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EL CAMPAMENTO NORTE.

También conocido como Campamento Hoyt, ya que fueron dos hermanos de esa numerosa familia quieren establecieron allí el primer asentamiento con la idea de abastecer a las caravanas. Es la primera parada del Paso Intermontañoso, si se recorre de Norte a Sur y la última si se hace al revés.

No ocupa una extensión demasiado grande, aunque en poco tiempo creció rápidamente. Lo que al principio fueron unos pocos carros anclados destinados a la compra y venta de bienes de abastecimiento, se convirtieron en varias casetas fijas fabricadas en madera y piedra donde las caravanas, los comerciantes y los viajeros podían comprar y vender todo lo necesario para la travesía.

A esos negocios se unieron otros como los de importación y exportación de materiales y objetos de ambos lados de las montañas, convirtiéndose en intermediaros, facilitando el comercio y el intercambio entre regiones. También se establecieron posadas y casas de hospedaje, un servicio fijo de gestión de correo, y una oficina para la contratación de guardias, conductores, mozos de carga y otros trabajadores para las caravanas.

Es característico del lugar el silbido del aire que, al pasar entre las cercanas montañas, llega a la zona como una nota sostenida de un gran instrumento de viento.

La sensación que tienen aquellos que recorren sus calles y callejones es de relativa seguridad, sobre todo para aquellos que llegan al Norte bajo el influjo de los rumores sobre razas salvajes y bosques aún indómitos.

Aun de noche sus rincones permanecen iluminados por fuegos y antorchas que los guardias mantienen encendidos hasta que el sol brilla lo suficiente.

Todos los allí establecidos valoran la continuidad de sus negocios lo suficiente como para no tolerar ningún tipo de delito, y los ladrones y estafadores son tratados con crueldad si son atrapados. Uno podría imaginarse cómo serían tratados aquellos que cometieran crímenes peores, aunque hasta la fecha no se ha dado el caso.

AÑO 21

MES SÉPTIMO: ÚLTIMO MES DEL INVIERNO, DE OFELYA,  PRIMERO DEL VERDUGO, O MEDIO INVIERNO

DÍA 13

CARAVANA DIRECCIÓN NORTE LLEGANDO AL CAMPAMENTO.

ANOCHECER.

Las formas, el silbido del aire que parece repetir palabras en un idioma que no podemos percibir... ¿pero después de todo no es exactamente eso? ¿no son todos los fenómenos físicos un idioma que no podemos percibir y cuyos secretos quedan lejos de nuestro entendimiento? Peñasco reflexionó en la idea unos minutos, antes de obviarla: carecía, como tantas veces, de datos bastantes para llegar a una idea o una tesis mínimamente válida.

Realmente, era algo que le ocurría, se reconoció para sí, quizás en demasía. Pero no le frustraba. Las preguntas, los conceptos, bailaban en su mente, buscando combinaciones, y sólo ese intento de dar forma aunque fuera mental a la masa de dudas y preguntas que eran cada evento con el que se cruzaba le producía una honda satisfacción. Ese pensamiento le produjo una sonrisa que sólo quien lo conociera bien hubiera podido percibir. Volvió, entonces, su atención a los dos guardias que acaban de llegar y al que iba a ser el próximo hito en su etapa: el campamento norte. Sin embargo, ¿no era después de todo uno de esos nombres petulantes que a veces daban los humanos? ¿no había siempre sitios más al norte que, por la impetuosidad de esa raza, probablemente tarde o temprano intentarían domeñar, conquistar, hacer a su imagen? ¿qué pasaría entonces, cuando hubiera un campamento más al norte, con el campamento norte? Peñasco consideraba mucho menos posible que las cosas creadas tuvieran alma pero, aún así, sintió un ramalazo de simpatía por este lugar que, tarde o temprano, perdería nombre y esencia. Por este lugar que, salvo carambola del destino, no estaba destinado a durar.

- ¿Hay alguna instrucción mientras estemos aquí?- preguntó finalmente a su señor, interrumpiendo para ello el vavivén de sus propios pensamientos.

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DÍA 13

CARAVANA DIRECCIÓN NORTE LLEGANDO AL CAMPAMENTO.

ANOCHECER.

- "Ah, leña... Maravilloso olor. Un buen filete, una bota de vino, y seré un hombre nuevo." - La faz se le ilumina con una sonrisa de oreja a oreja.

AÑO 21

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DÍA 13

CARAVANA DIRECCIÓN NORTE LLEGANDO AL CAMPAMENTO.

ANOCHECER.

Karlio observó el campamento al que llegaban, aunque sin mucha atención. Hasta ese momento, la escolta había sido totalmente innecesaria para el desempeño de aquel viaje, así que no es que estuviera precisamente alerta. Además, se suponía que aquel lugar era seguro, otra etapa de descanso en el tránsito hacia su destino. 

La respuesta a la pregunta de Peñasco era precisamente esa, de hecho.

-Descansar para proseguir el viaje, Peñasco. Aquí deberíamos estar a salvo-replicó con una leve sonrisa. El ojo de Prios ya no observaba su llegada, pero a cambio estaban siendo recompensados con el olor de la que seguramente sería su próxima comida. 

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DÍA 13

CARAVANA DIRECCIÓN NORTE LLEGANDO AL CAMPAMENTO.

ANOCHECER.

Como siempre que se acercaba a alguna población, sentimientos contrapuestos se producían en su interior, entremezclándose para finalmente dar con un estado de ánimo que tenía una mezcla de alegría y nerviosismo. Le gustaba estar en terreno abierto, sentir la brisa en su cara y escuchar los ruidos de la naturaleza. Pero el olor de las ciudades le traía susurros de secretos arcanos en libros ocultos, una sabiduría perdida que aspiraba a recopilar algún día.

Hizo girar nerviosamente el pequeño trozo de hueso hueco que solía llevar colgado de la muñeca. En un extremo tenía una vaga forma curva la  cual estaba pulida hasta conseguir que estuviera afilado como un cuchillo. Podía conseguir algo de sangre rápidamente para incluirla en un ritual con un mero movimiento de muñeca. La otra parte parecía una diminuta boquilla de flauta, que unido a los agujeros que presentaba el hueso, suponían que podía ser soplado y se le podía arrancar alguna nota. Sabía que Stajä respondía a algunos de esos sonidos rápidamente, incuso desde gran distancia, ya que así le había enseñado.

Consultó a su montura/compañera sobre su idea de entrar en la población con una mirada crítica. Sabía que Stajä prefería los espacios abiertos, si bien podía pasar unas noches en un establo de ser necesario sin enfadarse. No demasiado. No creía que fueran a estar mucho tiempo en ese lugar y si se dilatara, simplemente la dejaría campar a sus anchas por el exterior, así que le pidió que entrara con ella, al menos hasta ver qué les deparaba este lugar.

- Vamos Puck, quédate cerca de nosotras. No queremos que piensen que eres un bandido sin oficio ni beneficio, ¿verdad? -

El sirviente se había mostrado callado, casi hosco en el desarrollo del viaje. No es que Bashabarana le diera mucho trabajo, ya que eso normalmente salía de él mismo, pero su obstinado silencio le tenía algo preocupada. Tendría una charla con él una vez traspasaran los muros del Campamento Norte.

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DÍA 13

CARAVANA DIRECCIÓN NORTE LLEGANDO AL CAMPAMENTO.

ANOCHECER.

El viaje se había tornado aburrido. La perspectiva de algún buen combate, ya fuera para desentumecer los músculos, o para entrenar más en serio, había sido lo único que había mantenido a Kanghmer despierto.

Ahora que habían llegado a su destino, no estaba muy seguro de cómo tomárselo. No había pasado nada digno de mención.

- Bueno, camarada Seragoi... ya estamos aquí. - Comentó a su amigo y patrón. Le palmeó la espalda con energía pero sin excesiva fuerza justo antes de descender de su montura. 

- Estoy convencido de que al menos encontraremos una posada medio decente. Mi estómago necesita llenase. - Añadió. Se sentía hambriento y las penurias del camino no hacían otra cosa que agudizar el profundo vacío que notaba.

- Hermana... - Añadió dirigiéndose a la bruja. - ¿No conocerás algún lugar por aquí cerca donde nos sirvan una buena cerveza y algo de comer, ¿verdad? - Ella no sólo había viajado bastante... además tenía una especie de don para encontrar sitios y lugares interesantes.

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DÍA 13

LLEGANDO AL CAMPAMENTO NORTE

ANOCHECER.

Como tantos otros días, vuelves al anochecer al Campamento Norte con tus piezas de caza y plantas recolectadas con la intención de comerciar con algunas de ellas.

En el momento en el que pasas por la entrada norte, escuchas tocar la campana del acceso sur, el que comunica con el paso de las montañas. Toca dos veces, indicando que una nueva caravana llega al lugar. Algo tardía, quizás, pues pronto las sombras lo cubren todo más allá de la empalizada que marca las fronteras del campamento.

Además de eso, te encuentras con otra novedad: un asentamiento que no estaba allí la noche anterior, compuesto de tiendas de campaña y carretas, como antiguamente, ha sido montado al oeste inmediatamente anexado al Campamento Norte. Por las calles parece haber mucha más gente que de costumbre, y los guardias doblan sus esfuerzos por abarcar este nuevo terreno ocupado.

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DÍA 13

CARAVANA DIRECCIÓN NORTE LLEGANDO AL CAMPAMENTO.

ANOCHECER.

El jefe de la caravana, el noble menor Iordeth Karaghos, habla con los guardias. Varios de vosotros prestáis atención a su conversación.

Al parecer los guardias van a escoltar a la caravana hasta las afueras del campamento para que se establezca allí, uniendo sus carros a otros que, junto a un gran número de tiendas de campaña, están haciendo de residencia provisional para unos refugiados que han llegado desde una población cercana que, por lo visto, ha sido atacada la noche anterior.

Las casas de hospedaje del asentamiento han sido cedidas como enfermerías improvisadas para los heridos, así que esta noche tocará dormir en los carros. Debido a la presencia de los refugiados, el plan de buscar un alojamiento mejor no parece muy factible. La noche está aquí ya, y el ambiente es demasiado frío y oscuro como para pensar en alejarse.

El jefe de la caravana parece resignado ante las instrucciones de los guardias de que debe llevar los carros y animales hasta un asentamiento improvisado a las afueras del Campamento Hoyt, debido a que todas las posadas han sido acondicionadas como zonas de descanso de los heridos y enfermos que provienen de la cercana aldea de Sivero, que ha sido atacada la noche anterior.

Tras hablar con los guardias del campamento, Iordeth se vuelve hacia vosotros.

- "Bien, podéis venir con nosotros y hacer noche en los carros en el lugar que nos indiquen. ¿Queréis venir o preferís buscar alojamiento por vuestra cuenta?" -

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE.

ANOCHECER.

Bashabarana se dispone a contestar a su hermano cuando los guardias comienzan a hablar con Iordoeth Karaghos. Con un gesto conmina a Kangmer a guardar silencio mientras señala su oído y luego señala la conversación que sostienen los guardias con el noble. Cuando finaliza y tras las palabras del cabeza de la caravana, se encoge de hombros.

- "Recuerdo un par de lugares de por aquí, pero por lo que parece estarán poniendo vendas y cuidando de heridos más que sirviendo guiso y cerveza." -

Tras la pregunta del hombre a cargo, la joven bruja sacude la cabeza.

- "Con un campamento lleno de refugiados y heridos, más convenía acampar en los carros y contar con todos cerca y alerta. Estas situaciones suelen dar pie a gente desesperada y la gente en ese estado es peligrosa. Sugiero tener los ojos bien abiertos.

Por otro lado no me importaría una vez acomodados en un lugar, pasar en compañía de alguien armado por donde se alojan refugiados y heridos. No se vosotros, pero si hay peligro por donde nos lleva nuestro viaje a mi me gustaría saber sobre su origen de primera mano." -

Había algo que los guardias no habían mencionado a pesar de que podían saberlo, y era el origen del ataque a esa población cercana. Había dos opciones, que así se lo hubieran ordenado o que tuvieran miedo, lo cual suscitaba las dudas en la mente de la bruja de quién o qué había podido atacar una población completa. Podía ser un grupo armado de incursión, pero que dejaran supervivientes parecía algo fuera de lugar a no ser que dejaran que los heridos les guiaran hasta el siguiente asentamiento. Depende qué tipo de asaltantes fueran, bien podía haber hasta alguno camuflado con los refugiados. Todo esto rondaba por la mente de la bruja, pero no quiso hablar crear más pánico así que de momento se guardó sus sospechas.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE.

ANOCHECER.

Tras escuchar fragmentos diversos de algunas de las conversaciones, Kanghmer se sentía bastante intrigado respecto al ataque que había provocado el río de refugiados. ¿Quién o qué había atacado a esa aldea? ¿Y cómo es que no enviaban guardias o algún tipo de refuerzo para frenar semejante irrupción de violencia?

No lo sabía, pero quería saberlo. Quizá fuera una buena oportunidad de que alguien probara el filo de su espada.

- Dormir en los carros me parece buena idea. - Dijo corroborando las palabras de su hermana pero mirando a Seragoi. - Y si no te parece mal, - dijo al noble, - acompañaré luego a mi hermana para que eche un ojo en la zona de los heridos. -

La cercana aldea de Sivero... atacada por la noche... y con tal multitud de refugiados... seguro que a alguien se le escapaba algo sobre lo sucedido. Y fuera lo que fuera, fijo que llamaba la atención de Kanghmer.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE.

ANOCHECER.

- Oh, sí, mi ama. Como ordenéis, mi ama.

El goblin se acercó correteando al lado de Bashabarana. Una pequeña carrera en la que empleó más pasos de los que eran necesarios.

- Puck será lo que deseéis, por supuesto. Hoy Puck no será bandido, pero si mañana deseáis que lo sea, lo será. Puck está aquí para serviros, ama.

Y aquello era algo que Puck sabía que provocaría una discusión con su madre esa misma noche. Cuando todos durmieran y tan solo su pálida mirada escrutara el horizonte en busca de un descanso que tardaría en llegar, su madre se lo reprocharía. Eso y otras tantas cosas que podía haber hecho mal a lo largo del día. Su madre hacía eso todas las noches desde que le acompañaba, y lo había hecho en tantas otras ocasiones antes de que así fuera. Pero su madre era así, igual que su ama era de otra manera, y la demás gente de otra. La diferencia era que a ellas dos no podía callarlas con la daga.

- Ahora y siempre. Hasta que Puck muera, mi ama, o lo hagáis vos. Si lo deseáis, Puck también puede acompañaros a visitar a los débiles heridos para escuchar sus lamentos y cogerles de la mano y decirles que todo irá bien para que se les suelte la lengua. Porque es eso lo que queréis, ¿no, mi ama? Que hablen. Que compartan su sufrimiento para que vos no sufráis. ¡Buena idea, mi ama!- apostilló dibujando una amarillenta sonrisa de oreja a oreja.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE.

ANOCHECER.

Karlio suspiró resignado, sabiéndose derrotado. Debían pasar otra noche más en los carros. Las posadas, al parecer, rebosaban de heridos, y en verdad era lo justo que aquellos más frágiles tuvieran prioridad. Y para colmo, todo se debía al ataque a una aldea cercana. Siendo así, era posible, muy posible, que los atacantes aún rondaran por allí... O decidieran acercarse a este lugar, a terminar el trabajo entre los refugiados.

-Si necesitáis escolta para hablar con los heridos, decidlo, y por Prios que ayudaré-replicó Karlio, serio. No era mala idea averiguar todo lo posible, en especial si con ello se cubrían las espaldas frente a algún peligro. 

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE.

ANOCHECER.

Peñasco sentía curiosidad por el comportamiento de Puck, al igual que por la marasma de humanos heridos que, sin duda, tendrían historias que contar. Por unos segundos valoró cual de ambas incógnitas le resultaba más interesante. Pensaba que Puck. Había algo en el pequeño ser que resultaba de una aparente amoralidad profundamente falsa. ¿No era después de todo la moralidad una serie de comportamientos determinados ante situaciones determinadas que nos compelían a actuar de una forma concreta? Y, en tal sentido, ¿no aparentaba Puck una profunda moralidad con su servilismo casi de esclavo ante la joven bruja que llamaban Bashabarana?

Mientras meditaba en la respuesta a esa pregunta, y en su peculiar relación con ese concepto humano llamado dignidad, Peñasco caminó lentamente hasta colocarse junto a su señor Karlio Advento. Si él iba a ir, también lo haría Peñasco. Lealtad, curiosidad y dignidad parecían ponerse de acuerdo en eso.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE.

ANOCHECER.

No había sido un mal día.

De su cinto colgaban tres conejos y un par de faisanes y en su zurrón guardaba unas cuantas plantas medicinales y algunas otras que harían de cualquier guiso algo más sabroso y apetecible. No, no ha sido un mal día, pensó Zazer mientras cruzaba la puerta norte.

Fue en aquel punto que sus orejas parecieron cobrar vida propia, moviéndose levemente en la dirección del repique de la campana de la puerta sur. Una caravana. Y llega tarde, murmuró para sí, aunque lo suficientemente alto como para provocar que alguna cabeza se girara hacia él con un gesto de extrañeza que pronto se convertía en desconfianza ante su aspecto. Nada nuevo bajo el cielo, ni tan sorprendente como para que mereciera una mirada de su parte o respuesta alguna.

Siguió andando, íntimamente satisfecho, calculando las monedas que pasarían a engrosar su bolsa y la cena de aquella noche, cuando sus pasos lo condujeron a las inmediaciones de un asentamiento que no estaba cuando partió de allí la víspera. Carromatos y tiendas, una pequeña barahunda de gentes y una mayor presencia de guardias convertían aquel lugar en algo bastante más vivo y apetecible. Quizá no necesitara andar más, ni acercarse a la posada para ofrecer su mercancía.

Miró en derredor, buscando al jefe de aquella caravana. Quizá sus presas acabaran en su marmita.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE.

ANOCHECER.

La llegada a aquel campamento fue tranquila, a pesar de los retrasos que supuso el cambio de aquella rueda. La noche llegó y cruzamos aquella empalizada con la promesa de un plato caliente y un buen refugio sobre el que dormir. No pongo demasiada atención en los jinetes que hablaron con el líder de la caravana pues estoy más concentrado mirando a mi alrededor a ver si aparece ante mis ojos alguna cosa digna de mi interés.

El sitio en sí es interesante: Cerca de las montañas, casi exclusivamente viajeros y comerciantes. Un buen lugar para comerciar y mejor aun para escuchar buenas historias. De seguro que las personas que circulan por aquí tienen algo que vender, comprar o contar.

"No me molestaría pasar algún tiempo por aquí."

Kanghmer me dice que le apetece algo que comer y a mí también. Estoy cansado de comer raciones y comida de campaña, añoro un buen guiso. Pero no alcanzo a contestar pues la conversación que está teniendo el líder de la caravana concluye en que no hay posadas ni hospedajes para nosotros, solo nos queda dormir en el campamento.

"Creo que podría conseguir una habitación si pago lo suficiente e impongo mi apellido pero la verdad es que no soy tan hijo de puta como para sacar a un herido para quedarme yo. He dormido en esta caravana por mucho, un par de días más no me matarán."

Las palabras de la hermana de Kanghmer son muy ciertas y asiento a las palabras de mi amigo antes de contestarle:

 - "Pues parece que el buen guiso tendremos que hacerlo nosotros mismos antes de dormir en los carros. Yo iré también. Me llama mucho la atención eso del ataque que desplazó a tantos. No parece algo de rutina, ni siquiera en esta región."

No sé qué es lo que habrá sucedido pero parece ser algo curioso. Puede que haya una buena historia detrás de este asunto, no puedo esperar para indagar en aquello y averiguar lo que se esconde. Al parecer y en ausencia de una buena cerveza pues nadie me la servirá, no tengo nada mejor que hacer.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE.

ANOCHECER.

- Tú siempre tan obsequioso Puck, así da gusto. Claro que vendrás conmigo. Hoy te veo bastante ligerito, ¿a punto de volar quizás y romper el mito de que los cerdos no lo hacen? "Oink, Oink". -

Basahabarana le dirigió una pequeña pulla a su perpetuo acompañante. Puck tenía la lengua afilada y solía meterles en problemas pero no más que los que la propia Basha solía suscitar. El cruce de afiladas pullas entre los dos se había convertido en deporte a lo largo de los años y Puck siempre innovaba nuevas formas de ver el mundo de una manera retorcida como su propia y laberíntica mente. Algo era seguro, esos dos no se aburrían.

La joven bruja se preparó para montar campamento con el resto de la caravana mientras repasaba el alud de ofrecimientos para dar una vuelta de reconocimiento por ahí. Los dos nobles, tanto el que tenía contratado a su hermano que se ofreció en última instancia, como el otro que parecía un experto espadero se habían postulado para investigar entre la población lo ocurrido. ¿Vendría también el enorme ogro? Sus pesados pasos le pusieron al lado del noble, así que era de esperar que sí. La discreción estaba olvidada, pero Basha apostaba por la seguridad y con esa cantidad de acero y músculo deambulando esperaba no tener problemas entre la población local y los refugiados. Bueno estaba Puck y eso era siempre sinónimo de problemas, pero esperaba poder capear el temporal con toda una recua de guardaespaldas al lado. De haberse tratado de una mera exploración, hubiera usado su magia para pasar inadvertida y ver y oír todo aquello que hubiera sido necesario, eventualidad que no descartaba después de el paseo.

Una vez establecido el campamento, la joven hace un gesto a todos aquellos que se ofrecieron para hacer la ronda y hace un aparte una vez se han separado algo de los carromatos y los que viajan en ellos.

- Creo que es el momento de dar ese paseo. Quizás algunos de vosotros tenéis algo de mano para tratar con la gente de a pie. Yo tengo poca paciencia así que dejaré eso en vuestras capaces lenguas. Seguro que alguno de vosotros ha sido bien instruido en las artes de la buena dicción y los modales, por Prios. -

Basha dedica una sonrisa pícara  al noble espadero falta de toda ofensa y que transmite una socarrona camaradería en todo caso, que remata con un guiño de complicidad. Luego comentó algo que posiblemente el resto ya sabían, ya que en el viaje sin duda alguien había necesitado de sus atenciones.

- Si es necesario una moneda de cambio con alguna fuente de información de los refugiados tengo algunas habilidades curativas. No es algo que pueda hacer todo el rato pero sí de manera excepcional y pueden salvar una vida. Tenedlo en cuenta. -

La arisca bruja pasa una mirada por la comitiva y luego se pone al lado e su hermano, dejando que sea otro quien tome la iniciativa de liderar este incierto paseo.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE. Asentamiento anexado.

ANOCHECER.

Asentamiento anexado al campamento Hoyt:

Las tiendas de campaña y las carretas que servían de refugio para la intemperie habían sido ubicadas en filas de forma más o menos ordenadas con espacio suficiente entre ellas para algunas hogueras y lugares de reunión.

Aquí y allá parece haber familias y compañeros alrededor de los fuegos para calentarse, con aire taciturno. No hay muchas conversaciones. Todo parecen cansados, preocupados, y cierto miedo aún se refleja en la mayoría.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE. Asentamiento anexado.

ANOCHECER.

La caravana es asignada al noroeste del campamento. Algunos guardias pero sobre todo civiles, avisados por las campanas de la torre, han comenzado a mover la empalizada que hace de límite entre el anexo y las afueras del campamento.

Zazer puede distinguir fácilmente al jefe de caravana del resto de los trabajadores y viajeros por su forma de dar órdenes y su porte.

- "Mi carro lo quiero en el interior. No me fio de que no me ataque una alimaña durante la noche."

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE. Asentamiento anexado.

ANOCHECER.

Kanghmer caminaba cerca de su hermana. No demasiado pues sabía que ella podía perfectamente cuidarse sola. Pero sí lo justo para amedrentar a posibles moscardones. Dudaba que nadie fuera a tener el poco sentido común de molestar a una bruja... pero tontos y estúpidos había en todas partes.

Los ojos del Mediohierro recorrieron el campamento, fijándose en el aspecto de los allí congregados. No parecían muy animados en general, y eso, tarde o temprano, inducía a problemas. Se preguntó cómo habrían llegado a ese estado.

- No parecen muy contentos con la vida. - Musitó en un tono audible para los que estaban muy cerca. De seguro que un poco de vino o cerveza calentaba los corazones de esa gente... pero si se pasaban de la raya aquel campamento podría convertirse en una batalla campal entre pueblerinos.

Tampoco es que Kanghmer fuera muy ducho en las dotes sociales, así que personalmente no se dirigió a ninguno de los allí reunidos.

- ¿Qué creéis que les ha pasado? - Preguntó a los que le acompañaban. Quizá Seragoi o el espadero real tenían alguna idea de quién o qué había atacado a esas familias.