Partida Rol por web

Y de este modo partieron hacia el sur. Todavía no sabían si iban a ir hacia los vados o por el puente de Orthanc. Pero a sus espaldas, sin saberlo, el enemigo ya conspiraba contra ellos.

Samsagaz el bravo paró de leer. La historia le había intrigado incluso a él pues transcurría paralela a los tiempos en que Bilbo se aventuró hacia la Montaña Solitaria. Pero era hora de comer y la historia quedaría para más tarde. Rosita seguía pidiéndole que continuase, él la cogió en brazos y la depositó en el suelo.

Es hora de comer cariño. Luego sigo leyendo.

Turno 100

El grupo cabalgaba con presteza. Adronath había indicado el orden de marcha. Astomer y Laufinwë primero y Drustan cerrando la marcha.

Ástomer se había propuesto para guiar el camino y Laufinwë iba a su lado por si había problemas. Zigûr había llamado Karab a su rocín y Drustan había sorprendido a todos al ver que un halcón se posaba en su hombro, que ya tenía protegido a tal efecto.
El animal parecía acostumbrado al trato y el beórnida le habló con voz queda y tranquila dándole instrucciones. Luego le liberó y el ave salió volando.

Se dirigían hacia el río Isen, era necesario cruzarlo en primer lugar. ¿Cruzarían por los Vados o por el puente de Orthanc?

Turno 101

Estaban en camino al fin. Durante el día anterior no habían tenido nada que hacer, salvo esperar paseando entre los árboles y lagos que nacían en el circulo de Isengrad. Al atardecer la cosa cambio, fueron llamados ante la presencia del concilio y les fue encomendada una importante tarea. Ahora, en el amanecer del día siguiente, se encontraban camino al norte. En busca de los salones del rey Thranduil, el Bosque Negro esperaba su llegada. Nuevos compañeros, un largo camino por delante e indudables situaciones peligrosas eran lo que le esperaba a Zigûr. Lejos de amilanarse sentía en su interior una sensación de emoción, para él ese viaje representaba prácticamente su primera aventura real, una misión para el mismísimo Elrond y para el concilio blanco. Aquello significaba una gran oportunidad.

Se acomodo en su caballo. Le costó hacerse a la silla de montar hasta que hallo la postura en la que los meneos del equino dejaban de causarle dolor en su trasero. Poco a poco se fue sintiendo más cómodo subido en aquella bestia. Abrían la expedición Ástomer y Lafinwë, que avanzaban unos cuantos metros por delante, haciendo de avanzadilla. Detrás, en la retaguardia, iba solo Drusta. Su ejemplar de halcón era precioso y parecía obedecerle en aquello que le ordenase. Cuando el ave no estaba sobrevolando los cielos, en busca de comida o vete a saber qué otras cosas, se posaba sobre el hombro del beornida, que llevaba protegido con una cuarta de cuero resistente. En medio viajaba el resto. El ritmo que llevaban no era demasiado rápido, seguramente podrían avanzar mas, pero también era cierto que muy de vez en cuando, el ir más tranquilo aseguraba cubrir mas distancia. Tenían que aprender a dosificar las fuerzas de los caballos, no querían forzarlos demasiado, pero tampoco se trataba de un apacible paseo mañanero.

Atrás habían quedado la murallas, que describían un enorme círculo alrededor de la torre de Orthanc, cuyo laen del que estaba fabricada refulgía ante las primeras y tímidas luces del alba. Zigûr se preguntaba cuan secreta había sido la salida de aquel lugar, cuanto tardarían en echar de menos a los que ahora formaban el nuevo grupo y si alguien podría haberlos visto partir. Pero había que concentrarse en el camino, en la ruta a tomar. Innumerables veces había echado un curioso vistazo a mapas varios, no es que los conociese de memoria, pero le llamaba la atención como habían cambiado las fronteras a lo largo de la historia, y de cómo cada lugar había ocupado un importante espacio dentro de esta. Zigûr sabia, sobre un mapa, el camino a seguir, pero no era esa su tarea. Desde allí, saliendo hacia el sur, solo tenían un par de posibilidades y eran llegar hasta los vados del Isen, opción más larga y que más tiempo les haría perder, o atravesar el puente de Orthanc, que cruzaba sobre el Isen sin necesidad de ir tan al sur.

No hablaban mucho entre si los viajeros, y eso le incomodaba un poco. Zigûr no era hombre de muchas palabras, pero siempre gustaba de una buena conversación llegado el momento.

- ¿Y a que se dedican sus mercedes allá donde viven?. - pregunto con el fin de entablar alguna conversación. - Yo sirvo al reino en su biblioteca, por mis manos pasan todo tipo de documentos - dijo comenzando el mismo a contestar a la pregunta que había formulado. - Desde antiguos tratados de paz, hasta simples arrendamientos entre familias. Por supuesto paso mucho tiempo leyendo, es uno de mis pasatiempos favoritos, largas noches he pasado sin dormir, por el simple hecho de leer emocionantes relatos antiguos - informo Zigûr amablemente para después escuchar lo que el resto podría o no decirle.

Poco le importaba al mago el camino elegido para continuar, pero ciertamente la mejor era la mas corta.

101

Laufinwë estaba sumido en el paisaje y sus pensamientos hasta que escuchó a otro de los miembros del grupo hablar , parecía haber sido el bibliotecario y cuando este dijo que se dedicaba a ello entonces ya no dudó de cual de sus compañeros había hablado de los que se encontraban detrás de él . 

Yo solamente soy un guardia en mi tierra paterna . 

Contestó escueto el elfo . 

Ástomer , si no recuerdo mal creo que dijisteis que erais montoraz ¿ verdad ? . 

Preguntó algo dudoso el elfo ya que no se había centrado mucho en conocer a sus compañeros hasta ahora , y ya que había salido el tema era bueno que fueran conociendoses . 

Turno 101

tirada trato con animales

Turno 101

Emprendido ya el camino, seguían hacia el sur, según su punto de vista podrían llegar hasta el puente y cruzar el rio para cambiar a direccion oeste. No veía motivos para continuar más al sur hasta los vados si no fuera por fuerza mayor que les impidiera cruzarlo antes por Orthanc.

- Por el puente de Orthanc podemos cruzar y dirigirnos al oeste. Si bien algo nos dificulta el acceso seguriremos hacia los vados más al sur, digo nada más comenzar el camino.

Durante buena parte dle camino permanezco en silencio, explorando y alerta en primera línea de la comitiva. Ya entrado el dia, el elfo que me acompaña me pregunta si soy montaraz. ¿Qué diantres ha estado escuchando este elfo durante toda la velada anterior con Elrond y Gandalf incluidos? parece que había estado ausente de la reunión, por que lo recuerdo en su foma física.

Por no parecer descortés contesto a su pregunta.

- En efecto, soy montaraz del norte como ya dije anoche. ¿Y vos? tenéis ascendencia humana por lo que vuestros rasgos me hacen pensar que algún antepasado humano de porte noble corre en vuestras venas.

El elfo tiene unos rasgos elficos en su mayor parte, pero la musculatura y la altura no enmascaran su sangre humana.

Turno 101

El joven beórnida sentía cómo su estado de ánimo crecía a medida que se alejaban de la entrada de la cueva. El Sol aún no calentaba pero se preveía un día soleado. Apoyó una mano en la crin de su caballo mientras susurraba algo a su oído para ganar su confianza. Momentos antes había soltado a su amigo halcón tras darle unas breves órdenes. Una punzada de melancolía recorrió su corazón al recordar a Bridei, la hermosa y temperamental beórnida que lo había ayudado a conocer y entenderse con el animal. Como era conocido, las mujeres beórnidas eran más expertas y capaces que los hombres a la hora de comunicarse con sus compañeros animales. Aún así, Drustan en seguida notó que había conectado con el espíritu libre del animal, y que de alguna manera, éste le aceptaba.

Había utilizado el lenguaje waildyth para comunicarse con él, ya que aquel idioma, que simulaba los sonidos animales, era más sencillo de entender para la mente del animal. Intentó comunicarle unas sencillas órdenes, no tanto por miedo a que el pequeño cerebro del animal no lo entendiese, sino más por motivos de concepción de la realidad. Las órdenes básicamente eran avisar si encontraba orcos o huargos en su camino, o avisar si “algún cazador les perseguía o esperaba por ellos”, esperando que el halcón identificase a fuerzas emboscadas como si un cazador escondido estuviera esperando a su presa. También esperaba que el halcón fuese capaz de entender el término orco y distinguirlo de por ejemplo una patrulla de rohirrim, ya que en la mente del halcón, no había mucha utilidad en distinguir una especie de dos patas de otra, las dos eran igualmente una amenaza para el ave.

- Nuestro compañero volador nos avisará si identifica alguna amenaza desde las alturas.- comentó al resto del grupo, guardándose para él las dudas acerca de si el animal le había entendido completamente, pues no era la primera vez que el animal no entendía del todo lo que pedían.- Ástomer, si el halcón vuela raso delante de ti, es que hay problemas.- resolvió el beórnida al razonar que, en retaguardia, sería tarde para avisar en caso de un peligro inminente al encontrarse a poco más de treinta metros de la cabeza del grupo.
También maldijo al pensar que no habían hablado de ningún tipo de señas o sonidos para comunicarse en la distancia, lo cual era imperdonable para aquellos que como él, se suponían los guerreros de la expedición. Estaba seguro que cada uno de ellos tenía sus propias señas y sonidos, pero a menos que eligieran un sistema común, la comunicación sería imposible. Era importante sacar el tema en cuanto el grupo se detuviese el tiempo necesario para descansar.

Se encontraba entre sus cavilaciones cuando oyó a lo lejos cómo el erudito intentaba iniciar una conversación. Sonrió ante sus palabras acerca de su oficio de bibliotecario. Desde luego que el erudito no era la imagen viva del carisma, pero le caía bien. Ojalá saliese vivo de aquella misión. – Erudito, así como de tus dedos es imposible borrar ya las marcas de tinta, mis manos nunca rechazarán la sangre de los siervos de la oscuridad que han derramado. – Respondió a la pregunta del bibliotecario. La conversación siguió entre el semielfo y el montaraz, pero Drustan no volvió a intervenir. Su mente pensaba en el camino a seguir, y que, si el enemigo ya sabía de su misión, el paso por el puente sería una de las mejores situaciones para tender una emboscada.

Turno 102

El grupo se puso al trote y mantuvo el paso durante la mayor parte de la mañana. La mañana en vez de calentarse conforme evolucionaba el día fue enfriándose y numerosas nubes negaban la lógica luminosidad del día.

El grupo dedicó algo de tiempo a conocerse mejor, aunque a caballo y en medio del viaje quizá no era lo mejor que podían hacer pues podría retrasarles. Las conversaciones fueron cortas y ocuparon poco tiempo.

Para sorpresa de todos el beórnida silbó y un bello halcón vino del cielo para terminar posándose en su hombro donde tenía un grueso trozo de cuero preparado para que el ave se posase. Habló con el animal durante unos minutos y luego éste levantó el vuelo. Si había sorprendido al grupo el hecho de que el animal respondiese a su llamada más sorprendente fue lo que el beórnida pasó a decirles. Se limitó a informar al grupo de que el ave vigilaría posibles amenazas desde el cielo.

Las nubes siguieron acumulándose y oscureciéndose y dos horas después de iniciado el viaje una fina llovizna comenzó a caer. Poco después aquello dejó de ser llovizna para convertirse en una fina lluvia que aunque no terminaba de empapar las ropas comenzaba a molestar algo el viaje y obligaba a tener algo de cuidado con el terreno que podía comenzar a embarrarse.

Por lo demás el camino había sido monótono hasta el momento. Se acercaba la hora de parar para hacer un refrigerio y descansar algo. Llevaban un buen rato cabalgando.

Haced una tirada de percepción ya que vais en vanguardia.

Turno 102

Astomer montaba durante las primeras horas de camino junto con el semielfo sin apenas hablar. Llevaban varias horas de viaje y la lluvia empezaba a ser algo molesta. Paró al caballo y tras esperar al resto les dijo de hacer una parada para comer algo y descansar.

- ¿Como os encontráis? Podemos descansar un poco, si mis calculos son correctos, a este ritmo estamos a mitad de camino del puente de Orthanc.

Tras hablarle al grupo esperó tranquilamente la respuesta de Adronath.

No estaba cansado, ni mucho menos, pero al viajar en grupo era lógico pensar en todos, y aunque si fuese por él seguiría el camino un poco más, era muy posible que el bibliotecario estaría un poco cansado de montar.

Turno 102

Los pasos del grupo, guiados por Ástomer, se dirigían al puente e Orthanc. En su camino desde Minas Tirith hasta Isengard, hab,ian atravesado los vados, que en esa época del año, la primavera, bajaban crecidos por el deshielo y las lluvias.

Mientras avanzaban, al trote dando descansos a los caballos con ratos al paso, las conversaciones se fueron enfriando. Por una parte era mejor así, permitía concentrarse en el camino y acelerar el paso.

Zigûr se preguntaba si el puente e Orthanc seria uno de esos puentes guardados en los que se pide portazgo por cruzarlo, de ser asi, tal vez no convendria acercarse todos juntos para no llamar la atencion. Se guardo para luego sus dudas y se concentro en el dolor que comenzaba a provocarle la silla de montar, el no estaba acostumbrado a cabalgar.

En el cielo se comenzaban formar oscuros nubarrones que no tardaron en comenzar a descargar. Una fina lluvia comenzó a caer, un manto de agua que reducía la visibilidad, pero que sobre todo, entorpecía el avance. Continuos charcos embarrados  obligaban a rectificar el camino de los caballos, nadie quería que ninguno de esos animales se partiese una pata en algún agujero mas grande de lo normal, o que hundiese el casco en el barro y perder el equilibrio.

Tras casi seis horas de traqueteo, las posaderas del mago estaban ya resentidas, y su estomago suplicaba por un pedazo de comida. El agua le sobraba, comenzaba a estar harto de ella. Aunque la lluvia no calaba aun sus ropas, no tardaría en hacerlo y eso era peligroso, no podían permitirse perder el calor corporal si no querían caer enfermos, ya lo había visto otras veces, en campesinos. Por dejar acabado el arado de sus tierras continuaban aun bajo la lluvia, al día siguiente no podían ni levantarse, les subía la fiebre y les costaba desprenderse de la enfermedad, era mejor tomar precauciones a estar varios días en cama.

Cuando Ástomer anuncio que era un buen momento para detenerse y comer, aprovechar para estirar las piernas y dejar descansar a los equinos, Zigûr se alegro de veras. Sin embargo Adronath era el que había sido elegido líder, y en el recaía la ultima palabra al respecto.

Cuando al fin se detuvieron, lo primero que Zigûr hizo fue ir hasta las alforjas del caballo de carga y sacar uno de los sobretodos* y colocárselo por encima, eso lo mantendría alejado del agua, aunque la lluvia aumentara su furia. Lograría así mantenerse seco sobre el caballo cuando reanudaran la marcha. Después cogió algo de comida. Un par de manzanas, un pedazo de carne curada y un generoso cacho de pan. Comenzó a comer de pie, para que sus piernas volvieran a sentir el suelo bajo ellas, bueno y por que sentarse implicaba hacerlo en el puro barro.

Aunque nadie habia hablado de ello, entendio que no estarian demasiado tiempo alli, era mejor avanzar mientras la poca luz que dejaban pasar las nubes les permitiera ver el camino.

- Amigos, ¿alguno de ustedes sabe si habra alguien guardando el puente?, no es raro tener que pagar portazgo en ellos, y no conviene que un grupo tan numeroso viaje junto, si queremos guardar las apariencias, por supuesto - solo pensaba en el secretismo de la mision.

Turno 102

Adronath cabalgaba en medio del grupo con tranquilidad, disfrutando de la marcha. Estaba acostumbrado a pasar largas horas en la silla y por eso se sorprendió un poco cuando Ástomer sugirió una parada. El cielo se había oscurecido y llovía, pero hasta el montaraz encontraba eso agradable.

-Sí, tienes razón. Deberíamos ver si podemos encontrar algún lugar donde descansar un poco y cobijarnos de la lluvia. Si puede ser apartados del camino, mejor. Laufinwë, tú que tienes mejor vista, intenta encontrar alguna cueva o algo. Drustan ¿crees que tu halcón podría ir hasta el puente y comprobar si está vigilado? Lo que ha dicho Zigûr tiene sentido, aunque a mí me preocupa que nos estén esperando alguien menos amistoso. 

Turno 102

Drustan cabalgaba silenciosamente en retaguardia. El día había empeorado, con lo que sus pensamientos volaban junto a su compañero alado, el cual no debía de estar agradeciendo el trabajo que le había encargado el beórnida.
El montaraz propuso un alto para descansar y reponer fuerzas, que todo el grupo secundó. Drustan se aseguraría de que el lugar elegido fuese seguro y que ningún observador no deseado pudiese darse cuenta de su presencia, algo que comprometería prematuramente el destino de su misión.
A la pregunta del capitán, el beórnida le contestó diciendo:  - Mi amigo podrá decirme si hay alguien en el puente, ahora bien el concepto de enemigo o amigo es distinto del nuestro. Cuando estemos cerca del puente, podré indicarle que explore el puente por nosotros.

Acto seguido silbó fuerte para atraer la atención del halcón. Era hora de agradecerle el trabajo que les ofrecía con alguna chuchería.

Turno 102

PNJ con permiso de Laufinwë

El elfo miraba alrededor con cuidado pero la fina lluvia parecía molestarle. El viaje no se le hizo especialmente duro. Había pasado varias horas cabalgando en vanguardia. Hubo un momento en que le pareció ver algo pero debían ser apenas sombras.

Al pararse el elfo se limitó a tomar su ración tranquilamente y mirar el paisaje. Poco más había que hacer que seguir camino.

Turno 103

Pararon lo mínimo para comer y estirar las piernas. Algunos se preguntaban si habría algún tipo de guardias o presencia enemiga en el puente de Orthanc. Adronath quería encontrar un lugar para acampar alejados del camino a ser posible y se lo encargó a Laufinwë que se puso a ello con presteza.

El terreno era bastante llano y despejado por lo que era bastante difícil encontrar algo apropiado sin alejarse mucho y finalmente decidieron comer desviándose un kilómetro al sur, ligeramente ocultos por una pequeña colina. Drustan compartió parte de sus provisiones con su halcón a parte de darle algunas de las chucherías que tenía al efecto.

La lluvia continuaba presente pero no empeoraba por lo menos. Era algo poco menos que una molestia. Los caballos aprovecharon para comer alguna hierba del terreno y descansar un poco pero antes de una hora estaban todos de nuevo en marcha.

La tarde fue dura. Quien más quien menos estaba algo cansado y el viaje se hizo largo y pesado, bajo una fina pero continua lluvia que poco a poco comenzaba a calar las ropas y sobretodos. Pasaron cinco horas y al final llegaron a las inmediaciones del puente de Orthanc.

Drustan, tal como había comentado mandó al ave para que explorase antes de ellos y esta volvió al cuarto de hora. Se la veía excitada y picaba una y otra vez sobre la tira de cuero que el beórnida llevaba al efecto intentando llamar la atención y recibir una merecida recompensa. Por lo visto, aunque todavía no alcanzaban a verlo, había alguien en el puente de Orthanc.