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19 de Helada, Mediodía, Los Siete Mil Escalones

Mientras seguíais esa larga ascensión, compartíais lo que unos y otros ibais descubriendo, y esa sensación de siniestra irrealidad se iba fortaleciendo a cada paso que dabais hacia arriba. El cielo gris de nubes empezó a tomar tintes más negros, a lo lejos se empezaron a escuchar el rumor de los truenos que anunciaban una tormenta en ciernes, pero aun lejana.

Gracias al conocimiento de la montaña de Viggo, la ascensión se hacía llevadera, pero aun apenas habíais llegado a un tercio del camino que debíais recorrer hasta Alto Hrothgar, quedaba mucho por recorrer. La fauna seguía siendo inexistente, y rozando el mediodía os encontrasteis con un escenario de muerte.

Eran tres cuerpos: dos humanos nórdicos y un descabezado que por su fisionomía debía ser un mer, todos ellos con aspecto de aventureros con su indumentaria. Junto a los cuerpos había un hueco en la nieve, como si hubieran arrastrado algo pesado por ella hasta un lateral del camino que estaba repleto de telarañas. También había restos abundantes de sangre que manchaban el blanco del suelo, y múltiples pasos desordenados por la zona.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

Las palabras del Cazador de Cauce Boscoso habían afectado al grupo más de lo que ninguno reconocería, siendo más que palpable en sus semblantes. La nueva información era realmente valiosa y le había dado mucho en lo que pensar. Mucho que analizar sobre lo que había sucedido en Cauce Boscoso y lo que ahora estaba ocurriendo allí.

 Arrebujado bajo sus pieles a penas era consciente del cambio de temperatura a medida que ascendían; en cambio el silencio sepulcral que los rodeaba, eso sí lo había notado. Si la vida natural de aque lugar guardaba silencio no podía augurar nada bueno. En silencio, cauteloso y desconfiada, tenía todos sus sentidos alerta posicionándose en la retaguardia tras Eldrid y Seretide. Prefería tener a la joven nórdica vigilada.

Agradeció la trivial charla mantenida por el joven mago, le había servido para no dejar su mente centrarse en viejos recuerdos de persecución y venganza.

¿Una estrella azul en el cielo de mediodía? Pensó cuando aquella brillante luz que igualaba en belleza a los propios rayos del sol irrumpió en su visión, acompañada de una nostalgia como nunca había sentido. Por suerte fue algo tan fugaz como su atención a la estrella pues junto a él Trik parecía haberse congelado por la imagen murmurando algo casi imperceptible, incluso estando a dos pasos de el joven.

Demasiadas cosas a las que prestar atención. Aún así trata de seguir todo lo que acontece.

No bajemos la guardia. Y tengamos presente que seguramente estén esperándonos y el camino no estara exento de otros peligros... - dice con un tono un tanto sinietro acompañado del resonar de una tormenta lejana haciendo que fije su mirada en la oscuridad que comienza a cernirse sobre ellos - continuemos...

Avanzaban con buen ritmo y sin encontrar oposición alguna o señal de vida, cuando la muerte se presento ante ellos. No presto mayor atención a los cuerpos pues su vista se dirigió al lugar fuera del camino, al lugar por donde parecían haber arrastrado algo.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

Seretide se había parado en seco, al encontrarse con aquellos cuerpos decapitados y descubrir que uno de ellos perteneciá a un mer, respirando aliviada durante un segundo al percatarse de que su piel no era oscura. Esperaba que al menos aquel desdichado fuese escoria Thalmor. Así al menos, todo aquel caos sangriento habría hecho un pequeño favor a todo Tamriel. 

Siguió el rastro sobre la nieve, hacia el lado del camino, y tragó saliva- Sí, prosigamos. No quiero quedarme a averiguar qué hay tras ese montón de telarañas. Aunque temo que lo sabremos pronto. Y que también nos encontraremos con los autores de éstas muestras macabras de ritualística.-declaró, siguiendo el paso, junto a Aster, evidentemente nerviosa, aunque aún capaz de actuar con lógica y mantener cierta calma- Trik, si hay un momento en el que debas explicarnos qué es eso que aún no debía suceder, es éste. - advirtió, dedicando una mirada severa al muchacho. 

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

No le estaba gustando  nada  aquella situación, y mucho menos aun la cantidad de telas de araña que había en los márgenes del camino.

La tensión se palpaba en el ambiente mientras ascendían, se notaba en lo poco habladores que estaban, probablemente todos atentos al camino. Tal vez por eso mismo el encontrarse con aquel grupo asesinado les pillo algo desprevenidos. Al menos a ella. Se le revolvieron las tripas al ver el cuerpo sin cabeza. Era bastante impresionante encontrarse con algo así. Y eso que encontrarse esqueletos y cuerpos momificados en las cuevas y en los túmulos había pasado a ser algo de lo más normal. Pero ver cuerpos tan recientemente asesinados… Y al mismo tiempo respiro aliviada al ver que los dos nórdicos, ninguno era su padre.

Antes de que la elfa pudiera si quiera dar de nuevo un paso para seguir adelante, la joven nórdica se giró hacia ella y la miro entre preocupada y curiosa. No sin perder detalle de aquellas palabras dirigidas al joven y hablador mago.

¿No deberíamos… no se… averiguar quiénes pueden ser? Ya nos han dicho que los que hacen esto, nunca se llevan nada y bueno… miró de nuevo hacia los cuerpos. Por alguna razón el que la carne aun estuviera tan… entera, le daba más cosa que el arramplar con cualquier cosa de valor que pudiera tener un montón de huesos en una cueva. Tal vez tengan alguna nota o algo que nos diga quienes son o desde donde venían. De hecho, no espero a que le respondieran cuando ya se estaba agachando junto a uno de los nórdicos, a pesar del repelus que le daba, para buscar alguna cosa que le pudiera dar alguna pista.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

Eldrid examinó los cuerpos, sus heridas saltaba la vista que habían sido causadas por armas y no por las alimañas que rondaban los alrededores del camino. Pero la nórdica encontró algo que le llamó poderosamente la atención de los restos de esos aventureros.

El primer cuerpo tenía tirada junto a él una gran hacha en cuya hoja refulgía una titilante runa azulada, lo cual indicaba que probablemente estuviera encantada. Tirado, no muy lejos del elfo decapitado, había un arco largo que presentaba una runa similar en forma y color. La mano del segundo cuerpo permanecía cerrada en puño, pero asomaba algo interesante, a Eldrid le costó un poco abrir la mano cerrada y allí descubrió que este tenía una extraña piedra con un símbolo extraño sobre una cara pulida que poseía un brillo residual muy llamativo.

El examen final descubrió que en la mano de uno de los muertos había un anillo con una serie de runas grabadas y, en el cinturón de uno de ellos, un tubo de pergaminos con uno en su interior. Al parecer aquellos que mataron a estos desgraciados ni se preocuparon de registrarlos y los dejaron tirados sobre la nieve.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones

Nuestro ascenso continúa hasta que vemos los cuerpos. Eldrid se adelanta para revisarlos mientras yo vigilo los alrededores, esperando a ver si alguien nos tiende una emboscada. Finalmente, parece que ese no es el caso y podemos relajarnos un momento. Aquel camino de telarañas no es nada auspicioso pero creo que todos sabemos que debemos investigar aquello.

Me acerco y miro a los cadáveres, viendo si soy capaz de reconocer alguno mientras que Eldrid recoge aquellas cosas que parecen ser equipo de buena calidad.

Viendo que ya no hay nada más que hacer ahí, le hablo al grupo:

 - "Creo que ese es el nuevo camino que debemos tomar."

Digo mientras indico el camino con telarañas. Si se llevaron algo de ahí, puede ser algo importante, quizás incluso un sobreviviente. Por otro lado, si ellos se fueron por ahí, seguramente por esa dirección estará el campamento provisional que deben utilizar pues dudo que se queden tantos días a la interperie.

19 de Helada, Mañana, Los Siete Mil Escalones
 

Me toma unos momentos reaccionar, cuando al seguir el camino, descubrimos los cuerpos. No es la primera vez que veo cadáveres, pero nunca en semejante estado, eso, unido a la visión que acabo de tener, hace que mi cuerpo se estremezca, y permanezco callado, respirando profundamente.
"Cálmate, Trik. Sabías que podíais encontrar algo así, no tiene porque estar relacionado", me digo a mí mismo.

Me acerco a los cuerpos y los observo, no me gusta saquear a los muertos, me parece una falta de respeto. Pero uno de ellos me llama la atención, lleva un anillo con unas runas, lo que inmediatamente me hace pensar en el mío, el cual giro en el dedo inconscientemente. 
No pienso arrebatárselo al muerto, con un anillo mágico tengo bastante, pero el pergamino que sobresale del tubo puede resultárnos útil, y no es que pueda considerarse una posesión personal, ¿verdad? 
Lo recojo y reconozco el hechizo, -"armadura de mago"-, digo mostrándoselo a los demás. -Realmente puede sernos útil.-

Es entonces cuando Seretide me pregunta, imagino que oyó mi comentario.
Me incorporo y respiro hondo, mientras con mi mano izquierda golpeo el pergamino nerviosamente sobre mi pierna.
Increíblemente me quedo sin palabras, y no se exactamente sí debo responder con lo que sé o no... no es que no confíe en mis compañeros, pero temo ponerlos en peligro innecesariamente.

Me muerdo el labio, y miro al suelo, y luego alzo la vista, abarcando con mi mirada a todos, y luego, fijamente, a la dunmer. Qué diablos, no quería embarcarme en ésto sólo y es posible que ella sepa algo más del tema:
-Err... yo... lo siento. O sea, no es que os esté ocultando nada, en serio. Bueno si, pero no es que lo oculte, no es un secreto. Bueno, igual un poco, pero, vaya, es que... tampoco sé si tiene nada que ver con ésto. Seguramente no. Pero... bueno, es algo muy importante... creo. Y asusta un poco... al menos a mí.- Noto el gesto de hartazgo en Seretide y cierro los ojos fuertemente "Maldición, ya me estoy liando"

Respiro hondo y contesto todo lo escuetamente que soy capaz... que no es mucho, claro.
-A ver, Birna necesitaba ayuda con unos objetos mágicos, y Onmund y yo fuimos a mirar.
Onmund es mi maestro, bueno, lo era, ya no soy aprendiz, pero en aquel momento sí, ¿sabéis?. Bueno, eso. Resulta que en la tienda, porque Birna es la tendera de Hibernalia, había un anillo que teníamos que comprobar. Y así, sin más, el anillo de repente está en mi dedo y yo de golpe ¡Puff!- Hago un gesto con las mano derecha, cerrándola y abriéndola de golpe, simulando un gesto de magia -Estoy en otro sitio, o sea, no lo estoy de verdad, vaya. Ya sabéis, cómo en una visión, bueno, cómo no, era una visión- hago hincapié en el "era".

-Vale, el caso es que ahí estoy yo, plantado y muerto de miedo, claro. Y veo Lucero del Alba en llamas, y claro, me asusto aun más, porque pienso en mi familia y en Hellina.- sonrío al mencionar su nombre y miro a todos con orgullo -Hellina es mi novia. Bueno, aun no lo es, pero lo será, cuando vuelva y eso.-

Doy una palmada y vuelvo a cerrar los ojos para centrarme
-perdón, vuelvo a divagar. Vale, ahí estoy yo, en aquella visión horrible y un jinete con una corona de dientes de dragón se aparece y me señala al cielo señalando a las lunas hermanas alineadas y me dice "El tiempo se ha roto. Akatosh ha dado la espalda a Nirn."- digo esto cambiando el tono de voz, haciéndolo más grave.

-Y de repente, ¡puf!, me encuentro tirado en el suelo con mi maestro y la pobre Birna intentando reanimarme. Luego fuimos al colegio y la maestra Maryon, que es una dunmer también, ¿sabes? calculó que lo de las lunas se produciría durante Segunda semilla del año que viene, y algo de que el anillo perteneció a los elfos de las nieves.- Hago un gesto con la cabeza mirando hacia el lado izquierdo, intentado recordar cada detalle- ¡Oh! Y luego también se me apareció un altmer, que dijo que era de la orden Psijic, y que tenía que ir a Helgen para encontrar mi destino...- me encogí de hombros -y eso hice.

-Respiré hondo y dejé caer mi peso sobre mis hombros, mi gesto se volvió apesadumbrado y agaché la mirada- Y ahora vimos ese destello... el anillo se calentó y tuve otra visión... el jinete de la corona otra vez, las lunas alineadas, un fulgor cómo el que acabamos de ver... y las lunas rompiéndose... -miré a Seretide a los ojos- y algo muy malo salía de ellas. Y tengo miedo que la maestra Mayron se equivocase... y que no esté aun preparado para lo que se avecina. No quiero que nadie muera por mi culpa.- Concluí en voz queda, desviando la mirada.

Me quedo en el sitio, callado, esperando sus reacciones, mientras vuelvo a golpear mecánicamente el pergamino contra mi pierna.
 

Aunque suponía que todos lo intuían viggo afirma:agentes de volkar, he visto un par de lugares por donde pasaron, los muy bastardos nunca roban nada, solo les quitan la vida a los pobres diablos que se cruza en su camino y no les logran plantar cara, estos tipos deben ser sus ultimas victimas, mientras sus compañeros les revisan las pertenencias el cazador hecha un vistazo a las armaduras y escudos para saber si se trataba de gentes de riften o las comarcas cercanas.

Imagino que eres cociente que entrar en ese camino supondrá una batalla con la arañas congeladoras, advierte el cazador a la afirmación de Einar, al señalar el camino estaba plagado de las telarañas y generalmente estas bestias reaccionaban de manera violenta a cualquier infiltración en su territorio. sin embargo, estas nada habia tenido que ver con la muerte de los tipos frente a ellos, lo cual era bastante inquietante, al mirar el cuerpo decapitado no pudo evitar pensar de que tamaño seria el arma que arranco aquella cabeza de esos hombros y quizá por el clima sintió un tanto de escalofríos al respecto.

En cuanto aquel que llamaban trik comenzó su relato los ojos del cazador se entrecerraban, no entendida muy bien de que iba su relato, pero por lo visto se trataba de algún tipo de vidente, lo mas inquietante es que en el fondo viggo parecía creerle y suponer que esta montaña encerraba un peligro mas grande del que ellos mismos alcanzaban a ver, lanza un mirada a la cumbre que veían casi inalcanzable desde su actual posición.

En cuanto toma el arco lo tiempla para sentir su fuerza, era la primera vez que tenían en sus manos un objeto mágico, sentía un poco de vergüenza por quedarse con los bienes de difunto, pero si esta herramienta les ayudaba a clamar justicia contra la secta de akatosh trataría de darle el mejor uso, miro el cuerpo del que lo portaba y respetuosamente le dice: te pido me dejes usar tu arco y tus flechas para frenar el mal de este lugar, si los dioses son justos nos permitirán hacer justicia por sus muertes.