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18 de Helada, Mediodía, Paraje de Ivar, Posada de Vilemyr

Mientras Eldrid y su madre seguían conversando por su lado, Wilhelm os seguía atendiendo con amabilidad. Os atendió a vuestras con atención, arrugando la frente al revelar vuestras intenciones.

¿Venís por la recompensa, eh? No sois los primeros. admitió el posadero. Pero nadie ha bajado. lanzó una mirada fugaz a la madre e hija. Ni siquiera peregrinos. Los matan y los dejan sobre la nieve, ni siquiera les roban. Aquí hay algo mucho más siniestro en ciernes.. me lo huelo. hizo una pausa, le temblaba la voz de rabia. Sabía que ese sacerdote de Akatosh no iba a traer nada bueno. comentó para si, os miró con cara interrogante y os brindó algo más de información.

Hace unas semanas llegó un sacerdote de Akatosh, iba escoltado por una comitiva de caballeros de su Iglesia y un argoniano. narró preciso. Apenas pasaron la noche en Paraje de Ivar, ni siquiera pernoctaron en la posada ni se hablaron a nadie, simplemente abandonaron el pueblo al amanecer y subieron por los Siete Mil Escalones. hizo una pausa mientras os servía algo de comer, un estofado de jabalí. Klimmek, un anciano local, los vio subir.. dijo que aquel hombre no inspiraba respetabilidad, la que uno se espera de un sacerdote del dios-dragón, sino miedo.. desde entonces el ascenso a Alto Hrothgar, el monasterio de los Barbas Grises, se ha vuelto peligroso.

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Las palabras del Alcalde acerca de lo sucedido es una información muy, muy valiosa para mí. El hecho de relacionar los ataques con alguna clase de secta de Akatosh y el mismo hecho de que dijese que iba acompañado por un argoniano es algo que no paso por alto:

"Puede que ni siquiera haya sido un argoniano realmente sino uno de esos reptiles extraños. De seguro nadie de los que lo vieron pudieron notar una diferencia."

Entonces hablo para ver si puedo sacar alguna conclusión más:

 - "Disculpe pero quiero saber algo. ¿Esos caballeros que le acompañaban iba con armaduras y unos yelmos con cuernos? ¿Una clase de representación de un dragón?"

Si es así, probablemente ellos son los atacantes y, definitivamente, mis objetivos. Me concentro en la oportunidad que tengo y no en el hecho de que todos los que han venido antes han sido asesinados, como ocurrió con toda la legión que venía por el paso de las montañas. Si son quienes pienso, son guerreros prodigios y no serán fáciles de derrotar.

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Seretide dio buena cuenta de la bebida ofrecida, refrescándose la garganta, desabrochando su capa húmeda para dejarla calentar cerca del hogar. Escuchó en silencio y con atención aquello que contaba el alcalde, asintiendo, y quizá empalideciendo un tanto al escuchar la mención del sacerdote de Akatosh, mirando a Einar con cierta suspicacia al escuchar que hacía preguntas específicas. Luego tendría que hablar con él, se dijo.

- Desgraciadamente ya había escuchado que en efecto, no roban, ni pretenden llevarse nada de sus víctimas. Los dejan tal cual, muertos, sobre la nieve.-suspiró- ¿Cómo se pudo saber que era un sacerdote de Akatosh? ¿Lo dijo él? ¿O por su símbolo?- preguntó. 

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Las palabras del hombre fueron escuchadas con gran atención por el grupo de aventureros, tomando buena nota de la preocupación del alcalde ante el comportamiento de los atacantes. Aster permanecía en silencio, las manos rodeando su bebida y el ceño fruncido pensativo. Observo la reacción de Seretide ante la mención del sacerdote de Akatosh y escucho con curiosidad las preguntas tan concretas realizadas por Einar. El joven había tenido un comportamiento un tanto errático y sobre todo solitario en los últimos días, ni siquiera había tenido ocasión de preguntarle el motivo, pero parecía poseer información sobre los asaltante que llamo la atención del bretón.

No paso desapercibida la mención del argoniano que acompañaba la comitiva del sacerdote. El druida se echó para atrás, llevándose la mano sobre el mentón acariciándose la barba y dando buena cuenta de la bebida que tan amablemente les habían dado. Agradeciendo poder entrar el calor lejos de sus húmedas pieles, tras tan largo viaje.

Algo estaba cociendo en la mente del hombre que espero a que el buen alcalde respondiera a las preguntas de sus compañeros, mientras volvía a dar un vistazo a la reunión entre madre e hija. Curioso de cuál sería la historia tras semejante reencuentro.

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Lo de la cojera era algo que ya había asumido cuando pudo hablar con él tras aquella agónica noche, no era nada nuevo. Pero las noticias no eran buenas, no al menos todas ellas. Se le llenaron los ojos de lágrimas al conocer el destino de Fammel. Se mordió el labio, evitando que un quejido se escapara y que las lágrimas se derramaran. Si bien adoraba a todos los miembros de su familia, Fammel había sido quizás al que más había idolatrado desde que era pequeña. Se limpió los ojos con la manga de la camisa, cuando ya había asumido la pérdida de todos ellos, que ahora no fuera así… el saber que si se había perdido a alguien… Pensó en Malia, en lo mucho que se estaría culpando por la muerte de su hermano. La conocía de sobra como para no saber aquello y en aquel momento lo que quería era poder darle un abrazo y quitarle de la cabeza tal pensamiento.

Se centró en ese segundo ataque, su madre no parecía dar a entender que hubieran sido todos atacados y eso le escamaba.

A… a las pocas horas de estar en Peño de Shor, por lo visto llego un mensajero con la misiva. Me despertaron en mitad de la noche y Dunyn y Korgoth me mostraron la carta. Mama… ese ataque del que hablas…  ¿fue solo a Malia? ¿U os atacaron a todos? ¿Y quién os entrego la nota que decía que estaba muerta? Dejó escapar un largo suspiro, cansada y sobre todo confusa. No entiendo nada de lo que está pasando, dijo llevándose las manos a las sienes y masajeándolas.

No pudo evitar una ligera sonrisa pícara al oír aquella descripción, pues ella misma había heredado aquella cabezonería.

No, no es culpa tuya, sabes que cuando se le mete algo entre ceja y ceja es muy difícil hacerle cambiar de parecer. Trataba de animarla o al menos de que se le alejasen los pensamientos más nefastos de la cabeza, aunque posiblemente ella no iba a ayudar en el momento en que hiciese gala de aquel rasgo que compartía con su progenitor. Tengo que ir mama hablo fijando su mirada en la de ella, sé que no quieres y nada me gustaría más que quedarme aquí ahora que sé que no te he perdido pero… bajo la mirada a las manos que sujetaban las suyas con fuerza y les dio un apretón antes de volver a mirar a los ojos de su madre no podría vivir con la conciencia tranquila sabiendo que pude ayudar a encontrar a papa y no lo hice. No… tomo aire, notando un nudo en la garganta al recordar las horribles pesadillas No quiero volver a pasar por eso. Te prometo que tendré mucho cuidado.

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El posadero-alcalde trató de atender a vuestras preguntas lo más concreto posible, se le veía esforzándose por recordar el máximo de detalles.

No recuerdo sus yelmos.. admitió Wilhelm. ..quizá alguno llevara un yelmo así, pero no estoy seguro. atendió a la segunda pregunta que le hiciste, se encogió de hombros enlazando a la pregunta de Seretide. Llevaba el emblema de Akatosh en el pecho, eso dijo Klimmek, dedujimos que se trataba de un sacerdote y su escolta armada. entonces quedó dubitativo mirando a la dunmer. ¿Es posible que fingiera? por el gesto arrugado de la frente daba a entender que no se creía que pudiera ser eso posible.

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Tu madre intentó consolarte con un profundo abrazo, su duelo proseguía, pero a pesar de las buenas noticias de que no toda tu familia había sufrido el fatal desenlace, sí había muertos

Creo que quería volver a intentarlo.. dijo Hetha dubitativa, triste. ..y ahí estaba Malia, pero también Fammel. ante la pregunta de quien entregó la nota, ella se encogió de hombros. Un mensajero, lo enviaba ese tal Dunyn, que había hablado con Karliah y enseguida quiso avisarnos.. suspiró compungida, tan confusa como tú lo estabas.

Al escuchar tus intenciones, tu madre alcanzó a mostrarte una sonrisa febril, te acarició la mejilla y te abrazó de nuevo.

Al fin y al cabo.. has salido a tu padre. admitió al final. No quiero que vayas.. pero sé que no irás sola. Te lo ruego.. ten cuidado..

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Le devolvió el abrazo con fuerza, ya sabía que no estaba de acuerdo con aquella decisión suya y le había prometido tener cuidado. Sabía que podía ser impulsiva en momentos que no eran los más adecuados y aquella situación podía provocar más desgracias para su familia si no mantenía la cabeza fría. Se prometió a si misma que no se dejaría llevar por las emociones.

Te lo prometo, de verdad. Además, la gente que me acompaña… no lo hacen nada mal comentó con una pequeña sonrisa. Casi al momento se separó de ella, dejando las manos en sus hombros, en sus ojos había una señal inequívoca de que algo se le acababa de pasar por la mente. Oye mama… ¿conserváis la nota con la noticia? Conozco a alguien que podría decirme si fue escrita por Dunyn o no. Tal vez Aren pudiera reconocer la letra de su padre, aunque solo fuese por confirmar que las dos cartas habían sido un engaño tanto para ella, su familia y para los socios de su tío.

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El alcalde contesta inseguro acerca de sus vestimentas pero no puede asegurar que son quienes he estado investigando el último tiempo. De hecho, que el supuesto sacerdote portase un símbolo de Akatosh y por ello haya sido confundido con tal, es posible que sea un asunto que está más allá de nuestro entendimiento actual.

"Puede ser alguna clase de secta a Akatosh o, efectivamente, tener un fin y motivación más oscuro pero utilizar al Dios Dragón para camuflar sus singularidades. No es algo que pueda saber ahora mismo pero lo tendré en cuenta."

Bebo un poco de lo que nos sirven antes de responderle:

 - "No lo sabemos, Alcalde, pero lo descubriremos. A eso hemos venido."

La emoción me embarga, pues deseo desenmascarar a esos asesinos y detenerlos. Quiero saber de sus planes y quiero obtener la información necesaria para poder buscar a Titus, aún con la esperanza de que esté vivo y pueda ser rescatado. Miro al resto de mis compañeros, que están un poco en silencio, para ver si tienen algo más que preguntar o aportar en la mesa.

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La mirada de tu madre revelaba que no las tenía todas consigo, el temor se podía saborear en sus ojos, pero procuró ser fuerte por la confianza que demostrabas. Al fin y al cabo, el milagro de que hubieras vuelto la aliviaba. Cuando preguntaste por la nota, negó lentamente, con algo de desconcierto.

No, no la conservo, hija. hizo una mueca de frustración, aunque añadió a continuación. Pero ahora mismo eso no importa, importa tu padre, que vuelva a casa.. apretó los labios, aun tambaleándose en el abismo del desconsuelo. Echó una mirada a tus compañeros, y dijo. Será mejor que vuelvas con tus amigos, tendremos tiempo para las dos.. no quiero ser maleducada, ¿me los presentarás?

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El posadero asintió, aguardando en su fuero interno que pudierais hacer frente al problema que se enfrentaba el pueblo. Echó una mirada hacia atrás, luego a vosotros.

He de seguir trabajando, os lo ruego, si necesitáis cualquier cosa, hacedmelo saber. asintió cordial mientras alzaba la mirada hacia Eldrid y su madre, que parecía que iban a volver ya.

Dicho esto regresó a la barra, atendiendo las labores propias de un posadero.

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Era una pena que no tuviese el trozo de papel con aquella horrible noticia. Eso haría un poco más difícil el encontrar alguna pista para desentrañar todo aquel lio. A pesar de todo, iba haciendo planes en su cabeza para después de terminar el asunto por el que había vuelto a Paraje de Ivar. Además, su madre tenía razón, ahora la prioridad era encontrar a su padre y a ser posible llevarle de vuelta a casa. Aunque guardaba la esperanza de que estuviera aún vivo, no podía dejar de blindar su corazón ante la posibilidad de un funesto desenlace.

Sonrió con confianza, al menos para tranquilizar la agitación de su progenitora y asintió antes de levantarse.

Claro, venga te los presentare. Dijo antes de caminar hacia la mesa donde se encontraba el resto del grupo con su madre a su lado. Estoy ya de vuelta con vosotros. Siento haberos dejado antes de esa forma, pero… bueno… era una razón con mucho peso como habéis podido comprobar. Había cierta alegría en la mirada y cuando hablaba, pero también preocupación y angustia. Ella es Hetha, mi madre. La presento a ella para después ir uno a uno diciendo los nombres de los que conformaban aquel grupo. ¿Y bien? ¿Qué os han dicho? Pregunto tras las formalidades.

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Escucho atento a las explicaciones que el alcalde nos cuenta, me llama especialmente la atención la mención al sacerdote de Akatosh... me invaden recuerdos de mi visión y no puedo evitar fruncir el ceño al escuchar el relato sobre las matanzas a los pobres peregrinos.
Observo la reacción de Seretide y Einar ante las noticias, parece que ellos pueden tener cierta comprensión sobre el asunto que a mí se me escapa. Espero poder preguntarles sobre ello, cuando el alcade se despide y Eldrid vuelve con nosotros, acompañada de su madre.
No puedo evitar percibir cierta preocupación en su mirada que empaña de alguna manera la alegría de su reencuentro... espero que sea lo que sea que enturbie la felicidad de mi amiga pueda solucionarse, me apenaba recordar su comportamiento de los últimos días.

Me levanto enérgicamente para saludar a la madre de Eldrid, de manera un tanto torpe y casi volcando mi jarra, que afortunadamente estaba ya casi vacía, cojo su mano entre las mías y la aprieto efusivamente.
-¡Encantado, señora! Yo soy Trikhik, soy un mago, de Hibernalia. Oh, no sabe cuánto me alegro de conocerla. Eldrid estaba rara ultimaménte, pero claro... imagino que es normal dadas las circunstancias. O sea, no es que yo lo supiera, pero el alcalde posadero nos ha explicado todo- miré a Eldrid con un suave gesto de reprobación mientras seguía hablando sin soltar la mano de su madre -¡Mira que guardarte eso para ti sóla! Los amigos están para desahogarse- miré de nuevo a su madre -¿No cree usted? Tiene usted una hija muy simpática, pero es muy reservada ¿verdad?- me dí cuenta de que aun sostenía su mano y la solté, riéndo nervioso.

-¡Oh!, lo siento. Soy un maleducado ¿Quiere sentarse con nosotros? - indiqué mi silla para cedérsela mientras me acerqué a Eldrid para responderle.
-Al parecer un supuesto sacerdote de Akatosh llegó justo antes de que empezara todo esto. Imagino que algo tendrá que ver- Dudé al proseguir, en voz baja mientras apoyaba una mano sobre su hombro -Oye ¿estás bien? Imagino que todo esto te habrá abrumado un poco... Lo siento, no sabía nada- Me sabía mal no haberla podido apoyar durante el viaje, sabiendo ahora por lo que tenía que haber pasado.

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El alcalde se aleja y nos deja para que sigamos disfrutando de la calma que esa velada nos brinda. Entonces se acerca Eldrid con su madre y nos presenta debidamente. Le respondo de inmediato:

 - "Es un gusto conocerle, Hetha. Su hija es una buena amiga y una gran combatiente. La ha criado bien."

Escucho la respuesta que da Trithik a la pregunta de Eldrid y no lo ha podido resumir mejor, a lo que agrego solo un poco:

 - "No sabemos si es realmente un sacerdote o qué, pero venía acompañado de hombres armados. Suponemos que ellos están detrás de los ataques. Subieron por el camino y no han bajado desde entonces, apenas ellos subieron comenzaron los ataques."

Si bien todo calza a la perfección para indicarlos como culpables, no siempre hay que dejarse llevar por lo obvio. A veces hay matices o sutilezas que se ocultan a la simple vista y debemos ser capaces de notarlos para no caer en trampas o juzgar mal la situación.

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El druida permaneció en silencio, cuando se trataba de asuntos serió solía ser parco en palabras pues prefería prestar atención a los que tenían algo que decir. Que alguien fingiera formar parte de un culto al Dios Dragón no era una descabellada idea, la clave era con que propósito y eso era sin duda lo que más escamaba de todo el asunto al Breton. Asintió con educación cuando el alcalde se alejo para continuar con sus quehaceres.

Quizá deberíamos hablar con ese Klimmek…-  susurró más para sí que para los demás irguiéndose al ver como Eldrid se acercaba con la mujer.

Se puso en pie con solemnidad cuando les presento a su madre, sonriendo ante la reacción del joven mago, conteniendo una carcajada ante semejante despliegue de entusiasmo y energía. Cuando por fin esté suelta a la mujer se acerca a ella ofreciéndole la mano.

Hetha, un placer – con delicadeza eleva la mano de la madre de Eldrid al tiempo que acerca su rostro y besa el dorso de su mano, mirando con suspicacia a la joven nórdica negando con la cabeza y chasqueando la lengua -   deberías haber confiado más en nosotros jovencita, habíamos hecho más llevadera la carga de tu pesar…- devolvió su atención a la mujer – por favor siéntese con nosotros 

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Seretide escuchaba la respuesta que Einar proporcionaba al alcalde, y se dijo que aquello debía ser suficiente. Ya habría tiempo de comentar sus propias ideas al respecto con sus acompañantes. Aquellos con los que había llegado al Paraje de Ivar para resolver aquel asunto. 

Suspiró, brevemente, con la preocupación titilanto durante un instante en las pupilas carmesí, antes de volver a catar su pinta, relamiéndose, acto seguido, los labios, para degustar la espuma que se quedaba impregnada a su boca mientras dirigía su mirada, disimuladamente, hacia Eldrid y hacia la mujer a la que se había abrazado, con cierto atisbo de nostalgia emergiendo en la expresión de su rostro. 

Observó cómo ambas mujeres volvían entonces, y dejó que los hombres se presentasen primero, para levantarse en último lugar, tendiendo la mano a la madre de su compañera- Eldrid lleva todo el camino tratando de huir como un conejillo asustado. Pero no la hemos dejado. Y menos mal que así lo hicimos. -comentó, con una sonrisa, dedicándole un guiño malicioso a la joven- Me alegra que os hayáis podido encontrar. 

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La madre de Eldrid os entregó una sincera sonrisa de agradecimiento y saludo, se la veía feliz, pero también abatida.

¿Sois los amigos de Eldrid? preguntó, pero antes de que ninguno respondiera asintió lentamente. Gracias por acompañarla.. es bueno ver que tiene tantos amigos, gracias por venir a Paraje de Ivar. dijo la mujer mientras dejaba a Eldrid con el resto del grupo.

Eldrid.. ten cuidado, te lo ruego. tomó de la mano a su hija. Tu padre no querría que te pusieras en peligro, si no lo ves claro.. corre, por favor.. él te diría lo mismo. terminó besando la mejilla de Eldrid y luego se despidió de vosotros, os dejó con vuestra conversación.

Estaré ayudando a Wilhelm si necesitas algo. dijo mientras se alejaba a la barra.

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No se preocupe Hetha – se dirigió a la madre de Eldrid con voz calmada y un sonrisa sincera - me encargare personalmente de que su hija regrese intacta, puedo asegurarle que nadie conoce mejor que yo la preocupación por una hija – le dedicó una mirada cómplice a Eldrid mientras su madre se despedía dejándolos solos para tratar sus asuntos. 

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Tosió para disimular la risa que le provocaba la actitud de Trik, siempre tan dicharachero y hablando por doquier, tanto que se iba por las ramas y se perdía el solo. Era demasiado divertido escucharle la mayoría de las veces.

Estoy bien respondió agradeciendo la preocupación que mostraban, por mucho que dijeran, no había tanta confianza como para contar aquellas cosas, habiendo un peligro de por medio y por eso mismo no hizo demasiado caso de la diminuta regañina que le acababa de soltar el druida. Mucho mejor ahora que he venido hasta aquí de nuevo.

Escuchó con atención lo que le contaban tanto Trik como Einar sobre lo que les había relatado el viejo alcalde de Ivar. Sonaba cuando menos muy extraño. Pero volvió su atención a su madre cuando esta se despidió de todos ellos para dedicarse a otros menesteres. No sin antes darle un abrazo y repitiéndole de nuevo que tendría mucho cuidado y que no haría ninguna locura.

Oh si, una cosa más, si mandas noticias a los tíos, se discreta ¿vale? No quería una repetición de lo ocurrido hacia unos meses. Cuando acabemos con esto, quiero tratar de averiguar qué demonios está pasando y posiblemente vaya a verles. Sin más dejó que se alejara de ellos y ella se centro de nuevo en todos los sentados en la mesa ¿Algún plan? 

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Observó la promesa de Aster sin mucha convicción, pero en silencio, degustando su pinta, dedicando una breve mirada y una media sonrisa a la madre de Eldrid mientras se marchaba, suspirando, desperezándose poco a poco de aquel sentimiento de rememberanza.

- Supongo que tal y como apuntaba Aster, deberíamos preguntar a Kimmek qué fue lo que percibió en esos hombres exactamente. -sugirió, una vez se hubo marchado la mujer, observando a sus compañeros, con detenimiento.