS

Noche temprana

La extraña pareja parecía desenvolverse sin mayores problemas por la capilla, obviando algún mal gesto de aquellos de mentalidad más obtusa, pero nada fuera de lo habitual, Tisken dió por hecho que estarían acostumbrados a ello por desgracia.

Al parecer eran curanderos o algo similar, pues aunque no lograba escucharlos debido al gentío, parecía que se interesaban por el estado de los heridos en su mayoría, quizá fuera ese su sustento en aquellas tierras, lamentablemente abundaban los enfermos y heridos, aquella noche más, al parecer.

Tisken seguía sin tener una idea clara de lo que había sucedido, demasiada gente para las migraciones habituales, empezaba a recordarle a su niñez.

Al ver como los trocalengos obviaban a un anciano que parecía estar en las últimas, envuelto en mantas y sudoroso como un primerizo en combate, decidió acercarse a él, puede que la luz de Prios apaciguara su sufrimiento en lo que parecían sus últimas horas de vida.

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DÍA 14

CAPILLA DE PRIOS

Noche temprana

Zazer y Gusano se acercan a un muchacho de unos quince años, acompañado al parecer sólo por su madre, que se mueve con rigidez en el torso y parece costarle respirar. La madre dice que el chico se duele del pecho tras un mal golpe provocado por una caída durante el viaje en la caravana. Bajo la tela de la camisa se puede ver un moratón bastante pronunciado pero superficial. 

Mientras, Keggis se acerca al anciano que tan mal final parece estar sufriendo.

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DÍA 14

Noche temprana

El color del cielo acaba de anunciar el comienzo de la noche cuando llegas al Campamento Hoyt, también conocido como Campamento Norte. Una llovizna, ligera pero persistente, que llega con el viento del suroeste amenaza con calarte hasta los huesos si no buscas un techo rápidamente. Además, los rayos que cruzan el cielo y las espesas nubes oscuras que avanzan desde la misma direcciónte hacen temer que la tormenta empeorará pronto. Llegas desde el noreste, y por lo tanto el acceso que te queda más cercano es el del lado norte. Sabes que es normal que haya cierta seguridad en cualquier acceso a una zona poblada, ya sea ciudad, pueblo, aldea o campamento, pero que aún habiendo suficiente luz natural las puertas estén cerradas y con guardas apostados en ellas no lo es tanto, a no ser que haya ocurrido algo grave.

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DÍA 14

Noche temprana

La joven escuchó atentamente en ambas direcciones durante apenas un par de segundos, tras lo cual subió de un ágil salto a la grupa de Basha, a la que espoleó con suavidad mientras empezaba a encordar su arco.

— ¡Problemas en ambas direcciones! — señaló hacia donde habían ido sus compañeros, así como donde estaba el campamento principal de los refugiados — Me ocuparé de los trocalengos en la Iglesia, ¡vamos Stajä! —

Apenas dejó un par de segundos en los que miró a Puck por si éste decidía sumarse a su rápida cabalgada, para luego partir. La corpulencia de la montura de Basha bastó para que los pocos que se encontraban en su camino se apartaran hacia un lado y la bruja y su montura acortaban los metros que les separaban de la Iglesia de Prios.

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DÍA 14

CAPILLA DE PRIOS

Noche temprana

- ¿Me permite?- Se dirigió a la madre que atosigaba al joven con su desmedida preocupación. Gusano se hizo hueco y se arrodilló junto al adolescente humano.- Por favor Señora, retírese un poco, Déjeme trabajar.- Miró a Zazer para que le ayudara a controlar a la amantísima madre. Descolgó el zurrón de su hombro y rebuscó entre sus cosas. Sacó un cilindro hueco hecho de corteza de alcornoque y lo posó sobre el pecho contusionado del joven. Después aproximó la oreja.

- Respira hondo, aunque duela.- Esperó a que el joven siguiera sus indicaciones.- Otra vez.- Con cada inspiración y exhalación Gusano parecía asentir.- Mmmm, vaya. - Exclamó con seriedad haciéndose el interesante, sabedor de que la madre no podría contenerse en preguntarle.

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DÍA 14

Noche temprana

Por fin veo a lo lejos la empalizada del Campamento Norte, y me apresuro hacia él. La insistente lluvia es una molestia, pero los rayos no auguran nada bueno si permaneces a la intemperie durante mucho tiempo.

Normalmente entrar en estos sitios es fácil, y sin embargo este parece cerrado a cal y canto. Miro extrañado y me giro buscando si hay alguna amenaza en las cercanías, pero no pareces ser ese el motivo.

Trago saliva, teniendo lo que pueda pasar. Si no fuera por la tormenta que se acerca, me daría media vuelta y buscaría algún pueblo cerca, pero la tormenta la tengo encima.

Así pues, con las manos apartadas de mis armas y a la vista, me empiezo a acercar hacia la puerta norte despacio, sin hacer ningún movimiento brusco. Ah del Campamento digo al acercarme para que se percaten de mi presencia.