Partida Rol por web

Jack quisiera responder al señor Yeats. Duda por un instante, sus libros favoritos no son los de caballerías sino los románticos. ¿Pero cómo iba un curtido marino mercante a admitir que se enternece cual muchacha ante una historia de amor? No, no podía decir eso. Intenta devanarse los sesos pensando en otro libro de caballerías… No se le ocurre ninguno así que agradece que haya llegado la hora de la visita del doctor. Deberá pensar en algo para la próxima vez que saque el tema… Eso o admitir que lee novelas románticas… No, eso no va a pasar.

- Fiuuuu… - Lanza un silbido al entrar en el despacho del doctor, sorprendido por el montaje que ha preparado el doctor. – Buenos días, doctor. – Dice tras tomar asiento donde éste le indique. Después de esto, espera paciente las instrucciones del doctor las cuales acata dócilmente.

• Era una calle oscura y silenciosa.
• Al final siempre llega la muerte.
• Las ropas de la víctima eran viejas, estaban raídas y sucias.
• Algunas malas personas merecen sufrir.
• El hombre que huía no esperaba encontrar su final.
• Todos los seres humanos nacen, crecen y mueren.

Jack responde a las preguntas casi sin pensar. Luego, con algo de tiempo intenta razonar el porqué de éstas respuestas y… No puede. Empieza a temer por su propia cordura, a lo mejor merecía hacer compañía a los inquilinos de este coqueto albergue.

Jack se despierta sobresaltado debido a la penetrante voz del doctor. - ¡Eghqué? - Ve que está en el despacho del doctor Millner, junto con sus compañeros de tratamiento. - Oh, discúlpeme doctor. Verá, es que no he dormido bien últimamente. He tenido muchas pesadillas... ¿Sabe? - Mira a sus compañeros con media sonrisa y con cara de complicidad, esperando que alguien riera la gracia. Aunque en la situación en la que estaban... Se da cuenta de que no es el tiempo ni el lugar así que la sonrisa muere en sus labios y contesta al cuestionario de forma rápida y casi sin pensar [mensaje anterior xD]

El marino se queda mirando a la señorita MacGuffin cuando el doctor le pregunta. En verdad es la más pura de los cinco, ella e Iván parecían los único que las malas decisiones y el alcohol barato no habían destruido la vida. Jack permanece callado mientras espera que el doctor le pregunte algo a él, no quería volver a ponerse en ridículo interrumpiendo de nuevo la sesión.

Al escuchar mi nombre no pude evitar sobresaltarme. El doctor tenía razón, había estado esquivando el término muerte y todo lo relacionado con ella de manera compulsiva, aunque no podía explicar el por qué.

-No... no lo creo doctor. Hace cinco años perdí a mi padre, pero aunque fue triste, no hubo nada violento o traumatizante en el acto. Padeció una larga enfermedad, tanto que su despedida de este mundo, casi fue un alivio para él.

Miré a los demás consternada. Era incómodo sentir sus ojos posados en mí, examinándome como si fuera un bicho más raro aún. Pero no podía ofrecerles otras explicaciones. Hasta donde yo recordaba, el único ser querido cercano que había fallecido era mi progenitor.

El doctor Millner escucha atentamente las palabras de lucrecia mientras niega con unos suaves movimientos de la cabeza.

- Hay algo más, me atrevería a aventurar de que se trata de algo más profundo. Esas dudas no son por la muerte reciente de un familiar sino por algo más profundo... pero ahora no es el momento de hablar de ese tema.
Les ofrezco que se queden aquí, en el sanatorio de West London, así podré atenderles esta noche y comprobar en persona sus sueños misteriosos. ¿Que les parece mi propuesta?

Después de la respuesta de la señorita, o bien ella miente o bien el doctor va dando palos de ciego... Aunque no tengamos nada mejor. Es eso o la perspectiva de acabar loco y totalmente alcoholizado.

Ante la propuesta del doctor de quedarnos doy un salto involuntario sobre mi asiento. Poco me gusta la perspectiva de pasar una noche rodeado de gente totalmente loca... Desquiciada. No. No quiero. No hay cosa que me apetezca menos... Pero por otra parte, volver a salir ahí fuera y volver a soñar...

Nikolay quedar. Nikolay querrer currasión. ¿Haberr habitasión trranquila sin enferrmos serca?

Pregunto, algo nervioso, tanto por la presencia ligeramente amenazante del doctor como por sentir el silencio a su alrededor cuando habla.

- Entiendo sus dudas, señor Vólkov, pero no pensaba ponerles con los enfermos comunes. Ustedes son mi grupo de estudio, así que usaremos las celdas de seguridad que usamos para los prisioneros más feroces. Créanme, es el lugar más seguro de este sanatorio - responde el doctor Millner mientras juguetea con su reloj de bolsillo luciendo una media sonrisa en el rostro.

Tus ojos somnolientos se alzan cuando oyes la voz del doctor y observas su rostro. Hay algo ahí, en esa sonrisa, que te recuerda la expresión que viste en algunos bandidos cuando vivías en la calle. Esa expresión de superioridad que tiene la persona que ejerce el poder contra el débil. Hay algo en esa sonrisa que no te huele bien. No sabrías aventurar la razón pero te parece que ese doctor quiere teneros cerca por algo más que ayudaros con vuestro problema. Es como si quisiera aprovechar la oportunidad para experimentar con vosotros o tal vez algo más oscuro.

Gregory se encogió en un escalofrío cuando la boca del doctor formó una sonrisa en su cara. Ya había visto esa sonrisa en otros rostros y en otros lugares... y esos malos recuerdos hacían que no le diera buena espina.

"Por el amor de Dios, ¡es el doctor Millner! ¡Un médico! Se supone que intenta ayudarnos, ¿qué tonterías estoy pensando?", se regañó a sí mismo el viejo por atreverse a pensar tales sandeces. Y sin embargo, seguía sin poder apartar la mirada de las alzadas comisuras de la boca del hombre.

- Si no le importa, doctor, yo preferiría hacer noche en mi casa. Yo... eh... bueno, mi familia está preocupada por mí y no quisiera... bueno, aparte de las pesadillas, tengo otros problemas y... -Gregory se notó divagando una vez más en un mar de demasiada información, y cortó sus excusas de manera tajante-. En fin, que si no es molestia, prefiero irme a casa. 

Bajó la mirada con cierta vergüenza. No quería ser él la oveja negra de la terapia, pero realmente quedarse en el hospital no le daba ninguna confianza.

Las palabras de la dama reafirmaban la opinión de Jack de que era la única adulta de la sala con algo de pureza e inocencia. No debía tener oscuros secretos como él o sus compañeros, no podía. La noticia del doctor... - Estaba esperando que propusiera algo así, doctor. Cuando quieres predecir el clima necesitas observar el cielo, medir la humedad y la velocidad del aire, la presión atmosférica... Para saber qué nos pasa en la mollera es lógico que quiera observarnos mientras dormimos. O mientras NO dormimos. Yo no tengo problema alguno en quedarme una noche o las que haga falta. Total, nadie me espera en Londres... - El hombretón se encoge de hombros de forma visible. 

El doctor Millner os escucha hablar y cuando se produce un silencio toma la palabra.

- Por favor, no se sientan ustedes forzados a aceptar la invitación ya que no es más que una amigable proposición. Entiendo que pueden tener ustedes ciertas obligaciones para una proposición que ha sido improvisada ahora mismo. Si lo prefieren podemos posponer el experimento para la noche de mañana, así tendrían tiempo de poner en orden sus asuntos. Una noche más o menos no creo que suponga mucha diferencia.

La voz pausada y calmada del doctor resulta agradable, su invitación os parece ser sincera pesé al tono asustadizo empleado por el señor Yeats. Aunque tras varias noches sin lograr dormir bien, y sin saber aún porqué, vuestras ganas de encontrar una solución al problema son ya muy grandes.

La idea de pasar la noche en el sanatorio te resulta molesta, no es precisamente como dormir en un hotel, y tras haber presenciado el horror de las personas que están en la plaza un temor penetra en ti. ¿Y si acabas como esos pobres desgraciados que visteis antes?

La incomodidad del individuo por un fin mayor que revertirá en el beneficio a futuro del propio indivivuo y de la sociedad. Podia haber un pensamiento mas socialista que aquel. Humphrey afirmo con la cabeza dando su consentimiento al tratamiento.

No me gustó la respuesta que me dio el doctor. ¿A qué se refería con algo más profundo, más antiguo? Por más que me esforzaba, no lograba dar con ningún suceso en el pasado relacionado con la muerte que pudiera haberme afectado como para bloquearme de aquella manera, durante el interrogatorio. Sin embargo, tuve que apartar aquella cuestión de mi cabeza, pues otra más urgente e igual de importante tenía que ser tratada.

-Yo... sería extraño para la familia con la que vivo que no regresara. Ellos no están al tanto de que estoy viniendo a este grupo. De hecho... he encontrado difícil inventar una excusa para venir aquí. Sospechan que estoy siendo cortejada por alguien y no se entrometen demasiado, pero si no regresara a dormir... Por favor, sería totalmente indecoroso.

Las palabras del marino tenían mucho de verdad. La única manera que el doctor Millner podía curarnos, era observándonos en directo mientras dormíamos y atravesábamos nuestra fatídica pesadilla. Pero bastante vergonzoso era admitir que necesitaba ayuda de un psiquiatra... Mucho más lo sería dejar que creyeran que pasaría la noche en compañía de algún caballero, como una de esas mujeres descocadas de las que siempre se murmuraba por lo bajo en los círculos sociales de personas respetables.

-Si pudiéramos... si se pudiera organizar la terapia para otro día, podría aducir un viaje a la campiña, a visitar la antigua casa de mis padres y mi reputación no se vería afectada -agregué con las mejillas totalmente sonrojadas.

La idea de pasar la noche en el sanatorio te resulta molesta, no es precisamente como dormir en un hotel, y tras haber presenciado el horror de las personas que están en la plaza un temor penetra en ti. ¿Y si acabas como esos pobres desgraciados que visteis antes?

El doctor millner os observa dubitativos, algunos parecéis estar interesados y otros no tanto.

- Bien, hagamos esto. Esta tarde enviaré un coche de caballos a High Holborn, lo identificarán porque el vehículo luce el distintivo de este centro en las puertas, quien quiera de ustedes pasar la noche aquí que entre dentro. Estará allí a las 18h
Los demás nos veremos dentro de dos días, recuerden anotar todo lo que ocurra en sus sueños para así refrescar su memoria.

El psicólogo os abre la puerta del despacho y dirige la mirada hacía el reloj de la pared, han pasado exactamente dos horas de sesión como la última vez.

El celador que os acompaña ahora es el mismo de la última vez, recordáis que se llamaba murray, aunque sigue siendo poco hablador.

Señores, señora - dice haciendo una torpe inclinación en honor a la única dama del grupo. Ahora vamos a volver a la salida del sanatorio, recuerden las indicaciones, no se acerquen a los internos ni hablen con ellos. Ya han estado aquí antes, no debería tener que recordarles estos pero si vienen de ver al doctor... bueno, síganme.

Melvin inicia el descenso desde esta planta hacía la sala común de los presos enfermos sin preocuparse demasiado en si le seguís o no. Aunque escuchando los gritos de los enfermos que están en la planta inferior, los enfermos peligrosos que tienen en celdas acolchadas individuales, pocas ganas os quedan de quedaros por aquí solos.

Me apresuroa irme detrás de Melvin, con la cabeza gacha y lanzando miradas nerviosas a los contertulios y a lo que nos acecha en los pasillos.

tengo trabajo atrasado... He de vaciar el armiño antes que empiece a descomponerse... ¿Me queda aceite de linaza? Y formol? Estoy desatendiendo demasiado mi negocio... Mierda de sueños... Me entran ganas de retorcerle el pescuezo a alguien... Pero no es culpa de nadie... No... Claro... Estás muy loco Nikolay... Muy loco... Suerte que no pueden saber lo que piensas... jojojo...

Voy pensando mientras avanzo, pegado a los talones de Melvin, intentando que así mi vista no se detenga en ese loco con la cabeza encerrada dentro de una jaula, que tiene las sienes en carne viva por las autolesiones que se inflige... O ese viejo de ojos salidos y gruñidos bestiales, que babea más que un bulldog...

Hasta las seis no es mucho tiempo... Y tengo tanto trabajo... Me acostaría un rato... Quizás ahora no sueño... Quizás si no sueño no hará falta que venga...

La última propuesta del doctor me dejó pensativa. Tal vez lograba poner mis asuntos en orden a tiempo y podía comenzar la terapia esa misma noche. Tendría que apelar a la compasión de mis señores pero no quedaba otra. Si podía evitar otra noche de pesadilla, lo haría con gusto.

Abandonamos el lugar desandando el camino que nos había llevado hasta el despacho. Los horrores que albergaba el manicomio me hicieron replantear mi deseo de pernoctar allí. Pero el breve recuerdo de la sangre empapando la acera, la presencia acechante, la misma opresión que ejercía cada noche la oscuridad que rodeaba el callejón donde se desarrollaba la pesadilla me dieron el valor que necesitaba. Tenía que intentarlo pues no quería terminar como aquellos internos que cruzábamos en nuestro andar.

-Caballeros... hasta pronto. Posiblemente esta noche -eso espero.