Partida Rol por web

Los cuchillos de Rael pasan veloces cerca del cuerpo del guarda. Un de ellos roza apenas su cuerpo

Como una gata saltando sobre su indefensa presa, Orquídea lanza su golpe de espada contra el guarda, pero el filo sólo llega a cortar el aire.

Viendo el poco éxito de mis compañeros me lanzo a por el único que queda sin dudarlo, con mi cuchillo en mano mostrando levemente los dientes y fijándo mis ojos dondo quiero que vaya a parar la hoja de mi cuchillo.

Salto fuera de la densidad oscura que emana del Lasombra. Apunto y disparo a las figuras que se retuercen y mueven como peces en la cesta de un pescador.

Uno de ellos exhala su último aliento. El otro tendrá que esperar.

Juan Manuel de Rosas luego de ver que todos sus compañeros acabaron con aquellos guardias y ya exhausto de tanto usar sus disciplinas,hace desvanecer la gran niebla oscura y los tentaculos y agotado toma asiento para decir:

-Disculpenme ahora compañeros pero estoy exhausto,por ende debo de descanzar,el resto de la misión se la encargo a ustedes.

Dicho esto se acerco a las escaleras y se sento.

Corro hasta el guarda más cercano con la intención de atacarle con los puños. Le doy varios golpes pero parece que resiste.

Giró sobre sus talones, describiendo un arco con su espada, como una bailarina de ballet en el escenario.

La hoja gira velozmente sobre el cuello de su oponente. Sólo un pequeño corte aparece en su mejilla, manchando de rojo su cara asustada.

Queda uno, él último y sin pensarlo me lanzó hacia él. Con mi arma blanca en mano me lanzó dispuesta a cruzarle el cuello con ella para que el olor de la sangre me embriague  con su suave aroma metálico.

Vuelvo a sentir el gatillo en las yemas de los dedos. Los aprieto, apuntando al hombre que está de rodillas en el suelo, paralizado de terror.

La balas vuelan por el viento, revotando contra los azulejos del pasillo.

La assamita mira a como Dalan intenta romperle el cuello al hombre, pero sin éxito.

Alza su espada, dispuesta a rematar a su pobre víctima, cuyo único pecado fue hacer su trabajo. Se lanza, pero en ese momento, el suelo tiembla ligeramente y se empieza a escuchar un rugido por encima de sus cabezas: vuestro tren a llegado.

Despistados, los ojos de Orquídea miran arriba, errando su golpe fatal.

Orquídea falla su ataque. A mí también me despista el sonido del tren sobre nosotros, pero me mantengo concentrada y trato de acabar loq ue tenemos entre manos. No debemos entretenernos pues se nos acaba el tiempo.

Kashya se abalanza sobre el aterrorizado del guardia. Sus golpes son certeros, duros y dolorosos. Su cuerpo se tambalea un poco, hasta que cae al suelo, como a cámara lenta, donde el choque contra las baldosas produce un sonido hueco.