Partida Rol por web

La respuesta del doctor no me satisface lo más mínimo, de manera que mi espiritu sindicalista y contestatario sale a flote: Doctor, se contradice usted. Por un lado nos dice que aún no sabe lo bastante y que debe estudiar el caso más a fondo y por otro lado dice que somos peligrosos, tanto para nosotros mismos como para la sociedad. Si eso es cierto, tendrá una justificación de porqué somos tan peligrosos. Creo que lo mínimo que nos merecemos es una explicación. - afirmé con énfasis, mirando de reojo a mis compañeros para ver si contaba con su apoyo.

Nikolay se mira las puntas de los pies, indeciso, ante las palabras de Humphrey. no está tan seguro que no sea peligroso. Por un momento pasa por su mente estrangular a ese doctor estirado, por su desden y su arrogancia... Aunque antes debería matar a  Melvin, quitándole la porra y golpeánodle en la cabeza. Una vez, dos tres, cuatro... Hasta que le salieran los sesos por las orejas...

Oh, mierda... Esto es culpa de la falta de sueño. No soy así. No, no lo soy.

Iván, sentado sobre sus manos, que tampoco confiaba mucho en las palabras del doctor, escuchaba las palabras del medico, mientras zarandeaba sus piernas, que colgaban en la silla, muy alta para su estatura. De pronto, agarró la chaqueta de Nikolay, sentado a su lado, para llamar su atención y hablarle en tono bajo.

- Señor Vólkov... Señor Vólkov... - Tras la llamada, el señor Vólkov agacha un poco la cabeza para que el chico pueda hablarle en voz baja¹.

Tras su gesto, el chico prosiguió.

- El doctor es un mentiroso, lo veo en su cara. Seguro que el sabe que nos está pasando. ¿Y si nos encierran como al resto de los locos? Recuerde el tipo que me atacó ayer...El también tenía los mismos sueños... No quiero acabar como él... ¿Qué habrán hecho con él?

Iván transmitió sus preocupaciones a Nikolay, pues tenía bastante confianza en su compañero. Además, al ser un adulto, puede que lo tuvieran más en cuenta que a él mismo, por ser solo un niño.

A mí tampoco me gustaban las respuestas que nos estaba dando el doctor Millner. Pero no era correcto que una dama cuestionara abiertamente a un hombre de su renombre, por más que allí estuvieran en un círculo de confianza. Esperé a ver qué le respondía al señor Arminton sin perder de vista al pequeño Ivan, que se veía totalmente contrariado. ¿Qué le había ocurrido la noche anterior? ¿Acaso él... acaso él había tenido el mismo sueño que yo?

El gigantón agacha un poco la cabeza, con un gruñido ante la llamada del zagal.

Primero escucha con incredulidad, pero lo del viejo loco es una curiosa coincidencia... Le asiente con otro gruñido y le revuelve el pelo con torpeza, con una de sus manazas manchadas con productos químicos.

Por una parte compartía las inquietudes mostradas, pero por otro temía que si contrariaba a ese bastardo hijoputa les lloviera una sarta de porrazos y acabaran en el pasillo, con una dieta de duchas de agua helada y otras técnicas terribles que había leído en folletines... Aquí estábamos a merced de ese doctor, y si nos declaraba oficialmente dementes poco peso iba a tener nuestra opinión.

Eeeeeh... Eminensia... Temo no saberr qué poderr pasarr... Agradeser explicarr... Da... Y... Esta noshe soniar con campanas... Campanas como desir viejo loco atacar a Iván... Quisás ese loco algo saber...

Acabo por decir, dejando la frase sin terminar, temiendo tener algo en común con aquel deshecho.

Independientemente de que el doctor nos este engañando o no, entiendo que es normal su postura ante nuestras protestas. Llegados a este punto, parece que este tema de conversación no va a sacar nada interesante por ahora. Así que decido que lo único productivo en estos momentos es colaborar con lo que nos ha pedido el doctor para continuar la sesión. Tras el comentario del gigantón ruso, tomo la palabra:

-Verán, en mi caso la pesadilla recurrente de estos días se ha vuelto a repetir, prácticamente con los mismos detalles que las veces anteriores. Salvo por un pequeño y angustioso cambio: Aunque no llego a ver la cara del pobre infeliz cuando pasa cerca de mí, al final, cuando me acerco poco a poco al cuerpo de la víctima, ¡reconocía que aquel cadáver era yo mismo!

Empiezo a frotarme las manos, tratando de ocultar el sudor que las empieza a empapar tras recordar los detalles de mi sueño. Mientras, voy posando mi mirada durante unos segundos en cada uno de mis compañeros de terapia, como buscando un gesto de comprensión.

Humphrey noto el pinchazo del desánimo cuando vio como sus compañeros no respaldaban su posición para pedir explicaciones y entraban en el juego de seguir la conversación por los cauces que le marcaba el doctor. Sin embargo, era una persona tenaz y obstinada y no pensaba abrir la boca hasta que recibiera una respuesta clara a la flagrante contradicción en la que persistía aquel doctor.

Millner suspira molesto ante las preguntas insistentes.
- Ya he respondido antes a sus preguntas, no me hagan... no nos hagan perder más tiempo así. Ustedes son peligrosos cuando están durmiendo y tienen las pesadillas -  ante las preguntas del niño se limita a encogerse de hombros ignorándolo.

Cuando Jack Turner explica su sueño se dibuja una sonrisa en su rostro.
- Bien, eso si que es un avance. Aunque rompe bastante con lo que estaban viendo ustedes en sus sueños. ¿Cree que tal vez el ataque de ayer en el sanatorio tiene algo que ver con su sueño? Tal vez haya recordado alguna experiencia anterior, ¿Podría ser?

Las respuestas del doctor seguían siendo esquivas. ¿Por qué decía que éramos peligrosos? No había escuchado los gritos de mis compañeros mientras dormíamos, ni ellos los míos. Es más, no recordaba haber sido sedada en ningún momento de la noche, por lo que no se había despertado en ningún momento. Acaso no recordaría si hubiera tenido más pesadillas antes de la última? Acaso no había despertado al sentir cómo esas frías manos se abalanzaban sobre mí y me arrebataban la vida?

Definitivamente algo no cerraba en todo el relato. Entendía el ceño fruncido del sr. Arminton y su actitud de alarma. Aquel hombre estaba vendiéndonos gato por liebre y nosotros no hallábamos la manera de hacérselo confesar.

El marinero había soñado con su propia muerte... Pero yo en cambio no. ¿Qué significaba eso? ¿Debía contarlo?

En... En caso mi serr algo diferrente. Todo ser como desir sr. Turner perro muerrto no serr sr. Turner, sino...

Y aquí miro a Humphrey por un segundo antes de bajar la cabeza.

Sr. Arminton.

No es que me guste hablar de todo ello, y comparto las inquietudes de Humphrey, pero no quiero pasar una noche más con mis pesadillas, y para bien o para mal, ese cabrón de corazón de hielo es lo único que tenemos.

Maldito doctor pedante... Si no fuera por todo esto... Lo estrangulaba con su propia corbata de teutón estirado... Pero, pero qué dices Nikolay. Estás como una cabra. Joder. Has de ponerle freno a esto. Es la falta de sueño, es la falta de sueño... No eres así. No, claro que no.

Al oír los sueños de los demás presentes, Iván comprendió que cada uno de ellos había soñado con otro de los integrantes del "selecto" grupo de terapia. Así, con algo de miedo en el cuerpo, intentaba no mirar directamente al doctor, quién estaba seguro de que mentía y sabía más de lo que les decía. Decidió relatar sus visiones oníricas al resto de integrantes de aquél extraño grupo de terapia.

- Yo... Yo... Yo tuve el mismo sueño... Las campanas... Todo era más claro. Incluso más claro que los anteriores sueños. Más real... En mi sueño, el rostro de la vícitma era... De la señorita MacGuffin.

En ese momento miró a Lucrecia, con cara triste y apenado, creyéndose culpable de haber tenido tal sueño con la señorita que había demostrado gentileza hacía el. Agachó la cabeza para luego volver a dirigirse a Lucrecia.

- Lo siento señorita. No era mi intención...

Eran sueños muy extraños. Por lo que entendía el joven, todos estaban conectados de alguna manera debido a esos sueños que tenían. También sabía que aquél tipo que le atacó la noche anterior sabía sobre aquello. No quería acabar como él y es por eso que se le llenaban los ojos de lágrimas al pensarlo. No se fiaba de aquél doctor tan mentiroso.

Se produjo un momento de silencio, todos habían relatado su sueño anterior excepto el caballero Humphrey Arminton y la dama Lucrecia MacGuffin. El doctor millner termino de anotar sus notas en la libreta, miro su reloj de bolsillo que esta vez parecía ser diferente al que había usado en anteriores sesiones de la terapia de grupo. Y finalmente tomó la palabra:

- ¿Y bien? No desean compartir sus sueños con la terapia de grupo?

Me mantengo obstinado en mi posición: Tanto como usted en compartir sus razones. Le repito doctor, que hasta que no nos de una explicación clara y completa, no pienso colaborar más. - mientras miro desafiante al doctor, procuro no perder de vista, aunque sea con el rabillo del ojo al celador. En alguna huelga en la que he estado, bastaba un leve cabeceo del patrón para que sus gorilas se abalanzasen sobre los proletarios que reclamaban sus derechos, y aquí espero una reacción igual, lo que hace que esté en permanente tensión.

Está visto que la dama tiene más arrestos que el resto de sus compañeros. Es la única que se ha mantenido firme como él en el desafío al doctor. - pienso, mientras evoco a algunas compañeras revolucionarias a las que he conocido en la lucha sindical.

Las palabras de Ivan me llenaron de inquietud y dolor. Pobrecillo! con razón había corrido a abrazarme apenas verme. Era extraño, de alguna manera estábamos conectados. Con dulzura, tomé su mano y le sonreí amablemente.

-Tu no tienes la culpa. De hecho... -miré a Arminton como pidiendo disculpas porque sentía que lo abandonaba. Seguía sin fiarme del doctor, pero la angustia del niño había tocado una vena sensible en mí que me impulsaba a hablar. Tal vez si contaba mi pesadilla, halláramos el por qué de los emparejamientos.

-... he soñado lo mismo que tu. Es decir, la noche pasada yo también soñé que la víctima era yo, que el asesino se cobraba mi vida.

Una vez roto el silencio, encaré al doctor Millner-. Doctor, ¿Qué significa esto? ¿Por qué los que permanecimos aquí hemos soñado con la propia muerte mientras que los que estaban fuera parecían haber presenciado nuestras pesadillas? ¿Qué es lo que está ocurriendo aquí?

El doctor millner ya empieza a estar cansado de la insistencia de Humphrey Arminton. Se limita a ignorarle y volver la vista hacía la señorita MacGuffin quien ante el silencio acaba relatando su sueño.

- Bien, ya que el señor Arminton no desea colaborar en esta sesión puede abandonar la sala si así lo desea. Como ya les he repetido varias veces estas cosas van despacio, los conocimientos que tenemos sobre la mente son limitados. Esta claro que algo pasa con ustedes, existe algún tipo de unión entre ustedes. ¿Por qué? Me temo que lo desconozco pero es algo que hay que investigar, pero por ahora tendré que retenerlos por su propia seguridad. Tal vez una cura como la que le hacemos a los internos de este sanatorio nos permita averiguar que esta pasando aquí.

El doctor millner saca su reloj, mira la hora y lo vuelve a cerrar.
- De alguna forma sus mentes están unidas. Quiero que hagamos un juego de palabras relacionadas, veremos hasta que punto esa unión es real o no. Vamos allá...

El resto de la reunión os lo pasáis así. Tras cada palabra dicha, el siguiente debe decir lo primero que le venga a la cabeza. Pasa casi una hora con este juego sin que parezca haber una relación real entre vosotros. Cada uno responde en función de su trabajo, su vida, sus hábitos, sin encontrar un patrón en común.

Cuando suelta lo de retenernos no puedo evitar saltar como un resorte, poniéndome en pie y adquiriendo una pose algo forzada. Me siento el centro de atención y no me gusta. Siento como me sube la sangre a las mejillas y parece que miro por la sala, sin acabar de fijar la vista en nada, hasta que me encaro al doctor, mirando el nudo de su corbata.

Doktorr... No entenderr... Empiezo a decir, alzándome todo lo que puedo y ensanchando las espaldas. Soy grandote y eso siempre me ha servido para las peleas. Para evitarlas en muchos casos. Aquí todos buenos pasientes, ¿Da? Buenos y dósiles... No haserr nada... Perro... No dejar que haserr cosas a mí. No cosas como las que haserr a locos desnudos pasillos. Niet. Nikolay comportar como buen pasiente... Perro si haserr cosas feas a Nikolay, Nikolay haserr cosas feas a quien tocarr a Nikolay.

Digo, alzando la vista hasta los ojos de Millner, y lanzar una ojeada hacia atrás, hacia Melvin. Me meto las manos en los bolsillos. Del bolsillo izquierdo llega un sonido como de objetos que rozan entre si. Objetos que estoy manoseando claramente. Parece que eso me calma, o me gusta, o ambas cosas.

¿Da?

Añado, mirando al doctor. Un "Da" alto y claro, como queriendo dejar por sentadas ciertas cosas entre ambos... Aunque no deja de sonar algo hueco y forzado. Como si tuviera miedo de algo... Quizás de mí mismo.

Las palabras de Nikolay Vólkov no surten efecto. Tal vez sea que ya os habéis acostumbrado a escucharle hablar y sus amenazas os han resultado vacías, o puede que sea su peculiar acento extranjero. El caso es que el doctor millner se limita a tomar notas en su libreta sin responder aunque hace algunos gestos con la boca acompañados de algunos suspiros.

El joven Iván aprovechó la altura de su compañero, el señor Volkóv, para situarse justo detrás de él, asomando por un lado, casi como si lo usara como un escudo. Lo cierto es que el pequeño se sentía más seguro de esa forma para tratar con otro adulto. Ante las palabras de su amigo, sintió empatía, al ver que otro adulto también desconfiaba de aquel doctor. Tanto la situación acontecida como sus miedos por verse forzado, de alguna forma, a pasar una noche en aquel lugar, le dieron el suficiente valor para hablar. Aprovechó para dirigirse al doctor.

- ¡Es un mentiroso! Yo no he hecho daño a nadie mientras duermo... Usted quiere que nos quedemos en este sitio pero nos miente y cuando le preguntamos no nos contesta. ¿Y si otro loco me ataca mientras estoy aquí? Siguen haciendo oídos sordos cuando preguntamos por la persona que me atacó ayer. ¡¿Es que no piensa contestarnos?!

El chico sabía que no podría usar la misma táctica que Nikolay con el doctor, pues era solo un niño y pensar en intimidar a un adulto estaba muy lejos de sus posibilidades. Aún así, el joven tenía mucha experiencia en la calle tratando con los adultos. A veces, había conseguido engañarlos de alguna forma, haciéndoles sentir culpables y consiguiendo que actuasen de forma que beneficiase al chico. Así, Iván empezó a fingir un leve lloriqueo para que intentar que el doctor sintiera un poco de vergüenza y se viese obligado a darles más información.

El doctor escucha los lloros de iván, finalmente le ofrece un pañuelo que saca de un cajón de su escritorio.

- Muchacho, no es que le hagas daño a otras personas. Algo que podría pasar, por cierto. Sino que sois peligrosos para vosotros mismos ya que os movéis, forcejeáis, corréis el riesgo de morderos la lengua o de golpearos contra la pared o el suelo. Es vuestra propia salud la que está en peligro.

Y tras hacer una pausa acaricia el pelo del niño antes de continuar hablando.
- Y no sufras, la persona que te agredió ya no lo volverá a hacer. Nunca más le hará daño a nadie más.

Espoleado momentáneamente por las replicas y protestas de mis compañeros, siento la necesidad de oponer resistencia yo también a las decisiones del doctor. A cada rato que pasamos junto a él, tengo la impresión de que se nos está ocultando algún tipo de información.

Nunca he sido un hombre de gran elocuencia, aunque por otra parte mi vida en el mar si me ha dotado de una buena constitución, así que paso a comentarle lo siguiente al doctor Millner, tratando de mantener un tono de voz calmado:

-Aunque no se exprese con extrema claridad al no ser el inglés su lengua materna, creo que nuestro amigo Nikolay ha dicho cosas muy ciertas. Una cosa es ser objeto de sus estudios en busca de un tratamiento para ayudarnos, y otra muy distinta es acabar como esos pobres diablos desquiciados que tiene usted aquí internos. Como me huela que usted o alguno de sus ayudantes intenta jugárnosla, a lo mejor mis amigos -cierro los puños colocándolos a la altura de mi pecho- salen a pasear...

Me quedo mirando al doctor con gesto serio y endureciendo la mirada, tratando de mostrarme lo más desafiante posible.