Partida Rol por web

AÑO 21

MES SÉPTIMO: ÚLTIMO MES DEL INVIERNO, DE OFELYA, PRIMERO DEL VERDUGO, O MEDIO INVIERNO

DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE. Asentamiento anexado.

ANOCHECER

Parecía que Puck emprendía otra de sus interminables peroratas esta vez dirigida al resto de la comparsa. A Basha le parecía estupendo que todo el mundo sufriera a Puck, pero le dirigió una mirada ceñuda cuando parecía que trataba de tomar el pelo a su medio hermano. Podía aguantar sus tonterías lo que fuera necesario pero con la familia no se jugaba.

Se desvinculó de sus palabras mientras dedicaba su atención al campesino que no acababa de arrancar con la historia sobre el supuesto ataque por parte de los elfos. Y hablado de elfos, el trocalengo había reaccionado a los dardos de Puck con una curiosa ronda de preguntas. Basha devolvió su atención a su sirviente y a la conversación que se había iniciado junto al fuego. Ella también estaba interesada en sus respuestas.

AÑO 21

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE. Asentamiento anexado.

ANOCHECER.

El trasgu vio con preocupación la mirada que Bashabarana le dedicó cuando se dirigió a su hermano, había disgustado a su ama y eso no le agradaba así que tendría que tenerlo en cuenta para el futuro.

No burlarse del señor Kanghmer.

¿Era por su parentesco o simplemente la bruja no quería que se burlara de nadie? ¿Acaso quería todas las puyas para ella? Quizás era eso, los amos siempre eran celosos ante las atenciones a otros. Supuso que el trocalengo no entraba en esa categoría o al menos la conversación que estaba manteniendo con él no parecía disgustar a Bashabarana, así que se permitió continuar, algo temeroso porque Zazer no parecía tener respeto por los amos. Puck ya imaginaba que cuando fuera a dormir su madre lo llenaría de reproches.

"Ni siquiera eres capaz de contentar a una ama de mediopelo." "Hasta un trocalengo se burla de tu ama."

Iba a ser terrible, pero Puck sabía que no era así, su ama era una bruja importante y él, que no era nada ni nadie ni nunca lo habría sido, sirviéndola se convertía en alguien importante, pero eso el trocalengo no parecía entenderlo.

Quizás él también tendría que buscarse un amo, eso le facilitaría las cosas.

El tipo parecía capaz, aunque un poco tosco en el trato, nada que no pudiera remediarse con unas lecciones. Sí, Puck le hablaría bien de la ama, claro que no podía ni quería hacerlo de otra manera, y quizás así la visión que Zazer tenía cambiaría por completo.

-Puede que lo hicieras sin saberlo, quiero decir que las grandes mentes, las de la gente importante como mi señora Bashabarana-Yaga tienen la facultad de que otras deseen servirlas, sí. -Al fin y al cabo, y a pesar de lo que le dijera su madre, ¿Quien no querría servir a su ama?- La llamo ama porque es mi ama. -Afirmó de manera rotunda, pero lo dijo con orgullo, pues para él era un honor hacerlo y no una carga o un oprobio.- Sí, sí. ¡todo eso! ¡Lo has entendido! Mi ama puede ordenarme lo que quiera y yo la obedeceré porque soy suyo y deseo servirla. Quizás algún día tu también tengas suerte y encuentres un amo. ¿A que te gustaría? -Puck le sonrió con aquella dentadura amarillenta y desigual.- Mi nombre es Puck.

El trasgu dedicó una fugaz mirada a su ama esperando que estuviera complacida de sus palabras.

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DÍA 13

CAMPAMENTO NORTE. Asentamiento anexado.

ANOCHECER.

- "Tiene buena pinta esa carne. ¿Qué animales de caza hay por aquí?" -

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DÍA 13

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ANOCHECER.

Peñasco llevaba un tiempo guardando silencio, pero eso no significaba que no escuchara. Ni que no pensara. Después de todo, tanto el trocalengo como el trasgu eran para el ogro seres extraños. Como él mismo. Diferentes a los humanos. Quizás, por eso, se centró en su conversación, tratando de comprender los argumentos que decían y, por otro lado, el vocabulario que su cuerpo y sus reacciones mostraban.

No es que fuera, precisamente, Peñasco un experto en tales cosas pero, afortunadamente, ambos eran bastante evidentes en sus gestos. Y el tema, ah, el tema. ¿Qué era la libertad? ¿qué era la responsabilidad? ¿y era Puck un esclavo o, por el contrario, alguien que libremente entregaba su libertad? ¿se era libre si se decidía ser esclavo? Sobre todos esos conceptos pivotaba la conversación y, también, en otros más profundos.

- Disculpad, ambos- intervino repentinamente mirando al trasgu y al trocalengo. Tras la intervención hubo un silencio y pareciera que no fuera a decir nada, pero siguió hablando- Sois los primeros de vuestras respectivas razas que conozco, y siento curiosidad. ¿Son todos los trocalengos amantes de la independencia y de la libertad, Zazer, o eso es propio de vos, o si bien hay una tendencia a esa aptitud, depende mucho del trocalengo? y, a la inversa, Puck, ¿todos los trasgu buscan un amo o ama al que servir o es algo que sólo os ocurre a vos? Cada raza tiene... sus peculiaridades. Y cada individuo de una raza, las suyas propias- concluyó como si tal cosa explicara sus preguntas.

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DÍA 13

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ANOCHECER.

Miró con extrañeza a Puck. Su mente divagaba enferma, tratando de justificar lo injustificable. Todo ser nacía libre y perder dicha libertad era morir en vida.

-No, la verdad es que no. Amo mi libertad y no deseo cadenas que me impidan ser lo que soy, vagar libremente por el mundo y dedicarme a lo que me dedico. Ya hay suficientes limitaciones de forma natural como para, voluntariamente, acceder a dejar de ser uno mismo -respondió a la criatura.

Dudaba que fuera a entender lo que le decía y aún menos a compartirlo.

-¿Caza? -agradeció aquel cambio de frente que le permitía hablar de otra cosa-. Como ves, conejos y pájaros no faltan en los prados y en las zonas de matorral. En el bosque, hallarás jabalíes, ciervos y venados. Cerca de los apriscos, corzos y cabras montesas. En los ríos, patos. Eso si lo que buscas es comida. Si lo que quieres son pieles, hay martas, armiños y castores. Abundan también los zorros en algunas partes. Pero también hay lobos y osos y algunos depredadores más, así que no siempre es fácil recorrer los bosques y cuanto más te introduces en ellos, más peligroso es.

Esperaba algún comentario de aquel guardia caravanero cuando le sorprendió la pregunta de aquel enorme ser.

-No puedo responder a tu pregunta -dijo una vez superada la sorpresa-. No conozco a otros trocalengos y yo soy como soy, aunque buena parte de mi forma de ser ha venido determinada por la presión de los humanos hacia los de mi raza. No solemos ser bienvenidos normalmente y nuestra presencia incomoda. Somos un misterio. Para los demás y para nosotros mismos.

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ANOCHECER.

- "Es extraño, pues se rumorea que por la zona ya no crece nada, que todas las bestias habían muerto." -

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DÍA 13

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ANOCHECER.

Rumores. Y más rumores. Kanghmer sabía por experiencia que los rumores no debían ser tomados muy en serio. Solían ser habladurías venidas a más... comenzadas por algún bulo local. Aunque eso sí, en la mayor parte de ocasiones, dichos rumores se alimentaban de alguna parte de verdad. Lo justo y suficiente para que el mínimo avistamiento hiciera que los lugareños lo tomaran como una señal para engordar aún más el jugoso rumor.

Eso y el boca a boca hacían que las habladurías se extendieran a una enorme velocidad y se extendieran como un río caudaloso e incontenible.

- Yo no llamaría bestias a los corzos, conejos y otro tipo de caza. Y si esos rumores tienen algo de cierto, lo más seguro es que las "bestias" hayan sido ahuyentadas por alguna criatura a la que teman. - Explicó. - Me niego a creer que todas las bestias de una zona mueran prácticamente a la vez. - Aquello resultaba absurdo para la lógica del bárbaro.

- Quizá podamos dar luego una pequeña vuelta de exploración. - Sugirió por si alguno de los presentes estaba interesado. - Confirmaré esos rumores que ha oído el Cenizo. - Dijo en alusión a las palabras de Merkhet.

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ANOCHECER.

- "Dicen que es una consecuencia de la Gran Guerra contra los Señores Oscuros, que cuanto más al Sur, la tierra se ha agostado más y más, y es más yerma, incapaz de sustentar a animales o plantas, salvo unas escasas bolsas de vida dispersas. Por eso tanta gente ha viajado hacia el norte, a Ambria. El viejo Arberetor está condenado a desaparecer, si es que no lo ha hecho ya." -

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DÍA 13

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ANOCHECER.

El enorme ser conocido como Peñasco los sorprendió a mitad de conversación. A Puck le restultaba una criatura curiosa, pero al igual que él o el trocalengo parecía alguien que intentaba adaptarse a la vida entre los humanos.

-Tener un amo es una gran suerte, sobre todo si es como la mía, la gran Bashabarana-Yaga, si te cansas algún día de tu "libertad" quizás podrías buscar un amo. -¿Qué posibilidades tenía una criatura como ellos de ser reconocido en la vida? ¡Ninguna! Eran escoria para los humanos, condenados a tener las peores vidas y las peores tareas. Pero servir a alguien como la bruja era distinto, ya no era un simple trasgu insignificante, era el leal sirviente de Bashabarana-Yaga y su estatus creía a la vez que la fama de ella, por mucho que a su madre le pesara. Ante esa perspectica Puck no concebía una vida "libre" porque sabía que sería peor que la suya. Dicho aquello se volvió hacia Peñasco para contestar su pregunta.- ¡Oh! ¡No todos los trasgus tienen mi suerte, Peñasco! La mayoría deben pelearse por las tareas más ingratas, las que ni los humanos más necesitados quieren hacer. Pero algunos no queremos ese tipo de vida tan ingrato, hay algunos que se marchan en busca de tesoros y muchos menos que son aceptados en la escuela monacal. ¿Conocéis a Garm Gusnotorcido? lo criaron en la escuela y fue monje sus primeros años de vida, después se cansó y se convirtió en un cazatesoros de éxito. Otros preferimos entrar al servicio de grandes señores donde nuestros talentos estén mejor aprovechados. La mayor parte de mi familia ha servido a las brujas bárbaras durante generaciones así que yo decidí seguir la tradición.

En realidad Bashabarana-Yaga no era exactamente una bruja bárbara y eso había traído disensión desde un principio con su madre, pero Puck la servía lealmente y orgulloso. Esperó a ver si su respuesta había sido suficiente y después escuchó a Kanghmer y a Merkhet en su descripción de las tierras del sur. Paseó su mirada alrededor y algo le hizo abrir mucho los ojos y salir corriendo al lado de su ama. Sabía que no deseaba ser molestada pero aquello era importante.

-¡Ama! ¡Ama! ¡Lo he visto otra vez! ¡A ese viejo con bigotes blancos y una túnica y un gorro grande azul con dibujos de estrellas y lunas! ¡Se ha metido entre aquellas tiendas!

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ANOCHECER.

- "Se diría que alguien ha bebido demasiado mataratas esta noche..." -

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ANOCHECER.

Durante unos minutos Peñasco no habló, como si valorara las respuestas que tanto el trocalengo como el trasgu le habían dado. Finalmente algo parecido a una sonrisa apareció en sus labios y negó con la cabeza, pero con aire de estar satisfecho.

- Tampoco yo conozco a ningún otro de mi raza personalmente, Zazer. Y también yo soy como soy. Creo que eso último es común a todos los seres inteligentes. Se pueden predicar datos comunes a las distintas razas, pero por ahora ninguna de las que he conocido sus miembros son meras copias de un original. En cuanto al tema de la libertad o la esclavitud, yo no soy esclavo, aunque sí he elegido servir a un humano. Quizás sea mi postura una postura intermedia entre la de ambos. Pero... me gusta mi señor y su familia. Creo que servirle es bueno para ellos, y para mi.- tras las palabras, dichas sin la menor discreción o disimulo, el ogro guardó, nuevamente, silencio, antes de volver a hablar- También yo incomodo a los humanos. Creo que hasta nuestro buen Puck lo hace. ¿Pero es eso extraño acaso? ¿no incomoda o sorprende todo lo que es desconocido?- parece quedarse pensativo como si buscara responder a su propia pregunta aunque, cuando finalmente lo hace, su sonrisa desaparece un poco- Puede que no, después de todo. Puesto que vuestra presencia me agrada, y por muy sorprendente que sea, no me causa incomodidad o enojo- parece que la respuesta aviva nuevamente su curiosidad y mira, entonces, a Karlio- Mi señor Karlio, ¿es frecuente que lo extraño cause incomodidad y malestar a los humanos? ¿les pasa a todos o es sólo una sensación mayoritaria en su especie?

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DÍA 13

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ANOCHECER.

Karlio, aún a la espera de la respuesta sobre lo ocurrido a aquellos pobres refugiados, observó con curiosidad a aquel trasgo cuando mencionó a ese extraño hombre. Él no había visto a nadie que encajara con tan llamativa descripción, y le sonaba más bien a alguna clase de alucinación del pequeño ser. Mientras paseaba la mirada alrededor, en busca de pistas sobre ese hombre, fue interpelado por Peñasco.

-¿Eh? ¿Lo extraño?-preguntó, situándose en aquella conversación-Bueno... No me atrevería a hablar por toda mi especie. Un humano puede ser muy distinto de otro que viva bajo su mismo techo, no digamos ya en otro pueblo o sirva a otro país o intereses. Supongo que sí hay humanos que reaccionen con hostilidad ante todo aquello que les sorprende, mientras que otros serán más abiertos. Las personas son tan variadas como los matices en la luz de Prios.

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DÍA 13

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ANOCHECER.

- "Y luego tenemos a los bárbaros de Davokar. Esos salvajes parecen superficialmente personas, con dos brazos, dos piernas, dos ojos, nariz y boca, pero no hay que dejarse engañar. No son personas, son espíritus de la floresta oscura." -

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ANOCHECER.

Y como en el resto de su vida, Kanghmer tuvo que aguantar una nueva puya. Apenas se dignó en mirar de reojo al Cenizo. Por un momento se imaginó lo fácil que le resultaría retorcerle el pescuezo. Un movimiento rápido, golpear con nudillos en la garganta, girar y una vez a su espalda colocar las manos y un tirón brusco. Sencillo. 

Además el tipo era un inepto combatiente. Carne de cañón. Inspiró hondo y se limitó a escupir a un lado. No se merecía ni un segundo de su tiempo. Era mil veces más interesante la conversación que ofrecía el trasgo. Aunque fueran divagaciones sin sentido.

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ANOCHECER.

Mi mano se detiene de la labor de cepillar a mi caballo cuando escucho al idiota del Cenizo hablar de los bárbaros de Davokar. Había estado poniendo atención a todas las conversaciones que mantenían los cercanos, sobre todo a la que Zazer con Peñasco y Puck, pero lo que dijo el empleado de Karaghos definitivamente me llamó la atención.

Desvío la vista y miro a Kanghmer. Noto la tensión que mi amigo reprime, no porque sea obvia pues la oculta con pericia, sino porque le conozco tan bien que sé reconocer esos momentos, silenciosos y sin ningún escándalo, donde es mucho más peligroso que cuando levanta la voz.

Pero no le digo nada, merece su espacio. Me giro hacia el noble dueño de la caravana y le pregunto en voz lo suficientemente alta para que todos escuchen:

 - "¿Karaghos? ¿Haces una selección de los más subnormales o contratas a cualquier palurdo que se te presente?"

Miro de frente a Merkhet, directamente a los ojos, desafiante, con una media sonrisa, a ver si entendió lo que dije y se ofende.

La verdad es que se me apetecen unos buenos puñetazos y el Cenizo es tan bueno como cualquier otro. Dudo mucho que con el caos de este lugar pueda conseguir alguna muchacha o muchacho que caliente mi cama esta noche, así que irme acabar la jornada con un labio roto y algunos moretones parece una buena manera de dormir plácidamente. Bueno, si es que se le apetece.

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NOCHE.

El jefe de caravana hace un gesto pacificador con las manos, dirigido sobre todo a su guardia, que ya tenía el rostro ceñudo por la última frase de Seragoi.

- No contrato a mis guardias por su diplomacia, no lo voy a negar. Pero calma todos, por favor. Razón tiene Merkhet con lo que ocurre en el sur. Pero ya no estamos en el sur, sino a las puertas de Ambria. La maldición no llega hasta aquí. Aún.

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NOCHE.

- "Loado sea Prios." - Murmura quedamente mientras hace un gesto supersticioso para ahuyentar al mal.

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DÍA 13

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NOCHE.

Zazer se encogió de hombros.

-No entraré en las bondades de la servidumbre a un humano para quien es siervo ya que dudo que haya una sola. Siervo es siervo y señor es señor. No hay un plano de equidad, de igualdad. Uno está arriba, el otro no. Uno manda, el otro obedece. Uno trabaja gratuitamente y el otro se beneficia de dicho trabajo al tiempo que su bolsa no merma. Quizá no podrá venderse a un siervo, pero es demasiado cercano a la esclavitud como para que sea de mi agrado.

El explorador se levantó y comprobó el estado de la carne. Por su olor ya adivinaba que estaba en su punto.

-Traedme alguna tabla de madera para depositar esto -pidió y cuando se la trajeron, colocó allí los conejos. Con rapidez, apartó las brasas con la pala, retiró la tierra y se acuclilló para sacar los faisanes de su olla de hojas y tierra. Aspiró satisfecho el aroma, sintiendo que su estómago se retorcía de hambre-. Ya está preparada la cena. Como prometí. Para esclavos, siervos y señores.

Y entonces se volvió hacia el jefe de la caravana.

-¿De qué maldición hablas? -preguntó con curiosidad.

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DÍA 13

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NOCHE.

Una maldición... Kanghmer no es que creyera o dejara de creer en las mismas. Conocía bien de cerca los poderes de las brujas. Conocía a su hermana. Lo que en su mayor parte llamaban maldiciones en muchas ocasiones era superchería barata, pero en algunos casos traía verdaderas consecuencias arcanas.

El bárbaro se percató de que la conversación había captado el interés del trocalengo. El propio Kanghmer conminó al jefe de la caravana a responder con una simple mirada. También le interesaba a él cualquier cosa relacionada con dicha maldición. Y tenía por seguro que a su hermana le interesaría aún más.

- Sea cual sea esa maldición deberían consultar con Bashabarana... - Comentó fingiendo estar distraído, aunque realmente prestaba atención a todo lo que se decía. - Mi hermana es una experta en estos asuntos. - Informó.

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ANOCHECER.

Su ama seguía en actitud distraída y no hizo caso a las importantísimas preocupaciones de Puck, claro que la bruja tenía todo el derecho a ignorarlo y él estaba acostumbrado, sabía que tenía cosas mucho más importantes en las que pensar. Pero cuando la gente del grupo habló sobre cierta maldición y Kanghmer la mentó como experta el trasgu no pudo evitar intervenir.

-¡Si, si, si! La ama, la gran Bashabarana-Yaga, lo sabrá, ella es la más sabia de todas las brujas presentes. -Y que él supiera no había más por allí así que la afirmación tenía que ser cierta.- Pero ahora descansa, no debemos molestarla.

Ya que había estado ignorándolo y estaba claro que no quería ser molestada Puck esperaba ganar unos puntos conservando aquel estado de quietud e impidiendo que otros la estorbaran con asuntos que quizás no le incumbían. Además ya estaba lista la cena y el trocalengo había comenzado a separar la carne de las brasas así que con la rapidez que le caracterizaba cogió un plato y se acercó para seleccionar las mejores porciones para su ama.

-Muy buen trabajo amigo Zazer. Si tus conejos saben tan bien como huelen seguro que la gran Bashabarana recobra su habitual energía. -Se hizo con los trozos que le parecieron más apetitosos en la cantidad justa, tantos años de servicio le habían entrenado bien en el apetito que solía tener su señora y después se acercó con el plato donde se encontraba ella.- Mi ama, su más leal servidor le trae una deliciosa cena, espero que la disfrute. -Se la quedó mirando con una sonrisa inquietante antes de seguir hablando.- ¿Desea algo más? ¿Quizás un poco de vino? ¿Pan? ¿Alguna otra pieza de carne?