Partida Rol por web

Atravesasteis las enormes puertas de Imrarlatz, hacia una estancia bastante amplia a la que se accedía bajando una docena de peldaños. Estaba construida en piedra verde y reluciente metal enano, y como en todas las ruinas dwemer, había un montón de cosas que giraban y arrojaban vapor, cuya utilidad se os escapaba. Hacía mucho calor en el interior de las ruinas, y el aire estaba cargado de humedad y traía un olor aceitoso. 

El cubo por el que habíais estado a punto de morir había caído rodando por las escaleras, pero parecía indemne. Ahora brillaba con un poderoso fulgor azul que venía desde dentro. Si alguien lo tocaba, podría sentir cómo vibraba rítmicamente, no como los latidos regulares de un corazón, sino como los acordes de una música que sentía en la piel en vez de escucharse en los oídos.

Había dos salidas de aquella estancia, aparte de las puertas por donde habíais entrado. Había unas puertas dobles, de aspecto grande y pesado, en la pared opuesta a la fachada. Había una puerta más pequeña a la derecha, de aspecto más reluciente, como si la hubieran limpiado o repuesto hacía poco. 

Es importante que me digáis quién lleva el cubo en todo momento.

Fjorda había sido la primera en llegar junto al cubo. Tras asegurarse que no corría peligro simplemente se sentó junto a él y esperó a que llegasen los demás, sin tocarlo.

- Sugiero que descansemos, yo al menos estoy profundamente malherida, esa maldita Thalmor estuvo a punto de acabar conmigo.

Esta aventura era la última, acababa de convencerse. Si salía mal sería el fin del mundo así que por ese lado nada de lo que preocuparse. Si salía bien, se retiraría, y volvería a enseñar a niños, le gustaba enseñar a niños, los niños no convocaban osamenteros, ni muros de energía negativa, ni a dragones destructores de mundos.

Elynea sintió una mezcla de inquietud y alivio para sus adentros. Inquietud porque aquella no parecía ser la Uthgerd de su tiempo y no tenía muy claro si era algo que pudiera "arreglarse" pero alivio porque accediera a ayudarlos. Nunca había suficientes manos a la hora de repartir sopapos y la Indómeta era especialmente buena en eso.

Se agachó y cogió el cubo para mirarlo con cautela cuando todos hubieron llegado a donde la profesora. Aquella cosa parecía simplemente no pertenecer al mundo, era... rara y vibraba de una forma más rara aún. No se le ocurría otro adjetvo. En teoría sólo la necesitaban para atravesar la marea temporal pero no tenía la menor idea de si la podían necesitar para algo más allá adentro. Reilien tenía otra después de todo.

Aparte, ya sólo les faltaba que por dejarlo en el suelo apareciera un skeever y se lo llevase o algun absurdo de esos dignos de una de esas obras cómicas del colegio de bardos de Soledad.

—Sin ánimo de hacer de heraldo de lo obvio...  Fjorda tiene razón—carraspeó—. Y he de añadir que mi capacidad de lanzar conjuros está a medio gas. Necesitamos buscar a esos desgraciados pero creo que no iba a ser nada prometedor toparse con ellos o con algún ingenio asesino dwemmer tal y como estamos ahora.

Una vez dentro de las ruinas y con el peligro que representaba Valaste fuera de vista, el cansancio se apoderó de K'Dan. Tenía calambres en las piernas de las carreras a través de las mareas del tiempo y las heridas recibidas tanto por los osamenteros como por los conjuros de Valaste le abrasaban. Si aún estaba en pie era por pura devoción a Azurah, si no hubiera recibido este encargo de la Madre de las Rosas, probablemente ya se hubiera desplomado.

Tras ver que Elynea tomaba el cubo, el khajita decidió desentenderse del objeto dwemmer. Probablemente ella fuese la más indicada para portar ese objeto.

K'Dan sonrió agotado cuando sus compañeras propusieron descansar.

—Secundo la moción—dijo con voz pastosa y ronca.

Fjorda se sentó, recostando la espalda contra el metal enano que servía de pared. Estaba cálido. Ella también estaba acalorada, sudaba de hecho, sobre todo por las carreras pero también porque aquellas ruinas enenas, como casi todas, estaban llenas de humedad y vapor. En su momento había leído sobre la maquinaria enana y se movía con vapor: calentabas agua que empujaba un metal enfundado en otro metal, si eras lo bastante hábil para hacer un metal que no se oxidase y lo bastante ajustado para no perder el vapor, podías hacer máquinas que trasmitiesen movimiento, añadías engranajes y palancas, y ese movimiento podía convertirse en cualquier cosa. Incluso en horrendos engendros mecánicos que podían matarte como si nada. Los principios básicos eran sencillos, los dos grandes misteriores de la tecnología enana eran, bueno, uno de ellos eran los cubos como el que tenían ellos ahora. Contenían la energía para que todo aquello funcionase, pero ignoraba como. Y el otro misterio era como conseguían hacer máquinas que pensasen, aunque fuese a un nivel muy básico. Como podían hacer máquinas que se movían con vapor, pero eran capaces de percibir enemigos y tomar decisiones en base a ello.

Los enanos no solo debían tener unos herreros increíbles. Sino unos pensadores increíblemente inteligentes.

Y habían desaparecido.

Ella estaba convencida de una cosa: no se habían extinguido, se habían ido. Sin duda a un mundo mejor que el que dejaban atrás. Quizás a otra dimensión, quizás a un mundo exterior. Ahora podía suponer una tercer alternativa, quizás al pasado, o al futuro. Si es que, como parecía, no solo habían aprendido a hacer máquinas increíbles sino a manipular el mismo tiempo. Quizás... se habían ido al mundo futuro, un mundo posterior al final marcado por el Devorador de Mundos. Quizás el devorador había vuelvo para dar fin al mundo que Fjorda conocía, y los enanos lo habían anticipado y se habían ido a la semilla del mundo posterior, solo ellos de entre todas las razas. Incluso si los Thalmor conseguían su propósito, el mundo actual se quedaría atrapado en un bucle temporal infinito, mientras el resto del Universo seguía su curso sin ellos.

Sería incluso gracioso que los Thalmor consiguiesen quedarse con este mundo, estancado para siempre, atrapado en un ciclo temporal sin fin. Habrían querido dominar para ser una reliquia que los viajeros del futuro visitarían para ver como eran las cosas en un pasado remoto.

La idea la hizo reír, pero fue doloroso, le dolía todo, casi podía notar como cada célula de su cuerpo estaba resentida por la energía negativa y el frío que Valaste había convocado.

Fjorda cerró los ojos para concentrarse en ese dolor y tratar de paliarlo, ahora mismo no podía hacer nada más.
 

Asintió con un gesto e indicó a la joven Uthgerd que los siguiera. La mujer estaba confusa, como era de esperar, y conseguir que entendiera lo que había sucedido sería complicado. ¿Por qué iba a fiarse de un grupo de desconocidos? Con suerte, se ganaría antes su confianza de alguna forma.

Espero que Delphine siga siendo la misma que cuando nos separamos. ¡Joder!, al menos que esté sana y salva.

Estoy de acuerdo, replicó, cuando Fjorda propuso descansar y sus compañeros estuvieron de acuerdo. Todos estaban heridos y cansados, y no sobrevivirían a otro combate como el sucedido en la tienda de Valaste. Pero deberíamos evitar hacerlo en un lugar de paso. Buscar una cámara apartada. Con cuidado, si no estáis encondiciones de luchar.

Se encontraban en las mismas puertas del complejo. Cualquiera de los oficiales podía regresar al campamento en cualquier momento.

Una de las puertas tenía el aspecto de haber sido instalada recientemente, pero por sí solo, aquello no implicaba que fuera la que daba acceso a las áreas del complejo donde se encontraran los thalmor. Y aunque así lo fuera, por lo que sabía sobre las infraestructuras dwemer, podía haber una ciudad entera en las entrañas de esa montaña.

Mientras terminaba de hablar, observaba el suelo, buscando rastros del paso de quienes hubieran accedido a Imrarlatz antes que ellos. La nieve que hubieran cargado en sus botas, o los charcos de agua en los que se habría derretido con el paso de las horas.

Si es necesario buscar, tomo 20 y tengo un resultado de 23. Si es avistar en lugar de buscar, 21.

Desgraciadamente hacía demasiado calor dentro del puesto dwemer, y la nieve se había fundido. Afortunadamente, el aire estaba saturado de humedad y el reguero de agua que conducía hacía la puerta de aspecto más nuevo no se había evaporado.
 

Fjorda se levantó, lentamente, y se acercó a la puerta. Tras ver el agua se giró y fue a observar la otra puerta, atenta a que no hubiese trampas. Aunque se sentía agotada, trató de hacerlo minuciosamente, lo último que necesitaba en ese momento era que alguna trampa simple la rematase.

La puerta parecía estar limpia de trampas.

- Aquí no parece haber trampas, pero es mejor que otro abra la puerta por si acaso...

K'Dan se acercó a la puerta.

—Lo haré yo.

El khajita entendía muy bien la cautela de Fjorda. Era sabido que las ruinas dwemmer estaban plagadas de trampas. Incluso cuando parecía que no había nada. Esos malditos elfos habían hecho muy bien su trabajo. Recordó la primera vez que se internó en una de esas ruinas. Uno de sus compañeros, un khajita como él llamado Ch'Arls, cometió la imprudencia de avanzar sin inspeccionar la zona. K'Dan aún recordaba el olor a carne y pelo quemado.

El devoto de Azurah puso las manos sobre la puerta, se detuvo un instante para respirar profundamente y la empujó hasta que la abrió.

—Quizá... deberíamos remendarnos un poco antes de andentrarnos ahí—sugirió Elynea—. No sabemos lo que puede haber así que intentemos aprovechar la varita, ¿alguien tiene alguna poción?

Ninguna de curación, replicó el guarda rojo, pero yo estoy bien. De las heridas recibidas durante el combate en la tienda de Valaste, solo conservaba un puñado de rasguños. Le preocupaba mucho más la debilidad de sus músculos, pero habría tiempo de ocuparse de ella más adelante.

Cuando K'Dan abrió la puerta, se colocó a su lado, empuñando la espada, preparado para recibir a lo que pudiere aguardarles al otro lado. Esperaba y confiaba en que no fuera nada hostil; no antes de que encontraran un refugio y pudieran detenerse a descansar y recuperarse de sus heridas.

Un pasillo vacío os dio la bienvenida. Con cautela, avanzasteis por él hasta una intersección con forma de T. El pasillo continuaba por uno de los ramales, con una leve pendiente de descenso. El calor parecía más acusado allí, y se escuchaban ruidos de fondo: el metal golpeando la piedra, el siseo del vapor al salir de unos pistones y un zumbido como de algo que girara.

En la otra dirección había una nueva puerta, de aspecto tan antiguo como la que acaban de atravesar. Del otro lado de la puerta no se escuchaba otra cosa que el silencio.

El cubo dwemer que Elynea llevaba en las manos redujo su brillo de manera notable, y sus pulsaciones se hicieron más lentas y profundas.

Fjorda se acercó pesadamente a la segunda puerta, y con agotamiento pero mucha paciencia volvió a revisarla en busca de trampas.

No había ningún mecanismo esperando para matar a Fjorda, pero sí un candado que en absoluto parecía de manera dwemer. Fjorda lo abrió con facilidad y descubrió una pequeña habitación repleta de armas y armaduras, muchas de ellas de manufactura élfica. Al parecer, los thalrmor utilizaban aquella estancia de arsenal.

Calculad cuánto vale el equipo que tenéis encima. Restadle a 20.000 esa cifra. Podéis encontrar objetos mágicos útiles para vuestros personajes en esta habitación hasta un tope del número que os haya dado. Como siempre, consultad conmigo la disponibilidad del objeto que queráis.

—Vaya—Elynea parpadeó al ver el curioso hallazgo tras la puerta—. Vaya—repitió al ver que el cubo perdía brillo—. ¿Asumo ¿que esto indica que nos alejamos de donde sea que se supone que conduzcan estos cubos?

En teoría aquello era bueno porque si por un casual estaba en lo cierto, podían saber en qué dirección no estaban los thalmor que poseían el otro cubo. Aunque claro, desgraciadamente tampoco eran la única cosa peligrosa que podían encontrarse en aquel lugar.

—¿Creeis que se podría descansar aquí si cerramos la puerta?—aventuró—. Es decir, los thalmor del campamento no pueden venir aquí sin un cubo, y no sé yo si me termina de gustar la idea de ir en una dirección hacia abajo en la que se oyen... cosas de vapor funcionando. Estanto en unas ruinas dwemmer.

- Quizás quieran venir a por cosas... aunque supongo que se habrán llevado lo que creen que necesitan, y la alternativa de ir hacia ellos me parece... peor.

Mientras hablaba, la delgada elfa revolvía el arsenal buscando cosas de utilidad. Descartó rápidaente las armas, todos sus movimientos eran para espadas cortas, no vio ninguna que fuese mejor que las que tenía. En cambio, había otras cosillas a las que sí podría sacar partido.

K'Dan se paseó por la sala examinando lo que había. Quizás había algo que le sirviera, aunque fuera un objeto thalmor.

—No creo que encontremos un sitio más seguro que éste. Si nos encuentran los thalmor huir por unas ruinas plagadas de trampas será tan seguro como estar encerrados aquí. Y estoy seguro que aquí podremos descansar mejor que en medio de un pasillo.