Partida Rol por web

Como la tirada es fallida no se como interpretarlo. 

En todo caso debo darme cuenta que no lograre tocarle asi que lanzo el Rayo que es dirigido. Igual creo que fallo pero ni modo. Tal vez le doy al que esta atras o golpee la montaña para crear una abalancha que aplaste a los refuerzos que vienen llegando.

=(

Soñar no cuesta nada. Espero tu resolucion.

Mes de Helada, Alto Hrothgar - Exteriores

Mi ataque solo habia logrado enfurecer a mi atacante y lo que era peor, habia devuelto el golpe. La herida que tenia era considerable. No me habia derribado pero mis manos se posaron sobre ella para sentir mi piel abierta bajo la tela de mi tunica y la sangre derramandose por debajo de ella. 

Levante la mirada y vi sus ojos. Iba a matarme en mi primer combate y no había nada que pudiese hacer. El miedo que sentí fue por un instante paralizante. Incluso me sentia insegura acerca de mi siguiente accion. Tal vez era mi inexperiencia pero dude antes de actuar hasta que el guerrero comenzo a moverse. Por un instante pude percibir como se sentia la llegada de los refuerzos, el ambiente habia cambiado rapidamente haciendose todo mas siniestro manifestando nuestra perdicion.

Tal vez iba a morir pero no moriria sin luchar. Mis ahora compañeros estaban dando lo mejor de si y no seria yo la unica cobarde, nerviosa si, pero cobarde nunca. Ya habria tiempo de atender mis heridas si llegase la oportunidad. 

Me abalance contra el soldado para volver a tocarle con toda la rabia por el dolor que sentia en mi pecho.

Cuarto turno

A las puertas de Alto Hrothgar aparecieron los temidos refuerzos, hasta unos cuarenta akaviri aparecieron por sus puertas seguidos de dos siniestras figuras. Por un lado un imponente caballero con la armadura de Akatosh y mirada torva que Bjorn enseguida reconoció como su viejo amigo Jokull, el otro era el taimado argoniano Tee-Lei con una mirada encendida y furiosa.

—¡Ya no nos sirven para el sacrificio! ¡Akaviri! ¡Aniquilad a esta escoria! —bramó el argoniano, de inmediato la cuarentena de akaviri avanzaron a por vosotros con el caballero corrupto al frente.

Vuestro destino estaba sellado, la aplastante superioridad numérica de vuestro enemigo no os iba a dar cuartel. Pero entonces algo sorprendió a los esforzados prófugos de las garras de aquellos cultistas, un atronador rugido de guerra que pareció amedrentar a todos los presentes.

—¡VOOOOOLKAAAAR! —un furioso orsimer cargaba junto a un grupo de aventureros que iban acompañados de un místico anciano de luenga barba.

Junto a él llegó una rauda nórdica, Eldrid embistió con habilidad al akaviri ya moribundo que enfrentaba a Tavase, su doble estocada resultó mortal para este. A esta le seguía una hermosa elfa oscura que conjuraba un hechizo que la envolvió en una suerte de luminiscencia mágica, Seretide alzó su defensa mágica para el inminente combate. Un explorador nórdico también surgió como una exhalación, Viggo ensartó al akaviri enfrentado al apurado Bjorn dándole muerte de inmediato.

En retaguardia pero avanzando, un joven mago de rasgos mestizos trataba de conjurar sobre el anciano, pero Trik se vio sorprendido al ver que Arngeir negaba con la cabeza. Junto a ellos también avanzaba un bretón que esgrimía con habilidad una cimitarra, Aster se lanzó a por el akaviri enfrentado a Arnvid logrando acabar con él de un tajo al cuello sin necesidad de usar su magia. Los dos últimos guerreros del grupo cargaron contra los restos de los primeros akaviri que habían enfrentado el grupo de prófugos. 

El furioso orsimer Garrosh embistió contra el akaviri que mantenía a ralla a Farasad y a Kamal, lo que al principio no parecía que fuera a acertar fue una ilusión e incrustó su enorme hacha en el abdomen de su adversario, pero este aun seguía en pie gritando de dolor. El otro guerrero, un nórdico de aspecto marcial, tuvo mayor definición con su golpe y arremetió contra el akaviri que enfrentaba Sienna, el golpe de Einar decapitó brutalmente al akaviri matándole de inmediato.

Ante esta repentina aparición de refuerzos la fortuna de los huidos parecía cambiar, pero ante ellos estaba lo que parecía lo que quedaban de las fuerzas akaviri, o los asaltantes misteriosos, de Alto Hrothgar. Estas estaban listas para masacraros, pero con unos sorprendidos Bjorn, Sienna, Tavase y compañía por la aparición de esos inesperados refuerzos, quizá la situación no estaba del todo perdida. La oscuridad traída por el eclipse era casi total, una siniestra penumbra empezó a cubrirlo todo, era la señal de lo que fuera que estuviera a punto de suceder estaba en ciernes.

—El Camino de la Voz ha muerto. Mis hermanos han muerto. Las enseñanzas de Jurgen Llamador del Viento ya no tienen lugar en este mundo—habló Arngeir, el Barba Gris, con amargura. El anciano se colocó junto a los aventureros congregados ahí con una mirada de convicción y tristeza —. Este es mi último regalo, el último acto de los Barbas Grises.

Con la vejez arrugando un rostro de una edad que no erais capaces de adivinar, Arngeir, el último de los Barbas Grises, os contempló en un instante en el que pareció pasar una eternidad en cada uno de vosotros. Visteis una sabiduría milenaria en sus ojos, una sabiduría que os conmovió. Volvió la mirada hacia el inminente ataque akaviri, apuntaló sus piernas, respiró profundamente y murmuró algo que solo él mismo pudo escuchar. Luego, llegó su último grito.

GAAN LAH HAAS

La proyección de la Voz de Arngeir surgió de sus labios con potencia, se extendió por las primeras filas de akaviri haciendo que sus cuerpos brillaran engullidos por una macilenta aura rojiza. Con asombro pudisteis como una miríada de zarcillos de ese color eran atraídos hacia él llenándole de esa energía, a su vez muchos de los akaviri cayeron fulminados por el Grito de Arngeir. Sin darse respiro, el anciano se volvió hacia vosotros y volvió a Gritar mientras aquellas energías aun lo envolvían.

ZAH RAH MIIK

Y aquella energía rojiza que había robado de los akaviri la proyectó sobre vosotros, así como la propia del mismo Arngeir, esas energías os renovaron por completo. Como si la caricia de la mismísma Mara os hubiera tocado, las heridas se cerraron, vuestras energías se renovaron y cuando os sentisteis pletóricos, Arngeir cayó de rodillas exhausto tratando de mirar a los antiguos muros de lo que había sido su hogar y el hogar de su orden. Se derrumbó finalmente murmurando con profunda tristeza, con lágrimas que ya no podían ser derramadas, con una alma que ya buscaba su camino a Sovngarde.

—Lo siento, hermanos.. lo siento.. he fallado.. he fallado..

Arngeir murió en ese momento, un silencio sepulcral llenó la montaña por un segundo, como si la mismísima Garganta del Mundo guardara silencio por el último Barba Gris. Pero no había tregua, el anciano os había eliminado la mitad de los akaviri, os había sanado y preparado para la última prueba. No sabíais cuanto tiempo teníais para detener el ritual en ciernes, pero la única cosa que sabíais era que el tiempo se agotaba.

Tavase quiere cargar contra el argoniano y destriparlo para hacer justicia, pero tiene la sabiduría suficiente como para saber que aquello sería perder tiempo. Por lo tanto idea una estrategia distinta, piensa con astucia.

Por lo tanto lo que intentará hacer es aprovechar la confusión general para fundirse con las sombras y burlar a la fuerza principal. Sé que van a ser un par de turnos hasta que llegue al altar (no necesariamente por ser demasiada distancia sino por tener que viajar a mitad de velocidad).

¿Me darías una idea del tiempo aproximado que tardaría?

PD: no busco llegar al altar mismo sino lo suficientemente cerca como para poder usar mi arco. Sea para volar al diablo la gema del alma o enzartar a quien lidere el ritual.

Mes de Helada, Alto Hrothgar - Exteriores

El anciano, aquel desconocido, se había sacrificado para darles una oportunidad de lucha. Ellos habían estado intentando escapar cuando aquel monte sería la cuna de un mal indescriptible. La montaña se sacudió por los gritos, aquella extraña magia, y Tavase miraba el arma que portaba en la mano.

Hubo un tiempo muerto, un momento de estupor en mitad del eclipse, la mente del Ra Gada se disparó al infinito y entendió lo que debía hacer.

Era hora de honrar a sus ancestros.

Mes de Helada, Alto Hrothgar - Exteriores

Bjorn apenas podía comprender todo lo que había ocurrido en apenas unos segundos. Parpadeó sorprendido al ver cómo aparecían refuerzos de la nada. Pero refuerzos para su bando. Más anonadado se quedó cuando el último de los Barbas Grises dio su vida por acabar con la mitad de los enemigos, y por sanar las heridas del grupo de prisioneros que acababa de juntarse con sus extraños salvadores.

Levantó la mirada y la fijó en Alto Hrothgar. Aquel imponente monasterio se erigía ahora como una especie de cuna gigante para un mal aún mayor. Apretó los dientes. Sabía lo que se les venía encima. Tenían que detenerlo como fuera.

Giró el rostro hacia Tavase y asintió al guardia rojo que tanto le había apoyado desde los comienzos de su huida.

- Ve con alguno de tus hermanos por un lateral. Detened esta locura. – Le insistió. Quedaba claro que Bjorn pretendía, junto al resto de los presentes lo quisieran o no, acabar con los akaviri o por lo menos entretenerlos lo suficiente como para que Tavase consiguiera tiempo para ir a detener el ritual.

Luego, los ojos de Bjorn se posaron con furia en Tee-Lei y luego en Jokull. Ese hombre ya no era su amigo. Había vendido su alma. Se había corrompido.

Y era misión de Bjorn ponerle fin a su existencia con un mínimo de honor.

El nórdico aferró su arma con fuerza, profirió un grito y se preparó para su duelo particular contra Jokull.

- ¡Éste es mío! – Bramó para que todos los que estuvieran cerca pudieran escucharle, justo un segundo antes de que sus pies se movieran en una carga directa contra el caballero de armadura de Akatosh.

Mes de Helada, Alto Hrothgar - Exteriores

Miró hacia donde se encontraba su padre tras despachar al enemigo contra el que había cargado para ver que Aster se había encargado del que se enfrentaba a él. Asintió en agradecimiento al druida y volvió su mirada al frente a ver a todo aquel ejército. Esta vez habían mordido más de lo que podían masticar. Las probabilidades de salir de aquel lio con vida eran bastante nulas.

Y sintió miedo, pero ahora no podían echarse atrás.

Lo que no esperaba era que el anciano Barba Gris se adelantase e hiciera gala del poder de la voz una última vez, dándoles nuevas energías y equilibrando la balanza. Le vio caer al suelo, entristecida por lo que acababa de transpirar, por el sacrificio que había realizado aquel hombre para poder darles una oportunidad de victoria.

Miró nuevamente a los atacantes, con determinación en los ojos, escuchando el grito de batalla de uno de los que encontraron batallando al llegar allí. Encogió los hombros para luego mover las espadas de nuevo en un movimiento circular para detenerse apuntando a los akaviri que quedaban en pie.

Muy bien, hagamos que esto cuente, no podemos dejar que el acto de Arngeir sea en vano. Luego miro de soslayo hacia donde estaba su padre mostrando una pequeña sonrisa al ver su sorprendido rostro Ah y papa, esto mejor no se lo contamos a mama ¿eh? Terminó por decir antes de lanzarse nuevamente al ataque.

Eldrid se lanzara contra el que tenga mas cerca atacandole con sus espadas.

Bueno, como se cumplió la segunda condición asumo que Tavase se acercó a Kamal y Farasad en en instante de "tiempo muerto". En dicho contexto, sabiendo que algo terrible está por suceder, les hace una señal para que ataquen desde la retaguardia.
Al mismo tiempo guarda la cimitarra de Nabar y blande su arco.

Creo que no me alcanza para hacer un ataque, de alcanzarme disparo directo al argoniano.

En el mas caótico frenesí la batalla que los seguidores de akatosh y los fugitivos el cazador y sus camaradas entraron como una ola despiadada que arraso con los hombres lagarto, Viggo se erguía victorioso sobre su adversario mientras le arrancaba con violencia su hacha del costado, su mirada se clavo en la antigua estructura de piedra mientras sus nudillos se ponían blanco de la presión que infundía en sus armas.

Los ojos del nórdico emanaban ira pura al ver la forma de Tee-Lei el argoniano, las fuerzas enemigas manaban como insectos de debajo de una roca y al joven no parecía importarle el numero segado por el sentimiento, quería clamar venganza, arrancar la cabeza del maldito mago y tirarla a los pies del clérigo dragón, ESE ARGONIANO ES UN MAGO MAS VALE QUE NO LE DEN TREGUA ALGUNA- se apresuro a informar a sus aliados, mientras asumía un combate a distancia con su nuevo arco.

Antes de que el cazador pudiera entrar a la batalla quedo paralizado por las acciones del viejo barba gris, este le sorprendió con un acto de tal heroísmo que seguramente se cantarían canciones por siglos del legado de los barbas grises, el cazador no entendía el ardid que el maestro de la voz tenia en mente hasta que fue demasiado tarde, pero sabia que su entrega no debía ser en vano y que no tendrían que ofrecerle menos que una victoria en tan importante batalla.

Garrosh este es el momento de mostrarles el grave error que fue dejarnos con vida, en el rostro del cazador se mostraba un gesto huraño, levantando su arco gruñía para si mismo muerte a estos malditos.

El nórdico pone una de sus flechas en arco y enfila su arma contra el mago, no le quería darle la oportunidad de usar esos malditos conjuros con los que había asesinado a los peones que les habían ayudado a sacar el dragón, muchos de sus compañeros cargaron de manera frontal como la marea que sube y devora todo a su paso.

Viggo centro su mirada el figura del argoniano en los movimientos de su cuerpo y en su mente trazo la trayectoria de la flecha, la cuerda se tenso y el joven imprimió en esta su fuerza, la soltó con presteza dejando que el trozo de madera con punta de acero viajara indiferente sobre los combatientes que chocaban como la maza a un escudo en la escaleras del ancestral lugar.

Los segundo se hacían eternos mientras rogaba su Dios: señor dame la fuerza para vencer en esta batalla, al tiempo que buscaba resguardo tras una roca cercana.

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Nuestra intervención consiguió que la batalla terminase de golpe. En mi caso, me acerqué al reptiliano que luchaba contra una bretona. Lancé un ataque con mi hacha y su cabeza saltó despedida al instante, acabando así con su amenaza. Miro a la mujer y apenas alcancé a sonreirle pero nada alcancé a decirle ni a ella ni a nadie de quienes me rodeaban, pues las puertas se abrieron y una gran cantidad de enemigos salió, una sección de infantería completa.

Pero entonces ocurre lo impensado y el anciano que salvamos, que tan indefenso se veía, usa sus poderes para acabar con la mitad de ellos. Solo una veintena quedan ahora y, aunque parecen suficientes como para matarnos a todos, no descansaremos hasta vencer pues, el cielo parece decirnos que si no lo conseguimos, no tendremos donde huir.

"Solo nos queda luchar. ¡Vencer o morir!"

Veo al líder de los enemigos y deseo batirme contra él. La lucha podría ser gloriosa y eso es lo que necesito. Pero entonces, otro guerrero se adelanta, proclamando que es su enemigo. Me encojo de hombros y me lanzo contra la masa de enemigos. Si no puedo tener calidad, por lo menos tendré cantidad.

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Miro sorprendido a Arngeir que rechaza mi ayuda, sin pensarlo, con el conjuro ya preparado, no queriendo desperdiciarlo, toco mi pecho y lo lanzo sobre mi mismo, estoy seguro de que no me vendrá mal. 
Me acerco al grupo dónde están Eldrid y su padre y voy rebuscando en mi bolsa de hechizos para preparar el siguiente, espero que "dormir" vuelva a hacer efecto.

Sorprendido por el rechazo de mi hechizo por parte del barba gris, no lo dudo un instante y lo lanzo sobre mí mismo.
Los hechos que ocurren inmediatamente después, me aclaran el porqué de su negativa. Arngeir se sacrifica para salvarnos.

Con el pecho compungido, corro hacia donde está Eldrid, que parece haber encontrado a su padre por lo que puedo oír.
Le sonrío y le doy una palmada en la espalda, pero no tengo tiempo para decirle nada. La batalla vuelve a comenzar y aún queda mucho por lograr. 

Miro hacia el argoniano, el mago, sin duda nuestro mayor problema, pero aun no me siento capaz de enfrentarme a él.
En su lugar, dirijo mis esfuerzos al grupo más cercano de los seres reptilianos que nos rodean.

-¡Allá vamos!
 

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Acongojada y sobrecogida, Seretide se encontró a si misma renovada, y al mismo tiempo, con la mirada humedecida, y sendas lágrimas recorriendo sus mejillas. Unas lágrimas que nacían de alguna manera, del entendimiento fundamental de aquel sacrificio. Del hecho de observar una pérdida, otra pérdida más, de algo que desaparecía finalmente del mundo. Confortada y desolada al mismo tiempo, si es que aquello era posible, posó la vista sobre el cuerpo sin vida de Arngeir, y durante un breve instante se sintió transportada.

Y escuchó la voz de la venerable Aleusa, eternamente tendida en su lecho carmesí, entonando aquella canción antigua que hablaba de mitos y de seres perdidos para siempre que en cada una de las ocasiones en las que había sido escuchada, había logrado estremecer hasta el tuétano de sus huesos- De la montaña, el último gigante...-musitó, llevándose el dorso de la mano al rostro, secando el sendero húmedo y salado que descendía hacia su barbilla-  Atiende mi lamento y escucha la canción: Cuando yo me vaya, solo lo que cante, ¡romperá el silencio de mi desaparición!- concluyó, levantando finalmente la vista hacia el monasterio, con decisión.

No era sólo aquel momento lo que estaba en juego, al fin y al cabo. Era todo un pasado, y todo un futuro. Toda una cifra innumerable de almas envueltas en aquel evento aciago. 

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Con un certero movimiento de su cimitarra, sobre la garganta del soldado akaviri, Aster acabo con la vida de uno de sus enemigos. Agradecido de haber prestado ayuda al que pronto descubrió que se trataba el padre de Eldrid, respondiendo al gesto agradecido de esta con una sonrisa complacida.

Señor, menuda hija a criado...- le soltó al nórdico que permanecía perplejo a su lado, no solo por la aparición repentina de refuerzos, si no sobre todo por la presencia de su hija.

Se permitió ese breve momento de distensión, cuando quiso darse cuenta el viejo Arngeir se adelanto y sin que nadie pudiera decir o hacer nada, realizando aquel acto de valentía y honor, que encogió el corazón del bretón. A penas tuvo tiempo de llegar junto a él para sostenerlo mientras exhalaba su último aliento. Los Barba Grises habían dejado de existir, hasta el último de ellos había dado su vida para defender su hogar e impedir que lo que entre aquellos muros de piedra se estaba llevando a cabo.

No era un hombre dado a sentimentalismos pero, siendo uno de los pocos que aun quedaban de los suyos, comprendía lo que aquella perdida suponía para el mundo. Gracias a Arngeir sus energías habían sido renovadas, aun pudiendo sentir como la propia energía vital del anciano lo reconfortaba recorriendo su cuerpo, se puso de nuevo en pie, escuchando como un susurró lejano las palabras de la dunmer. Sus dedos se ciñeron sobre la empuñadura de su arma, con rabía contenida observo como el silencio sepulcral, que había acompañado al sacrificio del último de los Barbas Grises, eran sustituido por gritos de carga contra los enemigos que aun quedaban en pie. Seria una cruenta batalla, y si salían con vida sería todo un milagro, pero como Eldrid expreso a la perfección, deberían hacer que contara.