Partida Rol por web

Se oyen dos golpes fuertes en la puerta y a continuación la voz del celador, que os pregunta en voz alta.

Por todos los demonios, ¿Han acabado ya de despedirse?

Con un gruñido me ajusto el traje arrugado y húmedo con toda la dignidad que puedo reunir.

Da, Da... Ya irr...

Nos metemos en el coche* y en un principio miro por la ventanilla, algo inquieto, hasta que me siento más tranquilo al perder de vista el sanatorio.

¿Qué opinarr de doktorr? No gostarr. Mal hombrre. Verr buenos enferrmos como carrne. No saberr nombrre ni imporrtarr nada que no serr su trrab... Trrabah... Terrapia.

Tampoco es que sea para darle muchas vueltas, en realidad. No es un comportamiento muy extraño, pero cuando le toca a uno ya no se ve igual.

¿Cómo estar cabesa pequenio Vania?

Añado mirando a Ivan.

¿Y usted senior Yeats?

Se mostraba especialmente locuaz después de su desagradable experiencia compartida. No s epodía decir que fueran sus amigos, pero le unía a ellos su paso por el sanatorio... Y al parecer una enfermedad común.

- Estoy algo máss tranquilo, graciass -contestó Yeats mientras el traqueteo del coche le balanceaba levemente de un lado a otro-. Desspuéss de lo que hemoss passado hoy... -tuvo un escalofrío al recordar el ataque del enfermo, y el olor de sus manos al tocar aquella cosa pegajosa de las paredes volvió a su nariz de manera intensa. Las escondió en los bolsillos de su abrigo, nervioso.

- Verán -continuó Gregory, animado por la confesión de Nikolay sobre el doctor, pero mirando a un lado y a otro y bajando la voz, como si alguien diferente al eslavo y a Iván pudiera escucharles*- A mí el doctor Millner tampoco me da buena esspina. No quiero sser el dissconforme que ponga pegass nuesstro tratamiento (¡Dioss ssabe que daría lo que fuesse porque dessaparecieran esstass pessadillass!), pero hay algo en esse médico... essa manera de mirarnoss, como con dessprecio y ssuperioridad... -el viejo dejó la frase suspendida en el aire, sin saber explicar lo que sentía, y temiendo ser un desagradecido con quien había aceptado a tratarles. Carraspeó, y siguió ya con un tono de voz normal- Probablemente ssea una impressión equivocada, maníass de viejo, ya ssaben... Uno ya está mayor -y sonrió al chiquillo mientras hacía un gesto con el dedo índice indicando que los viejos empezaban a perder la cabeza a cierta edad. No quería asustarlo y que el pequeño dejara de confiar en la única terapia que tenían.

La mirada que dirigió a Nikolay, sin embargo, estaba cargada de preocupación.

Asiento a lo que dice. Su habla pastosa y la manera en como arrastra las palabras le es bastante familiar. Y a Nikolay le gusta lo que resulta familiar.

Da... Asiento a lo que dice Yeats, de forma críptica, mirando al chaval y luego a Gregory, con algo que intenta ser una mirada de inteligencia en mi rostro bovino.

¿Y tú Vania? Dejarr en sitio? O venir a dorrmirr con Nikolay?

¿Dejarr en casa, Gregory?

Por un momento se me cruza la idea de invitar a Yeats a beber algo, pero lo que más me apetece es sacarme las ropas húmedas.

Quizás en otra ocasión...

Voy a hablar de las pesadillas pero es un tema bastante desagradable como para abundar en él.

Yo... Yo pensarr quisás en visitar a mago... Creer recordar que actuar mago en Londres*. Uno de esos que haser mujer creer gallina y cosas así... Quisás él poderr currar... Perro no saber si aún actuar en siudad. ¿Saber de quién hablar?

- No -respondió casi al instante Gregory- Ehhh... Me quedaré en un ssitio intermedio, porque... eh... Prefiero dar un passeo para desspejarme. Entre lo de hoy y las pessadillass habitualess... emm... necessito que me de un poco el aire antess de encerrarme en cassa, ssí. 

La verdad era que a Gregory le importaba un pepino el paseo siempre y cuando le llevara a la puerta de un bar. El vino de la cena hacía rato que había empezado a dormirle la lengua, y se notaba reseco, sediento, con ganas de más. Lo mejor era darse un caprichito antes de irse a acostar, se lo tenía merecido después de un día tan intenso, y así dormiría mejor. "Una copita y para casa, sí. Una sola", se dijo a sí mismo, animado por su recién adquirido autocontrol.

Respecto al mago, Yeats le miró interesado.

- ¿Un mago, dice? ¿Un ilussionissta? ¿O uno de essoss brujoss chamaness? Cuénteme máss, puede que haya oído hablar de él -en los bares, una actuación de ese tipo habría sido comentada por los clientes, y si Gregory no había estado demasiado borracho cuando hablaran de ello, tal vez pudiera recordarlo.

Asiento dócil a su idea de parar a medio camino, aunque me parece un poco raro. No es asunto mio.

Cuando comenta lo del mago vuelvo a asentir, con más entusiasmo.

Da... Haserr días oír que estarr porr aquí herrmanos Davenport. Grran Girra eurropea. Desirr que haser que fantasmas tocarr instrrumentos música. Quisás poder haserr que fantasmas desir qué tener nosotrros.

Digo, todo crédulo.

Lucrecia se despidió con inquietud de la mitad de los integrantes de la sesión pero decidida a pasar la noche en aquel lugar. El temor a volver a experimentar esos sueños tan horribles era más fuerte que la prudencia o el deseo de salir de aquel lugar de locura.

Una vez que se hubieron marchado, buscó al celador para que la llevara con el doctor Millner nuevamente. Suponía que la terapia sería en algún lugar dónde el médico tuviera una sala de observación.

Os puede sonar haber leído u oido algo sobre un espectáculo de algún mago en la ciudad. Pero realmente ninguno de vosotros confía demasiado en esa posibilidad.

- Oh... Loss hermanoss Davenport...

Gregory se desinfló en el asiento del vehículo, algo decepcionado. Creía haber visto algún cartel de los tales Herrmanos Davenport, y tenían toda la pinta de ser unos charlatanes de tres al cuarto. La gente pagaba una entrada y asistía a verlos con una mezcla de escepticismo y curiosidad, pero tras un espectáculo muy vistoso, la mayoría vaciaba su billetera en un cestillo como donativo para ahuyentar los males de ojo y los malos espíritus. El librero había leído mucho para, sin conocer los trucos de los ilusionistas, tener la impresión de que no eran de fiar. 

- No ssé ssi esstarán muy esspecializadoss en cassoss como el nuesstro, amigo Nikolay... -comentó educadamente para disuadir al eslavo de que le desplumaran la cartera. 

Asentí, bovino, a la observación del librero. En el fondo sabía que él tenía razón, pero no era lo que quería oír. No quería volver a aquel sanatorio lleno de dementes y con aquel director deshumanizado.

¿Realmente nos podía curar alguien así?

Da... Segurro que serr así...

Comento, desanimado. Por alguna razón, me gustaba hablar con Gregory. Su voz me recordaba a mis compañeros de taberna. Todos ellos buena gente... Todos ellos gente solitaria, pero buena gente... Y estaba el tema de la noche. No quería dormir. Sabía lo que me esperaba y no quería volver allí.

Quisás... Quisás poderr ir a beberr algo... Haser poco de tiempo... Aún prronto parra ir a dorrmirr...

- Puess no lo había penssado... -mintió descaradamente Gregory- Pero me parece una idea excelente. Noss vendrá bien desspejar la mente antess de... ya ssabe, de irnoss a dormir -un escalofrío recorrió su cuerpo cuando pensó en el fatídico momento de irse a la cama. Al menos, trató de consolarse, esperaba estar lo suficientemente borracho para evitar pensar en pesadillas cuando se fuese a acostar- Conozco alguna que otra taberna por la zona a la que podemoss ir -comentó al eslavo, mintiendo de nuevo: las conocía todas.

El coche de caballos avanza a buen ritmo, pronto dejáis atrás el sanatorio mientras vuestras mentes piensan en vuestros compañeros. ¿Estarán bien? ¿No deberían haber salido de allí con vosotros? Un vistazo al rostro de los compañeros de viaje os deja claro que todos os preguntáis lo mismo.

El cochero os pregunta a que parte de londres queréis que os lleve.

Asiento mecánicamente, bovino, a la sugerencia del librero. Desde luego no quería dormir, aunque su cuerpo no estuviera de acuerdo con sus deseos. Estaba cansado pero quería alargar la vigilia todo lo que pudiera.

Parreser grran idea, amigo.

Ya hasta se podía permitir llamar amigo aquel hombre. Parecía un buen hombre, siempre tan amable, tan dicharachero... Y el pobre debía llevar un buen susto después de lo del sanatorio. Un buen trago era el mejor reconstituyente.

Dejo que decida él el lugar y una vez allí, nos servimos una botella de lo que el inglés quiera. Prefiero un buen vodka pero he aprendido a apreciar los licores locales.

Depués de sacar la nariz del vaso le miro con una sonrisa.

Porr favorr... Esplicarr como serr eso de serr librrerro... Deber ser cosa de gente muy lista, da?

Le pregunto, ahora que todavía se puede llegar a entender mi inglés. Sé que a medida que avance la noche la boca se me pondrá pastosa y la lengua como un trapo húmedo.

Gregory se bebió su primer vaso de vino de un trago, y algo más comedido, se bebió la mitad del segundo.

- Aaaaahhhh...-soltó un sonoro suspiro y, con una sonrisa cómplice, añadió-. Tenía la garganta sseca.

El viejo se alegró de que el eslavo se interesara por su trabajo, pero sobre todo se alegró de que no hablaran de sus pesadillas. Ya tendrían tiempo para pensar en ello cuando se fueran a la cama... si el alcohol se lo permitía.

- Puess la verdad ess que no, Nikolay, ssolo te tienen que gusstar loss libross -le tuteó casi sin darse cuenta, por la recién adquirida confianza y por el vino. Pensó un momento y siguió- bueno, y tal vez algo de economía para poder ganarsse la vida. ¡Pero loss libross sson un mundo apassionante! Dada mi possicion ssocial -Yeats se miró su abrigo roído- no puedo viajar mucho fuera de Londress, pero una buena hisstoria te permite viajar a cualquier parte. ¿Te gussta leer? Ssi gusstass, busscaré en la librería algún libro ambientado en Russia -dio un nuevo trago al vaso- ¿Y tú? ¿Llevass mucho tiempo por Londress?

Gruño un asentimiento con eso de la garganta seca y me meto entre pecho y espalda el vaso de un trago. A la rusa. He de reprimir el reflejo de tirar el vaso al suelo.

Aquí no está bien visto eso de romper el vaso...

Entonces empieza sus preguntas y aunque en otro momento me habría parecido un ataque a mi intimidad, sentir el calor del alcohol en mis mejillas me hace sentirme más seguro y tranquilo.

Leer... Oh... No... Familia de mí no rica... En casa, cuando pequenio, leer mushas veses único libro casa... Kern de Pushkin... ¿Conoser?

Al perguntar eso me inclino sobre la grasienta mesa, con mirada algo extraviada. Antes de que pueda contestar me reclino y empiezo a declamar. En ruso primero, pero al ser consicente que no me entiende me esfuerzo por traducir el fragmento que más recuerdo.

En cautiverrio oscurro y te... tenebrroso
mis días en silensio se arrassstrraban,
sin la deidad y sin la inspirrasión,
sin lágrrimas, sin vida... sin amorr.

Y mis ojos se humedecen, como recordando cosas que no quería que afloraran. Y pienso en mi vida, y mis pesadillas... Hago unos pucheros vergonzosos y me seco el rostro con la manga. Torpe como un oso ciego.

Perrdonar a mí. Llevar tiempo en siudad, perro aún recordar madrre Russia... Recordar vieja vida grran casadorr... Ahorra sólo despellejarr animales... Como si ahorra vida ser pellejo de lo que ser la vieja.

Gregory miró admirado al eslavo mientras éste recitaba un fragmento del poema de Pushkin, y no pudo evitar emocionarse también. El viejo no sabía si era por el sentimiento que Vólkov le había puesto, porque la nostalgia de su difunta familia afloraba más vívida que en otras ocasiones, o porque simplemente estaba borracho, pero no pudo evitar que algunas lágrimas llegaran hasta su poblada barba.

Se las limpió y dejó un momento para que Nikolay recobrara la compostura, aprovechando para beber otro trago del vino que habían pedido.

- Tranquilo, amigo -dijo, dándole una palmadita en el hombro para reconfortarle-. Cuando uno eschtá hundido y tocando fondo, lasch coschasch ya no pueden ir a peor y scholo pueden mejorar. ¡Créeme, a mí me paschó! Eschtoy seguro de que eschta terapia funcionará contra nueschtrosch malosch sueñosch, y a partir de ahí podrásch recuperar tu vida de cazador schi esch tu descheo -le dedicó al eslavo una sincera sonrisa, que acompañada de sus ojos brillantes por el alcohol, le daba a Gregory un aspecto entrañable- ¡Brindemosch por lo bueno que nosch queda por vivir! -y llenó los dos vasos.

Esbozo una tímida sonrisa cuando me anima diciendo eso de que todo va a ir bien. Quiero creer eso. ¡Debe ser eso!

Al nombrar lo de ser cazador mi mirada se pierde, melancólica (aún más debido a la amplia sonrisa de Gregory), en el fondo de mi vaso, aunque por fortuan el embrujo se rompe cuando lo llena de licor espirituoso.

¡Da!

Asiento a su brindis, y me bebo el alcohol de un trago, lanzando el vaso por encima de mi hombro, con euforia... Y po run momento los viejos (y nuevos) fantasmas remiten.