Partida Rol por web

Delphine enarcó una ceja cuando le preguntasteis sobre Osbjorn. En efecto, esta Delphine no le había conocido. A ella también parecía costarle seguir el hilo de las líneas temporales. Cuando Khaled le desveló los detalles, volvisteis a ver cómo la bretona se rompía en pedazos. Intercambió unas palabras con el guarda rojo, que no por repetidas conmovieron menos al guerrero. Cuando regresó tenía el semblante pálido:

—En mi línea temporal no estaba en el paso cuando vosotros lo atravesasteis, sino que me asignaron a la patrulla de Reilien. Temí que me hubiera descubierto pero no tenía más remedio que obedecer órdenes y entré en Imrarlatz con los demás hace... ¿unos días? No lo sé muy bien. El tiempo se distorsiona de forma extraña aquí, especialmente si te alejas unos pasos de uno de esos cubos.

He oído muchas cosas mientras Reilien hablaba con los mandos, pero no he entendido la mitad. Para empezar, tienen un prisionero dwemer. Un auténtico dwemer, vivito y coleando. Ellos le llaman cronoexplorador y tengo entendido que no es el único. Los dwemer han enviado cronoexploradores desde un futuro apocalíptico a distintos momentos de la historia de Nirn, en busca del lugar y momento ideal en el que volver a Tamriel. Con sus legiones y una tecnología tan avanzada que a nosotros nos parece magia.

Delphine rebulló inquieta en el sitio.

—Los thalmor pueden haber salvado Tamriel, al menos por ahora, al detener a este cronoexplorador. Si es que "ahora" tiene sentido en toda esta locura. Pero no sé si lo que planea Reilien es peor. Es muy difícil entenderla cuando habla y es muy, muy peligrosa. Tiene un Pergamino Antiguo, un extraño libro llamado Oghma Infinium y sigue las indicaciones de una entidad llamada El Ojo de Magnus, a la que el cronoexplorador teme más a que nada. Si lo que he entendido es cierto, aunque es difícil en medio de tanta terminología extraña, es que quiere romper la fábrica misma del tiempo para que éste no siga adelante. Algo de liberar a Akatosh de su prisión lineal.

Filo de juicio élfico +1
Cristal de retorno mínimo
Capa de resistencia +1
Varita de rayo buscador (10 cargas NL 3)

La coraza no la identificáis.
 

Un dwemer vivo, un complejo que albergaba un ingenio capaz de manipular el mismo tiempo, y tres artefactos poderosos. Dos de ellos no le resultaban desconocidos.

Oghma Infinium y los Pergaminos Antiguos son artefactos de conocimiento, explicó. El primero es un artefacto daédrico, de Hermaeus Mora. Aunque se dice que quien lo escribió fue Xarxes, el escriba de Auriel, y que quien lo posea obtendrá cualidad cercanas a la divinidad. Los Pergaminos Antiguos los conocéis, supongo. En ellos está escrito el presente, el pasado y el futuro; quizás toda la historia de Nirn.

Pero el Ojo de Magnus… Khaled no había escuchado ese nombre hasta unos días atrás. No recuerdo haber leído sobre algo con ese nombe. El mago psijic en Helgen lo mencionó, como si fuera algo importante, algo que, hizo una pausa para tratar de recordar. Algo que era más de lo que los thalmor imaginaban. ¿Qué puede ser, para que incluso un dwemer lo tema?

Si es posible, hay que separar a Reilien de los artefactos. Y hablar con el dwemer, ¿dónde lo tienen retenido? ¿Podemos acercarnos a él sin alertar a todos los thalmor? Preguntó a Delphine.

Un dwemer… Los legendarios mer no estaban muertos, sino que se habían marchado a otro lugar. Un éxodo masivo, por razones desconocidas; o la alternativa más terrible: una evacuación. Querían regresar, y probablemente conquistar, y podía hacerlo en cualquier momento de la historia. Y había caído en manos de los thalmor. Puede que seamos afortunados, se dijo, en manos de una altmer más estable, se hubiera convertido en una poderosa arma para el Dominio. Ahora, al menos, podemos detenerlos antes de que haga más daño.

Fuera o no cierto, tenía que creer en ello. La alternativa era dejarse atrapar por la desesperación y rendirse.

 - Sería fascinante hablar con ese prisioinero, tantas cosas que podría contarnos... pero ahora ya no son dos sino tres las amenazas con las que lidiar para salvar el mundo, porque además ya no basta con retener ese prisionero, tal y como lo veo yo hay que convencerle de que no hay ningún momento bueno ANTES de este momento y después liberarle para que vuelva, o podríamos encontrarnos que al salir de este lugar el mundo que conocimos haya sido reemplazado por un mundo dominado por los enanos si algún compañero suyo que haya ido más atrás en el tiempo da un informe favorable...

Delphine no era la que ellos conocían. A K'Dan empezaba a dolerle la cabeza con tantos cambios temporales. La revelación de que los thalmor tenían un dwemer con ellos pareció emocionar tanto a Khaled como a Fjorda, pero no así al khajita. Las ruinas de los elfos de las nieves siempre habían llamado su atención desde un punto de vista crematístico. Saber lo que fueron, son o serán los desaparecidos mer no era algo que llamase la atención del devoto.

—Estoy seguro que charlar con el dwemer será algo fascinante—dijo con un punto irónico—. Pero centrémonos en el objetivo. Detener a Reilien cuanto antes. Y espero que ese cronoexplorador se preste a ayudarnos, porque después de la paliza que nos han dado aquí vamos a necesitar toda la ayuda posible.

—A mi lo que me resulta fascinante es que todo el mundo se crea con derecho a toquetear la fábrica y el fluir del tiempo como le da la real gana—gruñó Elynea—. Dwemer, Thalmor... ¡maldita sea tanta arrogancia! Esa potestad es de los dioses y de nadie más ¡Que lo dejen como estaba!

Resopló y se cruzó de brazos con verdadero alivio de haberse sacado el reniego de dentro.

¿Qué empeño parecían tener algunos individuos con querer ser como los dioses? Cuando el triumvirato intentó tomarle el pelo a Azura en ese aspecto, acabando con su Nerevarine en el proceso, la Princesa Daedra hizo explotar una montaña. Pero aún así, por algún motivo, había aún quien se empeñaba en repetir errores con la lunática pretensión de que el resultado fuera a ser distinto. Y para colmo, bueno.

Por si eso fuera poco, también había artefactos daédricos por medio. De Hermaeus Mora ni más ni menos. ¡Y Pergaminos Antiguos! Aquella mezcla era simplemente una locura. ¿Qué más se podría añadir para... ?

Ah. Sí. El Ojo de Magnus. Fuera lo que fuera. Genial.

—No sé cómo pero hay que devolver las cosas a como estaban antes de que comenzara esta insensatez... —suspiró de acuerdo con la propuesta de Khaked de mantener a Reilien alejada de tanto artefacto absurdamente poderoso—. ¿Cómo vamos a convencer a ese cronoexplorador? Quizá él sea el único que sepa algo "más" sobre qué demonios es el "Ojo de Magnus".

«Y no sé por qué tengo la sensación de que no nos va a gustar un pelo... el nombre suena demasiado pomposo»

Como soy así de guay, me equivoqué al tirar y puse el bono en "dificultad" en lugar de en "bono" xD pero bueno, el total es 15.

Estoy de acuerdo, asintió a las palabras del khajiita. Hablar con un dwemer sería fascinante, pero aprender no era su objetivo prioritario aquel día, ni disponían de tiempo para ello. Ni siquiera sabía todavía si podrían encontrarse con el cronoexplorador a solas. Primero, arreglar el desaguisado. Después... después, haremos lo que tengamos que hacer.

El exabrupto de Elynea llevó a sus labios una reflexión: si los mortales podían igualar las hazañas de los dioses, ¿no habían hecho de sí mismos dioses, también? Pero se mordió la lengua. No era el momento de discusiones teológicas.

Ayudándonos estará ayudándose; sospecho que no será necesario convencerle, replicó. El problema ahora mismo es hablar con él sin la intererencia de los thalmor.

—Parar a Reilien antes de que consiga lo que se propone es lo más importante —asintió la bretona—, y hablar con el cronoexplorador es imposible, de todas formas. Está bajo la vigilancia directa de Reilien y Ancano todo el tiempo. No parece un guerrero, de todas formas. Sino un experto en máquinas o algo así.

Se encogió de hombros.

—En lo que a mi respecta una flecha entre ceja y ceja es un argumento de lo más convincente —dijo, e hizo un gesto con la cabeza en dirección al pasillo por donde había venido—. Lanzad todos vuestros hechizos, rezad vuestras plegarias y preparaos. Reilien ya es un rival formidable sin la ayuda de ese Oghma Infinium. Necesitaremos toda la ayuda posible...

Justo en ese instante se empezó a materializar en el aire, delante vosotros, una mancha negra y oleosa que creció hasta alcanzar el tamaño y la forma de un espejo de cuerpo entero. De él brotó un anciano desharrapado, que se apoyaba en un bastón de stalhrim. Os costó reconocer a Osbjorn: el skaal había envejecido treinta o cuarenta años desde la última vez que lo visteis. Sus músculos, que habían sido abultados como sacos de rocas, habían desaparecido por completo dejando en su lugar una figura que era toda huesos y pellejo. Os observó con unos inquietantes ojos con manchas negras en sus escleróticas, dándoos la sensación de que estaba ido, como si hubiera perdido la consciencia de si mismo. 

—Mi señor... Hermaeus Mora... podía ayudaros... —arrastró las palabras, balbuceando con un hilo de voz—. Si estáis... dispuestos... a escuchar... su oferta.

Dos daedras espeluznantemente altos brotaron del portal para mostrar a qué tipo de ayuda se refería Osbjorn. Estaban envueltos en andrajosas túnicas oscuras, compuestas por montones de capas que revoloteaban como las ropas deshilachadas de una bruja cuervo. De cintura para abajo sólo veíais tentáculos que se retorcían pero no utilizaban para caminar, sino que flotaban en el aire. Del torso de cada una de aquellas criaturas brotaban cuatro brazos delgados de manos huesudas y largos dedos.

—Talos... —alcanzó a decir Uthgerd, aprestando su arma—. No me digáis que vamos a aceptar la ayuda de esos demonios.

Fjorda, de nuevo, se mordió la lengua. Era evidente que ante tres amenazas distintas para acabar con el mundo, no tenían mucho margen. Herma Mora podía ser un demonio, pero hasta entonces no había demostrado especial interés en destruir el mundo...

Pero otros decidirían, no ella.

Khaled sintió un escalofrío recorrer su espalda al reconocer a Osbjorn tras el tapiz de arrugas con que la vejez había adornado su rostro. Su figura frágil y encorvada era una parodia de lo que había sido. Los estragos de la edad, y en esos ojos... la locura.

Apoyó una mano en el hombro de la joven Indómita. El hombro, observó, en el que sufriría una herida incurable años después, si seguía el mismo camino que la mujer que había conocido.

Me hace hervir la sangre, pero era nuestro camarada, susurró, señalando al anciano con la mirada. Hermaeus Mora representaba el conocimiento inmerecido, sin esfuerzo, sin investigación, sin años de pruebas y errores, sin sabiduría, sin consecuencias. Luchó a nuestro lado, sangró y mató con nosotros. Un nosotros que dejaba claro que se refería también a ella. Le debemos al menos escucharle.

Elynea sólo recordaba una sola cosa que la hubiera hecho estremecerse de estupor, y esa cosa había sido la explosión de la montaña ignea. En aquel instante, el número aumentó a dos.

—¿Osbjorn... ?—la voz le salió estrangulada, era como si se le hubiese contraído la garganta hasta el punto de dolerle—. ¡Por amor de Azura, que te han hecho!

En su día, Osbjorn había sido como una sólida roca en la que apoyarse cuando había llegado a Solstheim en la peor época de su vida. Una época en la que se había sentido tremendamente vulnerable, a la deriva en un mar de ceniza y humo. Odiaba tanto aquella sensación que la había enterrado en lo más profundo de su memoria. Odiaba sentirse debil. Odiaba sentirse frágil.

—¿C-Cómo que "tu señor"? No. No, no, no, no ¡Eres un Skaal!—masculló tragando saliva—. Los Skaal adoráis al Creador, repudiáis a Herma-Mora. ¡Tú me lo enseñaste! ¿Qué ha pasado?

Quería negarse a aceptar que aquel despojo humano flanqueado por dos abominaciones de Apócrifa fuera su amigo... pero en el fondo sabía dolorosamente que lo era. O una de sus versiones surgida de a saber la diosa dónde que había sucumbido al demonio del conocimiento. O cuya mente había sido torturada hasta la locura, o a saber qué clase de horror.

¿Cuántas líneas temporales se estaban creando? ¿O es que simplemente el tiempo estaba dando vueltas sobre si mismo una y otra vez apretujándolas todas?

K'Dan se levantó apresuradamente ante la aparición. No estaban preparados para otro combate. Él al menos no lo estaba. Pero tampoco iba a morir sin luchar si la situación se daba así. Por suerte todo se "calmó" cuando vieron a un envejecido Osbjorn. O eso parecía hasta que nombró a Hermaeus Mora y su propuesta.

Elynea, quién más unida estaba al skaal maldijo hasta la extenuación buscando una repuesta que posiblemente no iba a obtener. El viejo mago ni siquiera parecía en sus cabales. Parecía una marioneta guiada por el príncipe daedra.

El khajita pensó en su propio fluir del tiempo. El K'Dan que se convirtió en siervo de Azurah años atrás en Elsweyrr jamás habría aceptado escuchar la propuesta. Su orgullo se lo habría impedido. Sin embargo el desesperado K'Dan que llegó hasta la imagen de Azura en Skyrim años atrás y no obtuvo respuesta, no hubiera dudado en aceptarla sin saber de qué se trataba. Y el K'Dan de ahora...

—Habla.

Estaba dispuesto a escuchar.

—¿Elynea?

Osbjorn miró en derredor, como si no localizara a la dunmer. Olisqueó el aire, y entonces su rostro se congestionó en una mueca de ira.

—¡Creía que eras mi amiga, pero me abandonaste en aquel infierno entre mundos! —estalló el mago skaal—. Vagué durante días en las mareas del tiempo, agonizando de hambre y sed después de que se me terminaran mis provisiones, temiendo que una de esas criaturas me encontrase y me matase. Herma Mora me ofreció una salida. ¿No aceptarías tú su ayuda? ¿No están dispuestos tus compañeros a aceptarla?

La ira del siervo de Hermaeus Mora desapareció tan pronto como había venido, y volvió a adoptar aquella actitud distante y perdida.

—Los términos del trato son sencillos: los Buscadores despojarán a Reilien de los poderes de presciencia del Oghma Infinium y yo lucharé a vuestro lado contra ella. A cambio mi señor quiere al dwemer. Sólo para él. 

No le gustaban los términos del pacto. En el mejor de los casos llevarían a acabar solo con una de las tres amenazas, la de los elfos, pero no solucionaría el problema de los dragones ni el problema del cronoexplorador. Más aún, Herma Mora con los poderes de viajar en el tiempo...

Algo le decía que la mejor posibilidad era pactar con los enanos, pactar una línea temporal en la que el Sangre de Dragón no hubiese muerto y nadie hubiese jugado con el tiempo, y para eso necesitaban al cronoexplorador. Claro que seguramente el viajero del tiempo tuviese órdenes de buscar el mejor momento para que su raza volviese y esclavizase a todas las demás...

Fjorda cambió el peso de un pie a otro, incómoda ante la oferta, más incómoda aún poruqe no era capaz de ver una salida buena a todo aquel embrollo, pero no abrió la boca.

K'Dan frunció el ceño cuando vio un vestigio de cordura en Osbjorn. El khajita se llevó la mano al menton y comenzó a masajeárselo. ¿Qué habría hecho él? ¿De verdad habría aceptado el trato? ¿Se habría quebrado como lo había hecho el skaal? El devoto comprendió que dejarle hacer la oferta había sido una muestra de debilidad. ¿Acaso iba a rendirse él ahora que había encontrado el perdón de Azurah? ¿En qué rayos estaba pensando? Si, estaba frustrado, las peleas contra Valaste e Irvulil habían salido muy mal, pero ese no era ni de menos motivo alguno como para que que mostrar debilidad.

Furioso consigo mismo, K'Dan sintió el impulso de negar vehementemente la oferta de Hermaeus Mora. No iba a ser él quién le diera al príncipe daedra una ventaja con respecto a su propia deidad. No iba a aceptar su propuesta, pero entonces su lado khajita hizo acto de presencia. Una cosa era aceptar el trato y otro era cumplirlo. ¿Acaso no era eso lo que uno esperaría de un miembro de su pueblo?

K'Dan miró a Elynea seriamente con la esperanza de que entendiera lo que iba a hacer. La dunmer estaba mucho más afectada que él y seguramente le costase entender su movimiento. El khajita también estaba dolido con lo que Herma Mora le había hecho a su amigo, pero su frustración le había otorgado una indiferencia en un primer momento que ahora iba a intentar aprovechar.

Antes de responder, el devoto recitó una corta oración a Azurah para que su diosa entendiera que no estaba renunciando a ella. Sólo intentaba utilizar todas las armas que tenía a su alcance para cumplir su cometido.

—Puedo hablar sólo por mí—dijo arrastrando las palabras con una voz ronca—. Pero yo estoy dispuesto a aceptar el trato si mis compañeros están de acuerdo.

 Tenían que arreglar el entuerto, sólo así habría una oportunidad de recuperar al auténtico Osbjorn. Y si eso no era posible, se aseguraría de que Hermaeus Mora no se llevase su premio. Aunque le costase la vida.

No hicieron falta muchas palabras para que la chispa de la sospecha encendiera una llama de certidumbre en la mente de Khaled. No solo Azura estaba pendiente de lo que sucedía en Imrarlatz. Hermaeus Mora había aprovechado la primera oportunidad para favorecer sus objetivos. O, más aún, pensó. Probablemente había intervenido directamente, arrancando a Osbjorn de Nirn, y lo había llevado a una tierra bajo su dominio, quizás su propio plano, donde conducirlo a la desesperación y arrebatarle la voluntad para forzarle a un pacto de servidumbre.

¿Pero podían permitirse rechazar la ayuda del demonio del saber? Entregarle al dwemer era un problema para otro día, y aquel al que se enfrentaban era acuciante, sin embargo. K'Dan estaba de acuerdo, aunque era evidente que no por gusto.

Siguió en silencio, clavando la mirada en la coronilla de Elynea. Ella era la que mejor conocía a Osbjorn, aunque en el hombre que tenían delante probablemente quedaba muy poco del mago skaal de antaño.

Elynea era incapaz de sentirse realmente ofendida por aquello. No porque fuese ninguna estoica fuerza de la naturaleza, sino porque todo parecía tan irreal que simplemente no se creía lo que estaba oyendo.

—Osbjorn... fui arrastada igual que tú, no puedo luchar contra el flujo del tiempo—dijo. Lo intentaba, mas no podía evitar que la pena le ribetease la voz. Pero era por su amigo por quien se sentía mal, no por si misma. Por verlo en aquel estado, no porque le dijera aquello—. Os buscamos en vano.

Con la pregunta sin embargo, las pupilas se le volvieron pequeñitas como dos cabezas de alfiler.

—¡P-por supuesto que no!—respondió sorprendida como si la sola idea le produjera escalofríos—. Y el gigante chiflado capaz de ser el primero en cientos de años en incrustarse stalhrim bajo la piel que conocí en Solstheim, tampoco. N-No entiendo qué ha...

Cerró la boca. Por supuesto que no lo entendía: Aquello no tenía sentido. Osbjorn había tenido mala suerte y Hermaeus-Mora había aprovechado la oportunidad, o igual la había creado él mismo porque le resultaba imposible imaginar a su amigo sucumbiendo tan fácilmente. Pero a aquellas alturas daba igual, ponerse a hablar de ello no iba a devolver al skaal a la normalidad. Por más que quisiera con todas sus fuerzas, sabía que no iba a pasar.

Cuando K'dan habló sin embargo, giró la cabeza en su dirección y lo único que le devolvió como respuesta fue un frío ceño fruncido. El leer la mente no entraba dentro de las capacidades de Elynea pero aun si hubiese entrado, la reacción habría sido la misma.

Hermaeus-Mora siempre se había llevado a rabiar con Azura. Más o menos igual de a rabiar que se llevaba con el pueblo Skaal. El Osbjorn que ella conocía se habría rrancado y comido sus propias barbas antes de tener nada que ver con el demonio del conocimiento, como ellos lo llamaban. Y sin embargo aquella versión de él había sucumbido a la locura. ¿No era suficiente como para sospechar que algo era raro? ¿Quien les decía que no iban a acabar ellos igual?

—No esperarás que haga un pacto de quien ha dejado ASÍ a mi mejor amigo—masculló mirando al khajiita. Añadir a que Daedra servían ambos le parecía directamente innecesario.

Cuando se está tan triste y tan furioso a la vez simplemente no se puede sentir nada más. Elynea era incapaz de manifestar nada en aquel momento. Aunque en cierto modo era bueno porque no necesitaban más problemas.

—Hay algo que no sé si termino de entender—dijo devolviendo su atención a Osbjorn—. ¿Por qué Reilien tiene el Oghma Infinitum? ¿No le molesta a Hermaeus-Mora que anden jugando con sus artefactos?

«¿O es que primero hizo un pacto para sacar provecho de ella y ahora quiere hacer otro para sacar provecho de nosotros?»

¿Y si volvía a convenirle ayudar a Reilien, qué? "Cuidate del demonio del conocimiento". Lo primero que el propio Osbjorn le había dicho durante su estancia en la isla antes de saber si quiera que era una sacerdotisa de Azura no paraba de martillearle en la cabeza y de hacer saltar todas las alarmas. Por no mencionar que dejar que un dwemmer cayera en sus tentáculos era pan para hoy y hambruna para mañana.

—¿Quién crees que me transmitió los conocimientos para injertarme el stalhrim bajo la piel sin matarme? ¡Fue Herma Mora! —rugió Osbjorn, encendido de nuevo—. ¡Soy un fraude! ¡Un mentiroso! Siempre quise hacer algo importante en mi vida, pero nunca conseguí nada que se saliera de la mediocridad hasta que encontré a Herma Mora.

El anciano pasó de la ira al llanto en un parpadeo. Sabía que al pactar con el demonio del conocimiento había fallado a sus amigos y a su pueblo y que ya no había vuelta atrás. 

—Ahora sólo me queda... esto —dijo señalando a uno de los Buscadores—. Pronto perderé también mi humanidad y me convertiré en uno de ellos.

El skaal recuperó la compostura de forma tan súbita como la había perdido.

—Reilien ya ha cumplido su propósito: —contestó Osbjorn—, desatar las Mareas del Tiempo para enturbiar la visión de Azura. Eso ha permitido a mi señor ocultarle ciertos cambios que debían hacerse. Qué cambios son esos lo ignoro. Pero ahora desea que su libro cambie de dueño, aunque tenga que arrancárselo de sus manos ensangrentadas.