Partida Rol por web

- ¡Hupmf!- Protestó el monje al ver sangrar a Nalfeim. Se quedaba intranquilo, aunque dijera que estaba bien. No dejaba de ser un hombre mayor. Naja se encontraba bien, pero tenía el estómago revuelto por los efluvios que allí se respiraban. No ayudaba percatarse de que el líquido viscoso que llevaba la piscina no era otra cosa que sangre. La penumbra reinante en el lugar no le dejaba ver nada y casi que mejor para lo que había que ver. Su parche le permitió ver primero a las deformes criaturas que se les aproximaban.

- ¡Cuidado!- Advirtió a sus compañeros mientras elevaba el bastón de Mugarius, pero ya era demasiado tarde. Las abominaciones se materializaron alrededor, molestando con sus sucias zarpas, repugnantes apéndices e infectas bocas.

La situación era peliaguda, cuanto menos. Sentía tanta tensión en el ambiente que podría cortarse con un cuchillo. Era como si cualquier gesto amenazante pudiera prender la mecha y hacer explotar todo.

Autocontrol. - ¿De qué servía iniciar el combate ahora? Estaban rodeados, en un lugar que les era extraño del que no sabían cómo escapar y, lo más importante, aún no sabían donde estaba Elysabeth, como bien le recordaba la insistente voz de Tergrar.

- ¿Qué habéis hecho con mi Ely?- Preguntó el padre a través de la boca del monje que casi hizo un gesto para taparse la boca. Arruinada ya la estrategia de Jess daba igual poner las cartas sobre la mesa.

Jess hizo un último esfuerzo para escusarse y defender su mentirijilla echada abajo por el inoportuno comentario del santo.

No, es decir... Es un viejo chocho, confunde nombres, y es lo que generalmente se conoce como un imbécil integral. Ains... Vaaaaaaleeee... Puede que mi nombre sea Jess. Mu-chas-gra-cias por el aporte, Padre Dámasor.

Se sacudió el diablillo verde de una pierna y el duérgar verde de la otra. No podía permitirse el lujo de bajar los ojos hacia el suelo, ni vió al diablillo salir de su manto de invisibilidad, y tan solo supuso que en ambos casos se trataba del mismo molesto esclavo pequeñajo acercándose más de la cuenta.

Pero el círculo se achicó, el grupo de aventureros se hizo enjambre, y Jess se había quedado sin espacio para bailar. Le hubiese gustado usar los eslabones a modo de cadena armada, con un duérgar contundente y lacerante en un extremo, de modo que un movimiento bastase para estampar los genitales de Bill en la sonrisa presuntuosa de Jennifer. Pero estando entre Naja Naja y Sîglü, casi comprimida, si la cadena alzaba el vuelo esos huevitos oscuros podían terminar en la boca de cualquiera.

Es extraño eso de ser "hija de". Solo eres un apéndice. Es impersonal. Te roba toda la intimidad. Estoy aquí, y aún así oigo a Ely llamarme. No puedo dejar de oír. No es su voz, es solo ruido, estática, un murmullo que suena en tu cabeza hasta volverte loca. Es una atracción. Sé que no me está llamando realmente. Sé que ella no me necesita. Pero yo sí la necesito a ella. Siento una excitación. Un frenesí por estar más cerca de Ely, y sé que irá a más si la alcanzo. Creo que tú entiendes eso, Jennifer. Yo busco ese placer. El placer de estar con ella. Y no pararé hasta conseguirlo. Espero que lo entiendas cuando haga... ¡esto!

El destello de un filo plateado saltó desde la cintura de Jess cuando desenvainó su cimitarra de hierro frío, y ascendió tratando de firmar con una bonita cicatriz la cara preciosa de Jennifer ahora que se había acercado lo suficiente.

Aunque han transcurrido muchas décadas desde que hice mi voto de castidad y muchos años desde que mi avejentado cuerpo dejó de sentir las pasiones de la carne, lo cierto es que la proximidad de la joven de la armadura de cuero despierta en mí una tormenta de sensaciones largo tiempo olvidadas.

Su primera pregunta me desconcierta y, si bien es cierto que estoy seguro de conocer la respuesta, no lo es menos que me resulta imposible recordarla. ¿De quién soy padre? Por mi edad y mi experiencia podría decir que, en cierto modo, supongo que me siento padre de todos.

Imágenes perturbadoras asaltan mi mente antes de que tenga ocasión de responder y la siguiente pregunta burlona parece llegar directamente a mi cabeza sin pasar por mis oídos.

—Lo... lo... lo... Él lo-lo-lo sa... —no puedo evitar balbucear una respuesta mientras pienso que esto no está bien, que esa túnica verde está más desgastada que la mía y que deja ver las partes pudendas de la muchacha— sa-sabe todo. Ilmáter lo... lo sa-sabe to...do.

Unas criaturitas repugnantes y contrahechas se nos acercan pero ninguna se atreve a hincarme el diente, o tal vez es que no me encuentran tan apetitoso como algunos de mis compañeros más jóvenes. Tal vez en condiciones normales me preguntaría cómo es posible que haya logrado acercarse tanto a mí o si es posible que mi dios me haya abandonado pero en estos momentos no estoy como para hacerme muchas preguntas y me limito a empuñar mi bastón para tratar de alejar al monstruito alado que acosa a nuestro guía gnomo.

Sala de los renacidos

Fortaleza infernal.

Plano abismal.

- ¿Qué habéis hecho con mi Ely?-

    Ambas Súcubos se volvieron para observar a Naja-Naja.-¿Tu Ely?- Respondió Jennifer. Sus ojos escrutaron al monje, pero no lograron atravesar su fría mirada.

-Ahora es de la diosa- Respondió Yada.

-Es nuestra hermana- Aseguró Jennifer.

oigo a Ely llamarme. No puedo dejar de oír. No es su voz, es solo ruido, estática, un murmullo que suena en tu cabeza hasta volverte loca. Es una atracción. Sé que no me está llamando realmente.

-Claro que te está llamando- Dijo Jennifer. –Te quiere a su lado…A todos vosotros- Añadió abarcando a todo el grupo abriendo sus elegantes brazos.

Los pequeños diablillos estallaron en carcajadas. El escamoso que acosaba a Bill dejó en paz al dúergar para agarrar por detrás al que parecía una bola y escenificó su sodomización. El sapo croó sus risas hasta acabar boca arriba, incapaz de mantenerse en pié. El escamoso, alentado pos su público, añadió unos azotes a su numerito hasta que un bastonazo de Dámasor le sacudió en la cabeza.

Ilmáter lo... lo sa-sabe to...do.

Se hizo un silencio sepulcral. Diablillos y súcubos miraron fijamente al santo hasta el escamoso se levantó aturdido, rascándose la nuca. Al tocarse uno de sus cuernecillos, su apéndice se desprendió y se quedó mirándolo incrédulo. El resto de diabillos estalló de nuevo en carcajadas y burlas, esta vez hacia su congénere.

Espero que lo entiendas cuando haga... ¡esto!

Jess acabó su discurso desenfundando una de sus cimitarras y propinando un tajo sesgado en la cara de Jennifer. El hierro frío emitió un tañido de lamento y el filo quedó mellado en esa parte.

Los diablillos volvieron a enmudecer. Esta vez no había un ápice de humor en sus horrendos rostros.

Los ojos de Jénifer destellaron un odio chisporroteante. Se llevó la mano al rostro comprobando que no había sufrido ningún daño y respondió entre dientes:

-Queréis a vuestra Ely…Pues toda para vosotros- Siseó antes de esfumarse.

    Yada lanzó una sonrisa cruel y dio un paso atrás antes de vaporizarse como su compañera. La súcubo permaneció unos segundos más en su cabeza, profanando su mente con todas aquellas imágenes obscenas. Yada se alejó del grupo onírico de jóvenes que trataba de seducirlo y curioseó por sus recuerdos. Entró en la casa de sus padres, los saludó; después paseó por su templo, ojeó las escrituras que tanto había estudiado. -¿Qué has venido a hacer aquí "Padre"?- Susurró en su mente. La Yada onírica acarició la barba de Tergrar, se detuvo frente a Ely y desapareció tras la puerta de la posada.

    Los diablillos dejaron escapar un murmullo de temor y se retiraron a toda prisa hacia sus madrigueras. El escamoso, incapaz de volar, quedó atrás y se arrastró hasta un hueco tras una escultura de la pared. De él solo quedaron dos puntos rojos refulgiendo en la oscuridad.

   La sala se quedó casi en silencio. Los diablillos siseaban desde sus rincones palabras solo comprensibles para el santo. En incluso para él, carecían de lógica. Los trazos del portal parecían consumirse como brasas de una lumbre. Poco a poco, los trazos de tiza se consumían y se atenuaba su brillo anaranjado. Entonces se escuchó un burbujeo en la piscina de sangre allí donde Jennifer estaba acariciando su superficie. Poco después emergió el cuerpo desnudo de una joven que parecía la versión más decrépita de Ely. Su boca y sus senos apenas sobresalían de la superficie. Tenía los ojos cerrados, pero las cicatrices del sufrimiento eran claramente visibles en su rostro. Entreabrió los ojos y observó el techo de la sala con terror. Los diablillos murmuraron de nuevo desde las alturas.

La joven braceó hasta alcanzar el borde de la piscina y logró salir con dificultad. Su cuerpo estaba penosamente delgado y su palidez se apreciaba a medida que la espesa sangre goteaba hasta el suelo de piedra. Consiguió gatear unos pasos y finalmente se desplomó.

-No es mi Ely- Dijo la voz de Tergrar.

Naja-Naja nunca había escuchado al espíritu que llevaba dentro con tanta claridad. Hasta el punto que se dio la velta para asegurarse de que no estaba detrás suyo.

-No es mi Ely- Repitió una vez más. -¡Mátala!-

La voz era tan rotunda y despiadada que no pudo evitar la sospecha…¿Y si era una de aquellas diablillas metiéndose en su cabeza?

-Maldita sea jovencito…¡Haz lo que te digo!-

La voz de Jennifer susurró en la mente de Jess:

-Porqué te pones del lado de esa abominación de vejestorio santurrón. El acabará en tu contra, por voluntad propia o de su dios. Si te he devuelto a Ely es solo para demostrártelo. Tú tienes mayor potencial. Cuando maten a Ely, vendrás a mí.-

Al ver que se desencadenaba el combate y que la súcubo trataba de escapar el monje lanzó un rápido bastonazo hacia ella. Afortunadamente los diablillos, aunque numerosos, huían también. ¿Qué demonios iba a salir de la superficie ondulante de la piscina para que huyeran así? Poco a poco la viscosa sangre resbalaba e iba dejando ver el cuerpo que cubría. Costaba reconocerlo al principio, teñido de rojo carmesí, pero después todos los presentes pudieron apreciar que se trataba de Ely.

- ¡Esa no es Ely!- Gritó a sus compañeros con la esperanza de que Jess, convertida en vampiro por la hija de Tergrar, pudiera percibir que lo que decía era cierto. Azuzado por el fantasma de Tergrar que convivía en su interior el monje salió disparado a ejecutar sus órdenes. Si su propio padre decía que esa no era su hija el monje no tenia que preguntar a nadie más.

Las criaturitas deformes huyen atemorizadas tan pronto como atizo en la cabeza a la primera de ellas. Sin embargo, también lo hacen las adorables féminas que nos dieron la bienvenida a este lugar antes de que tenga ocasión de excusarme y asegurarles que soy un hombre pacífico y que nunca les pondría la mano encima.

Por el modo en que las muchachas se desvanecen, bien pienso que deben ser magas de alguna clase como lo es nuestra durmiente Naerish. Es ese hilo de pensamientos y no otro el que me lleva a interesarme por la salud de la hechicera y del aguerrido paladín enano. Después de un viaje tan largo nadie puede culparlos de querer echar una cabezadita y yo mismo estoy deseando hacerlo, pero me acerco a ellos para comprobar que efectivamente se encuentran bien. No vaya a ser que su repentina debilidad se deba a otras causas más allá del mero cansancio.

Ocupado como estoy, no reparo en la aparición de Elyzabeth hasta que escucho al hombre-serpiente afirmar lo contrario y lanzarse a por ella. Desde mi sorprendida posición, observo horrorizado cómo el descontrolado monje se ensaña con la pobre chiquilla a la que apenas le quedan fuerzas para salir de la piscina carmesí tras su baño relajante.

A ver... ¿Esto de hablar en la cabeza de la gente es bidireccional? Probando, probando... Uno, dos, tres... ¿Me escuchas, Jennifer? ¿O ya te has alejado demasiado como para recibir mis pensamientos? Probando, probando...

Bueno, no tengo muy claro si puedes oír lo que tengo que decir, pero allá va... ¿Cómo te lo digo? No es tanto que esté del lado del viejo chocho, sino más bien es que me es útil. Es un tipo que multiplica panes y peces. Es como llevar una despensa a cuestas. En previsión de que el viaje fuera largo, con todos ellos como carne de cañón para moverme por aquí mientras busco a Ely, ellos necesitan alimentarse.

Además... Pffff. ¿No pensarás en serio que alguno de estos mojigatos van a levantarle la mano a Ely, verdad?

¡NAJA-NAJA! ¡NOOOOO! ¡NO LE DES PATADAS! ¡¿PERO QUÉ HACES, SERPIENTE TRAICIONERAAAA?!

¡NAJA-NAJA! ¡QUE NO, LEÑE! ¡NO LE DES PATADAS! TÚ A MI ELY NO ME LA TOCAS-le riñó.

¡Habrase visto! ¿Va a saber Naja-Naja mejor que Jess si esa es Ely o no? Ni que tuviera un parche mágico del país de las piruletas para ver a través de las ilusiones. Pues Jess se crió con Ely. ¿Quién de los dos va a saber con mayor grado de acierto si se trata de Ely o no?

¡Como le vuelvas a tocar un pelo, te las verás conmigo! Tranquila, Ely. Mira si te conozco, que sé que desde niña fuera de casa no comes nada bien. Así estás de desnutrida y pálida. Pero lo tengo todo controlado.

Jess clavó la cimitarra en Bill y avanzó por la península de piedra en dirección a Ely. Tiró de la cadena para hacer avanzar al duérgar a su lado, pero tenía problemas para conseguir su colaboración.

Vamos, Ely. Te he traído comida. Bebe la sangre de Bill, te sentirás mejor. ¡Bill, no hagas esto más difícil! ¡Mueve tu puto culo!

   A pesar de que Yada había desaparecido de la vista de Dámasor, el santo aun sentía a la diablesa danzar por sus pensamientos. Cada vez que parpadeaba veía fugaces destellos de su presencia. Su aroma agrio y sulfuroso impregnaba su mente. En cuanto pensó en Fornund y Nerisnath, La súcubo le susurró: -Se están ahogando. No puedes salvarlos, acaba con su sufrimiento- Pero entonces el enano movió una de sus robustas botas, luego una mano y después parpadeó confuso. El olor a azufre, el calor y la presión en sus oídos eran insoportables.

Sîglü salió de su estupor al ver a su mentor volver a la vida. Corrió tras el único diablillo a la atura del suelo, pero el escamoso se escurrió aún más en los huecos de la pared y no pudo rematar el trabajo de Dámasor.

Naja-Naja Trató de alcanzar a Jennifer antes de que se desvaneciera, pero no fue lo bastante rápido y el bastón solo siseó en el aire. El ambiente era tan denso que se podía mascar y el monje se sintió por primera vez más lento que sus enemigos.

Al ver a la joven emerger de la piscina, Naja-Naja fue el primero en acercarse, pero en lugar de ayudarla, la pateó con fuerza. El sonido del impacto fue seco y duro, como si hubiera golpeado un jabalí en lugar de una escuálida muchacha. Ely rodó por el suelo y quedó espatarrada de forma nada decorosa para su desnudez. Nalfeim se llevó las manos a la cabeza. Incluso los diablillos enmudecieron al oír semejante golpe.

Nalfeim corrió a auxiliar a la joven, la escudó con su cuerpo y gritó a su hijo:

-¡¿PERO QUÉ HACES NAJA?¿TE HAN COMIDO LA SESERA? NO LO PERMITIRÉ!- El clérigo sacó uno de sus pergaminos y con las manos temblorosas lanzó un conjuro de protección sobre la muchacha ensangrentada.

Tras unos segundos Ely abrió los ojos de par en par y se llevó la mano al costado contusionado. Abrió la boca para suplicar algo, pero la voz no salía de su escuálido cuerpo.

Jess trató de arrastrar a su prisionero hasta Ely, pero el dúergar se agarró a los tobillos de Jagga. La orca lo miró con desprecio y se lo quitó de encima, pero el enano volvió a enrocarse, aferrándose al borde labrado de la piscina.

–¡ÑiɈ hɐε tømøꝐoꝵcuꝈo ꝴiña-vampiꝵa!- Maldijo con voz ronca.

La joven vampira reaccionó echando mano de su cimitarra empalando al enano. “Bill” aulló de dolor y no pudo evitar soltarse del borde del estanque, pero en cuanto la aventurera tensó la cadena, volvió a aferrarse como una lapa. –¡ÑiɈ ÑiɈ ÑiiiiiiiɈ!- Suplicó lastimeramente.

Jess trató de observar la reacción de Ely al ver su “ofrenda”, pero la joven estaba tan crispada que no fue capaz de sacar nada en claro.

Nalfeim se llevó la mano a la sien como si un dardo le hubiera alcanzado. Se volvió hacia sus compañeros y masculló: -¿Es que no lo sentís? Algo se está intentando adueñar de nuestras mentes-

Entonces se escuchó un aleteo sobre sus cabezas. Yada los observaba desde las sombras del techo de la sala con una sonrisa cruel y despiadada. La súcubo de armadura negra mecía suavemente unas alas oscuras como las de un murciélago. Miró a los aventureros como si no fueran más que simples gusanos y Bufó malhumorada:

-Patéticos mortales. Solo os dejo vivir porque quiero ver como alimentáis a vuestra amiga…U os matáis entre vosotros- Añadió mostrando una dentadura perfecta.

Al ver a Ely desmadejada como una muñeca, la mente de Naja Naja se quedó en silencio. La presencia de Tergrar desapareció justo cuando más necesitaba de su consejo. Pero entonces escuhó unos sollozos extraños. Nunca había oído un fantasma llorar. Ni siquiera sabía si aquello era posible, pero se concentró en su interior y Tergrar volvió a hablarle:

-¿Y si me he equivocado Naja Naja?- Preguntó con voz vacilante. –Siento que Ely está cerca, pero no puedo creer que sea ella- Aquellas palabras le recordaban demasiado a las de Isabella, la mujer de Tergrar. El espíritu del viejo aventurero se estaba viniendo abajo: -No puedo permitir que te enfrentes a tu padre…Dile a esa bruja alada que le ofrezco mi alma a cambio de la de mi hija-

Naja dejó de golpear aEly, pero no por las patéticas advertencias de su padre o de la vampira Jess, sino por las palabras de Tegrar.

¡¿EQUIVOCADO?!- Rugió en su interior el monje rabioso y miró a su padre algo avergonzado.- Yo...Tergrar me dijo que no era ella...- Se justificó, aunque el daño ya estaba hecho. Clavó su mirada en la asquerosa súcubo.

- ¡TU! Nosh la vamosh a llevar por lash buenash o por lash malash. Te ofrezco un intercambio por ella.- No es que le pareciera bien lo que le sugería Tergrar, pero al menos era algo que un verdadero padre haría. Al menos no la dejaba abandonada a su suerte durante años, como habían hecho con él. Después se dirigió a Jess.- Vamosh, no te quedesh ahí parada. Usha la cadena para llevanosh a Ely.

Usha la cadena para llevanosh a Ely.

-¿Una cadena?- Respondió de repente Elyzabeth haciendo que todos se dieran la vuelta para mirarla. La joven se había incorporado. Sus brazos cruzados cubrían sus seños y juntaba las piernas en un fútil intento de cubrir su desnudez. La sangre que cubría su cuerpo escurría poco a poco sobre el suelo de piedra y Dámasor apreció de inmediato que no había moretón alguno donde Naja Naja la había golpeado. Sin embargo lo achachó a la naturaleza vampírica de la joven y el santo volvió a concentrarse en despertar a Fornund.

Cuando Jess trató de acercarse con Bill, Elyzabeth levantó una mano para detenerla. –¿Después del calvario que he pasado esperaba un poco de cariño y me traes un repugnante dúergar encadenado?...Qué decepción Jess, que decepción- Repitió en un tono insólito. Sus ojos también lanzaron un pequeño reproche al monje y añadió encogiéndose de hombros inocentemente:  -Yo lo que necesito es un poco de ropa…y tal vez un abrazo-

Después de los horrores que sin duda ha pasado la encantadora Elizabeth, encuentro sus demandas de lo más razonables. Aunque por desgracia yo no tengo más ropas que ofrecerle que los harapos con que cubro mis vergüenzas, sí puedo ofrecerle el consuelo de mis viejos brazos. El Quebrantado ama a los inocentes que sufren por encima de todos los demás.

Apartando gentilmente con mi bastón a aquellos que se interponen en mi camino, paso entre la hembra de orco y el grisáceo duergar y a punto estoy de tropezar con la cadena que lo mantiene cautivo. No me queda más remedio que rodear el obstáculo y avanzar hacia la pequeña piscina carmesí pasando junto a la pequeña Jessy, al alterado hombre-serpiente y al sensato Nalfeim.

Mi bastón repiquetea contra el suelo cuando lo dejo caer para ofrecerle mis brazos abiertos.

—Ya e-e-estás en casa. Do-donde está Ilmáter tendrás si-si-siempre tu... tu ho-hogar. Bienvenida pe-pequeña mía.

Jess enarcó una ceja de suspicacia. Ely estaba muy rara. Podía tragarse con un cambio de humor repentino, ya que la propia Jess, últimamente, sentía que todos los días eran esos días del mes. Pero lo que no se podía tragar era todo lo demás.

A ver... Yo tengo una muda de ropa en la mochila, ¿pero cómo que quieres ropa? ¿Qué mierda es esta? Eso me pega con la Ely de antes, más normalita. Pero yo recuerdo a Ely con un montón de sofocos, que se desabrochaba la blusa cada dos por tres porque decía que tenía mucha calor. Y estaba siempre enseñando, como una golfa. A mi no me vengas con cuentos, la Ely vampira ni siquiera se molestaría en pedirme ropa.

¿Y qué es eso de pasar de beber sangre? Tía... que te vi comerte una ardilla. ¡Una ardilla! Que esos bichos contagian la rabia. ¿Y me desprecias al duérgar? Míralo, ahí, todo rellenito de sangre calentita.

Jess hizo un receso para lamer la sangre de duérgar que bañaba el filo de su cimitarra. Así, lentamente, como degustándola, pero con cuidado de no cortarse la lengua.

A mí hasta me sabe a sangre de humano normal y corriente. Bueno, casi. No tan dulce como siempre, porque se nota que es viejo, y tiene poso amargo, con un bouquet a piedras renales que tira para atrás-cómo se notaba que Jess venía de una aldea vitivinícola, que entendía de caldos-, pero se sorbe bien. No tiene nada de malo.

¿Qué te ha pasao? A ver si va a ser cierto lo que dijo Naja-Naja, y tú no eres la verdadera Ely.

Que Naja-Naja tuviera razón era la última opción que Jess consideraría, pero es que la otra opción es que Lord Lustmord se hubiese hecho bueno, y hubiese desvampirizado a Ely, que era una posibilidad más remota todavía.

Entonces pasó cerca, correteando en sus sandalias, el viejo Dámasor. A Jess le entró un escalofrío, con esa aura suya que se gasta que siempre le pone los pelos de punta, pero se alejó por la pasarela a la misma velocidad que ella retrocedía, y con él se fue el mal yuyu. Jess quedó a la espectativa. Ya le quedaba lejos la etapa en la que ayudaba a los demás, como ahora para preocuparse por una Ely que con bastante probabilidad no era Ely. La falsa Ely tendría que lidiar con el viejo chocho ella sola.

Menos mal que siempre te tendré a ti, mi fiel Bill-palmeó desconsideradamente la calva del duérgar al que segundos antes había pinchado con una cimitarra.

- Yo...Tergrar me dijo que no era ella...-

-¡¿Qué Tergrar te dijo qué?!- Repitió Nalfeim ojiplático.

- ¡TU! Nosh la vamosh a llevar por lash buenash o por lash malash. Te ofrezco un intercambio por ella.

   Yada miró a Ely y a Naja-Naja y comenzó a descender lentamente sobre la piscina de sangre: -¿Dónde tienes escondido a Tergrar?- Preguntó con tono sinuoso.

–No nos interesa otro esclavo dúergar, pero aceptaría el alma de ese Tergrar ofrecida voluntariamente…O mejor la tuya – Sonrió lasciva.

–Esa pose enfadada…Hmmm, me encantaría desbravarte- Se relamió.

Pero yo recuerdo a Ely con un montón de sofocos, que se desabrochaba la blusa cada dos por tres porque decía que tenía mucha calor. Y estaba siempre enseñando, como una golfa.

Yada se miró las uñas: -Me gusta más esa Ely que la que apareció por aquí.- resopló- ¿Una ardilla? ¡Pffff, qué patético! Si yo gobernase el abismo…-Se mordió el labio.

Su expresión cambió al mirar a Jess de arriba abajo.- Es una pena que tú ya no tengas alma. Me quedo con el monje tatuado...Esa lengua tiene que hacer maravillas- Fingió ruborizarse.

Dámasor se abrió paso entre sus compañeros para llegar a Ely. La sangre de la piscina comenzó a hervir alrededor del santo, salpicando los bajos de su harapienta túnica. Las gotas chisporrotearon y se consumieron al entrar en contacto con el padre. Los diablillos lanzaron una exclamación ahogada al ver semejante efecto. Yada y Ely no pudieron evitar cruzar una fugaz mirada de preocupación. La superficie de la esfera de protección de Dámasor crepitó cuando el padre avanzó forzándolas a su interior.

Ely dudó si aceptar el abrazo del santo. Finalmente prefirió lanzarse a los brazos de Nalfeim. El clérigo fue a decir algo, pero entonces la joven lo besó con fuerza. El clérigo sonrió con condescendecia y trató de calmar a la muchacha, pero Ely se aferró más fuerte y metió su lengua en la boca del viejo amigo de su padre.

Yada no pudo reprimir una carcajada. Entonces Dámasor pudo ver como la piel de Nalfeim se cuarteaba y perdía todo su color. El clérigo quiso toser, pero Ely no le soltaba hasta que de pronto, un montón de cuerpos empezaron a emerger a la superficie.

Cerca de Dámasor apareció un ser alado, encogido como en una crisálida y delante de Jess un humanoide sin rostro.

-¡Mis niños!- Aulló Yada.

Naja Naja escuchó un burbujeo detrás suyo y al volverse encontró a una segunda Ely empapada en sangre tratando de salir del estanque.

-Hola…CRRROP.- Eructó una joven idéntica a la que habían visto salir de la piscina momentos antes.- ¡Oh dios mío, he tragado un montón de sangre!- Dijo algo confusa, como si acabase de despertar de una siesta demasiado larga.

Los ojos de Yada refulgieron de ira y descendió en picado sobre el ilmaterino: -¡Maldito santurrón, fuera de mi piscina!- pero la Tanar´ri rebotó contra el aura sagrada de Dámasor y se quedó frustrada a 20 pies de altura, agitando su cimitarra en llamas. La súcubo dio una orden mental a sus secuaces y los pequeños diablillos salieron de sus escondrijos y se lanzaron de nuevo contra el grupo de aventureros.

Esta vez su ferocidad fue brutal, compensando su pequeño tamaño. Sîglü se llevó la peor parte cuando dos diablillos se le echaron encima. Sus garras eran tan afiladas, que la enorme orco apenas sintió los cortes en la piel, pero no tardó en sentir un frío intenso y comenzar a tiritar. Poco después se sintió agarrotada y vomitó espuma por la boca. Las pequeñas criaturas también atacaron a Jagga y Jess. Los cortes no les produjeron daños, pero el veneno afectó a la otra minera orca que comenzó a sentir los mismos síntomas. Las pieles verdes respondieron atacando con sus picos de mineras, pero no consiguieron alcanzar a ningún enemigo.

Jess alcanzó a ver como un pequeño sapo cornudo saltaba sobre Nerisnath. La criatura aprovechó que la maga estaba inconsciente para husmear entre su ropa y después plantó su abulto abdomen sobre la boca y nariz de la Thayana para asfixiarla.