Partida Rol por web

Turno 207

Adronath miró al orco que le comprobaba el vendaje y por un momento se le pasó por la cabeza estamparle la rodilla de su pierna buena contra esa fétida cara. Pero el arrebato pasó pronto. El dúnadan se preguntaban dónde estarían el resto de sus compañeros y si estarían a salvo.

Durante los tiempos de descanso , el medio elfo estuvo observando las horas a las que cambiaban los turnos los orcos , la zonas por las que preferían moverse o los intervalos de movimientos de cada uno de ellos ; los estudiaba con detenimiento pero improvisando , ventajas de solo tener que dormir unas pocas horas al contrario que el resto de los mortales . 

Con estos estudios podría llegar a saber cual era la guardia más despistada y a que hora aproximada solia hacer su ronda , de esta manera podría llegar a trazar un plan para escapar o incluso si tenía suerte reducir drasticamente el número de orcos del lugar y salir airoso , una labor difícil , pero no imposible . Tambien se detuvo a observar el equipo de los orcos y ver cual le resultaría más útil hasta recuperar su propio equipo . 

hahaha

Ríe el orco que está de guardia.

Ya hueles mal. Mejor te marchas un poco, no queremos que huela peor.

Y se vuelve a reir compartiendo la chanza con su compañero.

Comienzas a andar pero te interrumpe.

Si no vuelves en cinco minutos mataré al elfo. Diré que queríais escapar y que sólo pille al elfo

Percepción:

Los orcos son bastante irregulares. Patrullan en parejas, tres parejas. A veces se quedan bastante quietos y otras se mueven erraticos alrededor del campamento. No parecen estar muy atentos.

Vuestras cosas están en un saco que lleva uno de ellos. Los orcos llevan alfanjes y arcos cortos y las armas parecen toscas pero útiles. Los orcos del grupo nuevo llevan mazas y jabalinas. Y te das cuenta de que no se mezclan.

Resolución Turno 207

Drustan de algún modo consiguió hablar con uno de los guardias y que le diese permiso para aliviar sus necesidades unos metros más allá. No sin antes amenazarle terriblemente si surgía alguna sorpresa.

Adronath apenas podía reprimir su furia al verse tratado de aquel modo y humillado sin remedio por aquella escoria. Pero sentía que debía esperar su oportunidad. Gracias a aquellos extraños cuidados lo cierto es que se encontraba mejor de lo que parecía pero no sabía cómo respondería su pierna si se veía sometida a ejercicio físico intenso y probablemente sería necesario para escapar.

Laufinwë decidió que vigilar era la mejor forma de preparar una posible escapatoria y observaba intentando no ser descubierto las características de sus enemigos y todo lo que podía asimilar. No sabía qué les podría ser útil en un futuro.

Drustan fue y volvió de su pequeña excursión al cabo de muy poco tiempo, temeroso de que pudiesen tomar represalias. Descansaron unas horas más pero en cuanto el atardecer comenzó a oscurecer el paisaje Udrun, impaciente, dio orden de reanudar el viaje.

Vamos perritos

Dijo a los prisioneros.

No necesitáis las manos para correr, al que se pare o nos retrase le partiré la mano derecha.

Los orcos sacudían sus cabezas y gruñían como animales al tiempo que sacaban pequeñas piezas de carne curada y bebían de sus pellejos aquel líquido raro. Y simplemente Urdun comenzó a gritar y los orcos a correr.

La camilla quedó al lado. Adronath podía subir a ella si quisiera o intentar correr. Nadie les dijo lo que debían hacer.

Hok aterrizó alejado del campamento y se acercó dando saltitos. Era un animal inteligente y lo demostraba. De algún modo pudo transmitir calidez y cariño acariciando con su pico al beórnida.

Se mostraba excitado y quería que Drustan le siguiese. Se paraba, daba tres picotazos en el suelo y luego quería que le siguiese. Se volvía a parar al ver que no le seguía, daba tres picotazos y hacía ademán de que le siguiese y repitió esto varias veces.

Al ver a su halcón, casi se le caen las lágrimas al beórnida. Al menos sabía que aunque le pasase lo peor a él, su pequeño amigo le sobreviviría.

Pasada la tentación de abandonar a sus compañeros e intentar huir siguiendo a su amigo, Drustan intentó comunicarse con su amigo alado utilizando el lenguaje que imitaba los sonidos animales que utilizaban los beórnidas.

"camino colina calva" "Amon Lanc" "Salvarnos"

No estaba seguro de cuantas palabras entendería su amigo, pero tenía que intentar transmitir toda la información posible. Era importante si al menos su amigo entendía la localización de la colina que le quería transmitir. Según sus cálculos debía de haber pocas colinas alrededor, lo que era positivo. Lo único que dudaba era si mandarlo a buscar la ayuda de sus compatriotas, o a sus compañeros, los cuales temía que confundieran a su amigo con una paloma.

Drustan cogió la camilla, no podían prescindir de ella y menos arriesgarse con Adronath. - Adronath, te necesitamos fuerte, será mejor que sigas en la camilla, es necesaria.- Propone a sus compañeros, intentando llamar su atención.

Cogió uno de los extremos de la camilla esperando que laufinwe hiciera lo propio

Resolución Turno 208

Se pusieron en marcha. Otra vez en con una velocidad endemoniada, aunque Drustan esta vez acusó bastante el cansancio acumulado. Las heridas y el quebranto y las secuelas del combate comenzaban a pasarle factura, cosa que por ejemplo Laufinwë no acusaba tanto. Parecía incluso que poco a poco recuperaba algunas de las fuerzas de antaño.

El beórnida fue hostigado varias veces por Urdrun que era más brutal y sádico que Sgrom. Gracias a los Valar no llegó a cumplir sus amenazas referentes a la mano pero se le veía perfectamente capaz.

Adronath al final seguía en la camilla improvisada lo que le sentaba estupendamente, además empezaba a sentir la pierna algo menos entumecida. Lo que para su entender era bueno.

Después de correr durante tres horas aproximadamente se pararon durante diez minutos. La noche ya había caído completamente sobre ellos.

El orco se acercó y comprobó los vendajes, aflojándolos para que circulase la sangre y volviendo a apretarlos con fuerza para mantener de nuevo el músculo en su sitio.

Adronath pensaba que lo hacía brutalmente para hacerle más daño del necesario.

Asííííí. dijo el orco apretando terriblemente.

El músculo tiene que quedar en su sitio. No te lo puedo atar con florecitas.

Y se reía ante el gesto de dolor del Dunadan que rechinaba los dientes para no dar al orco la satisfacción de emitir un grito.

Turno 209

El beórnida soportaba estoicamente como podía los golpes y la brutal marcha. Se concentraba en pensar que aún tenía un amigo que le quería ayudar y que con su lanza a mano, al menos moriría como un guerrero

Resolución Turno 209

La marcha volvió a ser fuerte, esta vez parecía que Urdun tenía ganas de desfondarles y cansarles de verdad. Hasta el punto de que el gran orco a veces descargaba el látigo también en otros de los suyos, siempre con gran regocijo.

Las quejas y protestas de sus subordinados eran acalladas con una lluvia aún más fuerte de latigazos. Hasta que en un arrebato de cólera uno de los orcos, ya próximos del amanecer se revolvió atacando al gigantón.

La espada voló a las manos del guerrero y con un tajo terrible la clavó entre el cuello y el hombro del desdichado que se había atrevido a desafiarle.

¡¡¡ Yo mando !!! girtó el orco como loco

Y si quiero que muráis corriendo lo haréis. Llegaremos a tiempo y cumpliremos con las órdenes. ¿De acuerdo?

Un silencio sepulcral se extendió. Sólo quedaba un rato para que saliese el sol de modo que Udrun ordenó detenerse y acampar.

Mientras correis, a lo lejos, detrás vuestro, crees que por momentos has podido ver algunas figuras que os siguen a caballo.

Turno 210

Al fin hicieron una pausa para descansar, y el beórnida casi se desploma al suelo de puro cansancio. Jadeó intentando recobrar el aliento mientras observaba alrededor. El sol hacía amagos de salir y por eso el beórnida no sabría decir si lo que veía era cierto o tan sólo fruto de su imaginación (o desesperación). Fuera lo que fuese, se quedó con la camilla cerca de su lanza sin llamar la atención, pero estudiando cómo poder utilizarla en caso de necesidad.