Partida Rol por web

The Chronicles of Vandal & Enchantress

02. Resistencia

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13/03/2020, 12:26
Klarn

El desierto era un terreno baldío repleto de nada, pero también un mundo protegido por su propia naturaleza, alejado de los demás por su calor y falta de agua, debido a la dureza de sus condiciones y sobre todo, la cerrazón de sus habitantes, que no toleraban la presencia de extraños.

Pero a través de las dunas se movían seis figuras que se alejaban silenciosamente de Nuniris. ¿Hacia dónde? Solo Klarn lo sabía.

Luthor le había dejado al mando y eso era lo que estaba haciendo precisamente. Mandar.

Sin embargo, aún recordaba la pregunta de su viejo amigo.

-Los Krah.... llegaron sin que ninguno se diese cuenta de ello. Aparecieron en sus inmensas naves para conquistarlo todo y arrasar con todo. La población de este planeta simplemente... no pudo resistirse. No aguantó ni dos segundos.

-Lo sé porque yo estaba allí cuando sucedió. Esos malditos portales atraen todo tipo de materia y energía que esté cerca y por extraño que parezca, fui succionado por uno. Lo peor de todo fue que pensé que podría dominar este mundo después de que ellos se fueran, sobre todo su líder, con aquella enorme nave que parecía llegar hasta el cielo, pero la inmortalidad y todo el poder que me había permitido sobrevivir, no tardó en desaparecer. Este maldito planeta esta lleno de Tectica. Todo el subsuelo está repleto de ese mineral.

-El caso es que para cuando se fueron, apenas dejaron algo detrás, salvo dolor y destrucción... y Ra. El Ra original no tardó mucho más que el resto en morir. Después de todo, era un simple mortal. Pero en lugar de él apareció... ese al que habéis conocido y al que todos reconocieron como el "nuevo y renovado" Ra. Un maldito aprovechado que simplemente viaja detrás de los Krahn para recoger después de la siembra.

Klarn se giró para miraros antes de continuar hablando.

-Su problema es que los Krahn vuelven, porque han detectado su poder. Ra ha llamado a los suyos y dentro de poco, este planeta será un maldito campo de batalla. Personalmente, no sé que es peor, si Ra o los Krahn, pero hay un grupo de resistencia que intenta acabar con él y después unir fuerzas para acabar con los Krahn, y ahí es a donde vamos. A ver a su líder. Es la única posibilidad que tenemos. 

Entonces, sonrió y os miró una vez más.

-Luthor es un tío listo. Si ve que ganamos, nos ayudará. Si cree que perderemos, ayudará a Ra. Así que es conveniente tenerlo en medio para poder utilizarlo, cuando llegue el momento.

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13/03/2020, 16:55
Hath-Set

Vandal Savage se quedó en Nuniris y en aquella caravana partió Hath-Set.

Sabía que a mi diosa le constaría llamarme por otro nombre que no fuese el primero que conoció, pero no podía permitir que Ra supiese hacia donde nos movíamos. Aunque Luthor lo supiese.

También sería complicado hacerle ver a Klarn que debía dejar de llamarme Vandar, pero al menos seguía usando aquel "viejo amigo" para referirse a mí y eso generaba menos preguntas. Quizás quien más debía acostumbrarse a volver a se Hath-Set era yo puesto que, a pesar de que las ropas que me dieron me asemejaban a mi yo del Antiguo Egipto, eran demasiados años siendo Vandal Savage.

Por otro lado, me sentía revigorizado vistiendo de aquella manera y volviendo a ser Hath-Set. Miraba a mi viejo y más perecedero enemigo, viendo lo que me ocurriría en aquel lugar, en aquel mundo.

Mi inmortalidad se esfumaría y junto a ella, todo lo que aquel meteorito me dió hacía 52.000 años. Si eso significase que durante ese tiempo restante hasta mi muerte, podría ser... feliz o compartir mi vida y ambiciones con quien deseaba, no sería mal final para mí. Pero no era así.

Encantadora me desecharía en cuanto me convirtiese en un mortal más.

Eso me hacía replantearme decisiones que ya había tomado y las que me quedaban por tomar. Llevaba a mis hijos en su vientre, pero... ¿ella merecía la pena? Sí, era una diosa. Pero una diosa en la cual no se podía confiar no era más que un peligro y más aún para mí mismo, puesto que mi mortalidad a su lado supondría mi muerte. Y si todo hubiese sido así de fácil, la elección ya hubiese estado hecha.

Pero en el fondo era un humano, un hombre y un tonto, puesto que la había dejado un hueco en mi corazón sin darme cuenta y ella ya lo había ocupado. En la Tierra no me hubiese preocupado nada de esto, pero no estábamos en casa y mi tiempo se agotaba.

No conocíamos nuestro destino, pero tampoco me importaba. Que me dijesen un nombre de una ciudad de un mundo desconocido me servía igual que lo que estábamos haciendo ahora: viajar a ciegas. Solo sabía que nos alejábamos de Ra y que Encantadora y nuestros descendientes tendrían una oportunidad. Esa era mi prioridad.

Esa y volver a La Tierra antes de acabar sin nada allí.

El viaje no se hizo esperar, mi diosa necesitaba un refugio, un lugar seguro donde dar a luz, lejos de Ra, lejos de Luthor. No era de fiar. Durante el trayecto, Klarn decidió por fin comenzar a hablar.

- ¿Tú? ¿Dominar? No va contigo, Klarn. Siempre fuiste un líder, un héroe... - Le respondí con arrogancia cuando le escuché decir aquellas palabras. - Tú poder te hubiese permitido conquistar este mundo y cualquier otro, pero tú no eres un conquistador, no eres un dictador.

Le conocía bien. Nos habíamos enfrentado suficientes veces a lo largo de la historia para saber que su ambición no era aquella. Proteger a los demás sí, conquistarlos, no. Y entonces mencionó el problema. - Tectica. - Susurré.

- ¿En serio? ¿Ese es vuestro plan? ¿Derrotrar a Ra sabiendo que vienen sus refuerzos y luego enfrentaros a los Kranh? ¿Dónde está tú sentido común Klarn? Enfrentarse a Ra será debilitarse y tendrás un ejército herido y roto para quebrar el asedio de quienes suenan tan poderosos. - Me faltó poco para romper a reír a carcajadas con aquella idea.

- Si, Ra es su parásito como dices, que se enfrente a ellos. Cuando acaben unos con otros, cuando solo que un bando debilitado por esa guerra, alza a tus hombres a la victoria. - Le dije convencido de ello, pensando en quien sería ese líder. Que nueva sorpresa nos guardaría aquel mundo. - Vuestro plan es un suicidio, salvo que realmente haya tiempo para rearmar y reorganizar a todos los hombres que queden en pie.

Miré a mi diosa con preocupación. No sabía cuanto tardaría en ponerse de parto y no estaba seguro de que aquel viaje la hiciese bien. - Luthor es una rata traidora y veo que lo conoces. Haces bien en no confiar en él. Por eso mismo dejaría a Ra enfrentarse a los Kranh y que Lex apechugase con sus decisiones. - Sonreí con malicia.

- Y de los portales, ¿qué sabes? Nos trajeron usando uno. - Quizás lo mejor era encontrar la manera de hacerlos funcionar y marcharnos de allí antes del asedio, volver a casa y conquistar el mundo que debía ser nuestro... no el que me matará.

 

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14/03/2020, 12:59
Enchantress

En otros tiempos, hacía milenios, cuando la princesa Nicté-Ha era quien albergaba mi poder, mi ejército “peregrinó” detrás de mí, y de mi hermano, pero no para escapar, sino para conquistar. La simple idea de escapar no formaba parte de mi naturaleza… y me irritaba. Sin embargo, comprendía la estrategia y en aquellos momentos, había mucho más en juego. Nuestros hijos, los míos y los de Vandal, debían nacer y prevalecer, algo que lograrían lejos del peligro, al menos por el momento.

Vandal aprovechó para cambiar sus ropas, pero también detecté una transformación más profunda en él, como si de repente se hubiese quitado un disfraz y ahora se sintiese como realmente era. Eso podía entenderlo. Durante mucho tiempo yo había vivido oculta debajo de la piel de otros y debía resultar renovador poder vernos tal y como éramos.

Lo miré y con una ligera sonrisa, acaricié su rostro una vez más.

-Bienvenido a mí, Hath-Set. Tu nuevo nombre seguirá unido a mí, al igual que al mirarte a los ojos continuaré considerándote como mi amado inmortal, el padre de nuestros hijos –le dije, antes de salir.

Podía percibir como mi amado volvía a recuperar fuerzas, más espirituales que materiales, aunque también era consciente de que debía hacerlo en todas las formas posibles. Eso me hizo pensar en el siguiente paso que debía seguir, el cual podía esperar a que descansáramos.

Mientras tanto, su antiguo camarada, enemigo de otros tiempos, compañero de otros lugares, lideró el viaje que debía llevarnos al refugio que necesitábamos, durante el cual, Klarn comenzó a responder a las preguntas de mi inmortal, una detrás de otra.  Su presencia estaba a punto de convertirse en algo innecesario, pero sus palabras nos daban información precisa sobre el nuevo mundo que pisábamos.

El desprecio de Hath-Set por Klarn llamó poderosamente mi atención, o quizás fue la intención que mostró al querer distanciarse de él, demostrando con ello que si alguien estaba preparado para ser un dios en aquel lugar, no era precisamente Klarn. Claro que la presencia de aquel mineral que le había debilitado, había trastocado todos sus planes, al igual que lo haría con Hath-Set. Lo miré, más con curiosidad que preocupada.

Su utilidad parecía tener un tiempo límite.

En cuanto a su plan, no dejaba de ser totalmente insignificante para mí. Los planes eran para los seres débiles que no eran capaces de lograr una victoria con el poder que tenían. Yo no necesitaba planes, sino tiempo. A pesar de todo, escuché atentamente.

Tres facciones, Ra, los Krahn, y los rebeldes.

Y Luthor, por supuesto, que me había resultado interesante para ser un mortal, pero igual de inútil que el resto.

Dejé que mi amado inmortal se encargase de aquellos detalles mientras yo gestionaba los míos, que en aquellos instantes era, ni más ni menos, que nuestra descendencia.

Y así, cuando en un momento determinado, nos detuvimos para descansar, me acerqué  a uno de sus acompañantes. El sol estaba a punto de ponerse y yo necesitaba alimento para aquel cuerpo.

-Necesito líquido y alimento –le dije a un hombre joven que nos acompañaba. Sin perder tiempo, se dirigió hacia las alforjas y trajo algo de comida y agua en un recipiente. Pero eso no era suficiente.

-Mi imortal también necesita comida.

Y al igual que había hecho con la mujer, mi puño se trasladó a su pecho, agarró su corazón y a continuación, volvió a aparecer fuera. El joven cayó al suelo, muerto antes de comprender lo sucedido aunque durante un segundo al menos, habría podido ser consciente de lo que estaba a punto de ocurrirle, antes de que su cerebro dejase de recibir la sangre que necesitaba y de que su cuerpo se quedase sin vida, y yo me dirigí hacia mi inmortal con su corazón en la mano.

-Toma, repón tus energías. Las necesitaremos. Nuestras vidas pueden estar en tus manos cuando llegue el momento.

A nuestro lado, Klarn parecía hablar con los demás miembros del grupo, que estaban atemorizados por lo que había hecho y se quejaban airadamente. Yo no tenía tiempo para aquello. Sus vidas pasaron a ser mías en cuanto aparecieron a mi alrededor. Si me servían, vivirían; y si morían sirviéndome, podían considerarse afortunados, porque su sangre sería mi sustento, ya fuese directa o indirectamente.

 A pesar de todo, los vigilaba. Quizás no llegásemos más que Klarn, mi inmortal y yo, al lugar escogido.

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14/03/2020, 14:00
Klarn

Klarn sabía como era su viejo amigo: arrogante y poderoso, seguro de sí mismo y de que su camino estaba marcado con el único objetivo de controlar todo lo que sucedía a su alrededor. No comprendía que dominar no implicaba controlar; vencer no era sinónimo de destruir.

Ignoró sus burlas y bravatas, el desprecio en el tono de su voz y también su estupidez al creerse más inteligente. Simplemente, lo dejó hablar.

-Mi querido amigo, sigues viéndolo todo como una guerra. Ra y los Krahn son lo suficientemente horribles en sí mismos como para intentar vencerlos. Puede que para ti no signifique nada, pero en este mundo, la vida y la muerte son decididas por las manos de gente que no respeta nada ni a nadie. Ra debe ser derrotado y también los Krahn, da lo mismo el orden, pero lo que dejemos en pie... nos destruirá a todos, incluido a ti... y a ella.

No dijo más al respecto, pero sí que volvió a hablar para comentar sobre los portales. Eran unas estructuras de lo más interesantes y nadie sabía como usarlos... o casi nadie.

-Cualquiera te dirá que los portales son obra de los dioses y que solo las sacerdotisas de Umban sabes manipularlos. Ellas pasan sus conocimientos de unas a otras y por tanto, nadie más es capaz de abrirlos. Yo llegué por casualidad. Vosotros, por lo que tengo entendido, por necesidad. Si encontráramos a las sacerdotisas, o al menos a una de ellas, podríamos entender su funcionamiento y usarlos en nuestro beneficio, aunque ignoro cómo.

Finalmente, el anochecer llegó y os refugiasteis junto a unas estructuras rocosas que protegían del viento y retenían el calor. Rápidamente, el grupo montó unas tiendas en las que resguardaros del frío nocturno.

Sin embargo, Klarn no esperaba el comportamiento de Encantadora. Cuando se dio cuenta de lo que iba a hacerle a uno de los suyos... ya era demasiado tard.e

-¡Maldita sea! ¡Estás loca! ¿Pero qué demonios le pasa a tu amiga, Vandar? ¡No puede ir por ahí matando a todo el mundo!

A su alrededor, empezaron a arremolinarse el resto del grupo, con ánimo más que de huir, de matarla.

-No, ya está bien de muertes. Ella es... diferente. Pero la necesitamos. Las pérdidas que ocasione ella no serán nada comparadas con las que producirán Ra y los Krahn si no acabamos con ellos.

A pesar de sus palabras, Klarn miró con furia a Encantadora y a Vandar. Aquello debía detenerse. Quizás por eso, cuando logró calmar los ánimos, se acercó a ambos.

-No sé qué eres, pero si no te detienes ahora, juro que abriré tu vientre y sacaré esos engendros que tienes en tu interior para que Vandar se alimente de ellos. ¿Te ha contado alguna vez lo mucho que le gustan los no-nacidos?

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15/03/2020, 00:52
Hath-Set

- Y tú no eres más que un cabezota y un sordo. Yo he sido quien se ha pasado milenios susurrando los oídos de los más poderosos. He sido quien he alzado a hombres al poder. ¿Quién crees que llevó a Hitler a liderar Alemania? He sido quien ha generado guerras y odio, manipulando la mente de los simples mortales que he dominado. ¿Quieres que haga lo mismo contigo o con el líder al que nos llevas a ver? - Y ahí estaba de nuevo mi arrogancia.

» La mejor opción es que se maten entre ellos y quien quede en pie que sea arrasado por los tuyos. Sus fuerzas estarán mermadas, mientras que las tuyas aún se mantendrán en pie. Es estrategia... pero entiendo que al perder el poder que te concedió el meteorito, tu mente quedó debilitada también. Una lástima, puesto que siempre es agradable poder tener una charla con mentes comparables a la mía... las inferiores no servís para mucho. - Le dije con soberbia y desprecio. Esa que me daba ser inmortal. Ser un dios.

- Lástima entonces que matase a la que encontré para recuperarla a ella. - Dije con cierto tono burlón a Klarn y miré con una sonrisa cómplice a Encantadora al hablarnos de los portales. En ella habitaba ahora aquella sacerdotisa y ya sabíamos que tenía el conocimiento para usar los portales. Era mi diosa quien debía hacerse cargo de sacarle aquella información.

El viaje prosiguió mientras permanecía atento a casi cualquier gesto de mi amada y al oscurecer buscamos refugio.

Unas rocas nos ofrecían cobertura y una pequeña hoguera algo de calor. Me senté junto a mi diosa y pasé mis brazos por su cuerpo. - Me hace verdaderamente feliz que pronto podamos tenerles en nuestros brazos. - Le confesé acariciando su vientre y besé su mano. - Sois mi prioridad, los tres.

En ese momento mi diosa se levantó y la miré con preocupación. No sabía si había dicho algo malo o bien si se iba a poner de parto, pero me relajó ver que había ido a por alimento y la sonreí al escucharla hablar así, sobre todo cuando solicitó la comida para mí. Aunque no me esperaba que hiciese aquel acto nuevamente, si sonreí complacido con su ocurrencia.

- Gracias mi vida. - Respondí con aquella sonrisa al gesto de Encantadora y sin pensármelo dos veces, clavé el diente en aquel corazón sanguinolento ante la mirada de horror de los presentes. El único que no se espantó, sino que se enfadó, fue Klarn y eso me hizo ponerme en pie.

Miré a todos los hombres que parecían querer atacar a mi diosa con ira. - Haces bien en controlarles o no quedará ninguno vivo en cuestión de segundos. Y no. No será ella quien se encargue de ellos. - Dije mirándoles a todos a los ojos con firmeza.

- Y por supuesto que no es como vosotros. Es una diosa, Klarn. Su poder está por encima incluso del mío. ¡Haríais bien en arrodillaros ante ella ahora, antes de que su ira os consuma! - Exclamé a sus hombres. Podía ver sus miradas y su odio en ellas.

Con todos más tranquilos o eso parecía al menos, puesto que ninguno se atrevió a decir o hacer nada, regresé al lado de mi amada y Klarn no pudo evitar venir detrás. Le miré con arrogancia y sobre todo con aquella superioridad que sabía que tenía sobre él cuando me habló de aquella manera.

- Esos engendros, son mis hijos y ella es la diosa a la que amo, Klarn. Así que ten cuidado con lo que dices o haces, porque te aseguro que no llegarás a tocarla con vida. - Le repliqué encarándome con él, confesando sin querer lo que sentía por ella.

- Si aún respiras, es porque eres de utilidad para nosotros. No lo olvides nunca. Y sí, sabe mi gusto especial por los no-natos. Me vio disfrutar del delicioso manjar que fue el feto que la sacerdotisa que nos trajo a este miserable mundo sin permiso y que llevaba en su vientre. No le estás diciendo nada nuevo. - Le espeté en la cara.

- Y ahora se listo y dame tu daga. - Le dije a Klarn tendiendo mi mano hacia él con la palma hacia arriba, con un tono más relajado. - No quisiera quitársela a un cuerpo muerto y no tengo donde guardar y conservar tantos órganos para alimentarme en los próximos días. El calor los estropeará y no durarán mucho en fardos de tela.

Cualquier mortal, conociéndome un poquito y sabiendo de tecnología como él sabía, entendería por donde iba y esperaba que aún le quedase suficiente conocimiento como para que se diese cuenta de que si sacaba los órganos del muerto, al menos sus hombres estarían a salvo unas veinticuatro horas más.

- No compliques más las cosas, ¿quieres? Además, si disfrutases del canibalismo yo, quizás ahora conservases aún tus poderes, viejo amigo. - Le di la espalda y luego me giré nuevamente hacia él. -¡Ah! Y no volveré a interceder por ti, Klarn. Si ella decide matarte, así será.

Con las cosas más calmadas, miré a mi diosa. Debía hablar con ella y contenerla. No podíamos generarnos más enemigos de los que teníamos y para ellos, para los mortales, ahora mismo no era más que una mujer embarazada con algún extraño poder. Pero si podía quedarse en cinta, en sus cabezas quedaría la idea de que podría morir.

Y yo sabía que no se equivocaban demasiado si pensaban así.

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15/03/2020, 21:11
DIRECTORA

Quizás tus palabras fueron más que suficientes para ahuyentar a Klarn, o quizás fue la mirada de furia de Encantadora. En cualquier caso, Klarn dio por zanjado aquel problema y tú disponías de comida adicional "inesperada". Encantadora, por su parte, parecía dolorida por vuestras criaturas, que daban la sensación de ser batalladores desde antes incluso de nacer.

Los demás, parecieron conformarse con lo que habían visto y oído, seguramente porque no deseaban arriesgarse a sufrir el mismo destino que sus dos compañeros.

Temían a Encantadora, pero también te temían a ti y Klarn, su líder, no parecía querer defenderles... o más bien, no podía defenderles.

Así que la noche transcurrió en relativa calma. Encantadora se acurrucó a tu lado y ambos os disteis el calor que necesitaban vuestros cuerpos para soportar aquella noche fría.Sin embargo, antes de que amaneciera, el desierto comenzó a demostrar lo que era. Una ventisca empezó a azotar el suelo, levantando la arena y creando pequeños torbellinos que os rodeaban por todas partes, haciendo que entre la oscuridad y la arena, resultase casi imposible ver más allá de un metro de distancia.

pero no tardaste mucho en dejar de preocuparte por ello.

El grito desgarrador de Encantadora rompió el sonido del viento y al mirarla, viste sus ojos envueltos en lágrimas. Ambos bajasteis la vista y distinguisteis las ropas y el suelo húmedo. El parto iba a ocurrir en ese preciso instante, lo quisierais o no.

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15/03/2020, 21:24
Enchantress

Hath-Set me defendería hasta su último aliento, sobre todo mientras nuestros hijos estuviesen bajo nuestro cuidado. Eso me hizo sonreír, realmente satisfecha por sus reacciones, y seguramente por eso, en parte, también se merecía aquel pequeño premio en la forma de un cuerpo al que devorar y para recuperar su energía o parte de ella.

Klarn era útil y estaba vivo... por el momento. Sus amenazas simplemente no significaban nada para mí, porque eran palabras vacías y absolutamente carentes de peligro.

Solo importaba el ahora y lo que debía hacer era descansar y estar junto a mi amado inmortal.

Y así, cuando la noche cayó sobre nosotros, no hubo más sitio que junto a él, absorbiendo parte de su calidez y fuerza y sintiéndome segura como jamás lo había estado. 

Porque si para él nuestra progenie era importante, también lo era para mí. Los hijos que llevaba en mis entrañas, formaban parte de mí, tanto como mi propio hígado. De hecho, me preguntaba si al perderlos, una vez nacieran, se llevarían una parte de mi propia energía y yo también me debilitaría. Existía esa posibilidad, desde luego, y debía ser consciente de ella y prepararme para tal eventualidad.

Hath no era el único que podía perderse en aquel laberinto que era el nuevo mundo sobre el cual caminábamos.

Al mirar al cielo, aquel cielo desconocido, desde aquella roca junto a la cual estábamos tumbados él y yo, las estrellas parecieron decirme que nuestro destino sería fugaz pero intenso. Era mejor eso que no tener ninguno o desaparecer en las sobras. Con aquella idea fue con la cual había vuelto a la Tierra y después, a la vida.

Ignoro cuánto tiempo dormí, pero de repente, en algún momento, el intenso dolor que atravesó mi cuerpo desde las piernas me hizo gritar como nunca lo había hecho. Sentí como si alguien estuviese intentando arrebatarme todas las vísceras de un solo golpe y partirme en dos. Sabía que se trataba de algo mucho menos dramático, pero el dolor apenas me daba tiempo para pensar.

-Ya... vienen... -conseguí decir entre gritos, echándome al suelo junto a mi inmortal.

Mis manos se deslizaron automáticamente hacia mi vientre, para a continuación rasgar toda la ropa y quedarme completamente desnuda. Aquel cuerpo debía poder soportar toda la tensión, pero no estaba segura de ello. La presión que sentía era muy poderosa. 

-Ayuda.... me -le pedí a Hath entre sudores, mientras hacía lo posible por contener el dolor y me dejaba manejar por él. Confiaba en sus manos tanto como lo había hecho al ofrecerme a él. Si había confiado en ser fertilizada, no iba a dudar a la hora de encomendar el nacimiento de nuestra descendencia a su habilidad... y su compromiso, puesto que su hambre había sido ya alimentada y la sangre era, en aquellos momentos, demasiado valiosa.

Muchas veces había deseado propagar mi esencia, pero nunca, hasta ese momento, había estado tan cerca de lograrlo, ni tampoco al lado de alguien junto a quien pudiese conseguirlo.

Agarré su mano con la mía y apreté con fuerza, mientras con mis ojos me adentraba en los suyos, atravesando su cuerpo y alcanzando su alma. Ambos éramos uno solo.

-Somos uno... somos uno... -repetí en voz alta, para volver a gritar segundos más tarde.

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16/03/2020, 12:24
Hath-Set

Tal y como hiciese con la sacerdotisa en su momento, bebí la sangre de aquel hombre ante las miradas de horror de sus semejantes, no sin antes comerme aquel corazón crudo sin mostrar el más mínimo gesto de asco o piedad en mi rostro.

Klarn se retiró, no sin antes darme su daga, la cual usé para sacar los órganos que me harían falta más adelante. Nuevamente usé sus ropajes para hacer los fardos que contendrían mi futuro alimento. Podía comer como cualquier otro humano normal, pero estaba convencido de que el canibalismo era mi única opción en aquel mundo, tal y como me quedó demostrado en la Tierra cuando mi cuerpo regeneraba antes al alimentarme de los cuerpos de mis enemigos.

De los cuerpos de mis hijos.

Retiré la capa del hombre muerto, puesto que nos vendría bien para cubrirnos de la fría noche que se avecinaba. Sin pudor alguno, saqueé su cuerpo buscando algo de utilidad y luego me levanté y miré a los hombres con frialdad. - Es todo vuestro. - Les dije antes de regresar junto a mi diosa. Al alejarme de él, vi como los hombres se acercaban y lo retiraban del campamento e ignoré por completo sus rituales funeriarios para centrarme en quien verdaderamente me importaba: Encantadora y mis descencientes.

Apoyé mi cuerpo en una roca y la hice sentarse entre mis piernas. Con ese vientre, no podría dormir más que tumbada bocarriba o semisentada. Mi cuerpo sería su colchón, mis brazos su protección y la capa del sacrificado la ayudaría a no tener tanto frío una vez se cubriese con ella. Me abracé a su cuerpo y acaricié su vientre al tiempo que apoyaba mi cabeza sobre su hombro mientras que mis ojos veían moverse a los hombres en la oscuridad.

Por mi cabeza pasaron las palabras que le había dedicado a Klarn y mi confesión por mi amor hacia mi diosa, hacia Encantadora. Hacía tanto tiempo que no sentía algo tan fuerte por alguien, me había acostumbrado a decirle a Chay-Ara cuanto la amaba que había olvidado que esos sentimientos debían guardarse para uno, sobre todo si estaba delante el enemigo.

Pero tener a mi diosa entre mis brazos y sentir en mis manos la vida de nuestros descendientes en su vientre, me hacía olvidar todo. Y así fue, como el sueño acabó ganando terreno y me quedé dormido con mi amada entre mis brazos, mientras que en mi rostro se me veía sonreír feliz.

Y de golpe desperté alertado por aquellos gritos de dolor.

Lo primero que hice fue buscar a Klarn con la mirada. Si se había atrevido a tocar a mi diosa mientras dormía. Si uno de sus hombres se había acercado... no viviría ninguno para contarlo.

Pero mi diosa gritó lo que la ocurría y me arrodillé junto a ella.- Tranquila. Inspira y expira con calma, céntrate en la respiración. - Le dije al tiempo que la veía desnudarse. Durante un segundo mis ojos se desviaron hacia su ahora crecido pecho, pero sentí como se agarraba a mi mano, como si se aferrase a un bote salvavidas.

- Sigue mi voz, mi vida. Inspira... expira... - Le indiqué mientras apretaba con fuerza su mano. - Somos uno... seremos uno siempre... pero debo ayudarles a salir. - Y para eso necesitaba mi mano y colocarme entre sus piernas.

Miré hacia el grueso de hombres, quienes se habían despertado por los gritos y no dejaban de mirar, entre ellos Klarn. - ¡Calentad agua! - Exclamé. - ¡Y traedme unas telas limpias! - Pero sentía que estaba solo con ella, así que cogí la capa y la rasgué en dos y corrí en busca de agua. Me lavé las manos deprisa y regresé junto a ella colocándome entre las piernas de Encantadora. Metí mi mano entre sus piernas con cuidado.

- Estás dilatando bien. - Hacía años que no asistía a un parto, pero habían cosas que no se olvidaban. Encantadora había roto aguas y en breve veríamos la cara de nuestros pequeños. - Y noto la cabeza... esta bien colocado... cuando notes la contracción, aguanta sin empujar... quiero palpar como estás.

Estaba nervioso, sudaba y mi rostro se torno serio, quizás demasiado. Eran demasiadas vidas extremadamente importantes para mí. Además, había visto nacer a muchos hijos míos, pero jamás a los hijos dos dioses.

Pero su parto, al igual que su embarazo, no fue para nada normal. Mi diosa sintió la contracción y aguantó al tiempo que notaba como su dilatación se disparaba. - Estás lista, mi amor. Con la siguiente contracción, empuja. Yo me encargaré del resto...

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18/03/2020, 12:24
Enchantress

En aquel momento no era consciente de lo que sucedía a mi alrededor. Era como si no existiese nada más que el dolor, y solo el dolor. LA noche nos envolvía, pero me sentía como si un conjunto de sombras avanzase hacia mí, dispuesta a rodearme y llevarme con ellas.

Y ese dolor constante…

La voz de Hath apareció de repente, como si hubiese estado pidiendo auxilio y él hubiese acudido en mi rescate. Sonaba distante, atenuada, pero profundamente calmada. Más que sus palabras, era el tono lo que actuaba como un bálsamo, haciendo que si bien el dolor siguiese allí, presente, fuese incluso tolerable, al fundirse con ella.

Pero no era la única en sufrir.

Los gritos se sucedían en mis propias carnes, más allá de mi piel, atravesando mi corazón, y provenían de un lugar muy diferente al mío, pero con un nombre propio.

Aniisha.

Ella pedía ayuda y gemía de dolor casi tanto como yo, porque los mismos sentidos que me arrastraban en aquella agonía, también lo hacían con ella, como si ambas estuviésemos viajando por el mismo río, sobre la misma balsa, sujetas al mismo lugar.

Y a pesar de que su hijo ya no estaba allí, sino que su energía había pasado a formar parte de Hath, sentía los que llevaba como si fueran suyos, igual que si ella misma los hubiese llevado en su propio vientre. Era el efecto de su corazón, que no solo latía para mí, sino que también lo hacía para ellos, lo que le hacía partícipe de todas las emociones que transmitían. Aquellas dos criaturas eran en aquellos momentos, tan suyas como mías, y tenían por tanto, un solo padre pero dos madres, pero… ¿quién dominaría a quién?

Mientras intentaba regular mi respiración y llevarla hacia un ritmo constante, ella me imitaba y yo no podía evitar hacerme aquella pregunta. Mis pequeños… ¿latirían siguiendo mi corazón o el suyo?

Duele. ¿Cómo es posible que duela tanto? Esto… no debería doler, protestó Aniisha.

En mi interior, sonreí. Su ingenuidad era solo comparable a su insignificancia. Claro que dolía. Era un acto contra natura. Nacer iba en contra de todo lo que existía. Crear era un acto de profundo dolor porque implicaba rompernos y desguazar nuestro cuerpo y nuestro espíritu para crear algo que hasta ese momento, no existía. Destruir, en cambio, resultaba tan natural como el amanecer y el anochecer, puesto que toda vida, de la clase que fuese, estaba destinada a morir y fundirse con el resto del universo.

Por ese motivo a mí me resultaba tan sencillo aplastar a cualquier ser y sin embargo, aquella experiencia era tan nueva para mí como para Aniisha, y también tan perturbadora.

Me sentía como algo estuviese intentando, literalmente, arrancarme una parte de mí y todo mi cuerpo estuviese haciendo lo posible para resistirse a la extracción, porque nada, ni tan siquiera el cuerpo de un humano, estaba dispuesto a perder una parte de sí mismo sin pelear.

Apenas sentía las manos de Hath, aunque sabía que estaba allí, que continuaba hablándome y que estaba ayudándome. Mis manos se soltaron de él para sujetarse en el suelo, reteniendo el impulso que tenía para moverme demasiado y adquiriendo la postura necesaria para continuar haciendo fuerza.

Apreté la mandíbula, cerré los ojos y me dejé llevar por el impulso que sentía para empujar y deshacerme de todo, a la vez que el desgarro provocaba en mí un nuevo grito que se elevó por encima del silencio de la noche en el desierto y se confundía con los aullidos de los cazadores nocturnos.

Yo, diosa en el inframundo, estaba experimentando la máxima expresión de la muerte, en la forma de un nacimiento, sin saber si el segundo traería lo primero, si mi respiración se detendría al comenzar la de mis hijos.

El poder de mi útero superaba con creces cualquier otro que pudiese poseer en aquellos momentos. Toda la energía que era capaz de redirigir y concentrar, no servía de nada y no era capaz de aliviar la intensidad de aquel dolor que me destruía pero a la vez, llevaba con naturalidad. Era el río, que estaba intentando hundir nuestra balsa, a pesar de nuestros intentos por mantenerla a flote. Y ese momento, una ola gigantesca nos cubrió, haciendo que ambas nos mirásemos a los ojos, entendiendo que había llegado el momento.

Con la última punzada de dolor, empujé con todas mis fuerzas, abandonándome al salvajismo completo, sintiendo como el líquido me llenaba por todas partes, pero también que había algo saliendo entre mis piernas, extraído con habilidad por unas manos diestras y suaves, pero insuficientes para mitigar el dolor.

Y finalmente, sentí como algo salía y me vaciaba, y como el dolor que me invadía por todas partes era sustituido por un profundo e insospechado placer… hasta que una nueva punzada surgió desde más atrás.

Oh, dios. Hay otro. Viene el otro, me informó Aniisha, como si yo no lo supiera.

Pero ahora todo era más sencillo. El camino ya estaba marcado y yo solo tenía que dejarme llevar. Era como si la balsa por fin hubiese sido destruida y hecho trizas debido a la corriente, y a pesar de lo cual, tanto Aniisha como yo, continuásemos a flote, sujetas a un madero, mientras dejábamos que el destino nos arrastrase.

Todo iba bien.

Todo iba bien.

Unos minutos más tarde, ambos estaban fuera, nuestros hijos, una niña y un niño, yo lo sabía, porque sus voces habían estado hablando conmigo sobre sus deseos de respirar y de existir. Eran los hijos de Hath-Set;  eran mis hijos. Y uno de ellos tenía dos madres.

Notas de juego

Internet está fatal. Va cuando quiere y puede, así que aprovecho para colgar esto.

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18/03/2020, 18:36
Hath-Set

Sinceramente, me mataba verla sufrir así. Sabía que el dolor formaba parte del alumbramiento de una nueva vida. Lo había visto y vivido cientos y cientos de veces. Pero por primera vez, llegaba a sentir el dolor como mío y deseaba pararlo. Pero allí no había nada que me permitiese hacerlo. En nuestro mundo, en la Tierra, la epidural hubiese bastado pero allí no sabían que era aquello y estábamos en medio de un desierto, bajo un hermoso y desconocido manto estrellado.

Los gritos de dolor de mi diosa, eran constantes y mi voz trataba de tranquilizarla. Me hubiese gustado haber podido sostener su mano con fuerza en aquel momento. De hecho, hubiese generado una ilusión para que me hubiera tenido a su lado al tiempo que la ayudaba con el parto de nuestros pequeños, pero la quería pura y sin engaños entre nosotros.

Y entonces empujó con un desgarrador grito y sentí como aquella cabecita se posaba sobre mi amplia mano y siguiendo el ritmo de sus contracciónes saqué al pequeño de su cuerpo. Sonreí ilusionado al tenerle en mis manos y le cubrí rápidamente con aquel pedazo de capa, no sin antes hacerme cargo del cordón umbilical y de hacerle respirar a modo de llanto.

Abracé al recién nacido el tiempo suficiente como para que se calmase, mientras que miraba feliz a mi diosa, quien se había relajado unos segundos, como yo. Cuando Encantadora volvió a gritar recordé que no venía solo y dejé al pequeño junto a mí para prepararme para el siguiente.

El segundo fue más rápido y realicé el mismo procedimiento que con el primogénito, solo que esta vez, le entregué a mi diosa a la criatura que acaba de salir de su vientre y aún lloraba, para luego coger al otro pequeño y entregárselo.

Me quité la capa y la cubrí con ella, para luego acercarme a su cabeza y besarla la frente. - Ya está, mi diosa. - La susurré feliz y orgulloso de lo que acababa de pasar.- Felicidades, mamá. - La sonreí con ternura y acaricé su cabello.

- Voy a prepararos un sitio junto al fuego. - Lo que en aquel momento realmente quería era estar abrazado a mi familia, pero antes debía asegurarme de que pasasen una buena noche y el lugar no invitaba a ser cálido, no hasta que el sol saliese y nos abrasase con su calor. - Luego os lavaré a todos, no quiero infecciones ni enfermedades cerca.

Y eso hice. Dispuse un lugar cálido para mis pequeños y mi diosa y luego usé agua y algo de tela para empezar a limpiar con cuidado a nuestros hijos. - Una niña... - Sonreí a Encantadora cuando descubrí su sexo tras retirar las telas que la cubrían y comenzar a limpiarla con cuidado. Cuando terminé con ella, hizo lo mismo con el otro bebé.

- Y un niño. - Añadí más ilusionado aún por tener ya no solo a un chico, sino a una pareja en el primer intento. Por como sostenía a los pequeños se notaba que no era la primera vez que lo hacía. Aún así estaba nervioso y temía por ellos. Cuando terminé con él, se lo entregué a mi diosa y les cubrí bien a los tres nuevamente con mi capa.

- Me quedas tú... y podrás descansar tranquila. - La anuncié al tiempo que levanté lo justo la tela para poder limpiarla tras el parto. Cuando llegásemos, necesitarían un baño, pero por el momento debían aguantar así. No podía desperdiciar el agua que nos mantedría vivos en aquel desierto.

Miré a Klarn y a sus hombres, antes de recostarme al lado de mi diosa y de mis pequeños. No sabía como, pero debía darles no solo mi calor corpolar sino que además mi protección. - A quien se acerque a nosotros... le mato. - Dije mirando a todos y cada uno de los presentes y Klarn no era una excepción en aquel momento. - Ya encontraréis la manera de aplacar la ira de los dioses.

Tras estas palabras, me recosté del otro lado del fuego junto a mi amada diosa y nuestros hijos. El fuego por un lado, mi cuerpo por el otro y mi capa sobre su cuerpo debían ser suficiente para pasar lo que quedaba de noche. - Descansa mi amor.  - Le susurré acariciando su rostro. - Tienes que recuperar fuerzas, te necesitan y yo también... - Le sonreí tratando de infundirla algo de calma, puesto que estaría como yo, a la defensiva por si alguien decidía hacer alguna estupidéz.

- Estaré a tu lado, velaré vuestros sueños y me encargaré de que el fuego y mi cuerpo os proporcionen el calor y la seguridad que necesitáis. - Sonreí a mi diosa y mis ojos se clavaron en sus labios. Mi corazón me pedía besarla, pero no lo hice. No me atreví y pasé mi brazo bajo su cabeza, ofreciéndoselo como almohada, mientras que el otro pasó sobre los tres cuerpos, arropándolos como pude, me acomodé junto a ella y besé su frente con ternura. - Descansa tranquila, mi diosa.

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20/03/2020, 09:24
Klarn

El desierto quedó en silencio una vez se produjo el nacimiento de los dos hijos de Hath-Set y Enchantress. Todos los presentes, y Klarn el primero, se habían quedado callados y a distancia, aguardando a que todo terminase, entre otras cosas porque nadie se atrevía a acercarse a ninguno de ellos... y en especial, a Hath.

Klarn observó a su "viejo amigo" atendiendo a la mujer. Cuidaba de ella como si significase mucho más que el origen de su progenie, y por supuesto, sintiese algo más profundo que el cariño que un padre sentiría por la madre de sus hijos.

A Klarn le pareció detectar amor, y eso le hizo sonreír porque significaba que aún había esperanza para él. Siempre había pensado que en el fondo de aquel corazón inmortal, podía haber un pequeño y recóndito lugar, oculto para todos, incluso para él, en donde reservase una parte verdadera de sus sentimientos más puros, aquellos que estaban directamente conectados con su pasado, ahora ya muy lejano, de cuando era un simple mocoso y el universo era demasiado infinito para intentar controlarlo, y en cual el abrazo de una madre podía significarlo todo.

Klarn tenía esperanza.

Cuando se produjo el nacimiento, se acercó, lentamente, a ambos, aunque manteniéndose a una distancia prudencial.

-Recibe mi más sincera enhorabuena, viejo amigo. La llegada de estos niños representa lo mejor de ambos, estoy convencido. Nadie os molestará esta noche. Descansad... y retomaremos la marcha cuando estéis dispuestos.

Después de aquello, Klarn se retiró a dormir... y a recordar. ¡Cuán diferente era el mundo en el que vivían, en esos momentos, aunque ellos no hubiesen cambiado ni un ápice!

Continuaban siendo igual que cuando tenían cinco años... o eso esperaba.

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20/03/2020, 09:36
DIRECTORA

A la mañana siguiente, los dos niños dormitaban en los brazos de Hath y Encantadora, envueltos en un manto de calidez y amor entre ambos, sintiéndose seguros y a la vez, confiados en que el mundo era un lugar en el que no corrían peligro. Encantadora fue la primera en despertarse. Le dolía aún todo el cuerpo debido al esfuerzo y sobre todo, se sentía desnuda sin el peso de sus dos retoños.

Al verlos, no obstante, algo en su interior le hizo experimentar una emoción terrenal inesperada. Amor por ellos, deseo de darles lo mejor y al mismo tiempo, protegerles de lo peor. También vio a Hath con su rostro próximo al de sus hijos y al igual que antes, despertó en ella una conexión inesperada, de compenetración y certeza.

Era verdad que a pesar de ser cuatro, constituían una única unidad.

Pero había amanecido y el sol amenazaba ya en el horizonte con destruir el momento perfecto con calor asfixiante y luz ininterrumpida. Debíais marcharos.

Todos a vuestro alrededor se estaban poniendo en pie, como empujados por el mismo instinto. No sabíais a cuánto estabais del refugio, pero el descanso que necesitaban los pequeños y Encantadora, aún débil por el parto, no podían esperar.

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20/03/2020, 12:47
Enchantress

Abrí los ojos... y lo primero que vi fue a mi amado inmortal, con su rostro acariciando el de nuestros pequeños y sus párpados cerrados, seguramente soñando con compartir su destino y sentir las mismas emociones que ellos. Sin moverme, fui capaz de desplazarme a millones de kilómetros de distancia, lejos de todas las guerras y las confrontaciones, los desafíos y sobre todo, la insignificancia de las vidas de los mortales.

Una palabra vino a mi memoria como si reuniese en cada una de sus dos sílabas tal insulto, que su solo pensamiento sirviese para maldecir a toda la humanidad.

Arkham.

No era un lugar; tampoco era una misión cuyo objetivo quedaba ya a siglos de distancia, casi en el olvido. Era un punto de inflexión en nuestra vida que había supuesto engendrar a aquellas dos criaturas, reunirnos a dos dioses y certificar el desdén que ambos sentíamos por una humanidad incapaz de gobernarse a sí misma, preocupada en exceso por cuestiones sin importancia y luchas de poder sin sentido.

La Mansión Wayne parecía desintegrarse en mi cabeza, puesto que ya había tenido su utilidad y no volvería a verla, al igual que tampoco volvería a estar en presencia de aquel extraño grupo de estúpidos engreídos y arrogantes que una vez pensaron podrían gobernar a la ingobernable, a mí. Y más les valía que fuese así, porque el día que nos encontráramos, sería el último que verían.

Pero la paz dominaba ahora toda mi alma, fruto de contemplar la creación en su máxima expresión, lo divino comprimido en dos pequeños cuerpos y lo mortal cubriéndonos a Hath y a mí como uniformes de faena que nos permitirían llegar a nuestro destino haciendo todo lo que fuera necesario.

Los dioses éramos egoístas y únicamente contemplábamos un escenario posible. La dominación. Y allí, tumbado junto a la que ahora podía llamar mi familia, sentía, de una forma inesperada, que la había conseguido.

Mi pequeña se removió, inquieta, antes de agarrar uno de los dedos de la mano de su padre, mientras mi pequeño se abrazaba a ella, y giraba su pequeña carita hacia mí. Era como un pequeño sol radiante, que estaba segura que con la energía de sus padres, lograría iluminar y llegado el caso, abrasar, todo el universo.

Un pequeño momento de dolor interrumpió mi descanso y me hizo ser consciente de que aún teníamos camino por delante. Ahora estábamos en los momentos más críticos de sus vidas, cuando se encontraban completamente indefensos y yo no disponía de la suficiente fuerza como para protegerlos, salvo con mi vida. Pero confiaba en Hath. Él nos guardaría y no permitiría que nada nos sucediese.

Mi amado inmortal.

Al mirarle, descubrí que sentía, algo que no esperaba hacer, que me resultaba completamente extraño. Puede que fuese la propia naturaleza del cuerpo humano que estaba utilizando y que, inevitablemente, me transmitía parte de él mismo a la vez que me arrebataba algo de mi esencia.

Al final, resultaba hasta lógico que si debía vivir en un mundo humano, usando un cuerpo humano, mi poder tuviese mucho de humano.

De nuevo, pero esta vez, de forma instintiva y protectora, a la vez que llena de un profundo sentimiento de aprecio, que los humanos llamaban amor, alargué una mano para acariciar el rostro de Hath, y al abrir los ojos, a pesar de no comprender todavía lo que era una sonrisa real, intenté dulcificar mi tono y mezclarlo con todos mis sentimientos.

-Debes despertar ahora, mi amado inmortal. Tienes que ayudarme a caminar y proteger a nuestros pequeños. Escogerás un nombre para ellos y le otorgarás parte de tu poder con él. Yo haré lo mismo y la energía de ambos los protegerán de cualquiera que intentase hacerles daño.

Por todos era sabido, desde el principio de los tiempos, que los nombres tenían un poder que irradiaba desde lo más profundo de nuestras almas. Al otorgarles cada uno el que quisiéramos, estábamos haciéndoles un regalo: les estábamos dando una parte de nosotros que crecería junto con ellos, los guiaría, y también, sobre todo en aquellos instantes, los guardaría.

Mientras a nuestro alrededor, todos los humanos se preparaban para marcharnos, nosotros nos preparábamos para un ritual que era más antiguo que la Tierra misma, que bebía del origen de los tiempos y que alimentaría a nuestros hijos durante el tiempo que lo necesitaran.

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20/03/2020, 18:39
Hath-Set

Ya me había recostado junto al cuerpo de mi amada y de mis hijos, cuando Klarrn se acercó con cautela. Mi mirada inicial fue desafiante. Si bucaba la muerte la iba a encontrar en aquel preciso momento. En cambio su rostro me decía otra cosa, al igual que sus palabras y miré a mi diosa y a mis pequeños mientras Klarn nos hablaba. - Confío en ello Klarn. De lo contrario tu serás el único que viva para contarlo, porque solo los fieles sobrevivirán.

No me quedé más tranquilo. Klarn no era tonto y sabía que yo me había vuelto más peligroso ahora que debía proteger a mi familia. Eso había sido siempre así. Hace 52.000 años, peleábamos por proteger a nuestras tribus y para él yo era Vandar y ella mi hembra. Sabía perfectamente que daría mi vida por la de ellos y que aún mantenía mi inmortalidad intacta.

No sería fácil de derrotar.

Pasé todo el tiempo que pude en vela, vigilando que mis pequeños y mi diosa estuviesen bien, que no sintiesen frío alguno. De vez en cuando me movía a atizar un poco el pobre fuego que nos quedaba. Pronto se consumiría y solo podría calentarles con mi cuerpo. Así pues, regresé con ellos y los coloqué de tal manera que mi calor les llegase a todos antes de que las brasas dejasen de calentar y con el calor generado por todos, me quedé dormido.

Mis sueños me llevaron a otros lugares, otros mundos, donde yo era Vandal Savage, el Conquistador. El único Amo y Señor de La Tierra. Y entonces ellos aparecían en medio de aquel campo de batalla, corriendo con sus inocentes rostros y llamándome papi, se abrazaban a mí. Mis retroños. Los dos primeros dioses que heredarían nuestro poder, me darían la victoria sobre el mundo. Lo sabía.

Y la noche trajo al día junto con un nuevo amancer.

Estaba tan cansado que no oí el ajetreo de los demás preparándose para salir. Solo sentí la calidez de la mano de mi diosa que me hablaba con dulzura y sonreí, no queriendo despertar. - Sabes... he soñado... con nuestros hijos... - La dije sintiéndome tan bien por haberles visto nacer en aquel sueño.

Pero sus siguientes palabras, me hicieron abrir los ojos de golpe y los vi allí, conmigo. Sonreí feliz y orgulloso y acaricié sus caritas. - Los pequeños dioses. - Susurré a Encantadora para mirarla fijamente a los ojos. - Pensaré esos nombres con cuidado entonces. Y dado que estamos en un lugar como este, buscaré que sean acordes al tiempo donde estamos. - Miré a los labios de mi diosa una vez más, sabía que los deseaba y me senté sosteniendo a la pequeña en mis fuertes brazos.

- Prepararé nuestra montura. Tu quédate descansando con ellos. Voy a intentar que vayamos juntos en un animal. Así podrás descansar mientras los llevo en mis brazos y me aseguraré de que no te caígas.

Me acerqué a los animales y a Klarn. - Quiero que despejéis una montura de lastre, para que vayamos los cuatro en ella. Necesitaré que con un par de lanzas y mi capa, hagamos un techado para protegerles del sol. Irán conmigo los tres. Ella debe estar cómoda y segura y descansar. Y ellos... no se los dejaré tocar a nadie.

» Si saben hacer una maldita silla con lanzas, cuerdas y tela, que la hagan. Sino, diles que yo mismo cogeré el material sin permiso. Su sumisión y obediencia será lo que les salve la vida y que tú se lo hagas ver, será lo que salve la tuya, Klarn. - Yo era controlable. Sabía perfectamente lo que era tener a mortales a mi disposición, motrarles mi poder y que me siguiesen como perros fieles.

Mi diosa tuvo otra viviencia más atróz y no se fiaba de ellos. Pero debía hacerla entender que debíamos tener cuidado con eso. Mi inmortalidad allí no estaba asegurada y lo más fácil era que los propios hombres a los que doblegué por las malas, se rebelasen contra mí cuando sabiendo hacer las cosas, buscarían protegerme.

Miré a Klarn en silencio mientras hablaba con sus hombres y esperé su respuesta. Listo para remangarme de nuevo y hacer lo que ninguno era capaz de hacer: acercase a un dios y ayudarle, recibiendo así quizás su gracia divina y su protección.

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23/03/2020, 13:32
Klarn

La arrogancia de aquel desconocido, al igual que su poder, no pasó desapercibido para nadie. Klarn lo observaba como quien analizaba un mundo que acabase de descubrir, con curiosidad y envidia, pero sin sentir miedo, sino fascinación. Sus gestos eran lo único que impedía que se desencadenara una matanza, porque todos los hombres del campamento, aquellos que aún quedaban con vida, deseaban no haber iniciado jamás aquel viaje.

Klarn los miró y asintió con la cabeza para que efectivamente, le diesen lo que pedía, una montura, un techado aretesanal y sobre todo, espacio.

-Viejo amigo, solo son humanos, recuérdalo. El miedo puede ser un aliado, pero también volverse en contra suya. En estos momentos, soy yo quien os protege de morir devorados por el Sol en mitad del desierto, porque sin ellos y sin mí, no saldríais con vida de aquí... o al menos, no lo harían vuestros pequeños. Ahora iré con ellos para hacer lo que pides pero procura... controlarte.

Media hora más tarde, teníais una cubierta digna de un vagabundo, pero que al fin y al cabo, cumplía su función que no era otra que la de proteger del sol a vuestros pequeños

Y así, la caravana pudo ponerse de nuevo en marcha, siguiendo un camino que solo Klarn conocía, pero hacia el destino que hacía milenios os esperaba. 

Encantadora llevaba a sus pequeños en brazos, que descansaban como si nada ni nadie pudiese tocarlos y el mundo fuese su trono. No había ninguna sonrisa en Encantadora, pero sí un brillo especial en su mirada, que se había visto transformada por el parto. Los dolores menguaban, pero sus emociones seguían estando a flor de piel.

El cuerpo de Encantadora era en aquellos instantes, débil, muy débil, pero estaba dispuesta a dar su vida por los descendientes que en realidad, no eran sino una parte de sí misma.

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23/03/2020, 14:03
Enchantress

Después de aquel inmenso esfuerzo que había supuesto traer a mis dos pequeños al mundo, fragmentos de mí misma arrancados con gritos y dolor, no tardé en desvanecerme y abandonarme al olvido.

Mi mente volvió a viajar por lugares recónditos pero sobre todo, atravesando lugares ya olvidados. Apenas sentí cuando Hath me alzó entre sus brazos y me depositó y preparó para reanudar el viaje, ni tampoco cuando colocó a mis pequeños entre mis brazos, aunque abrí los ojos sabiendo que era precisamente allí en donde los encontraría. Dos soles que brillaban más que cualquier otro; dos dioses que habían llegado al universo para demostrar que nadie era más poderoso que ellos.

Vi sobre nuestras cabezas la sombra que nos cuidaría durante el trayecto y miré entonces a mi amado inmortal, agradecida por sus atenciones. Aquel cuerpo estaba transmitiéndome unas emociones muy intensas y poderosas que me resultaban del todo imposible de ignorar. Sentía amor por Hath-Set, nacido como Vandar, algo que en otros tiempos y en un lugar diferente, me hubiese parecido completamente inimaginable.

Pero la profunda conexión que se había creado entre nosotros cuatro era demasiado fuerte y en aquellos momentos, la posibilidad de romperla me parecía poco realista.

A pesar de mi debilidad, alargué una mano hacia Hath-Set.

-Nunca ninguna diosa tuvo a su lado un dios que se ocupara tanto de ella. Nada podrá compensar jamás tus actos, salvo lo que ahora mismo siente este cuerpo por ti. Una parte de mí se ha dividido entre nuestros niños y mi corazón aún no me pertenece, pero cuando lo haga, solo será capaz de vibrar al oir tres nombres, y el tuyo será uno de ellos. Los otros serán.... Athziri, para nuestra pequeña, pues su nombre significa "Gran Victoria" que es precisamente lo que supone para nosotros, teniendo en cuenta que en la Tierra, fuimos despreciados y enviados a la muerte y el olvido. Para mí nuestro pequeño será Kauil, el dios del fuego, puesto que nació bajo un sol abrasador que hubiera podido destruir a cualquiera pero que en su caso, solo lo hará más fuerte.

Athziri... y Kauil, no solo tenían nombres llenos de poder, sino que en ellos había, con cada una de sus sílabas, una porción del mío. Al otorgarle uno, les acababa de transferir parte de mi fuerza y protección. Aunque mil hombres se hubiesen lanzado contra ellos, no hubieran conseguido hacerle un solo arañazo. No era solo un escudo. Era la energía de una diosa guardándolos en una burbuja eterna.

No había poder más fuerte en el mundo que aquel.

Además los dioses, por definición, no podíamos desaparecer. Si nuestro cuerpo era destruido, la energía que lo ocupaba, nuestro katra, se reencarnaba más allá del tiempo y el espacio. Esa misma magia era la que me había permitido transferirme parcialmente a Athziri y Kauil, y la que lo haría con mi amado inmortal, aunque en mi caso, no venía solo.

Aniisha también me había acompañado en aquel viaje.

Mientras su corazón continuase latiendo al ritmo que ella marcaba, sin ser consciente de ello, su esencia se movería junto a la mía allá donde fuese. Por eso sabía que había ocupado uno de los dos cuerpos, compartiéndolo conmigo, solo que aún desconocía cuál. Solo el tiempo podría responder a aquella pregunta.

Mientras tanto, las pequeñas boquitas de nuestros niños temblaban ligeramente. Estaban hambrientos. Con cuidado, extraje uno de mis senos, acerqué el pezón a la boquita de Athziri y apreté ligeramente. La fuerza de su boca al encontrar el tejido y la presión por la succión no eran tan molestas como para impedirme disfrutar de ver como sus aún frágiles cuerpos se fortalecían a cada segundo que transcurría, mientras nuestro escudo los protegía. Después de un rato, hice lo mismo con Kauil, proporcionándole así, a ambos, un nuevo trozo de mí misma.

La leche que les proporcionaba, no solo alimentaba sus cuerpos, sino también sus espíritus, que así, conocían la verdadera alma de su madre, que a partir de ese momento, circulaba por toda su sangre de múltiples maneras.

-Nuestros hijos son auténticos dioses, hijos de dioses y este mundo será solo el principio -murmuré, sabiendo que Hath me escuchaba y que sin duda, asentiría ante mis palabras.

Después, sin dejar de mirarlos, los cubrí con mis manos y aproximé mi rostro al suyo, dejando que los movimientos del camino nos arrastrasen a un profundo sueño.

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25/03/2020, 19:39
Hath-Set

- Como tú ahora, Klarn.- Le recriminé con arrogancia. - No voy a volver a repetirte que si vives es porque nos eres útil. Así que guarda tus amenzas para quienes te teman y para quienes pueden llegar a temerlas.

No entré en el tema del miedo. Los dos sabíamos que aquello no era más que un arma de doble filo y que a mi no me gustaba jugar con aquello. De hecho, mi estilo siempre había sido otro distinto. Tener a mis fieles a mi lado, corromper las mentes de los hombres importantes, generar caos y guerras y volver a las sombras.

Pero mi diosa no jugaba así. Ella era más violenta, más directa y, al igual que yo, disfrutaba con la muerte y el dolor, pero yo sabía controlarme, ella no. A ella le daban igual la vida de los mortales, no tenían valor alguno y olvidaba a menudo que precisamente ellos fueron quienes la condenaron a su encierro y nunca me habló del motivo por el que lo hicieron. No se daba cuenta que, manteniéndolos a nuestro lado, ganándonolos como los líderes y dioses que seríamos, que somos, lograríamos mucho más.

Pero lo que no podía hacer era demostrar que no estaba con ella y quitarla poder y autoridad ante los mortales. Debían vernos unidos y como uno, no débiles y quebradizos. Por eso mi actitud debía mantenerse. Además, ahora si me había vuelto peligroso. Cualquiera que mereoderase a mi familia, que se acercase demasiado, estaría muerto.

Tras darle las instrucciones a Klarn, cogí algo de comer y beber para mi diosa. Necesitaba recuperar fuerzas. Cuando regresé  a su lado, me quedé unos instantes en pie, mirándola como permanecía recostada con nuestros hijos entre sus brazos y no pude evitar sonreír feliz y orgulloso. Jamás pensé que ninguna otra mujer pudiese apartar a Chay-Ara de mi corazón, pero ella lo había conseguido. - Mi amor, mi diosa entre las diosas.

Me senté a su lado. - Vamos, tienes que comer algo. Yo los sostendré mientras comes. - Y mientras ella reponía fuerzas, nuestra montura era preparada para ambos por los hombres de Klarn.

El resultado final no era una maravilla, pero serviría para poder llevar a mi diosa y a mis hijos a salvo y eso era lo importante. - Felicitales por el trabajo, Klarn. - Le dije al ahora mortal. - Si siguen así, si seguís así, todo irá bien para todos. - Le indiqué con mi habitual arrogancia pero con un toque de sinceridad en mis palabras. Luego subí a mi amada a la montura, quien descansaba fatigada tras sufrir aquel doble parto y me aseguré de que nuestros hijos estaban seguros en sus brazos antes de montar y partir detrás de los mortales hacia nuestro desconocido destino.

Nos movíamos en silencio. La estructura creada por los mortales parecía aguantar y yo me iba tranquilizando en ese sentido y dejando de mirar tanto hacia atrás para ver como estaban mi diosa y mis pequeños para centrarme en seguir hacia adelante, cuando sentí su mano tocarme. Mi corazón palpitó con fuerza al escuchar su dulce y ahora cansada voz.

- Hago lo que debo, mi diosa. - Sonreí orgulloso, aunque Encantadora no podía verlo. - Os quiero, a los tres. Sois mi familia y debo cuidaros y protegeros. Y sin ti... no sobreviviríamos ninguno. - Estaba seguro de ello. Lo supe desde la noche en la mansión Wayne donde quise vengarla. Y ellos, tan pequeños en este mundo... iba a ser complicado sacarlos adelante.

Ella era el centro de mi vida en aquel momento.

Extendí mi mano hacia atrás y acaricié con ternura la pierna de mi amada diosa. Me moría por tenerla entre mis brazos, a ella y a mis pequeños, pero hasta que no parásemos sería algo imposible de hacer. Mientras su voz me daba los nombres elegidos para nuestros hijos.

- Me gustan. De hecho dudaba para nuestra pequeña entre Uadyet, que singnifica Señora del Cielo y que simboliza el calor ardiente del Sol y la llama del fuego y Ramla que significa profetisa. Pero sabiendo el significado de nuestro hombrecito, creo que eligiré Ramla para ella. Y para él, Thabit, que significa fuerte. Se que heredará mi fortaleza y eso le dará gran parte de su poder.

Volví a tomar las riendas con ambas manos y me giré a tiempo de ver como mi diosa alimentaba a Athziri y sonreí nuevamente orgulloso. Nada ni nadie podría quebrar en aquel momento aquella sensación de felicidad eterna ni del amor que sentía por las tres personas que estaban a mi espalda. Y las palabras de mi diosa, me hicieron asentir. - El primero de muchos. - Añadí a sus palabras.

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27/03/2020, 18:37
Klarn

La caravana avanzó a ritmo lento pero constante, subiendo y bajando dunas, atizada por el sol. Para Klarn, aquello formaba ya parte de su vida; para Vandal, Encantadora y sus dos recién nacidos, Athziri Ramla y Thabit Kauil, unos recién llegados a la vida, era algo completamente nuevo. 

Encantadora había nacido como humana en medio de una selva; Xiquiripat se movía mejor rodeado de naturaleza que en un paraje yermo, mientras que a Vandar, que había existido en toda clase de ambientes, todo aquello no le resultaba desconocido sino una prueba más de que su eterno caminar no podía detenerse allí, aun convirtiéndose en un simple mortal. Simplemente, no podía creerlo.

Pero en cualquier caso, él seguiría adelante, protegiendo a su familia, a su propia sangre.

Para los acompañantes de todos ellos, el destino les había engañado, poniéndoles de simples contenedores de comida y guías de unos asesinos crueles. Pero todo cambiaría en cuanto se encontraran delante del Ve'aami. Entonces todo sería diferente.

Cuando el Sol ya había dejado de estar en lo alto varias horas antes, Klarn se detuvo, en mitad de la nada. Se agachó y colocó una palma sobre el suelo, y esperó.

-Hemos llegado. Ahora, esperaremos.

Klarn sonrió ante la confusión e irritación que vio en Vandar, pero no dijo nada. En lugar de eso esperó... hasta que por fin, uos minutos más tarde, todo el suelo tembló.

No fue un terremoto, sino como si algo estuviese golpeando toda la tierra, haciendo que cada uno de ellos se inclinara y que los animales protestaran.

Y después otro, y luego otro, hasta que por fin, a unos cincuenta metros de ellos, todo el suelo pareció reventar y un enorme y gigantesco animal salió del subsuelo.

-Eso es un ve'aami -os dijo Klarn, aunque Encantadora estaba demasiado débil para hacer comentario alguno. Solo apretó más a sus hijos contra su pecho.

El gusano era gigantesco, tan grande como más de cien hombres, y a pesar de todo, parecía que uno de ellos lo controlaba desde su lomo. Se abrió paso entre una especie de escamas y salió al exterior, saludando a Klarn con la mano.

Finalmente, el gusano se detuvo, más o menos, y el hombre bajó para reunirse con vosotros.

-¡Bienvenido, Klarn de la Tierra! ¡Estábamos preocupados por ti! -Después de saludarlo, os miró a vosotros -. No vienes solo. ¿Quiénes son?

Klarn abandonó su sonrisa un momento para contemplar el espectáculo, y cuando aquel hombre descendió, la recuperó, demostrando que entre ambos había conexión. Después, se volvió hacia vosotros.

-Él es Kytet. Líder de los Ardian. Kytet, estos son unos viejos conocidos de la Tierra. Él es Vandar y ella, Encantadora. Él es tan poderoso como lo era yo antes; ella... lo es todavía más, y como puedes ver, acaba de dar a luz. Nos ayudarán, aunque sin duda, mi viejo amigo dirá que será a la inversa, que nosotros lo serviremos a él. Pero ya te acostumbrarás.

Kytet se acercó a ambos.

-Es un placer tenerles en nuestra tierra. Estoy seguro de que estarán deseando encontrar un refugio para los pequeños y su madre. Vayamos a él y después, hablaremos.

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28/03/2020, 14:32
Hath-Set

El viaje se reanudó enseguida. Nuestros pequeños ya tenían sus nombres y mi diosa necesitaba descanso y alimento. El calor era intenso y procuraba proporcionarla agua siempre que podía, al igual que refrescar su cuerpo y el de nuestros pequeños. Yo sobreviviría a aquello, pero ella estaba tan débil y frágil que me partía el alma verla así. Por eso hacía todo lo posible, incluso más para mantenerla a salvo y bien, puesto que ella era el pilar de nuestra familia en aquel momento.

Sin ella, tan pequeños en medio del desierto, aún dándoles leche de camella y mi propia sangre como alimento, dudaba que sobreviviesen a aquel infierno.

Recordé los viajes en el Antiguo Egipto, cuando mis fieles me acompañaban y venían mujeres embarazadas con nosotros. Las que aguantaban el viaje sin dar a luz o lo hacían cerca de nuestro destino, disfrutaban de sus hijos vivos. Aquellas que daban a luz en medio de la caravana, veían a sus pequeños morir de hambre y luego deborados por mí. Otras directamente me los entregaban para que acabase con su sufrimiento deprisa.

Sabían cual sería el destino de sus pequeños, pero yo era su líder, su señor y les guiaba a nuevos mundos...

Pero aquí era todo tan distinto. No era líder, solo causaba terror ante los hombres y eso era peligroso. Me gustase o no, Klarn era quien mantenía el liderazgo y yo no podía prometerles seguridad a quienes se uniesen a mí, puesto que mi diosa no respetaba sus vidas. Así pues, la mejor opción era mantenerles alejados. Vivirían más.

El Sol había dejado de apretar con fuerza y vi como Klarn se detenía y descendía de su montura. Por un momento pensé que acamparíamos allí, pero... no había nada. Nada donde resguardarnos ni cubrirnos. No... debía ser algo más. Su gesto, poniendo la mano sobre el suelo me llamó la atención y le miré con curiosidad.

Cuando dijo aquellas palabras, la curiosidad pasó a ser confusión y fruncí el ceño mientras pensaba a que estaba jugando aquel exinmortal. Y comencé a sentir como la tierra temblaba bajo nuestros pies. Allí no tenían tecnología alguna, no podía ser una base secreta, aunque si podrían tener una nave oculta bajo la arena del desierto. No sería algo tan descabellado... pero la visión de lo que vino fue algo peor.

Un enorme gusano surgió de las entrañas de la tierra. Su boca, sería capaz de devorarnos a todos y cada uno de nosotros sin necesidad de masticar. Yo no temí por mí, temí por mi familia. - Si esto es una trampa, Klarn, pagarás con tu vida. - Le dije claramente mientras lanzaba mi brazo hacia atrás, buscando proteger a mi familia con mi cuerpo.

Y entonces lo vi. Un hombre controlaba a semejante criatura y saludaba a mi enemigo con la mano. Eso no hizo que mi cuerpo se relajase ni un ápice. No hasta que no vi como el hombre desmontaba de aquel gusano gigante. Sin desmontar, ni permitir que mi diosa lo hiciese, me acerqué a ellos.

- Hath-Set. - Corregí a Klarn enseguida. - Vandar desapareció hace milenios, cuando dejó de vivir en cavernas y comenzó a evolucionar, digamos que murió. - Le repliqué con mi arrogancia habitual. - Y no destripes lo que puede que pase o no, Klarn. Recuerda que me gusta adaptarme a todo. - Le sonreí con malicia en mi mirada. - ¿Acaso no somos aliados ahora mismo?

Tenía delante de mí a alguien a quien conocer y ver hasta que punto tenía poder. No tenía mucho tiempo para trepar y colocarme a su lado, siendo su más fiel y deboto seguidor y llegado el momento... solo tendría que darle muerte para quedarme con todo.

Habían tantos caminos...

- Pero es cierto, ella es infinítamente más poderosa y temible que yo. Hiere a uno y sufrirás la ira del otro. - Dije mirando claramente a Klarn, quien nos había amenazado más de una vez ya.

- Si es un lugar de paz y reposo, el placer será nuestro, Kytet. Y así es. Me gustaría disponer de un lugar donde pudiesen descansar y poder bañarles después del parto y el viaje. - Le respondí con un gesto bastante amable por mi parte al líder aquel. Debía empezar a ganármelo y ese era el mejor momento. - Gracias por tu hospitalidad.

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01/04/2020, 18:59
Kytet

Kyet miró a Hath-Set e inclinó la cabeza a modo de saludo. Su aspecto no era el de alguien que estuviese acostumbrado a otra cosa que no fuese liderar, así que aquello fue una muestra de respeto, no de sumisión. Adicionalmente, se acercó a Encantadora y le tendió la mano para ayudarla.

-Hath-Set, entonces. Encantado. Me temo que nuestro medio de transporte no sea de su agrado, pero es el único que nos permite movernos por estas baldías tierras y recorrer las enormes distancias que nos separan sin sucumbir a su naturaleza... ni a las fuerzas de ocupación. Nadie se atreve a luchar contra un ve'aami.

Sobre la cabeza del gusano, o lo que parecía ser su cabeza, había una especie de silla de montar. Apenas se movía y la única forma de acceder a ella era mediante unas cuerdas.

-Ella y los pequeños pueden ir en mi silla, pero me temo que no hay lugar para nadie más en ella. Los demás deberéis ir en el lomo. Los ve'aami tienen unas pequeñas escamas en la piel. Agarraros a ellas para no caer. 

Kytet continuó con el brazo extendido haciaa Encantadora, esperando.