Partida Rol por web

Seretide volvió a besar al joven, suspirando al sentir sus caricias, y separándose, despacio, para posar un dedo sobre sus labios-Shhhh...-musitó, acariciando entonces su cabello dorado- Ahora debes descansar. Tu cuerpo te lo debe estar pidiendo a gritos.-le susurró, emitiendo un largo suspiro, acariciándolo de nuevo, con la intimidad compartida que se instala tras el éxtasis. 

Percibió cómo su respiración se iba volviendo cadenciosa, y cómo sus ojos claros se cerraban, vencidos por la intensidad del momento. Notando que poco después, a penas reaccionaba, dedujo que se encontraba sumido en los sueños más dulces y vívidos que habría tenido en su vida, y se apoyó sobre un codo, para mirarlo, con una sonrisa maliciosa. Y quizá con una pizca de lástima y remordimiento también. Se sentía súmamente complacida, pero iba a abandonarlo sin reservas. No podía ser de otra manera. 

Acarició una última vez su rostro, y lo besó mientras dormitaba. Y tras ello se desembarazó de él, con cuidado, tratando de no despertarlo, gimiendo por lo bajo al notar cómo salía de sus adentros, y junto a él se derramaba su semilla. 

La dunmer se limpió como pudo y se vistió, despacio. Y tras recoger sus cosas se levantó, y miró hacia atrás, contemplándolo, con una mano sobre la cadera y una honda bocanada de aire. Negó levemente con el rostro, y lo tapó, con su ropa, como último gesto de deferencia hacia el momento y el placer que habían compartido. Y entonces cogió sus cosas, agarrando su cayado con decisión. Se dio la vuelta y caminó. Caminó hacia los muros de Ventalia con la nitidez con la que sus ojos carmesí escrutaban el camino. 

El nórdico finalmente se quedó dormido ante tus palabras y el cansancio entregado en el coito, parecía que tenía que dormir durante muchas horas. Tras recoger los bártulos lo abandonaste rumbo a Ventalia, el destino más conocido por ti y quizá un punto de partida interesante. La noche te abrigaba, y pronto tomaste el camino principal hasta la ciudad nórdica a la que llegarías a media mañana a buen ritmo.

La brisa empezaba a ser fría a medida que llegaban los meses fríos y el verano fenecía, a tu paso las dos lunas Masser y Secunda brillaban con especial fulgor sin que tuvieras que forzar tu visión nocturna, una agradable penumbra te descubría cualquier rincón oscuro que pudieras encontrar por el camino. La verdad es que no tuviste ningún percance hasta llegar a los muros de Ventalia, hiciste algunas paradas de rigor, pero fue un viaje plácido.

Mas cuando arribabas a los muros te detuvo una patrulla de la guardia de la ciudad que patrullaba los alrededores.

Alto, dunmer. En nombre del jarl Brunwulf Invierno Libre, detente, indentifícate y expón tus intenciones. ordenó con voz autoritaria. Eran cuatro soldados, ataviados con los colores que habías visto antes de la ciudad. No se mostraban hostiles, o no lo parecían, pero permanecían alerta.

Seretide se detuvo, tal y como se le ordenaba, resoplando, para quitarse un mechón de pelo de la cara y observando a los soldados fijamente, no excenta de cierta curiosidad- Invierno Libre. -repitió, pensativa- ¿Se puede encadenar una estación? ¿No son acaso libres de por si? Creo que Invierno Libre es un concepto redundante.. -comentó, más hablando para si misma que para los soldados, antes de cruzarse de brazos- Seretide, de Luz Oscura. Y porto las oscuras intenciones de visitar el barrio oscuro, el cual conozco desde hace ya un tiempo, habiendo residido en él por oscuras temporadas. Deseo descansar de mi viaje y saludar en la oscuridad a los oscuros miembros de mi raza. 

La respuesta que diste a los guardias fue recibida con tensión por parte de estos, pero camuflaste los tonos más ácidos de modo que no se lo tomaran excepcionalmente mal. De hecho, parecieron comprensivos hasta cierto punto.

Os aconsejo que no faltéis al apellido del jarl de Ventalia, dunmer. dijo asertivo. Más cuando se ha preocupado por el bienestar de los tuyos durante todo este tiempo. 

El guardia respiró profundamente, asintió lentamente haciendo que uno de los que lo acompañaban lo anotara. 

Lamento el interrogatorio, dunmer. Pero últimamente ha habido una oleada de asesinatos en la ciudad.. nos exigen que identifiquemos a todos los desconocidos de los alrededores. explicó algo más solícito. Si os hospedáis en la ciudad.. tened cuidado. Que los Divinos os protejan. se despidió siguiendo con la patrulla.

- Oh, ya veo.- dijo, al escuchar hablar sobre el jarl de Ventalia. ¿Es que acaso era una hazaña aquello? ¿Debía aplaudir? Tratar bien a los suyos... Aquel guardia apestaba a condescendencia.- Entiendo. Iré con cuidado. -convino, alzando levemente las cejas, al escuchar hablar sobre la oleada de asesinatos, mirando al interior de los muros de la ciudad, con cierto desasosiego- Gracias.- añadió, concluyendo su intervención, reanudando su camino.

Necesitaba un baño. Y una posada en la que poder hospedarse no fuera un favor sino un servicio. 

Los guardias quedaron atrás y tú te dirigiste a Ventalia, atravesaste su colosal puente de piedra y sus vetustas piedras encajadas en muros que, según contaban las leyendas, los construyeron los gigantes. Te pararon en un par de ocasiones más, pero saliste airosa de los breves interrogatorios, la ciudad parecía sumida en una especie de parálisis y paranoia.

Cuando por fin lograste franquear sus puertas, buscaste un lugar donde poder acomodarte y asearte, y en el barrio gris pudiste encontrar la posada de Nueva Gnisis, un local con el nombre de la antiguo ciudad dunmer arrasada durante el Año Rojo. Quizá allí encontrarías algún sitio tranquilo para poder asentarte, la ciudad estaba poblada de guardias que iban y venían, aunque en menor presencia en el barrio gris. Cuando pudiste ubicarte en el laberinto de calles que era aquella parcela de la ciudad, pudiste ver que Nueva Gnisis no era el mejor local del mundo, pero parecía decente.

Dentro una altmer, curiosamente, era quien se encontraba detrás de la barra. Sonrió mientras te saludaba.

Bievenida a Nueva Gnisis, visitante. asintió levemente, parecía bastante más cercana que el resto de altos elfos con los que te habías topado. En la taberna de la posada había varios dunmer, un orsimer y algún que otro humano. Ninguno nórdico. ¿Qué se le ofrece?

Al llegar a la posada, Seretide miró alrededor, y respiró hondamente. Cuando abandonó Luz Oscura nunca lo habría imaginado, pero lo cierto era que disfrutaba encontrarse con caras familiares, o al menos del mismo tono de piel que la suya, de cuando en cuando. Y fue por ello por lo que saludó, con un leve cabeceo, a los dunmer allí presentes, mientras avanzaba en silencio desde la entrada.

Encontrar a una altmer atendiendo en la barra fue sin lugar a dudas sorprendente, pero no le dio mayor importancia. Le dedicó una media sonrisa, y se quitó la capucha de la capa, agitando la melena para liberarla de su encierro- Necesito un lugar en el que hospedarme. Por lo pronto esta noche. Y un buen baño. ¿Puedo obtener tales cosas aquí?- preguntó, mientras se sentaba. 

La altmer asintió con una agradable sonrisa mientras servía una pinta a uno de los dunmer, varios de los varones te echaron una mirada, algunos más descarados que otros, pero por el momento ninguno se acercó. La verdad es que el clima de paranoia se notaba incluso en aquel local.

Tenemos algo, claro que sí. Yo soy Niranye, me encargo de la posada. La estancia es una moneda de plata al día, el baño es un coste adicional de otra de plata. explicó, era unos precios razonables dadas las circunstancias. También tenemos comidas y cenas, si se hospeda en Nueva Gnisis tendrá un descuento.

Te miró expectante para ver si estabas interesada.

Seretide asintió, encontrando razonables los precios de los que hablaba Niranye, metiendo la mano en su bolso, para buscar en su pequeña bolsita de monetas y sacar una reluciente moneda de oro- ¿Puedes cobrarte de aquí una noche en una cama limpia, un baño, una buena cena, con su desayuno, su almuerzo y bebida para tumbar a un caballo?-preguntó, posando el dinero sobre la mesa, sin soltarlo aún- ¡Ah! ¿Y una agradable e interesante charla informativa sobre qué demonios se cuece en las calles para que tantos rostros ceñudos me hayan interrogado hoy por la calle dándome el alto?

Niranye miró lo que ponías sobre la mesa, su mirada brilló y asintió convencida.

Puedo cobrarme, señorita. aceptó mientras hacía un gesto a un dunmer remolón que espabiló de repente para subir las escaleras. En breve lo tendrá listo. Puedo contarle lo que sepa y necesite mientras esperamos. ofreció con una sonrisa, te hizo un gesto para que te sentaras mientras te servía una pinta.

Supongo que os referiréis a los asesinatos, ¿verdad? puso gesto sombrío, hasta bajó la voz. Cinco personas muertas, todas mujeres.. de distintas razas y posición social. La guardia está desconcertada, hay recompensa por ello, pero no hay demasiadas pistas. añadió con preocupación. La verdad.. da miedo salir a la calle cuando se pone el sol. Me recuerda hace veinte años.. El Carnicero.. mató a varias personas, pero lo atraparon, resultó que era el hechicero de la corte.. un nigromante..

Seretide escuchó con atención, entreabriendo los labios, y una vez entendió que la posadera había terminado de hablar, se apoyó con los codos en la barra, dándole un buen trago a su pinta, pensativa-  Sí que es preocupante, sí...Con razón andaban diciéndome que tuviese cuidado. ¿Sólo mujeres? ¿Y ha hecho lo mismo con todas ellas? Es decir, ¿han aparecido todas en las mismas circunstancias? ¿O no se sabe?-preguntó- ¿Y qué clase de recompensa se ofrece?

La altmer puso gesto grave ante tus preguntas, arrugó la nariz mientras trataba de responder a tus preguntas.

No sé los detalles, señorita. respondió resignada. La ciudad es un hervidero de rumores.. pero los más insistentes.. suspiró. Dicen que el antiguo Carnicero.. Wuunferth el Sin Vida.. el hechicero de la corte de Ulfric Capa de la Tormenta.. ha vuelto entre los muertos.. yo no sé si creer eso. 

Se puso a limpiar la barra, como si necesitara tener algo entre las manos.

Pero lo mejor que vayas a hablar con Juren Brazo de Acero, el mayordomo del jarl, él te podrá dar la información que necesitas. sugirió sin querer llenarte la cabeza de rumores inútiles.

Seretide percibió la incomodidad de la altmer al hablar del tema, y prestó suma atención a sus gestos y a sus palabras, mientras tomaba un par de sorbos más de su pinta- Ya veo... Despreocúpate, Niranye. Entiendo tu nerviosismo. -dijo, acompañando sus palabras con un gesto de su mano, que pretendía destensar la conversación- Y dime, ese tal Brazo de Acero, ¿dónde lo puedo encontrar? Y, ¿qué tal se porta con gente oscura como yo? -preguntó, alzando la mano con el codo apoyado en la barra, para mantener su barbilla sobre la misma- A propósito, ¿tienes algo de comer? 

La alta elfa te sirvió el potaje que estaba en el fuego mientras te respondía, asintió lentamente, aunque no la veías asustadiza imaginabas que había cosas que siempre pueden perturbar a alguien.

En el Palacio de los Reyes, ayuda al jarl en la gestión de la provincia y de la ciudad. respondió mientras te acercaba el bol de potaje, la verdad es que tenía una pinta estupenda. Ella se encogió de hombros. Nunca he tratado con él en persona, pero es como todos los nórdicos.. te mirará por encima del hombro, aunque el jarl Brunwulf ha tratado de solucionar las injusticias que Ulfric Capa de la Tormenta promovió contra los que no fueran nórdicos.

Entiendo. Sí, supongo que la cosa está mejor que antes...- concedió, reclinándose entonces ligeramente hacia adelante, para hablar más íntimamente con la posadera- Pero, ¿sabes? Me rechina. Que se me hable de él por las calles como si me hubiera perdonado la vida y más me valiera estar calladita. No sé si me explico... La cuestión es que el hecho de que nos trate como personas no es resaltable. Es lo que se debe hacer, porque somos personas. -concluyó, encogiéndose de hombros, reclinándose de nuevo en su asiento.- Pero no voy a decir nada de esto en voz alta. No quiero buscarme problemas innecesarios. -aclaró, probando una cucharada del potaje que la altmer el había servido- Está muy bueno. Gracias.-dijo, con una sonrisa, procediendo a comer con tranquilidad mientras vaciaba su pinta. No era leche nutricia y afrodisíaca, ni tampoco vino cyrodíilico, pero la refrescaba y calmaba su sed. 

Niranye sonrió comprensiva ante tus recelos, ella negó con la cabeza restando importancia.

No te falta razón, pero no viviste la época de Ulfric Capa de la Tormenta. le explicó sintiendo repulsa por ese nombre. Los que no eramos nórdicos eramos tratados como ciudadanos de segunda, o peor.. palizas.. persecuciones. Mírame, soy altmer, y eso me convertía en una espía de los Thalmor dijera lo que dijera. suspiró mientras limpiaba la barra. Muchos se marcharon por esa presión, otros nos quedamos.. este es nuestro hogar. Puede que Skyrim sea el hogar primigenio de los nórdicos, pero durante siglos otras razas hemos vivido aquí. Puede que el jarl actúe de forma paternalista, es cierto, pero se preocupa por todos. Ya es mucho. no hablaba con mariposas en el estómago de Brunwulf, pero se podía decir que lo respetaba. Asintió lentamente con una sonrisa liviana.

Haces bien, muchos nórdicos siguen considerándose superiores a los demás. Pero temen las leyes, y las leyes son para todos. dejó que terminaras la comida y la bebida, ella hizo un gesto de un dunmer que estaba hablando con los parroquianos. Iré a prepararos un baño y la habitación, creo que lo agradeceréis. sonrió levemente.

- Sí, en parte tienes razón, y soy consciente de que muchos de los mios vivieron peores circunstancias. Pero esto de soportar tanta... Condescendencia... No deja de parecerme algo que no tendría que ocurrir.- explicó, devolviéndole la sonrisa- Sí, agradeceré ese baño, y esa habitación. Me gustaría asearme. Llevo tanto polvo del camino encima que podría fabricar un muñeco de arcilla. 

Tras asearte y relajarte un poco, pudiste emprender el camino al Palacio de los Reyes. Los colores naranjas empezaban a teñir la piedra de los edificios de Ventalia, pero aun había bastante luz. Los guardias te dejaron pasar sin demasiada oposición, unas pocas preguntas de rigor fueron suficientes, al fin y al cabo el palacio poseía bastante vigilancia. En el gran salón del trono donde también se hacían las recepciones, pudiste ver un nórdico discutiendo a voz en grito con un imperial.

¡La ciudad está cerrada, Calixto! gritó enfurecido con tono autoritario, pero ni por esas el imperial se amilanó. No son fantasmas del pasado, no es el delirio de unos pocos, ha muerto gente. Tú estuviste hace veinte años, detuvimos al Carnicero gracias a ti.. tú más que nadie debería entender que tomamos medidas para..

No te confundas, Juren. reprendió serio el imperial. Lamento como el que más que hayan muerto esas muchachas, que el horror de hace veinte años se repita.. nadie quiere que el Sin Vida regrese. apretó los labios. 

Pero encuentro injusto este embargo, especialmente a mi. suspiró sabiendo que no tenía nada que hacer, te vio de soslayo y luego al mayordomo. Tienes visitas y ya te he acaparado tiempo suficiente. Espero que pronto se resuelva esto.. se dispuso a marchar y te asintió al pasar.

Cuando os quedasteis solo, Juren te miró tras suspirar preguntando la razón de tu visita.