Partida Rol por web

Adelante.

El día era caluroso como todos los de la última semana. Muchos se quejaban de que el calor había llegado pronto, pero lo cierto era que, al menos a Imhol, no le importaba demasiado, siempre había tolerado bien las diferentes temperaturas, y ese día no sería menos.

Tras una mañana junto a Kromwill, llega el momento tan deseado, esta tarde empezará su entrenamiento con el padre de su amigo y estaba deseoso.

Kromwill llama a la puerta de su casa para ir juntos al entrenamiento, e Imhol sale con cierto nerviosismo.

-¡Vamos! Pronto empezaremos el entrenamiento, ¡ya verás que divertido!

El chico caminaba con alegría al lado del ventante. Siempre le había gustado entrenar, pero la verdad es que ninguno de sus amigos solía adiestrarse en el uso de las armas, a si que solía hacerlo sólo con su padre. Pero eso cambiaba hoy, uno de sus amigos venía con él. Fijándose un poco más, reparó en el nerviosismo del chico:

-¿Qué te pasa? No te asustes, es un entrenamiento, no puede pasar nada.

Imhol asiente con la cabeza mientras analiza su propio estado de nervios, no se debían a la posibilidad del fracaso o de sufrir daño, se debían a que ese día cambiaría totalmente su vida, a partir de entonces el manejo de un arma estaría a su alcance, junto a la capacidad de defenderse cuando lo necesitase.

Tras unos minutos de camino en los que el ventante no dijo palabra alguna, ambos llegaron hasta la casa de Kromwill, y allí frente a la puerta, Imhol sintió cómo su vida estaba por cambiar.

-Gracias - Dijo a su amigo mientras escuchaba a su padre acercarse.

-No tienes que darlas, mi padre entrena a todo el que se lo pide…no veo por qué no debería entrenarte a ti también.

Cuando su padre llegó, traía en los brazos un cajón repleto de armas de entrenamiento. Saludó a su hijo, y después se dirigió al ventante:

-Tú debes de ser Imhol, el amigo de Kromwill. Bueno, dime chico, ¿qué es lo que quieres hacer?

Un escalofrío recorrió la espalda de Imhol, bien es cierto que ya conocía al señor Reinhert, pero siempre le ha parecido una persona digna de admiración, algunas veces incluso llegó a pensar que aquél hombre sería capaz de defender el pueblo de un ataque de un ejercito de enemigos.

Pero ya había crecido, y sabía que aunque un gran guerrero, Reinhert era un solo hombre.

-Encantado, señor Reinhert; estoy deseando que me enseñe a defenderme. Si pregunta por mis capacidades, soy rápido y ágil.

-Defenderte. De acuerdo, vamos a ver qué podemos hacer con eso.

Los llevó a la parte trasera de la casa, en un campo de prácticas que estableció en la zona posterior. Allí, dejó en el suelo el pesado cajón, y arrojó una espada de madera a Kromwill, cogió él otra, y dijo al chico:

-¿Qué quieres aprender a usar?

Imhol observó las armas y después detuvo su mirada en Kromwill.

-Lo cierto es que no se cuál es con la que mejor me desenvolvería, en parte también me gustaría que usted me ayudase en eso.

El ventante piensa que la espada es la opción más común entre los humanos, pero en que en su caso posee más agilidad que estos, quizás un arma más corta sea mejor opción, pero realmente no tenía más que opiniones sin fundamento.

-Bueno, pues vamos a experimentar.

Lanzó al joven una espada de entrenamiento.

-Adelante, esgrimela.

Dió un par de tajos, y el hombre dijo:

-Dejémosla como posible. Coge ésto.

Un hacha. Con los golpes que dió, quedó claro que no estaba hecha para el ventante.

-No, no. Suelta éso. Toma.

Maza. Toda la agilidad perdida por la inercia que cogía la cabeza del arma.

-Definitivamente, no. Bueno, vamos a ver que tal con ésto.

La lanza. A pesar de tener alcance, el arma era ligera, incluso flexible hasta cierto punto, lo que permitía al chico explotar mejor su agilidad sin exponerse de manera innecesaria a los ataques.

-Creo que nos quedamos con ésa.

Cuando la lanza cayó en manos de Imhol, para él se transformó en una prologación de su cuerpo. Bien era cierto que aún se sentía torpe con ella al igual que un niño se siente extraño al ir descubriendo su musculatura, pero el ventante supo que aquella era el arma correcta.
Lo único que podía reprocharle es que era una lanza quizás demasiado grande para él, pues aún le faltaba por crecer y la lanza le duplicaba en tamaño.

-Me gusta este arma, ¿pero no es quizás demasiado grande?

-No, es un tamaño estándar. En una situación arriesgada, en el caso de que consigas un arma, no puedes confiar en que ése arma esté hecha para tu tamaño, lo más normal es que sea de unas dimensiones lo más comunes posibles. A sí que, si quieres aprender a manejar un arma, debe ser así, aunque aun no tengas tamaño para blandirla.

Imhol asintió con la cabeza sin estar totalmente convencido de ello, pero su "maestro" sabía mucho más que él de armas, de modo que aceptaría su consejo.

-De acuerdo, ya tenemos arma, ¿qué va a continuación?

El guerrero asintió a su hijo, que sonriente cogió una espada de práctica y se colocó delante del ventante.

-Ahora, debes intentar romper la defensa de Kromwill. Cuando lo consigas, considerare que tienes un dominio aceptable de la lanza...pero Kromwill no se va a quedar quieto defendiendose, también intentará atacarte. Siempre que te alcance, tendras que hacer 5 flexiones antes de continuar, a si que debes esforzarte. ¡Empezad!

Imhol miró a Kromwill y esbozó una sonrisa en sus labios al tiempo que se lanzaba hacia su amigo con la lanza sujeta con ambas manos.